TESIS DOCTORAL
Trabajo realizado desde los años 1970 a 1990. Veinte años de investigación, dedicados a mi esposa, hijos y nietos.
PRIMERA PARTE
Nota orientativa: la información fotográfica y plenimétrica se encuentran en la segunda y tercera parte de este trabajo.
INTRODUCCIÓN
En este trabajo de investigación se pretende aclarar muchos puntos oscuros que se tienen, desde antiguo, sobre el origen e identidad de Almuñécar.
El trabajo ha sido constante, penoso en muchos momentos, pero eficaz. Se puede decir que, desde los años 60 del siglo pasado, se ha ido recopilando toda cuanta información ha llegado a mi poder. El trabajo fue ultimado a finales de los 90, fecha en que se leyó como tesis doctoral en la Universidad de Granada.
Tanto el texto, como la realización de fotografías, y el levantamiento de todas las planimetrías, han sido obra del autor, salvo los planos cedidos por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, y alguno del Ayuntamiento de Almuñécar.
En todo ese recorrido se puede decir que hemos llegado a recoger información de cada uno de los rincones del casco antiguo y zona periférica del mismo. Por ello debo agradecer la información proporcionada por personas de la ciudad, a la que estaré siempre agradecido. Pues los propios vecinos de las casas estudiadas no escatimaron en colaborar con la información que tenían sobre las formas, estructuras y materiales antiguos de que estaban hechas sus casas. Cuando la gente sencilla y humilde del casco viejo hacía alguna reforma en su vivienda, se encontraba con materiales de una contextura y dureza poco corriente. Habían tropezado con los materiales usados por los romanos desde hacía más de dos mil años.
Es notorio que hasta los más modernos autores, que han estudiado Almuñécar, opinan que se trata de una ciudad romana. Por muchas razones piensan que esto es así. Pero los hechos revelan que la realidad es muy distinta a lo que podemos leer tanto en libros modernos como en autores antiguos.
Para ello, y precisamente por eso, he realizado este largo y extenso trabajo; para esclarecer de una vez qué es lo que realmente ha existido en lo que se viene llamando Sexi, con tanta proliferación: una ciudad romana, con estructuras públicas y privadas, casas, mansiones, teatro, mercados, puertos, etc.
Y nada más lejos de la realidad cuando empezamos a hacer una estadística arqueológica y técnica. Si realmente esto hubiera sido así, cabe hacerse muchas preguntas, y pedir pruebas que testifiquen lo que se viene afirmando con tanta abundancia de opiniones.
Era tal la fama propagada por autores clásicos, que casi no cabía duda en admitir que, evidentemente, se trataba de una gran ciudad, primero fenicia y después romana.
Aquí se plantea una gran cuestión: ¿Dónde están las pruebas de la existencia de una ciudad fenicia? Esto en primer lugar. Todo arqueólogo debe saber que los fenicios jamás construían una necrópolis dentro de la ciudad. Esto se demuestra con las citas de los trabajos realizados en Cueva de Siete Palacios, y la descripción hecha en el Manuscrito de Almuñécar, donde se detalla, a su manera, la gran cantidad de hallazgos de elementos fenicios encontrados en una tumba cuando se practicaban reformas junto a la llamada Puerta del Sol de la Iglesia Parroquial. Otro de los hallazgos tuvo lugar en Cueva de Siete Palacios, donde se encontró un fragmento de plato de cerámica de barniz rojo fenicio, probablemente perteneciente al ajuar de una tumba fenicia situada en este lugar, y que fue rota por la nueva construcción romana que aquí se levantó. Por otra parte, también se perforó alguna de las piletas de salazones del Majuelo para ver si aparecían restos estructurales fenicios; sólo encontraron fragmentos de cerámica fenicia, pero nada de estructuras murales que pudieran testificar la presencia de un emplazamiento urbano en esta localidad. Sólo elementos probablemente pertenecientes a las salazones. A este respecto cabe decir que el elemento fenicio, tras la definitiva derrota de los cartagineses en la batalla de Ilipa (-206), se unió a la actitud que tomaron los fenicios gaditanos, y colaboraron con los romanos, permitiéndoles e incrementando sus factorías de salazones. Eso hizo que perduraran en estas costas fenicios y romanos: unos aportaron sus técnicas, y otro sus infraestructuras industriales. Lo que lleva a explicar que aparezcan restos fenicios mezclados con romanos. Pero nunca, repito, apareció una infraestructura urbana fenicia en este lugar. Pues en tiempos anteriores, probablemente, la llegada de los fenicios hasta aquí fue temporera. Este fenómeno explica que en la necrópolis fenicia de Puente del Noi no se pueda establecer una continuidad cronológica; hasta el punto de que unas tumbas se encuentran interfiriendo a otras. Se marchaban y, a la temporada siguiente, ya no sabían donde se encontraban las tumbas de tiempos atrás. Por eso, esa forma tan poco común de ver que una tumba corte a otra.
Nadie puede dudar de su presencia aquí. Pero lo cierto es que no nos han dejado ningún resto de infraestructura urbana.
Por ello, y haciendo hincapié, en lo dicho en párrafos anteriores, se sabe que los fenicios no levantaban ciudad donde había necrópolis. Continúa siendo un misterio este hecho. Es posible que los romanos, después del año 206 a. de C, destruyeran hasta la última piedra de la hipotética ciudad fenicia; pero no parece probable porque los romanos concedieron privilegios a los fenicios, como es permitirles la fabricación de las salazones, y la facultad de acuñar moneda propia a cambio de su lealtad.
Aclarado este aspecto, citamos otros lugares donde se detectó la presencia romana: Monte de Velilla, en el que apareció una pequeña nave abovedada (hoy enterrada o destruida por la nueva urbanización); sobre el nuevo campo de fútbol municipal, aparecieron estructuras probablemente similares a las termas romanas de la Carrera. Esto se sabe por los comentarios de los operarios que trabajaron en su construcción. No tenemos pruebas directas de ello; en Cotobro aparecieron: un pozo roma-no, y piletas de salazones; las villas rústicas se encontraban sobre la Albina (lugar pan-tanoso), barrio de San Sebastián, dos en la carretera de Jete, y una grande en los Bañuelos. Es muy probable que en las Peñuelas existiera otra. No se olvide que sobre el Camino Bajo, en su parte más baja, existió lo que se llamó El Cuartón de la Ciudad Antigua, pues se pueden ver muros y materiales formando parte de tales estructuras. Los columbarios eran seis, pero sólo quedan dos: el de la Albina, y el de la carretera de Jete. De los otros, sólo quedan indicios, como ocurre en la finca La Cerca. Por último, queda decir algo sobre el acueducto romano. Se piensa que nace en la Virgen del Agua, pero hay indicios claros de que hay canal por el lecho de río Verde que pasa por Jete y continúa hacia Otívar (hay fotos de ese canal bajo el río). Todo parece indicar que su inicio es el canal antes citado, pero no se tiene la certeza absoluta de que sea así. En cuanto a sus proporciones es conveniente aclarar que el elemento, básico para la industria de Seks, dispone de diez puentes que salvan las vaguadas en las dos vertientes, río Verde y río Seco, terminando en la Santa Cruz, desde donde, por medio de un canal, empalmaba con el puente final a la entrada de la actual ciudad. Por medio de canales de un sistema de sifón, finalizaba en la Torre de Descarga, situada donde hoy se levanta la Iglesia Parroquial, y cuyos materiales pueden verse hoy usados en su alzado, tanto la piedra pizarrosa como sillares de piedra toba. La Iglesia no tiene cimientos, está montada sobre los fuertes muros romanos de la Torre de Descarga. Hoy se pueden ver sobre la calle cómo está montada encima de materiales romanos.
Volviendo al casco antiguo de Seks, hay que decir que las estructuras hasta hoy detectadas y fotografiadas, no dan pie a admitir que se trate del esquema de ciudad. Ni una sola calle actual responde a un cardo maximvs o a un decvmanvs maximvs. Las únicas calles que podrían presentar dudas a la hora de considerarlas romanas, son San Miguel, Angustias Nueva y su paralela Angustias Moderna. Pero las exploraciones de los alcantarillados nuevos han dado como prueba que todas están cruzadas por muros romanos en todo su trazado.
La cantidad de materiales analizados, incluyendo los de origen árabe, dan pie a afirmar que esto no es una ciudad típicamente romana, sino una gran factoría de salazones, como se indicará a continuación. Se ha hecho una estadística de los tres niveles confirmados y analizados, tanto en la vertiente de levante como en la de poniente, de materiales contabilizados de época romana, y más del 90% de ellos son de tipo romano. El resto lo forman elementos árabes y cristianos.
Para aportar algo más de luz sobre esta afirmación, hay que decir, a la vista de lo que se puede comprobar, que los elementos industriales y de almacenaje aparecen en todos los niveles. Así, comenzando por la Plaza de la Rosa, en los rebajes de las nuevas construcciones aparecieron restos de hornos de cerámica (antiguo Pasapoga) y al comienzo de la calle Alta del Mar. Viniendo de la calle Real, al inicio de Baja del Mar, apareció gran cantidad de cerámica y estructuras murales. En la misma calle Real se puede ver parte de un canal de conducción de aguas que, a partir de la librería, se dirige hacia la parte superior, probablemente hasta las dependencias orientales de la Cueva de Siete Palacios, por la calle San Joaquín (I). En Plaza del Ayuntamiento las estructuras halladas bajo la actual farmacia son evidentes. En el interior de la casa de la familia Müller apareció una gran nave abovedada, según se entra, al fondo. Tengo una fotografía (negativo) donde se observa gran parte de su bóveda, que linda por detrás con la calle Escamado. Hoy está transformada en un gran salón. Aquí se encuentra una canal subterráneo que se dirige hacia la Iglesia, y también, con canal y tuberías de cerámica, hacia la parte superior del barrio del Castillo.
Al comienzo de la calle Antigua, a izquierda, según se asciende, hay una nave abovedad bien conservada. Enfrente de ella había una ermita, donde aparecieron cantidades de materiales romanos, hoy perdidos. Sobre la calle Escamado se encuentra el Palacete del Corregidor, con materiales romanos que ya han sido estudiados y publicados.
Llegados a la calle San Joaquín (I), nos encontramos, por un lado, con el gran muro de aterrazamiento romano, un torreón medieval y el complejo de la Cueva de Siete Palacios, que fue tres veces mayor de lo que hoy se puede ver.
A la entrada de la calle San Miguel, a mano izquierda, podemos ver toda una serie encadenada de galerías abovedadas, cinco, al igual que podemos comprobar que otras muchas galerías de este tipo han sido destruidas para poder crear calle de acceso a todas esta viviendas ocupadas desde hace muchos años por familias de esta ciudad moderna. Este curioso observar que en el Libro de Asentamientos no se mencione ni una sola galería abovedada, cuando se hace entrega de casas a los nuevos habitantes que vienen de otras tierras a vivir aquí.
Siguiendo por la calle Espaldas de San Miguel, encontramos unas gradas de piedra toba, que fue de mayores proporciones de las que vemos. Más adelante había un antiguo lavadero (hoy ermita sobre una galería abovedada), con indicios de haber tenido más altura de la que se ve. Casi al final de la calle San Miguel, en un derribo aparecieron unos muros de mayores proporciones de lo habitual. Pertenecen a naves abovedadas que formaban parte del gran conjunto de la citada calle. Toda entera formaba un conjunto paralelo a Cueva de Siete Palacios. Entre las calles Clavelicos y Torremolinos, con motivo de nuevas construcciones modernas, aparecieron estructuras muy similares al conjunto de la Cueva en tipología y tamaño. Esto ha quedado enterrado.
En la calle Angustias Nueva, al principio, hay una nave abovedada bien conservada.
En la calle Angustias Moderna se encuentra, cerca de una placeta, una nave abovedada muy bien conservada, y otros muchos restos de muros pertenecientes a estructuras que han sido destruidas para poder abrir paso.
Ya sobre Eras del Castillo, encima de la Cueva, tenemos un conjunto de seis galerías abovedadas, y otra (hoy taponada) según se sube hacia Eras desde levante.
Casi al final de la Cuesta del Carmen, a izquierda, se encuentran los restos de la gran muralla romana que circundaba la ciudad. Sobre la parte superior de la misma se encuentra el canal cortado, que llevaba agua hacia la parte del Castillo, donde se han descubierto depósitos al respecto. Este canal procedía de Eras del Castillo, a donde llegaba el agua por medio de un sistema de sifón, procedente del depósito que estaba montado en el solar que hoy ocupa la actual Iglesia Parroquial.
Partiendo de la parte noroeste del Castillo, se encuentra un gran lienzo de la muralla romana que circundaba todo el complejo industrial. Sobre esta muralla se ha levantado la muralla medieval cristiana, cuyas almenas pueden observarse al final de la calle Antigua.
Partiendo de la calle Morería Alta podemos encontrar restos importantes sobre la calle, resto de una plataforma de hormigón para el equilibrio del terreno. Hay muchos indicios sobre la calle en todo su trazado.
En la calle Morería Baja se ha descubierto un complejo conjunto de dos galerías abovedadas, un depósito de agua encima de una galería y un murallón de contención al fondo, que supera los dos metros de grosor. La calle posterior, Morería Alta se encuentra montada sobre el citado murallón. Sobre la misma calle, un poco más arriba aparece un conjunto grande de piletas de salazones. Unas se encuentran sobre otro gran murallón de aterrazamiento. Otras han sido excavadas hace pocos años, siendo un total de doce, aunque no se excavó todo el terreno. La zona de poniente ha sido la que más demoliciones ha experimentado a través del tiempo.
De forma similar, debajo del murallón de contención que se encuentra cerca de la Cueva, sobre la calle Carmen Baja, aparecieron en un obra nueva, cinco piletas de salazones en una cota similar a la anteriormente citada.
En la calle Baja del Mar, en su cruce con Cerrajeros, hay un complejo conjunto de naves romanas, que fueron modificadas por el elemento musulmán, para convertirlo en un posible lugar de baños o, incluso, mezquita. Se distinguen muy bien los paramentos de opus incertvm, muros de ladrillo (opvs testacevm), y agujeros en el techo –como en todas las galerías abovedadas, que ha sido trasformado en lucernaria, al estilo musulmán-. Este conjunto llega desde Baja del Mar hasta Alta del Mar, donde, en un determinado lugar, una de las galerías abovedadas se resintió por peso de la casa, que se encuentra encima, y hubo necesidad, por parte de los propietarios, de meter una inyección de hormigón hasta que se rellenó el hueco de la nave de abajo.
La periferia del casco antiguo de la ciudad viene marcada por la muralla que, iniciada a la entrada de Almuñécar en la Carretera de Jete, continúa por Avda. de Cala, Calle Nueva, parte superior del Majuelo (Puerta del Alcazaba), hasta enlazar con el Castillo, muros de poniente de la Tenaza (escalonados), dando la vuelta a todo el Castillo, hasta conectar con las murallas de levante, siguiendo por la Cuesta del Carmen, enlazando con la muralla que pasa por el antiguo cine Coliseo, Puerta del Mar (bar El Choco) y continuando por la calle Alcalde Julio Fajardo, y siguiendo por la acera izquierda de la Avda. de Andalucía, finalizaba, por último, en la Carrera, Puerta de Granada. En esta zona es donde se encuentran las termas romanas últimamente descubiertas.
Finalmente hay que decir lo que pensamos sobre la realidad de este complejo de estructuras romanas. Téngase en cuenta que lo que en todo el recinto arqueológico ha aparecido es lo siguiente: galerías abovedadas, piletas de salazón en todas las cotas de la ciudad moderna, incluido el Peñón del Santo, restos de elementos arquitectónicos de edificios públicos (como templos o mercados) y, además, no hay ninguna calle actual que responda a un esquema urbano heredado de los romanos. Por todo ello no cabe más que decir. El lector tiene la palabra. Yo tengo la información, y pienso, basándome en los datos arqueológicos, que todo este conjunto responde sólo a una estructura industrial con todos sus elementos.
Al autor
ALMUÑÉCAR,ESTADO DE LA CUESTIÓN
Al iniciar el estudio de un sistema arquitectónico como el de Almuñécar, de entrada, cualquier no iniciado se deja llevar por explicaciones que la tradición no escrita ha grabado en la creencia popular de forma vaga y fantasiosa.
Esta ciudad ha alcanzado una tradición islámica, último contacto actuante, como factor antrópico, en la comprensión de las estructuras heredadas de un pasado casi inmediato. No obstante, tal estado de opinión tiene cierta razón de ser cuando se pueden rastrear, con evidencia, los vestigios más relevantes y significativos del acervo urbano medieval.
Pero lo que más ha calado en el observador poco avezado, es la tradición musulmana que, por inercia popular, ha llegado a influir decisivamente sobre las concepciones adoptadas a la hora de indagar en las raíces de un sistema arquitectónico antiguo, que han inducido a asumir un concepto erróneo en la interpretación de los elementos de estudio que aquí se plantean.
Así, se ha sufrido el riesgo de que una tradición popular condicione a tantos cuantos han dado su opinión o juicio sobre un complejo arquitectónico tan controvertido y extraño como el de Almuñécar.
Debido a esta concepción, impregnada de prejuicios o posturas apriorísticas, tal es el punto de vista que se ha venido manteniendo que, lo más inmediato, ha marcado la pauta a seguir para explicar, de manera llámese ortodoxa, la complicada trama que Almuñécar presenta ante el inexperto e, incluso, ante el versado.
Es asumible que la red viaria de la ciudad se preste a definiciones precipitadas, influenciadas por el estado de opinión popular dominante.
Pero la cautela, observación, recopilación de datos, crítica objetiva, y análisis sistemático y cuantificado de todo indicio o vestigio, deben marcar las líneas a seguir, y presidir toda postura asumida a la hora de iniciar una seria investigación en un complejo, en principio, no fácil de catalogar. Para explicar lo que realmente es este trabado núcleo de estructuras, se deben asumir ciertos condicionantes, como las dificultades en las prospecciones.
Los problemas planteados en estas dificultades se resumen en:
1.-Urbanismo moderno superpuesto a las formas antiguas: reutilizaciones de elementos musulmanes y cristianos modernos, sobre elementos arquitectónicos, algo de unos y múltiples de otros.
2.- Roturas provocadas en época romana y moderna.
3.- Aperturas de calles que rompen los sistemas arquitectónicos antiguos, y alteraciones de otras que en el Medievo se citan.
4.- Fórmulas constructivas para salvar los numerosos desniveles en las zonas abruptas de la planta general del complejo, donde se asienta el conjunto estructural de esta ciudad moderna.
5.- Soluciones de los antiguos para salvar tales desniveles.
6.-Desapariciones de restos arquitectónicos a causa de los modernos planes urbanísticos.
7.-Roturas intencionadas en determinados descubrimientos arqueológicos.
1. TRANSFORMACIONES EN ÉPOCA MEDIEVAL
Las alteraciones estructurales de esta fase se resumen en:
1) Destrucción total de la Torre de Descarga, dentro del complejo urbano, punto terminal del acueducto romano, que abastecía este centro industrial, y su consumo humano. Tal torre se encontraba en la parte norte de la actual Iglesia de la Encarnación. Hoy dicha torre forma parte de sus cimientos.
2) Hay, encubierto con revestimiento moderno, otro depósito que recogía parte del caudal de la citada torre, para abastecer el área levantina, donde hay una factoría de mayores proporciones que la del Majuelo.
3) Reutilización, por parte del elemento musulmán, de una secuencia de naves romanas como probables baños o mezquita.
4) Construcción del Castillo fortaleza musulmana sobre un complejo romano, donde lo más relevante es una casa romana, con áreas destinadas a almacenes, o silos, entre sus componentes (descubierta en 1989).
5) Reutilización, como espacio de vivienda moderna, del complejo arquitectónico romano, en la mayor parte de los sectores en que ha sido dividida la ciudad.
1.1. Elementos constructivos. Abandono y consecuencias
En esta situación se señala la falta de interés del elemento islámico (en términos generales y por motivos tal vez justificados, según los intereses de cada comunidad) por el casquete superior de la ciudad. Esto se entiende desde el punto de vista práctico: el elenco estructural romano no reunía condiciones de habitabilidad, por lo que, probablemente, no fuera ocupado. Lo que no significa que algunos espacios sí lo fueran, como es el subsector supuestamente destinado a baños o mezquita, donde se observa reutilización del alzado romano, sobre el que se ha modelado un arco de herradura a la entrada del recinto, y aprovechado las aberturas de las bóvedas para montar tragaluces con vidrio.
Ya desde la ocupación de Almuñécar por el elemento islámico, se tienen noticias sobre ruinas que se dicen abandonadas1.
Otra de las connotaciones, aplicada a tales ruinas, es ser antiguas y, por tanto, anteriores a la época de la llegada del elemento musulmán a la Península Ibérica.
Después del análisis superficial de los restos hoy visibles, se ha comprobado que muchas de las dependencias arquitectónicas de tal conjunto, ofrecen un estado ruinoso, deterioro producido en fechas algo lejanas; fenómeno que probablemente ha dado lugar a una fácil reutilización, por parte de los ocupantes, de los elementos existentes en época tardía, para adaptarlos a hábitat doméstico. Así, se ven bóvedas caídas, que soportan un techo moderno, también en estado ruinoso (sector L de Eras del Castillo).
Normalmente, cuando una cubierta abovedada aparece con sus puntos de arranque sobre los propios muros laterales, ello indica que, casi con toda certeza, se trata de una de las naves romanas que, al paso del tiempo, por deficiencia de aparejo, se ha derrumbado.
Recientemente se ha comprobado que, cuando se tiene intención de destruir una cubierta abovedada para montar una planta encima, esa bóveda preexistente es derribada hasta el punto de no dejar indicio de su existencia, aunque en otros lugares se han limitado a enrasarla con un falso techo de escayola o yeso, y montar sobre la propia bóveda, antes enrasada en su superficie externa, muros del alzado superior moderno.
En otras áreas, las antiguas estructuras caídas (o no) han sido eliminadas con el fin de hacer calle en donde no había acceso. Por ello se constata que muchas de las calles de hoy, antes fueron sistemas abovedados completos, que formaban unidad arquitectónica con otras secuencias situadas en paralelo.
Después de comprobar los alineamientos de las calles del casquete superior de la ciudad actual, en unos subsectores se ve la línea seguida por el arquitecto romano y, en otros, la necesidad del colono medieval, forzado a romper los esquemas antiguos porque no responden a las necesidades que su forma de vida exige.
Por ello, hay momentos en que, incluso, se abre calle usando como soporte unos murallones que servían (y sirven) de contrafuertes a los sistemas de aterrazamiento del complejo romano.
Al darse un choque frontal entre lo existente, de época romana, y lo que se precisa por imperativos de un nuevo tipo de vida, costumbres e industrias, no cabe más solución que la de comprender que la nueva población llegada adapte a sus necesidades cuanto encuentre a su paso y, por ello, en la medida de sus posibilidades, lo transforma.
Gracias a la información recibida de inquilinos, se ha sabido que espacios murados en ruinas, han sido usados por los mismos como puntos de arranque de sus casas, pero conservando las módulos precedentes. Por tal razón, los esquemas modernos del casquete superior respetan las mismas proporciones, según los sectores de que se trate, y la construcción antigua reutilizada.
Es largo enumerar los casos constatados, pero, a su tiempo, se citarán, y sólo se indicarán como uno de los datos fehacientes de que el abandono y la no ocupación de estos espacios por el elemento musulmán, contribuyeron en gran medida al deterioro de la mayor parte de la zona monumental de Seks, sin olvidar que, a partir de los repartos, tras la expulsión de moriscos y judíos de esta localidad, el esquema general del conjunto volviera a sufrir, como parece indicarse que así fue, nuevos cambios entre transformaciones y readaptaciones.
Resulta sospechoso que la parte superior de la ciudad, entregada a los nuevos ocupantes tras dicha expulsión, no sea en ningún momento mencionada. Por ello se tiende a pensar que el casquete superior y gran parte del espacio de Poniente, no fueron ocupados porque se encontraran en estado ruinoso, además de no reunir condiciones de habitabilidad, lo que aún hoy día ocurre.
Por ello nos remitimos al Libro de Apeos de Almuñécar, en el que se ve cómo se va cumpliendo cada una de estas propuestas explicativas y analizadoras del problema urbano actual y antiguo.
En algunos de los sectores se ha podido hacer ver que aún se conserva lo que aquí se expone. Las viviendas abandonadas por los expulsados se encuentran en sectores tradicionalmente conocidos como espacios habitables, dotados de ciertos desahogos, en lo que se considera ciudad medieval.
Así pues, en las citas de tal documento se van enumerando, y en parte describiendo, las casas situadas en espacios conocidos como collationes, demarcaciones religiosas.
1.2. Asentamientos modernos
Los asentamientos llevados a término entre los años 1491 y 1497, siguiendo secuencia cronológica, son los siguientes, según los textos:
«Diosele unas casas en la colaçión de Santiago, de cara a la Judería desta dicha çibdad que han por linderos de la una parte una calle real que desciende del Alcaçaba y de la otra parte casa de juan de Ledesma, diéronsele e con un corral a las espaldas a la que está la madera” 2(L. R. A., nº 1, año 1491).
La colación de Santiago comprende toda la parte baja de la ciudad, hasta la llamada Puerta del Mar. Se observa la división zonal en que quedó distribuido el espacio habitable del núcleo antiguo. Tal división se hizo siguiendo criterios religiosos, algo similares a las actuales feligresías o distritos parroquiales.
En el cómputo de collationes hay que señalar dos más: la de Santa María, que comprendía la zona norte de la ciudad y el centro, extendiéndose hasta la calle Vélez, y la de la Trinidad, que abarcaba gran parte de las cercanías de la factoría del Majuelo y calles próximas. Hoy sólo quedan restos de muros de su ermita, sobre el fondo de la citada calle Nueva, en las cercanías del pozo que existe en la misma.
En el año 1492, se dice:
» Diósele unas casas que salen sobre la calle Real desta çibdad, con un pedaço de corral a las espaldas que han por linderos de la parte un cobertizo«3.
Aquí se destaca el siguiente rasgo: existencia de corrales, estructuras romanas abandonadas y aprovechadas como locales de servicio para ganado y almacén.
Por otra parte, se menciona un cobertizo (nombre conservado en la misma calle), entendido como secuencia de naves alineadas, existentes años atrás.
En la colación de Santa María de la Antigua, se citan con frecuencia casas caídas que, si se considera que tal área abarcaba el sector de la calle Nueva y numerosas anejas, concuerdan con las interpretaciones vertidas sobre la procedencia arquitectónica de tales edificaciones: restos de paramentos romanos encuadrados en el complejo industrial del Majuelo, como se demuestra en las investigaciones realizadas de forma precisa en este sector.
Son frecuentes los corrales actuales, en los que se ve paramento romano con cubierta rota, y viviendas montadas sobre el mismo.
En el año 1493, se dice:
«…colaçión de Santiago…casas que an por linderos de la una parte el baño desta çibdad e de la otra parte…«4 .
Como se ha indicado en párrafos anteriores, la colación de Santiago, comercial e industrial, conserva una secuencia de naves abovedadas romanas, alineadas y en posición paralela, reutilizada por el elemento musulmán.
Se ven, en los techos de su cubierta, tragaluces de vidrio similares a los que tiene cualquier baño de tradición islámica.
En el año 1493, se dice:
«Dieronse unas casas en dicha çibdad, junto a Santiago, con un pedaço de corral que sale al baño e junto a la pescadería, que han por linderos de la una parte la dicha Yglesia de Santiago e de la otra casa de Juan Carnero e el dicho baño e pescadería«5 .
La zona descrita en este fragmento se identifica como el sector que comprende parte de la calle Baja del Mar (baños, mezquita y posible cárcel de la Inquisición), la antigua pescadería (desaparecida), y el Convento de Mínimos, lugar de emplazamiento de la iglesia de Santiago.
En el año 1494, se dice:
« Diéronseles unas casas en dicha çibdad, en la colaçión de Santiago que han por linderos de la una parte el baño e de la otra parte la calle real«6 .
Se considera una nueva aportación para la futura confección de configuración urbana de este sector, tan importante en el aspecto económico y social de la ciudad.
En el año 1494, se dice:
«(…) casas en la colaçión de Santiago (…) e de la otra parte las casas del aduana del açúcar«7.
De forma reiterada, se habla de aspectos económicos. Ahora se cita la aduana del azúcar, lo que confirma que el sector levantino de la ciudad constituye el núcleo industrial y comercial del conjunto. Esta situación se va produciendo, de forma continua, en torno a la probable definición del estero de río Verde, no sólo en estas fechas sino también en las anteriores.
En el año 1495, se dice:
«Diósele más un corralejo questá solo, do está una hyguera entre Nuestra Señora de la Antigua y el pozo«8 .
Se deduce de este fragmento que la zona descrita se inscribe en el marco actual del final de la calle Nueva, donde se conserva el citado pozo, el espacio de la iglesia, destinado a casas modernas, y los corrales, compartimentos y naves pertenecientes al complejo del Majuelo, cuya demarcación comprendía desde la Puerta de Vélez hasta la playa de San Cristóbal.
En el año 1495, se dice:
«Diósele unas casas en la dicha çibdad, en la colaçión de Santiago, que solía ser mezquita de moros, de que son linderos…de la otra parte, un callejón que entra en las ataraçanas e a las espaldas de dichas ataraçanas«9.
Aquí se cita, por primera vez, algo que pudo y debió existir en época romana: astilleros navales10. Se da la circunstancia de que, además, en la zona baja de Levante ha aparecido un puntal de espigón terminal de puerto, bien conservado y cuya medida real se ignora11 .
En el año 1495, se dice:
«(…) en la colaçion de Santa María una almaçería cayda»12 .
Probablemente se hace alusión a desvanes o dependencias domésticas, caídas ya desde época anterior, y que, según hoy se comprueba en muchos lugares de la ciudad, se continúan usando como trasteros.
En el año 1496, se citan:
«(…) casares caidos en la colaçión de Santa María«.
En el mismo año:
«(…) corral do está una hyguera que linda con casares caydos y con una almaçería questá sobre la puerta de las dichas casas«13.
Se vuelve a describir una situación urbanística en el sector de Santa María, en calle Nueva, estrechamente vinculada a las estructuras del Majuelo14.
En el año 1497, se dice:
«Diósele unas casas que heran sinagoga, en la colaçión de Santiago, que an por linderos de la una parte el horno de Alaixa e de la otra parte la calle Real»15 .
Cabe notar la presencia, en estos sectores de la ciudad, de edificios públicos notorios. Tanto la sinagoga como la mezquita, atarazanas, baños, aduana y fábrica de azúcar, formaban un complejo montado sobre las viejas estructuras del estero marino-fluvial romano.
En este mismo año, se citan:
«…casas del aduana donde se solía faser el açúcar, que era de los genoveses«16.
Y más adelante:
«(…) dieron por casas a…la mitad de un horno de la uya, que es la puerta que solía ser de la judería, que ha por linderos de la una parte una casa que solía ser synoga, e por delante la calle Real«17.
Este sector es el más equipado, ya que se concentran en él no sólo edificios públicos de tipo industrial, sino también religiosos (mezquita, sinagoga). La judería controlaría el aspecto mercantil de la ciudad medieval.
De todo esto se concluye que, siendo la zona levantina el lugar donde se debió concentrar la mayor actividad portuaria de época romana, por sus especiales características, consecuentemente existiría una infraestructura urbana de edificios públicos y privados, para prestar servicios a una actividad típicamente mercantil.
1.3. Reutilización de la factoría del Majuelo
Por suerte, los planos del Servicio Histórico Militar muestran unos espacios esquemáticos poligonales que dan a entender que, en fechas relativamente próximas, parte del complejo industrial de piletas y compartimentos de zonas auxiliares, se encontraban al descubierto. Téngase en cuenta que una pequeña parte ha estado visible dentro de la factoría, y que se corresponde, una vez descubierta la mayor parte de ella, con un sector del foro[1].
Los antiguos propietarios de la citada finca rellenaron, con tierras acarreadas, el espacio que quedaba a la intemperie. Por otra parte, es tradición, según la gente mayor de la ciudad, la práctica de la salazón en los recipientes que la factoría tenía entonces al descubierto.
1.4. Desaparición de las zonas portuarias
Modernamente se ha delimitado, con cierta precisión, la antigua línea de costa en las vertientes de Levante y Poniente18. El Instituto Arqueológico Alemán de Madrid ha realizado sondeos en ambos esteros marinos antiguos, llegando a la conclusión de que el diseño cartográfico de la zona portuaria natural de Seks, se adentraba por ambas vegas, y formaba dos ensenadas: una mayor, río Verde, y otra menor, río Seco. Así, Seks estaba favorecida por la configuración de la costa, con dos zonas portuarias. La más segura y amplia era la de río Verde. La ribera izquierda de esta última, según se entra, ha sido más importante en la construcción de amarres, espigones y zonas de refugios navales. Así, queda abierto el proceso analítico para estudiar cada elemento constructivo y todos en conjunto, a fin de establecer, dentro de las lógicas limitaciones reales, un criterio interpretativo unitario de este complejo arquitectónico.
EXPOSICIÓN SINCRÓNICA DE LAS ESTRUCTURAS
Los planteamientos científicos, en estudios y conclusiones en materia de investigación histórico‑arqueológica, deben seguir unas normas que, dentro de cada proyecto de trabajo, encaucen los procedimientos precisos. Por ello, cuando la falta de rigor, prospección, análisis y comprobación convergen en un sistema a estudiar, las conclusiones se dispersan y crean una situación de ambigüedad, que impiden conclusiones serias o, por lo menos, correctamente planteadas.
Esto supuesto, por el momento, poco ha salido a la luz sobre la verdad histórica en lo concerniente al estudio de un medio como es el que se viene conociendo, desde tiempos antiguos, con el nombre de Seks.
Sabido es que investigación y estudio de yacimientos no faltan y, por ello, esto forma un mosaico de detalles arqueológicos dispersos e inconexos, de los diferentes aspectos de esta comunidad humana.
Aplicando estas premisas a Almuñécar, se dispone de documentos escritos relativos a la ciudad, impregnados de prurito localista (Historia de Almuñécar y su antigüedad defendida, Bibliot. Nac., leg. Nº 5857; y Manuscrito de Motril).
Por ello se hace una breve cita de aquellas actividades realizadas hasta ahora:
a) Aportación arqueológica con excavación, de J. M. Fontana en 1945, en el Peñón del Santo19, con descubrimiento de varias piletas de salazón de pescado junto a las actuales ruinas romanas, hoy visibles en este subsector de la ciudad.
b) Prospecciones arqueológicas del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid20, en los años 1950.
c) Excavaciones de Pellicer en el Cerro de San Cristóbal y a Levante del Castillo de San Miguel, en su ladera21. .
d) Excavaciones realizadas por Sotomayor en la finca el Majuelo22.
e) Excavaciones dirigidas por Molina Fajardo y A. Ruiz, sobre la colina de Puente del Noi23.
f) Excavaciones en el Majuelo, llevadas a cabo por Molina Fajardo24.
g) Excavaciones en la periferia del Castillo de San Miguel25.
h) Excavaciones de urgencia en Eras del Castillo26, Plaza del Ayuntamiento27(dos), calle Real28, Explanadas de San Miguel29, Palacete30 del Corregidor y, por último, en Cueva de Siete Palacios31.
Aplicando este cúmulo de operaciones arqueológicas, término con el que se precisa su correcto significado, a los razonamientos antes expuestos, es necesario delimitar lo que tiene apariencia de científico, y lo que realmente lo es.
Haciendo crítica de las primeras intervenciones (Peñón del Santo), los resultados fueron recogidos como noticia por Gómez‑Moreno y Ponsich y Tarradell32, y se ignora cómo y cuáles fueron los resultados de tal trabajo, aunque se dice que aparecieron piletas de salazón de pescado en mal estado de conservación en la cima del Peñón.
Las dos únicas excavaciones, llevadas a cabo con rigor en estos parajes, han sido las practicadas sobre el Cerro de San Cristóbal, zona periférica de Levante del Castillo de San Miguel (Pellicer)33, y la primera fase de la factoría de salazones del Majuelo (Sotomayor)34.
En la excavación de la Cueva, los resultados han sido normales dentro de lo esperado, dado que no ha existido estratigrafía, debido a que la ocupación de este espacio tuvo lugar en época tardía, al ser comprobado que los materiales hallados aparecen revueltos: cerámica, y otros elementos, en estratos muy dispares, como se ha visto en el proceso de excavación.
Así, un mismo tipo de cerámica afloraba tanto superficial como en niveles profundos.
Este espacio ha sido utilizado para los más diversos fines: desde hábitat, en época reciente, hasta como cementerio de animales, según documento arqueológico (sector L, parte baja de la Cueva).
Según testimonios orales, en los años ’60 se realizaron exploraciones sobre el relleno de la Cueva, extrayéndose algunas vasijas de cerámicas en el subsector de acceso de la puerta de Poniente.
Con estas indicaciones la Cueva pudo ser ocupada por el elemento islámico como almacén, según se observa en el sector K (fig. 17), donde recientemente se ha comprobado la reutilización de materiales romanos por parte de los musulmanes, ya que se observan elementos secundarios de ambas culturas, revueltos (46-K; 47‑K y 48‑K).
En el sector X (fig. 34), han sido detectadas otras reutilizaciones, según información tomada cuando se abrieron los cimientos de una construcción moderna. Se extrajeron, de compartimentos de estructura romana, dos vasijas tipo dolivm, mostradas en 9X, en cuyo contexto apareció fuerte mezcla de elementos romanos y musulmanes.
En calle Real se ha practicado una excavación de emergencia, donde se ha sobrepasado la profundidad necesaria para la búsqueda de elementos estructurales.
Los componentes de sistemas romanos cesan a una profundidad aproximada de 1,50 m. A pesar de ello, se ha continuado profundizando hasta los 4,70 m, excavando sobre zona de tierra o limo, tal vez pensando hallar algún resto de muro ibérico o púnico. El resultado ha sido negativo.
Sorprendentemente, sobre esta misma calle, a unos 20 m, en sentido hacia la playa, en el derribo de una casa antigua, al abrirse las bases para asentamiento de zapatas, se comprobó, en la sola exploración superficial y algo de movimientos de tierras, y que apenas se llegó a los ¾ de m, pudo seguirse una secuencia de muros romanos que, en base, formaban parte de los viejos cimientos de la antigua casa derribada (no se permitió la fotografía).
Aparte de este dato, se vio cómo una pieza cerámica similar a un dolivm, utilizado como recipiente de fosa séptica, quedaba fijado con hormigón romano en el suelo, junto a un paramento romano enterrado. Pero la novedad fue el hallazgo de numerosos fragmentos de cerámica púnica, romana, medieval y moderna, todo ello revuelto y en una potencia que apenas llegaba al metro de profundidad.
La conclusión de tales resultados fue pensar que el material hallado era un relleno llevado a cabo para equilibrio de la superficie tiempos atrás.
Los materiales no estaban en posición estratigráfica, sino que la consecuencia del desnivel, en este sector de la ciudad, producía movimiento de tierra debido a las necesidades que las nuevas estructuras impusieron a la hora de remodelarse lo que quedó de la cultura anterior, para poder ser ocupada.
En conclusión, son acumulaciones, dentro de la profundidad indicada, de material movido a partir de la llegada del elemento musulmán. Lo que no quiere decir que debajo de estas estructuras de muros romanos, los materiales se encuentren en posición
Así, cuando se ha pretendido dar una opinión sobre las extrañas formas que presenta el sistema arquitectónico de Seks, se ha hecho de modo precipitado, sin analizar los elementos estructurales que dan cuerpo al conjunto, sino más de manera aislada y con escasez de datos al respecto. Ello ha llevado a definir un sistema como la Cueva de Siete Palacios, recopilando las diversas interpretaciones que sobre ella se han vertido, diciendo que se trata de una cárcel de esclavos (ergástula), o criptopórtico sobre el que se asentaba un foro o edificios públicos.
No se puede definir, por un solo componente arquitectónico, sin contar con el contexto arqueológico, lo que es el conjunto que se estudia en Almuñécar. Por ello, nuestra intención, aunque arriesgada, no deja de ser coherente, ya que trata de dar una definición unilateral de cada sector, estableciendo una interrelación posterior de todas ellas, creando cuerpo unitario que dé sentido al complejo en su totalidad.
Pero, también, se tratará de establecer una relación estrecha entre el núcleo central y los periféricos, para no dejar carentes de función algunos componentes que se dan de modo algo confuso.
Lo preocupante, desde el punto de vista científico, ha sido la falta de método analítico que, de forma sistemática, iniciara un banco de datos, con el fin de dar forma y contenido a las estructuras que se han venido descubriendo desde tiempos pasados.
Por todo ello, se insiste en que, con un estudio programado, teniendo en cuenta los elementos que presenta la simple exploración casi superficial, se consiga llegar a unas conclusiones que se sitúen dentro de lo que, con cierta lógica, pueda ser admitido como proyecto científico.
Es necesario que, como se dijo al principio de esta relación de fechas y datos inconexos, sea hora de plantearse, de forma correcta, cuanto concierne a unas estructuras faltas de explicación metódica y, sobre todo, partir de los numerosos datos de que se ha dispuesto para un estudio serio y ordenado.
Aquí se plantea, con exigencia, ofrecer una aceptable respuesta a un acervo de documentos objetivos, con rigor y coherencia. No se trata de hacer una nueva exposición de lo que intrínsecamente constituye la esencia de Seks, sino de presentar una versión diferente que satisfaga la demanda de entendidos y profanos.
Volviendo un poco atrás, por ahora no hay más solución que la de seguir usando los tópicos tradicionales; lo que no es óbice para que se vayan imponiendo otros que solucionen esta cuestión pendiente.
Al igual que lo relacionado con lo fenicio-púnico, no presenta un estado de continuidad homogéneo, ya que las conclusiones sobre lo excavado, en materia de hábitat permanente de este elemento humano en estos parajes, es insostenible por las características de los yacimientos en sí, y hay que decir que, por falta de rigor, tanto lo relativo al fenómeno fenicio púnico, abundante, como la suficiencia de elementos romanos en estructuras arquitectónicas, no han despertado, tal vez por un fenómeno de encubrimiento de las interioridades domésticas actuales, el suficiente interés por indagar en los interiores de las citadas estructuras; lo que revelara la verdad de una reiterada situación falseada por falta de solvencia científica, que se constata con la simple observación de los elementos mostrados, con una frecuencia más que suficiente, pero mal interpretada
Después de reiteradas observaciones de lo descubierto al exterior del sistema constructivo, se ha llegado a iniciar un nuevo camino para comprobar si lo que aparece en superficie tiene respuesta en el interior del conjunto. En efecto, a partir de la década de los años ’60, se inicia un constante seguimiento de cuanto se descubre, bien de forma intencionada, bien por observación de lo que se da en superficie; y, en principio, se llega a conclusiones que, ordenadas y clasificadas con criterio de carácter tipológico, inducen a seguir en la búsqueda de una continuidad en todo aquello que diera muestras de llevar a esa unidad y, sobre todo, a una coherencia con el conjunto de cada uno de los compartimentos en que se podía subdividir el núcleo urbano de la actual ciudad.
Los diferentes sectores, en que se ha dividido el esquema arquitectónico antiguo, después de un planteamiento interpretativo nuevo, han abierto un cierto camino hacia esa búsqueda de unidad que, dentro de todo sistema evolutivo, pueda ofrecer respuesta a las diversas cuestiones planteadas.
Dadas estas premisas, dentro de la planimetría lógica, ideada para responder al proceso de este complejo, con casi siete siglos de presencia romana y, precisamente debido a ello, se ha dividido diametralmente la ciudad en dos grandes sectores, que podrían explicar las evoluciones o cambios experimentados en ese largo período de historia.
Esos sectores vienen impuestos por la diferencia de curvas de nivel. El núcleo superior muestra más homogeneidad tipológica que los planos inferiores.
A partir de una cota concreta, los materiales utilizados son de un tipo, y los restantes, o bien cambian o se mezclan. El casquete superior, más coherente y homogéneo, ha sido siempre el más abandonado, quizá debido a que ha sido habitado por gente de nivel social y económico humilde. Y por ello, la consecuencia final de esta ocupación ha sido la conservación de todas las líneas maestras de las distintas áreas que conforman este sector, y sobre las que se han venido superponiendo, de manera generalizada, los alzados de las viviendas relativamente modernas.
Hay zonas donde se puede ver la reutilización de paramentos romanos en su casi totalidad (no se hace referencia a los abovedados).
Los trazados antiguos son tan desconocidos y tan faltos de lo que se entiende como lógica urbanística en los esquemas romanos que, a veces, resulta confuso seguir las líneas de las estruc-turas, según un orden.
Hay subsectores que muestran las alteraciones sufridas por la ocupación medieval y reciente. Pero otros necesitan una gran dosis de estudio y comparación.
Una de las causas que motivan confusión en algunas áreas es el aterrazamiento, usado como elemento de equilibrio en los lugares donde el suelo tiene grandes o pequeños desniveles. Es un fenómeno frecuente, y muestras de ello son las grandes masas de piedra con cal grasa observables en superficie, a través de varias calles actuales.
Esta enmarañada situación, formada por secuencias casi ininterrumpidas de naves abovedadas, deja muchos casos en un completo desconocimiento de los accesos a esos espacios. Se comprenden las dificultades que debieron superar los nuevos ocupantes de los referidos elementos arquitectónicos, cuando se han visto forzados a romper los muros de esos recintos. En cierto modo puede servir de explicación para dar sentido a la complicación y dificultad de accesos a estas estructuras, la intención de hacer frente a las continuas acciones de piratería que, con relativa frecuencia, tenían lugar en estas costas. Unas estructuras cerradas y con entradas del tipo que se tratan de explicar, no hay duda de que crearían serios problemas a cualquier intento de este tipo. En definitiva no es más que un sistema de almacenamiento fortificado y con accesos difíciles de localizar.
Las áreas que comprenden las calles San Miguel, Espaldas de San Miguel, Eras del Castillo, Nueva del Carmen, Angustias Moderna, Morería Alta y otras de estos niveles, presentan indicios de ser artificiales, es decir, con accesos abiertos a pico, rompiendo los muros romanos para ocupar tales formas constructivas.
Pero hay otro dato de interés a este respecto, relativo a las citas sobre restos antiguos de tipo arquitectónico; y es que uno de los historiógrafos musulmanes habla de la existencia, en la zona alta de la ciudad, de ruinas antiguas35.
En algunos subsectores se observa que los muros, e incluso sistemas abovedados, han sido rotos para abrir accesos y penetrar en otros recintos cerrados. Con esta práctica se han hecho desaparecer series enteras de criptosistemas abovedados para interconectar las redes viarias modernas de paso.
En el subsector de la calle San Joaquín (I), indicaba un inquilino, cuya casa tiene en su interior nave abovedada, que, tiempos atrás, la gente tuvo que allanar el espacio existente a lo largo de toda la fachada nororiental, aneja a su casa cueva para que los animales de tracción pasaran sin dificultad, y se pudiese acceder a las casas (naves abovedadas), donde habitaban.
Esto revela que, en este sector, se construyó aterrazamiento para nivelar el solar donde se encontraba emplazado el sistema del complejo de la Cueva, cuya área conservada representa la cuarta parte de su unidad arquitectónica.
El otro gran sector, o área de mediana altura y zona baja de Poniente, tiene características algo diferentes. Los materiales de construcción amplían su variedad. Se usa el ladrillo (opvs testacevm), no registrado como elemento de aparejo en todo el casquete superior, tanto para el alzado de arcos y muros como en abovedamientos, y el opvs incertvm en los muros soportes de las naves abovedadas
Sobre tipos de bóvedas, en un subsector concreto, se observan formas vaídas, normales, de medio punto, y tragaluces circulares similares a los agujeros detectados en las cubiertas de la mayoría de las formas hasta ahora conocidas.
En general, se afirma que, si se traza una diagonal norte-sur, el semiplano de Levante ha sido el que más transformaciones y desgastes ha experimentado. En primer lugar, con relación al casco urbano actual, ha sido la zona con más materiales sedimentados, como se ve en algunos cortes practicados en derribos.
Supuesto un segundo murallón contrafuerte, perteneciente a la última cota de aterrazamiento de desniveles, comprobado en calle Real (excavación de urgencia, y rebaje de cimentación de edificio donde se halló gran cantidad de materiales en superficie), con acumulación de éstos, aglutinados en dos casos de los tres practicados sin orden ni estratigrafía), se infiere que el sector más deteriorado por el abandono y la erosión, así como sometido a cambios de todo tipo estructural por las diferentes etnias del pasado, ha sido precisamente el denominado zona de Levante.
De las dos ensenadas, la mayor era la levantina, que se adentraba algo más de 2 km en lo que hoy es la cuenca de río Verde, por encima de la paralela a la costa actual, trazada desde el llamado Portichuelo. La segunda, más reducida, partía, casi en diagonal, desde las proximidades de la factoría del Majuelo, en su mitad, hasta los promontorios formados por las tres colinas donde se encuentran las necrópolis púnicas: Puente del Noi, Laurita y colina situada sobre la antigua colonia de la Diputación Provincial de Granada. En ambos esteros se han registrado indicios de componentes de puertos artificiales. En la factoría del Majuelo, Sotomayor descubrió soportes, en donde se podía ensamblar travesaño, utilizable como punto de amarre de barcos36. En la zona de Levante, estero mayor, se ha localizado un punto extremo de puntalón de muelle de puerto romano, de opvs caementicivm, habitual en la construcción portuaria. En resumen, todo un proceso de deforestación, provocado por diferentes causas naturales e intereses locales, ha desencadenado, como resultado final, una fuerte sedimentación, (aparte de la elevación de terreno por causas geológicas, hundimiento de la zona de Alborán y, como consecuencia, elevación de la franja costera granadina), que ha dado lugar a la formación de las actuales vegas de los ríos Seco y Verde, fenómeno que ha producido simultáneamente el enterramiento de las áreas portuarias, con más intensidad en Levante que en Poniente. Como indica el plano de evolución geológica de la línea de costa37,la de Levante pasa por encima de lo que se considera zona portuaria en este sector, y donde los muros de contención están enterrados a escasa profundidad. La gran área de factoría de salazones yace bajo tierra en el espacio comprendido entre la línea de evolución geológica antigua, y lo que hoy es la parte baja de la ciudad, a lo largo y ancho de laderas del estero periférico de Levante. No faltan puntos donde se han destruido lienzos de muros de la factoría de salazón. Así, la vertiente más alterada está a Levante del barrio de San Sebastián. Sobre la ladera, en sus puntos más bajos, han aparecido muros romanos. Por encima de estas estructuras hay una villa romana, en el citado barrio de San Sebastián. Tal vez con el tiempo se sepa qué resta aún debajo del corredor formado por las laderas que bordean el estero antiguo de río Verde. En cuanto a la ensenada de río Seco, la línea de playa se encontraba cerca de donde se han hallado las necrópolis púnicas mayores; lo que daría luz sobre el hipotético primitivo estacionamiento fenicio-púnico.
1 Cfr. Fuentes historiográficas medievales: notas 60 a 70, en INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE ALMUÑÉCAR.
2 Mª Carmen Calero Palacios, “El Manuscrito de Almuñécar: Libro de Apeos” del Archivo de la Diputación Provincial de Granada, Almuñécar Arqueología e Historia II, Granada, 1983, p. 419.
3 Ibidem p. 437.
4 Ibidem, p. 464.
5 Ibidem, p. 469.
6 Ibidem, p. 479.
7 Ibidem, p. 491
8 Ibidem, p. 499.
9 Ibidem, p. 500.
10 Cfr. Simonet en Ibn al-Jatib, en el epígrafe Seks en las Fuentes Escritas.
11 Cfr. Planimetría del Sector X, Fig. 34.
12 Mª Carmen Calero Palacios, op. cit., p. 502.
13 Ibidem, p. 507.
14 Cfr. Planimetría del Sector J, fig. 16.
15 Mª Carmen Calero Palacios, op. cit. p. 512.
16 Ibidem, p. 514
17 Ibidem, p. 514.
18 O. Arteaga-Hoffmann-H. Schubart-H.D. Schuld, Investigaciones Geológicas y Arqueológicas sobre los cambios de la línea de costa en el litoral de la Andalucía Mediterránea, Informe Preliminar, 1985, Anuario Arqueológico de Andalucía, 1985, II Actividades sistemáticas, 1987, pp. 120 ss., fig. 4.
19 M. Ponsich y M. Tarradell, Garum et industries antiques de salaison dans la Méditerranée occidentale, Paris, 1965, pp. 82 ss.
20 O. Arteaga et alii, op. cit., pp. 120 ss., fig. 4.
21 Trabajos de carácter general para tema inicial: Véanse M. Pellicer Catalán, Excavaciones en la necrópolis púnica “Laurita” del Cerro de San Cristóbal (Almuñécar, Granada), Granada, 1962. Id. Actividades de la Delegación de zona de la Provincia de Granada durante los años 1957-1962, NAH, Madrid, 1964; Id. Excavaciones en la necrópolis púnica “Laurita” del Cerro de San Cristóbal (Almuñécar, Granada) AEA., 17, Madrid, 1964; Id. Almuñécar, Antigüedades, NAH, 6, Madrid, 1964; Id. Actividades de la Delegación de la Provincia de Granada, NAH, Madrid, 1955. J. Maluquer de Motes, Descubrimiento de una necrópolis en la antigua ciudad de Sexi (Almuñécar, Granada), Zephyrus, XIV y AEARq., 28.
22 Trabajo de carácter general, M. Sotomayor Muro, Nueva factoría de salazones de pescado en Almuñécar (Granada), NAH, XV, Madrid, 1971.
23 F. Molina Fajardo, A. Ruiz Fernández y otro, La necrópolis feniciopúnica de Puente de Noi, Almuñécar en la Antigüedad, Granada, 1982, pp. 147 ss.
24 F. Molina Fajardo y S. Jiménez Contreras, La factoría de salazones del Majuelo, Almuñécar…, op. cit. pp. 279 ss.; Id. Estado actual de las excavaciones en la factoría de salazones del Majuelo, Almuñécar, Arqueología e Historia, Granada, 1983, pp. 185 ss.
25 F. Molina Fajardo y C. Huertas Jiménez, Dos cortes bajo las murallas del Castillo de San Miguel, Almuñécar…, op. cit., II, pp. 351 ss.
26 Trabajo inédito por urgencia, pero reflejado en la Planimetría del Sector M, fig. 24.
27 F. Molina Fajardo, Nuevos hallazgos fenicios en Almuñécar, Almuñécar…, op. cit., II pp. 89 ss.; Id. Excavación de urgencia sin publicar, realizada en la zona cercana al Castillo de San Miguel, y sólo reflejada en Planimetría (Sector V, fig. 33.).
28 F. Molina Fajardo et alii, Excavaciones en el casco antiguo de Almuñécar, Almuñécar…, op. cit., II pp. 121 ss.
29 Excavación de urgencia llevada a cabo en la explanada de Eras del Castillo y aún no publicada.
30 F. Molina Fajardo y C. Huertas Jiménez, Excavación de urgencia en el solar del Palacete del Corregidor, Almuñécar Arqueología e Historia III, Granada, 1986, pp. 105 ss.
31 F. Molina Fajardo, El Bronce Final yla colonización Fenicia, Almuñécar…, op. cit., pp. 21 ss.; F. Molina Fajardo, J. Junquera García, E. Pérez Pita y J. Gómez Torres, Arquitextura romana, Almuñécar…, op. cit., pp.252 ss.
32 M. Ponsich y M. Tarradell, op. cit., pp. 85 ss.
33 Cfr. Nota 19.
34 Cfr. Nota 20.
35 M. Sánchez Martínez, La Cora de Ilbira (Granada y Almería en los siglos X y XII según al`Udri (1003-1035), Cuadernos de Historia del Islam, 1977, pp. 5-8.
36 Cfr. Nota 22.
37 O. Arteaga et alii, op. cit., pp. 120 ss., fig. 4.
SEKS EN LAS FUENTES ESCRITAS
1. TEXTOS HISTORIOGRÁFICOS GRIEGOS Y LATINOS
Como ha quedado indicado en la exposición introductoria, las fuentes escritas no siempre se corresponden con los hechos reales. Este fenómeno se observa cuando se trata de hacer una equiparación entre lo escrito y lo arqueológico, que podría traducirse en un intento de establecer una correlación paralela entre lo que es y lo que hay; o lo que es igual: los textos escritos no se mue-ven en las mismas coordenadas históricas que los elementos arqueológicos.
Pero, a pesar de este factor de incongruencia, se va a prescindir, en parte, de la arqueología para fijar la atención en lo que los antiguos estimaban como estructuras urbanas, fuérenlo o no, hecho que ocurre. Pues dentro de la arqueología urbana no se hace distinción entre una ciudad como Baelo Claudia, ejemplo clásico, y lo que podía ser sólo una factoría, como lo son numerosos emplazamientos costeros tanto en la Península Ibérica como en Marruecos atlántico.
Pero, siguiendo el criterio de los historiógrafos antiguos, se va a aplicar su método al relatar las citas que se hacen en la Antigüedad sobre Seks. Así, recurriendo a un texto de Estrabón (Geogr. IV, 1,5), éste dice que la eficacia de una repoblación se fundamenta en la vida urbana, desarrollando los aspectos más comerciales. Estrabón duda también sobre la aplicación de la denominación dada a este tipo de ciudad, ante los aspectos negativos ofrecidos por un emplazamiento como el de Seks en sus inicios.
El contenido etimológico del topónimo queda suficientemente explicado por J. M. Solá‑Solé38, que presenta la secuencia ŠKŠ (samek, kaf, samek), cuya trascripción griega dará la forma ’Εξ.
La Historiografía antigua ha proporcionado pocas citas sobre los inicios de esta colonia. Durante el período romano serán más frecuentes y amplias. Conocidos son los trabajos sobre la colonización fenicia y griega y los contactos de tales etnias con la localidad de Seks39.
Esta ciudad, por seguir el término que los antiguos usan, queda integrada política, jurídica y militarmente en el Conventvs Gaditanvs, dentro de la Provincia Bética.
El emplazamiento de la ciudad, en sus orígenes, sigue siendo una incógnita, aunque hay opiniones que apuntan la idea de situarla en las cercanías de la actual Jete40.
1.1. Hecateo de Mileto (s. VI a. de C.)
Las citas históricas de Seks se inician con un texto de este autor, y dice así:
«Μαστιαvoi, eθvoς πρoς ταiς Ηρακλεiαις Στήλαις, Εκαταioς Εuρoπh. Εiρηται δε aπo Μαςτίας πόλεως. Σύαλις, πόλις Μαστιηνων. Σίξoς, πόλις Μαστιανων. Ηκαταioς Εuρωπh»
Esto es:«Mastienos, raza próxima a las columnas de Heracles; Hecateo en Europa. Se les da este nombre de la ciudad de Mastia. Syalis, ciudad de los Mastienos. Sixos, ciudad de los Mastienos. Hecateo en Europa»41.
Con relación a la dependencia política de Seks en estas fechas, se indica que la capitalidad o metrópolis de los Mastienos era la ciudad de Mastia, presuntamente identificable con la ciudad de Carthago Nova, en sus orígenes, ya que se dice que la población o comunidad autóctona de Seks pertenecía a la misma etnia42.
Son diversas las interpretaciones que se han dado sobre el topónimo ŠKŠ en el aspecto lexicográfico, presumiblemente debido a desconocimiento semántico, ya que, según se desprende de su posterior estudio, hubo un momento, en el proceso de las acuñaciones, en que su comprensión fue desconocida43.
Por otra parte, tal confusionismo motivó una amplia gama de variantes morfológicas, unas procedentes de la trascripción griega (‘′Εξ/ Σίξoς), y otras, de la versión latina, a partir del término SEX (transcripción del espíritu áspero (‛) por s latina, épsilon (ε) por E y KŠ por X), resultado que adquiere múltiples fórmulas: AEX, EX, EXITANVM, SEX, SEXI, SEXETANVM, SEXSI y SEXITANVM, SEXSI FIMVM IVLIVM, con sus derivados gentilicios correspondientes.
1.2. Dífilo de Sínope (s. III a. de C.)
La cita aportada por este autor griego fue recogida por Ateneo de Naucratis en su obra El Convite de los Sofistas. Su texto es como sigue:
«kreisonoς ̉Αμύκλαvoς (σκόμβρoς) και Σπαvός Σαξιταvός λεγόμεvoς γαρ και γλυκύτερoς».
O sea: “El mejor escombro es el de Amyclas y el hispano llamado sexitano, pues es más delicado y agradable”44.
Tal fama de las salazones de Seks en el Mediterráneo quedará reflejada en la reiteración de su calidad a través de varios autores.
1.3. Estrabón (s. I a. de C.)
Uno de sus textos recoge la siguiente noticia sobre Seks:
«h δe Μάλακα πλησίov mallvn, Φoιvιvικŋ τω ςχήματι. eφεξhV δ` eστin twn ‛Εξιταvwv πόλις, eξ hς καi τa ταρίχη eπωvύμως λέγεται»:
Es decir: “Málaga está más cerca, con esquema de ciudad fenicia. Después de ésta se encuentra la ciudad de los exitanos, de la cual es epónima su salazón”45.
Su contenido es:
«[…] κατασχεiv εiς τι χoρίov evτoς τwv στηvwv, ev w nun eστi h τwv Εξιταvwv πόλις. evταuθα δε θύσαvτας, μh γεvoμέvωv καλwv τwv iερείωv,avακάμψαι πάλιv.
Es decir: “[…] desembarcaron en un lugar, a la parte de acá de las Columnas, en la que ahora se encuentra la ciudad de los Exitanos. Tras haber ofrecido sacrificios allí y, al no serles propicios, se volvieron”46.
Este texto ha dado lugar a especulaciones, que no han provocado más que confusión, y alimentado los pruritos localistas, llegándose incluso a suponer que se ha producido una manipulación en el proceso mismo de la Historia Antigua, cuando se ha querido establecer un criterio de prioridades en el transcurso de las colonizaciones, iniciado por los fenicios47.
1.4. Tito Livio (s. I d. de C.)
En el primer texto relativo a Seks (Sexetanvm), Livio expone la rebelión que se produjo en el año 197 a. de C., por parte de algunas ciudades, colonias, entre las que se contaban Seks, Malaca y otras.
Como era normal, después de los episodios bélicos de época púnica, la comunidad de Seks ya había conseguido cierta estabilidad en lo que se refiere a la población fenicio-púnica. Resultaría pues, incongruente que una comunidad estable se levantara en armas contra una potencia como Roma, y sin unos motivos que no supusieran el haber roto vínculos de tipo político y sociales establecidos con ella.
El primer texto dice como sigue:
«vixdvm terminato cvm Philippo bello (…) ingens in Hispania ulteriore coortvm est bellvm. M. Helvivs eam provinciam obtinebat. is litteris senatvm certiorem facit Cvlcham et Lvxinivm regvlos in armis esse, cvm Cvlcha decem et septem oppida, cvm Lvxinio validas urbes Carmonem et Bardonem, in maritima ora Malacitanos Sexetanosqve et Baetvriam omnem et qvae nondvm animos nvdaverint ad finitimo-rvm motvs consvrrectvra (…)»
Es decir:«Apenas terminada la guerra con Filipo, estalló una gran revuelta en la Hispania Ulterior. Marco Helvio estaba al frente de esta provincia, y puso en conocimiento del Senado que los régulos Culcas y Luxinio se habían levantado en armas. Culcas tenía bajo su dominio 18 ciudades; Luxinio las poderosas ciudades de Carmona y Bardo, y que en la costa, los malacitanos y sexetanos y toda la Beturia y los que todavía no habían descubierto sus intenciones, se levantarían en armas (…)«48.
Sin duda, esta rebelión fue provocada por incumplimiento de los pactos firmados con Roma, y por abusos tributarios de mandos militares romanos.
1.5. Pomponio Mela (s. I d. de C.)
Su texto, relativo a Seks, es el siguiente:
«in illis oris ignobilia svnt oppida qvorvm mentio tantvm ad ordinem facit; Vrci in sinvm qvem Vrcitanvm vocant, extra Abdera, Svel, Ex, Maenoba, Malaca, Saldvba, Lacippo, Barbesvla».
Es decir:«En aquellas costas hay ciudades importantes. Su mención se hace por seguir un orden de cita; Urci se encuentra al fondo de la ensenada llamada urcitana; fuera se encuentran las ciudades de Abdera, Suel, Ex, Maenoba, Malaca, Salduba, Lacippo y Barbesula»49.
La fecha de este episodio coincide con una situación tranquila en la Bética. Al menos las guerras civiles entre César y los hijos de Pompeyo habían quedado atrás, y la paz romana prevalecía sobre casi toda la Península.
1.6. Gayo Plinio Segundo (s. I d. de C.)
Esto es:»le sigue Menoba con su río, Sex con el sobrenombre Firmvm Ivlivm, Selambina, Abdera, Mvrgi, fin de la Bética. Marco Agripa consideró que toda aquella costa fue púnica desde sus orígenes»50.
La cronología aplicada a los sucesos que se narran en esta obra establece alguna conexión entre la situación particular de Seks y las guerras entre César y Pompeyo.
Alrededor del año 46 a. de C., la población, en general, o colonia romana, tuvo algo que ver en los sucesos finales de la citada guerra. Hay ciertos datos indicadores de hechos bélicos atribuibles a los últimos momentos de la lucha entre pompeyanos y cesarianos. A pesar de la probable concesión de la titularidad de Mvnicipivm concedida por César en el año 49 a. de C., se deja ver que la evolución del topónimo no se produce hasta la desaparición de los caracteres púnicos de las leyendas monetales. Además, en el año 46 a. de C., aún se combatía entre seguidores de uno y otro bando.
La ciudad de Seks parece haber estado de parte de los pompeyanos, como atestigua el hallazgo de un tesorillo de denarios de plata aparecido en una pileta de salazón abandonada51. Tras el estudio del material, se ha comprobado que la última de las piezas puede fecharse en el año 46 a. de C., observándose también el uso de símbolos y leyendas alusivas a Pompeyo. Probablemente tal acuñación fuera realizada por un hijo de éste.
El abandono de la leyenda púnica y la adopción del topónimo en caracteres latinos tienen lugar (aparte de la decadencia de lo fenicio-púnico en varios aspectos de tal cultura, entre ellos la lengua), cuando Roma impone definitivamente su influencia en todos los aspectos sobre el imperio consolidado, decidiéndose el cambio epigráfico, producido aproximadamente a finales del siglo I a. de C., o primera mitad del I d. de C. Se da una incongruencia lingüística entre los textos históricos que citan la ciudad (unos con topónimo helenizado; otros, latinizado) y la epigrafía numismática. Tal contrasentido es insostenible desde el punto de vista histórico, pero da la impresión de que se asiente en ello, aunque semánticamente sea anacrónico e incluso lleguen a darse, de forma simutánea, diferentes variantes en una misma época, por más que ello constituya un topónimo polisémico, como en algunas ocasiones se ha admitido.
La presencia militar en Seks se ha comprobado desde el año 46 a. de C., y se supone que existía desde antes, pudiéndose indicar, como dato de ello, el año l97, fecha en que las ciudades costeras y otras se sublevan contra Roma.
Con todo, y profundizando en el texto de Plinio, se puede decir que, aparte de las connotaciones políticas de pactos anteriores establecidos con Roma, la denominación Firmvm Ivlivm puede significar una fórmula de sumisión al nuevo poder establecido, indicando que justamente el término cognomine funciona como un elemento de enlace para sumar un calificativo que, en la mejor de las interpretaciones, puede ser entendido como fórmula adulatoria, comprensible desde el punto de vista interpretativo, por las situaciones históricas que mantenía la colonia de Seks. En efecto, se ha comprobado que, por lo menos en el año 46 a. de C., hay revueltas, como indica la Arqueología (cfr. nota 33), que manifestaban inestabilidad aún después de Munda (49 a. de C.).
La aplicación efectiva del estatuto de derecho latino, concedido por Julio César, entraría en vigor en estas colonias posiblemente no de forma inmediata.
La segunda cita de Plinio es la siguiente:
«colias sive Parianvs sive Sexitanvs a patria Baetica lacertorvm minimi»
Es decir:» El colias pariano o sexitano que se cría en la costa bética, son los más pequeños de éstos»52.
En este texto tan sólo se hace alusión a uno de los tipos de pescados que se elaboraban en Seks, indicando su abundancia en el Mediterráneo53.
1.7. Marco Valerio Marcial (s. I d. de C.)
Su texto, relativo a Seks, es el siguiente:
«cvm Saxetani ponatvr coda lacerti et, bene si cenas, conchis invncta tibi: svmen, aprvm, leporem, boletos, ostrea, mvllos mittis: habes nec cor, Papyle, nec genivm«.
O sea:» Mientras tú te sirves pescadillas saxetanas revueltas con caracolas, si es que cenas bien; tú, en cambio, pones ubre de cerda, jabalí, liebre, setas, ostras y barbos. Papilo, ni tienes gusto ni inteligencia»54.
Considerando que este autor es irónico por antonomasia, sus referencias a Seks se encuadran en el contexto de unos versos de tal talante, que sólo la alusión a una localidad de prestigio podía servirle para componer una sátira. El servirse del topónimo para este fin, no deja de ser más que una anécdota, ya que se conoce bien por otros autores, el buen nombre de sus productos.
1.8. C. Ptolomeo (s. II d. de C.)
Su texto es como sigue:55
«Βαστoύλωn τωn καλoυμέvωn Πoιvωn
Μεnραλία ς΄ λ” λς΄ ιβ”
Εn τω Iβηρικω πελάγει…
Μάλακα η΄ L γ” λζ΄ L”
Μαίnoβα θ΄ δ” λζ΄ δ”
Σέξ θ΄ L” δ λζ΄ δ”
Σηλάμβιvα δ” λζ΄ δ”:
De los Bástulos llamados púnicos:
Menralia 6o 30′ 36o 30′
(…)
Dentro del mar ibérico:
Malaca 60 50′ 370
Mainoba 90 15′ 370 5′
Sex 90 45′ 370 15′
Selambina 100 15′ 370 15′
En esta relación de datos cartográficos, la columna de la izquierda indica la longitud; la de la derecha, la latitud; ambas en grados y minutos.
Esta enumeración se inicia desde el Atlántico hacia el interior del Mediterráneo.
La lista completa de ciudades de dicha geografía es la siguiente:
Menralia,
Transdvcta,
Barbesvla,
Carteia,
Svel,
Saldvba,
Malaca,
Mainoba,
Sex,
Selambina,
Portvs Magnvs.
Según este mismo autor, la población de estas comunidades estaba formada por elementos libios, venidos en tiempos de los Bárquidas, púnicos y fenicios; aunque parece indicar que formaban una misma etnia de origen tiria, salvo los estrictamente africanos, llegados a propósito de las Guerras Púnicas46.
Las respectivas situaciones de las ciudades colindantes con Seks, según los cálculos de Ptolomeo, se corresponden con cierta precisión. No obstante, y según otras opiniones, con tales coordenadas, la ubicación de la Seks púnica parece más bien corresponder al antiguo emplazamiento de Jete (cfr. nota 22), 7 km hacia el interior de la vega de río Verde.
A tal efecto, se puede decir que esta localidad ha registrado, en sus cercanías, bastantes restos de estructuras arquitectónicas romanas.
Por otra parte, la similitud entre los topónimos SEX y XET no puede ser más elocuente. Téngase en cuenta que XET es un término arabizado, al igual que el de la localidad próxima a La Herradura, cuyo topónimo XAT, ha dado Jate.
1.9 Itinerario de Antonino (s. II d. de C.)
La lista de ciudades57 y sus distancias con relación a Seks, es como sigue:
TVGIA XXXV m.p.
SAXETANVM XXXVIII m.p.
FRAXINVM XVI m.p.
CAVICLVM XVI m.p.
HACTARA XXIV m.p.
MENOVA XXXIIII m.p.
ALBA XXIV m.p.
MALACA XII m.p.
VRCI XXIIII m.p.
TVRANIANA VI m.p.
MVRGI XII m.p.
Toya, Almuñécar, Ceal e Hinojares, Faro de Torrox, Zújar, Mulva (Sevilla). Urci (el Chuche), Turaniana (roquetas de Mar), Murgi (el Egido).
La trayectoria histórica de este documento se inicia con el citado Emperador. Una de sus redacciones fue concretada por Ético de Istria, que es la llegada hasta hoy, y encontrada en un manuscrito del siglo VIII d. de C.
Es la exposición de las redes viarias que se extendían en las dos dimensiones cartográficas de la Península Ibérica. El texto en el que se menciona Seks, muestra, en orden, la distancia comprendida en el trayecto entre Cástulo y Málaga.
Las cercanías entre las dos ciudades limítrofes con Seks se identifican con lugares cercanos a Dalías (Mvrgi), y las proximidades de Torrox (Caviclvm). Las distancias casi concuerdan con los emplazamientos de los restos arqueológicos de ambas localidades58.
1.10. Anónimo de Ravena (s. III-IV d. de C.)
Se trata de un documento de contenido geográfico en el que se recogen citas de topónimos. En él no se menciona a Seks. Sin embargo los nombres nuevos intercalados entre Malaca y Abdera, Lenvbar y Caesarea, uno por corrupción morfológica, Lenvbar, otro por expansión semántica o sinonímica, Caesarea (I. CAESAR), podrían identificarse ambas, con cierta reserva, con las colonias antiguas de Maenoba y Seks; ésta última llamada desde el siglo I a. de C., Sexi cognomine Firmvm Ivlivm (cfr. nota 13)59.
1.11. Mario Victorino (s. VI d. de C.)
El texto que ha dejado, está relacionado con el planteamiento de un problema de fonética histórica, y se presenta de la siguiente forma:
«sed libenter qvaererem, qvibvs litteris – scriptvri essent eas voces, qvae in declinatione nec g et s – exevnt, ut nix nivis, senex senis – sexvs sexvs et Sex oppidvm in Hispania – avstrvxit qvod est ab traho, et vexit«.
Es decir:» Pero si quisiera saber bien qué letras se han de usar en aquellas palabras que en su declinación no llevan ni g ni s, ni c ni s, como nix nivis, senex senis, sexvs sexvs y Sex ciudad en Hispania, avstrvxit que procede de traho, y de vexit»60.
El dato que aporta este autor es valioso para explicar la evolución fonética del topónimo, y la época en que se plantea el problema, aunque este detalle podía ser secundario, ya que era factible su recopilación de textos anteriores.
2. TEXTOS EPIGRÁFICOS LATINOS
Lo más importante estriba en que son testimonios directos de hechos y personas pertenecientes a esta localidad, y no se duda de que aquí indican el índice de credibilidad máximo, ya que no dependen, para su interpretación, más que de una buena traducción y comprensión exacta de su contenido.
Es cierto que un yacimiento, tan renombrado como Seks, no lleva, de forma paralela a su notoriedad, una secuencia de documentos que aporten más conocimientos sobre la condición y ámbito de un conjunto arquitectónico peculiar.
Dentro de la tradición, escrita se cita una inscripción hallada en la localidad de las Albuñuelas (Granada), de la que sólo queda tradición oral de su texto, descubierta por el cura párroco que, en aquellas fechas, ostentaba tal cargo en la citada localidad. Fue D. Francisco Tallón García quien, además de citar el texto de memoria, indicó que tal inscripción, en mármol, cubría la bocana de un horno de pan privado, y fue llevada posteriormente al museo que en aquella ocasión existía en la Diputación Provincial de Granada, donde se extravió.
El texto decía lo siguiente: HIC TERMINVS INTER SEXITANOS ET ILLIBERITANOS: «Este es el límite entre los sexitanos y los iliberitanos».
Al parecer, era un texto de miliario, donde se indica el límite de separación territorial de dos circunscripciones municipales. El no disponer del documento impide toda hipótesis de trabajo, aparte de la que genera su existencia.
2.1. Documento epigráfico funerario 1 (s. II-III d. de C.)
Texto:
D.M.S. C. AEMILIVS CANTABRINVS SEXSITANVS
ANN. LXII PIVS IN SVIS
H. S. EST
S.T.T.L
Dice así:«A los sagrados dioses Manes. Gayo Emilio Cantabrino, sexitano, a los sesenta y dos años. Piadoso con los suyos. Aquí yace. Que la tierra te sea ligera»61.
Tan sólo presenta el dato de un personaje que nació en Seks, y murió en las cercanías de la localidad de Íllora (Granada).
2.2. Documento epigráfico funerario 2 (s. I-II d. de C.)
Apareció en Almuñécar, pero se ignora su paradero. Ha sido transmitido por varios autores de los que alguno ha podido tener acceso a él.
Texto:
P. IVLIVS PRIMVS HIC SITVS EST
CVM SVIS S . T. T. L
COLVMBARIA POSIDO NVMERO VI
DEXTRA ET SINISTRA
Dice así:«A Publio Julio Primo; aquí yace con los suyos; que la tierra te sea ligera; levantó seis columbarios, unos a derecha y otros a izquierda»62.
Tal documento aporta datos relativos a una familia que poseía un panteón privado, añadiendo que existían otros en diferentes puntos de la localidad, como se ha podido comprobar.
Esta inscripción indica que el propietario posee otros panteones en distintos parajes de Seks; e interpretando, con reservas, el texto, se supone que las características del mismo, en cuanto a su tamaño, concuerdan con las del hueco existente hoy sobre la cara suroeste del alzado externo del columbario Torre del Monje.
El número de columbarios citados en ese documento se admite como cierto, ya que se han detectado cuatro: el conocido como Torre del Monje, el de la colina de la finca denominada La Albina; un tercero, del que sólo quedan vestigios al borde de la actual carretera de Jete, cerca de la Torre del Monje; y un cuarto, demolido no hace muchos años, situado en la finca La Cerca, junto a la necrópolis de Puente del Noi (sector C de la excavación).
Fragmentos de columnas y numerosos sillares de piedra toba, hallados en los alrededores de la citada finca, indican que existió una villa romana en su interior.
Puesto que hay gran cantidad de restos arqueológicos en una propiedad situada en el centro del barrio de San Sebastián, y que son elementos arquitectónicos de una villa, se conjetura que en este espacio existiera otro panteón familiar o columbario.
Sumando el cómputo final de estos datos, se llega a la conclusión de que hay una coincidencia casual con el número de edificaciones funerarias enumeradas en el documento epigráfico. Razonadamente se piensa que su cantidad debió ser mayor, ya que se han detectado otras villas aún no estudiadas.
2.3. Documento epigráfico funerario 3 (s. II-III d. de C.)
Texto:
D M S C BEBIVS MARCIANVS ANNORVM X M VIII
Dice así:«A los sagrados dioses Manes. Gayo Bebio Marciano. De diez años, ocho meses y veintiocho días. Querido entre los suyos. [Que la tierra te sea] ligera»63.
La piedra fue encontrada en la vega de Almuñécar, en una de las laderas de la parte izquierda de río Verde.
2.4. Documento epigráfico funerario 4 (s. II d. de C.)
Texto:
AM-AN-V-S-T
Dice: «Am…de cinco años. Que la tierra [te] sea [ligera]»64 .
2.5. Documento epigráfico honorífico 1 (s. II d. de C.)
Texto:
C – AEMILIO – NIGRO – ANNIO – SENECAE –
FILIO – ARVACO – GALERIA – SEXITAN –
FLAMINI – DIVORVM – AVGVSTORVM – PROVINCIAE –
BAETICAE – AMICO – RARISSIMO –
AEMILI – LIGVRIVS – ET- ITALICVS –
ET – DELIVS – EXIMIA – PRO – LIBER – POSUE…RVNT
Dice así:«A Gayo Emilio Nigro, hijo de Séneca, de la familia Galeria, sexitano, sacerdote de los divinos Augustos de la provincia bética, amigo entrañable; los de la familia Emilia, Ligurio, Itálico y Delio le hicieron este recuerdo por su gran generosidad»65 .
La importancia del documento se centra en la categoría social que representa el personaje al que está dedicada tal inscripción, lo que da una entidad especial a la localidad, ya que supone la existencia de un alto cargo religioso en Seks.
Un dato importante es el modo y lugar en que fue hallada esta inscripción. Apareció como elemento de relleno de muro, dentro de uno de los compartimentos de la factoría del Majuelo.
Como nota adicional, se puede inferir que esta inscripción, debió montarse en las cercanías del Majuelo, y tal vez en un lugar como templo o foro.
2.6. Documento epigráfico honorífico 2 (s. I-II d. de C.)
Texto:
NOREM.»…honor…» 66.
2.7. Documento epigráfico honorífico 3 (s. II-III d. de C.)
Texto:
L. STERT L F ACILIO…MATERN ASIAE…F CI
Dice así:«A lucio Estert(inio), Acilio Materno, hijo de Lucio [de la tribu] de Asia, le construyó»67 .
La validez que se quiera dar a la interpretación de la onomástica, es pura conjetura por la mutilación de la inscripción. Lo que sí parece tener fundamento es su alusión a un personaje militar.
2.8. Documento epigráfico 1 (s. II-III d. de C.)
Texto:
VALER…
Puede decir: «A Valerio/a…»68 .
2.9. Documento epigráfico 2 (s. III-IV d. de C.)
Texto:
…BVS S…IDARI.DA…I.ID OB DI…
I…QVOTAN…T SCRIP…
La traducción de este texto se presta a confusiones y suposiciones aventuradas69. Por ello se elude.
Hay rasgos indicativos de que se trata de una inscripción honorífica dedicada a un personaje de la colonia.
2.10. Documento epigráfico 3 (s. II d. de C.)
Texto:
GAL C R
«Galerio/a…C.R.»70 .
Se trata de un fragmento hallado en la campaña de excavaciones del año 1984, dentro de la factoría del Majuelo. Su traducción es hipotética.
2.11. Grafito 1
Texto:
D O M
«¿Domicio?»71.
Son siglas en la parte superior, cerca del labio de la boca de un dolivm.
2.12. Grafito 2
Texto:
G V B
«¿Gubieno?»72 .
Estampilla sobre la parte superior de ánfora. Se halló en las proximidades de Jete
2.13. Grafito 3
Texto:
S E X [TO]
«Sex[to] «73.
Estampilla sobre el fondo de vaso campaniense, hallado en la factoría del Majuelo.
Como rasgo curioso, se indica que tal inscripción aparece repetida tres veces, formando círculo sobre el fondo del vaso; pero se supone que eran cinco, al faltarle un fragmento donde, lógicamente, por estética de dibujo, debía repetirse.
2.14. Grafito 4 (s. I d. de C.)
Texto:
A G R I C O L
«¿De Agrícola?«.
Estampilla sobre asa de ánfora74. Por la factura y tipo de vasija puede situarse en el siglo I de nuestra Era.
LEYENDAS NUMISMÁTICAS PÚNICORROMANAS Y LATINAS
Como se ha indicado en textos precedentes, la comunidad de Seks acuñó moneda propia.
Comenzando por un momento de fuerte influencia gaditana, después de la derrota cartaginesa en Ilipa, paulatinamente se van imponiendo la tradición, tipos y modelos de Gades, tras los pactos firmados con Roma. Las ciudades gozan de cierta autonomía en asuntos internos, en los que entra la facultad de acuñar su moneda.
La primera fase se caracteriza por la acuñación de tipos similares a los de Gades. Pero la leyenda es propia, y se observa en Seks el uso de caracteres paleopúnicos (ŠKŠ )75. Posteriormente esta leyenda se incrementa añadiéndosele una nueva raíz, que se suma a la anterior: M B ‘ L Š K Š, traducible por: «De los habitantes de la ciudad de Seks»76.
Se continúa durante casi un siglo, hasta llegar a una situación de desconocimiento de la lengua púnica. Ello revela que se ignoran la lengua, las formas de los caracteres púnicos, y su significado. Consecuencia lógica es el abandono de los grafismos púnicos, y la adopción de los latinos mediante equivalencias fonemáticas.
El momento final se produce cuando, además de ignorar el valor y significado de la lengua púnica, usan sus signos de forma anárquica, apareciendo ejemplares con leyenda en posición sinistrógira; otros, dextrógiros e, incluso, en una misma leyenda, unos sinistrógiros y otros dextrógiros.
Posiblemente en estas fechas de historia local se produjera el cambio de caracteres gráficos, aproximadamente en tiempos de Calígula o Claudio, presentando una leyenda basada tan sólo en el topónimo simple de Š K Š, sin la cartela M B ‘ L. No se excluye el siglo I a. de C.
Las contramarcas D D sobre algún ejemplar, que perduran con el uso del topónimo en caracteres púnicos, muestran su pervivencia hasta fechas tardías. Pero se podía pensar que no es más que un recurso para dar validez legal a tipos que eran acuñados por el Estado Romano77.
A pesar de esto, no se admite que la leyenda latina se originara a propósito de la presencia de Julio César, a mediados del siglo I a. de C., sino que lo más acertado podría ser que tal leyenda aludiera a la familia Julio-Claudia, posibilitándose una acuñación paralela.
Los textos de las leyendas son los siguientes:
a) Púnico antiguo: Š K Š;
b) Neopúnico: M B ‘ L Š K Š;
c) Latinos: F- I- SEX y F- I- SEXS.
La traducción e interpretación de las leyendas púnica y neopúnica ha sido estudiada por Solá‑Solé (cfr. nota 1). La versión latina aproximadamente se traduce como «Sexs, leal a(l) César».
DOCUMENTOS ÁRABES
El elenco bibliográfico que ofrece la cultura islámica sobre Seks es muy valioso desde el punto de vista arqueológico, ya que proporciona datos sobre la existencia de una civilización anterior, describiendo, a veces de forma muy detallada, determinados elementos arquitectónicos que serán de gran ayuda para el posterior estudio de la arquitectura romana, sobre todo en lo concerniente a los capítulos:
a) Ingeniería hidráulica, sobre la industria de Seks.
b) Existencia de construcciones en la ciudad, fuera de su técnica arquitectónica, y que el elemento islámico apenas reutilizó.
c) Existencia de atarazanas y zonas portuarias, de las que sí hicieron uso, etc.
Pero, para seguir un orden desde la llegada del Islán a estos parajes, se presenta la documentación respetando la secuencia cronológica.
4.1. Al-Razi
Sus documentos narran hechos que abarcan una cronología que va desde el siglo IV al X de nuestra Era78.
En sus escritos dice lo siguiente:
«…es un hisn que pertenece a la Kura de Elvira».
Sus escritos se datan en el siglo XI de nuestra Era. Su texto sobre Almuñécar es como sigue:
» En Almuñécar hay una antigua fortaleza, casi inexpugnable, en la que hay muchos restos arqueológicos de los primitivos. Hay allí una acequia que conduce hasta la fortaleza y cerca de ésta, por el Norte, un ídolo muy bien construido en piedra y yeso. Su altura pasa de cien brazas. El agua llevada a la fortaleza bulle en lo alto del ídolo, para descender al suelo, correr hacia la fortaleza y subir hasta una altura correspondiente a la del ídolo. Los restos de ésos son claramente visibles hasta nuestro tiempo»79.
Comentando detalles de las ruinas que cita, no hay duda de que habla de restos romanos en mal estado de conservación.
Lo primera impresión es pensar en que el elemento islámico no ocupó esos espacios, cuando los cita como ruinosos y, al parecer, ajenos a sus intereses.
En cuanto al sistema hidráulico, es notorio que el trazado expuesto es el que ahora hay que demostrar.
El primer punto, referido al sistema descrito, es la colina donde está emplazada la Iglesia Parroquial, cercano a la muralla norte, donde estaba la Puerta de Granada, y que constituía un límite en tiempos de dominio musulmán.
El propio autor dice que al Norte de la fortaleza se hallaba el ídolo, definido como torre de descarga, que equilibrara la presión entre las cotas 50 y 25,55, correspondientes al punto de la arqueta de distribución y al nivel del suelo de la iglesia. La distancia entre la arqueta, depósito y torre de descarga es aproximadamente de 900 m.
La descripción que al-Udri presenta sobre el trazado del acueducto dentro de la ciudad, es explícita: el agua que cae desde el ídolo hasta el suelo, debe remontarse para superar una altura equivalente, existente en la fortaleza.
La primera altura superada es la que corresponde a Eras del Castillo, punto más elevado de la ciudad. Desde aquí se produciría un reparto hacia las zonas de influencia, y se incluía el paso de canales de conducción hasta la fortaleza, desde donde se dirigiría hasta el Peñón del Santo. Aquí aún existe un depósito de agua indicado en planimetría (Fig. 7, pág. 1067).
Se tiene la certeza de que la descripción de este autor, corroborada por restos arqueológicos de la Iglesia, evidencia que el depósito terminal y torre de descarga estaban levantados sobre el citado emplazamiento (Fig. 36, pág. 1136).
4.3. Idrisi
Sus documentos abarcan una cronología amplia, situándose entre los siglos VI y XI de nuestra era. Sus notas sobre Almuñécar son de las más completas y detalladas.
En primer lugar es preciso clarificar que los islámicos distinguen bien entre medina, como ciudad, e hisn, fortaleza o castillo.
El texto de Idrisi80 es como sigue:
“Almuñécar es una ciudad hermosa, de tipo medio, con muchas pes querías y abundantes frutas. En su centro hay una edificación cuadrada que se alza como un ídolo de amplia base y estrecha cima, a modo de pirámide. En ella hay, a ambos lados, dos conductos que van, sin solución de continuidad, de abajo arriba. En frente, por un sólo lado, hay un gran depósito en el suelo, al cual llega el agua desde la distancia aproximada de una milla, por encima de muchos puentes arqueados unidos por piedra dura, que vierten su agua en el citado depósito. Las gentes enteradas de Almuñécar dicen que esa agua subía a lo alto del faro (manar), descendía por el otro lado y corría hacia un pequeño molino, cuyo lugar aún persiste ahora sobre una montaña que da al mar. No saben cuál era su finalidad».
Comentando esto, hay que decir que sólo añade detalles sobre la aportación de al‑Udri. Así, fija la situación del depósito, que recogía el agua al caer desde el aliviadero de la torre. Además, cita la conducción de agua a través de un acueducto formado por puentes. Otro dato importante es la base cuadrada de la torre de descarga.
Cuando dice que en ella hay dos conductos que van, sin solución de continuidad, de abajo arriba, se entienden como dos sifones que, partiendo de la torre, por efecto de vasos comunicantes, se dirigen hacia lo más alto de la ciudad, ya que la presión ejercida por la diferencia de altura de la citada torre, es suficiente para hacer subir el agua al punto que se desee, dentro de Almuñécar.
El molino, probablemente, podría estar sobre Eras del Castillo, punto natural más elevado del casco urbano. Y, por otro lado, parece indicar que se encontraba al pie de la torre de descarga.
4.4. Yaqut
Sus escritos son de los siglos XII y XIII.
Lo más importante de su trabajo es la referencia que hace al hisn de al-Munakkab81.
4.5. Al-Wahid al Marrakusi
Su texto82 se sitúa entre los siglos VI y XIII. El documento sobre Almuñécar es como sigue:
«Después de la ciudad, conocida como Almería, a orillas del mar Mediterráneo, está la fortaleza de Almuñécar, que es un pequeño lugar, también batidas sus murallas por el mar. Entre Almuñécar y Almería, hay cuatro etapas, y entre esta fortaleza de Almuñécar y Málaga, tres».
La única novedad que aporta este autor alude a las murallas abatidas por el mar. Probablemente se tratara del anillo que circunvalaba la zona baja de la ciudad, sobre todo en la zona de Puerta del Mar.
4.6. Al-Himyari
Sus escritos83son de finales del siglo XIII y comienzos del XIV de nuestra era.
Su texto es el siguiente:
«Se hallan muchas ruinas antiguas; los antiguos habían construido conducciones de agua y elevaron monumentos, algunos de los cuales subsisten. En las cercanías de la fortaleza, por el lado norte, llama la atención una importante torre de agua (daimas), edificada con sillares; cuadrada en la base y terminada en punta, a una altura de unos cien codos. El agua que viene a desembocar en este edificio tiene escape por un aliviadero («manfas») en la coronación. En la cara norte de esta torre, de arriba a abajo hay tallado en su anchura, una especie de goterón, que permitía al agua, saliente del rebosadero, llegar hasta el suelo. Este dispositivo prueba que el agua conducida hasta la torre provenía de un punto situado a un nivel superior al del monumento».
La nueva información del documento se refiere, en parte, al material usado: sillares de piedra caliza porosa (toba) que hoy se ven reutilizados en la base de los paramentos de la Iglesia.
Otro dato explica que la caída de agua desde el aliviadero había ya creado huella, aunque lo que destaca el autor es un canalón que dejaba escapar el agua rebosante desde lo alto de la torre de descarga.
En el mismo texto, al‑Himyari continúa más adelante:
«Almuñécar era un buen fondeadero de verano, que ofrecía un abrigo a su lado este, que estaba en la desembocadura de un río; la dominaba un hisn inexpugnable; tenía un arrabal, mercados y mezquitas; insiste, así mismo, en la existencia de restos de culturas antiguas».
Esto último reafirma sobre todo su fondeadero, situado en su parte este, es decir, en el estero de río Verde.
Por estas fechas el estero de tal río debió tener aún bastante extensión hacia el interior, y que servía de refugio natural contra los vientos de Poniente.
Otro dato importante es un arrabal. Probablemente se refiera a lo que tradicionalmente se ha conocido como Cuartón de la Ciudad Antigua, detrás del barrio de San Sebastián, entre colinas, laderas, Camino Bajo y vega, zona con mejor condición de habitabilidad que el actual casco urbano.
Es importante resaltar en algunos autores, aún en el siglo XIV, la insistencia en relatar la presencia de ruinas de antiguas culturas. Esto supone que hubo una gran parte de la ciudad heredada que no fue ocupada. Se infiere por ello que se trata del conjunto arquitectónico abandonado por los romanos, y que se encontraba en estado ruinoso.
4.7. Al-Sabti
Este autor84 pertenece al siglo XIV de nuestra era, y su texto es el siguiente:
“El puerto de Almuñécar es veraniego y está protegido por dos flancos orientales. Tiene un río que vierte en el mar; sobre el que se alza una fortaleza en desuso y en él hay un arrabal, un zoco y una mezquita aljama».
En este texto se incide sobre la misma idea de puerto, protegido por la propia configuración del territorio: la ensenada de río Verde.
4.8. Ibn al-Jatib
Sus escritos median entre los años 1313 y 1374 de nuestra era.
Los datos, proporcionados por Ben Sarifa85, y según su traducción, son los siguientes:
«En el siglo XIV nos describe así Almuñécar: Puerto y fondeadero de veleros, lugar planeado por los cristianos antes del Islán y donde se asientan. Su fortaleza es inexpugnable y sus telas muy bien confeccionadas. Sus excelencias son evidentes. El alcázar, de amplios ventanales y perfecta hechura. La mezquita, situada en el más noble lugar, y el edificio antiguo de tiempos inmemorables, cual si fuera una lima enhiesta o una lanza en manos de un jinete, contra las vicisitudes del tiempo y semejante al palacio de Haman, de flancos finos hechos de piedra tallada y que casi une cielos y tierra. (Almuñécar) rebosa caña de azúcar y en su tierra proliferan pasas excelentes, su territorio es espléndido…Hasta Almuñécar llega la tierra de Sawar y en su cercanía está la sede de la escuadra, en ella las promesas no sufren demora, ni su plazo precisa dilación. Ahora bien, su nombre induce a mal agüero y conviene seguir dándole de lado, sus caminos, por su difícil acceso, impiden que la frecuenten sus reyes. Su aire está corrompido y las pestes predominan, sus vecinos son envidiosos. Si se encienden los cielos y se alteran con los vientos simunes, entonces sus habitantes saldrán de las tumbas de sus casas y huirán renqueantes a sus montañas. A ella se trae la grasa, el trigo entre su gente escasea y hay que tener paciencia si el mar no lo envía domado. El camaleón en sus páramos se asa y se le exige al libre la sangre del foráneo».
Simonet86ofrece otra versión, que se diferencia de la anterior en su extensión semántica. Dice así:
«La llama puerto y parada de naves, fundación y morada de las sierras de Jesucristo, fortalecida por un castillo inexpugnable».
Más adelante continúa:
«Su alcázar era de ingeniosa fábrica y con arcadas abiertas, su mezquita puesta en un lugar eminente. Su antiguo monumento arquitectónico, parecía una lima puesta perpendicularmente o un pilar derecho, y sus esquinas eran de piedras labradas; parecía que había hecho con el tiempo pacto».
La importancia se explica con bastante precisión: la torre de descarga del acueducto romano, en la colina de la Puerta de Granada.
Ambas versiones dicen que las esquinas de esta edificación estaban reforzadas con piedra tallada y resistente (toba).
Otro texto de Ibn al-Jatib muestra Ben Sarifa87 en su obra Almuñécar en la Época Islámica, que dice así:
“…y la región de Almuñécar, en la cual está la antigua ciudad, con admirables restos”.
Ben Sarifa88continúa exponiendo los textos tomados de Ibn al-Jatib en los que se cita la existencia de graneros y pirámides, enterrados por el rey usurpador, después de haber sido consagrados los ídolos y ocultados los restos.
En primer lugar, es preciso prestar atención a las palabras usadas en sentido estricto, cuando emplea la expresión «antigua ciudad” y, además, “con admirables restos». No hay duda de que está hablando de las estructuras romanas deshabitadas y abandonadas.
En ningún momento autor islámico alguno habla de la ocupación de tales ruinas. Se constata que fueron usados los parajes del Castillo y algunas dependencias romanas de la llamada colación de Santiago.
Los graneros citados por al-Jatib pueden ser entendidos como naves abovedadas (o los pasadizos subterráneos del actual Castillo, y depósitos superficiales del mismo), de las que algunas se encuentran bajo el nivel actual del suelo.
El último texto tomado de la obra de al-Jatib89relativo a la estructura de Almuñécar, dice así:
“Las cuestas de Almuñécar son funestas: quien osado se arriesgase por ellas y se libra de precipitarse, ése, agradecido, debe liberar un esclavo”.
La explicación es simple: Almuñécar no tenía calles en sentido estricto del término, sino que, a partir de la ocupación musulmana, hubo necesidad de ir abriendo pasos para acceder a la fortaleza y lugares estratégicos de las formas heredadas.
No hay duda de que los antiguos sistemas de aterrazamientos tendrían su medio de acceso; pero tal esquema de estructuras no respondería a las necesidades de los islámicos para llegar a esas dependencias. De ahí las roturas.
En otro pasaje de la obra de al-Jatib se habla de la construcción naval, tan necesaria e importante hasta la época moderna90.
4.9. Al-Umari
Sus escritos datan del siglo XIV de nuestra Era.
Su texto refiere la discusión sobre la identificación de Almuñécar como hisn (castillo) o medina (ciudad)91.
4.10. Al-Qalqasandi
Sus textos se datan en el siglo XV de nuestra era.
En sus documentos destaca la producción agrícola, con especial alusión al azúcar, plátanos y uvas pasas92.
Levi-Provençal93 dice sobre Almuñécar:
“Abd-al-Rhaman desembarcó en una ciudad que está a orillas del mar, Almuñécar. Los frutos que producía eran las pasas, caña de azúcar, hierbas y cereales, además de una hermosa seda».
Desde el punto de vista arqueológico e industrial de la zona, es de gran valor un dato aportado por Sermet94 con relación al aspecto naval de Almuñécar. Dice así:
«Les Phéniciens fondèrent Almuñécar sous le nom de Sexi. Les Romains y bâtirent un très fort castillo remanié depuis, mais dont on peut voir les tours; on a dans les alluvions de la vega retrouvé une de leur galères…«:
Es decir :»Los fenicios fundaron Almuñécar con el nombre de Sexi. Los romanos construyeron en ella un castillo muy fuerte, retocado después, pero aún se pueden ver sus torres; se ha encontrado bajo el aluvión de la vega una de sus galeras…».
Este dato confirma que el espacio, que hoy conforma la vega, era navegable, y debe corresponder a la zona más inundada por el aluvión y el fenómeno de emersión de la costa, indicada y estudiada por Sermet, como es la vega de río Verde.
Extraídas del Libro de Repartimientos de Almuñécar, se tienen las siguientes noticias: además de las conocidas Puerta de Granada, Vélez-Málaga, y del Mar, en el Libro de Apeos de la ciudad se habla de otra: la denominada Puerta del Alcazaba. Actualmente puede verse uno de sus pilones en la alineación de murallas romano-medievales que bordean la cornisa de roca de encima del Majuelo.
Probablemente una escalera de piedra toba, que se inicia sobre la base de las piletas del Majuelo, llegara hasta la citada entrada, además de la que se indica como primordial95.
En otros apartados del Libro de Apeos, se habla de dos arrabales situados entre los ríos Seco y Verde. Se les conocía con los nombres de Almauz y Aleuxa. Malpica cita los arrabales que tenía la ciudad, pero no los ubica96. Pensamos que el citado Cuartón de la Ciudad Antigua tiene alguna relación con los citados arrabales.
Con relación al puerto comercial, existe la confirmación de su realidad. Lo que se ignora es si en estas fechas los espigones romanos estarían aún al descubierto97, cosa que parece confirmarse después de la exploración del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid98 (Cfr. fig. 4).
Extractado del citado Libro de Asentamientos, Malpica99 habla de los siguientes compartimentos de la ciudad:
“En la colación de Santiago y junto a la llamada Puerta del Mar, se encuentran: la judería, edificios básicos para el desarrollo de la vida urbana, como mezquita, baños, sinagoga, pescadería y aduana del azúcar».
Por lo que puede significar la aportación de citas textuales del Libro de Apeos de la ciudad, se han extraído aquellos fragmentos considerados más relevantes, con relación a los siguientes datos arqueológicos: descripción de viviendas antiguas, casas arruinadas, corrales, baños, almacerías, división de la ciudad en distritos parroquiales, concentración de elementos industriales, atarazanas, judería, aduana, hornos, secaderos de azúcar, como componentes urbanos más significativos. Para ello nos remitimos a lo expuesto al inicio de este trabajo, al mostrar la información completa de tal secuencia, y que Mª. C. Calero refiere como documentos del Libro de Asentamientos (Cfr. Estudio sincrónico…)
Analizando el contenido de la aludida documentación, se definen los siguientes sectores, partiendo de la división de la ciudad en colaciones y que, según el Libro de Asentamientos, se admiten sólo dos: la colación de Santiago y la de Santa María; pero hay una tercera que no ha sido citada probablemente por haberla extendido o comprendido en la segunda; ésta supuesta, se denominaría (colación) de la Trinidad, y cuyos restos se encuentran transformados en la vieja ermita de la calle Nueva, remozada y convertida, hace no muchos años en casas modernas (hemos tenido la ocasión de conocerla con su estructura completa, aunque en estado ruinoso). Esta supuesta colación no es citada en los libros de forma precisa, pero se lee entre líneas que fue absorbida por la de Santa María de la Antigua.
La colación de Santiago, en la parte baja de la ciudad, abarcaba lo que era pescadería antigua, calles Alta y Baja Mar, Plaza de la Rosa, Aduana Vieja, parte de la Cuesta del Carmen, y todo el sector del adarve, a cuya muralla había casas adosadas. La Judería comprendía el área de las calles Alta y Baja del Mar y la calle Real. Los baños estaban probablemente en un sector antiguo de origen romano. Hoy se conservan indicios de ese supuesto destino dentro de casas de esa zona de la ciudad.
Con relación a las atarazanas, ya desde tiempos atrás, se habla de la construcción de embarcaciones. En torno a la nueva ciudad, a su vez, las murallas serán utilizadas para adosar viviendas. Además, hay que citar la fabricación del azúcar, cuyos centros estaban en el sector de las atarazanas. Las «casas caídas y corrales» pueden corresponder a elementos romanos.
Otra de las manifestaciones urbanísticas es la vivienda que utiliza el adarve para apoyar su estructura. Los sistemas de aterrazamiento serán aprovechados en época medieval para levantar sus sistemas murados defensivos, formándose anillos de murallones que, a su vez, serán utilizados posteriormente para adosar viviendas sobre ellos.
Insistiendo en esto mismo, un autor musulmán, que describe rasgos de la ciudad, habla de las antiguas fortificaciones hechas por sus predecesores, lo que no es una aseveración gratuita, porque, en efecto, lindando con el Castillo, hacia la vertiente de poniente, se extiende un murallón romano en sentido sur-norte, que ha sido roto y añadido a otro de factura moderna medieval, pero que probablemente indicara que la Seks romana estaría rodeada por un sistema de murallas; lo que es arqueológicamente demostrable y estratégicamente admisible.
38 J.M. Solá-Solé, SKS, SKS o SKS? Sefarad, 16, 1956, pp. 325-335; J. Lecerf, Annales de l´Institut d’Études Orientales de l´Université d´Alger, X, 1952, pp. 428-433; A. García y Bellido, Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, I, 2, Madrid, 1952., pp. 419-422; M. de Saulcy, Recherches sur la Numismatique punique, Memoires de l´Institut Royal de France, XV,2, 1945, pp. 192-194; F.C. Movers, Das Phönizische Sprache, Halle, 1869, p. 280; A.C. Judas, Étude demonstrative de la langue phénicienne, Paris, 1847, p. 24; M. Lindberg, citado en la obra de Saulcy, p. 112; E. Hübner, Monmenta linguae ibericae, Berlín, 1893, p. 117; Id. Sexi, Real Enziklopädie der Altertumwissenchapht (R.E.), 2ª. 2028; A. Dietrich, Scripturae linguae phoeniciae, Leipzig, 1837, p. 12; J. M. Millas Villacrosa, citado en Saulcy, p. 312; E. Meyer, Geschichte der Altertums II, 2, Stuttgar, 1931, p. 93; L. J. Velásquez, Ensayo sobre los alfabetos de las letras desconocidas, que se encuentran en las más antiguas medallas y monumentos de España, Madrid, 1752, pp. 137-141; A. Delgado, Catalogue des monnaies et de médailles antiques de feu, G. Daniel de Lorichs, Madrid, 1857, p. 19. como obra complementaria a esta materia, véase A. Vives y Escudero, La Moneda Hispánica, Madrid, 1924.
39 J. Boaddman, Los griegos en ultramar, comercio y expansión colonial antes de la era clásica, Madrid, 1975, pp. 215 ss. G. Trías, Economía de la colonización griega, Estudios de Economía Antigua de la Península Ibérica, Barcelona, 1968, pp. 99 ss.; N. Santos Yanguas y M. Picazo, La colonización griega, 1980, pp. 143 ss.; A. García y Bellido, La colonización fócea en España desde sus orígenes hasta la batalla de Alalia, Ampurias II, 1940, pp 55 ss.; M. Tarradell, Economía de la colonización fenicia, estudios de Economía antigua de la Península Ibérica, Barcelona, 1968, pp. 88 ss.; R. M. Errington, Rome and Spain bifore the second Punic War, Latomus, XXIX, 1970, pp. 367 ss.; A.E. Astier, Saguntum and the origin of the second Punic War, Latomus XXVI, 1957, pp. 577 ss.; J. M. Blázquez Martínez, Las relaciones de España y el Norte de África durante el gobierno bárquida y la conquista romana (237-219), Saitabi, XI, 1961, pp. 21 ss.; Como obras de ampliación bobliográfica, citamos a R. Carpenter, The Greeks in Spain, London 1925. A. García y Bellido, La Península Ibérica en los comienzos de su historia, Madrid, 1952; Id. Navegantes y geógrafos griegos en España, Estudios Geográficos, 2, 1941; Id. Tartessos, la colonización púnica y la colonización griega, Madrid, 1953; Id. Hispania graeca, Barcelona, 1948; Id. El mundo de las colonizaciones, en Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, 1952, I, 2; Id. Fenicios y cartagineses en Occidente, Madrid, 1942; H. Schubart y H. G. Niemeyer, L´espansione fenicia nell Mediterráneo, Espagna, Roma, 1971; J. M. Blázquez Martínez, La romanización (2 vols.), Madrid, 1974-75; J, M. Blázquez Martínez y A. Montenegro Duque, España romana (vol. I), la conquista y la explotación económica, en Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, 1982.
40 A. García y Bellido, Fenicios y cartagineses…, op. cit., p.123; M. Pellicer Catalán, Excavaciones en la necrópolis púnica “Laurita” del Cerro de San Cristóbal (Almuñécar, Granada), 1962, pp 5 ss.; Id. Almuñécar, Antigüedades, NAH, 6, Madrid, 1964, pp. 304 ss; A. Ruiz Fernández, Almuñécar en la Antigüedad Fenicia o ¢´Ex en el Ámbito de Tartessos, Granada, 1979, p. 212; M. Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus provincias de Ultramar, Madrid, 1845, p. 634 a.; A. Tovar, Iberische Landeskunde, Baetica, I, Baden-Baden, 1974, pp. 81-82; J. M. Roldán Hervás, Itinerria Hispana, Fuentes antiguas para el estudio de las vías romanas en la Península Ibérica, Valladolid, 1975, p. 265; F. Molna Fajardo, A. Ruiz Fernández y C. Huertas Jiménez, Almuñécar en la Antigüedad, La necrópolis fenicio-púnica de Puente de Noy, Granada, 1982, p. 18; R. Thouvenot, Essai sur la Province romaine de la Bétique, Paris, 1973, p. 372; J. M. Blázquez Martínez, Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia en Occidente, Salamanca, 1975, pp. 118 ss.; Texto de consulta; F. Flórez, España Sagrada, Madrid, 1804.
41 Hecateo de Mileto, en Esteban de Bizancio, FAH, II, p. 253; A. Schulten, Otros testimonios anteriores al año 500 a. De C., FAH, Barcelona, 1955, pp. 13 y 187; Texto de consulta. Jakoby, Die Fragmente der griech Historiker, Vol. I.
42 A. Schulten, FHA, I, p. 129; Id. Tartessos, pp. 85 ss. y 206 ; C. Belda, el proceso de romanización de la provincia de Murcia, 1975, pp. 16 ss.; Texto de consulta: A. García y Bellido, Cartagena en la Antigüedad, Investigación y Progreso, 9-10, Madrid, 1943.
43 A. Ruiz Fernández, Las monedas de Seks, II Congresso Internazionale di Studi Fenici e Punici, Roma, 1987, artículo de consulta: Introducción y Conclusión.
44 Dífilo de Sínope, en Ateneo de Naucratis, III, 121 a.; A. Schulten, FHA, I, p. 85.
45 Estrabón, Geografía de Iberia, III,4,2; M. Cortés y López, Diccionario geográfico, histórico de la España antigua: Tarrconense, Bética, Lusitania, Madrid, 1935, I, pp. 65 ss.; J. Alemany Bolufler, La geografía de la Península Ibérica, R.A.B. M., 1910, pp. 149 ss.; J. M. Blázquez Martínez, La Iberia de Estrabón, Hispania Antiqua, I, 1971, pp. 11 ss.; Textos de Consulta: A. Tardieu; Geografía, París, 1903. A. Blázquez, Descripción de la Iberia de Estrabón, Madrid, 1909. A. Schulten, Estrabón, Geografía de Iberia, FHA, VI, Barcelona, 1952. A. García y Bellido, España y los españoles hace dos mil años, según la Geografía de Estrabón, Madrid, 1968. F. Veloso y J. Cardoso, Estrabâo, Libro III da Geografía, Primeria contribuçao para una nova ediçao crítica, Oporto, 1965. F. Lassere, Strabon, Geographie, t. II, Livres III y IV, Paris, 1966.
46 Estrabón, op. cit., III, 5,5,; A. Schulten, FHA, VI, pp.82 y 119.
47 W. Potscher, der Name des Heracles, Emerita XXXIX, pp.169 ss.; Textos de consulta: R. Dion, Tartessos, l´Océan et les travaux d´Hercule, RH, 224, 1960. R. Desaud, Melkart, Syria, XXIV 3º y 4º, 1946-48.J. M. Blázquez Martínez, El Herakleion, un templo semita en Occidente, I Congreso Arqueológico del Marruecos Español, Tetuán, 1954; Id. Relaciones entre Hispania y los semitas (sirios, fenicios chipriotas, cartagineses y judíos) en la Antigüedad, en Festschrift für Franz Althein, Berlin, 1969; J. Bayet, Les origines de l’Hercule romain, Paris, 1926.
48 T. Livio, Ab Urbe Condita Libri, XXXIII, 22, 6; A. Schulten, FHA, III, pp. 175 y 341; L. García Iglesias, La Beturia, un problema geográfico de la Hispania Antigua, AEARq., 44, 1971, pp. 86 ss.; T. Livio, en FHA, III, frag. XXXII, 2, 5; Como obras de consulta, véanse C. F. Walters y R.S. Conway, Ab Urbe Condita, Oxford, 1914; P. Jol, Ab Urbe Condita, col. Budé, Paris, 1971.
49 Pomponio Mela, De Situ Orbis, II, 94; M. Cortés y López, Op. cit., pp. 39 ss.; J. Alemany Bolufler, Art. cit., pp. 360 ss.; A. García y Bellido, La España del siglo I de nuestra Era (según P. Mela y C. Plinio), Buenos Aires, 1947, pp. l9 ss.; A. Tovar, Iberische…, Op. cit., pp. 75 ss; Como ediciones críticas: C. Frik, De Situ Orbis, ed, Teubner, Leipzig, 1880; H. Hout, De Situ Orbis, ed. Didot, Paris, 1883; H. Philipp, De Situ Orbis, Leipzig, 1812.
50 Plinio, N. H., III, 8; M. Cortés y López, Op. cit., pp. 137 y 161 ss.; J. Alemany Bolufler, Art. cit., pp. 360 ss.; A. García y Bellido, La España del siglo I…, pp. 69 ss., y 115 ss.; E. Klotz, Die geographischen commentarii des Agrippa, Klio, 24, 1955, pp. 458 ss.; Schnabel, Die Erdkarte des Agrippa, Philologus, 1936, pp. 505 ss.; Como obras críticas, véanse: C. Mayhoft, Naturales Historiae, ed. Teubner, Leipzig, 1892‑1909; H. Rakham, Pliny Natural History, ed. Loeb Classical Library, London, 1961; Detlefsen, Die Geographie der Provinz Baetica bei Plinius, Philologus, XXX, 1870.
51 A. Ruiz Fernández y A. G. Rodríguez Márquez, Aportación al estudio de la numismática republicana romana de Sexsi (Almuñécar), Studia Graecolatina Carmen Sanmillán in Memoriam dicata, Granada, 1988, pp. 387 y 398.
52 Plinio, N. H., XXXII, 146; A. García y Bellido, España y los españoles.., Op. cit., p. 187; Véase como dato complementario, nota 32.
53 Darenberg et Saglio, Dictionaire des Antiquités, t. I, p. 1459, au mot «garvm»; Zahn, en Pauly‑Wissowa, VII, A, columnas 841‑849; J. J. Van Norstrand, Roman Spain, p. 183; A. García y Bellido, Fenicios y cartagineses…, pp. 82 ss.; P. Grimal et Th. Monod, Sur la véritable nature du garvm, REA, 1952, pp. 27‑28; Knock, Fragment. comic. attic., I, 186; Seneque, Ep., 95, 25; Ausonio, Ep. 25; M. P. Charlesworth, Trade Routes and Commerce of the Roman Empire, Cambridge University, 1926, chap. 9, pp. 149‑167; St. Gsell, Histoire ancienne de l’Afrique du Nord, t. I, p. 373; Pauly‑Wissowa, Sarmatia, Sila, p. 830, el término scombraria; Estrabón, Geogr. FHA, VI, 2, p. 159; Plinio, N. H. XXXI, 94; Polibio, X, 10, 2; Avieno, Or. marit., 452; A. Thomazi, Histoire de la pêche, Paris, 1947, pp. 481‑482; M. Ponsich, A propos d`une usine antique de salaisons à Belo, MVU, 12, 1976, pp. 68 ss.; Da Veiga Ferreira, Algunas consideraciones sobre las fábricas de conserva de preixe da antiguadade encontradas en Portugal, Archivo de Beja, 24, 1967, pp. 123 ss.; M. del Amo, Restos materiales de la población romana de Onoba, Huelva Arqueología, II, 1976, pp. 23 ss.; M. Esteve, Fábrica de salazón romana de la Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz), NAH, 1953, pp. 126 ss.; J. R. García, Garvm sociorvm, La industria de salazones de pescado en la Edad Antigua en Cartagena, Anales de la Universidad de Murcia, 36, 1977‑78., pp. 27 ss.; G. Martín, Las pesquerías romanas de la costa de Alicante, Papeles del Laboratorio de Valencia, 10, 1970, pp.179 ss.; M. Sotomayor Muro, Nueva Factoría…, pp. 147 ss.; J. M. Blázquez Martínez, Economía de la Hispania romana, Madrid, 1978, pp. 52, 110, 161, 162 ss., 407 ss., 443 ss.,149 ss.; Id. Historia económica de la Hispania romana, Madrid, 1978, pp. 101, 161, 263 ss.; Id. La economía de la Hispania romana, en Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal (Nueva Edición), Madrid, 1982, pp. 328, 411, 441, 547 ss.; Como obra de consulta y ampliación, véase M. Ponsich y M. Tarradell, Garvm et industries…, Op. cit.; B. Guegan, Les dix livres de cuisine d`Apicius, Paris, 1937 (En este texto se explican las técnicas de fabricación y formas antiguas de preparación de pescado).
54 (54) Marcial, M. V., Epigramm., X, 48, 11 y XXI, 52, 7; Como obras complementarias, véan se: W. M. Unsay, Epigrammae, Oxford, 1902; H. J. Isaac, Paris, 1930‑1933; M. Dolç, Hispania y Marcial, Contribución al conocimiento de la España Antigua, Barcelona, 1953.
55 Ptolomeo, C., II, 4, 6.; M. Cortés y López, Op. cit., pp. 187 ss.; J. Alemany Bolufler, Art. cit., pp. 304 ss.; Como obras críticas véanse: C. Müller, Geographia, ed. Didot, Paris, 1883; Tauchnitz, Geographia, Leipzig, 1945; F. E. Robbins, Ptolomy, ed. Loeb Classical Library, London, 1963.
56 M. Pastor Muñoz, La Península Ibérica en Marciano de Heraclea, H. A., VIII, 1978, pp. 89 ss.; J. Alemany Bolufler, Geografía de la Península Ibérica, R. A. B. M., pp. 304 ss.; A. Tovar, Op. cit., Baetica, I, pp. 66 ss.; Como obras complementarias véanse: M. Pastor Muñoz, Fuentes Antiguas sobre los Bastetanos, Primer Encuentro de Cultura Ibérica, Baza, 1982; H. Schubart, H. G. Niemeyer y M. Pellicer Catalán, Toscanos, la factoría paleopúnica en la desembocadura del río Vélez, AEA, nº 66; E. Pareja López y M. Megía Navarro, Salobreña datos para su historia, Granada, 1978; J. Fischer, Ptolomaei Geographie Codex Urbinas, Leipzig, 1894.
57 Itin. Antonin., 405, 3; J. M. Roldán Hervás, Itineraria hispana…, p. 56; E. Saavedra, Discurso de recepción a la Real Acadmia de la Historia, leído en 1862, Madrid, 1914, pp. 26 ss.; Como texto crítico de ampliación véase: O. Cuntz, Itineraria romana, I, Itineraria Antonini Augusti et Burdigalense, Leipzig, 1929.
58 F. Fita, BRAH, 57, pp. 106 ss.; R. Touvenot, Op, cit., p. 372; A. Tovar, op. cit., Baetica, I, pp. 80 y 84; J. M. Roldán Hervás, op. cit., pp. 230 y 251; C. Bermúdez, Sumario de las Antigüedades que hay en España, Madrid, 1832, p. 379; E. Saavedra, op. cit., p. 39.
59 J. M. Roldán Hervás, Op. cit., pp. 111 ss.; M. Cortés y López, op. cit., p. 375.
60 (60) Mario Victorino, I, 4, ed. Keill, H., Gramm. Latin., vol. VI, Scriptores artis metricae, Hildeshein, 1961, p. 21, (72‑85).
61 E. Hübner, Corpus Inscriptionum Latinarum, II, Berlín, 1869, nº 5495; J. Vives, Inscripciones latinas en la España romana, Barcelona, 1972, nº 5414; W. Schulze, Geschichte lateinischer Eigenname, Berlín, 1923, pp. 69 y 295; E. Groag, A. Stein y L. Petersen, Prosopographia Imperi Romani, Berlin, 1935, pp. 51 y 70; A. H. M. Jones, J. R. Martindale y J. Morris, The Prosopography of the Later Roman Empire, I, a. d. 269‑395, Cambridge, 1971, pp. 24 ss.; J. Kajanto, The Latin Cognomina, Helsinki, 1965, p. 198; Mª L. Albertos, Onomástica personal primitiva: Tarraconense y Bética, Salamanca, 1966, p. 75; Como obras complementarias véanse: M. Pastor Muñoz, Fuentes antiguas sobre Almuñécar (SEXI FIRMVM IVLIVM), Almuñécar Arqueología e Historia II, 1983; M. Pastor Muñoz y A. Mendoza Eguaras, Inscripciones latinas de la Provincia de Granada, Granada, 1989.
62 E. Hübner, CIL, nº 2002; A. Fernández Guerra, Epigrafía romano-granadina, Madrid, 1867, p. 4; M. Lafuente Alcántara, Historia de Granada, Granada, 1843, p. 341; M. Pastor Muñoz, Fuentes antiguas…, op. cit., p. 231; C. Bermúdez, Sumario, Op. cit., p. 352; J. Vives y Escudero, ILER, nº 35 y 36; E. Groag, Prosopographia…, op. cit., p. 135; E. Pareja López, Granada…, Op. cit., I, Provincia, Granada, 1981, p. 354; Como obras complementarias véanse: M. Pastor Muñoz y A. Mendoza Eguaras, op. cit.; M. Gómez‑Moreno, Misceláneas, Historia, Arte y Arqueología, Madrid, 1949; F. Molina Fajardo, A. Ruiz Fernández y C. Huertas Jiménez, op. cit.
63 L. Vázquez de Parga, Colección de Antigüedades que perteneció a D. Aurelio Fernández Guerra, Adquisiciones del MAN, Madrid, 1935, p. 4; M. Pastor Muñoz, Fuentes…, op, cit., pp. 232‑233; S. Schulze, op. cit., p.464.
64 M. Pastor Muñoz, Epigrafía romana…, p. 325; Mª L. Albertos, op. cit., pp. 22 ss.
65 M. Pastor Muñoz, Fuentes…, pp. 315 ss.; Id. Nuevo flamen, op. cit., pp. 291 ss.; Textos relativos a onomástica; M. Pastor Muñoz, A. Mendoza Eguaras, Epigrafía latina…, nº 27, 36, 105; I. Kajanto, op. cit., p. 227; Mª L. Albertos, op. cit., pp. 27, 37, 203, 204; M. Pastor Muñoz, Fuentes…, pp. 205 ss.; Textos relativos a cultos, véanse: R. Etienne, Le culte imperial dans la Peninsule Iberique d’August à Diocletien, Paris, 1974, pp. 213 ss., 231 ss.; F. Molina Fajardo, M. Joyanes Pérez, Escultura, Almuñécar Arqueología…, Granada, 1983, pp. 291 ss.; Textos relativos a flamines, véanse: G. Alfoldy, Flamines Provinciae Hispaniae Citerioris, Madrid, 1973; R. Etienne, Op. cit., pp. 122, 126, 212 y 2.
66 M. Pastor Muñoz, Fuentes…, p. 336.
67 Ibidem, p. 339; W. Schulze, op. cit., p. 430; J. Vives y Escudero, ILER, p. 751; I. Kajanto, op. cit., p. 139.
68 M. Pastor Muñoz, Fuentes…, pp. 233 ss.; A. Balil Illana, Los Valerii Vegeti, una familia senatorial oriunda de la Bética, Oretania, 89, 1961, pp. 98 ss.; C. Castillo, Prosopographia Baetica, Pamplona, 1965, pp. 123 ss.; A. Prieto Arciniega, Estructura social del Conventus Cordubensis durante el Alto Imperio Romano, Granada, 1973, p. 46; Como obras complementarias, véanse: M. Pastor Muñoz, Aspectos sociales y económicos del Municipium Florentinum Illiberritanum, AEA Rq., 1983; Id. La sociedad en el municipio romano de Iliberis, Sodalitates, III.
69 M. Pastor Muñoz, Fuentes…, pp. 341‑343.
70 Ibidem, pp. 344‑345.
71 Ibidem, pp. 348‑349.
72 Ibidem, pp. 349‑350.
73 Ibidem, pp. 350
74 M. Pastor Muñoz, Fuentes…, pp. 345‑348; Sobre cronología de ánforas, véanse: M. Beltrán Lloris, Las ánforas romanas en España, Zaragoza, 1970, p. 480; R. Rodríguez Almeida, Novedades de epigrafía anforaria del monte Testaccio, Recherches sur les amphores romaines, Col., École Française de Rome, Roma, 1972, p. 137
75 E. Flórez, Medallas de las colonias, municipios y pueblos antiguos de España, Tres tomos, Madrid, 1758 y 1773, lam. XXVII; A. Heiss, Description générale des monnaies antiques de l`Espagne, Paris, 1870, 1, pl. XLVI; V. I. de Lastanosa, Museo de las medallas desconocidas españolas, Huesca, 1645, p. 224, nº 15; Como obras complementarias de este tema, véanse: A. Ruiz Fernández, Las monedas de Seks.; J. C. Lindberg, De nummis punicis sextorum, olim a Canaca et Concanae tributis, Auniae, 1824; A. Delgado, Nuevo método de clasificación de las medallas autónomas de España, Sevilla, 1871‑1876; M. Gómez‑Moreno, Misceláneas, Madrid, 1949; A. Beltrán, Curso de numismática, I, Numismática Antigua de España, Cartagena, 1950; O. Gil Farrés, La moneda hispánica en la Edad Antigua, Madrid, 1966; A. M. de Guadán, Numismática ibérica e ibero‑romana, Madrid, 1969; Id. Tipología de las contramarcas en la numismática iberoromana, Numario Hispánico, 17, IX, 1960; L. Villaronga y Garriga, Numismática Antigua de Hispania, Barcelona, 1978; F. Chaves Tristán y Mª C. Marín Ceballos, Numismática y religión romana en Hispania, La religión romana en Hispania, Madrid, 1981; Id. El elemento religioso en la amonedación hispánica antigua, Actes du 9è. Congrès International de Numismatique, Louvaine‑La Neuve, 1982; P. P. Ripollés, Corpus Nummorum Hispanorum, I, Medagliere Vaticano, Rev. Italica, 16, 1982; E. Acquaro, Note di epigrafia monetale punica, RIN, 76, 1974; E. S. G. Robinson, Punic Coins of Spain and their bearing on the Roman Republican Series, Oxford, 1956; N. C. Robinson, Carthaginian and other Sout Italian coinage of the second Punic War, 1964.
76 J. M. Solá‑Solé, Miscelánea púnica‑hispana IV, Sefarad I, 1967, p. 25.
77 F. Molina Fajardo y J. L. López Castro, Numismática antigua de Almuñécar, Almuñécar Arqueología e Historia, 1983, p. 188, lam. VIII, nº 97, y lam. X, nº 121.
78 E. Levi‑Provençal, La description de l’Espagne d’Ahmed al‑Razi, Was al‑Andalus, III, 51‑108.
79 M. Sánchez Martínez, La Cora de Ilbira (Granada y Almería en los siglos X y XII, según al‑`Udri, (1003‑1035)), Cuadernos de Historia del Islám, 1977, pp. 5‑8; Ben Sarifa, Nusus `an al‑Andalus, ed. de al‑Aziz al Ahwani, 90, Almuñécar, Arqueología e Historia III, 1986, p. 210.
80 Ben Sarifa, Nusht al‑musstac, ed. en Roma, 564, Almuñécar Arqueología e Historia, III, p. 210; Obra general sobre Idrisi: R. Dozy y M. J. de Goeje, Idrisi, Descriptión de l`Afrique et de l`Espagne, Leyden, 1866.
81 Sobre este punto véase: La España musulmana en la obra de Yaqut, de Abd‑al‑Karim, Gamal, Cuadernos de Historia del Islám, 6, 1974.
82 `Al Wahid al Marrakusi, al Mu`yib, ed., al‑Aryan y al‑`Alami, El Cairo, 1949, 371.
83 E. Levi‑Provençal, La Peninsule Iberique au Moyen Âge, d`après le Kitab ar Rawd al‑Mictar, Leyden, 1938, pp. 225 ss.
84 Al‑Sabti, en al‑Rawd al‑Mi`tar, ed. Ihsan `Abbas, 548, Almuñécar, Arqueología e Historia III, citado por Ben Sarifa, pp. 213‑214.
85 Para este punto véase: Chabana, Mohamed Kamal, Ib al‑Jatib en Mi`yar al ijtiyar fi dikr al‑ma`‑ahid wa‑l‑di‑yar, s 1, 1977.
86 J. Simonet, Descripción del reino de Granada, Almuñécar en Ibn al‑Jtib, Historia de la dinastía Nazerita, 1860, p. 63.
87 Ibn al‑Jatib, Al Lamha al badriyya, 29, publicado por Dar al‑Jadida Ihaa, IV, 608, de M,`AA.`Inan, citado por Ben Sarifa, Almuñécar…, III, p. 205.
88 Ben Sarifa, Al Jatib, Al Ihata, III, 469, Almuñécar…, III, p. 205.
89 Ben Sarifa, citando el texto Diwan al‑sayyb wa‑l‑yahan, Almuñécar…, III, pp. 606‑607.
90 Véase en Ibn al‑Jatib el texto sobre construcciones navales (en su maqama Mi`yar al ijtiyar fi dikr al-ma`ahid wa‑l‑diyar).
91 A. Malpica Cuello, Primeros elementos de análisis de la estructura de poblamiento en Almuñécar a fines de la Edad Media: Al Umari, Almuñécar Arqueología e Historia, II, 1983, p. 395.
92 Para este punto véase la obra de L. Seco de Lucena, Subh al a`sa Kitabat al insa, Aubar, 1975.
93 Texto de consulta: E. Levi‑Provençal, La Peninsule…, texte arabe de notices relatives à l`Espagne, au Portugal et au Sudoueste de la France, Leyden, 1938.
94 J. Sermet, Op. cit., p. 182.
95 Mª C. Calero Palacios, El Manuscrito de Almuñécar, Libro de Apeos, del Archivo de la Diputación Provincial de Granda, Extracto de sus textos, Almuñécar Arqueología e Historia, II, pp. 427 ss.
96 A. Malpica Cuello, Almuñécar y su tierra en vísperas de la llegada de los cristianos, Almuñécar Arqueología e Historia, 1982, p. 420.
97 Liagre de Sturler, Les relations commerciales entre Gênes de la Belgique et l`Outremont, vol. II, docum. 382, pp. 382 y 508 a 510, t. II, docum. 386, pp. 514‑515.
98 Cfr. nota 19.
99 A. Malpica Cuello, Primeros elementos…, p. 196.
ESTRUCTURAS ARQUITECTÓNICAS DE SEKS
1. ESTUDIO SINCRÓNICO DE LOS MATERIALES
El desarrollo de la arquitectura romana desde sus inicios hasta su expansión en todo el Imperio, se debió fundamentalmente a la asimilación de técnicas importadas del Próximo y Medio Oriente100.
Sus antecedentes se hallan en las culturas mesopotámicas y egipcias. Los elementos más desarrollados en ellas fueron arco, bóveda y ladrillo101. A estos tres elementos, Roma suma su descubrimiento: el opvs caementicivm, cuyos componentes son: piedras menudas e irregulares, cal grasa, arena y puzzolana que, al combinarse, experimentan una reacción tal que, de forma acelerada, adquiría una dureza que superaba a la de los componentes. La cohesión que ofrecía esta novedad de aparejo, fomentó que se levantaran grandes bóvedas.
La aportación que el arquitecto romano Vitruvio hace a este respecto en su obra Architectvra, comprende sólo la época republicana, y particularmente la de César y Augusto. Por ello, los elementos arquitectónicos, que se utilizan en esta fase, son los importados y la técnica del opvs caementicivm. No obstante, es obligado decir que la mayoría de los elementos constructivos, tanto en materias-base como en técnicas de alzado y cubiertas, se encuentran en los cánones de la obra del antes citado autor102. Así, el opvs signinvm, caementicivm, incertvm, testacevm y, en algunos aspectos, vitatvm, forman el nudo de los conjuntos arquitectónicos localizados en Seks, habiéndose comprobado la existencia de estas formas y técnicas en más del 90% de los sectores en que ha sido dividida la ciudad moderna, para realizar el trabajo con cierta comodidad, y principalmente a una escala que permita una visión clara de cuanto existe en cada área del complejo industrial.
Uno de los primeros estudiosos del tema arquitectónico fue Nibby103. En ese mismo siglo, Choisy104 continúa los trabajos iniciados por éste, utilizando los mismos métodos. Le siguen a muy corto plazo, Miles, Lanciani, Van Deman y T. Franck105.
La técnica y el modo de empleo de los materiales son la base de donde parten los estudios que tales investigadores usaban en sus respectivos métodos de identificación e interpretación, estableciendo sus esquemas cronológicos a partir de las conclusiones obtenidas en sus diversos análisis.
Hay un trabajo, que se pretendió generalizar como modelo de estudio en todo el período romano, siempre bajo el mismo condicionante del problema de las cronologías, que no llegó a alcanzar sus pretensiones, por limitarse su investigación al período comprendido entre la Pre-historia y el período de los Antoninos.
Con ello, el carácter unitario y generalizador que se le quiere dar a la obra, queda incompleto. Pero Blake106, su autor, no sólo quedó falto de ese sentido unitario que él quería dar a su trabajo, sino que tampoco se podía hacer extensible al complejo mundo arquitectónico de las Provincias, donde el substrato autóctono ejerce una importante influencia al implantar nuevas técnicas en sus respectivos territorios.
Lugli107 es el único que realiza un trabajo arquitectónico completo, pero no ya basado, como los anteriores, en la evolución de las técnicas, sino en la clasificación extemporánea de todas las manifestaciones arquitectónicas del mundo romano y, principalmente, en el ámbito de Roma.
Los aspectos más destacables de su obra se centran en: catalogación de sistemas, considerando importante la concentración de materiales usados, según el tipo de edificio y su funcionalidad. Con ello concluye diciendo que cada tipo de edificación exige la técnica que requiere su propia finalidad.
El estudio del ladrillo, como elemento constructivo, ha sido, sobre todo en Roma (porque en provincias este fenómeno se da escasamente), uno de los factores más precisos a la hora de establecer la secuencia cronológica, en momentos, absolutamente precisa. Esta práctica se lleva a cabo sobre el ladrillo rectangular, dándose la circunstancia de que algunos llevan el sello del alfarero. Pero el momento decisivo tiene lugar cuando se imprime sobre él un dato tan importante como el año consular108.
Esta información documental, tiene valor cuando el material no es reutilizado, fenómeno muy frecuente.
El trabajo más completo, en este aspecto, sobre sellos es el de Bloch109.
Utilizando la técnica latericia, Gros investiga las razones por las que se producen determinadas estructuras arquitectónicas, valiéndose de los aspectos económicos, políticos y sociales de cada momento y lugar110.
La obra más importante, en técnica edilicia, ha sido realizada por Adam111. Su interés queda centrado en los siguientes temas: trabajo lítico, es decir, estudio de la piedra indicando la cantera y sus procedimientos de extracción; instrumentos usados; mortero, materiales secundarios; madera y toda la gama componentes-base utilizados en arquitectura.
Según Steinby112, los estudios deben hacerse en zonas parciales, sin tomar como elemento matriz los prototipos que Roma presente. Esto es una ruptura fuerte con los sistemas precedentes, que prescinden de los cánones tradicionales utilizados para la catalogación y datación de la obra arquitectónica. Con ello, considera necesario una división radical entre lo que es un edificio metropolitano, y lo periférico o provincial. Por ello piensa que no se debe practicar el método analógico cuando se quiere establecer un paralelismo entre los diversos lugares en que el estudio de determinado edificio se lleve a cabo. Esto conlleva cierta libertad de interpretación algo independiente, al estudiar la arquitectura, sobre todo la provinciana, donde hay muchos factores condicionantes, como la infraestructura autóctona, que se debe tener muy en cuenta, porque no es nada despreciable tanto en materiales como en las técnicas constructivas o arquitectónicas. Ejemplo se ve en la Península Ibérica antes de la irrupción cultural romana. El substrato urbanístico autóctono de Hispania influirá decisivamente en las concepciones planimétricas de las ciudades, principalmente cuando los asentamientos, en su mayoría, tendrán lugar sobre estructuras preexistentes.
En Hispania se tiene: Sagvntvm, Carthago Nova, Castvlo, Italica, Hispalis, Cordvba, Malaca etc113.
2. MATERIALES USADOS
2.1. La Piedra. Opvs caementicivm
Dentro de la tradición más generalizada en la arquitectura romana en el uso de materiales base de construcción, se encuentran el tufo y el travertino.
Al principio se practicaba la técnica ciclópea, sin argamasa. A partir del siglo III a. de C., esos grandes bloques de piedra son usados en proporciones más pequeñas, de contorno irregular y unidos con mortero de cal grasa, arena y puzzolana. A esta nueva composición de materiales se la denominará, a partir de este momento, opvs caementicivm.
Cuando un alzado de fachada es construido con piedras de aspecto externo algo refinado y geométrico, a esta técnica se llama opvs incertvm114. Las primeras manifestaciones de este invento, que se inician en el siglo II a. de C., tienen lugar en Roma, Ostia y Pompeya[1]. El uso de la piedra toba se generaliza a mediados del siglo I a. de C. Este tipo de roca ofrece las ventajas de ser más blanda y moldeable. Cuando en el opvs incertvm la piedra, en su talla, adquiere forma casi troncopiramidal, se da lugar a una nueva tipología que se denominará opvs reticvlatvm.
Haciendo juego con esta técnica, suele aparecer el ladrillo, que forma planos horizontales; mientras que la piedra lo hace ocupando las esquinas de los edificios, como ocurre en los pilares del acueducto de los Milagros, en Mérida.
La combinación del opvs latericivm y el opvs incertvm dio lugar a la aparición de un nuevo sistema de aparejo: el opvs mixtvm.
El opvs reticvlatvm, piedras tratadas hasta conseguir forma troncopiramidal, y el opvs latericivm, aparecen en época de Tiberio; pero su mayor difusión tiene lugar a lo largo del siglo I d. de C.
2.2. Arcilla
Es un elemento usado en todo el Mediterráneo, tanto en tapial como en adobe secado al sol. La cronología de su uso va desde los primeros tiempos de la historia de Roma hasta la época clásica. Es precisamente Vitruvio quien ha dejado el testimonio más claro cuando la cita como componente de los elementos arquitectónicos116. En los estudios de Blake, el uso de tal material se remonta al siglo VI a. de C., sobre todo en la fabricación de tégulas planas y curvas117.
Haciendo un poco de arqueología en esta materia, se admite, con evidencia, que este material, o su uso, entra en Roma por influjo de las colonias griegas del sur de Italia y Sicilia. Dando fe de ello, se puede comprobar que en la Magna Grecia se utiliza la terracota como elemento arquitectónico decorativo, desde época muy temprana118. En tiempos de Augusto la localidad de Urbisaglia era el centro más importante de fabricación de ladrillos. En Pompeya aparece desde el siglo II a. de C. La primera arcilla que se utiliza en Roma, como elemento de construcción, es importada.
La técnica del opvs testacevm consiste en el uso del opvs caementicivm con revestimiento exterior de ladrillo cocido y colocados a ambos lados del paramento. En los inicios se usaban tégulas rojas. Posteriormente se comienza la fabricación de un tipo de ladrillo, que se dividía formando dos partes llamadas semilater por su forma triangular. Sus medidas eran 22 x 26 cm, y cuya parte angulosa se encajaba en el hormigón para dar mayor cohesión al aparejo. Blake afirma que, en un principio, esta nueva técnica se utilizaba en aquellas estructuras urbanas que tenían que soportar humedad y calor de forma intensa, como en las termas119. El ladrillo se combinó, en un principio, con el opvs incertvm, con el fin de conseguir planos horizontales, dándose la misma utilización con el opvs reticvlatvm, cuyo fin era el mismo.
A partir de Tiberio, se encuentran edificios totalmente construidos con este material. En tiempos de Augusto, se utiliza tan sólo en los paramentos interiores, mientras que los exteriores eran revestidos con piedra. A finales de la época de Augusto, el ladrillo se usa también en los exteriores. En tiempos de Tiberio su uso adquiere carácter oficial, y se llega a producir cierta evolución en su empleo. Estas variaciones experimentadas se utilizan para establecer, una secuencia cronológica. De esta manera se determinan una serie de detalles que indican tal evolución: tipo de arcilla, corte hecho sobre los ladrillos, módulo de ladrillos por metro de altura, sistemas bipedales a intervalos regulares en muro etc. Con el tiempo su grosor disminuye y se aumenta la cantidad de mortero en las juntas, lo que conlleva un incremento de medidas en módulos120.
3. EDILICIA ROMANA EN LA BÉTICA
Como preámbulo para explicar el proceso de adaptación a los nuevos sistemas edilicios en Seks, se toma muestra de los existentes en Roma, aunque no se suceden al mismo ritmo y tiempo.
El tipo de ladrillo (opvs testacevm) de forma triangular, no sustituye al rectangular. Otra de las variantes se produce en el revoque usado entre ladrillos, así como la ausencia de sellos en los mismos121. Lo que más abunda es la piedra en sus variados tipos de tallados122. Pero lo que sí se impone, por razones estrictamente de necesidad, es el ladrillo, elemento base en construcciones como las termas, donde los factores de humedad y altas temperaturas siguen siendo los máximos condicionantes de su uso. El empleo del ladrillo, como elemento dominante del aparejo, se da en las siguientes estructuras de Seks: en la casa romana del Castillo: en el sistema hídrico de termas, pero sólo en el hypocavstvm; También se ha detectado en silos y en un pasillo corredor subterráneo que pone en contacto las dependencias internas del mismo y su salida, en un punto de la entrada principal; y en otro, con la Tenaza o sistema defensivo casi periférico, en la zona sur del mismo Castillo. En los sistemas abovedados sólo se ha registrado un caso, cuyos muros y bóvedas son de piedra, revestidos de ladrillo usando dos módulos de medida. Como dato de interés, encima de esta estructura, con naves comunicadas por arcos abovedados, hay un depósito de agua cuya superficie abarca el tamaño de las naves situadas debajo123.
Por otro lado, conviene añadir que este sector estaba formado por una secuencia de naves del mismo estilo y composición, dadas las ruinas detectadas, y que abarcaba el espacio que se indica en la planimetría levantada. El uso del ladrillo en este sector se hace extensivo a las cubiertas y paramentos del grueso muro que delimita las terrazas en que queda enmarcada toda el área de las salazones de Poniente. Se utiliza tanto el ladrillo como la roca pizarrosa y la toba; con lo que se concluye que este sector ha sido retocado o reedificado con materiales de acarreo de otra estructura anterior rota.
Hay un segundo sector, con sus paramentos levantados de piedra, abovedado, pero con entrada flanqueada por una bóveda de medio cañón, e incluso los muros de soporte edificados con el mismo material124. El componente base de este sector, mayoritariamente, es de pizarra, elemento común en la mayor parte de los edificios del conjunto. Se puede decir que casi el 99% de las edificaciones están construidas con este tipo de roca. Por ello, las formas usuales de edificación, en cuanto a técnicas, son el opvs caementicivm, opvs incertvm y, en mucha menor proporción, el opvs testacevm.
Como se dijo, el ladrillo puede verse en el hypocavstvm de las termas de la casa romana125, y en las termas junto al acueducto, a la entrada de la Puerta de Granada.
En otro punto de la ciudad, relacionado con el sistema hídrico de distribución, aparece una nave subterránea, desde cuyo inicio se produce una bifurcación hacia dos lugares contrapuestos de la ciudad: uno, en dirección al antiguo depósito de aguas de la Iglesia de la Encarnación; otro que, a pocos metros del sitio de entrada al canal, se dirige hacia el sector norte del casco viejo, y en el que se ve un sistema de conducción con tubos de cerámica, que debieron constituir una red de distribución de las diversas partes del complejo industrial, y a todos los niveles. Esta prueba puede hacerse extensible a la totalidad del conjunto. Se trata de una nave abovedada de ladrillo visto y argamasa126. Tal coincidencia, con unidad de criterio en cuanto al uso del ladrillo, se produce siempre que se da la circunstancia de uso relacionado con elementos destinados al almacenamiento de agua y a la producción de calor, donde la arcilla es el mejor elemento127.
Como colofón a este breve esbozo, tanto de la clasificación general de las técnicas y materiales romanos, como de los usados en esta localidad, y dejando un resquicio en este proceso de investigación general, se admite, como verdadero, concluir que los estilos y modos arquitectónicos de este complejo industrial se cumplen con regularidad, debido a que el entorno geográfico y geológico permitían conseguir con facilidad materiales como arcilla, bastante abundante, para el ladrillo, piedra, elemento soporte sobre el que se asienta el conjunto industrial. No es necesario violentar los cánones romanos, aunque hay situaciones en que las estructuras, paramentos y edificaciones dan señales de alteraciones en sus formas estructurales, tal vez debidas a situaciones extrañas a la propia arquitectura, como los derrumbes provocados por el abandono y el paso del tiempo, crisis económicas, recomposiciones y reutilizaciones hechas por los propios romanos en sus diferentes fases de historia local y, lo peor a nuestro entender: reutilizar materiales de un estilo arquitectónico derruido, en la recomposición o nueva edificación de otro. Muestra de ello se ve en el uso indiscriminado y anárquico de piedras, ladrillos y tobas en algunos paramentos, como un sector de la zona de Poniente. Todo esto muestra un sistema arquitectónico en decadencia, coincidente con una época de crisis económica y social (siglo III d. de C.)128. Precisamente, el caso de las reutilizaciones de materiales va a ser el caballo de batalla a la hora de realizar un intento de composición de la cronología de este complejo. Si no se olvida que la permanencia romana aquí ha subsistido desde el siglo II (o antes, a partir del 206 a. de C.), hasta el s. V d. de C., con guerras civiles por medio, crisis del siglo III d. de C. etc., difícil se presenta establecer una secuencia cronológica, y ello aproximada. Si se sitúa la cronología del flamen a finales del período de Marco Aurelio (161‑180), la reconstrucción de esa área de la factoría debió realizarse en época muy posterior a la de la propia inscripción, es decir, por lo menos después de la crisis del siglo III129. Caso aparte es el uso de la piedra tallada, que se describe usada en las esquinas de la torre de descarga del acueducto romano130. Según la historiografía islámica, las esquinas de tal torre se encontraban fortificadas con piedras talladas, porosas y resistentes, comprobándose que es toba, elemento lítico práctico y útil para tal construcción. Este material aparece también en los componentes del Majuelo, utilizado en los paramentos de una edificación que se asemeja al resto de un foro del complejo de la factoría de Poniente. La toba se reutiliza en construcciones tanto romanas como medievales y modernas. Así, edificaciones de cuarenta años atrás, han usado bastante material procedente de las estructuras romanas sobre el mismo solar moderno, en donde existió el alzado de un edificio de tal época. En lo referente a las zonas portuarias, se ha citado la existencia del espigón en párrafos anteriores. Su composición coincide con el descrito por Vitruvio cuando habla de los componentes usados en zonas ganadas al mar131. El nivel del mar está a tres metros aproximadamente del actual132.
SISTEMAS DE NAVES ABOVEDADAS DE SEKS
Los sistemas analizados en la mayor parte de los sectores del conjunto arquitectónico de Seks, constituyen, por ahora, un precedente sin paralelos en las actuales plantas urbanístico-industriales del Mediterráneo.
Después de un recorrido por numerosas factorías de salazones en la cuenca mediterránea y en la costa marroquí atlántica, tan sólo se han identificado algunos elementos aislados similares a los de Seks, no sólo en la forma sino en el tipo de aparejo utilizado133. Pero esto no es suficiente para establecer principios por los que se levanta una estructura en la que hay un predominio de formas arquitectónicas tan reiteradas, en un complejo que se viene denominando Mvnicipivm y Oppidvm.
Paralelos, hasta ahora, no se han detectado para establecer conexiones tipológicas. En las factorías marroquíes se ha comprobado que, incluso las más relevantes, carecen de infraestructura urbana134. Puede ser que una localidad de las cercanías de Lixus (Larache, Marruecos), con el tiempo, ponga al descubierto un sistema similar. Por ahora no hay configuración de estas características.
Por ello es obligado comenzar el estudio e interpretación de los sistemas a analizar, sin contar con precedentes donde establecer unos mínimos elementos referenciales. En este sentido Seks es única en su forma, composición y ordenamiento135.
Dado que los elementos de estudio están constituidos por una secuencia de sistemas abovedados, orgánicamente distribuidos por todo el complejo, es conveniente establecer un plan de trabajo que describa y busque aquello que, con objetividad, conduzca a una explicación del fenómeno, admitido como razonable y coherente.
Se van a describir los diversos componentes, pero no desligados del sentido unitario que conforma la totalidad del conjunto industrial.
Como preámbulo, es necesario prefijar que, a la hora de adoptar un criterio lógico, en las cercanías de Seks han sido detectadas varias villas rústicas romanas, que abocan a una razonable justificación del comportamiento estructural de este conjunto.
Dado el uso de la técnica de abovedamiento sistemático en todos los niveles del complejo, es preciso establecer cómo se presenta y qué alineamientos sigue.
En primer lugar es obvio que la posición de estos sistemas, unas veces sigue la forma del terreno, entrelazando secuencias de naves sin demasiado esfuerzo para corregir los defectos del suelo y, otras, esta arquitectura prosigue su línea, superando desniveles a base del ya conocido método de aterrazamiento.
Pero, y esto es cuestión pendiente aún, lo que primero se debe hallar es algún indicio o técnica seguida en el sistema constructivo del mundo grecorromano, que sirva de referente, para explicar, con algún fundamento histórico precedente, el problema que genera la cuestión: los sistemas abovedados de Seks, y la terminología aplicable, aunque sea por analogía semántica. Para ello es preciso remontarse al mundo antiguo, y ver la evolución del uso de la bóveda, sus fines, proceso de la misma y derivaciones funcionales a través del tiempo. Por esta razón, los precedentes históricos de Seks radican en una desviación de uso (experimentada ya en las formas conocidas del mundo romano y griego) de los considerados criptopórticos. Tales elementos tienen su razón de ser, dentro de un tipo estructural, en ocupar los huecos vacíos que muestra un edificio, o salvar los desniveles del terreno cuando se levanta un conjunto arquitectónico de cierta entidad en espacio y volumen.
En principio, estas áreas quedaban ciegas; pero después se les fue dando utilidad hasta convertirlas en pasillos subterráneos y paseos; en superficie, cubiertos (στoά), y simples vías de comunicación subterránea en una misma edificación.
Estos son, en términos generales, los usos más habituales que se dieron a los sistemas abovedados situados en la parte más baja de los tipos de edificaciones que requerían tales elementos136. Con el paso del tiempo, y por razones de necesidad, estas construcciones, denominadas criptopórticos, llegan a prestar servicios muy diferentes a los que habían venido desempeñando. Por ello, y atendiendo a este fenómeno, dentro de los usos secundarios, se ha comprobado que, en muchas ocasiones se utilizaron como tiendas y, sobre todo, como horrea; lo que lleva a pensar que, al darse con cierta frecuencia tal desviación de uso, y ello comprobado en numerosos edificios, los analógicamente llamados criptopórticos de Seks, pueden ser entendidos como corriente arquitectónica derivada de esa desviación de función que se hizo en numerosas ocasiones en este sistema de construcción grecorromano.
No se va a usar el término criptopórtico porque, en realidad, no son tales, aunque mantengan la misma forma, salvo en la denominada Cueva de Siete Palacios, donde casi con toda probabilidad se cumple uno de los principios para los que los antiguos criptopórticos se levantaron: equilibrar un sistema arquitectónico. Tal explicación puede ser admitida en este complejo especial dentro del conjunto de Seks. Pero puede constituir un hecho aislado en todo un sistema.
También se ha de considerar que, en un principio, pudo servir de criptopórtico, aunque las proporciones hacen pensar en un conjunto con unas dimensiones triples a lo que hoy se conserva.
Por otra parte, tras las excavaciones practicadas en su interior, y una vez analizados los resultados, se ha comprobado que tal espacio ha sido reutilizado como centro de preparación de salazones, con estructuras tan elementales que parecen completamente fortuitas y asistemáticas. Pero también cabe la posibilidad de que la arquitectura sobre la que han aparecido componentes destinados a salazones, sean restos de formas arruinadas bajo la nueva construcción romana. Testigo de ello es la existencia de muros más antiguos sobre los que, en ocasiones, se montan los nuevos de este edificio (cfr. Planimetría, sector L, fig. 18).
Los indicios arqueológicos hallados no son más que meros indicadores de un uso secundario y ocasional para infraestructuras industriales. Que en épocas posteriores, tales espacios se incorporen a un uso de local de almacenamiento, depende de un cambio de función de tal edificación en el tiempo.
Por estos datos, es obligado dar una breve explicación histórica que, en la medida de lo posible, aporte algo de luz sobre formas que no cuentan con paralelos en lo que tradicionalmente se viene considerando factoría de salazones. Ni las más importantes colonias del Mediterráneo aportan un cuadro de elementos estructurales que se asemejen a lo que aquí es objeto de estudio.
Por ello, y haciendo un intento de llegar a una explicación ajustada a verdad, hay necesidad de mostrar un recorrido histórico tanto por elementos aislados como por conjuntos monumentales completos.
Debido a ello, forzados por la necesidad, se inicia el estudio partiendo de lo que históricamente se considera criptopórtico que, con prudencia, se tratará de relacionar con las formas que se abordan en este trabajo.
En términos clásicos, la palabra κρυπτά procede del griego κρυπτός, o su substantivo κρυπτή. Dicho término pasa al latín a finales de la época republicana romana, y es usado por Varrón y Vitruvio137. En tal época el término se entiende en latín como via qva per montem perfvssvm itvr138. Hay diez formas a las que se aplica este término, dentro de la arquitectura grecoromana139. En la terminología edilicia aparece relacionado con edificaciones como horrevm140, lo que la aproxima al significado aplicable a las estructuras de Seks.
El texto de Vitruvio dice así:
«qvi avtem frvctibvs rvsticis servivnt, in eorvm vestibvlis stabvla tabernae, in aedibvs criptae horrea apothecae ceteraqve qvae ad frvctvs servandos magis qvam elegantiam decorem possvnt».
Su traducción: «Quienes se dediquen a los frutos del campo, los compartimentos se han de construir de forma que los establos y almacenes se levanten en los vestíbulos, y en la casa, los subterráneos, graneros y almacenes y todo aquello que pueda servir más para conservar los frutos que de adorno para elegancia».
Los criptopórticos, en general, presentan dos problemas: su verdadera definición y sus antecedentes. Tanto lo uno como lo otro se suman provocando gran disparidad de formas y definiciones arquitectónicas. El primer problema queda ya resuelto en el siglo III a. de C., considerándolo como una edificación utilizada para pasadizo subterráneo cerrado. Esta oscuridad, en su origen, hace surgir a la vez, cuestiones sobre sus funciones, estructuras y técnicas desglosadas en tipos variados, y provocando mezclas de poca relación con los módulos primitivos. Así, no se puede hablar de modelos que no se dan bajo una forma bien estructurada, y perfectamente adaptados a las diversas funciones.
Será interesante exponer los tipos que los arquitectos romanos han creado, haciendo ver que su realidad difiere de los cánones antiguos, hasta el punto de que no necesariamente sean edificaciones subterráneas, sino que aparezcan como modelos urbanísticos más o menos en superficie. Esto se va a dar, y más en época republicana, tanto en las construcciones públicas como privadas, siendo utilizadas para los más diversos fines, respondiendo a las necesidades que cada comunidad o estructura pueda precisar, tal como, según se ve, ocurre con Seks.
Los tres aspectos de interés para su estudio son:
Funciones,
Estructuras,
Técnicas.
Finalmente se finaliza con conclusiones cronológicas, modos de transmisión, y relación con sus antecedentes.
1. Funciones
La función más evidente, en su interpretación como precedente, viene dada por la propia estructura arquitectónica. Se podría decir que los diversos tipos que aparecen en Seks se catalogan bajo las siguientes variantes que en cada momento se definirán formalmente:
1.1. Sostenimiento y adaptación de los espacios para explanadas y terrazas.
Esta definición es más apropiada a los criptopórticos monumentales de Roma, con las subsiguientes variantes que se puedan presentar, ya que a la función de sostenimiento de estructuras superiores, se pueden asociar utilizaciones más prácticas (aquí entran en juego los diferentes niveles sobre la base, que se dan en Cueva de Siete Palacios, con división hecha de muros) y estancias mejor aprovechadas (división de los dos sectores en la citada Cueva, a causa de los niveles del suelo). Ejemplos de uso como soporte de terrazas se encuentran en la exedra de los Atálidas de Delfos; en las salas subterráneas de los Ptolomeos141, con su complejo de cisternas etc.
1.2. Terrenos
Limitación de los terrenos por construcción parcial en subsuelo que permite agrandar las terrazas, corregir desniveles, ganar espacios utilizables para depósitos, graneros, tiendas, almacenes, etc. De ello se deduce que su función no está exclusivamente vinculada a ser un elemento de sostenimiento.
1.3. Rellenos de zonas quebradas
Por otra parte, sin menoscabo de la función anterior, hay situaciones en que las irregularidades del suelo no son salvadas por este sistema, y la solución se halla utilizando otra técnica edilicia: rellenar los espacios menores con mortero y piedra, como ocurre en la mayoría de zonas huecas del casquete superior del conjunto arquitectónico de Seks. Éste es el recurso más aplicado, dada la frecuencia de irregularidades morfológicas que presenta la superficie rocosa de numerosos sectores de este núcleo industrial.
2. Estructuras
2.1. Plantas
Los tramos extensos se mantienen con superficie regular, pero los suelos anómalos, por fuerza natural, violentan las normas de la edificación para seguir su propio sentido arquitectónico. Muy importante aquí es hacer notar que, bajo ninguna condición, las naves, o pórticos cerrados, entren en una dinámica de uso en pendiente. Por ello, el trazado general de las cryptonaves, (criptas abovedadas cerradas), se alinean en una secuencia ininterrumpida, formando en las vertientes suroeste, noroeste y norte), según cotas de nivel, zonas aterrazadas en donde, por una parte, las pequeñas diferencias de altura o irregularidades del terreno, se salvan con relleno de hormigón y piedra; y por otra, los fuertes desniveles se equilibran por medio de muros contrafuertes, visibles aún.
Sobre estas dos maneras de allanar formas geomorfológicas se levantan las construcciones o criptas abovedadas cerradas, de tal manera que puede admitirse un sistema de estructuras que conforman anillos, y se van cerrando resistiendo la curvidad del terreno y las cotas, y ampliándose, según el diámetro se haga mayor. Así, los sistemas de criptas se inician a partir de las cotas 4‑6, y culminan en la 48 aproximadamente, de tal manera que, si se considera la altura media de cada serie de naves, que es de 2,70 m, más sus encofrados, con un grosor aproximado de 0,60 m, los encadenamientos de cryptonaves abovedadas, alcanzarían la cifra de nueve niveles en total, aunque supondría una regularidad del terreno en toda su superficie. Por ello se considera que las verdaderas líneas o anillos vienen indicados por los referidos muros contrafuertes en todo el espacio construido.
Así pues, en la secuencia norte-sur, se aprecian dos niveles, superpuestos a partir del muro de contención, contrarrestando la descarga del área completa de la Cueva de Siete Palacios: uno, bien definido, aunque con bastantes elementos destruidos o deformados, enrasados o transformados; otro, que se dibuja naciendo de las cubiertas abovedadas del casquete terminal del área superior.
Sin embargo, a partir del citado contrafuerte, los muros de aterrazamiento se hacen más confusos, tanto por la disminución de la pendiente como por las transformaciones que se han venido realizando a través de una evolución propia de un asentamiento como éste.
Es interesante observar cómo, por la inercia de la Historia, se van cumpliendo las ordenaciones urbanas que ya predijo Vitruvio en las orientaciones de las casas:
«Las zonas expuestas al sol sufren sus inclemencias en los climas marinos, sobre todo surmediterráneos, por lo que habrá que procurar orientar las construcciones hacia el Septentrión, que es más sano»142.
En efecto, la zona orientada al Norte ha sido la más castigada en reutilizaciones y transformaciones, notándose, por el contrario, un abandono en las áreas sur, Levante y Poniente de la ciudad, de tal manera que la mayor concentración de criptonaves abovedadas, piletas de salazones y depósitos de agua, se han localizado, en mayor número, en los citados ámbitos, siendo marcadamente superior todo lo que se considera franja sur de la ciudad.
Le siguen en cifras, sucesivamente, los grandes sectores de Poniente y levante. Los aterrazamientos son más necesarios en la vertiente de Poniente, debido al fuerte desnivel que se da en cortas distancias. Sin embargo, el sector levantino, aunque en menor cantidad, ha revelado la existencia de un amplio número de naves, formando unidad estructural que, por encontrarse en una de las zonas posteriormente más solicitadas por el fenómeno comercial, la industria y los servicios portuarios, ha mantenido su estructura, aunque algo alterada, en época medieval, y que, con sus características peculiares, por ser utilizadas como almacenes, han conservado su antigua forma en planta y alzado en todo su conjunto.
Nótese, a este respecto, que la zona portuaria más importante de este centro industrial, está emplazada en el sector de Levante, donde debió concentrarse el mayor peso del movimiento comercial, ya que constituiría la demarcación más concurrida por su amplio estuario marino.
Siguiendo la descripción, en sus características generales, se nota lo siguiente: formas cerradas de las naves alineadas, es decir, que la mayoría de los sectores presentan sus piezas separadas unas de otras, con medidas muy similares en algunas zonas (la mayor parte situadas en el área superior de la actual ciudad): tanto en las naves de soporte, como en las que se montan sobre ellas, la luz ha sido evitada hasta no poderse constatar ni una sola entrada a nave que no haya sido otra que la practicada artificialmente por los ocupantes medievales o modernos.
Tan sólo se observan, en aquellos donde su conservación lo permite, unos tragaluces, la mayor parte circulares (hoy taponados, pero de época), en la parte central de las bóvedas de las naves. A veces se ve una especie de abertura lateral, de época también, semejante a una puerta adintelada, pero no se puede asegurar que lo sea, porque todos los indicios llevan a pensar que tal entrada, actualmente visible, no es más que una prolongación artificial moderna realizada por la acción antrópica (cfr. nave partida, sector M; fig. 24).
En esta secuencia de dos o tres plantas superpuestas, no se observa más que el equilibrio arquitectónico entre la planta de sostenimiento, Cueva de Siete Palacios, y los dos probables alzados superiores, aunque uno de ellos, por los indicios, está retranqueado, dando un cierto alzado de aspecto troncopiramidal.
La tradición de los criptopórticos en el mundo romano revela, de forma casi generalizada, que tales elementos arquitectónicos se utilizan fundamentalmente para agrandar edificios, sobre todo los de carácter público, y constituirse en soportes de terrazas, con estructuras anteriormente planificadas, como puede ser la Στoά, cuya independencia primitiva se fundamenta en la época helenística y para transformarla en elementos parciales, asociados a conjuntos y modelos relacionados con las nuevas reglas de la composición arquitectónica143. Este proceso facilitará su empleo y utilización rápida en la arquitectura romana en época republicana gracias, particularmente, al uso de la nueva técnica del opvs caementicivm, que permite la construcción, rápida y económica, de la bóveda144.
3. Técnicas
El estudio de los medios técnicos parte del propio uso de los criptopórticos en época helenística, con la pertinente connotación que supone el empleo posterior como añadido innovador en la arquitectura republicana romana y su evolución, según medio y fin a que se destine.
Como es normal en toda estructura arquitectónica, deben considerarse tres aspectos fundamentales en los criptopórticos: muros, soporte y cubierta. Los muros destacan por su doble función: base y sostenimiento. El primero se establece como apoyo de su estructura. El segundo tiene por finalidad sujetar la masa arquitectónica que sobre él pesa.
Se debe levantar con un cuidadoso aparejo, de mampostería tradicional, y uso, casi generalizado, de la piedra vista y, si es posible, apoyarlo en suelo sólido, roca madre, o de similar constitución145. El grosor de los muros va en función de los elementos que soporta, y del fin para el que se ha construido. Oscila entre los 0,60 m, y los 1,20 m, según las alturas y finalidades. El módulo más generalizado alcanza los 0,90 m. En algún sector (área de la Cueva de Siete Palacios) se ven, sobre roca madre en pendiente, muros contrafuertes que mueren en altura, conjugando el desnivel sobre el que se sujeta.
Como detalle resalta la inexistencia de fosa de cimentación sobre roca, y un apoyo superficial en ella, pero con equilibrio perfecto en la adaptación al terreno. Hay pasta de encofrado en las naves del área de la Cueva, y algunos detalles aislados en otros sectores. Pero, generalmente, la piedra vista aparece en los muros verticales, y de canto, en los sistemas de bóvedas. El mortero, siguiendo las normas de Vitruvio, no se ve al exterior, sino que el aparejo está hecho con piedra de perímetro irregular, algo cuidado en su cara externa, unidas entre sí con mortero en el interior del paramento.
Los espacios pequeños se rellenan con piedra menuda, de forma que el aspecto externo muestra apariencia ciclópea. Y es que aquí se sigue la norma dictada por Vitruvio, para evitar humedad lo más posible146.
La gran cohesión es obrada por la argamasa de cal grasa y arena que une, en su parte interna, todo el aparejo exterior del alzado, y así se evita, en gran parte, la humedad, obstáculo a eliminar dentro de las exigencias de la estructura que este sistema de naves impone, considerando la función que va a desempeñar147.
A veces se dan ciertos espacios vanos, y aparentemente sin sentido que, probablemente, estén destinados a eliminar las aguas de lluvia, evitar la humedad, o como factor de equilibrio entre las temperaturas interna y externa de las naves que separan.
En algunos momentos tales espacios se interpretan como medios de acceso a las naves, o todo lo contrario, dificultar su entrada, pero se ignora. En las roturas modernas hechas sobre algunos muros de la zona semidestruida del sector de la Cueva, se observan unos conductos de sección rectangular, que han podido servir de canalización para el tendido de distribución de aguas, con tuberías de cerámica o plomo a través de ellos. Tales conducciones parecen discurrir a ras de suelo de las naves superiores unas veces, y otras, a través del interior de algunos muros.
El elemento que no se ha podido localizar aún, es la tubería, probablemente por haber estado al descubierto. En el interior de la Cueva hay dos sistemas de canalización, situados en la parte donde hoy está la falsa entrada de Levante. El más pequeño es una derivación del grande; lo que significa que del principal parten salidas que abastezcan de agua zonas del conjunto en su parte superior. La capacidad bruta del canal grande, por donde pasaba el agua entubada, tiene una potencia de más de 250 l/s. Pero, al ir el agua por tuberías, como debió ser, prácticamente se reduciría a la mitad. Es menos problemático construir un canal adintelado y colocar dentro una red de tuberías, que practicar una canalización de mampostería impermeabilizada con opvs signinvm. Esta técnica, canal con tuberías, es la supuesta en el sifón del acueducto, ya que permite, en cualquier momento, reparar una avería, a la vez que con este sistema se elimina más fácilmente la humedad.
Por otro lado es necesario admitir que estas canalizaciones sirvieron como elementos de conducción de agua de lluvia. Pero parece indicar que formaban parte de la red distribuidora planificada desde lo más alto del casquete superior, adonde llegaba el agua por medio del sistema de vasos comunicantes, desde la torre de descarga del acueducto romano. Desde ese punto irradiarían, en varias direcciones, sistemas de conducciones que abastecieron los espacios situados en cotas inferiores, como se ha comprobado con el descubrimiento de canal sobre la parte superior levantina, dirigiéndose al Peñón del Santo (fot. 2,3 ,4,5,6D). En los soportes se observa que las líneas de naves, como norma general, utilizan sus propios muros para sostener su alzado y estructura superior. Por ello, cualquier sistema que discurra paralelo a otro, lleva su propia línea de muro, de tal modo que no se usa la medianería, sino la yuxtaposición, colaborando con ello a la finalidad perseguida en estas formas arquitectónicas: la isotermia interior.
Es interesante observar que estas técnicas no se siguen en todos los sectores, sino sólo en aquellos que se encuentran más expuestos a los cambios fuertes de temperaturas estacionales, y a la fuerza y características de los vientos.
3.1. Cubierta
Las cubiertas con que se protegen los principales elementos de la factoría, o las diversas secciones y niveles industriales a través del complejo148, los espacios cubiertos, de almacenaje, o naves cerradas, están techadas con bóvedas de medio cañón, rebajadas, vaídas, y de aristas, éstas últimas formadas por el cruce, en ángulo recto, de las de medio punto (caso de la Cueva y zona aneja de hemicrucería). Hay pequeños sistemas abovedados, utilizados como medio de intercomunicación, o pasadizo que une naves entre sí (nave del «cabrero») en el sector K.
El pasadizo más grande conocido, del que aún quedan restos, discurría por la parte superior del puente romano que unía el Castillo con el Peñón del Santo. Tenía una anchura de 3,80 m, y una altura de 2,30 m. Por su interior discurría una conducción de agua, o sistema de tuberías.
Esta tesis se fundamenta en que el nivel más bajo del depósito de agua coincide con la base de la nave cubierta. Por ello el agua llegaba por un pasaje más elevado; de lo contrario, tendría que hacerse a presión, y eso no es lo normal, por eludir el simple uso de los niveles entre los grandes centros elevados.
Los pasadizos subterráneos tienen unas medidas que oscilan entre los 0,65 m de anchura y 0,75 m de altura.
3.2. La luz
En todo este sistema de terrazas para naves cerradas, es natural que la luz, o su ausencia, juegue una función importante y, por ello mismo, plantee problemas.
Como primera razón, es imprescindible exponer en qué estado se encuentran las citadas naves y espacios destinados a ellas: la casi totalidad ha sido hallada en las siguientes condiciones: cimientos sobre suelo, o roca madre; grosor medio de los muros es de 0,90 m; entrada problemática y confusa.
En la dificultad planteada sobre la forma de acceso a este tipo de nave almacén, tan sólo se han podido identificar de forma generalizada, aberturas sobre la cubierta: Hueco circular en el centro de las bóvedas, todos taponados de época, con piedra y argamasa, aproximadamente de 0,50 m de diámetro, tal como se da en la Cueva, donde puede verse la abertura rectangular de acceso y abertura respiradero.
En resumen, las entradas continúan siendo una nota difícil de explicar en el sistema. Por todo ello se estima que, en algunos casos, los accesos son patentes: entrada por agujero practicado en la bóveda, y por pasillos abovedados. La pequeña entrada adintelada es muy dudosa.
Es preciso dejar claro que de todos estos rasgos descritos se pueden colegir los siguientes fenómenos: Ausencia total de luz; grosor adecuado de los muros para que la oscilación térmica sea mínima en su interior, y de esta forma funcione como cámara isoterma; el suelo no muestra enlosado ni pavimento; no hay naves con indicios de uso de solería; sólo roca madre. Consecuencia de ello puede ser la justificación de los factores ambientales que se deben exigir para la correcta conservación de productos elaborados en la factoría: La humedad que acumularían los suelos enlosados o con pavimentos; los cambios de temperatura que provocarían muros débiles y la influencia en la degradación de las materias orgánicas que generaría la entrada de luz. Para eliminación de los gases acumulados, las naves disponían de respiraderos.
No cabe duda de que, en efecto, el comienzo de uso de los criptopórticos tiene lugar en época helenística. Esta nueva técnica es asumida por los arquitectos romanos y la aplican para nuevos fines, además de los ya conocidos.
Los usos son bastante diferentes de los que normalmente les dieron los griegos. La evolución del griego al romano se asemeja, en proporción, al que los actuales dueños hacen de ellos: En Roma sirve hasta de almacén, cosa inimaginable para un griego; en la actualidad, aquí, de vivienda, impensado para un romano.
Con todo, se cree que esta estructura, potenciada por la técnica del opvs caementicivm y las nuevas aplicaciones que el arquitecto romano y la sociedad le dan, se inicia a partir del siglo II a. de C., y perdura hasta la total desaparición del elemento romano en estos lugares.
En las invasiones que provocan la caída de la parte occidental del Imperio, los nuevos colonos se encuentran con un sistema de estructuras romanas, como terrazas pobladas de naves cerradas y de diferentes medidas, áreas con naves coronadas con piletas o depósitos de agua, mercados a ambos lados del núcleo central, puertos y zonas de servicios, templos, la red hidráulica, etc.
Cuando el elemento islámico ocupa esta localidad, y permanece en ella durante casi ocho siglos, se tiene la impresión de que apenas ha hecho uso de lo que ha encontrado, salvo de lo que le interesó. Se limitan a levantar estructuras originales propias sobre la obra anterior romana, que se encontraría en estado ruinoso en la mayor parte de los sectores.
Ocupan el espacio más estratégico del conjunto donde levantan su fortaleza, a la que denominan hisn.
Estadísticamente el elemento islámico, desde el punto de vista urbanístico, no ha dejado en herencia ni un 1% del total de estructuras propias. Por el contrario, la arquitectura romana aparece por doquier, tanto en superficie como en subterráneos.
En el proceso evolutivo del criptopórtico, a través de su misma historia, y en los diversos lugares donde se hizo uso de él, se contempla lo que le va a ir sucediendo allí donde se ha detectado su empleo y función.
Como se ha dicho antes, el modelo helenístico sufre cambios cuando el arquitecto romano lo utiliza. Así, en Aosta, por imperativos circunstanciales, en período tardío o, incluso, en fechas más recientes, los criptopórticos han sido transformados, o adaptados para ser utilizados como horrea, con una división en sectores, por medio de muros de separación149.
En Narbona hay adaptaciones similares150. La mayor parte de las transformaciones de criptopórticos en horrea, se debe a factores meramente externos y circunstanciales. Esto ocurre debido a las facilidades que presentaban para tales fines, como eran el ser un lugar cerrado y protegido de los agentes atmosféricos. Hay muchos casos en que criptopórticos, como los de Aosta, Arlés, Reims, Bavar, etc., cuya misión principal se ceñía a los cánones de Vitruvio, es decir, servir de refugio a los espectadores en caso de lluvia durante una representación teatral, desviaron accidentalmente su uso, en caso de emergencias sirviendo de almacenes151.
Insistiendo en el mismo tema, la aparición de los criptopórticos en la arquitectura romana se ve ligada al empleo del opvs caementicivm152, a la búsqueda de espacios subterráneos celulares, y a la aplicación de estas técnicas para fines bien definidos, ya al margen de los usos tradicionales de tales formas arquitectónicas.
Como se ha dicho, la degradación o multiplicación de funciones se amplía. En el mundo romano, por necesidades propias de otra sociedad y con sentido práctico y funcional, no sólo se usa este recurso para los fines originarios helenísticos, sino que se les dan otras aplicaciones, como construir depósitos de agua subterráneos, paso de circulación de carros y, como aquí trae el tema, de almacenes que aprovechen las ventajas de una nueva técnica y conseguir una aplicación más práctica a los productos almacenables. Aquí, el criptopórtico, al que se considera mejor llamar cryptonave, se ha convertido en horrevm, con modificaciones en las que pierde algunas de sus antiguas características arquitectónicas: Se dividen en secciones para aislar un producto de otro, con fines utilitarios y evitar mezclas de olores, establecer un calendario de conservación, y dificultar la piratería.
Lo que sí se puede ya proponer es una definición de aquellos tipos arquitectónicos que, como en las formas de Seks, se salen del fin tradicional de lo que se considera criptopórtico porque, teniendo en cuenta la estructura y fines de tal elemento, no se puede calificar como tal a toda nave abovedada, aunque su inspiración esté en ella, pero no la forma y tradición antiguas.
Un dato a añadir, y que aún no se ha indicado suficientemente, es el uso del opvs incertvm en la casi totalidad del complejo de Seks, lo que es novedad frente al opvs caementicivm, usado en Roma como técnica innovadora frente a los del mundo helenístico.
El sector conocido como Cueva de Siete Palacios tiene un paralelo en la villa Adriana, donde existe un compartimento de características similares al edificio de Seks. Es decir, una nave central con otras laterales y casi alineadas frontalmente. Su alzado está revestido con opvs signinvm, de un espesor de 0,03 m153y un mampuesto de contextura poco habitual en cuanto a consistencia; por lo que parece indicar que su destino ha sido el de depósito de agua. Pero del análisis exhaustivo de sus elementos constructivos se deduce que su finalidad fue servir de almacén de nieve para uso doméstico durante el estío.
Los criptopórticos de Narbona154 muestran indicios de haber servido de horrea, o más bien, relacionados con los mercados, como indican los textos155. Ernest Wilf piensa que en Narbona se da un único caso de criptopórtico usado como horrea. El plano de la edificación lleva múltiples subdivisiones y corredores, que presentan aspecto de almacenes. Estos horrea narbonenses no se encuentran ligados al forvm, cuyo emplazamiento y dispositivo general son conocidos. De esta forma los cambios producidos en el uso de los criptopórticos constituyen un precedente en que basar algún tipo de relación tanto arquitectónica como funcional.
La Arqueología no ha proporcionado aún paralelo alguno que ofrezca un punto de partida, y permita relacionar, por lo menos, las estructuras. Lo que se tiene de yacimientos arqueológicos son sólo elementos muy aislados, y sin fuerza suficiente para establecer una relación.
Los sistemas de factorías que presentan algún elemento son los de Lixus156, Tahadart157, Sahara158 y Bolonia159; que son pruebas muy parciales y reducidas en aportación de formas similares a las de Seks. Sirven para establecer una comparación meramente técnica, como es el uso del mismo material y formas abovedadas, cuya finalidad es distinta. Por ello se está algo solo al plantear una definición global sobre un conjunto que se ha venido definiendo πόλις, por la Historiografía griega, oppidvm, por los romanos, medina y ciudad, en época medieval y moderna. La verdad está en los resultados del análisis: ni cardo maximvs ni decvmanvs. Sólo una casa. Sólo naves, piletas, depósitos (…) que dan, como cuadro final, una factoría de salazones de pescado, con encadenamientos de sistemas abovedados de almacenaje.
100 Sp. Kostod, Historia de la Arquitectura I, Oxford University Press,1988, pp. 331 ss.; L. Benevolo, El arte y la ciudad antigua, 2, Roma‑Bari, 1982, pp. 22 ss.; A. Blanco, Vestigios de la Córdoba romana, Habis, I, 1970, pp. 109 ss.; A. García y Bellido, Colonia Aelia Augusta Italica, Madrid, 1966, pp. 14 ss.; Id. El urbanismo en España en la Edad Antigua, Madrid, 1968, pp. 58 ss.; C. Castillo, Städte und Personen der Baetica, Aufstieg, II, 3, pp. 601 ss.; Como obras complementarias véanse: J. M. Blázquez Martínez, Castulo, I, Madrid, 1975; R. Ramos Fernández, La ciudad romana de Ilici, Alicante, 1975; E. B. Smith, La Arquitectura egipcia como expresión cultural, Watkin Glen. N.Y. American Life Fundation, 1969; J. R. Barlett, Jericho, Guilford, Surrey, Lutter worth Press, 1982; M. A. Beck, Atlas of Mesopotamia, London and Edinburg, Thomas Nelson and Sons, 1956; H. Frankfort, The Art and Architecture of the Ancient Orient, Harmondsworth and Baltimore, Penguin, 1970; L. Lampl, Cities and Planning in the Ancient, Near East, New York‑Brazeviller, 1968; S. Lloyd, H. W. Müller y R. Martin, Ancient, Architecture, Mesopotamia, Egypt, Greece, New York, Abrahams, 1974; A. Badawy, Arquitectura del Antiguo Egipto y del Oriente Próximo, Cambridge, Massachusset, MIT., 1966; M. del Amo, Restos romanos de la población romana de Onoba, (Huelva), Arqueología, 2, 1976; W. MacDonald, The Architecture of the Roman Empire, New York, Yale University Press, 1982; J. B. Ward‑Perkins, A. Claridge, Pompeii, A. D. 79, New York, 1978; A. Boetius, Etruscan and Early Roman Architecture, Harmondsworth, New York, Penguin, 1978; T. Kraus,T. L. von Matt, Pompeii and Herculaneum, New York, Abrahams, 1973;L. Soroni Mazzolani, The Idea of the City in Roman Througth, Bloomington, Indiana University Press, 1970; F. Brown, Roman Architecture, New York, Braziller, 1965; P. Lavedon, Histoire de l`Urbanisme, Antiquité, IIè éd., Paris; A. Grenier, Manuel d`Archéologia gallo‑romaine, III, L`Architecture, l`Urbanisme, les Monuments, Paris, 1958; A. Balil Illana, Colonia Iulia Augusta Barcino, Madrid, 1954; A. Beltrán et alii, Symposium de ciudades augústeas, Bimilenario de Zaragoza, I, II, 1976‑1977.
101 Sp. Kostof, Op. cit., pp. 82 ss., pp. 94 ss., pp. 121 ss.; P. León, Notas sobre la técnica edilicia en Itálica, AEspA., 50‑51, 1977‑1978, pp. 143‑169; E. J. Miles, The materials used in the building of ancient Rome and the logical origin, Journal British and American Society, vol. I, 1885‑86, pp. 54‑55; M. Steinby, I bolli laterizi e i criteri di tecnici nella datazione delle cortine laterizie romana, Esame su un grupo di edifici ostiensi dei primi anni di Anchiani, Miscelanea Archeologica, 1967, pp. 389‑406; A. Balil Illana, Casa y urbanismo en la España antigua, La España romana, BSEAA, XXXVIII, 1973, pp. 105 ss.; Th. Hauschild, Konstruktionen auf der oberen Stadterrasen des antiken Tarraco, AEspA., 45‑47, 1972, pp. 3 ss.; A. Jiménez, De Vitruvio a Vignola, autoridad de la tradición; Como obras complementarias, véanse: J. P. Adam, La constructio romaine, materiaux et tecnique, Paris, 1984; H. Bloch, I bolli laterizi e la storia dell`edilizia romana, Contributi all`Archeologia ed alla storia romana, Roma, 1947; T. Franck, Roman Building of the Republic, an atamp to date them from their materials, Papers American Academy in Roma, vol. III, Roma, 1924; G. Lugli, Tecnica edilizia romana con particolare riguardo a Roma e Lazio, Roma, 1957.
102 Vitruvio, Arquitectura, I, 3, II; 3, 4, 5, 6, 8.
103 Como obra general véase: A. Nibby, Roma Antica, I, 1838, II, 1839.
104 Como obra general véase: A. Choisy, L`art de bâtir chez les romains, Paris, 1873.
105 E. B. van Deman, Methods of determining the date of roman concret Monuments, AJA, second series, Journal of the Archeological Institute of America, XVI, nº 2, pp. 230‑251, y nº 3, pp. 387‑432; Como obras complementarias véanse: E. J. Miles, The materials used…, p. cit.; T. Franck, Op. cit.; R. Lanciani, Ancient and Modern Roma, Rome, 1925.
106 Como obras de carácter general, véanse: M. E. Blake, Ancient roman Construction in Italy from the Prehistoric Period to August, Washington, 1947; Id. Roman Construction in Italy from Tiberius throught the Flavian, Washington, 1959; M. E. Blake, D. Taylor Bishop, Roman Construction in Italy from Nerva throught the Antoninus, Filadelfia, 1973.
107 Véase G. Lugli, op. cit., y nota 101.
108 P. Setälä, Private domini in Roma Brick Stamps on the Empire, A Historical and Prosopographical Study of Landowners in the District of Rome, Helsinki,1977, pp. 316 ss.; Como obras complementarias véanse:T. Franck, Op. cit., nota 2; T. Helen, Organisation of Roman Brick Production in the first and second Centuries A. D.: an Interpretation of Roman Brick Stamps, Helsinki, 1975.
109 Cfr. Nota 101 y, en especial el trabajo de H. Bloch.
110 Como obra complementaria, véase: P. Gros, Architecture et societé à Rome et Italie centromeridional aux deux derniers siècles de la Republique, Latomus, 156, Bruxelles, 1978.
111 Cfr. J. P. Adam, nota 101.
112 Cfr. nota 101: M. Steinby.
113 Cfr. nota 100: A. Balil, Op. cit.; C. Castillo, Op. cit.; R. Ramos, Op. cit.; nota 2: A. Balil, Op. cit.; A. Beltrán, Op. cit.; A. Blanco, Op. cit.; A. Garía y Bellido, Op. cit.
114 Cfr. Planimetría del Sector L y las fotografías de los subsectores que conforman este complejo sector.
115 Cfr. not. 101: M. Steinby.
115 Cfr. not. 101: M. Steinby.
116 Cfr. nota 101: M. Steinby.
117 A. Blánquez, Vitruvio, Los diez Libros de Arquitectura, Barcelona, 1970, II, 3, pp. 40 ss.
118 Cfr. nota 1: M. E. Blake, Op. cit.
119 L. Roldán Gómez, La técnica edilicia y su empleo en Hispania (1), Rev. Arq., Sep-Oct., 1987, pp. 35 ss.
120 A. Blánquez, Op. cit., pp. 130 ss; Véase nota 2: M. E. Blake, Op. cit.
121 Cfr. Planimetría del sector B (hypocavstvm de la casa romana en el Castillo de San Miguel).
122 Cfr. Planimetría urbana de los sectores B, K, V,; Nota 2: P. León, Op. cit.
123 A. Ruiz Fernández, Arqueología romana de la costa granadina, Cuadernos Monográficos nº 2‑3, Motril, 1985, pp. 57 ss.
124 Cfr. Planimetría del sector K (fig. 17).
125 Cfr. Planimetría de los sectores 0L, 1L y 2L, figs. 18 a 23.
126 Cfr. Planimetría del sector B (fig. 2) y documentación fotográfica del mismo.
127 Cfr. Planimetría del sector R (fig. 29) y documentación fotográfica del mismo.
128 Cfr. Planimetría de los sectores K y V (figs. 13 y 17) y documentación fotográfica correspondiente.
129 Cfr. Planimetría del sector J (fig. 16) y sector B (fig. 11).
130 M. Pastor Muñoz y F. Molina Fajardo, Epigrafía romana de Almuñécar (Sexi Firmum Iulium), Almuñécar Arqueología e Historia II, Granada, 1983, pp. 328 ss.
131 Cfr. notas del capítulo 2º: nº 62 (Idrisi), 65, 68 y 72 (Ibn al‑Jatib).
132 A. Blánquez, Op. cit., pp. 134 ss.
133 Cfr. Planimetría del sector X (fig. 34) y su documentación fotográfica.
134 M. Ponsich y M. Tarradell, Garvm et industries…, pp. 25 (fig. 13), 36 (fig. 21), 44 (fig. 27) y 70 (fig.45).
35 Ibidem, pp. 25 ss.
136 R. Martin, Les Cryptoportiques: problèmes des origines en les cryptoportiques dans l`Arqchitecture romaine. École Française de Rome, Rome,1973, pp. 23 ss.; G. de Angelis D `Ossat, I criptoportici quali elementi basamentali nella tipologia compositiva dell`architectura romana, en Les cryptoportiques., pp. 45 ss.;J. B. Ward‑Perkins, The cryptoportic: a practical solution to certain problems of roman urban desing, en Les Cryptoportiques…, pp.51 ss.; R. A. Staccioli, Sulla destinazione e l`uso dei criptoportici, en Les cryptoportiques…, pp. 57 ss.; P. Romanelli, I criptoportici forensi di Aosta e di Arles, Rendiconti dell`Academia dei Lincei, serie VIII, vol. IX, 1954 (1955) pp. 645‑657; Id. Edifici sotterranei di Bavai, Archeologia Classica, VI, 1954, pp. 284‑291; Id. Edifici sotterranei dell`agora de Smirne, Latomus, XVI, 1957, pp. 275‑292; A. Maiuri, Il criptoportico di Sessa Aurunca, Rendiconti Academia Archeologia, Lettere e Belle Arti di Napoli, XXXVI, 1961 (1962), p. 55; Como obra complementaria, véase: G. Lugli, Enciclopedia dell`arte antica, s. v., Criptoportico.
137 Apiano, III, 6, 7.
138 Séneca, Epist., 57, 1; Petronio, Satur., p. 16; Estrabón, V, 4, 7. Dentro de las denominaciones detectadas en los diferentes autores relativas a los criptopórticos, se han indicado las siguientes: AMBULATIO, TECTA, CRYPTA THEATRI (CIL, V, 1008, X, 833‑834, XI, 4206); CLOACA, Iuv. V,106; Estrabón, XIV, 43; CELLARIVM APOTHECA, CIL, IX, 5159; MITHRAEVM, CIL, XIV, 66; CARCER, Sidonio Apolinar, Carm., 23, 319; ADYTVM SEPVLCHRI,CIL, III. 1096, VI, 10005; ADYTVM, en Itin. Burdig., 594, 25, 596,19; SPELVNCAM, ANTRVM, Itin. Burdig., 598, 6.
139 F. Coarelli, Les cryptoportiques dans l`Architecture romaine, École Française de Rome, Rome, 1973, pp. 12‑13; Los términos más genéricos que se aplican a este elemento arquitectónico, son los siguientes: AEDES, CIL, 1096; CASTRA, Hist. August. Hadr., 10, 4; CHALCIDICVM, CIL, X, 810; CVRIA, CIL, XI, 5753; EXEDRA, CIL, III, 10, 96; HORREVM, CIL, IX, 5159; y Vitruvio, VI, 5, 2 ( y APOTHECA ); MACERIA, Varr., Men., 536; PODIVM, CIL, IX, 3168; PORTICVS, CIL, II, 3428, III, 1096X 810, XI,4206; THEATRVM, CIL, V, 1008, a, X, 833, XI, 4206; TRIBVNALIA, CIL, X, 833, s;VIRIDIA, CIL, 1‑2, 1505; XYSTVS, Varr., Men., 536.
140 CIL,IX, 5159; Vitruvio, VI, 5, 2.
141 R. Martin, Op. cit., p. 32.
142 R. Martin, Op. cit., p. 29.
143 Ibidem, p. 29.
144 Ibidem, p. 30.
145 Vitruvio, II, 4.
146 Ibidem, II, 8 y VI, 11.
147 M. Ponsich y M. Tarradell, Op. cit., pp. 60‑61, fig. 37.
148 R. A. Staccioli, Op. cit., pp. 61 ss.
149 F. Benoit, Les cryptoportiques de la Narbonnaise, Atti I Congresso Internazionale, Archeologia, Italia Settentrional, 1963, pp. 145 ss.; A. Grenier, Op. cit., III, 1, pp. 305‑322.
150 R. A. Staccioli, Op. cit., pp. 61 ss.
151 G. Gullini, Il criptoportico nell`Architectura republicana, en Les cryptoporti ques…, p. 137.
152 E. S. P. Rocotti, Criptoportici sotterranei di villa Adriana, en Les cryptoportiques…, pp. 264‑5.
153 I. Solier, Notes sur les galeries souterraines de Narbonne, en Les cryptoportiques…, pp. 322‑323.
154 Id. Notes sur les cryptoportiques de Narbonne, plan des Horrea, en Les cryptoportiques…, p. 324.
155 E. Will, Les cryptoportiques de Forum de la Gaule, en Les cryptoportiques…, p. 327.
156 M. Ponsich et M. Tarradell, Garvm et industries…, pp. 25, (fig. 13), p. 36 (fig. 21).
157 Ibidem, p. 44.
158 Ibidem, p. 70 (fig. 25).
159 Ibidem, p. 86 (fig. 53).
FORMAS CONSTRUCTIVAS Y PRODUCCIÓN INDUSTRIAL
Como señala su propia trayectoria histórica, el emporio de Seks es bien considerado por los autores antiguos, al hacer una valoración positiva de sus productos160.
Por otra parte, es obligado indicar que sus inicios y técnicas comienzan con la colonización fenicia que, según la cronología de sus cerámicas, se remonta a finales del siglo IX a. de C. y comienzos del VIII.
Por ello, el proceso de fabricación debe llegar, por lo menos, hasta esas fechas, ya que, aparte de los negocios de trueque que practicaban los fenicios con los indígenas ibéricos, al ver las posibilidades de conseguir provecho de un montaje industrial como el de la salazón, lo harían y, de ahí, la evolución del proceso hasta su desaparición con la caída del poder romano en el sur Peninsular y el Norte de Africa161.
Los montajes industriales no eran tan simples como se dice por tradición162. Las factorías fabricaban sus productos en función de la calidad, tamaño y abundancia de pesquerías. Por ello cabe decir, por un lado, que los productos no presentaban una elaboración en cadena con las mismas denominaciones, sino que incluso sobre un mismo tipo de materia prima, había variedad; lo que significa que, al igual que hoy, cuando un animal se despieza para su comercialización, también las calidades de los productos elaborados establecían una gama de valoración. Tal fenómeno es válido para todos los tipos de especies marinas. La calidad es un elemento de valor para estimar la aceptación comercial. Abundando en este tema, los autores antiguos establecían categorías con respecto al producto más estimado: los atunes y túnidos en general, menores en tamaño y cualidades, como la caballa, el bonito, la melva, etc163. Hasta tal punto fue importante que, la mayoría de las colonias costeras dedicadas a las salazones de pescado, adoptaron, como emblema, para reverso de sus monedas, las figuras del atún y del delfín.
Es evidente que se puede establecer una categoría de género por la variedad de las pesquerías. Téngase en cuenta que aquí se habla de túnidos, scomber, con denominaciones de colias, lacertvm164, etc. Pero el examen realizado sobre restos de pescado, hallados en las piletas de salazones, no ha sido practicado en su totalidad; por lo que tan sólo se ha tenido en cuenta lo más relevante de los hallazgos: las vértebras de grandes atunes165. Sin embargo, otros vestigios, considerados de tanto interés como el anterior, no han sido tenidos en cuenta; así, las escamas, espinas, e incluso un material secundario, y los tipos de anzuelos, cuyo estudio aún no se ha realizado. Las escamas dan luz sobre la cuestión de la gama de variedades de la fauna marina de acá.
Por otra parte no sólo en el Majuelo han aparecido elementos de análisis. La Cueva de Siete Palacios dio también escamas cuando se practicó su excavación. Estos elementos no se usaban para pescado pequeño, sino de cierta entidad. Las secciones y láminas eran indicativas de que se trataba de piezas de tamaño superior166.
1. ESTRUCTURA DE LA FACTORÍA
Otro aspecto a tratar es la articulación de la propia estructura industrial.
Como puede verse en la factoría del Majuelo, la distribución de las piletas no es un fenómeno arbitrario, sino que todo se organiza en función de las materias que se pretenden elaborar. Así pueden verse sectores de piletas homogéneas, formando áreas bien definidas que, además, presentan muretes de separación, como testigos de que los productos que se trabajaban en cada uno de esas secciones eran diferentes, y se pretendía que no se produjeran alteraciones o contaminaciones entre las variedades elaboradas.
Aplicando un criterio puramente cuantitativo, las dimensiones de las piletas están en función de la calidad y cantidad de materia que se preparaba. Es sabido que en la elaboración de las variedades de garvm, el pescado destinado a este fin se preparaba en salas auxiliares, y se troceaba antes de ser tratado con los ingredientes de la salazón de cada clase.
En las piletas se operaba el proceso de transformación, gracias a los tipos de salmuera utilizados. Falta por saber las concentraciones salinas usadas, por carecer de un análisis residual de aquellas piletas, que pudieron aportar esta característica como componente de la salmuera.
1.1. El Garvm y sus variedades
En términos generales, todo el complejo industrial está formado por dos grandes esquemas básicos: piletas grandes, medianas y algunas especiales de pequeñas dimensiones. Las primeras se destinaban a la preparación y elaboración de los escabeches, con pescado de clase superior y mediano; las segundas se destinaban a las salsas propiamente dichas. Tanto uno como otro producto reciben el nombre de garvm. Pero es preciso indicar que tal denominación se aplicaba sobre todo a las salsas elaboradas usando como materia prima los hipogastrios de diferentes clases de pescado. Esto, lógicamente, llevaba a la producción de diversas calidades en los derivados obtenidos. De tal modo es así, que los tipos de garvm, fabricados con entrañas de determinado pescado, se vendían en pequeños envases, y a precios no asequibles a toda economía.
El garvm se utilizaba, a veces, como condimento para la preparación de otros platos. La variedad era tan amplia en sus diversas calidades que, en algún momento, se utiliza como elemento jocoso en escritos de carácter literario, de tono irónico167. Ello no quita que algunas de estas variedades de garvm se cotizaran a alto precio por su calidad168.
En cuanto a las estructuras usadas en la preparación del tal producto, entendido como salsa, los depósitos descubiertos en Seks son de medianas proporciones. Hay un hogar donde los ingredientes y materia base se someten a cocción. Sus piletas son manifiestamente más pequeñas que el resto del conjunto, y de diferente factura. Constituyen un tipo existente en todo el Mediterráneo Occidental169. No se olvide que la elaboración definitiva del garvm se realizaba en recipientes de cerámica que se colocaban sobre los antes citados hogares. Tales espacios, destinados a la obtención del garvm tipo salsa, con sus especiales formas estructurales, fabricadas con mampuesto, no son exclusivos del área del Majuelo. Los tipos medianos y grandes se han localizado en numerosos puntos del complejo, tanto que se han constatado desde la cota 4 hasta la 44170. Pero los hogares destinados a la cocción del garvm han aparecido, casi todos, en los niveles inferiores. Su construcción tiene forma circular y de escaso diámetro. Aún se encuentra sin un estudio pormenorizado. Se han localizado en los sectores excavados en calle Real y Plaza del Ayuntamiento. No han aparecido aisladas, sino formando parte de un conjunto mayor, como se puede comprobar en el contexto arqueológico171.En las excavaciones practicadas en la calle Real, puede verse cómo los muretes de las piletas han sido rebajados casi al nivel del suelo. Pero algunas de ellas muestran aún algo de pavimento en su fondo172.
Por otra parte, y en época medieval, gran parte de esas formas han sido muy alteradas, y casi arrasadas para levantar, apoyándose en ellas, las viviendas modernas. De esta forma, toda edificación que sobre ella se levante, tendrá sólida base, y no sufrirá fisuras en sus paramentos173. En otros sectores, como la zona contigua a la Cuesta del Carmen, donde hubo un ingenio azucarero moderno, la tradición ha proporcionado datos sobre antiguos depósitos de salazones e, incluso, de un horno de cerámica174. Se dice que ésta era abundante, ya que hay depósito de desechos, que-dando todo bajo las casas nuevas.
1.2. El Garvm de Seks y su contexto meridional
En relación con la elaboración y comercialización de los productos, se puede analizar y establecer un paralelismo con el conjunto de las colonias mediterráneas, y cómo se construía una factoría de salazones. Por ello se acude de nuevo a los textos antiguos.
Según Balil175,los principales caminos y rutas comerciales parecen haber sido los del mar que, en el caso de Gades, fueron, con el tiempo, más intensos y ambiciosamente explotados, hasta el punto de ser considerados secreto de Estado. Esto no comprende el desconocimiento y desaprovechamiento de las rutas terrestres. Desde Gades y todos los centros industriales se explotaban rutas que ponían en contacto puntos comerciales marítimos, fluviales y terrestres.
García y Bellido dice que Hispania y Mauritania establecían relaciones comerciales con países lejanos que no vacilaban en enviar, a lo largo de la Bética, a sus comerciantes para intercambiar sus mercancías por pescado salado176.
Por su parte, Benoit piensa que el mercado de la Bética tenía tal importancia, que sus importaciones de vino y sobre todo de aceite y salazón, estaban asegurados por el fisco, y contribuía al abastecimiento de Roma177.
1.3. El Montaje de la industria de salazón
Con relación a la industria de salazón en sí misma, es necesario considerar tres aspectos: las técnicas de montaje de la industria desde el punto de vista arquitectónico, elaboración de la materia prima, en parte ya tratada, y el proceso de comercialización y transporte. Por ello, se va a exponer, tomando como referencias las técnicas constructivas de Seks, el sistema de montaje de una industria de tales características.
El procedimiento de montaje de piletas es fundamentalmente la misma en todas las factorías de la Cuenca Mediterránea y vertiente atlántica de Marruecos. El principio básico consiste en construir a ras de suelo para facilitar el relleno, y asegurar una menor resistencia en la colocación de las masas de pescado y sal, equilibrado en peso por la masa que la rodea.
A veces, como ocurre en Seks, la pileta se excava en roca, evitando tan sólo que el terreno sea permeable; por lo que todo se equilibra con un simple revestimiento de opvs signinvm, más un mampuesto previo. Otras veces hay que levantar estructuras sobre roca, rellenando los espacios huecos y dando a los muretes la inclinación necesaria para que equilibre el contrapeso de empuje, de dentro hacia fuera. Los ángulos de las piletas son redondeados para evitar fisuras y las aristas horizontales, muy a menudo, son reforzadas con cuarto de círculo en relieve, o una bovedilla de ancha sección. Las piletas presentan un fondo, sin salida para evacuar residuos o agua. Si se presta atención, puede verse en muchas una especie de pocico destinado a recoger los residuos que quedan como posos, después que la materia elaborada ha sido retirada dentro de sus respectivos envases. Por ello se piensa que, con sólo limpiar el citado pocico era suficiente, aunque no se descarta que además fueran baldeadas con agua, una vez finalizada la campaña. Un sistema de desagüe hubiera complicado en extremo el drenaje de cualquier industria de esta clase. Generalmente, los sectores con piletas y los recintos que componen esta factoría, estaban protegidos con cubiertas, normalmente a dos aguas, usando techumbre de teja ancha y rematada con caballete de teja estrecha de medio punto. Su finalidad era evitar la rápida evaporación de la salmuera por un lado, y la lluvia que pudiera disminuirla en exceso, por otro178.
1.4. Elaboración del garvm. Ingredientes y variedades
Referente a la fabricación del garvm, se sabe que tal proceso consiste básicamente en la maceración de entrañas de pescado, tratadas con leche, sal, huevos y sangre, en función de qué clase de pescado se utilice, y con quisquillas, ostras o cualquier otro marisco.
Su sabor era bien diferente según los ingredientes añadidos, y el producto base utilizado. Se permitía todo con el fin de conseguir calidad.
Así, Plinio179 dice que se podían mezclar, hasta hacer fermentar, salmonetes, en el tipo de garvm denominado de los aliados o negro (Cfr. Galeno180, op. cit.), para convertirlo con hígado en un exquisito plato.
Se podía alterar su virtud al mezclarlo con agua, vino o vinagre. Resultaba ser un medicamento excitante, estimulante y digestivo, por su riqueza en ázoe181.
Su precio dependía pues de su calidad. En su embalaje se utilizaban, para las calidades altas, recipientes que no medían más de diez o doce centímetros182.
El garvm constituye un centro de atracción de estudios monográficos. Las citas antiguas abundan, remontándose en Grecia al siglo V a. de C.; y la que hay sobre Seks aparece en Dífilo de Sínope.
El garvm de Gades es citado, por primera vez, en una obra de un comediógrafo, Eupolis183. Antífanes184 lo cita también a finales del siglo IV a. de C.
Todo parece indicar que la expansión de este producto, o mejor, su comercialización a gran escala, comenzaría en época helenística.
Las citas relativas al garvm no van paralelas a los datos toponímicos, y a las relaciones comerciales entre púnicos y nativos ibéricos. El primero que habla de factorías de salazones diferentes a las de Gades, es Estrabón, al que siguen Plinio, Marcial, Séneca y otros, pero destacando la cita recogida por Ateneo, tomada de la obra de Dífilo de Sínope, quien alaba las excelencias del ςκoμβρός de Seks185 .
Gades figuraba como la más renombrada. Partía como la capitalizadora de la producción, aunque las calidades ya se habían extendido por todo el Sur, de tal manera que se calificaba este producto no como gaditano sino como bético, pudiendo satisfacer cualquier demanda que sobre él se hiciera186.
Poco a poco la fama de este producto se divulga, y aparecen otros centros de fabricación, como la isla de Escombreras, o Carthago Nova, que rápidamente adquieren fama. Durante este período se produce el llamado por Galeno y Aelio garvmde los aliados, o negro, y primario por Paulo de Egina. La fama del citado garvm debe su nombre a dos hechos importantes: su fabricación se hace usando como elemento básico la caballa, y su comercialización es capitalizada por asociaciones de Caballeros o Clase Equestre187.
El uso de almadrabas se ha mantenido hasta nuestros días, subsistiendo aún en puntos muy concretos de la costa sur, aunque no con el mismo rendimiento de aquellos tiempos188.
Se sabe, por otra parte, que un elemento, la sal, era indispensable para la elaboración de este producto; por lo que se piensa que debe ser una industria inducida y existente junto a la factoría de salazón, o cercanías.
No se dispone de datos arqueológicos fehacientes sobre su proceso de obtención, aunque sí de lugares donde se ha elaborado. La factoría de Seks probablemente obtuviera ese elemento de las salinas recientemente descubiertas en Torrenueva (Granada), en el delta de la desembocadura o estero marino del río Guadalfeo189. Como testimonios más antiguos sobre los emplazamientos dedicados a esta producción, están las salinas de San Fernando (Cádiz), que funcionarían como industrias anejas a la factoría de Gades190. Sobre el comercio de la sal en particular se ha escrito bastante191, pero no es la cuestión base de este tema, ya que aquí es un ingrediente para el montaje de una industria que lo precisa como tal.
El montaje de una industria de salazón requería dos condiciones indispensables: movimiento estacional de pesquería, con sus ciclos de mareas, y la existencia de agua dulce en sus cercanías, por lo menos. Conjugando tales condicionantes, se levantaban las factorías. Esto hace que las atlánticas y mediterráneas difieran en cuanto a la distancia del mar, a causa de las mareas, ya que éstas apenas son apreciables en el Mediterráneo. En cuanto a la disposición de las estructuras en las diversas áreas de Seks, provoca una cierta dificultad la situación de las piletas en puntos elevados del complejo. Por ello, se observa que se han localizado estos elementos en las siguientes cotas: 4; 8,55; 20,20; 22,90; 26,10; 31, 85; 40; 41,45 y 44,60. Este desnivel sin duda ocasionaría problemas de transporte. Los productos elaborados eran almacenados en los sistemas abovedados que había en cada nivel del complejo y, desde allí, conducidos hasta los barcos. El proceso seguido desde que se producen las capturas hasta su elaboración, es el siguiente: realizada la pesca, se transportaba, supuestamente en carros, a través de una vía (calle enlosada en el Majuelo, Seks), bien de cerámica, bien de piedra con caementvm. Se llevaba hasta unas salas, donde se les quitaban las partes consideradas despojo, destinadas a la fabricación del garvm192. El atún era cuarteado en trozos de diferentes tamaños y formas o, si era pequeño, abierto y cubierto con sal para secarlo, y comercializarlo bajo tal preparación. Las salas se construyen en una situación cómoda para el transporte de la materia prima previamente preparada, y para su posterior elaboración en las piletas, donde se salaban. Como se ha dicho, en proporciones ya estudiadas, el pescado se salaba193. Tal proceso duraba unos veinte días. La salmuera que se formaba, se utilizaba para el tratamiento de los hipogastrios o desechos de pescado, destinados a la obtención del garvm. Una vez terminado el proceso de salazón, el producto ya elaborado, se introducía en ánforas a este fin, taponadas herméticamente y se guardaban en almacenes adrede construidos.Con relación al garvm, para acelerar el proceso de fabricación, se colocaba en las citadas ollas de cerámica y se cocía. De esta forma la salmuera aceleraba su efecto de evaporación, a la vez que la masa adquiría su punto idóneo en cuanto a su mezcla y composición. Un autor dice a propósito del garvm y su preparación:«…a continuación, colocado el pescado y la salmuera al fuego hasta que se cueza, es decir, hasta que comience a consumirse un poco»194.Dada la existencia de elementos de montaje y fabricación de este producto en Seks, las formas de cocción se componen de un hogar, de un compartimento destinado a calentar, colocado encima del hypocavstvm, y otro espacio para enfriar los productos una vez adecuadamente tratados al fuego. Los tamaños de las ollas de cocción iban en función de los hogares usados. No cabe duda de que hubo un gran movimiento comercial de este producto, como reflejan tanto la propia factoría y los autores que de ella hablan en la Antigüedad.
ETNIAS Y PUEBLOS DEL SUR
Evolución, relaciones humanas e intereses mutuos
Durante la fase de su historia antigua, la ciudad de Almuñécar ha venido siendo considerada como un asentamiento humano similar a los otros existentes, dentro de las características habituales de los emplazamientos costeros196. Son numerosos los núcleos ribereños que citan los escritores antiguos y modernos, considerados como centros estables y con una población parte autóctona, mixta o bien como etnias puras. Estas características son comunes para toda la costa surmediterránea en general, y de forma particular, para el reducto de Seks.
Así pues, los textos antiguos citan, como ya se ha dicho, a los Mastienos, o gentes que, se supone, reciben su denominación étnica de la metrópolis de Mastia, ciudad presuntamente anterior y sobre la que se levantó posteriormente Carthago Nova197.
Con posterioridad a esas fechas se cita el nombre de Libyophoenices198, dando a entender que se trata de un elemento mixto199, aunque se puede pensar al respecto que no es un fenómeno de mestizaje (en contra de la opinión de Balil), ya que, según los trabajos de Solá‑Solé, con referencia al nombre de la esposa de Aníbal, Himilce, se ha podido comprobar que es de origen fenicio, y no ibérico; por lo que el cartaginés casó con una mujer de su propia etnia200.
Éstos (phoenices), que se asientan en el Norte de África, en territorio habitado por africanos (libios), realizan prospecciones colonizadoras y comerciales con la franja costera meridional, mientras que los libios serán, después, mercenarios de los cartagineses. No se olvide que, por ocupar el lugar donde los cartagineses levantaron su ciudad, ya se venía pagando un impuesto a la población autóctona (Justino, XVIII, 5,14); por lo tanto el paso para convertirse en mercenario era insignificante.
Las denominaciones que se les suelen dar a los habitantes del Sur son algo variadas y no muy claras201. Pero, lo más coherente, desde el punto de vista antropológico, es admitir la existencia de una etnia autóctona, de origen ibérico que, en la época que se estudia, formaba una comunidad humana perteneciente al Bronce Final.
Esta tesis se demuestra, mediante la aportación arqueológica, con datos atribuibles a dicha cultura. Ello no quita que, en determinados lugares, haya hecho acto de presencia una secuencia de tumbas del Bronce Pleno (Puente del Noi).
En segundo lugar se encuentra el elemento feniciopúnico, cuya cronología se remonta a finales del siglo IX a. de C., avalado por numerosa aportación arqueológica al respecto202.
Dentro del período de colonización fenicia se distinguen tres etapas: la primera se encuadra en los escarceos iniciales del elemento fenicio a finales del siglo IX a. de C., y cuyo componente humano está integrado por gentes procedentes de la metrópolis oriental, Tiro203.
La segunda expedición se puede calificar como fase en la que los dos elementos étnicos, provenientes de un mismo tronco, pero por diferentes procesos, se suman en el transcurso de los siglos VI al IV a. de C., forzados por la ayuda que los cartagineses tienen que prestar a los antiguos colonos fenicios, caídos en desgracia frente a las tribus ibéricas en general204.
Esta llegada de los cartagineses a la Península tiene lugar después de la fundación de Ibiza por los mismos, y como consecuencia de la expansión comercial de Carthago en el Mediterráneo y Marruecos atlántico205.
La tercera etapa tiene lugar antes de la tercera guerra púnica y como consecuencia del desastre sufrido por los cartagineses en Sicilia y, algo después, en Cerdeña206. Las dos primeras etapas presentan un carácter marcadamente comercial. La tercera, por el contrario, no es más que la plataforma estratégica para emprender la guerra contra Roma, y de esa forma intentar resarcirse del fuerte tributo impuesto por la pérdida de la guerra. Como consecuencia del proyecto iniciado por la familia Bárca, entran en la Península Ibérica numerosos elementos libios que conforman el grueso del ejército mercenario cartaginés.
Se ignora qué tipo de influencia ejerciera este nuevo factor humano en la población autóctona; pero, lo que sí se puede decir es que, a partir de este momento histórico (238 a. de C.), la arribada de esa nueva etnia puede convertirse en una situación permanente, aunque los puntos geográficos que capitalizaron la atención de los Bárquidas, se encuentran fundamentalmente en las inmediaciones del Guadalquivir y principales centros mineros e industriales del territorio bético207.
Se puede pensar que el militarismo impuesto por Carthago, sobre todo cuando Aníbal decide emprender la guerra contra Roma, haría levas entre la antigua población fenicia y entre los iberos, lo que se da como un hecho constatado208.
Como conclusión de toda esta parte bélica, se puede decir que, a finales del siglo III a. de C., la población se estabiliza después de las sucesivas victorias militares de Roma contra Carthago.
En la localidad de Seks, tras las excavaciones arqueológicas practicadas, se ha podido detectar un espacio vacío entre los siglos IV y III a. de C., en lo relativo a estadística de enterramientos en la necrópolis feniciopúnica de Puente del Noi, comprobándose, a su vez, que en los siglos II y I a. de C., se producen esas variaciones, cambiando también algunas características de las tumbas209. Pero, a pesar de todos estos datos, comprobados tan sólo en las necrópolis como factores indicativos de lo que había estado ocurriendo años atrás, nada se sabe sobre estructuras permanentes de carácter urbano, ni siquiera de reutilización, según se desprende de todos los sondeos llevados a cabo a través de cortes practicados sobre el casco urbano actual por Pellicer, en la zona levantina, junto a la muralla del Castillo de San Miguel, y por Sotomayor, en el Majuelo.
La planimetría llevada a cabo con sondeos superficiales en los interiores de todos los recintos cerrados modernos, ha llevado a la misma conclusión210.
Volviendo al tema etnológico, tras la derrota infringida por P. Cornelio Escipión a los cartagineses211, se produce en Hispania, en cierto modo comprensible, una reacción: por una parte los derrotados se ven forzados a marcharse como consecuencia del desastre de Ilipa212, a través del puerto de Carteia213; por otra, el antiguo residuo esencialmente comercial y colonizador, optó por acogerse al nuevo dueño: Roma214, permaneciendo en la Península de forma indefinida.
Este comportamiento humano pudo haberse hecho extensivo al resto de las antiguas comunidades fenicias que, como Seks, se dedicaron siempre al comercio y a la industria. La decisión de los que desearon pactar con Roma la continuidad de su pervivencia se refleja en el momento preciso en que los cartagineses piden a los gaditanos, ante lo incierto de su futuro, que les dejen refugiarse en su ciudad. Éstos, por su parte, desconfiados y prácticos, optan por excusarse; se niegan a recibirlos dentro de sus murallas y se deciden a alinearse, de forma pasiva, con Roma, en quien veían perspectiva de futuro; mientras que, si ayudaban a sus adláteres, la inseguridad, y sobre todo el riesgo de caer juntamente con ellos, era cosa inminente, ante el cariz que habían tomado los acontecimientos bélicos últimos215. No es aventurado inducir de aquí que las restantes comunidades costeras tomaran la misma decisión.
En Seks se continúa con los mismos ritos de inhumación, con variaciones, como se ha dicho, en la tipología y dimensiones de las tumbas, que no afectan esencialmente a la antigua tradición funeraria, aunque la suntuosidad de antaño dejó de existir216. De esta forma se va a producir una especie de simbiosis tecnológica recíproca: los fenicios aportan sus conocimientos técnicos, y los romanos su arquitectura; cuyo resultado se va a multiplicar de forma insospechada, creando una macrofactoría de cuya existencia se tienen noticias, casi probables, de que remontan su inicio al siglo I a. de C217. Por otro lado, el elemento fenicio se desliga de los antiguos pactos contraídos con Carthago; y el nuevo titular político-militar, Roma, acepta esa prudente y precavida decisión, movida por el interés de reiniciar a gran escala la práctica comercial e industrial, que las viejas colonias habían venido desarrollando desde los primeros contactos con el Mediterráneo Occidental. Roma sabe conjugar sus intereses y pacta, dando a cambio, cierta autonomía interna en la gestión política, propia de esas comunidades218. Como señales externas de esta nueva situación, se produce un gesto por parte de Roma, permitiendo que, al igual que Gades, la primera, y Carthago Nova, después219, (año -138) se hiciera extensiva al resto de las viejas colonias la facultad de acuñar moneda propia220. En efecto, esta pequeña autonomía, bien vista por Roma, permite que Seks acuñe su moneda propia, usando para ello tanto la leyenda púnica como los signos y motivos propios de su cultura221.
Téngase en cuenta que la acuñación de Seks, atributo similar al de Gades, no llega, dentro de su cronología, más allá de la derrota de los cartagineses en Ilipa en el 206 a. de C., hecho demostrado recientemente a través de los estudios que sobre este tema se han realizado222. Se piensa que tanto el desconocimiento de la lengua fenicia como la implantación del latín, desembocaron en el uso de ésta última en las leyendas monetales. Como se ha dicho, el elemento púnico acepta las condiciones en la misma igualdad de circunstancias que la antigua metrópolis, Gades; pero, a cambio, pretende pacificar la zona y atraerse las simpatías tanto de los colonos púnicos como de las etnias aborígenes; y utilizar las técnicas comerciales e industriales que los fenicios habían desarrollado, y elevarlas al máximo rendimiento. Esto se confirma poco después en la gran expansión que experimenta la elaboración de sus productos industriales: la salazón de pescado y el garvm, ambos en sus diferentes modalidades de preparado; y, como resultado inducido: la exportación de los productos que, a su vez, genera otra actividad múltiple: la construcción naval y la industria maderera, con una clase social cuya función consistirá en sufragar los fletes que se originen al respecto223. En consecuencia, es preciso decir que el antiguo comerciante fenicio se convierte en un fabricante permanente en la industria de salazones de pescado, abandonando su carácter itinerante derivado de su profesión mercantil, lo que se traduce en un paso a una situación estable, con un empobrecimiento que, como muestran los ritos funerarios a partir del siglo II a. de C., se hace cada vez más patente, como se comprueba en las necrópolis224.
Lentamente y de forma progresiva, el romano colono va absorbiendo al púnico. En las necrópolis aparecen tanto el ritual púnico como el romano, en época tardía: pequeñas tumbas en forma de fosa, al lado de los enterramientos tradicionales de rito púnico225. Se podría pensar que este elemento semita continuaría sus antiguas tradiciones, sumándose, con el paso del tiempo, a las posteriores juderías, cuya existencia en Almuñécar ha sido fuertemente registrada en el Libro de Asentamientos226. Y con todo esto se pretende abrir paso a un nuevo tema que estudie y analice la evolución urbana de Seks y de su etnia; trabajo que lógicamente conlleva un nuevo planteamiento antropológico en la evolución de este yacimiento.
CRITERIOS DE DIVISIÓN DEL CONJUNTOARQUITECTÓNICO DE SEKS
Ante el complejo conjunto arquitectónico de Seks, lo razonable es establecer una base crítica elemental para interpretarlo con cierta lógica. Hay lugares cuyo estado de conservación, estudios realizados sobre los mismos y sus resultados, hubieran dado lugar a un planteamiento diferente al adoptado, como se da en la Cueva, Majuelo y otros.
Una segunda base crítica hubiera sido la división de componentes industriales en zonas, según densidad o de almacenaje, como se ha dado a entender en los capítulos iniciales, considerando los sectores de Poniente como una de las principales áreas de factorías de salazones y su zona portuaria; y, al de Levante, como áreas industriales y portuarias.
Un tercer criterio válido hubiera sido dividir este núcleo en áreas densas en elementos arquitectónicos, como el casquete superior de la ciudad, Castillo y Peñón del Santo, y zonas muy erosionadas por el tiempo o por la acción antrópica, identificando estos espacios como los correspondientes a las partes bajas, área de la colina de la actual Iglesia y centro.
A pesar de esto, se ha pensado seguir, por condicionamientos planimétricos y, sobre todo, por la idea de presentar de manera detallada todo el conjunto, un criterio simplemente localista, donde se ha iniciado una enumeración del elenco estructural romano, comenzando con la descripción de materiales del Peñón del Santo y, a partir de ahí, de forma casi correlativa, se ha continuado realizando una planimetría, a escala gráfica lo suficientemente amplia como para cumplir la necesidad de poder llegar al fin más práctico que se intenta conseguir: detallar cuanto se ha considerado con suficiente entidad para ser comentado.
El recorrido planimétrico se ha practicado de Sur a Norte, y de forma que los diversos sectores estén correlativos, siempre que los criterios unitarios pretendidos en cada sector, no sean interrumpidos por la necesidad de fraccionar en exceso las distintas partes de la ciudad. Por ello, en una zona el aislamiento del sector Z, se hizo por no poder emplazarlo dentro de los tres sectores con que colinda, de tal forma que la propia distribución planificada, con su sentido unitario, no permitió romperla, y se situó fuera de su contexto estructural, condicionados por el espacio material de la escala usada.
Sólo las zonas del Castillo, (Sector B) y el área de la colina de la Iglesia (sector Y) han sido realizadas a escala 1/500. El primero, por dar visión de conjunto que mostrara la unidad de los componentes del Castillo y, en segundo lugar, por la escasez de elementos detectados en este sector. Por lo demás, se ha pretendido dar una secuencia alineada de los componentes estructurales de Seks.
DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DE LOS SECTORES
Es intención, en este apartado, mostrar una descripción lo más completa posible, con el fin de llegar a conclusiones coherentes, en sí mismas y con el conjunto de los sectores en que la ciudad ha sido dividida.
El primer paso a seguir en este proceso es una exposición de los materiales a detallar. A continuación se realizará el estudio, en conjunto, de todas las piezas relacionadas entre sí. Para ello, se acude a los documentos gráficos, elementos comprobables y testigos actuales, y a los desaparecidos, de los que sólo queda el testimonio de una imagen en una fotografía antigua. Se ha intentado conectar cuantas informaciones se han recabado; unas, procedentes de las zonas arqueológicas atestiguadas; otras, de la documentación antigua transmitida por viajeros y estudiosos del pasado histórico; y, por último, la información conseguida por tradición oral de personas que, por su profesión, han aportado valiosos datos, como obreros albañiles. Esta última fuente ha sido muy útil, ya que su valoración ofrece la impronta de haber podido actuar directamente sobre los materiales antiguos, en los que se ha realizado alguna transformación de tipo estructural o compositivo.
Hecha esta breve exposición, sólo queda decir que el conjunto urbano actual, tal como se ha planteado antes, ha quedado dividido en 25 sectores, con algunos añadidos posteriores, a causa de recientes descubrimientos de materiales arqueológicos. Se puede decir que las áreas norte y noreste han sido las que más reutilizaciones y transformaciones han experimentado. No obstante, sus aportaciones son bastante valiosas, porque generalmente o son hallazgos enterrados totalmente, o recintos internos reutilizados por elementos étnicos de diferentes culturas; lo que da pie al estudio de varias civilizaciones, y la medida en que se ha reutilizado el hallazgo. Tras esta breve introducción se exponen las líneas arquitectónicas de los diferentes sectores del mosaico estructural en que ha quedado dividido el casco antiguo de la ciudad moderna. Para ello se ha optado por iniciar la descripción desde las estructuras cercanas al mar y en dirección norte, comenzando el proceso desde los restos hoy visibles en el Peñón del Santo.
Notas:
160 Sobre salazones véanse las notas del capítulo I, 3, 4, 5, 6, 21, 26, 34,35 y 115.
161 M. Pellicer Catalán, Excavaciones en la necrópolis púnica «Laurita»…, pp. 5 ss.; F. Molina Fajardo y J. L. López Castro, Nuevos hallazgos púnicos en el Majuelo, Almuñécar Arqueología e Historia II, 1963, pp. 275 ss.
162 M. Ponsich y M. Tarradell, Garvm et industries…, pp. 92 ss.;-Véanse en la misma obra los montajes de Lixus (s. V), Anzila, Kouas, Tahadart y Cotta (sobre el s.-IV a. de C).
163 Véanse las clases de garvm por sus calidades, en Pauly‑Wissowa: Sarmatia, Sila, p. 830 y en t. VII, pp. 841‑849; Estrabón, FHA, VI, p. 159; Avieno, Ora mar. v. 452; Plinio, N. H. XXI, 94; Ateneo, III, 121 a; A. García y Bellido, Las colonizaciones púnica y griega…, p. 8.
164 Belon, Libri de piscibus, 1554, p. 141; Como obra complementaria véase: D`Arcy Thompson, Poisson el animaux aquatiques au temps de Pline, Paris, 1944.
165 F. Molina Fajardo y S. Jiménez Contreras, La factoría de salazones del Majuelo, Almuñécar Arqueología e Historia, 1983, p. 287; Id. Estado actual de las excavaciones en la factoría de salazones del Majuelo, Almuñécar…, II, p. 203, lam. 11, nº 2.
166 F. Molina Fajardo, El Bronce Final y la colonización fenicia, Almuñécar…, 1983, pp. 21‑34; Id. Nuevos hallazgos fenicios en Almuñécar, Almuñécar…, II, pp. 89 ss.
167 Plinio, N. H. XXX, 93; Manilio, V, 672; Séneca, Epist. ad Luc., 95, 25.
168 Ateneo, III, 121, a.
169 G. Purpura, Pesca e establimenti antichi per la lavorazione del pesce in Sicilia (Trapani), Cala Minola (Levanzo), Sicilia Acheologica, 48, 1982, fig. 4; M. Ponsich y M. Tarradell, Op. cit., pp. 10 ss., fig. 21, p. 51; M. Fernández Miranda y L. Caballero, Abdera, excavaciones en el Cerro de Montecristo (Adra, Almería), AEA., p. 95, fig. 76.
170 Como información sobre el hallazgo de piletas fuera del espacio habitual véase: A. Ruiz Fernández y A. G. Rodríguez Márquez, Aportación al estudio de la numismática … Introducción y conclusiones.
171 Sobre la factoría del Majuelo, ver nota 6 del título 2.
172 Cfr. Planimetría urbana de Seks, sector T (fig. 31).
173 F. Molina Fajardo et alii, Excavaciones en el casco antiguo de Almuñécar, Almuñécar …, II, p. 165, lam. I, nº 1.
174 Información proporcionada por D. Manuel Mateos Rivas, testigo de los hallazgos.
75 A. Balil Illana y G. Delibes, Nueva Historia de España en sus textos, Prehistoria y Edad Antigua, Santiago de Compostela, 1976, p. 138.176 A. García y Bellido, Fenicios y cartagineses…, p. 84.
176 F. Benoit, Relations commerciales entre le Midi de la Gaule…, t. VIII, nº 3‑4, 1961, p. 330.
177 M. Ponsich y M. Tarradell, Garvm…, pp. 106 ss.
178 Plinio, N. H., IX, 30, 3.
179 Galeno, De Alimentorvm facvltatibvs, III, 30.
180 M. Ponsich y M. Tarradell, Op. cit., pl. XIX, nº 16.
181 Knock, Frag, comic. att..,I, 186.
182 Ibidem, II, 43.
183 Ateneo, Op. cit., III, 121 a.
184 M. P. Charlesworth, Trade Routes an commerce of the Roman Empire, Cambridge University, 1926, c. 9, pp. 149‑167.
185 Pauly‑Wissowa, Sarmatia, Sila, p. 830, 1, 18; Estrabón, 159; Plinio, N. H. XXXI, 94; Polibio, X, 10, 12; Ptolomeo, II, B, 14; Avieno, 425.
186 M. Ponsich y M. Tarradell, Op. cit., p. 99.
187 Descubrimiento superficial en Torrenueva (Granada) y aún sin excavar
188 Descubrimiento superficial en Torrenueva (Granada) y aún sin excavar.
189 J. Sermet, Op, cit., p. 235.
190 J. L. Toutain, L`économie antique, p. 156; St. Gsell, Histoire ancienne de l`Afrique du Nord, t. IV, pp. 50‑52; F. Benoit, L`économie du littoral de la Narbonnaise à l`époque antique, Le commerce du sel et les pêcheries, R. E. L., XXV, nº 1‑2 (année 1959), p. 95.
191 M. Ponsich y M. Tarradell, Op. cit., p. 106.
192 A. Gruvel, L`Industrie de pêches au Maroc, p. 208.
193 M. Ponsich y M. Tarradell, Op. cit., pp. 102 ss.
194 A. García y Bellido, Colonización púnica, Ars Hispaniae, Colonizaciones púnica y griega, Madrid, 1947, p. 137; Id. Las colonizaciones púnica y griega en la Península Ibérica, Madrid, 1954, p. 7; G. López Monteagudo, Panorama actual de la colonización semita en la Península Ibérica, Rivista di Studi Fenici, V, pp. 195, 196 y 202; P. Paris, G. Bonsor, Laumonier, R. Ricard y C. Margelina, Fouilles de Belo, 1919‑1921, Bordeaux, 1923, pp. 169 ss.; L. Siret, Villaricos y Herrerías, Antigüedades púnicas, romanas, visigodas y árabes, Memoria descriptiva e Historia, Madrid, 1908, pp. 11 ss.; Ateneo, III, 121; Plinio, N. H., III, 1, 1; Como textos complementarios véanse: S. Giménez Reina, Excavaciones en el Faro de Torrox, Memoria Arqueológica de la Provincia de Málaga hasta 1946; I. J. Pérez de Barrada, Excavaciones en la colonia de San Pedro de Al cántara, Málaga, Junta Superior de Excavaciones y antigüedades, Memoria, 106, Madrid, 1930.
195 Polibio, III, 33, 7; Ed. Didot, Fragmenta Hist. Graec., t. II, p. 33; Id. Frag. 20; Diodoro, XXV, 11, 12; A. Schulten y L. Pericot, FHA, Barcelona, 1955, t. I, pp. 33, 34, 38, 113, 125, 129, 186, 187, 422, 452; Polibio, III, 24, 2; Teopompo, MLI, 236; Hecateo, frag. 310, 314; Escimno, 197; Apiano, Iber., 56; Ptolomeo, II, 4, 6; Agrippa (en Plinio, III, 8).
196 Avieno, Ora maritima, v. 421; Escimno, 197; Hecateo, frag. 310, 314; Libio, Ab Urbe Condita Libri, XXI, 22, 2‑3; Como obras complementarias véanse: J. M. Blázquez Martínez, Relaciones entre Hispania y los semitas … op. cit.; Id. Aspectos económicos y geográficos…, op. cit.; C. López Monteagudo, Panorama actual de la colonización semita…, op. cit.; M. Tarradell, El impacto greco‑fenicio en el extremo Occidente, resistencia y asimilación; C. H. Whittaker, The Western Phoenicians: Colonisation and Assimilation, Proceding of the Cambridge Philological Society, 200 (NS 20), 1974.
197 La cuestión sobre el origen étnico de los mastienos es muy controvertida y confusa incluso en los mismos textos; cfr. nota 117.
198 J. M. Solá‑Solé, RS., tOr, 42, 1967, p. 312.
199 Justino, XVIII, V, 14.
200 Apiano, Iber., 56; Denominación aplicada, en términos genéricos, al elemento autóctono de la Península Ibérica antes y después de las colonizaciones, bajo el título de Bástulos, Edetanos, Celtas, Bastetanos, etc.
201 Para este punto véanse las obras de carácter general: A. Ruiz Fernández, Almuñécar en la Antigüedad…, op. cit.; F. Molina Fajardo et alii, La necrópolis feniciopúnica…, op. cit.; nota 22.
202 Pompeyo Trogo, Hist. Phil. Epit. 44, 5, 2; L. Siret, op. cit., p. 87, opina que, por el hecho de haber usado madera de cedro en sarcófagos, el elemento fenicio es de origen tirio; cfr. nota 22; M. Pellicer Catalán, Excavaciones en la necrópolis «Laurita»…, op. cit, texto de consulta.
203 A. Balil Illana y G. Delibes, Nueva Historia de España en sus textos, Santiago de Compostela, 1976, p. 139; M. J. Jiménez de Cisneros, Historia de Cádiz en la Antigüedad, Instituto de Estudios Gaditanos, pp. 60‑ 61; Polibio, I, 10, 5; II, 1, 5; III, 20, 2; Pompeyo Trogo, Op. cit. 44, 5, 3‑4; M. Tarradell, Sobre la última época de los fenicios en Occidente, Zephyrus, IV, Salamanca, 1953, p. 512; Como obras de carácter general, véanse: I. Gamer‑Wallert, Ägyptische und ägyptisierende Funde von der Iberischen Halbinsel, Wiesbaden, 1978: A. García y Bellido, La colonización cartaginesa desde sus comienzos (654) hasta la conquista de los Bárquidas (237).
204 A. García y Bellido, La colonización cartaginesa… En esta obra opina que la fundación de Ibiza ocurrió en el año 654 a. de C.; St. Gsell, Histoire ancienne…, t. I, p. 423, admite la fundación de Ibiza hacia el año 654‑3 a. de C.
205 Apiano, Iber., 4; Livio, XXI, 1, 5; Polibio, I, 67; II, 2, 12, 21, 35; III, 16‑19; IV, 16, 6‑9; Diodoro, 35; Zonaras, VIII, 19, 3‑7; 20, 11‑13; Como obras complementarias véanse: E. M. Errington, Rome and Spain bifore the second Punic War, Latomus, l9, 1970; H. Chr. Eucken, Probleme der Vorgeschichte des 2 Punischen Krieges, Diss., Freiburg, Br., 1968; F F. Hampl, Zur Vorgeschichte der ersten und sweiten Punischen Krieges, in Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt, Hrsg., von H. Temporini, I, Berlin, 1972; C. Thiancourt, Les causes et les origines de la seconde guerre punique et le commencement de la troisième décade de Tite Live, Paris, 1890; E. Pais, Storia della Sardegna e della Corsica durante il dominio romano, Roma, 1923.
206 J. M. Blázquez Martínez, Fuentes literarias y epigráficas de la época republicana referentes a minas en Hispania, p. 2; Como complementarias véanse: J. M. Blázquez Martínez, Las relaciones entre Hispania y el Norte de África durante el período bárquida y la conquista romana (237‑219), Saitabi, 11, 1961; G. Paratore, La segunda guerra punica nella terza deca di T. Livio, Roma, 1970; A. Klotz, Darstellung des sweiten Punischen Krieges, Studien zur Geschichte und Kultur des Altertums, XX, 2, Paderborn, 1936.
207 Apiano, 24; Diodoro, 25, 19; Dión Cassio, 12, frag. 48; Cornelio Nepote, Vidas de los grandes capitanes extranjeros; Str. 4, 1; Estrabón, Geografía de Iberia, FHA, VI, frag. 151; Floro, I, 22, 2; Livio, XXI, 22, 2‑3; XXIII, 29, 4, 29, 10‑29, 14; XXVII, 18, 7; Orosio, IV, 16, 14; Polibio, III, 10, 5, 7‑13, 1‑10‑113‑6; Polieno, 7, 48; Pompeyo Trogo, op. cit., 44, 5, 6.
208 F. Molina Fajardo, A. Ruiz Fernández y C. Huertas Jiménez, op. cit., pp. 23 ss.; F. Molina Fajardo, Almuñécar Arqueología e Historia II, 1983, pp. 251‑270; Como obras complementarias, véanse: A. Tejera, Las tumbas fenicias y púnicas del Mediterráneo occidental (estudio tipológico), 1979; P. Gaukler, Nécropoles puniques de Carthage, 1915.
209 Apiano, Iber., 19.28.31 y 37; Cornelio Nepote, De virib. Illust…, 49; Livio XXVII, 20, 3; XXVIII, 19, 1; Polibio, X, 7, 6-38,7; Valerio Máximo, IV, 3,1.
210 Apiano, 27; Frontino, 2, 3, 4; Livio, XXVIII, 12, 10‑16, 13; Orosio, 4, 18, 7; Polibio, XI, 20, XXI, 20, 1‑21, 1‑22, 1‑24, 1; Polieno, 8, 16, 1; Como obras complementarias véanse: R. Corzo Sánchez, La segunda guerra púnica en la Bética, Habis, 6, 1975; R. Develin, Scipio Africanus Imperator, Latomus, 36, 1977; J. Mangas, El papel de la diplomacia romana en la conquista de la Península Ibérica, Hispania, 30, 1971; J. M. Roldán Hervás, Cartago y Roma en la Península Ibérica, Historia de España Antigua II, Hispania Romana, Madrid, 1978; J. Frantz, Die Kriege der Scipionen in Spanien, Munich, 1883; A. Schulten, Ein römischen Lager aus den sweiten punischen Kriege, Philologus, Wochenschrift, 48, 1928.
211 Livio, XXVIII, 12, 10; Como complementaria véase el artículo de R. Corzo Sánchez, op. cit
212 Livio, XXVIII, 30, 3‑30, 12; Véase también el artículo de la nota anterior.
213 Apiano, Iber., 37; Livio, XXVIII, 30, 4; Orosio, 9, 10, 8.
214 Apiano, 38; Livio, XXVIII, 37, 1‑2 y 9.
215 F. Molina Fajardo, A. Ruiz Fernández y C. Huertas Jiménez, op. cit., fig. 5; F. Molina Fajardo y C. Huertas Jiménez, Almuñécar en la Antigüedad…, Op. cit., pp. 17‑42.
216 Ibidem, pp. 212 ss.; A. Ruiz Fernández y A. G. Rodríguez Márquez, Aportación al estudio de la numismática…, Op. cit., pp. 308 ss.
217 A. Balil Illana, Op. cit., recoge la clasificación de las ciudades, sopesando su actitud frente a Roma.
218 A. Vives y Escudero, La Moneda Hispánica, Madrid, 1924‑26, t. II, p. 51, lam. IX‑X, t. III, p. 8, lam. LXXIV.
219 Ibid., t. I, p. 19, lam. LXXXVII, t. II, p. 16, lam. X. LXXXI, p. 24, lam. LXXXIV, p. 34, lam. LXXXVIII; L. Villaronga y Garriga, Comentarios sobre la metalurgia aplicada a la investigación numismática, RSEN, nº 138‑143, 1976; C. Alfaro Asíns, Observaciones sobre las monedas de Seks, según la colección del MAN, Almuñécar Arqueología e Historia III, Granada, 1986, pp. 75 ss.; F. Molina Fajardo y J. L. López Castro, Numismática antigua de Almuñécar, Almuñécar, Arqueología e Historia, 1983, pp 179 ss; Como obras complementarias, véanse: M. Tarradell, Arqueología y Numismática aragonesas; A. Beltrán Martínez, Estado actual de la Numismática antigua española; F. Alvarez Burgos, Catálogo general de la moneda hispánica desde sus orígenes hasta el siglo V, Ciclo fenicio, cartaginés e hispano‑romano, Madrid, 1979; Id. Las acuñaciones del Sur de España; L. Villaronga y Garriga, Las monedas hispano-cartaginesas, Barcelona, 1973; Id. Numismática antigua de Hispania, Barcelona, 1979; A. M. de Guadán, Las monedas de Gades, ANE, 1963; Id. Numismática ibérica e iberorromana, Madrid, 1969.
220 J. M. Solá‑Solé, El alfabeto monetario de las cecas «libiofenices», Biblioteca Universitaria Puvill., The Catholic University of America, 1980, pp. 12‑17; Id. ¿ ŠKŠ, SKS o SKS…?, op. cit.; Id. A propósito de un rótulo monetario, Miscelánea púnico‑hispana IV, Sefarad, XXVII, Madrid‑Barcelona, 1967,pp. 18 y 27; L. J. Velázquez, Ensayo sobre los alfabetos de las letras desconocidas que se encuentran en las más antiguas medallas y monumentos de España, Madrid, 1752, pp. 137‑141.
221 Como texto de consulta véase: A. Ruiz Fernández, Las monedas de Seks, op. cit.; C. Alfaro Asins, op. cit.
222 A. Balil Illana, Op. cit., p. 215; F. Benoit, Relations commerciales entre le monde ibero‑punique et le Midi de la Gaule Archaïque à l`époque romain, REA, t. LVIII, nº 3, 4, 1961, p 330; A. García y Bellido, Fenicios y cartagineses, op. cit., p. 84; Id. La Península Ibérica y los comienzos de su Historia, pp. 457‑463; Id. Colonización púnica, op. cit., p. 137.
223 F. Molina Fajardo, A. Ruiz Fernández y C. Huertas Jiménez, op. cit., Introducción; cfr. notas: 128 y 135.
224 Ibidem, p. 154.
DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS DE LOS SECTORES
Es intención, en este apartado, mostrar una descripción lo más completa posible, con el fin de llegar a conclusiones coherentes, en sí mismas y con el conjunto de los sectores en que la ciudad ha sido dividida.
El primer paso a seguir en este proceso es una exposición de los materiales a detallar. A continuación se realizará el estudio, en conjunto, de todas las piezas relacionadas entre sí. Para ello, se acude a los documentos gráficos, elementos comprobables y testigos actuales, y a los desaparecidos, de los que sólo queda el testimonio de una imagen en una fotografía antigua. Se ha intentado conectar cuantas informaciones se han recabado; unas, procedentes de las zonas arqueológicas atestiguadas; otras, de la documentación antigua transmitida por viajeros y estudiosos del pasado histórico; y, por último, la información conseguida por tradición oral de personas que, por su profesión, han aportado valiosos datos, como obreros albañiles. Esta última fuente ha sido muy útil, ya que su valoración ofrece la impronta de haber podido actuar directamente sobre los materiales antiguos, en los que se ha realizado alguna transformación de tipo estructural o compositivo.
Hecha esta breve exposición, sólo queda decir que el conjunto urbano actual, tal como se ha planteado antes, ha quedado dividido en 25 sectores, con algunos añadidos posteriores, a causa de recientes descubrimientos de materiales arqueológicos. Se puede decir que las áreas norte y noreste han sido las que más reutilizaciones y transformaciones han experimentado. No obstante, sus aportaciones son bastante valiosas, porque generalmente o son hallazgos enterrados totalmente, o recintos internos reutilizados por elementos étnicos de diferentes culturas; lo que da pie al estudio de varias civilizaciones, y la medida en que se ha reutilizado el hallazgo. Tras esta breve introducción se exponen las líneas arquitectónicas de los diferentes sectores del mosaico estructural en que ha quedado dividido el casco antiguo de la ciudad moderna. Para ello se ha optado por iniciar la descripción desde las estructuras cercanas al mar y en dirección norte, comenzando el proceso desde los restos hoy visibles en el Peñón del Santo.
SECTOR A
Como ha quedado reflejado en lo anteriormente enunciado, la secuencia arqueológica de este sector está integrada por el siguiente elenco que se va a describir.
Área del Peñón del Santo
Comprende una serie de estructuras que se enumeran según sus características: puente romano con nave abovedada;restos de criptonaves oalmacenes, y depósito de agua bien conservado.
Puente romano
La conexión que el elemento romano estableció entre el espacio del Castillo de San Miguel y el citado Peñón, se llevó a cabo mediante un puente. Sus características son las siguientes: los materiales de construcción de piedra pizarrosa, cal grasa y arena de río.
Se trata de la composición conocida como mortero clásico romano u opvs caementicivm. Al exterior muestra, en distintos tramos conservados, la técnica conocida como opvs incertvm (fots. 36A, 37A y 38A). Su altura sobre el nivel del mar era aproximadamente de 30 m. Sobre el punto de arranque de superficie y desde él, es de 27 m. Su estructura estaba articulada por los siguientes elementos: como puente, estuvo formado por tres cuerpos de arcadas con luces de menor a mayor, según se eleva (fots. 35A; 36A), de los que sólo se conservan la luz, o base, y los puntos de arranque de algunos arcos (fots. 38A,1,2,3,4, 39A, 40A).
La anchura, medida en base y en la cota más alta conservada (fots. 16A; 31A; 33ª), es de 6 m, sin sufrir ningún estrechamiento, según se eleva. Las luces de los arcos mayores miden 5,40 m, y 2 m los menores (fot. 36A,1,2,3,4).
Se comprende que el incremento de la luz de los arcos, según se asciende, se debe a causas estrictamente técnicas. Se trata, pues, de aligerar lo más posible una masa estructural que elimine peso. El puente estuvo culminado por una nave cubierta con bóveda de medio cañón, cuya altura interna era de 2,80 m, y su anchura, de 4,80 m. Los muretes de soporte de la citada nave abovedada miden 0,60 m.
Las técnicas usadas son: opvs incertvm en paramentos externos y opvs signinvm, en el revestimiento superior o cubierta de la nave y algunas otras partes internas, con el fin de impermeabilizar lo más posible contra la humedad en general (fots. 19A y 21A,1 (muretes laterales), 2, 3): opvs signinvm, 18A; opvs incertvm: fondo terminal de la nave; 18A: cubierta interior de la misma). Se supone que, dada la existencia de un depósito de agua muy próximo a este punto terminal de la citada nave y con el desnivel entre el Castillo de San Miguel y el Peñón en cuestión, existiría una conducción de agua procedente de la zona de Eras del Castillo, o directamente del depósito terminal de la zona norte.
Naves abovedadas
Admitida la existencia de piletas de salazones (en un pasado reciente) sobre la superficie superior del Peñón del Santo, es consecuencia natural la construcción de estructuras de almacenaje[1]
Los restos que permanecen aún en pie, indican la existencia (por lo menos) de tres naves abovedadas situadas en paralelo, con muros medianeros y de las que tan sólo se conservan los paramentos de fondo sobre roca madre (fots. 43A,2,3,4; 44A,2; 46A,2); y los puntos de arranque de las bóvedas, que conservan restos indicativos de su existencia (fots. 43ª,1; 46A,1), cuya extensión conservada es de 5,50 m, prolongándose hasta una zona de talud casi vertical, enterrados y destruidos, con una extensión aproximada de l7 m (fot. 45A).
Las tres naves detectadas tienen las siguientes medidas: 1ª, anchura: 2,10 m; altura: 2,30 m; largura o fondo: 5,30 m. Medidas extensibles a todas.
El resto, que se supone pudo cambiar su orientación, aunque la linealidad que se conserva en el muro que da sobre el precipicio, es un tanto dudosa, no se puede afirmar que sea una secuen-cia de las naves que han existido en todo este trazado.
El grosor de este muro sobre el suelo, y que se conserva como resto sobre el citado precipicio, es de 1,10 m. Por ello, cabe suponer, a la vista de lo que se ve y se ha comprobado, que el área de naves fuera mayor de lo que ofrecen los restos conservados.
Así, el muro sobre roca madre podría servir tan sólo como elemento de separación de naves. Ello se induce por el espacio vacío que resta donde aparece y, puesto que tal muro divisorio muere sobre el talud actual, se piensa que ese espacio libre, situado entre ese muro y los restos del Puente, pudo haber estado ocupado por otras naves o construcciones complementarias de la industria. De ahí que se haya marcado esta zona con más elementos de lo que lo conservado muestra (fots. 51A y 50A).
En cuanto a las líneas laterales del puente, se pueden observar determinados restos testigos en su alineación (fots. 25A; 26A; 27A; 278, y 46A,2).
La composición interna de los elementos usados como relleno, se puede ver en la fotografía, 34A, donde la piedra usada de mampuesto apenas si se mezcla con materiales extraños, salvo raras inclusiones de fragmentos de cerámica.
Los documentos planimétricos conservados en el Servicio Histórico Militar proporcionan el dato más valioso en torno a la realidad del Puente. Puede observarse cómo nace su planta al final de la Tenaza del Castillo, con un ligero ensanche de la misma, y prolongándose hasta el actual hueco conservado de la nave (fot. 17A), a la misma altura del depósito de agua romano del Peñón. Su medida lineal, teniendo en cuenta tanto la planimetría moderna como la propia, ofrecida por la cartografía antigua, es de 138 m (fots. 62A,3); 63A (núm.5) y 65A,3)
En todo esto es preciso puntualizar algunos aspectos. Así, las proporciones, que ha indicado la cartografía del Servicio Histórico Militar, no se debieron corresponder con lo que realmente debió medir la nave cubierta. Efectivamente, al otro lado de la calzada, que separa el Peñón del Santo de la Tenaza del Castillo, comienzan a aparecer, en primer lugar, los restos de los otros puntos de apoyo del puente romano, cuyos datos proporcionan las fotografías antiguas de la ciudad (fots. 14A y 15A).
A continuación, partiendo del punto final de la Tenaza moderna (fot. 62A,2), se comienza a observar la presencia de numerosos restos estructurales, probablemente pertenecientes a la nave cubierta del Puente, prolongación de la comunicación establecida entre los citados puntos. Dichos restos pueden ser vistos hoy sobre la propia base de la Tenaza y, por ello, se piensa que esa estructura defensiva moderna ha sido levantada envolviendo el conducto romano mediante la adición de muros protectores que pudieran soportar mayores embates.
La Tenaza, que es una estructura militar defensiva de vanguardia, acaba absorbiendo a todo el conjunto romano, incrementando su fortaleza en el interior de la misma. En algunos tramos de ella se han construido depósitos de agua modernos, aprovechando la impermeabilidad que ofrecen sus paredes interiores. Los restos de este tramo de nave se pueden ver a lo largo de casi toda esta estructura castrense, en sus cimientos (fots. 2A,1), 3A, 5A, 6A y 10A,1). En algún tramo (fot. 4A) se puede observar el hormigón romano.
Como documentos fotográficos antiguos, se muestra una secuencia, en donde se aprecia la existencia de restos estructurales pertenecientes al citado puente (fots. 12A, 13A,2,3, 14A ).
Depósito de agua romano
Se encuentra en línea con el fondo terminal de la nave cubierta del Puente, y aproximadamente a 10 m de ella (fots. 48A; 49A). Ha sido excavado casi totalmente en roca, y su alzado, construido con la técnica del opvs incertvm y revestido de opvs signinvm, con capa de estuco impermeabilizante. Sus esquinas son redondeadas para evitar fisuras y facilitar su limpieza, como es normal en este tipo de construcción. Sus medidas son: altura: 2,80 m: anchura: 2,50 m y largura: 6,20 m aproximadamente.
Conocido su interior, y no habiendo observado sobre pared o fondo ningún tipo de orificio de entrada o salida, se piensa que el agua llegaba hasta él por la parte de arriba, lo que conlleva que la conducción discurriera por la cubierta del anteriormente citado Puente (que posee en los restos de su cubierta, material impermeabilizante), con un desnivel muy bajo, por lo que la presión sería también ligera, dada la escasa diferencia de altura entre las conducciones del Castillo de San Miguel y el Peñón del Santo (cotas 40 y 31 respectivamente).
Área del Castillo de San Miguel
Tenaza del Castillo
Como ha quedado ya indicado, la Tenaza fue construida aprovechando parte de los paramentos y estructura general de la nave romana que comunicaba el Peñón con el Castillo o área romana de ese sector. Pero en la longitud de la Tenaza tan sólo se reutilizó el tramo que llega hasta el talud existente entonces. En el momento en que éste se produce como consecuencia de derribos para la construcción de un hotel, termina la Tenaza, y continúa la comunicación con el Peñón usando el puente romano que, además, estaba dotado de nave cubierta (fots. 16A, 17A, 18A; 65A,3).
La Tenaza tiene un diseño en forma de trapecio, en su primera parte, y rectangular en el tramo que se dirige hacia el mar, con nivel más bajo que el Castillo y, prácticamente lo rodeaba (fot. 62A,2; 63A,3-4, 64A,1,2,4; 65A,2), con sus correspondientes torreones, tanto a Levante como a Poniente y Sur(fots. 58A; 61A).
Excavaciones practicadas cerca de los muros de Levante del Castillo y los de la Tenaza, han puesto al descubierto muros pertenecientes a antiguas estructuras romanas, que formarían parte de las recientemente halladas en el interior del Castillo (fots. 59A y 60A).
También en el área de Levante de la Tenaza puede verse que la estructura de base es una reutilización de la nave romana, según se puede observar en los cimientos de sus muros (fots. 56A y 57A).
Por último, se puede ver con claridad que los materiales en las formas modernas, aparte de reutilizar lo antiguo, imitan, en el aparejo, las técnicas usadas por los romanos.
Conclusión del sector A
Después de la enumeración detallada de las estructuras de este sector, se puede afirmar que constituye un conjunto arquitectónico, compuesto por las siguientes partes: piletas de salazones de pescado (desaparecidas pero constatadas por los testimonios aportados del pasado), almacenes en forma de naves abovedadas, siguiendo los mismos cánones de las analizadas en todo el conjunto de la ciudad actual; depósito de agua destinado a las necesidades de las salazones y, por último, elpuente, que unía los sectores A y B mediante un pasadizo abovedado, montado sobre la parte superior del mismo. Su finalidad es múltiple, pudiendo usarse como medio de constituir una avanzadilla, transporte de agua al sector, sistema defensivo, control de la navegación, etc.
Ello sintetizado en breve, se nos muestra como un sector utilizado de zona industrial y de almacenaje y, a su vez, como punto de control y de defensa ante cualquier evento de piratería, y movimientos marítimos antiguos y modernos.
SECTOR B
Tras haber hecho un recorrido general del trazado de todos los subsectores que integran el Castillo y construcciones anejas, se pasa a la descripción detallada de este sector, comenzando con una panorámica general de los paramentos del Castillo, tanto de conjunto como de zonas sectoriales (fots.1B; 2B; 3B 4B y 5B). En ellos se puede ver la estructura del montaje de los elementos básicos de le fachada, con muros de gran espesor, muchos de los cuales muestran la reutilización de materiales romanos en sus aparejos. En la base de los mismos se han detectado puntos de apoyo, que son enteramente romanos, y sobre lo que se ha producido una reutilización estructural y superposición de determinados lienzos de murallas.
En la zona de los paramentos de Levante (fots. 6B; 7B; 8B; 9B; 10B y 11B), no se ha visto con claridad la reutilización de los muros romanos, ni siquiera en las bases y cimientos de las murallas. Pero los materiales de piedra, usados en los alzados, proceden de demoliciones practicadas sobre elementos arquitectónicos romanos.
Continuando la descripción de lo que se considera medieval-moderno, se observa, en lo que de paramento de tal compuesto queda, el murallón de cierre posterior del Castillo, y el sistema de-fensivo de vanguardia, formado por la Tenaza (fot. 12B).
Una vez situados sobre la zona de Poniente, se contempla todo el gran sector integrado por los diversos sistemas que conforman la secuencia de estructuras, de la más diversa índole, a lo largo de todo el trazado de esta colina. De izquierda a derecha, se enumeran los distintos espacios que componen toda esta secuencia (fot. 13B): 1, sistemas de muros escalonados para formar contrafuertes (fot.12B); 2, indicación de diversos restos romanos que se irán detallando; 3, torreón moderno, cuyo alzado ha perdido el revestimiento exterior, dejando ver el viejo paramento medieval árabe, antigua forma de su estructura. Todo parece indicar que tal torreón, similar a otro que se encuentra en la misma vertiente, era de planta rectangular. En época de dominio cristiano, dicho torreón fue reutilizado, y mediante un sistema de encofrado, casi circular, fue revestido con materiales más modernos, y enlucido con el tradicional sistema de piedra vista, enmarcada con revoque de hormigón actual. Visto de forma parcial, la fotografía 14B nos presenta: 1, muralla con adarve; 2, restos de puntos terminales de estructura romana.
Situados bajo el actual puente fijo de entrada al Castillo (fot. 15B), se puede observar cómo han sido reutilizados paramentos que responden más a una técnica de construcción romana que a cualquier otra de las que, a menudo, se pueden identificar. Es una escalinata que conduce al sistema de nave, y se extiende a lo largo de la fachada principal del citado Castillo.
Estructuras barrocas en el interior de este sistema defensivo se dan algunas (fot. 17B), como es la que se observa en la fotografía perteneciente al Patio de Armas.
En la siguiente foto de detalle (fot. 18B), se pueden ver casi todas las dependencias exteriores de esta vertiente: sistema de muros romanos escalonados, usados como contrafuertes; 2, probables zonas abovedadas y, junto a ellas, una pileta de salazón; 3, continuidad de los sistemas de muros contrafuertes de forma escalonada, sobre y según la configuración del propio terreno.
Situándonos en el espacio más meridional de este subsector, se encuentran, con bastante asiduidad, los restos de muros romanos, que han sufrido modificaciones, probablemente debido a haber sido demolidos para reutilizar sus piedras.
A continuación de los restos precedentes, y de forma globalmente vista, se puede contemplar una estructura, algo compleja, en esta fuerte pendiente (fot. 19B): 1, restos de muro, en la parte superior, que parecen haber sufrido una fuerte erosión o desprendimientos; 2, sistema escalonado de muro contrafuerte que llega hasta las estructuras culminantes de este conjunto, o bases del sistema de muros del recinto superior; 3, depósito de agua de cierta magnitud, que igualmente se encuentra protegido por el modo de escalonamiento de muralla de contención. Todas estas formas de muros y dependencias son muy frecuentes, lo que sorprende un poco, dado el fuerte desnivel que se puede observar a lo largo de toda esta cadena de edificaciones romanas (fots. 20B y 21B). Es uno de los puntos de unión, entre los paramentos romanos y modernos que se puede observar en 21B, donde el alzado romano y medieval o moderno se entremezclan (fot. 22B,1,2). De forma generalizada se pueden ver los diferentes tipos en los romanos, que se conservan deteriorados, pero en estado casi perfecto de aparejo (fots. 23B; 24B y 25B). En ellos, aparte del sistema de aterrazamiento que aquí se puede ver, hay, además, un depósito de agua y parte de otro, como se verá más adelante (fot. 26B).
Las medidas que se han podido tomar de este depósito son las siguientes: 9,30 m de largura; 2,35 m de altura y 1,50 m de anchura (fot. 27B). Su revestimiento interior está formado por opvs signinvm; y el aparejo es de opvs incertvm, como el resto de las construcciones que aquí se dan (fot. 28B). El resto de los muros, que continúan formando este largo paramento, mide 10,20 m de largura; la altura, de lo que se ha podido tomar y se mantiene bien, es de 2,80 m (fots. 34B y 35B).
En cuanto a detalles, sobre esta forma de adosar los muros a la roca, la toma 32B ofrece una idea clara de cómo se realiza la técnica de escalonar, y cómo se adhiere a la roca. Las partes, que han sufrido fuertes alteraciones, se pueden observar en la foto 30B, donde se ve el hormigón romano, que no forma parte de los sistemas de terraplenes de opvs incertvm, sino de depósitos y similares
En la foto 35B se muestra la silueta que presenta el paramento en esta parte, en la que se ven muros casi rectilíneos, y otros que destacan, dando a entender que formaban parte de un sistema o compartimento destruido.
En la foto 36B se presenta el sistema que más datos nos da sobre existencia de conexiones, tanto de edificaciones exteriores como de su prolongación hacia las partes interiores del Castillo, y cuyas estructuras, por ahora, se desconocen.
Una vez situados frente a la abertura indicada en la foto anterior (fot. 35B,3), en el detalle que se muestra en la 36B, se pueden ver los muros laterales, con aparejo externo perfectamente conservado (fot. 36B,1), y el punto de acceso hacia una pileta de salazones.
Una vez pasado ese corto espacio, en 37B se ve ya la citada pileta. Muestra un revestimiento interno algo desgastado, pero auténtico. Las medidas tomadas sobre estas formas, que integran un pequeño conjunto, son: muretes de entrada: 0,60 m de grosor; murete que sale hacia el talud: 1,10 m de largura, 0,80 m de anchura; muro, hasta la pileta: 1,17 m de largura. Medidas de la pileta: largura, 2,30 m, anchura, 1,50 m, profundidad, 0,70 m. El resto de las medidas de los muros que, a partir de este lugar, se han podido tomar, son respectivamente: 6,10 m, el primer tramo; muro que se dirige hacia la pendiente: largura, 1,10 m, anchura, 0,60 m. Resto del muro hasta el torreón, 3 m, aproximadamente. En este último tramo de muralla escalonada, se tienen las siguientes medidas: alturas de los escalones, de abajo hacia arriba, 0,75 m, 0,35 m, 0,75 m y 0,75 m. Las anchuras de cada escalón, 1,10 m, 1,20 m, 0,20 m, 0,15 m y 0,15 m.
En el tramo, que llega hasta el comienzo de la pared posterior del torreón, se puede comprobar la existencia de ese sistema escalonado en esta parte de la muralla romana de la zona de Poniente.
En la foto 38B,2, se observa, además, la existencia, sobre la roca, de un grueso tramo de suelo de hormigón romano, lo que da alguna señal sobre la identificación de este tramo, como elemento probable de una base de pileta o depósito de agua. En cuanto a la indicación del sistema escalonado de muralla, en la foto 39B se puede ver, con cierto detalle, el citado paramento que, al parecer, se adentra bajo las estructuras romanas situadas en los muros externos del Castillo. Mayor presión y conjunto de detalles se pueden observar en las características que se ofrecen en las fotos siguientes (fots. 40B; 41B; 42B).
Situados frente al foso del Castillo, se observa igualmente la existencia de un muro romano reutilizado, como elemento o punto opuesto a la muralla frontal, para dar el debido espacio al foso o elemento defensivo (fots. 43B, 44B, 2; 45B,2, y 46B). La medida de este muro coincide con la del paramento general del Castillo, según se entra, y algunos metros de la izquierda. Pero este muro se encuentra ya muy retocado por la acción antrópica. Realmente forma parte de una antigua estructura que se continúa a través del fuerte paramento que hay en 48B y 49B, y que constituye un poderoso sistema de murallón romano que, probablemente, se dirigiera hasta el Majuelo. Pero no se dispone de datos suficientes. Lo que sí se puede afirmar es que tal muro, que ha sido reutilizado para el foso del Castillo, se cerraba con este último que se acaba de exponer, y cuyo grosor alcanza 1,10 m.
Interior del Castillo de San Miguel
Casa romana
Una vez descrito todo cuanto ha sido posible en la periferia del Castillo, se va a analizar lo que dentro del mismo se ha podido detectar en las últimas fechas.
Tras el levantamiento del cementerio, que ha estado emplazado en este lugar desde 1851, hasta hace aproximadamente 31 años, (el cementerio viejo fue eliminado antes de los años`80) el uso de esos lugares con una finalidad muy lejana a la militar, como es natural, ha dado como resultado el descubrimiento de una casa romana muy alterada en sus dependencias en época de dominio musulmán; unas, sufriendo grandes deterioros, y otras, guardando casi íntegramente su antigua forma por la utilidad directa que les suponía a los nuevos ocupantes su uso. No se sabe, a ciencia cierta, hasta qué punto los elementos arquitectónicos de la casa han sido útiles a las culturas que por aquí han pasado. No se olvide que este reducto militar, después de la expulsión del elemento musulmán de la ciudad, fue ocupado por hispanos, de forma permanente, y por franceses, ocasionalmente. Las transformaciones que se practicaran sobre estas instalaciones militares son difíciles de precisar, ya que las culturas y las técnicas de que se sirven, son diferentes.
Pero, dejando todo esto atrás, hay que decir que se debería haber recopilado bastante más material arquitectónico, si la recuperación del Castillo se hubiera llevado de forma ordenada, y con los medios que una adecuada excavación hubiera podido lograr; lo que, en lógica elemental, nos habría conservado mucho más material, que hoy aparece completamente destruido, como se puede apreciar en la secuencia de fotografías que necesariamente hay que exponer y detallar. Hoy día se han recuperado ya muchas formas antiguas tras una sistemática limpieza de todas las zonas recuperadas.
Entrando, pues, por la puerta sur (agujero artificial de acceso), para dar una visión panorámica de la zona interior del Castillo, nos hemos situado en la parte más elevada del mismo, que es como un torreón de grandes proporciones y que probablemente fuera el sector destinado a un posible hábitat dentro de este reducto. Desde él se divisan, a la derecha de la imagen (fot. 49B), estructuras que parecen haber sufrido modificaciones en su trazado, dependencias con muros de escasa altura, que deben ser habitáculos de la zona sureste de la casa que aquí existe. En el punto extremo, a la derecha, se pueden contemplar las murallas musulmanas que se conservan en gran extensión, a pesar de que el Castillo fue semidestruido por el ejército napoleónico a su retirada.
En la parte central, a casi tres metros de desnivel, sobre el resto de los paramentos se ve lo que constituye el núcleo medio del espacio ocupado por la casa, y en primer plano, unos muros de cierre, que no se pueden definir, ya que es imposible, por ahora, determinar hasta donde se pudiera extender la planta general de este emplazamiento. La mezcla de elementos arquitectónicos es bastante fuerte. Por ello se tratará de ir delimitando, por medio de las técnicas, lo que pueda corresponder a cada época, a rasgos generales, ya que este trabajo se limita a detallar lo romano y, de pasada, lo medieval.
Situados de nuevo en la parte sur de estas dependencias, se inicia el recorrido descriptivo partiendo de una nave, considerada de época cristiana, en la que las técnicas constructivas siguen una de las modalidades usadas por los romanos: paramento de piedra vista alternando con hileras triples de ladrillo que, en la tradición edilicia romana, recibe el nombre de opvs vitatvm; pero que aquí realmente no se trata de tal procedimiento, sino de una imitación.
El aparejo, que corresponde a la citada técnica romana, es más perfilado y cuidado. Podría tratarse de una reutilización de aparejo y técnica, pero se cree que es una construcción, hecha con materiales romanos, reutilizados posteriormente. El encofrado de la bóveda es muy similar al que se sigue en los sistemas romanos. Se piensa que hay una relación directa en la copia de formas, ya que la ciudad, en esos momentos, estaba en buen estado de conservación con respecto a esas estructuras y, casualmente, este es el único testimonio de que se dispone en todo el casquete superior de la ciudad, y que, además, ha sido una casa romana. Todo el conjunto superior podía haber dispuesto de edificaciones como ésta; y todo viene a parar a una sola forma de manifestación doméstica en todo el recinto.
Por otro lado, se tiene la zona de naves subterráneas, probablemente reutilizadas, en gran parte de él; lo que podría llevar a pensar en unos horrea romanos, reutilizados por los ocupantes posteriores, como el resto de las dependencias que se ve en superficie. No se olvide que estamos en la zona más aireada de todo el conjunto. Ello puede servir como argumento ad hoc para admitir que las dependencias subterráneas, que tan sólo se ha tomado muy superficialmente, sean realmente una infraestructura de naves romanas, siguiendo el estilo de los criptopórticos.
Las medidas de esta nave abovedada son las siguientes: largura, 10 m; anchura, 2,50 m; altura, 3,20 m. En cuanto al grosor de los muros, tan sólo nos podemos guiar por el que presenta, hacia la parte externa, el agujero por donde se ha podido entrar para tomar esta documentación fotográfica, siendo su grosor 1,20 m (fot. 51B).
Una vez dentro del recinto, a través de la nave abovedada vista antes, se observa (fot. 52B) una serie de elementos arquitectónicos a los que aún no se le encuentra conexión con el resto; pero que están ahí, y tan sólo nos hemos limitado a indicar su procedencia e identidad arquitectónica. Así, en esta imagen, se ven, de izquierda a derecha: estructura que presenta todos los indicios de haber sido una pileta o depósito. Tiene pavimento de revestimiento interior. Ello da pie a admitir tal finalidad. Sus medidas son aproximadamente, dentro de lo fiable: largura, 2,50 m; anchura, 1,10 m; profundidad, 1,20 m. Justo a su lado se ve un muro romano roto y no en el cambio de sentido que experimenta. Su longitud aproximada es 9 m; altura, 1 m, dentro de lo que ha quedado de su alzado. Al fondo, y junto al mismo paramento, se levanta un nuevo lienzo de aparejo romano que forma casi el término de lo que se considera como área de las termas, en la parte que corresponde a la zona con elementos de abastecimiento de aguas y dependencias anejas y auxiliares del hypocavstvm. Tanto la técnica de construcción del primer paramento como la del segundo, es romana; pero la primera está montada según los cánones del opvs latericivm, y la segunda, con el del opvs incertvm.
Continuando la exposición de las distintas dependencias que se pueden ver, se tiene la aparición de un agujero excavado de manera fortuita, y que nos ha puesto al descubierto paramentos romanos y medievales (fot. 50B,5). Justo a su lado, se ven, de nuevo, las estructuras romanas, formando una construcción alineada, paralela a la que se muestra en 50B,4 ; pero su material es el opvs incertvm y un revoque de pavimento externo, que no se da en el primero. Al fondo de todo (fot. 50B,7), están los muros protectores de lo que, después, se detallará, y que forman la zona de las termas, en su área destinada a producir calor, o hypocavstvm.
Para ver, de manera detallada, la parte interior de lo que se ha considerado probable pileta o depósito, se ofrece la imagen 53B, indicando los puntos en que se ha observado la presencia de material de revestimiento, pero que no tienen las características que se ven en los depósitos y piletas habituales, sino que, siendo pavimento con este fin, muestran otra composición que, además, se hace extensiva a gran número de dependencias con estas notas funcionales.
De forma continuada, en esta descripción, hay paramentos que parten de los muros antes descritos (fot. 53B,1), y que se continúan, formando una especie de cuadrícula, y eran la base sobre la que se asentarían muchas de las dependencias de la parte superior de esta casa (fot. 54B).El paramento de cierre de la zona sur del Castillo se ve en la panorámica casi completa, donde se encuentran las dos grandes estructuras que forman este conjunto: a izquierda, murallón contra-fuerte y, a la vez, muro de cierre, que asciende para constituir la plataforma de acceso, en época posterior, a la parte más elevada que da al Sur y de toda esta superestructura (fot. 54B,1). A la derecha de la imagen que se cita (fot. 56B), y sobre lo que hoy se ve como suelo, (que no lo es), en 56B,4, hay un muro romano que se alinea, como se ha dicho, de forma paralela al trazado general de la muralla de Levante y a las estructuras romanas, que se sitúan a su izquierda.
Como se puede observar en esta misma imagen (fot. 56B,2,3), no cabe duda de que grandes tramos de muros romanos han sido rotos, e incluso paramentos enteros, dadas las características que nos muestran los grandes fragmentos de opvs caementicivm que se ven a la izquierda de la imagen 56B,2. Se podría decir que se ha intentado “borrar” del contexto determinados elementos arquitectónicos que pondrían en entredicho todo lo que se afirma modernamente sobre la interpretación que se está dando a propósito de la supuesta casa nazarí que algunos afirman. Son demasiado relevantes los datos “eliminados” en el levantamiento del antiguo cementerio.
Área de las termas del Castillo
Una vez analizada la parte sur, que está a la entrada de la nave, nos situamos sobre el nivel superior para mostrar y analizar las distintas dependencias que conforman la zona de las termas. Así, en 57B se tiene una perspectiva de este sector, pero incompleta, como se podrá ir mostrando. En la imagen 62B se ven los elementos arquitectónicos anejos a la parte de los baños propiamente dichos, en donde se puede precisar el muro maestro (fot. 58B,2), que separa toda la zona de dependencias térmicas (fot. 58B), de las destinadas a la foto de baños propiamente dichos (fot. 58B,3). El muro romano (fot. 58B,4) mide, de largo y ancho respectivamente, 25 m y 1 m. El primer compartimento, que presenta una solería de baldosas de cerámica, mide 3,30 m de largura y 2 m de anchura. La altura de sus muros es muy variable, pero el mayor mide 0,80 m de altura; los muretes de fondo: 0,65 m de grosor.
En la vista detallada del siguiente espacio, se puede observar una zona partida (fot. 59B) por un muro romano que mide 0,50 m de grosor, y 1,84 m de largura. El espacio completo que se ve, con el muro que divide, mide 1,75 m aproximadamente. Los materiales empleados son el ladrillo y la piedra, opvs latericivm e incertvm, respectivamente.
En la planimetría general ha quedado perfilado, a escala, todo el detalle de las medidas.
A la derecha del muro divisorio, que se ha observado en la primera imagen 58B,2, se analizan las formas que se dan de manera consecutiva. El primer tramo de muro que se ha seguido hasta llegar a este espacio, mide, dentro de las limitaciones que impone el deterioro del terreno aproximadamente 14,60 m lineales. El primer elemento murado rectangular cerrado, presenta revestimientos en sus paramentos, no la piedra vista, sino una especie de revoque que se encuentra en muchas más dependencias. Así, las medidas de este primer compartimento son: 1,50 m de anchura; 2,90 m de largura, pero alineado sobre ese muro, bisectriz de toda esta secuencia. Su profundidad o altura es variable y está en función de que se excave debidamente hasta encontrar el suelo; pero su profundidad media ahora es de 0,90 m (fot. 60B,6).
Una vez dentro de las estructuras que conforman el espacio de las termas, se ve toda una secuencia de dependencias que, a nuestro parecer, han sufrido fuertes modificaciones, bien por parte de los antiguos ocupantes, bien por los modernos y sus propias máquinas que han intervenido recientemente en el desmantelamiento del antiguo cementerio.
En la imagen que se ofrece en 62B, se observa el muro divisorio entre la zona termal y los pasos situados detrás de ella. Las medidas de estos tramos, previos al hogar de las termas, se han indicado con toda precisión en la planimetría sobre este subsector. Lo que sí se quiere precisar aquí es la secuencia de estructuras, cuyo tramo final está marcado por unas formas, que parecen indicar el punto de entrada de agua y la base de alimentación de calor a esta dependencia.
Una vez situados sobre el propio hogar (fot. 63B), se ve, a izquierda, uno de los fuertes y resistentes muros de encuadre de los pilares y sistema de embovedado del hypocavstvm. La materia fundamental es el ladrillo, que después se analizará.
En la foto 64B, se remarca, de forma más incisiva, cómo es precisamente el ladrillo el elemento estructural que se utiliza en todo el aparejo de hypocavstvm, salvo los gruesos muros, antes indicados, que forman los dos resortes sobre los que se apoyan todos los demás elementos componentes de tal estructura. Se señalan debidamente todos los puntos en los que se puede observar la presencia de los pilares, bien adosados al muro soporte, bien como elementos sobre los que se asienta la cubierta, en forma de falsa bóveda, de la parte superior del hypocavstvm.
En la perspectiva que se presenta desde otro ángulo, se observa la forma de los paramentos laterales, con opvs latericivm, los puntos de salida de aire, los pilares adosados al muro lateral y los pequeños arcos, que forman las falsas bóvedas, soporte de toda la estructura superior (fot. 63B). Las tres formas arqueadas, con sus pilares intermedios, se ven en las fotos siguientes de detalle, en las que, además de la estructura de fondo, sobre la que se apoyan estas bóvedas, se puede comprobar la forma rudimentaria con que se han levantado los arcos (fots. 67B; 68B; 69B; 70B; 71B; 72B). Efectivamente, no se trata más que de una falsa bóveda, conseguida a base de colocar los ladrillos en posición horizontal, cerrándolos de ángulo, según se sube, hasta formar una falsa clave de cierre en su punto más elevado. Es una técnica de escaso valor arquitectónico y mediana consistencia, ya que la resistividad, por la posición que adoptan los ladrillos, es bastante menos potente. Es un procedimiento usado muy frecuentemente por la técnica musulmana. En este caso puede ser una reutilización de antiguos elementos romanos remozados. En origen, no se trata de un procedimiento musulmán, sino romano, transformado posteriormente. En su parte posterior, punto por donde se piensa que recibía tanto el agua, para su preparación, como el elemento combustible, para el calor, las dependencias auxiliares se encuentran en tal estado que son casi inidentificables.
En la foto 73B, se ve una abertura a la izquierda y otra mayor a la derecha, que podían constituir tanto las vías de alimentación del hypocaustum como la de su limpieza. Pero no se descarta la destrucción de otro subsector.
En una foto, con mayor ángulo de esta área, sobre el muro de más volumen (fot. 74B ,7), se tiene la existencia de un orificio circular por el que, se piensa, podría haber discurrido una canalización de agua de servicio, tal vez para las zonas tibias, aunque podía ser una salida de agua a alta temperatura. Pensando que, por el extremo calor alcanzado, la tubería sería de cerámica.
En cuanto a las medidas de los pilares, se han anotado las siguientes: 0,40 m de largura y de anchura; las distancias entre pilares: 0,45 m; los pilares del centro miden: 0,45 x 0,50 m; sus interespacios: 0,56 m, y 0,45 m. Todos estos detalles quedan perfectamente delimitados en la planimetría del sector (fig. 8).
Desde la perspectiva indicada en 75B, se puede ver el muro de soporte mayor, de los dos que encuadran el hypocavstvm. Obsérvese cómo se encuentran divididos los distintos elementos que integran el citado muro, como si se tratara de un sistema de tierra prensada, tipo musulmán medieval. Lo que realmente se da es una división de elementos, según la forma interna del subsector calefactor del espacio de las termas. En verdad se observa un sistema de bloques superpuestos, con marcados trazos de divisiones entre ellos.
En la parte posterior de las termas, tras el muro de apoyo, se pueden ver (fot. 76B) unas dependencias estrechamente relacionadas con la composición de estos espacios. Su aspecto externo es muy similar a las dependencias que se verán después: piedra y revoque impermeabilizantes.
Todo resulta tan aislado que parecer haberse producido una transformación en el conjunto de las termas. Ha podido ocurrir, sobre todo en época medieval de la historia de este edificio.
Desde las zonas de tratamiento previo del agua, nos situamos de forma que se puedan ver las dependencias orientadas a Levante (fot. 77B). Esta primera parte de dependencias (fot. 74B,1,2,4), que ocupa el centro, tiene las siguientes medidas aproximadas: anchura, 2,40 m; fondo, 11,50 m. La altura de los paramentos es muy variable, ya que se encuentran muy erosionados. A la derecha de la imagen que se ofrece hay una zona cuyas estructuras han sido destruidas por la precedente intervención del elemento humano, y eliminadas por las máquinas modernas, que han causado grave pérdida de la identidad de este subsector. A izquierda, no obstante, se pueden ver algunas formas, al menos conservadas en sus bases.
En cuanto al revestimiento de esta primera dependencia, hay que decir que se trata de un revoque aislante muy deteriorado y retocado, pero que guarda las características de ser un preparado impermeabilizante, común a todas las dependencias que se van a ver en el conjunto.
En la imagen, que se muestra a continuación de la anterior, se ve un elemento que parece más un canal de recogida de aguas residuales de los baños, que un espacio-piscina (fot. 78B). El muro de la derecha mide 1 m de grosor; el de la izquierda: 0,60 m, y se encuentra dividido en el centro por un murete, situado a más bajo nivel, de 0,45 m. La anchura de este paso o corredor es de 1,20 m. Al pie del muro grueso puede verse una estructura de alzado, con apariencia de haber sido anterior a esta construcción, con un resalte de 0,35 m y la misma extensión que el muro superpuesto. Este suelo se ve claramente roto no sólo desde antiguo, sino modernamente.
En la imagen 79B, se puede ver la zona más amplia de lo que se viene considerando espacio de baños o pilas de las termas. En el centro se observa una dependencia grande, dentro de la cual hay, en el extremo derecho anterior, dos compartimentos o pilas menores, cercadas por muretes que han sido rebajados y cuyas medidas son: el indicado en primer plano, 1 m; los laterales y el de fondo: 0,60 m; anchura, 2,95 m; largura, 7,95 m. Las dos bañeras o pilas pequeñas miden: largura y anchura, 1,30 x 0,96 m y 0,90 x 0,96 m. El grosor de los muros es de 0,45 m. Todo parece indicar que, al lado de estas pequeñas formas de pilas, había otras que han sido rotas, y de las que quedan indicios de muros.
En la foto 80B se presenta una imagen próxima a las dos piezas indicadas en primer plano. En la 81B se marca el espacio de lo que ha podido ser una pila o área de baño de mayor tamaño. En la imagen 84B, se muestra una de las dos piezas homogéneas.
Siguiendo la descripción de todo este sector, se señala otro espacio similar al visto en 78B, pero algo más amplio, que mide 1,60 m de anchura y 7,95 de largura. Al fondo de la misma imagen hay unas aberturas, en forma de escape, a las que se puede identificar como desagüe de los espacios destinados al baño. Se ve una pequeña arqueta de recogida, por los restos de canalizaciones que se ven, de las piscinas que hay cerca, a lo largo de todo el fondo. El grosor de los muros de este espacio estrecho, es de 0,60 m, a ambos lados.
Al fondo de todo esto se tiene un espacio que se ve flanqueado por otros dos, cuyas funciones se desconocen, pero parecen formar parte de las estructuras de los baños y, tras todo esto, una zona, que debió estar dividida en tres partes, según los indicios de muro de cierre que se han podido detectar. Su suelo o pavimento está en muy mal estado, debido a la erosión. Tal espacio mide 6,95 m de largura, comprendiendo todas las probables dependencias; y el muro, que forma límite con el corte, al que se considera artificial, mide 0,60 m de grosor. Lo que de él se conserva mide aproximadamente 12 m; pero se piensa que cerraba en ambos extremos de este espacio, por lo que se deduce que tan sólo se ha conservado el núcleo central de las dependencias destinadas al baño (fot. 84B).
Tomando una perspectiva desde la zona levantina, se observa el corte producido por la máquina moderna (desmantelamiento del cementerio), haciéndose patentes las estructuras que se han visto antes (fot. 85B,3,7,9). La diferencia de nivel, como se puede ver, es de casi cuatro metros sobre el suelo, en general. Se cree que estos alzados de muros, que hay en la zona baja de 85B, no tendrían una altura como la de arriba, pero existirían sistemas escalonados de comunicación.
De nuevo en el área de murallas de Levante (fot. 85B), se pueden comprobar los elementos defensivos que, al parecer, se salvaron de la destrucción llevada a cabo por el ejército napoleónico. En el subsector de este mismo lienzo de muralla, se puede comprobar cómo la parte exterior ha sido reforzada mediante el revestimiento de piedras, mientras que el interior es íntegramente de tierra prensada. No se tienen pruebas para saber si la cimentación de este sistema se apoyaba en una estructura previa romana, aunque hay algunos indicios sobre la base de la muralla en su parte externa.
Situados en la actual entrada, cerca de uno de los torreones, se puede ver la alineación de muros, que recorren todo el sistema, casi de un extremo a otro (fot. 91B), con secuencias de muretes transversales de cierre; lo que indica que se dividían en sectores que no se pueden definir. El recorrido de este muro es de 29,70 m, y su grosor, de 0,60 m. Hacia su centro hay una división, cuya anchura es de 2,80 m, y los muros conservados de la misma miden: 3,40 m de largura y 2,20 m respectivamente. Pero, además, estos dos muros se prolongan en dirección a la muralla exterior del Castillo, llegando uno de ellos a medir 2,50 m. El otro se encuentra muy erosionado.
De forma paralela al antes descrito, hay otro cuyo recorrido es de 19,90 m, y su grosor, de 0,60 m. A una distancia de 3,30 m, hay un pequeño recuadro, algo desigual, cuya largura es de 1,90 m, y el grosor, de 0,45 m. Pueden verse algunas estructuras más, pero la demolición provocada por la máquina ha hecho desaparecer todo resto. Se espera que con una excavación, previa a la restauración del Castillo, se recuperen algunos de los espacios y líneas perdidas.
En la foto panorámica 92B, se puede ver este alineamiento, indicado en 50B,7, a la vez que los compartimentos situados más a la derecha de la imagen que a su izquierda. Al fondo se puede detectar el muro de cierre en dos sentidos. El espacio visto como un compartimento cerrado, se muestra en 93B, y sus medidas se han ofrecido en la descripción anterior (fot. 91B).
En el punto antes indicado, se piensa que había una estructura de cierre, que ha sido rota por las necesidades que implicaba la construcción del Castillo, pero no sería de extrañar que reaparecieran cuando se realice la pertinente excavación con la restauración programada. En el espacio situado detrás de la muralla de fachada, con adarve, a izquierda de la imagen ofrecida (fot. 94B,1), se puede ver lo que es elemento romano, con aparejo perfectamente definible, las estructuras que quedan aún en pie, de época musulmana (fot. 94B,2), y las formas atribuibles a la época de Carlos III (fot. 94B, 3,4,5).
En este mismo subsector del Castillo, se observan, sobre la zona excavada (fot. 95B,4), elementos arquitectónicos cuyos aparejos entran más en lo que se definiría como romano que como medieval o moderno, ya que son ciertamente catalogables cada uno de ellos. Hay superposiciones de estructuras y yuxtaposiciones, similares a las conservadas en la zona de las termas.
Pero, situados sobre el pasillo moderno de entrada al Castillo, se ven de nuevo las formas típicas de paramentos romanos, pertenecientes a un sistema de almacenes, en batería, pero algo diferente a lo que habitualmente se viene detallando a través de toda la ciudad moderna (fot. 96B).
Los primeros muros, vistos a izquierda de la imagen, forman parte de toda la infraestructura que se va a contemplar en diferentes planos y que, en cierto modo, pueden relacionarse con las que se dan en 91B; 92B y 93B. Realmente se trata de dos secuencias, casi paralelas, de zonas de proporciones similares y de formas normalmente rectangulares (fot. 98B). Se encuentran adosadas a un edificio de tradición musulmana situado en su parte izquierda, según la imagen ofrecida (fot. 99B). Hay dos sistemas de muros que discurren paralelos y se encuentran divididos por los correspondientes muros de separación, que dan forma a las dependencias, que se consideran almacenes a flor de superficie, pero han podido perfectamente tener cubierta. Tales formas de almacenes presentan, como se ha indicado, una estructura rectangular. Se encuentran alineadas en paralelo y de forma un poco anómala en su ángulo frontal, según se mira. Pero, en realidad, no es más que una probable deformación causada por las superposiciones posteriores, que han afectado a todo el sistema (fot. 99B).
Frente a estos muros maestros de limitación de espacios cerrados, se puede observar la presencia de alzados que no están bien alineados, pero se piensa que tienen una estrecha relación con los cuestionados en esta descripción. La distribución de este sistema, con sus compartimentos adláteres, su cierre al fondo, como se puede observar en la imagen 100B, además de otros muros que se han detectado, parecen formar todos en bloque, un conjunto que se asemeja más a un granero en superficie, que a depósitos de salazones. Pero no se debe descartar nada de esto, aunque, tal vez, el sistema de utilización como cubicula quede más lejos de una explicación, ya que no se ha detectado ninguna señal superficial de acceso y, por tanto, dificulta admitir tal definición. Pero, y esto es lo más importante, no se puede perder de vista que este lugar constituye el área más sana y propicia para que los alimentos se conserven bien. Este es el sector más salubre de todo el conjunto de Seks, ya que se encuentra a merced de todos los vientos, y sobre una base estrictamente rocosa, lo que evita la humedad. Todas estas razones llevan a concluir que no es un desacierto pensar que los romanos emplazaran en este lugar sus almacenes de alimentos para la población directora de la factoría.
Una gran cuadrícula se había montado en torno a los elementos que constituyen la zona de almacenes, e, incluso, los bajos, como se verá, serán utilizados para almacenaje, excavados en roca madre. Las medidas registradas en esta área vienen dadas como sigue: longitud del muro principal, 20,80 m, grosor; 0,45 m. Este último dato es común a todos los muretes que se dan en estas cuadrículas. Las primeras, de izquierda a derecha, de frente, miden: 1ª: 3 x 3 m; 2ª: 3 x 2,60 m; 3ª: 3 x 2,40 m. El espacio restante, en este sentido, mide 10 m aproximadamente, porque se supone que cierra al final con las cuadrículas estudiadas en el subsector de Levante. La segunda fila de cuadrículas, situada detrás de las anteriores, mide: 1ª: 3 x 2,60 m; 2ª: 2,60 x 2,60 m. Los espacios que se siguen se encuentran muy erosionados y no se ha podido hacer una medición precisa debido a la indefinición de los restos que se pueden ver. La edificación que se sitúa detrás de esta cuadrícula, torre cárcel en época musulmana, ha tenido una intervención clara en los restantes componentes de esta zona del Castillo y ha llegado a romper su unidad.
Además de estas formas, se cree, destinadas a almacenaje de productos alimenticios y otros, hay un depósito de agua en forma de aljibe, al que no se ha catalogado, porque presenta algunas características que hacen dudar; por lo que no se quiere arriesgar opinión. Cuando se realice su limpieza, se podrá analizar el aparejo y forma (fot. 102B). Por el aspecto exterior y la utilización de materiales, parece una estructura musulmana, pero el uso del ladrillo y sistema de aparejo, da pie para pensar en un depósito romano, cosa que sería muy normal donde se ha localizado una casa romana. Podría perfectamente constituir el aljibe de recogida de aguas de lluvia. El resto de las estructuras que se van a exponer se encuentran en muy mal estado de conservación. Así, en la foto 103B, se pueden ver numerosos restos de muros difíciles de catalogar, probablemente debido a la reutilización a través de los años.
El muro que se muestra con restos de canalizaciones (fot. 104B) cerraba, y lo hace de una forma un tanto confusa, con el muro maestro de las dependencias que se acaban de describir como probables almacenes. Su posición, con respecto al muro con que enlaza, es de ángulo recto. El canalito que se ve a 0,60 m de la superficie actual, aparece como un elemento a tener en cuenta a la hora de fijar los sistemas de distribución de agua. Es adintelado y probablemente tendría tubería. La altura del paramento observable en 105B es demasiado profunda y tal vez se hayan tocado estructuras romanas subsistentes.
En toda la secuencia de muros que se vienen describiendo, hay un denominador común: todo parece indicar que se encuentra formado por un cuadrilátero que circunda todas las estructuras hasta ahora descritas, formando una especie de vallado, organizado en torno a lo que es la casa o elementos fundamentales de lo que es tal edificación.
En la foto 105B, se ve una secuencia de muros que cierra, en lo que se ha detallado en la anterior, formando ángulo recto. Sobre uno de los puntos extremos de la imagen dada en esta foto (fot. 105B,3), se puede ver, en ese preciso espacio, una piedra de molinillo romano, que tapona la entrada de esa especie de pozo conducto que, a continuación, se analiza. Así, en 106B se ve el citado pozo circular con la piedra de molino caída en el fondo, desde el punto superior o bocana, donde se encontraba al parecer. Este detalle permite decir que la abertura que muestra este pozo es muy similar al diámetro de entrada o acceso.
Como bien se puede detectar, la construcción de esta dependencia ha sido realizada excavando en roca una especie de fosa, que no es tal, sino una entrada o lucernaria de todo un conducto subterráneo utilizado como recinto o granero, al estilo de los criptopórticos de época romana tardía, que se han citado en los capítulos introductorios de este trabajo. A partir de la roca excavada, se puede ver que se ha construido con opvs latericivm, del mismo estilo y proporciones al usado en los pilarillos y falsas bóvedas del hypocavstvm de las termas.
Dentro del cuadro de estructuras murales sin una definición clara, se pueden ver las que se muestran, apreciándoseles los rasgos de reutilizaciones de paramentos que no son definibles ni como romanos, ni como musulmanes, sino que hará falta un postrer análisis a través de la excavación que debe preceder al proceso de restauración (fot. 107B). Detalles de este tipo, sin una definición clara, se pueden ver, en el último tramo de estructuras murales que se observan en el extremo noroeste del espacio interior del Castillo (fot. 108B).
Situados de nuevo junto a las murallas de Levante, se ve el proceso de los antiguos para acceder al punto más elevado del compartimento sur (fot. 109B,2). Y, una vez arriba, aparecen, en un primer tramo, estructuras consideradas eminentemente medievales y modernas, pero que presentan atisbos de reutilizaciones, sobre todo en los revestimientos que tienen algunos de los paramentos que se ven a izquierda de la imagen ofrecida en 110B,1. Los de la derecha, (fot. 110B,4) muestran la técnica del opvs latericivm, pero no presentan una definición clara a la hora de identificar su verdadera procedencia, ya que tanto musulmanes, cristianos como romanos la utilizan. Tan sólo un análisis del mortero puede dar algún factor clarificador sobre una u otra identidad. Se acepta, a primera vista, por una definición moderna sobre fundamentos romano-musulmanes, cosa que podrá, en última instancia, definir la excavación que de esta área se lleve ordenadamente a término, cosa que se espera poseer, como dato definitivo (fot. 111B), una vez se presente la oportunidad de poder llevar a cabo exploración y estudio de tal tipo, en unos lugares tan escasamente analizados en subsuelo.
En el tramo segundo de este espacio, se puede localizar, aparte del gran número de elementos sin precisar, por falta de exploración metódica, y con gran confusión, una parte donde se ubica uno de los tramos de nave o criptopórtico que, se cree, rodea toda la vertiente oeste y sureste del Castillo (fot. 112B, 5).
Con más precisión, se puede ver fotografía de aproximación en las imágenes que se observan en 113B y 114B, mostrando una especie de nave sobre la que se ignora, por deficiencia de no poder observarla con mayor precisión, si tiene cubierta adintelada o es abovedada. Sí es posible identificar los paramentos donde se ve el opvs latericivm, del mismo estilo al existente en las ter-mas y del pozo. En la parte izquierda de la imagen, se ve un alzado de piedra, que se presenta difícil de definir, por no poderse analizar el aparejo, debido a la indefinición que da su situación actual. Es preciso acercarse, pero no lo permite su peligroso estado y carencia de medios para acceder. Como elemento arquitectónico, se cree que se trata de un pasillo, que conecta con los antes vistos en el área de acceso principal del Castillo. Pero esto es suponer y no definir. Por tanto, nos limitamos tan sólo a indicar que se trata de un factor más a tener en cuenta, como elemento arquitectónico subterráneo.
Como epígrafe de última hora hay que añadir que toda esta zona ha sido limpiada y restaurada y, a la vista de lo hallado, parece que ha quedado claro que este espacio ha formado parte de un elemento de producción. Lo han definido como lagar de época musulmana, cuya raigambre queda indefinido al no poder determinar desde qué momento tal elemento hizo su aparición. Se ignora si hubo algún elemento estructural que pudiera poner tela de juicio su verdadero origen. No disponemos de publicación, por ahora, para poderlo cotejar.
Es de considerar también el hecho de que se utilice este espacio como lugar de enterramientos, aunque hay que tener en cuenta que es una zona bastante reducida. No es de extrañar que las tumbas sean romanas. Este fenómeno ha sido comprobado también en parte de la factoría de salazones del Majuelo, donde aparecieron dos enterramientos, pero con una técnica funeraria diferente, ya que aquí, dentro del recinto del Castillo, se usa la piedra como elemento de construcción, mientras que en el Majuelo se utilizaron tégulas romanas grandes y de diferente tamaño. Las zonas donde aparecieron los enterramientos romanos se pueden ver en las fotos 115B, 116B y 118B.
Por otra parte, en nuestra posición sobre la existencia de una casa romana de cierta entidad sobre el Castillo, hay que aportar una serie de materiales que lo confirman. Las fotos 118B, 119B y 120B dan testimonio de que aquí se usaron columnas de mármol que, probablemente, pertenecerían a una zona porticada de la casa. También aparecieron materiales de tipo industrial, como son las piedras de molino de trigo o grano, como se prueba en las fotos 121B y 122B. Lo que no obsta para que los musulmanes reutilizaran todo este material, dando lugar a que den la impresión de que todo pertenecía a su cultura, cuando la base de todo ello es romana, tanto la zona de las termas, enterramientos y el perímetro de estructuras que rodeaban todo.
Conclusión del sector B
El espacio que comprende este concreto sector de descripción y análisis, queda enmarcado fundamentalmente por la secuencia de dos elementos que, en cierto modo, se entrecruzan: el Castillo de San Miguel, con sus estructuras formadas por elementos medievales y modernos, y todo el elenco cultural arquitectónico, que se ha localizado no sólo en su interior, sino también en la periferia que bordea, con su propio sistema de estructuras, todo este estratégico sector.
Bajo el punto de vista romano, no se puede pensar que esta área tuviera función defensiva. Por las características que presenta en bloque todo el sistema, hay que decir que lo que se ha hallado se resume en: sistemas subterráneos de posible función similar a la de los criptopórticos, destinados, en principio, a granero o conducto subterráneo de comunicación, localizados en dos espacios diferentes: partes norte y sur respectivamente.
En superficie se ha centrado nuestra atención en un núcleo clave: la casa, en torno a la que gira todo lo demás: graneros en superficie y subterráneos, pozo o conducto, termas domésticas, etc. Pero hay algo en lo que se pretende hacer fuerte hincapié: no se ha descubierto nada de estuco pintado. Los que se usan, de revestimiento, en los compartimentos localizados, son pobres de composición. Tan sólo es una ligera capa de estuco de tono crema.
Por otro lado, las termas presentan una estructura de escaso valor arquitectónico. Los revoques, en los elementos hallados en ese espacio, son pobres.
En contraposición a esto, se tiene el hallazgo de fragmentos de fustes de columnas; lo que hace pensar en la existencia de un pórtico en la zona del complvvivm. Cuando una casa es mediana, normalmente se usan pilastras de opvs latericivm, no mármol necesariamente. Ello resulta un tanto contradictorio; pero los hechos están ahí: no hay revoco con pintura en los muros analizados, revestimiento de estuco pobre, termas de escaso valor arquitectónico, etc.
Todo ello hace ver que se trata de una casa, pero de escasa categoría artística; por lo que se llega a pensar que fuera ocupada por gente de no muy alto nivel económico, o mejor, por una clase militar o cargo público no permanente; con lo que se puede suponer que podría tratarse de un edificio público al servicio de cierta clase, llamemos, funcionarial. Pero la duda queda ahí: no hay elementos de juicio suficientes para admitir que se trate de una zona de hábitat permanente y económicamente poderosa, porque esa categoría social vivía en la periferia del estero marino de río Verde, y en el interior del territorio, en villas rústicas bien situadas (La Albina, Torrecuevas, La Cerca, Los Bañuelos, Barrio de San Sebastián, etc.). Ello es lo que nos mueve a pensar que esto fuera una residencia de personal no permanente y de carácter militar o, como se ha dicho funcionarial, al servicio de todo un complejo industrial. Como centro estratégico ocupa el punto neurálgico de todo el complejo, desde donde se podía controlar, en gran parte, el movimiento marítimo y terrestre.
En un resumen esquemático de la situación interior del Castillo, hay que decir que la línea, sobre la que se encuentra todo el trazado, enmarca un cuadrilátero casi perfecto, porque se encuentra interrumpido en numerosos puntos por las superposiciones, que se han llevado a cabo sobre este sistema, a través de los distintos usos que de él se han hecho en el tiempo.
En cuanto a los elementos hallados en la periferia de lo que se viene admitiendo como Castillo, hay que decir que la parte de Poniente registra una secuencia interrumpida de sistemas de contención a base de muros de escalonamiento, que sirven para sostener las estructuras que se han venido montando a lo largo de toda la vertiente. Se cree que se trata fundamentalmente de sistemas de muros de contención que protegen toda una plataforma en la que se pueden ver numerosas estructuras industriales que, se cree, por ahora, no van más allá del fondo que ellas mismas muestran. Pero es lógico que, si se tiene un depósito de agua, pileta de salazón y algunos otros restos sin identificar, todos encajan dentro del conjunto, como dando a entender que tenían su función.
No se explica un depósito de agua de más de 9 m de longitud para una sola pileta de salazón. Sin duda debieron existir otros elementos, cuya fuente de alimentación sería este mismo depósito. Por ello se concluye, sobre este subsector, diciendo que, bajo los paramentos modernos del Castillo han existido, y deben subyacer tales elementos adicionales, formando una secuencia de estructuras industriales relacionadas con toda la zona, de forma complementaria. Pero no se descarta, en absoluto, que tal depósito de agua, esté relacionado con las formas que se encuentran dentro del área del Castillo, ya que la cota del espacio de Levante está por debajo de la del depósito y, debido a ello, no se duda en establecer una cierta relación funcional, o como elemento integrante de todas las estructuras romanas que hay en el Castillo. En definitiva, se concluye diciendo que estamos ante una casa más de tipo oficial que de carácter privado, en donde se dan elementos propios de un hábitat, con dependencias destinadas almacenaje. A su vez, podía desempeñar una función de control y vigilancia, por ser el sector más estratégico de todo el conjunto.
SECTOR C
El espacio comprendido por este pequeño sector se sitúa entre terrenos de las cercanías del Castillo y la última zona de la de este mismo nombre.
En el punto en que se interrumpe la calle citada, para dar acceso al Castillo, procedimiento considerado artificial, en las estructuras que se ven a izquierda, según se entra, se comprueba la secuencia formada por un muro de contención, que salva el nivel de la calle en todo su trazado, y que se eleva, aproximadamente, 3,50 m sobre el suelo posterior, en su mayor parte, hasta hace poco ocupada por los alfares, elementos que nos dejan como testigos, formas que se pueden calificar como romanas por las características externas y los módulos de sus paramentos.
No cabe duda de que han sido rotas todas las dependencias que han existido delante del Castillo, para poder levantar una defensa natural con espacio muerto, que facilite a un potencial enemigo, el acercarse a la fortaleza. Esa “tierra de nadie” ha estado formada largo tiempo por un descampado que, hasta hace no muchos años, se ha conservado.
No se trata de que se eliminaran los elementos arquitectónicos, sino que no se utilizaran e, incluso, se demolieran en gran parte. Es evidente que, como se verá en sectores enmarcados en el mismo espacio, conviene mantener un sistema de obstáculos que impidan el acceso fácil al Castillo. Y, en efecto, han existido y aún se conservan. Hay detectadas estructuras que guardan escasa altura, y que obstaculizarían el paso en ese sentido.
Dicho esto, aparece, a la entrada de Explanada de San Miguel, a izquierda, una serie de edificaciones, que son reutilizaciones de formas murales consideradas romanas. Por sus proporciones y el uso de podivm, en su punto de entrada, se cree que se trata de tales construcciones (fot. 1C). Quedan vestigios de su antiguo alzado en los puntos que se indican: 1C,1, podivm; 1C,2, resto de muro que deja ver la composición de su alzado.
En la parte posterior de este alineamiento, se puede ver toda una secuencia de reutilizaciones modernas en las que se comprueba la existencia de paramentos romanos interiores, con motivo de la recomposición de algunas de estas casas, de las que no se tiene material fotográfico, pero se consiguió información sobre los muros y sus proporciones (fot. 3C,2).
Aparte de estos detalles, es interesante observar cómo se monta la estructura del aparejo, sobre la misma roca. La fotografía presentada tiene más de 8 años (se escribe este trabajo en los años `80), y aún se dejan ver, sobre los paramentos externos, las señales de un aparejo de opvs incertvm.
En el citado punto 3C,2, los muros detectados, atravesaban de lado a lado toda esta alineación, dando a las calles Explanada de San Miguel y San Miguel Bajo. Los muros que se observan a izquierda de la imagen ofrecida, están registrados desde principio de este siglo (XX), ya que se dispone de documentación fotográfica que permite identificarlos desde la perspectiva de Levante (fot. 4C). Hacia el centro de la calle San Miguel Bajo, se puede comprobar que en la casa, que se ha levantado con sistema de pilares, se vio, mediante una exploración de emergencia, los muros romanos que habían sido destruidos hasta casi la roca, pero hubo material suficiente para poder identificarlos y tomar sus medidas, que han sido reflejadas en la planimetría del sector.
Conclusión del sector C
A la vista de los escasos materiales de que se dispone, las conclusiones se dificultan o se simplifican, porque se cree que esta secuencia hay que considerarla como elemento integrante del gran sector, que debió existir en todo el espacio situado frente al Castillo, siendo fundamentalmente ocupado por alfares y que, en la actualidad, conservan varias alineaciones de estructuras romanas en sus cercanías: unas, hechas desaparecer por la edificación de barriadas nuevas, y las viejas construcciones llevadas a cabo mediante la reutilización de los muros, que quedaron como elementos defensivos en el espacio muerto situado frente al foso del Castillo.
Como conclusión inducida, ya que se tienen algunos datos de hallazgos de piletas en los alfares, con motivo de su transformación en zonas libres y viviendas, cabe decir que este gran sector, en general, y el pequeño, en particular, formaron parte de una probable zona dedicada a la elaboración de pescado y a la fabricación de cerámica fundamentalmente industrial. Como argumento que apoya esta afirmación, existe el testimonio de uno de los propietarios, que confirmaron que ellos utilizaban “cubas” (¿piletas?), de antiguo, para el tratamiento y preparación de la cerámica en sus procesos de fabricación.
SECTOR D
El sector D forma parte de las estructuras mixtas, o cuyos elementos constructivos participan de las técnicas medievales y modernas, por un lado, y romanas reutilizadas, por otro. Ambas se encuadran dentro de los sistemas arquitectónicos programados para la defensa de la ciudad. Aquí tan sólo se trabaja con el espacio destinado a la infraestructura romana, formada por los componentes industriales y los destinados al almacenaje, como los más usuales.
No cabe duda de que existen otros sistemas de apoyo, o complementarios a la finalidad primordial de estos medios de producción. Por ello no se prescinde de los sistemas de aterrazamiento, con su técnica y composición, los elementos hidráulicos y su distribución, como lo más destacado de todo el conjunto.
Uno de los componentes arquitectónicos más ausente es la red de comunicaciones, dentro de la totalidad del complejo. Este defecto o falta de identificación constituye un problema casi insalvable, ya que los accesos modernos, en gran mayoría artificiales, no dan opción a determinar, en ningún momento, dónde hay una vía de comunicación interior, que relacione los diferentes sectores del complejo. Tan sólo se pueden identificar algunos tramos pequeños, y ello porque plantean más dudas que soluciones. Lo que se ignora es su continuidad y ensamblaje en un conjunto de red viaria interior de intercomunicación.
Se inicia el recorrido descriptivo intentando conectar todo el sistema defensivo de la zona levantina de la ciudad. Así, aparecen, al inicio de la Cuesta del Carmen, los restos de un torreón medieval moderno (fot. 1D,2), secuencia de sistemas de murallas que, a lo largo de todo su trazado, irán mostrando distintos aparejos, según la técnica de construcción usada.
No es de extrañar encontrarse con superposiciones de aparejo diferente, como ocurre en los materiales usados en murallas árabes y entre los del período moderno.
Sobre el talud, que da al actual Paseo de Prieto Moreno, se observa la secuencia de todos los tramos conservados. En ellos (fot. 2D) se detecta la existencia de técnicas distintas. Los puntos bajos de este sistema están formados por estructuras romanas (fots. 2D,2,3; 3D,1,2; 4D,2), aunque lo que predomina es el material de época cristiana, superpuesto al romano (fots. 2D,2; 3D,1; 4D,1; 7D; 8D; 9D; 10D,1; 11D,3; 12D,4). No se olvide que tal superposición de estructuras de murallas con base romana, tiene muy estrecha relación con las construcciones que se encuentran apoyadas sobre ellas, y cuyo aparejo es el mismo, como se verá más adelante.
Así, pues, la muralla se va cerrando, según la propia configuración del terreno, hasta formar recinto con los muros y torreones del Castillo de San Miguel (fots. 2D; 3D; 4D; 7D; 8D; 9D; 10D; 11D; 12D).
Hay que considerar que el sistema de muros romanos de Levante, dirigido hacia el Castillo, constituía igualmente un medio para la conducción de agua. En la parte interna de esta muralla, sobre un patio rodeado de muros romanos (fots. 33D; 34D; 35D), se han podido tomar fotografías donde se detecta el canal de conducción interrumpido, cortado y taponado. En su interior se podía ver el opvs signinvm de revestimiento e impermeabilización (fots. 5D y 6D). Ello lleva a concluir que su destino era el Peñón del Santo, hasta donde se llegaba mediante un gran puente. Para ello se recuerda que, justo al lado del punto donde terminaba el puente romano, se encuentra un depósito romano de agua, que siempre ha estado a la intemperie y visible para todos, hasta que se decidió “modernizar” el Peñón, quedando cubierto y enlucido y, últimamente convertido en el apero de los jardines de esta zona. Esta conducción de agua ha quedado modernamente absorbida por la casa moderna que se monta sobre ella, siendo imposible su recuperación.
Una vez hecho este inciso, se continúa describiendo la composición de los aparejos de las distinta partes de la muralla, que no es homogénea, sino que, en cada época, según las necesidades de reparación, se ha practicado un tipo de restauración diferente, no sólo por la tradición arquitectónica, sino también por la dotación presupuestaria, cuando se libraba dinero para el sistema defensivo.
En cuanto a las características estructurales, se observa que el grosor de las murallas varía, según las épocas. En unos tramos alcanza 1,20 m de grosor, en otros, 0,90 m; pero esto, en su parte elevada, porque la base no se ha podido ponderar.
La técnica del alzado, en general, es la piedra vista, como se puede comprobar a lo largo de todo el recorrido. La altura es variable, sobre todo debido a los deterioros sufridos por diversas causas y circunstancias. El punto más elevado actualmente, puede alcanzar los 10 m. Se presume que, además, estaban provistas de adarves, como en otros lugares de la ciudad.
En cuanto a la parte interna del sistema de amurallamiento, se detecta cómo la propia muralla queda bajo la calle para formar parte de ella, ya que tal no existía, sino que fue hecha de forma artificial, aprovechando la misma muralla.
A derecha de la subida, hay todo un paramento romano de contención (fot. 13D, 2), al que se ve, con mayor precisión, en la fotografía 14D, con un alzado superior a los 9 m, y que se extiende a lo largo de todo el corte producido por el talud de relieve del casco urbano.
Sobre los muros de la calle se pueden ver los vestigios de las antiguas estructuras murales. Así, en la misma Cuesta del Carmen, tanto a derecha como a izquierda, se observan las viejas formas murales romanas, aunque bastante modificadas por los ocupantes posteriores (fots.15D; 16D; 17D), que dejan ver las huellas de los antiguos aparejos.
A media cuesta, girando a derecha, por un paso artificial provocado a causa de nueva apertura de calle en tiempos pasados y mediante la rotura del muro romano que se ha podido ver en 14D, está la parte considerada ya íntimamente relacionada con las estructuras que se han descrito en el sector E. En efecto, sobre la parte izquierda que da la imagen 18D, al pie del muro maestro de esta construcción aparentemente moderna, se puede comprobar la existencia del paramento antiguo y que se relaciona con los que a continuación se van a describir.
El tramo 19D, secuencia de enlace del paramento anterior, no es más que un muro contrafuerte para sujetar las estructuras que se van a ir levantando a lo largo de las series encadenadas y paralelas que se va a tener ocasión de estudiar y, en parte, ver. El aparejo, que muestra este pequeño subsector, entra dentro del tipo opvs incertvm. Pueden, en efecto, verse las piedras con tal técnica a lo largo de la base, camufladas bajo una ligera capa de revoque moderno y encalamiento.
En la parte opuesta de este subsector, se pueden ver los vestigios del muro de contención, localizado en 14D, en su prolongación hacia la zona sur. El realce, que se le ha dado modernamente, se debe a una pura necesidad de establecer cierta seguridad, pero, en su base, se pueden ver las piedras de su aparejo, tal como se observa en la foto 21D. Este mismo muro, justo en el punto 20B,2, ha sido roto intencionadamente para poder establecer una referencia de comunicación entre la zona baja y los sectores E, D, y U. Desde una altura superior se puede comprobar cómo se dibuja la secuencia de dicho muro, adaptándose a las imposiciones de la configuración del terreno, y desde el mismo punto anterior, se muestra una perspectiva de las secuencias de alineamientos, con formas romanas en sus interiores, y en perfecto orden arqui-tectónico (fot. 23D).
En el punto 23D,1 se ve el primer muro de contención que va a sujetar las estructuras que han existido en la calle cerrada que se nos muestra en el centro de la imagen. En el punto (23D,2), está la fachada de una serie alineada de formas cuyos paramentos han sido muy alterados, hasta el punto de que apenas han contado con la mitad de su altura para poder terminar lo que hoy es vivienda moderna. Pero se puede comprobar que las coordenadas de los tipos que se vienen admitiendo como naves, encajan perfectamente con las medidas que aquí se pueden constatar: el módulo de una casa normal coincide con las medidas en altura, anchura y largura de una nave tipo habitual, dentro de este gran sector.
En el punto 23D,3, se contempla otra de las secuencias alineadas paralelas, no sólo a la que se sitúa en una base inferior, sino que también, aunque no se vea en esta imagen, corre paralela a la que se halla inmediatamente detrás. De la misma manera que en (23D,2), las medidas guardan una estrecha relación con los tipos de naves hasta ahora estudiados aquí, las distancias, medidas y proporciones de los espacios que se sitúan en este punto, coinciden con las que le preceden.
En la imagen que se ofrece en 24D, se comprueba la existencia de un espacio central, en forma de calle, que ha debido ser roto para abrir paso y que estuvo ocupado por una cadena de naves. El alineamiento visto a la derecha de esta serie de casas (24D,3), tiene un paramento que ha sido muy alterado a través del tiempo, pero sus módulos corren paralelos a los antes expuestos en el sector superior de L, y más concretamente, con la nave que tiene la bóveda partida. El muro de la izquierda (24D,2), de 0,4 m de grosor, ha debido experimentar un estrechamiento en su punto terminal ya que, cuando enlaza con las edificaciones modernas, que se sitúan paralelas al 24D,3, aumenta su volumen. Sobre el punto medio del paramento 24D,3, se puede ver una pequeña indicación de muro que destaca ligeramente de la pared en su base (fots. 25D; 26D), en una distancia de 6 m, del que se cree es un indicio de muro adosado, que debió formar parte de una estructura hoy desaparecida, en la calle cerrada donde se encuentra. Justo a su lado se levantó el paramento que conformaba toda la fachada de tal alineamiento de probables naves.
La estructura que se ve al fondo como elemento de cierre, probablemente es una construcción artificial, ya que el muro presenta escasos datos de su antigüedad, pero la base es muy similar a la de los paramentos que se encuentran en su entorno (fots. 27D; 29D; 30D). Los res-tos de fachada que se ven en la foto 28D, muestran el punto posterior de la estructura que se cierra tras 27D. En ella están las líneas de fachada que se prolongan desde 29D; 30D y 31D, con un seguimiento perfecto de los muros continuados hasta la Cuesta del Carmen. Las medidas de 28D se corresponden con una nave normal de las que preceden en el pasillo cerrado.
Una vez descrita esta calle ciega, situados frente a la estructura que se encuentra al fondo de la imagen ofrecida en la foto 24D, en la Cuesta del Carmen, se puede ver cómo en la parte superior de la casa de una sola planta, se detecta la presencia de un muro romano que se encuentra en línea con los que han quedado detrás, en la antes citada calle ciega (fot. 31D).
Al otro lado de la misma Cuesta del Carmen, sobre el muro, se comprueba la existencia de una serie de restos que muestran las estructuras que han sido rotas, probablemente para abrir la citada Cuesta (fot. 32D,2); pero en el punto 32D,1, se observa otra rotura que permite pasar a las estructuras situadas casi al borde del sistema amurallado que da sobre el Paseo de Prieto Moreno. En el interior de este paso, indicado en 32D,1, a izquierda según se entra, se puede ver un paramento de muro romano que se extiende a lo largo de todo el espacio aquí edificado (fot. 33D). Su altura alcanza 1,10 m. Se puede comprobar como un elemento más de información en la foto presentada, en sentido hacia la calle (fot. 34D), donde 34D,1 deja ver el aparejo con apenas un revoque posterior, y 34D,2, con fuerte revestimiento.
En la foto 35D, se puede observar la prolongación del paramento romano, bajo una cubierta artificial que termina en un muro romano de cierre que da sobre la Cuesta del Carmen.
Una vez salidos de este espacio, la calle Nueva del Carmen ha sido una de las que más modificaciones ha experimentado en los últimos años y, por tanto, también es una de las más difíciles de identificar en lo que a restos romanos se refiere.
Como se observa en la imagen 36D, los revoques modernos han sido tan fuertes que es prácticamente imposible decir que su alzado fuera romano. La parte izquierda de la imagen, en algunos de sus tramos, deja ver el antiguo sistema romano, tal como se puede comprobar en la foto 37D. El revoque moderno se ha caído y deja ver señales evidentes de su antigua composición. Las alturas de estos alzados son, a todas luces, como se aprecia en casi todos, casi idénticos; es decir, oscilan alrededor de los 2,30 m.
Desde el punto anterior, girando a izquierda, aparece una secuencia de fachada que conserva cierta cantidad de elementos antiguos, en lo referente a aparejo (fot. 38D). No sólo es el dato del aparejo, elemento decisorio, sino también el uso de escalones altos, como dato complementario y testigo de un fenómeno muy común en las áreas que han sido antes naves: el relleno del espacio interior por carecer de pavimento. Como el suelo viene siendo muy desigual, se rellena con tierra o escombros, para equilibrarlo, hecho que implica una elevación sobre el nivel de la calle y, consecuentemente, el uso, por necesidad, del escalón o podivm posterior.
En la panorámica 39D, se puede observar el alineamiento del subsector, con un intervalo de reutilización casi idéntico en cada una de las viviendas. A su vez, se ve no sólo la alineación de naves sobre la calle, sino también, como se señala en el punto 39D,3, otra línea más profunda que discurre paralela a la que hay en la calle. Es de gran interés observar cómo esta parte de la calle Nueva del Carmen es casi paralela a las estructuras de la calle Angustias Moderna, que se encuentra a un nivel superior, detrás.
En la fotografía 40D, se puede ver esta alineación, a la que tanto se está acudiendo para explicar la situación de las naves o espacios que lo fueron. La anchura de la calle y la altura de sus paramentos a través de todas las viviendas son muy reveladoras: la anchura es homogénea y muestra las mismas proporciones que la calle Angustias Moderna. Sobre las paredes exteriores, en sus puntos bajos se observan los restos de muros que, en parte, conforman el aparejo interno y, progresivamente, han sido recubiertos y han dejado de verse.
En los puntos 41D,1 y 42D,2, se puede ver con toda claridad la un paramento que se observa en este espacio libre dejado por los propietarios que, sin pretenderlo, han dado la prueba de la existencia de un alzado continuo a lo largo de toda la calle. El opvs incertvm se ha dejado ver, de forma clara y sin revoques en este pequeño tramo.
Pasando por la entrada, al pie del punto 42D, a través de una abertura sobre un muro, cuyo grosor es de 0,90 m y que ha sido previamente roto para poder acceder, se llega a la nave abovedada conservada, en línea con los elementos de la calle. Estos espacios son equivalentes, en sus medidas, a los que se encuentran en su parte externa, es decir, adosados a ellos y a lo largo, igualmente, de toda la calle.
Las medidas que ha dado esta nave son las siguientes: altura, 2,90 m; anchura, 2,15 m; largura, 5,85 m. El muro que va desde su paramento lineal hasta la calle, mide 2,30 m, que es la anchura de la nave que se encontraba adosada a ella y, sumando ésta con el grueso del muro de la calle, dan aproximadamente, el equivalente a la citada nave que, tiempos atrás, fue enrasada, como todas o casi todas las de su línea. Este módulo se va a repetir de forma constante en todas las casas que se van a analizar e identificar (fot. 43D).
Para que se vean y se comprueben con imágenes los datos que se vienen dando, se presentan una serie de perspectivas de la fachada de esta calle, como información previa a los interiores transformados, que se van a aportar (fots. 44D; 45D; 46D y 47D). Los espacios que se muestran en las foto 48D y 49D, se corresponden respectivamente con las dos puertas consecutivas que se pueden ver en la foto 46D,2, de tal manera que se identifican las medidas, que se vienen comprobando, con las que estos dos espacios ofrecen de forma general.
Aparte de esta consideración y aprovechando el contraste que ha proporcionado la luz del flash, se ha podido demostrar que el paramento exterior de este espacio (fot. 47D) indica la altura conservada del alzado que conforma su muro exterior y que, además, puede verse cómo se prolonga en ambos sentidos.
En la foto 48D se puede ver con nitidez que la pared de fondo de esta dependencia, está construida con la técnica del opvs incertvm, formando parte de la misma casa, y se une a la otra dependencia mediante un muro de separación. Tiene algo de revoque moderno y su bóveda ha sido previamente enrasada.
En los siguientes alzados mostrados de esa misma calle (fots. 50D; 51D), tomados desde ángulos opuestos: el primero, en la calle Nueva del Carmen, muestra de nuevo los muros de fachada con claros indicios del uso de la técnica del opvs incertvm, como se puede comprobar en 47D, al principio del tramo de fachada, que se ve en la imagen que se muestra. En el alzado posterior, situado en la calle Angustias Moderna, vista desde el punto sur, se ve igualmente la alineación casi recta, de todas las casas y, además, apoyadas, con sus cimientos sobre la roca.
Tomadas desde el punto opuesto, se puede observar igualmente la alineación de las casas, pero obedeciendo a la estructura impuesta por el muro romano que ordena arquitectónicamente toda esta secuencia (fots. 52D; 53D).
El muro que se ve en 53D con más precisión, comienza con un alzado cuyo grosor mide aproximadamente 1,30 m. No se mantiene en todas las estructuras observables a lo largo de la calle, sino que los propios inquilinos actuales los han reducido de grosor, con tal de ganar espacio para sus viviendas, y anchura en los pasos abiertos para calles.
Conclusión del sector D
A la vista de los materiales encontrados en el recorrido de este sector, es preciso hacer una división entre lo que es material medieval y moderno, y el que nos ocupa, el romano.
Dentro de esta categoría de materiales hay que indicar que se pueden identificar como elementos arquitectónicos para el almacenaje. No se ha podido detectar ni un solo indicio de espacio destinado a operaciones industriales. En efecto, hay dos grandes alineaciones de estructuras que, en ningún momento, pierden su proporción, dentro de las normas que se han extraído del estudio de los paramentos y espacios a los que se considera que reúnen las características de tales edificaciones romanas. Por tanto, aparte de tener en cuenta las estructuras que se sitúan sobre el borde del talud de la ciudad en el espacio que declina sobre el Paseo de Prieto Moreno, donde se ha podido detectar la presencia de muros romanos, probablemente destinados a contención de las otras estructuras, que se sitúan en sus cercanías e incluso en el límite de los muros citados, hay que decir que la finalidad primordial, por los paralelismos que se vienen realizando del esquema general de este sector, queda vinculado estrechamente a edificaciones que se han levantado para servir de almacenaje de los productos que aquí se elaboraban, con mayor seguridad y garantías de conservación que en las zonas bajas y periféricas de la factoría.
SECTOR E
El área que se va a describir y analizar se encuadra dentro de un sector que es considerado como de los más interesantes, bajo el punto de vista de organización y distribución de los elementos que lo componen.
Las transformaciones también han proliferado, como se podrá ver por las situaciones intermedias que se localizan, como es el hecho de que aparezcan bóvedas semipartidas por la adaptación sufrida al convertirlas en casa-habitación. Las tres grandes alineaciones registran sistemas abovedados que confirman esta opinión.
En cuanto a las calles, se continúa manteniendo la idea de que, mientras no se demuestre lo contrario, no es posible afirmar que alguna sea originaria, como se podrá comprobar. La única duda que podía hacer vacilar, es un elemento de la calle Angustias Moderna. Se trata de un muro adosado al de una nave interior. Tal muro, que se puede ver en la calle, si se tiene en cuenta que la anchura de la calle viene coincidiendo con la de las naves, puede ser muro lateral de la misma, que se ha roto para abrir calle. Por ello, es complicado afirmar que tal calle, o las otras, sean tales, porque puede tratarse de una rotura intencionada de elementos con el fin de abrir un acceso rectilíneo para todas estas casas.
Una vez sentadas estas anotaciones preliminares, se comienza con el recorrido descriptivo del sector.
En la perspectiva general que se ofrece en 1E, se pretende indicar que tan sólo se hace referencia a la parte derecha de la imagen. En ella se ve un perfecto alineamiento de fachadas que responden a la estructura, organización y distribución de las formas romanas que aquí se van a estudiar. Se observa, pues, a derecha, el primer indicio directo de muro romano sobre la calle Angustias Moderna.
Antes de llegar a ella, se halla un espacio hueco, perteneciente a una nave rota y, en su interior, un muro romano atribuible a una nave que ha sido cerrada por haberse introducido, a través de ella, la tubería del alcantarillado urbano moderno del área superior. Pero tal nave se encuentra tan sólo con un trozo de su bóveda rota (fots. 2E; 3E). El muro de la izquierda, según se entra, es romano; el opuesto, moderno (fot. 2E).
Según se avanza, se detecta, sobre la misma calle y de forma adosada, el paramento de un espacio de naves rotas, una secuencia de muro romano que, probablemente, se extendiera a toda la calle y que, por necesidad de homogeneizar la fachada, ha sido eliminado. Se trata de un muro adosado a otro, ya que el sistema de medianerías tan sólo se realizaba en las secuencias de naves alineadas. Cuando se construyen en paralelo, ocurre lo aquí visto (fot. 3E): emparejamiento de paramentos. El hueco que se abre a continuación, no es más que una de las aberturas artificiales para dar acceso a los espacios que después se verán.
A continuación de ese tramo artificial, se continúan las áreas ocupadas por construcciones que reúnen las mismas características de medidas, en perfecta alineación con los espacios que se han visto al inicio de la calle.
En la primera puerta, que hay a derecha según se avanza, tenemos un fragmento de bóveda (fot. 6E) que ha sido enrasada casi totalmente, con el fin de poder construir sobre ella y dar una mayor capacidad de habitabilidad a estos pequeños espacios (fots. 4E; 5E).
Visto desde otro ángulo, se observa la misma secuencia, cuyo paramento externo es idéntico, y con un grosor de 0,80 m (fot. 7E).
Nada más girar al fondo, en sentido sur, se puede observar sobre el paramento de una secuencia de estructuras, el indicio de aparejo romano, según se ha señalado (fot. 8E).
Sobre el suelo de este mismo espacio, pueden verse claramente los puntos de arranque de muros que cerrarán este sistema (fot. 9E,2), prolongándose en unos tres metros de longitud. El grosor de los muros de estos espacios, se sitúa en los mismos módulos que los anteriores: 0,80 m. Las alturas de las estancias entran dentro de las mismas medidas normales en el sector (fot. 10E,3). El fondo de este recinto ha sido modificado abriéndose una sola puerta donde antes había dos (fot. 11E), y las alturas que se indican están condicionadas por la propia estructura interna de que se componen los espacios interiores, que son naves adaptadas para vivienda, con el correspondiente enrase de las mismas. Los realces que se aprecian sobre el suelo se deben a las diferencias de nivel entre el punto de entrada, y de fondo.
Siguiendo la estructura externa de las edificaciones y los paramentos que componen la fachada que da a la calle San Miguel, se pasa a través de otra abertura artificial (fot. 12E). En ella se pueden ver, sobre el suelo actual, los restos de un cierre construido con hormigón romano, bastante sobrealzado. Los paramentos que sobre él se montan dan claras señales del opvs incertvm de su interior.
El paso segundo, realizado también de forma artificial, es estrecho, ya que se ha procurado rebajar recientemente tan sólo lo que se ha considerado necesario para el paso de personas (fot. 13E). Gracias a la casa, que principalmente se apoya sobre esta base, se ha podido conservar, como testigo de la existencia de este tipo de técnica, usada para el equilibrio del terreno en numerosos espacios quebrados. Los paramentos que se observan sobre esta calle artificial son romanos, muy revestidos con argamasa moderna.
A continuación del paramento principal antes visto, se encuentra un tramo de nave convertida en lavadero público (hoy es una ermita) de este ámbito de la ciudad (fot. 14E). Puede observarse encima de esta estructura reutilizada, el aparejo romano que sobresale por la cubierta, dando claras señales de que, en su parte superior, ha existido o bien algún depósito o bien un sistema de nave. Justo al lado del citado lavadero se puede ver una nueva entrada artificial, que da paso a una nueva nave y a otras dependencias similares. El punto de entrada ha sido roto para poder pasar hacia esas estancias, como ya se ha dicho, y en el interior hay un pequeño patio, correspondiente a un espacio similar al que se puede ver en una nave correlativa.
En la foto 16E, se puede comprobar la existencia de los restos antes indicados, sobre el espacio del lavadero y de la nave, como se verá. La entrada, tiene restos evidentes de las roturas de muros.
A continuación, en la calle, el paramento de otra serie de naves continúa hacia otros espacios, que se verán sólo en parte externa.
Desde el interior del recinto pequeño cerrado (fot. 17E), se ve tanto el muro roto sobre el paramento como el que da a la calle. El muro que se dirige hacia fuera está encalado (fot. 18E), y sobre el suelo, los claros indicios de roturas para abrir paso Una vez dentro, se puede observar la puerta moderna de la nave y el paramento roto en que se enmarca (fot. 19E). En su parte superior está la forma abovedada que da hacia fuera, lo que hace suponer que se continuaba, ocupando todo el espacio que forma hoy un pequeño patio (fot. 20E). Pero, además, encima se puede comprobar cómo el muro se eleva con aspecto de continuidad para formar otra estructura superior. El interior de la nave muestra un muro divisorio en el fondo, una cubierta, con el hormigón algo perdido, y unos muros laterales, marcando con claridad la superposición de la estructura abovedada, como si se tratara no de una obra unitaria arquitectónicamente hablando, sino de dos piezas simplemente superpuestas y soldadas por el hormigón (fots. 21E; 22E; 23E; 24E; 25E y 26E).
Por una puerta artificial, situada en este mismo patio pequeño, se pasa a otra dependencia interior, estrechamente relacionada con todo el entorno que se va a ver, y se comprueba que se trata de un espacio que ha debido ser un sistema abovedado por sus proporciones.
También de forma artificial se han abierto puertas en su interior para intercomunicar todos sus habitáculos.
Los muros presentan las características de las estructuras de este tipo. Todo el interior (que no se permitió fotografiar), está formado por una secuencia de sistemas de naves en paralelo, pero no con muros de separación medianeros, sino con los propios, fenómeno algo corriente en este tipo de arquitectura romana (fot. 27E). La técnica que se ha seguido en todo este conjunto es la del opvs incertvm, pero revocado modernamente.
Las medidas de este pequeño subsector son las siguientes: plataforma de equilibrio del suelo: largura, 5,30 m; anchura, 1,70 m y 1,60 m, en los puntos extremos de la misma; altura máxima, 1,30 m; pasillo artificial hacia la nave: anchura, 1,05 m; muro izquierdo, 3,50 m; derecho, 2,70 m (hasta el muro roto); nave: anchura, 1,90 m; altura,2,70 m, fondo, 3,30 m; patio: largura, 3,30 m, anchura,2,30 m. La altura de este patio descubierto alcanza 2,50 m. El compartimento, al que se entra por la puerta que hay en el patio pequeño, tiene las siguientes medidas: muros de fondo, 5,20 m; anchura, 1,90 m; altura, 2,30 m. El grosor del muro divisorio es de 0,90 m. La largura del paramento que se encuentra a continuación y en línea, 3,10 m.
Una vez salidos a la calle, el paramento que continúa a través de ella, mide, en tres tramos de diferente alineación en curva ligera: primero, 4,60 m; segundo, 2,61 m; tercero, 3,20 m que, como se verá en planimetría del sector, dará una secuencia de tres naves en línea (fot. 28E).
Ya sobre la calle, se pueden ver los diferentes tramos señalados, indicando una secuencia curvilínea. Se trata de formas abovedadas que han sido enrasadas, o bien se han caído por el abandono y el paso del tiempo. A continuación de tal alineación de naves, se pueden ver estructuras sobre el suelo de la calle, que no son más que elementos de relleno para equilibrar los espacios quebrados (fot. 29E).
Se indica en 29E,2, la secuencia de los muros que constituyen el paramento externo de las naves, que se suceden formando el semicírculo al que se hacía referencia antes, al comienzo de la descripción, en sus líneas generales de ordenación arquitectónica.
A continuación se puede ver el aspecto exterior de esa alineación de muros, en cuyo interior se ha descubierto toda una cadena de naves, que actualmente se encuentran enrasadas y tan sólo guardan, como testigo, los muros maestros de las mismas, aunque, en algunos casos, hasta éstos han desaparecido, con el fin de proporcionar mayor amplitud a tales recintos pequeños e inadecuados para habitar.
En la foto 30E,1, se puede ver cómo se ha recubierto de cal un trozo de paramento que había perdido su revoque moderno en este mismo espacio que se viene estudiando; y en 31E,2, se puede comprobar la existencia de muro romano tras el débil revoque con que se ha revestido.
Es esta una de las pruebas de mayor fuerza para demostrar que las gentes que aquí habitan, apenas si han cambiado lo que es fundamental en sus casas: los muros maestros, paramentos de naves y espacios de estructuras romanas en general.
En la foto 31E,1, se ve cómo se sigue la línea, pero con un ligero cambio de sentido, según el propio giro que las estructuras romanas van experimentando en todo este sector.
Se observa igualmente el uso de escalones altos, a causa de la necesidad que los ocupantes tienen de equilibrar un suelo, que no disponía de pavimento, como es norma en la estructura de una nave.
El paso indicado en 32E,4, es otro elemento artificial. Se piensa que no existiría estructura en alzado, ya que, a la vista de los restos que hacen suponer la existencia, en este espacio, de una secuencia frontal de tres templetes, probablemente sólo fuera un muro de cierre a poca altura. La anchura de ese paso es aproximadamente de 4 m, y la fachada de la nave, a izquierda, según se sube, es de 7,42 m. Los indicios a pie de calle, sobre la base de los muros, son patentes (fot. 32E,6).
La siguiente secuencia de muros externos de naves mide 7,25 m de largo. En él se ven dos entradas; lo que hace pensar en una división o existencia de dos naves enrasadas seguidas, con muro medianero de separación.
En 33E,5 se pueden ver ya los inicios de gran cantidad de restos de muros que han sido rotos para crear paso en esta zona del sector, como se verá con más detalle, de inmediato.
Continuando la exposición de datos sobre calle, se sigue en dirección a Eras del Castillo, o punto superior del conjunto arquitectónico. De esta forma, y a continuación del espacio anterior, se puede ver otra serie de encadenamientos de naves.
Se puede observar la característica general que presentan todas estas fachadas, con una altura similar en todos los espacios y los distanciamientos entre las casas, coincidiendo con las medidas que vienen presentando la casi totalidad de las estructuras abovedadas romanas (fot. 34E).
En la foto 35E, se puede comprobar la alineación de las estructuras romanas y, en el primer tramo de ellas, destaca un muro que sobresale por desaparición de la edificación de que formaba parte (fot. 35E,3). Se piensa que se está ante un espacio que tiene todos los indicios de ser un área de naves rotas para abrir la calle, como se verá a continuación en los restos que hay sobre la misma. En efecto, en la foto 37E,4 está la prueba evidente de la existencia de un muro adosado a otro y que forma parte de la nave que ocupó el espacio que hoy es calle. Tal testigo ha desaparecido recientemente, a consecuencia de los arreglos municipales.
Siguiendo esta línea, se puede ver cómo, a continuación, existen vestigios de otro muro también adosado y que, juntamente con el que se ve en 37E,4, formarán una secuencia de naves en el espacio vacío que queda delante.
Situados en el punto 37E,2, se amplía, desde otra perspectiva, para demostrar que en este espacio, que se ve en 38E, hay un alineamiento de muro adosado, y que pertenecería al supuesto sistema de naves, o a cualquier otra estructura romana en este lugar. El muro indicado en 38E,1, cerraba en el punto señalado a continuación y que era medianero entre dos formas similares (fot. 39E,3). Aquí tiene ya claro sentido lo que se viene afirmando, sobre todo si se dan las medidas como prueba de esta identificación. Así, el muro indicado en 39E,3 mide 3,30 m de anchura; su altura es de 2,15 m y 1,40 m, punto más alto y bajo, respectivamente. La longitud del muro 37E,4 es de 1,60 m (está cortado); su grosor, 0,90 m.
En la fotografía 40E, se puede ver, con detalle, la estructura del muro romano que, como se puede comprobar, muestra al exterior las mismas características que la mayoría de los que se encuentran en todos los espacios que se vienen considerando como naves o estructuras romanas.
El muro de cierre de las estructuras exteriores que se vienen indicando, lo forma un paramento que abarca toda una fachada (fot. 41E,1). En ella, además de observar el riguroso nivel de altura, 2,30 m, reglamentario en todo cuanto se está verificando como nave, sobre el suelo, ha existido, como se corrobora en la foto, una especie de plataforma, de escasa altura, pero que tiene su razón de ser en un relleno similar a lo que se ha visto antes, construido con la misma técnica.
Visto de frente, y en una panorámica general de Eras del Castillo, se puede afirmar, con cierto criterio de verosimilitud, que se trata de una secuencia, en paralelo, de tres filas de naves, más la que se considera ha existido en la parte derecha de la imagen, de la que sólo quedan muros testigos.
Las tres filas de naves que se piensa existen aquí, pero enrasadas, se pueden distinguir bien analizando las divisiones que los mismos propietarios han dejado indicadas en la fachada (fot. 42E,2, 3,4). La primera de ellas aparece encalada; la segunda y tercera, por medio de puertas y ventanas, quedan bien indicadas, además de comprender un espacio doble de la primera.
Otra de las consideraciones que obliga a hacer esta imagen, es observar cómo la esquina izquierda del punto 42E,2, se encuentra alineada con los paramentos que se sitúan en frente, a la par que las estructuras que se ven a izquierda del citado punto (42E,2). Un dato, que se debe tener bastante claro, es el módulo que se viene detectando en las alturas. Se puede comprender que todo cuanto sobrepasa los 2,30 m es obra nueva superpuesta; mientras que las bases guardan rigurosamente este dato; hecho que se produce siempre que se detecta la existencia de una nave completa, enrasada o caída.
Desde una perspectiva lateral, se puede observar la existencia (hoy ya no) de ese ligero podivm de acceso a las casas modernas. Un dato interesante se ve reflejado en el hecho de abrir una sola puerta en la segunda parte, donde se encuentran las dos naves, en esa misma casa. La razón de no situarla en medio se debe al obstáculo que presenta el muro divisorio o medianero que las separa (fot. 43E).
Observando la parte izquierda de la imagen anterior (fot. 42E), se puede ver, en primer lugar, un pasillo similar al detectado en el núcleo central del sector superior de L, que da acceso al sistema de naves situadas en orden cuadrangular, y que pone en comunicación unas estructuras romanas, que dan a la calle Angustias Moderna y, a su vez, a un nivel superior, en el que se enmarcan todos los elementos que, a continuación, se verán (fot. 44E). Se observa, efectivamente, una serie de estructuras en línea, aunque experimente una ligera curva en su trazado. La secuencia de los muros están indicadas en 44E,4, y el fondo, que da la anchura, (fot. 44E,3); el pasillo hacia la plazuela artificial (fot. 44E,2); el espacio roto, que probablemente fue ocupado por naves u otras estructuras (fot. 44E,1), y la indicación de la plazuela antes citada (fot. 44E,5).
En la planimetría general de todo este espacio queda bien reflejado el encuadre de cada elemento y su situación con respecto a los colindantes o alineados.
Continuando la descripción, en el punto 44E,6 se puede comprobar la existencia de los restos de muro, que probablemente hayan pertenecido a otro, adosado, como los anteriormente vistos o, lo más aceptable, formaran parte del pequeño realce que se tiene en el punto 45E,2, es decir, que el 45E,1, aporta las mismas características. Se piensa que esto último es lo más coherente, a la vez que da argumento para el 45E,2. El paramento, que se ve encima, es el que forma la línea de fachada de toda la secuencia que, casi de manera rectilínea, se dirige a la plazuela de fondo.
En la foto 46E, se muestra un detalle de este paramento, en el que se puede ver cómo se ha caído el revoque moderno y deja ver el opvs incertvm. El grosor de estos muros, como módulo dominante en este subsector, es de 0,40 m, bastante inferior a lo que se viene detectando en la mayor parte de los alzados.
La perspectiva que se presenta desde el fondo de la plazuela muestra, a izquierda, el alineamiento, ligeramente curvo, de los elementos que se estudian en este sector, relacionados con las estructuras situadas en su parte interna; a la derecha, una serie rectilínea más homogénea que la anterior y más fácil de identificar, por no presentar irregularidades en la base del terreno. El fenómeno de las alturas viene mostrándose con idénticas características (fot. 47E). En la esquina inferior izquierda, aparecen ya los primeros restos de muros testigos de alzado, de elementos que han sido destruidos para poder ocupar estos espacios.
Área despejada de la plazuela, a cuyos lados se encuentran determinadas estructuras romanas (fot. 48E). A sus respectivos lados se puede ver cómo se reutilizan paramentos: unos procedentes de la parte inferior o calle Angustias Moderna, otros, sobre la misma superficie de la plazuela: 48E,1. En ella, (48E,2), se indica el hueco por donde penetra una vía de desagüe de alcantarillado a través de la nave que hay debajo, y que ya se ha indicado en 2E y 3E. El punto 48E,3 señala un paramento elevado sobre la nave que se encuentra debajo y alineada con 48E,1. En 49E, se observan con más precisión los detalles de paramento romano en alzado y entrada de la alcantarilla (fot. 49E,2,3). En 50E, se ve cómo destaca el paramento que viene de la estructura de abajo (fot. 50E,3) y un muro de cierre, también procedente de la zona inferior (fot. 50E).
Ya sobre la esquina izquierda de la plazuela, en el alineamiento, se ven los restos componentes de un muro que, probablemente se extendiera en dos sentidos, para constituir las estructuras que, se supone, han sido rotas en este espacio, al que ya se ha considerado como abierto de forma artificial (fot. 51E,3).
Siguiendo el sentido que se marca en la foto 52E,3, se ve cómo se prolonga el sistema hasta enlazar con las estructuras anejas a esta serie (fot. 52E,1,2).
En la foto 54E, se puede comprobar cómo los indicios existentes de muro romano, se extienden hacia el punto indicado en 52E,2. En la fotografía 55E, se muestra una panorámica de la plazuela, señalando los puntos que se vienen considerando como alineaciones de muros (fot. 55E,1) y punto de desagüe (fot. 55E,2).
Situados en el punto 53E,1, se puede ver, en la parte inferior de esta especie de corte o desnivel, un muro divisorio de cierta consideración, al que se calcula tiene un grosor aproximado de 0,98 m (fot .66E,1) y sobre aquel, se ha montado el murete desde el que se ha tomado su posición, y podido ver cómo deslinda la zona inferior de la superior.
En el punto 56E,2, hay un muro romano que forma parte del sistema de naves abovedadas y enrasadas que discurren a lo largo de toda la parte derecha de la calle Angustias Moderna, y cuya altura es de 2,30 m aproximadamente. La anchura de este sistema queda indicada con una flecha sobre la cubierta de una de ellas. El patio interior, que se ve en 41E, es el resultado de una demolición o derrumbe de las estructuras que han existido ahí. Se puede ver, como testimonio de ello, la acumulación de piedras pertenecientes al aparejo de dichas estructuras.
En 57E, se ve con más precisión la alineación de los paramentos (57E,1), muro de cierre en sentido vertical (57E,2), paramento de nave (57E,3), y muro de cierre.
En 58E, se observa otro de los muros de cierre (58E,1) y el vertical que se ha visto en 56E,1.
Sobre el fondo de la plazuela, donde hay un murete moderno levantado con bloques de hormigón, y en el nivel inferior al mismo, se comprueba la existencia de un muro romano que destaca por encima del que forma parte de la nave inferior, sobre la que se ha montado el que se ve en 59E,1. La cubierta de la nave inferior ha sido enrasada o bien se derrumbó (fot. 59E,2).
En la fotografía 60E se indica otro de los muros romanos que forman parte del patio que se viene describiendo debajo de la superficie de la plazuela, en su parte posterior: 60E,1, muro ya descrito; 60E,2, muro del que se habla, y que enlaza con el 60E,1.
Tomando una panorámica de fondo de este pequeño subsector, se observan todos los alineamientos que se producen para distribuir los diferentes paramentos romanos que se encuentran en él: 61E,1, muro divisorio de un sistema que tiene acceso por la calle artificial, que se encuentra transversalmente, en sentido vertical, a la calle Angustias Moderna; 61E,2, paramento que se alinea hasta terminar en la misma calle antes citada; 61E,3, paramento romano paralelo al punto 61E,1, y paramento romano paralelo al 61E,2.
En 62E, se tiene una vista de conjunto de los diversos muros que se entrelazan para dar forma a los elementos básicos que se consideran componentes de las estructuras que aquí han existido, y cuyos únicos testigos son ellos.
En construcciones paralelas, situadas en este mismo espacio, pero un poco más a la izquierda, se puede ver, en una especie de pasillo artificial, hecho para poder comunicar los distintos espacios que aquí se encuentran, toda una secuencia de muros que se cruzan en forma un tanto confusa, pero que tal confusión se debe a los añadidos modernos practicados sobre ellos. Así, en 63E,1, se tiene, pero fotografiados desde el punto 53E,1, la parte superior de una nave (63E,1), restos de su paramento lateral (63E,2), que se puede ver cómo destaca ligeramente sobre el alzado; 63E,3, paramento romano que se dirige vertical sobre 63E,1 y 63E,2, que es otro elemento paralelo al 63E,3, dirigiéndose igualmente sobre el 63E,1.
En el punto 64E, se detallan los muros romanos que se han señalado antes en 63E,1, elemento moderno añadido sobre el muro de fondo que sí es romano; 64E,2, paramento romano paralelo a los de la calle Angustias Moderna; 64E,3, muro romano vertical al 64E,2; 64E,4, paramento romano en nivel superior, probablemente debido a que su base se encuentra más alta, paralelo al muro 64E,2.
Para observar con más precisión la estructura o componentes del alzado de los muros que se ven en el pequeño pasillo, se indica en la foto de detalle 65E: 1, paramento romano interrumpido en su alineación en sentido vertical con 3; 2, añadido moderno sobre el paramento de fondo; 3, paramento romano que en las tomas anteriores no se podían mostrar con mayor precisión, alineado en paralelo con los muros de fachada de la calle Angustias Moderna y cuyos indicios claros se pueden observar sobre el punto 4.
En la fotografía 66E, se muestran, de forma más completa, los diferentes componentes de este subsector. Las medidas que se han tomado sobre los puntos de la plazuela a partir del murete roto que se ve sobre el suelo, son las siguientes: primer tramo, 3,9 m; segundo, 5,9 m; tercero, con un ligero giro a izquierda, 6 m; igualmente girando en ángulo recto, 6 m, y, por último, el tramo de cierre, 4,80 m. El murete sobre suelo da, a derecha, 1,95 m sobresaliendo; a izquierda, 0,50 m.
Se toma una situación a la entrada de la calle Angustias Moderna, frente a la puerta de Levante de la Cueva (fot. 67E), para indicar la existencia de los sistemas de aterrazamientos, desniveles, salvados con ciertos rebajes del terreno (67E,3), con el fin de marcar las diferencias de altura entre los componentes arquitectónicos de los espacios destinados a naves en la plazuela antes vista, cuya mitad alineada no se ha descrito con precisión. Por ello, nos hemos situado en la parte posterior de ese mismo alineamiento para marcar que las estructuras mantienen los mismos parámetros en sus medidas (fot. 68E).
En la entrada, o acceso a la parte superior de las estancias de la Cueva (fot. 69E), se quiere indicar que el elemento que separa a ambos sectores es un paso artificial, y que antes se encontraban unidos.
En 69E,2, se tiene un alzado romano revocado que se unía a la estructura que tiene enfrente.
En 69E,1, la secuencia de paramentos que conforman la línea paralela de las estructuras, que están detrás, es una de las fachadas corridas de dicho espacio abierto.
En la foto 70E, se puede ver la alineación de los alzados que antes se indicaban. Desde el punto superior de dicha alineación, se observan, además, las formas que se encuentran a su lado, formando parte de esta calle artificial y el muro de cierre al fondo, por uno de los elementos arquitectónicos de la calle Angustias Moderna, que se encuentra justo detrás y a nivel inferior (fot. 71E).
Se está de nuevo en el centro de la calle Angustias Moderna para acceder a unas estructuras cuya entrada es también artificial y que se puede comprobar (fot. 72E). La mayor parte de los muros exteriores de las fachadas de estas casas se han levantado con los materiales de derribo, procedentes de las formas romanas que se han caído o han sido utilizadas como cantera, al encontrarse en ruinas.
En 72E,6 se puede ver un derribo, en tiempo reciente, de un paramento moderno, pero que fue levantado con los materiales romanos procedentes, a su vez, de otros restos romanos del mismo lugar. Obsérvense las piedras que hay sobre el suelo y se comprobará cómo son reutilizaciones. Esta calle, o paso, ha tenido niveles diferentes marcados por el cambio del terreno, y a ello se debe la aparición de aterrazamientos modernos con materiales romanos debajo (fot. 72E,3,4,5), siendo este último un paso abierto para facilitar el acceso a la parte superior, a la vez que los otros dos facilitan la entrada, a nivel, a las respectivas viviendas situadas a su altura.
El punto 72E,1, pertenece a una fachada antigua, de la que su parte inferior es romana, mientras que más de la mitad de su alzado superior es moderno. Era una nave romana que había perdido su cubierta, similar a la existente en la misma casa y que, a continuación se verá.
El punto 72E,2, es una fachada construida con materiales procedentes de derribo de formas romanas, tal como se indica en la foto 73E, donde se aprecia la reutilización clara de materiales sobre el muro, que aún están en pie, parte de lo cual, se ha indicado en 72E,6. El significado de esto se traduce en una reutilización de estos espacios, dividiéndolos de forma artificial. Se conservan los muros maestros de la estructura básica; se destruyen los que son demasiado gruesos y de hormigón desgastado, o bien, como probablemente ocurre aquí, se montan sobre los restos de los derribos o muros romanos caídos. El espacio de muro en alzado, que se ve aquí (fot. 73E), tiene la misma justificación que el que hay en 72E,1, del que los propietarios actuales informaron sobre la existencia de unos muros a mediana altura, reutilizándolos ellos mismos para levantar su casa actual.
En la foto 74E, se tiene una perspectiva general de este paso, donde se pueden apreciar las observaciones que antes debidamente se ha apuntado: paramentos reutilizados en su mayor parte (74E,3, 5,7), aterrazamiento con abertura de paso en el centro (74E,2), e indicación de las alturas en cada uno de los paramentos (74E,4,5,7) y, por último, paso artificial al fondo de la imagen.
Las dimensiones del sistema de aterrazamiento, que se da en este paso, son las siguientes: derecha, según se entra: altura, 1,07 m; anchura, 1,82 m; fondo, 7,40 m; paso entre estos dos muretes, 2,48 m; en su parte superior, 1,90 m.
En detalle de imágenes se puede observar, en este paso antes citado, a derecha, según se entra, fachada de estancia cuyos muros posteriores han sido indicados en 66E,2, al igual que sus muros laterales, dentro de los que se encuentran enmarcados (fot. 75E). Es el espacio normal que suele ocupar una de las naves que aparecen por estos niveles.
En la misma línea anterior se puede observar otra fachada cuyos datos, en parte, han sido dados en fotos anteriores (fot. 62E,2), pero que ocupan todo el fondo que permite la configuración del terreno; por lo que esta elevación no admite usar más que los espacios que la roca situada detrás, les deja libres (fot. 76E). Cada espacio indicado por una puerta, se corresponde con alineación de naves.
Siguiendo en dirección a la segunda abertura artificial de este paso, se encuentran muros rotos, tanto a derecha como a izquierda, que confirman cuanto se viene diciendo sobre el uso de paramentos romanos a ambos lados de las citadas secuencias de naves. Así, en el punto 77E, se pueden observar los siguientes datos: 1, paso artificial; 2, plataforma de relleno perteneciente tanto a la base como al alzado de muros que se verán a izquierda de la imagen que se presenta; 3, estructura al fondo, que pertenece a otro sector, pero que indica, además, la existencia de numerosas plataformas de relleno en toda esta área; 4, indicación de restos que conformaban muros y plataforma artificial de equilibrio en el terreno; 5, escalonamiento del terreno motivado por la existencia del cierre provocado por la estructura de equilibrio que se viene explicando. Los espacios que se ven a derecha de la imagen, están ocupados por formas romanas que antes poseyeron naves en su interior, y que hoy se encuentran enrasadas, pero conservando los muros maestros tanto en su interior como en la distribución interna de su estructura. Un detalle de lo que se acaba de afirmar se atestigua en la foto 78E, donde se puede apreciar la existencia de elementos romanos rotos en la base, pero que se prolongan formando parte del alzado general de estas casas. Se piensa, además, que aquí ha existido un cierre, causado bien por la continuidad de los muros que se alinean, bien por el aterrazamiento, pudiéndose admitir ambas interpretaciones.
Desde el punto opuesto, se pueden ver, a izquierda de la imagen anterior y a derecha de la que se presenta (fot. 79E), los restos del probable punto de cierre o muro de unión que cortaba este paso artificial. Los paramentos que se pueden ver son originarios, es decir, romanos, y reutilizados en su totalidad. Esto se verá a la vuelta de tal secuencia. En una foto de conjunto se aprecia con detalle lo que se viene afirmando sobre la artificialidad del paso y la probable continuidad del muro de cierre y plataforma de hormigón romano con piedra (fot. 80E).
En el paso indicado en 80E,4, se señala una de las estructuras que han sido rebajadas a fuerza de romper hormigón romano y piedra, para poder establecer un paso de acceso a las formas que se van a indicar seguidamente. Véanse, en 81E, los siguientes datos arquitectónicos; 1, paramento romano montado sobre la supuesta plataforma; 2, muro romano usado sólo en su mitad y sobre el que se levanta el resto del paramento del espacio interior, que fue también nave, hoy rota; 3, alineación de todo un paramento corrido, que llega hasta el muro de cruce en casi ángulo recto, hasta la nave o espacio interior que se ha visto en 27E; 4, paso artificial para llegar al interior de esas estructuras; 5, hormigón romano con piedra que ha debido ser roto para acceder a estas series de naves. Los módulos de las alturas se siguen manteniendo.
Desde el punto opuesto a la foto anterior, se observa la existencia de un muro adosado, aparte de la plataforma de relleno en superficie, y el paramento romano que forma el muro del alzado de los espacios que, considerados como naves enrasadas, en los interiores, situados a la izquierda de la imagen. Se cree que se inicia un pequeño cambio de orientación en la distribución interna de este estrecho paso artificial, tal como se puede comprobar por medio de dos elementos: el estrechamiento, producido en 82E,1, y el muro adosado, que se puede ver en la parte izquierda de la imagen, y que forma elemento aparte, junto con el dato anterior, no identifcándose con la secuencia de estructura romana que se observa en su alineación, comprendida en el punto 82E,3.
Siguiendo la prolongación del sistema de muro en este pasillo artificial, los alzados murales continúan adentrándose en otras zonas de naves (fot. 83E). Al final de tal pasillo se produce un fuerte desnivel, salvado mediante la rotura de una forma de relleno de hormigón romano y piedra. La secuencia de muro se ve cortada por otro sistema que deslinda esta cadena de formas, de las colindantes, en otra parte del sector.
Aparte del punto 83E,1, que es un muro de cierre, apenas se gira un poco a izquierda, aparece otro paramento romano que se prolongan en dos sentidos: hacia la derecha, penetra en un subsector, que se verá anejo a éste y, a izquierda, formando parte de la nave que a continuación se va a comprobar (fot. 84E).
La estructura que se encuentra a continuación de ésta y que se ha visto en 72E,1, formaba parte de una alineación de naves que se movía formando casi un semicírculo en el dibujo de su trazado.
En el punto 74E,4 se puede ver una fachada cuyo paramento se considera romano en su base y algo en su alzado. De forma paralela se observan dos secuencias casi juntas y que tienen las mismas medidas que la nave que se acaba de indicar (fots. 86E; 87E). De ellas, la primera tiene unas proporciones muy similares a la nave indicada antes; pero, la segunda está formada por una secuencia de dos espacios unidos por una puerta de entrada artificial. Las medidas son idénticas en los dos espacios y comparten un muro medianero.
Pasando de estos espacios cerrados, que se consideran naves enrasadas, a un espacio abierto que se viene utilizando como huerto, se llega a una zona donde la secuencia de muros se sitúa de forma que colabora a un ordenamiento de alzados que siguen en paralelo una línea semicircular. De esta manera, observando desde el interior de tal huerto los paramentos exteriores que dan a él, se comprueba que son aparejo romano y que se continúan a lo largo de toda la fachada interior de este área cerrada (fot. 88E,3). Ya situados dentro de tal espacio, se puede ver la presencia de muros romanos adosados, como el que hay en 89E,2, donde, además, se tiene un alzado que deslinda una zona de naves, que se ha descrito en otro subsector de este capítulo, y que pertenece a la misma línea de los muros vistos en 27E, siendo medianeros. En 89E,1, se tiene el paramento de una estructura aneja a la anteriormente citada en la calle Espaldas de San Miguel.
Observando, desde otro ángulo, se puede ver cómo se cruzan las estructuras murales para formar espacios cerrados en paralelo (fot. 90E,1,2, 3,4).
Si se sigue la línea de deslinde entre el subsector de la calle Espaldas de San Miguel y éste, se puede comprobar la existencia de ese muro, que se sitúa mucho más bajo que el espacio que se encuentra al lado opuesto (fot. 91E,3). En el paramento indicado en 91E,2, se tiene un muro medianero entre las estructuras que han existido dentro de este huerto y las que se sitúan al lado opuesto. Al fondo de esta imagen, en 91E,1, se observa un muro de cierre en ángulo recto dentro del mismo huerto. Paralelo a la secuencia anterior se puede ver, en el solar del citado huerto, un muro muy derruido (fot. 92E,2), que va a unirse, de forma oblicua al que discurre paralelo y forma parte, a su vez, de las naves alineadas en la calle Angustias Moderna. Dentro del mismo recinto, se puede observar una alineación de muro ruinoso y camuflado entre plan-tas, que discurre igualmente paralelo al anterior (fot. 93E, 2). Cerrando la línea casi semicircular de la estructura del pequeño huerto, se observa un tramo de muro que forma parte de los alza-dos de la propia casa en donde se encuentra este espacio, y sale fuera para unirse a las estructuras que antes se ha citado en 83E,2. Se puede comprobar, además, que se ha producido una yuxtaposición de muros, de manera que no se interfieran en su trazado ninguna de las formas que se sitúan en estos dos subsectores (fot. 94E,3). El muro yuxtapuesto se indica en 94E,1. Una de las secuencias de muro, dentro del huerto, se indica en 95E,1, que separa espacios situados a distinto nivel y que, además, corre paralelo y con el mismo movimiento semicircular que los dos indicados antes. Presumimos que todas estas secuencias de muros forman parte de un conjunto de naves que, por abandono u otro motivo, se han deteriorado en exceso, quedando reducidas sus dimensiones a meros arranques indicadores de una línea a la que se considera bisectriz de las secuencias de una serie de naves, como las que se tienen atestiguadas cerca de este sector (fig.12).
Conclusión del sector E
A la vista del elenco estructural que nos presenta este sector y dada la frecuencia de situaciones arquitectónicas, similares en su casi totalidad, nos resulta muy difícil establecer un criterio básico que defina, con carácter general, todo este conjunto. Pero, antes de establecer cualquier criterio unitario, como todo parece indicar, hacemos una exposición de los elementos estructurales que se han podido detectar en todo el subsector. Se tienen localizadas cuatro naves, aunque una de ellas no ha podido ser fotografiada por estar taponada. En segundo lugar, se ha podido comprobar que toda la alineación de la calle Angustias Moderna, está compuesta por un sistema de espacios homogéneos en sus muros internos y de calle, cuyas medidas son idénticas en todo el trazado; que los espacios se suceden, de forma que guardan una estrecha relación de proporcionalidad, dando la sensación de seguir todos un mismo patrón arquitectónico, y coinciden con los paramentos tipológicos que se vienen registrando en casi todo el gran sector de Levante, con lo que se viene admitiendo como naves. No cabe duda de que una de las características de este sector es la rotura de estructuras; pero este fenómeno, tan común en una ciudad a la que se considera como resultado integral de una reutilización, es la norma que prevalece y ordena, al no heredarse un esquema urbano clásico, sino una compleja, y a la vez monótona, estructura mercantil que, a la vista de los datos de que disponemos, debe abocar a una definición de todo el conjunto.
Por ello, y dados los datos de que disponemos en este sector, decimos que, según los elementos de juicio a nuestro alcance, todo nos lleva a un mismo tipo de estructura: zona de almacenamiento. No se tienen datos sobre infraestructura industrial.
SECTOR F
El área comprendida por este sector es de las más amplias y, a su vez, compleja y rica en estructuras romanas. Queda emplazada entre la calle San Miguel, en casi todo su recorrido, y Eras del Castillo.
La configuración del terreno es irregular. Los pasillos y calles son artificiales, pues se han roto sistemas enteros de naves, se han abierto pasos rompiendo secuencias de muros y, más aún, las construcciones romanas se han reutilizado, en su mayor parte, adaptándolas a usos domésticos modernos; por lo que las transformaciones han sido muy numerosas, a pesar de que existe en este sector mayor número de elementos romanos que en todos los demás. Por ello, se procederá con precisión, en todos los espacios.
Al inicio de la calle San Miguel, según se entra desde el punto terminal de la calle Antigua, se avanza a través de un paso artificial, hacia las dependencias con mayores evidencias de estructuras romanas. En esta entrada (fot. 1F, 2), se ha roto el paramento romano de la secuencia que existe en toda la calle San Miguel. Uno de los muros de cierre de las estructuras que aquí se hallan, se ven en 1F,1, donde se aprecia, pero algo deteriorado, el paramento antiguo reutilizado, en esta primera casa de la calle. Hoy ya ha desaparecido.
Penetrando por el acceso artificial, indicado en 1F,2, se ve cómo, a derecha de 2F, ha desaparecido el muro antiguo. Los escalones, sobre el suelo, son el resultado de un vaciado de la estructura base de hormigón romano usado para el equilibrio de las zonas de nivel irregular, a causa de las fracturas de la roca madre. A izquierda de la misma imagen, se observan unas formas muy reutilizadas, pero no destruidas, como las de la parte derecha. Por último, al fondo, se ven viejos aparejos de opvs incertvm.
Situados ante el paramento de fondo más amplio de esta primera parte, aparece el muro terminal de una nave destruida, de la que tan sólo queda ese alzado y los arranques de los muros laterales que conformaban su estructura interna (fot. 3F,4,5). La altura de este muro es de 3,20 m, aproximadamente, hasta donde llega el encalado moderno; pero los salientes de los paramentos laterales hacen pensar que las proporciones de esta estructura eran mayores, por la posición de dichas formas y la altura que alcanzan, llegando a 7,80 m, dato que no sorprende si se examinan los de la Cueva, después de su excavación. La única dificultad que se presenta es la inexistencia de un punto de arranque de bóveda, hecho que no se puede demostrar porque la estructura hallada tiene indicios de haber sido alterada y recortada.
Como conclusión, ante este primer elemento analizado, se afirma que el espacio corresponde al de una de las naves ya desaparecidas.
En la perspectiva 4F se ve, a izquierda, una secuencia de muro romano con cierta altura (superior a 8 m), que enlaza con los componentes de los espacios situados detrás del paramento de fondo, de lo que se ha considerado como primera nave desaparecida. En el suelo, la existencia del escalón situado frente al muro de cierre de la nave rota, hace pensar que ha sido destruida la plataforma de opvs caementicivm usado para equilibrar el espacio aterrazado. Las pruebas se ven en la composición del citado escalón, cuyos componentes estructurales son la piedra y el hormigón citados. Otro detalle a tener en cuenta en este sistema de muros romanos de ciertas proporciones, es la existencia, en la parte superior de los mismos, de una secuencia de muros romanos, pero con una técnica de construcción diferente. Se observa aún, la presencia de muro de piedra toba, superpuesto a los de técnica de opvs incertvm.
Aproximándose a las partes del sistema un poco ocultas por la configuración del conjunto, se observa la rotura del paramento romano, que se continúa desde el muro de fondo de la nave primera rota, hasta cerrar en el paramento vertical a él. Al fondo del mismo muro de cierre, se ve la última de las estructuras que conforman los muros alineados romanos en este espacio cerrado. Obsérvese la puerta artificial en 6F.
En el conjunto presentado en 7F, se detecta, en primer plano, uno de los muros en paralelo, que ha sido roto para acceder a las dependencias interiores y transformarlas en vivienda.
Desde el punto de vista arquitectónico es interesante observar en estas imágenes, la técnica del opvs incertvm, con una de sus mejores manifestaciones estructurales, sobre todo en el muro de fondo en 7F, donde se aprecia con detalle el uso de la piedra grande, ocupando la mayor parte posible, dentro de su norma, del alzado, y la piedra mediana y menuda, los interespacios de la misma, hasta no dejar libre resquicio del aparejo externo.
En 8F se comprueba el desarrollo de la citada técnica, aparte de dos componentes más: la abertura de puerta artificial, de acceso a una de las naves más amplias del sector, y la reutilización del espacio muerto entre esta nave y la que se sitúa debajo, descrita en 3F.
Casi se tiene la convicción de que tal lugar estuvo ocupado por nave abovedada, pero no se dispone de datos arquitectónicos que lo testifiquen, como podría ser un ligero indicio de arranque de bóveda.
Observando desde la puerta artificial indicada en 8F, se detecta, a derecha, un arranque de muro que cerraba la entrada a este lugar. Por otro lado, obsérvese la técnica de opvs incertvm sobre el muro (fot. 9F).
En la imagen ofrecida de frente, está, en su izquierda superior, el punto inicial del muro de cierre, roto. Lo que se ve debajo es una reconstrucción del aparejo, hecho modernamente (fot. 10F).
En 11F se presenta el momento en que la estructura romana es reutilizada para el alzado de una vivienda moderna, encajada dentro del sistema romano. A la vez, se identifica la parte reconstruida del aparejo romano y el punto de arranque del muro de cierre antes citado. Desde la puerta artificial de la nave más elevada, se comprueba la existencia de una superposición de muros romanos en piedra toba. Todo parece indicar que formaba una especie de torreón, ya que ocupa la parte más elevada de toda el área de este sector (fot. 12F). La gente suele llamarlo El Torreón, lo que da pie a admitir su realidad antigua. Estructuralmente, para su montaje hubo que anular dos naves situadas debajo, mediante la construcción de dos bases murales que las dividen diametralmente, de tal manera que las anulan como dependencias destinadas al almacenaje.
Descritos los exteriores de esta primera parte, se ve el interior de la nave, con planta algo irregular debido al muro que afecta al torreón antes citado, ya que es parte de su punto de apoyo y ha tenido que servirse del espacio interior de la nave, cortándola en una esquina.
En 13F se observa la técnica seguida en esta nave; su construcción: encofrado de madera, cuya impronta se dibuja aún con cierta claridad. El muro de fondo separa esta nave de toda la secuencia encadenada, a partir de este punto. En detalle del extremo contrario de la misma nave, se observa que ha sido partida por el citado muro de apoyo del torreón de encima (fot. 24F). Se supone el motivo, y se cree que se trata de un muro cuyo fin es servir de sujeción a la estructura superpuesta: El Torreón. Las medidas de la nave son las siguientes: altura: 4,10 m; anchura: 2,10 m; largura: 9,75 m. La fachada exterior mide, desde su pie al punto más alto: 5,60 m. El muro de cierre, desde la puerta de la nave superior, entre los espacios que conservan el aparejo romano visible y el encalado, mide aproximadamente 12 m. El fondo del espacio muerto, que se ve entre la nave segunda y el paramento de fondo de la primera, mide de anchura: 2,05 m; y de largura: 6,60 m. El grosor del muro de cierre es de 0,85 m.
Continuando con los detalles sobre la estructura de la nave segunda, se observa sobre su bóveda un taponamiento que, al parecer, pudo estar más fácil de abrir, antes de que se construyera el citado torreón encima. La factura de tal tapón es de época, es decir, romana. Esta forma rectangular de abertura sobre bóveda ha sido usada en los sectores K y zona aneja baja de L. Sus medidas son: 0,40 x 0,80 m. Desde otro punto, situado encima de esta nave, se observan los espacios en que se muestran edificaciones superpuestas a las naves (fot. 16F), en las que se ven los elementos que se relacionan con otros sectores limítrofes con éste (cfr. fig. 24). De izquierda a derecha de la imagen presentada, se ve la cubierta de la nave segunda, hoy con capa de cemento moderno. En el centro, y en sentido vertical, el espacio está ocupado por una nave que se encuentra partida en dos por la misma razón que la nave número dos de la primera parte del sector. A derecha de 16F hay un espacio modificado y convertido en vivienda moderna aunque sus muros interiores son los elementos básicos de su forma.
En 17F se ve la mayor parte de la cubierta de la nave segunda (fot. 17F,2), los muros de piedra toba al fondo (fot. 17F,3), y la zona superior de la nave partida del sector M (fot. 17F,4). La novedad es la conservación de parte del elemento de protección que se observa detrás de la placa de cemento moderno que tiene la nave segunda. También se ven restos de aparejo constructivo, caído sobre ese techo, y espacios reutilizados en casi toda la periferia.
En 18F se muestra el inicio de un paramento, construido con piedra toba y situado encima de los muros terminales de la nave segunda. La altura media de tal muro es de 1 m aproximadamente, en su estado ruinoso.
En 19F se ve parte de la cubierta moderna de la nave segunda (fot. 19F,1), el muro de piedra toba sobre sus paramentos (fot. 19F,2), y el comienzo de otro espacio que también utiliza la misma piedra (fot. 19F,3).
La perspectiva de 20F, desde un punto superior, indica, de izquierda a derecha, la cubierta de la nave segunda (fot. 20F,1), el espacio muerto entre el muro de la nave primera y el de la segunda (fot. 20F,2), y el paramento de la nave primera (fot. 20F,3). Al fondo de la imagen se ven los espacios abiertos de forma artificial que han permitido llegar a estos recintos cerrados. El entorno de la parte superior de la nave se observa en las imágenes que ofrecen varias fotos en las que, además de la cubierta de hormigón moderno, se comprueba la presencia de puntos de arranque superpuestos a ella, y otros espacios colindantes (fots. 21F y 22F). La zona que pudo ser nave, pero que no muestra indicios sobre ello (fots. 23F y 24F), da la impresión de ser un factor de separación de formas arquitectónicas, más que un elemento de continuidad. En cuanto al muro, situado frente al paramento de cierre de la primera nave (fot. 25F), se ve con claridad en su alineación. También se observa cómo se levanta sobre él parte del alzado moderno de la vivienda que lo ha reutilizado.
Continuando, desde la base de este conjunto, el recorrido descriptivo, se ven, sobre el suelo, el saliente del paramento lateral de uno de los muros de la primera nave (fot. 26F,3) y el inicio de un pasillo que tenía sus cierres estructurales, y que han sido modernamente rotos para abrir paso, alargándose hacia otras estancias. Así, en 27F, hay, a izquierda de la imagen, restos de la primera nave, muros que se continúan, y el paso antes indicado.
Tal como se ha dicho, sobre 28F se puede comprobar, al fondo de la misma, un muro de cierre, roto para abrir paso y dar acceso a estas dependencias. Desde este punto (fot. 28F,1), se organiza una secuencia de muros romanos que van a conformar el entramado de naves más homogéneo de todo el sistema arquitectónico de Seks. Así, en 29F, se observa, a derecha, un muro moderno levantado sobre formas romanas previas. A izquierda del mismo detalle, se ve la secuencia de muros romanos bien conservados y con su alzado retranqueado, a 1 m de su partida de base. La anchura de este paso artificial es similar al visto delante de la nave segunda, por lo que se piensa tenía la misma finalidad.
Una vez salidos del ámbito de estas dos naves, se dan algunas de las medidas que han sido posibles tomar. Así, el espacio de la primera nave rota mide de anchura: 2,45 m; el recorrido de paramento hasta la línea del pasillo rectilíneo: 5,07 m; el muro del pasillo, hasta la puerta artificial: 6,40 m. En cuanto a las alturas, la del pasillo artificial, en su parte de abajo, mide: 3,30 m, y la parte superior, con un ligero retranqueo de 0,30 m: 1,60 m, con lo que alcanza los 4,90 m en total. El alzado previo a éste, llega a más de los 9 m. Hacia la mitad del citado pasillo, hay una abertura artificial de acceso a todas las dependencias aquí ubicadas y que discurren en paralelo.
En 30F se muestra tal acceso. Este nuevo paso tiene una anchura media de 1,16 m; el grosor del muro es de 0,90 m. Los muros interiores colaterales, modernos, dan la profundidad de los espacios que han sido rotos: 6,40 m, con una anchura de 1,80 m, equivalente a la normal de una nave tipo de las aquí registradas. En 31F se observan con precisión las características de este nuevo paso artificial, practicado no sólo para ocupar los recintos que se encuentran al fondo, sino también los espacios intermedios que están entre el muro de fachada y los paramentos terminales. Al final de la imagen 31F, se tiene de nuevo un alzado romano, tras el que se encuentra una nueva línea de naves. Mientras tanto, viendo desde arriba la imagen dada por este paso artificial (fot. 32F), se observan el grosor y la altura que alcanzan estas dependencias. Vista tal imagen, es claro que el paso ha sido hecho rompiendo parte de la triple serie de naves que discurre, a partir de este punto, en sentido este.
En la primera parte ofrecida de este conjunto de naves, se muestran imágenes de las situadas en primera línea antes de llegar a las estructuras del fondo. Así, a izquierda, según se entra, se ve el espacio mostrado en 33F, formado por una nave de tipo medio y cuyas medidas son: altura: 2,70 m; anchura: 1,90 m, y largura: 3,40 m. Tiene un fuerte revoque moderno. A izquierda de la misma imagen y antes de llegar al fondo, se ha detectado otra estancia, ya antes enrasada, pero con aparejo en buen estado (fot. 36F). Sus medidas tienen el mismo módulo que las colindantes, menos su longitud: 2,40 m.
Una vez visto este primer tramo, dentro de las estructuras detectadas a ambos lados del pasillo largo, situados en el fondo de todo el subsector, se localiza una serie de naves cuyas imágenes se muestran en 34F y 35F. Estas dos partes de la nave acusan una ligera curva en su trazado, condicionada por la composición de la roca madre. La longitud de esta nave es de 5,26 m. Su altura y anchura son las mismas de las precedentes. Un dato de interés es hacer notar que el paramento de esta nave se prolonga hacia arriba. Al no permitirse el acceso a la parte superior de estas casas, no se comprobó qué manifestaciones murales tenían sus dependencias interiores. Pero el aparejo externo marca una altura superior a los 7 m. Es probable que existieran naves superpuestas; de lo que hay precedentes en la Cueva (cfr. sector L anejo a la Cueva). Pues, con relación a Eras del Castillo, que se encuentra detrás de estos sistemas de naves, el desnivel es de 4,80 m, y está salvado con un muro de fondo, comprobable desde otro ángulo y que, aplicando la lógica más elemental, hace concluir lo antes expuesto sobre la doble nave. El contexto arqueológico apunta en este sentido.
En cuanto al resto de los espacios, hay que decir que sus medidas son acordes con los tipos de formas arquitectónicas detectadas a las que, por analogía técnica, quedan asimilados, ya que no ha sido posible tomar las pertinentes medidas.
Una vez analizados estos espacios, y situados de nuevo en el pasillo primero, se continúa la descripción de las áreas sucesivas. De esta manera se observa y comprueba, en 37F, el muro de cierre, roto para abrir acceso. A derecha se recupera la imagen perdida por nueva construcción (fot. 27F,2), la que aquí se muestra en 27F,5, haciendo ver cómo el muro romano ha sido alterado desde fuera para ensanche del pasillo, cuyo punto más bajo se ve sobre el suelo, a lo largo del espacio marcado en 27F,6. A izquierda de la imagen aparece la continuidad del muro iniciado casi al término de la primera nave rota (fot. 28F, 2). La medida de este tramo es de 3,20 m. La anchura del pasillo queda indicada en 28F,4, donde apenas si alcanza un metro.
El lienzo de muro, que se ve a derecha de la imagen 37F,5, se prolonga hasta enlazar con los restos de alzados que hay al fondo del subsector. La altura de éste alcanza los dos metros; pero las reutilizaciones de paramentos en época moderna, con revoques y enlucidos, impiden conocer los inicios y fines.
En la imagen presentada desde la rotura del muro de cierre del pasillo (fot. 38F), se observa, a izquierda, cómo se deja ver el paramento que, en el fondo, ha sido eliminado: a la derecha, muro romano con fuerte revoque, de tal manera que no sería posible identificarlo si no fuera por la parte superior que ha quedado con aparejo de opvs incertvm al descubierto (fot. 38F,1). El grosor del muro de cierre roto es de 0,80 m. En la foto de detalle presentada (fot. 39F), se comprueba la prolongación más de lo que se ha visto antes, y el muro disminuido de grosor, llegando sus indicios hasta el final del pasillo. Es una foto retrospectiva, y en ella se ve con más precisión el muro romano a izquierda y su prolongación en mayor espacio de lo que se ha mostrado en fotos precedentes.
Una vez se entra en zona situada tras el muro de cierre, se pasa a un área caracterizada por alteraciones y la existencia de numerosas dependencias romanas fuertemente alteradas.
Al fondo de 40F se ve el muro de cierre, roto, a izquierda. En el centro, el mismo muro de cierre, bien conservado, con una superposición de muro romano con retranqueo a media altura, alcanza ya los 4,45 m, y se adentra algo más de 7 m en dirección a las estructuras montadas bajo el nivel de Eras del Castillo, situadas tras todo esto, en sentido norte.
A unos 3 m de distancia del muro de cierre se observa, sobre el suelo, un resto de muro romano que ha quedado como testigo de la presencia de otro, de cierre, prácticamente hecho desaparecer para dar anchura a esta calle. El espacio que media entre el muro de fondo y éste, es el mismo que define la longitud de una de las naves interiores. En cuanto a la anchura de este espacio, oscila entre los 2,80 m y 3 m, variación que permite su aceptación, puesto que el alzado de la parte izquierda, visto en 40F, ha sido reducido de volumen, y la línea que traza sobre el suelo, posibilita jugar con esta aproximación. Por otra parte, el muro visto en la misma imagen, a derecha, es romano, hasta tal punto que forma parte del alzado de las naves.
En 41F se observa un poyo, cuya interpretación puede ser un tanto confusa. Si se acepta que se trata de un paramento adosado y emparejado con el de la fachada 41F, 3, se piensa que es una prolongación normal. (Nótese que el fenómeno de los retranqueos en los paramentos romanos es algo frecuente). Se observa también una especie de relleno o plataforma de escaso grosor, a la vez que los restos del muro de cierre de una probable nave en este espacio (fot. 41F y 42F,2).
Situados de frente a la fachada de este espacio artificialmente abierto, se comprueba la presencia de dos líneas de alzados romanos prolongados hacia Eras del Castillo, con una longitud de casi 7 m, y una altura sobre el suelo actual de 4,50 m de media, tanto a un lado como a otro. La fachada frontal mide 3,05 m de largo, y comprende el espacio de una de las naves normales en este subsector. El muro exterior mide 0,60 m de grosor; su altura: 2,70 m, y su anchura: 1,90 m. El primer espacio que se ha medido de estas casas, se encuentra alineado con los que se ven en las construcciones vecinas antes citadas. Lo mismo ocurre con la nave observada detrás de tal sitio, que no es más que otra, cuya cubierta ha sido eliminada. El interior de este sistema abovedado se ve en 44F y 45F, extremos correspondientes de la nave en cuestión. Sus medidas coinciden con el lugar que fue nave y que se encuentra enrasado, dando al exterior.
Continuando la descripción de los elementos romanos de este subsector, en la imagen 46F, se ve, a izquierda, una entrada a un sistema de naves, unas enrasadas, otras con sus bóvedas y muros de separación. En este punto de entrada ha podido existir un muro de cierre, ya que hay ensanche ilógico en el paramento de tal entrada y se alinearía con los restos del alzado de enfrente. Pero, se podría estar ante un muro de un sistema externo, con pasillo ciego central, por lo que se muestra con un ligero retranqueo de paramento en su alzado (fot. 46F, 4), lo que no quita que aquí existiera otra nave alineada con el resto de las demás. En el fondo de la imagen 46F,3 hay un muro de cierre (fot. 46F,2), con paso artificial hacia otro lado. El espacio central puede considerarse como perteneciente a una nave, pero tan sólo en parte, ya que el muro 46F, 4 tiene toda la apariencia de pertenecer no a naves situadas a izquierda, sino a la parte de abajo o izquierda, por tener el citado retranqueo a media altura. Pero esto puede quedar como probabilidad, aunque se tiene el precedente demasiado cerca para no pensar que se trata de un muro exterior y, por tanto, podía ser un alzado externo perteneciente a nave de abajo (fot. 47F). Las medidas tomadas de tal muro son las siguientes: largura: 3,45 m; altura sin retranqueo: 0,90 m; con retranqueo: 0,95 m. El muro de fondo mide: 1,53 m más 0,68 m de la parte rota para abrir paso.
En 48F se comprueba que el paramento exterior de muro romano ha sido alterado en su grosor, ya que no se ve homogéneo, sino cambiado y con piedras salientes de su paramento (fot. 48F,2).
Dejado, por el momento este aspecto, se pasa por la antes citada entrada a las dependencias interiores indicadas en 46F,1, y aparece una secuencia de naves cuyas bóvedas no están rotas, pero sí con techo moderno de escayola bajo su verdadera cubierta (fot. 49F). Son varias, pero tan sólo se tomó noticia de algunas.
En una de las dependencias interiores se vieron indicios de otra serie de naves (fot. 50F), pero ya con la bóveda enrasada. En cuanto a sus medidas, se ha comprobado que la anchura y altura son las mismas de las antes analizadas, salvo la largura, que aquí es de 5,80 m.
Una vez salidos de estos recintos cerrados, de nuevo en el paso artificial, se comprueba lo dicho antes sobre el grosor del muro de cierre que ha experimentado una disminución en su volumen. El paramento que se ve en 51F,2, es romano y, a partir de ese cierre interrumpido, se puede ver que cambia de nuevo el sentido de la situación de los paramentos. Así, en 52F, lo más relevante es la recuperación de la línea de fachada procedente de su homóloga, al otro lado del muro de cierre. A su vez, a partir de ese punto, se puede ver cómo se encuentra el muro de la parte izquierda de la imagen, destacando sobre el suelo y, simultáneamente, el muro de cierre se encuentra no sólo al lado de allá, sino también al de acá. La anchura de este espacio es de 1,75 m, prácticamente la de la nave. El alzado observado a izquierda no es una superposición del moderno, sino una reutilización del propio romano, disminuido de grosor. Su longitud es de 13,40 m.
En 52F,4 se tiene el acceso a un lugar, nave enrasada, estructuralmente en contacto con otras dependencias. De esta manera, a través de una puerta, en zona inferior, se pasa a nave enrasada (fot. 53F), con techo artificial empotrado en los alzados romanos de ambos lados. Al fondo, un muro medianero con la nave vista enrasada, muestra una abertura con acceso al interior de otra, pero con su correspondiente bóveda. Su muro de entrada tiene un grosor de 0,90 m, y el espacio enrasado: 3,50 m de anchura; lo que da una proporción poco corriente en este sector. Su altura no se puede precisar. El nivel de suelo de la nave interior con respecto a la de entrada, es de 0,70 m, indicándose que se sigue la línea del terreno, para el levantamiento de tales estructuras.
En la entrada de esta encadenamiento de naves (fot. 54F), se contempla, además del muro de fondo, un pequeño vano en forma de semibóveda de aristas. A izquierda, según se entra y girando casi 15 grados, se ve la imagen de 55F. Si se hace a derecha, se comprueba que, además de la nave, hay continuidad de estructura tras el falso tabique que los propietarios han levantado. Con ello, y teniendo en cuenta otros factores, se cree que este sistema se continúa hasta enlazar con la fachada que da a una corta pero fuerte pendiente de calle. Las medidas de esta nave son: altura: 2,50 m; anchura: 1,90 m y largura: 8,27 m, aproximadamente, sin contar con la prolongación, transformada, hasta la fachada de la citada cuesta (fot. 56F).
Observando este paso desde el punto opuesto, se demuestra la existencia del muro, a derecha, sobre el que se ha levantado el paramento actual, pero reutilizando su estructura antigua, de forma que presente un aspecto moderno (fot. 57F). Por lo demás, este pasillo es un área de naves intencionadamente rotas para abrir calle.
Desde otro ángulo se observan los paramentos y muros o indicios de tales, en el suelo de la calle, por lo que estas estructuras han sido rotas hasta tal punto que hay calles que son el resultado de una eliminación de sistemas abovedados (fot. 58F). De este modo, los paramentos que se detectan en el suelo indican que la continuidad es evidente tanto en sentido ascendente como lineal. Así, en 59F,1, sobre calle, se ve la prolongación de la estructura mural, siendo aprovechada para formar un escalón en su rápido descenso. La continuidad (fot. 59F,1,2) es evidente.
Observando desde un punto elevado de esta pendiente, se comprueba que la secuencia, a través de la calle descendente, se mantiene (fot. 60F,2). La presencia de elementos de conexión con el paramento de enfrente, al final de la secuencia, como se ve en 61F, demuestra que el subsector dejado atrás se unía al que ahora se inicia. Esto se comprueba en la vista panorámica de 62F, donde se aprecian los diferentes cortes y los diversos niveles, a través de la fuerte pendiente que antes se ha indicado. De forma escalonada se analiza y ve hasta cinco alturas diferentes de arriba a abajo. Así, al pie de 62F,6, se observa el nivel más elevado, que es una secuencia de naves rotas; el punto 62F,2, señala el siguiente, salvado en parte, por el sistema de escalones, construidos sobre los restos de muro en el suelo, para acceso a los espacios superiores; el 62F,4, marca la propia calle artificial; el 62F,5, viene dado por los restos de muros observados sobre el suelo y el correspondiente escalón que atraviesa la calle hasta conectar con el paramento de enfrente (fot. 62F,5). Como añadido, se indica un espacio más a partir del escalón antes citado, que queda señalado con la secuencia de estructuras interrumpidas por la apertura de nueva calle. Al fondo de la misma, se muestra un muro que separa los paramentos que dan a Eras del Castillo, de los que se encuentran en este sector. Su altura es de 3,50 m, desde el pie del muro limítrofe. En detalle se ve el escalón existente de forma marcada entre la calle artificial, punto más alto, y el escalón de abajo (fot. 64F). Nótese que el espacio que abarcan los dos extremos, dan la medida justa de la anchura de una nave. Ascendiendo hacia el punto más elevado (fot. 64F), tenemos ese muro que conforma el momento final de las últimas naves vistas antes, y los alineamientos que se continuaban a través de los elementos indicados en 64F,1,4, de forma que este espacio quedaba enteramente cerrado por el sistema, pero fue roto para ocupar tales lugares que, en cierto modo, quedaban aislados si no se abría acceso hacia ellos.
Si se observa con detalle el paramento que separa el sector Eras del Castillo del F, casi en este muro se ve una ligera indicación de la existencia de un paso posteriormente cegado; pero esto es sólo una insinuación a partir de unos meros rasgos que permiten ver una forma de arco, cerrado por la propia técnica romana (fot. 65F,1). Pero, lo que sí indica que aquí ha existido muro adosado, es la planta de alzado del que hay restos al lado del citado muro anterior, y del que queda indicio en forma de poyo (fot. 65F,2). La extensión del muro de fondo se aprecia bien en 66F, y cuya largura es de 5,50 m. Es de interés, además, observar el sistema de escalones que acusa la línea de naves que discurría por la parte superior de este subsector.
En 67F se señala la presencia del muro adosado. En 68F aparece un sistema que cerraba con los paramentos situados enfrente (fot. 68F,3). En esta imagen se observa la reutilización de muros romanos tanto en lo considerado base, como en su parte elevada.
El paramento 68F,1, constituye uno de los cierres de separación de naves. Igualmente es de interés comprobar que se utiliza el escalón, como en el espacio que se encuentra frente a las naves antes citadas. Lo que se ha hecho es rebajar el nivel de la calle para empotrar los sistemas de acometida de aguas y alcantarillado modernos. De ahí que se encuentre a un nivel inferior.
Siguiendo la descripción de estos paramentos, en 69F, prolongación del 68F en sentido vertical a la calle San Miguel, se ve la secuencia de muros romanos en el alzado de 69F,1, alargado hasta lo que se considera inicio del sistema de gradas de una posible tríada de templetes (fot. 69F,2). En 70F se ve lo que puede ser la esquina terminal de esa supuesta serie de escalinatas, atribuibles a los accesos a dichos templetes. En él se observa la utilización de elementos arquitectónicos propios de esas formas. De este modo, en 71F se muestra una perspectiva de lo que es atribuible al conjunto de la posible tríada de edificios religiosos. En principio se puede pensar que se está ante esa hipotética edificación. Pero, posteriormente han podido sufrir abandono y el desplazamiento a otros lugares, como las cercanías a las zonas de puertos, considerados puntos más idóneos para tal fin. Esto ha podido ocurrir aquí. Hay elementos para pensarlo.
Se sabe que tales edificaciones deben tener el horizonte despejado. Como en la parte superior del sector se ha descubierto que delante de las gradas hay edificaciones romanas, ello ha dado pie a esta posible hipótesis de desplazamiento, en el tiempo, de tales edificios. Como pruebas se tiene, aunque no determinantes, la localización (aparecieron enterradas) de esculturas de divinidades y personajes importantes sobre el propio lecho de la zona del Majuelo (muy cerca del Callejón del Silencio). Esto, en la vertiente de Poniente; pero en la de Levante se han hallado, a no mucha profundidad, restos de columnas y capiteles, tanto corintios como dóricos, restos de pilastras de mármol, y trozos de elementos decorados de cornisas. Todo ello en zonas portuarias. A pesar de esto, no se puede dejar de entender que tal lugar, bastante alterado, haya sido sede de edificios religiosos. Así, en 68F se observa, en primer plano, parte del graderío (fot. 71F,1) fuertemente deteriorado, en el que se ven algunos de sus elementos en posición. En la parte de enfrente hay restos de una edificación considerada posterior, por razones obvias de evolución arquitectónica en la zona. Y haciendo hincapié sobre el tema de los componentes arquitectónicos usados en el sistema de graderío, en 72F se ve la colocación alternada, según los niveles de alturas, de algunos peldaños de las gradas, en su primera parte, pero bastante deteriorados.
A continuación de este sistema, hay un espacio intermedio, con un murete divisorio entre gradas (fot. 73F). De forma continuada prosigue este procedimiento con elementos que pertenecen a otra secuencia de gradas, pero alteradas (fot. 74F). Y, por último, el tramo mejor conservado de una secuencia que puede ser un sistema de acceso a templo o edificio público (fots. 75F; 76F; 77F).
Todas las imágenes expuestas presentan una visión algo estereotipada de lo que tal sistema aparenta no ser, pero observado el ámbito desde la perspectiva 78F, la visión de conjunto del esquema se presenta de forma más coherente, aunque su alineación no dé una secuencia totalmente homogénea. Con relación a tal nota negativa, el graderío ha sufrido transformaciones causadas por diversos motivos y, entre ellos, la necesidad de ensanche de la calle, precisamente en el tramo mejor conservado. Cabe la posibilidad de que un tercer cuerpo de gradas se encontrara no precisamente en el espacio de las dos detectadas, sino a continuación, y ocupando parte de la cuesta en fuerte pendiente. Pero se tiene la certeza de que la totalidad del sistema de acceso se encontraba a lo largo del espacio debidamente indicado y de forma correlativa. Sus medidas son: desde la esquina de fuerte pendiente hasta las primeras tobas, que forman el supuesto primer tramo de escalinata: 3 m, aproximadamente. Las tobas del mismo miden: de largo: 0,80 m, 0,40 m y 0,30 m, que es la más usual en el módulo de largura. Entre este tramo y el siguiente hay un espacio indefinido por lo irregular que se presenta, midiendo 3,50 m de extensión que, en teoría, puede constituir el espacio del segundo cuerpo de escalinatas, pero los datos no son del todo fiables. Hacia el supuesto y casi confirmado tercer tramo, hay dos pequeños espacios con aparejo de opvs incertvm, que miden: 0,45 m y 0,60 m respectivamente, de largura; a los que se considera elementos extraños y posteriores a la estructura de un templo o edificio público.
Con motivo del derribo de una casa situada justo detrás del segundo cuerpo de gradas, han aparecido los muros romanos que daban forma a este espacio, pero sin una definición clara (fot. 79F,1,2,3). El grosor coincide con el de las estructuras colaterales, de las que es claramente una secuencia, como se puede ver in situ. Las medidas de las gradas mejor conservadas vienen dadas en la planimetría del sector (cfr. fig. 12), manteniéndose acordes con las anteriores. El resto de los componentes que se ven, corresponden a estructuras rotas por apertura de nuevas calles o accesos (fot. 79F).
Frente a los sistemas de gradas, se ha indicado antes la existencia de paramentos que con-forman todo un espacio construido, y al que se ha fijado una lógica cronología posterior a la edificación que pudo existir donde aparecen las gradas. Si fueron templos lo que aquí hubo, debió tener un horizonte libre de obstáculos. Por esta razón se cree que las edificaciones hoy delante deben, en lógica, ser posteriores (fot. 80F).
En 80F se produce una alteración en las estructuras y orden de colocación en los distintos niveles que ocupan. Este fenómeno se puede comprobar aquí, donde 80F, 1, marca el grosor del paramento reutilizado en toda la secuencia iniciada en este punto, y termina en la plazuela; mientras que en 80F,2, la situación es diferente por el cambio de orientación de las estructuras murales. Según se acaba de decir, en 81F se ve reutilización de paramentos en todo el alzado y no una superposición de los mismos. Tal fenómeno se ha visto antes sobre este mismo sector, en 29F y 37F,5, donde tal reutilización es tan perfecta que no se puede deslindar de lo que es puramente romano.
En 82F se indica lo que aflora de muro sobre el suelo de la calle, pero el paramento que ocupa toda la zona baja de estas viviendas, es romano, como se ha comprobado viéndolo por dentro y demostrando que se trata de toda una secuencia triple de naves enrasadas, con muros medianeros, y cuyas medidas coinciden con los tipos modulares que se vienen dando a través del sector. La fachada moderna de este conjunto reutilizado mide 7,40 m, dando una capacidad de fondo de las tres filas de naves un módulo de 1,90 m, normotipo en este sector (fot. 83F).
En vista general de la plazuela, están los paramentos a todos lados, y cuyo paso intermedio es falso, como la mayoría de las construcciones modernas superpuestas a las formas de base romanas. Así, las edificaciones, identificables a ambos lados, tienen los módulos de una estructura romana de base, respondiendo a los cánones de las antiguas formas, alteradas en parte, por los intentos modernos de ampliar recintos para crear espacios.
La gran mayoría de las casas modernas sólo han podido ganar amplitud elevando sus estructuras, porque la expansión en superficie es imposible, dado el escaso solar disponible para realizar alteraciones de planta edificable. En el extremo del paramento indicado en 84F,2, al final del mismo y realizado sobre la secuencia de su muro romano, se ve una interrupción del mismo en 85F,2, donde aparece el muro romano o resto de una plataforma de equilibrio del terreno, que enlazaba con la estructura al otro lado de las fachadas actuales. Esta abertura es artificial.
Sobre la calle San Miguel se observa la alineación de todos los paramentos, de manera que se piensa que respondan a una ordenación de formas similares a otras del sector E (fot. 86F, fig. 11). A izquierda del paramento indicado en 83F, se ve la construcción de una nueva casa sobre un solar que contiene los elementos antiguos de formas romanas.
En 87F se tiene una visión de conjunto de un espacio en el que queda dividida toda la secuencia de la calle San Miguel, de tal modo que se considera que la casi totalidad de las casas hoy así alineadas, tan sólo disponen de una superficie similar a la que se señala en esta imagen. Las casas de mayor solar son aquellas que han reutilizado más de una unidad romana, intercomunicándolas. Los muros romanos, retocados, se ven tanto al fondo como en los laterales. Y lo que es más definitorio: el muro de fachada se aprecia perfectamente alineado, siendo uno de los datos que ha facilitado establecer la tesis de que todas las estructuras de esta calle han podido formar uno de los grandes complejos de formas romanas, similares a los vistos en Cueva de Siete Palacios. De esta forma, se muestran detalles de los citados muros, en los que se observa con precisión la técnica usada en el alzado de los muros (fot. 88F).
En 89F y 90F se comprueba, de forma expedita, que el muro de fachada ha sido reducido mediante la rotura del aparejo externo para ganar espacio. Este sirve de ejemplo para ver que las dependencias, supuestas por inducción, son romanas, y constituyen un punto de referencia para llegar a una hipótesis más avanzada. Por ello se ha decidido plantear la cuestión de un probable gran emplazamiento a lo largo de esta rectilínea calle, y cuya bisectriz la constituiría el centro aproximado de la misma.
Con tiempo y observación, aprovechando las obras públicas y privadas, se aportará algún dato directo sobre esta idea, ya que se han comentado noticias sobre este tema. En obras municipales de años atrás, hubo hallazgos de restos estructurales que sorprendieron a los propios obreros, pues aparecían restos de formas abovedadas que fueron rápidamente tapadas.
Se vuelve a la parte posterior del emplazamiento de las gradas, y aparece un resto de opvs caementicivm, manifestando que se trata de una de las plataformas de equilibrio de terreno (fot. 91F,3). Lo que se ha podido medir sobre ella, da: 4,30 m de largura, y 1,20 de altura media. Sobre la misma se alza un paramento romano que forma parte de la vivienda donde se encuentra (fots. 92F; 93F). El alzado, situado al girar, forma parte del elemento constructivo de una serie de estructuras romanas muy reutilizadas y cuyas imágenes se han mostrado a propósito del sector E (fig. 11).
Continuando esta misma secuencia, sobre 94F, se ve igualmente, una alineación de formas que cierran la anterior, y cuyas medidas coinciden con los tipos que se han venido dando a todos los paramentos del sector. Si se observan los muros de la imagen mostrada, se ve que tienen revoque moderno y ligeramente encalado.
En 88F se tiene, al fondo, el muro que separa esta parte alta de la inferior, con un desnivel de 3,50 m aproximadamente. El realce, un poco más estrecho, es artificial. Tanto a derecha como a izquierda, se observa la presencia de paramentos que no responden a esquemas modernos, sino a reutilizaciones de estancias romanas.
En 96F se muestra la secuencia de fachada izquierda de 95F, en donde se indica la presencia de espacios para los sistemas de naves reutilizadas que se dan en ella y que, según las medidas, son tres en posición paralela, con muros internos medianeros. Las estructuras superpuestas son modernas, aunque en algunos casos el paramento forme parte del alzado superior. Al fondo de la parte izquierda de 95F, se comprueba la presencia de paramentos casi yuxtapuestos, pertenecientes a dos estadios diferentes (fot. 97F). En esta imagen se muestra que el muro de la derecha está sobre la superficie de las Eras, mientras que el de la izquierda se ve apoyado en las estructuras de la parte baja de este sector, elevándose sobre el paramento de fondo del alzado que da consistencia a todo el sistema de naves consecutivas.
Situados de nuevo sobre la fuerte pendiente descrita antes (fot. 62F), hacia la mitad de su descenso, hay apertura de paso artificial (fot. 98F), en el que se contemplan las clásicas roturas de muros a ambos lados, para abrir acceso. En uno de los puntos intermedios del acceso (fot. 99F), se detecta, a derecha e izquierda, la existencia de paramentos romanos que afloran como testigos de las antiguas formas ocupadas por estas áreas. Así, a izquierda de la imagen hay un muro romano encalado, formando parte del esquema general, propuesto para la alineación de los elementos arquitectónicos de la calle San Miguel, formando una especie de espaldar del supuesto muro paralelo, a lo largo de toda la citada calle. En esta misma situación, con la imagen presentada en 100F y 101F, se comprueba el estado de los elementos constructivos romanos que dan la impresión de que se trata de un arranque de arco de bóveda, pero no se asegura. Podría tratarse de un sistema abovedado de escasa relevancia arquitectónica, y ser la cubierta de un sistema de conducción de agua, cosa muy normal.
En 102F se observa la alineación de paramentos que se asemejan a los pasillos ciegos ya vistos. Pero la alineación, a izquierda, forma parte del potente muro alineado de la calle San Miguel, antes aludido.
Desde un punto opuesto al anterior, se muestra otra imagen para resaltar el aparejo romano, traslucido desde su encalamiento y se le ve la línea de altura que alcanza, hecho que conviene tomar con cautela, porque ya se ha visto en otras dependencias la existencia de paramentos romanos tan retocados que parecen modernos.
Continuando el análisis de las formas que se siguen hacia el interior de estos espacios, se ve, a izquierda, la prolongación del citado paramento, paralelo a la calle San Miguel (fot. 104F,1) y, a derecha, las estructuras que lindan con las partes superiores, descritas al principio de este sector. Tales paramentos son paralelos a los vistos en 40F.
Al final de este recorrido interior, aparece un espacio en el que el nivel del suelo desciende notablemente, dando la impresión de que la parte precedente, ya vista, es un relleno para abrir acceso a estos recintos, pero no hay datos suficientes que defiendan esta posición, ya que el inicio de la entrada se encuentra al mismo nivel que la calle descendente, con roca madre en el suelo. Se piensa que es un corte de época, con parte de su espacio algo más bajo que el resto del subsector. A izquierda de 105F, se detecta la secuencia de paramento romano; mientras que en el centro se ha levantado una construcción moderna, a derecha de la cual se observa un muro continuado de las fachadas vistas, antes de llegar a este punto (fot. 106F), donde su alzado conserva el aparejo libre de argamasa y revoque moderno.
En el recorrido de todas las estructuras que se han presentado, tan sólo se manifiesta que tales construcciones romanas, muy densas como se ha comprobado, manifiestan una clara tendencia en lo que se considera como fin o destino de tales formas.
Conclusión del sector F
En el recorrido de todas las estructuras que se han presentado, tan sólo podemos manifestar que tales construcciones romanas, muy densas, como se ha podido comprobar, muestran una clara tendencia en lo que podríamos considerar como fin, destino de tales formas. Dada la homogeneidad de las construcciones, su constante repetición sin mostrar casi variantes ni en tipos ni en módulos, hay que reconocer que más del 90% de los espacios que han sido analizados y, visto el escaso terreno, al que no se pudo acceder por diversas causas, responden a una infraestructura a la que definimos como almacenes. Por eso, junto con las dependencias de los sectores L y E, sobre todo, se puede concluir que las formas analizadas son propias de una zona donde lo principalmente tratado ha sido la estructura destinada al almacenaje. Aparte de algún dato ajeno a esto incluido, como es la posible tríada de templetes con finalidad religiosa, por lo demás, no se duda en definir a todo este sector como una gran área de almacenamiento.
SECTOR G
El espacio que comprende este sector está formado básicamente por las grandes áreas que antes fueron alfares. No obstante, lo que se estudia aquí son los espacios que se hallan detrás de las fachadas de las casas situadas a espaldas y debajo de la calle San Miguel.
El lugar que ocupaban los últimos alfares hoy es irreconocible, por haber sido transformados en instalaciones deportivas sin un previo estudio de su subsuelo. No se ha realizado, como decimos, ninguna excavación y, por tanto, la información que se tiene es bastante escasa. Tan sólo contamos con los datos que nos han proporcionado algunos albañiles de los que trabajaron en las obras allí practicadas.
Dentro de sus conocimientos, se ha podido conseguir una información lo más aproximada posible, a base de proporcionarles reseñas descriptivas de lo que allí normalmente se podía descubrir. Todos han coincidido en afirmar que lo que se encontraba en cimientos y movimientos de tierra tenía algo que ver con las formas que ellos mismos han visto en el Majuelo. Por tanto, es probable que las piezas que aquí subyacen sean o piletas de salazones o depósitos de agua. A su vez, nos han descritos sistemas de muros con materiales muy duros, que quedaron enterrados tras el relleno para el levantamiento de las pistas deportivas. Nos mostraron fragmentos de cerámica romana y restos de utensilios de hueso, ello procedente de los rebajes para las zapatas de algunos de los alzados que se tuvieron que hacer. Por otra parte, los propios dueños de esos antiguos alfares, nos han informado de que algunas de las estructuras usadas por ellos para el tratamiento del barro, eran muy antiguas, sin poder precisar más, porque se trata de una herencia ancestral, y nunca se ocuparon de averiguar sus orígenes. Por ello, la información de los albañiles nos resulta más válida a la hora de saber si había, o no, formas romanas en ese espacio, ya que se ha llegado hasta los puntos arqueológicamente más fiables para poder localizar algún elemento de referencia.
Esto dicho, iniciamos la descripción de los restos que se pueden ver en superficie.
En la foto 1G, se tiene una secuencia de paramentos antiguos, cercando espacios sin utilizar y que pueden encuadrarse dentro de las estructuras que se han visto en el sector H, como un elemento más de muros abandonados a lo largo del espacio que se dejó sin utilizar, delante del Castillo de San Miguel. Estos paramentos se adentran y ponen en contacto con las casas que dan a la calle San Miguel.
En la fotografía 2G, se pueden ver, en su centro, antiguas construcciones con superposiciones modernas, igualmente conectadas con las zonas bajas de las casas antedichas. Unos muros afloran con claridad, como los situados en el centro, y otros sólo muestran vestigios sobre el suelo actual, como los que se ven a izquierda.
Sobre la calle Higueras de Clavelicos, se observan las líneas de fachadas alineadas, a izquierda (fot. 4G) y los muros modernos de las instalaciones deportivas, donde existieron los viejos alfares. En la parte que da a la calle San Miguel, las primeras fachadas situadas a izquierda, en una extensión que abarca tres viviendas modernas, se encuentran estructuras conectadas a las que se han visto en 1G y 2G, no siéndonos posible poderlas fotografiar. Se piensa que se trata de la misma secuencia estructural observada en el sector H (fig. 14).
Conclusión del sector G
Al igual que se ha considerado al sector H como probable zona industrial, por las características que se han podido recabar, aprovechando toda clase de información tanto arqueológica, histórica, como oral, todo parece indicar que este sector formaba parte del mismo esquema y, por tanto, puede encuadrarse dentro de una zona cuya función se sitúa en el área destinada a la producción industrial, que puede ser tanto la puramente dedicada a la salazón, como a la fabricación de envases industriales y domésticos, es decir: La cerámica. No descartamos las salazones en determinada época de la historia local de Seks, en estos niveles, pero todo parece indicar que lo que prima en estas alturas es el almacén. La industria cerámica puede justificarse por necesidades derivadas de la propia organización de este emporio comercial: el envase es necesario y se podía fabricar aquí.
SECTOR H
El ámbito que comprende este sector queda enmarcado en el espacio que ha venido siendo, desde tiempos atrás, terreno destinado a campo de nadie, libre de viviendas, con el fin de establecer una línea defensiva natural entre el área urbana medieval moderna y el elemento defensivo, por excelencia, de la ciudad. Ello no conllevó la eliminación de todos los restos ruinosos que se encontraban entre ambos sectores, sino que, por el contrario, se pretendería mantenerlos como factor disuasorio ante el ataque de un enemigo potencial, y tener siempre el campo despejado, a la entrada del reducto fortificado. Debido a esto, se puede comprobar la existencia de una serie de estructuras, cuya pervivencia puede deberse a esta política defensiva, en época medieval y moderna. Muchas de estas formas han sido ya reutilizadas, llevándose a cabo el levantamiento de varias barriadas, aprovechando los alineamientos de fuertes muros, que se pueden aún comprobar en los interiores de algunos pequeños huertos. La mayoría de estos espacios han sido destinados a casas de pescadores.
Como es natural, es más práctico, para economías pobres, reutilizar los fuertes muros existentes, aunque estén en ruinas, que levantar una casa de nueva planta. Tan cierto es este fenómeno que, hasta hace poco tiempo, las casas han tenido tan sólo una altura, cosa que justifica la reutilización, en general, de los paramentos romanos que, a continuación, se verán forman-do parte de un área que hoy se utiliza como huerto.
Esto supuesto, comenzamos la descripción de los distintos elementos que integran este sector, por la calle Higueras de Clavelicos, en donde, tanto a un lado como a otro, se puede ver una serie de edificaciones casi alineadas, pero no en posición rectilínea, que nos hace suponer la reutilización de las estructuras o secuencias de muros romanos que han existido en diversos lugares de la Explanada de San Miguel.
Los sistemas de alineaciones han debido situarse según la propia orientación que muestran las partes de los paramentos que conforman cada edificación. Ello nos lleva a pensar que las alineaciones de casas se han dejado llevar por la inercia estructural de las mismas edificaciones romanas preexistentes. Así, la calle que se ve (fot. 1H) en la fachada que sobre ella se indica, se observa una ligera curva, con escalones y un desnivel de más de 4 m, dándonos a entender que unas veces habrá sido necesario modificar las proporciones de los elementos que se utilicen, alterando sus medidas, y otras, darán la medida justa en sus magnitudes. En resumidas cuentas, esta es la causa de las modificaciones o alteraciones en el trazado de tal calle y alguna más.
Un hecho, que es preciso tener muy en cuenta, es que tal espacio no tiene los desniveles comprobados en las dos grandes zonas de Levante y Poniente; por lo que las alineaciones de las estructuras que los romanos llevaron a cabo en este sector, estarán planificadas con mayor simetría que todo el resto del conjunto del espacio de Seks.
Situándonos en la calle Alfareros y adentrándonos en una de las casas, que han sido levantadas aprovechando, para el alzado, los sistemas de muros interiores (fot. 2H), se puede ver cómo, en los cimientos de la misma, formando un estrecho pasillo, se ven secuencias de muro en el suelo, sobre el que se eleva el alzado moderno. Dentro de este mismo recinto, en otra ocasión se pudo identificar toda la estructura interna, cuyos paramentos eran de opvs incertvm, con ligero revoque de su aspecto externo. La dirección que pudimos comprobar, seguía el esquema de sistemas cuadrangulares o de planta rectangular.
Al fondo de la calle Alfareros, en una entrada artificial situada al término de la misma, casi sobre la propia entrada formada por un estrecho paso, nos adentramos en uno de los huertos y, al bajar sobre la superficie interior, nos encontramos con un sistema de muros romanos muy alterados en su aparejo externo (fot. 3H,1).El que se ve en 3H, 2, tiene, en su base, una estructura formada por opvs incertvm.
Sobre la fachada de enfrente (fot. 4H), se puede ver otra secuencia de muro romano, algo deteriorado, pero con la técnica del opvs incertvm, alineado a lo largo de toda la parte frontal, hasta formar parte de los paramentos de las casas que se encuentran en esa área, dando a la calle Torremolinos.
Dentro del mismo huerto, se puede identificar otra serie de muros, que se cortan en ángulo recto y delimitan una finca de otra. Toda esta serie de alzados forman las espaldas de las casas que dan a la calle antedicha (fot. 5H).
Para hacernos una idea más completa sobre el alineamiento de estos sistemas de muros, en la foto 6H, hecha desde un alto, se puede confirmar dicho alineamiento, que se extiende hasta enlazar con las secuencias de la calle San Miguel, con un ensamblaje en ángulo recto, de la que se puede mostrar más adelante una de las partes que la integran.
En la foto 6H, comprobamos cómo se monta el aparejo moderno sobre el romano y, además, la identificación del aparejo como opvs incertvm. La altura de estos muros marca una media entre uno y dos metros aproximadamente.
De forma paralela al muro anterior (fot. 6H), se puede comprobar la existencia de otro, que se prolonga igualmente hacia la calle San Miguel, en sentido norte, y que tiene otros muros romanos que se cortan en él, formando ángulo recto. Como también se puede demostrar, en esta imagen, que los paramentos de las casas, por donde pasa este muro, se asientan sobre él para levantar alturas superiores (fot. 7H). Los ensamblajes sobre este mismo muro antedicho, se pueden ver en la imagen 8H, donde el aparejo aparece algo retocado y con una ligera capa de revoque moderno.
Nos situamos en el inicio de la calle San Miguel, en el punto donde se cruza con las calles Antigua y Torremolinos. En la primera parte de esta última, sobre la pendiente que se observa en la foto 9H, se ve un paramento romano muy retocado modernamente y en cuyo interior (fot. 9H,2) se tienen estructuras de compartimentos romanos (fot. 10H). Los muros que se ven a uno y otro lado de este subsector, son romanos, y por el punto 10H,1, pasamos a un espacio que se puede considerar como nave romana enrasada (fot. 11H). La estructura del muro de fondo de este espacio es de opvs incertvm, adosado a la roca madre, modernamente encalado.
Fuera de estas formas interiores, en la parte de abajo, se observa la secuencia de tres espacios de fachada con idéntica medida, coincidiendo con la media modular de las naves del sector F.
Las sucesiones que se ven a lo largo de toda la calle Torremolinos, antiguas cuevas, según cuentan sus propietarios, montan sus estructuras modernas sobre elementos romanos que han existido de forma libre, hasta que se decidió edificar en toda la calle.
Para comprobar que esto era así, examinamos el interior de algunas pequeñas casas abandonadas y, tan sólo pudimos ver las alineaciones que hay detrás de ellas, y sobre las que se apoyan; no pudiendo precisar si los paramentos de las mismas eran restos de muros romanos, o bien en su interior o en su base, pero es muy difícil de comprobar.
Conclusión del sector H
Según ya se ha adelantado en la introducción al estudio de este sector, se puede pensar que toda esta zona se considere área de expansión industrial.
No se debe olvidar que, probablemente, en este sector y en otros que conforman este ámbito, han existido varios alfares que, al parecer, no han hecho más que mantener una tradición antigua que, en cierto modo, podría entroncarse con una más vieja industria de este tipo. No se olvide que la manufactura de la salazón necesita una industria auxiliar que satisfaga la demanda de envases destinados a la gran masa de productos industriales que se dan en las salazones. Se puede pensar, puesto que el elemento fundamental e ineludible, el agua, podía llegar sin dificultad hasta ese sector de la ciudad.
A esto hay que añadir que el espacio más adecuado, por la propia configuración del terreno, se encuentra precisamente aquí, ya que no hay pendientes pronunciadas y este tipo de industria requiere terrenos llanos. Por ello, opinamos que este sector ha podido ser una zona de fabricación de envases de cerámica, de salazones, y tener dependencias destinadas al almacenaje.
SECTOR I
En este capítulo describimos el tramo que comprende desde el punto de partida del murallón con adarve y almenas, en las proximidades del foso del Castillo, comprendiendo las calles Clavelicos, sectores alto, medio y bajo, hasta finalizar en el espacio donde hace poco han quedado al descubierto las estructuras de varias piletas de salazones y un muro romano de gran espesor, que se piensa tenía una función eminentemente de aterrazamiento (horno moderno).
Dentro de las estructuras que se van estudiar, como elementos arquitectónicos romanos, incluimos piezas bien caracterizadas: las piletas, los muros de aterrazamiento y de contención, los muros claramente pertenecientes a estructuras romanas, a las que se supone forman parte de algún otro complejo de naves por las características de su aparejo, y las viviendas que se encuentran a su alrededor y, por último, el murallón medieval moderno, que echa sus bases sobre estructuras previas romanas con naves adosadas y tapadas por él.
Partiendo en sentido nortesur, iniciamos el análisis con la indicación de una secuencia de fachadas cuyo punto inicial tiene lugar junto a la parte final del sistema de muralla almenada, con adarve (fot. 1-I). Los paramentos de tal fachada encierran muros romanos, que son prolongación de los complejos abovedados que se encuentran en las cercanías del sector F (fig. 1-2). Hace poco se ha podido comprobar cómo han roto muros romanos dentro de este espacio y se han visto los componentes de las estructuras romanas: opvs caementicivm.
Toda la secuencia de viviendas que se siguen a continuación y en sentido sur, que forma la calle Torremolinos, tiene las mismas proporciones tanto de fachada como de fondo, con alguna ligera diferencia en los módulos de fachadas. Hoy se encuentran bien enlucidas, pero años atrás, el aparejo romano era bien visible, debido principalmente al abandono en que se encontraban tales elementos y ocupados por gente humilde.
Las estructuras romanas se han conservado y se han usado lo mismo que en la Cueva de Siete Palacios, hasta no hace mucho. En gran parte de estas fachadas se puede observar aún la señal de la técnica constructiva romana tras la cal o el revoque moderno.
En la foto 2-i se puede ver, desde la perspectiva, tomada en sentido sur-norte, toda la secuencia conservada de este sistema defensivo de muralla, según se indica con la doble flecha.
Y siguiendo el sentido con que iniciamos la descripción, se ve el primer tramo de muralla conservado con una serie de almenas y su adarve correspondiente, reutilizado como elemento en las casas que sobre ella se apoyan. La mayor parte de la muralla ha sufrido fuertes perjuicios, porque las viviendas, que sobre ella están adosadas, han practicado perforaciones sobre su estructura, tales que han provocado su derrumbe en gran extensión de la misma. Por ello casi todas las almenas han desaparecido, quedando tan sólo el muro mediobajo que serviría de apoyo y sujeción de todas las casas que se sitúan en las calles Clavelicos y Torremolinos.
En la foto 4-i, se puede ver el único tramo que conserva almenas, con adarve y barbacana detrás. La altura de dicha muralla se puede observar en la foto 5-i, donde, además, se tiene el testimonio claro de un hundimiento en la misma, a causa del abandono y el empuje de las casas situadas detrás y a un nivel superior, del continuo vaciamiento de paramento llevado a cabo por los propietarios que han construido adosados a ella. Esta, probablemente, es una de las razones más fuertes en cuanto a la desaparición de una reliquia arquitectónica de tal entidad. Su altura, en este subsector puede alcanzar los 8 m.
Siguiendo en sentido sur, examinados los interiores de algunas casas que nos han permitido ver, descubrimos dos líneas más de la muralla que, como se verá más adelante, tiene base romana (fots. 6-i; 7-i). El paramento externo muestra diferentes aspectos debido a los retoques hechos por los vecinos cuyas casas se apoyan sobre ella.
En la foto 8-i, se puede ver una fase de esta muralla donde la construcción moderna ha ocupado incluso la parte superior de la misma, habiendo destruido almenas y adarve. De esta manera, se puede observar tanto el sistema de tierra prensada como el paramento que divide fases de la muralla (8-i,2).
Una vez en la calle Clavelicos (fot. 9-i), tanto su parte derecha, que da sobre la muralla, como la izquierda, que se encuentra igualmente sujeta por otra secuencia de muro romano, como se verá después, forman un complejo que se alinea entre los citados sistemas de muros. A derecha de la calle Clavelicos (fot. 9-i), hacia el centro de la misma, un propietario nos informó sobre la existencia de una cueva (nave abovedada) en su casa, pero se vio forzado a destruirla para adaptar el espacio a su casa.
La noticia sobre la antigua configuración de esta calle, es la de haber sido toda una red de naves que, alineadas en batería, se encontraban a lo largo de toda la calle. El resultado de lo que ahora se puede ver no es otro que el remozamiento de todos los sistemas que han sido adaptados a vivienda. Es decir, las casas modernas que se pueden ver no son más que el reciclaje de los sistemas murados romanos, cuyo testigo más claro lo constituye el fondo de la totalidad de ellas, como se verá en algunos casos analizados.
Partiendo de nuevo desde las cercanías del tramo almenado, nos encontramos con el testimonio que se esperaba: muro romano en la base del sistema de muralla (fots. 10-i; 11-i; 12-i). En el primero, se ve la técnica del opvs incertvm, algo retocado por los modernos. Los paramentos laterales registran, como es normal, alzados con la misma técnica. Debido a la impermeabilidad que provocan los gruesos muros, al no derribarlos, la humedad se ha apoderado de las partes bajas y, por ello, se han destinado a espacios de desahogo y corrales para animales. No se ha detectado pavimento alguno, salvo en sistema de empedrado que ciertos de los propietarios han realizado sobre el antiguo suelo de roca madre. En los detalles que se presentan en las fotos 11-i y 12-i, se pueden ver sucesivamente las estructuras de fondo tanto del paramento principal como de los laterales, observándose la técnica de construcción romana. Las divisiones, en este último detalle, han sido realizadas de forma artificial, y no se corresponden con los módulos romanos.
Al mostrar una perspectiva desde la zona alta de las almenas, se ha tomado, en la parte de Poniente, perteneciente, en parte, a este sector, una serie de muros que se encontraban sin montajes modernos, como es el indicado en el punto 13-i,3. Es importante esta observación porque nos hacer ver el estado casi original de la antigua estructura.
Bajando por la calle San Crescencio, nos encontramos de frente con la secuencia de la calle Clavelicos, cuya parte frontal queda dividida por toda una secuencia de muros, como se verá después (fot. 14-i).
Saliendo de la misma calle, desde otro ángulo, se tiene a izquierda, unas casas que se apoyan sobre el muro de cierre procedente del sector J, para morir al final del nuestro. A derecha, otra serie de viviendas que, como se verá a continuación, se encuentran divididas por un muro romano paralelo al de la muralla (fot. 15-i).Una vez girado a izquierda, entramos en otro alineamiento de los provocados por estas estructuras que, al parecer, guardan una relación, por lo menos, de construirse en paralelo a lo largo de toda la mayor parte de la vertiente de Poniente. Así, en la misma calle Morería Alta (fot. 16-i), nos encontramos con una secuencia de fondo, formada por un muro romano que divide diametralmente todo el sistema de casas modernas, dejando por delante otros espacios que nos dan señales para admitir los indicios de muros alineados, y que conforman una serie de sistemas paralelos (fots. 17-i; 18-i).
Hacia el final de la calle Clavelicos se encuentra un salida, en sentido vertical a la misma (fot. 19-i), a cuya derecha hay una serie de estructuras romanas reutilizadas (fot. 20-i), observándose claramente la composición de sus paramentos de opvs incertvm. Dividiendo la calle Clavelicos, nos encontramos una nueva bajada que llega hasta el centro del sector K, y cuya calle superior está formada, en gran parte, por el muro de contención y el relleno que se ha practicado sobre el hueco que dejaba, y el paramento superior de la calle Morería Alta. Los alzados que se observan en esta calle, que es artificial, muestran al exterior la estructura antigua de su aparejo, aunque en algunos el revoque moderno es muy marcado (fot. 21-i).
Visto desde la parte inferior el final de la calle Clavelicos, con sus casas adosadas al sistema de muralla de base romana, se puede comprobar que los paramentos de la calle ascendente (fot. 22-i), en su parte derecha, según se sube, se tienen aún los muros de estructura romana, que se siguen usando como corrales; mientras que, a izquierda, ya se han reutilizado para vivienda, aunque las zonas bajas han sido también destinadas a corrales y espacios de desahogo, como se ha podido comprobar en 19-i.
Los muros de la parte derecha de la calle, según se desciende, muestran evidentes señales de rechazo al revoque moderno. Este fenómeno suele ser bastante frecuente, cuando los aparejos tienen al exterior tan sólo piedras, y éstas de cierta magnitud. El hormigón o argamasa moderna no tiene la suficiente consistencia como para adherirse a una piedra con superficie lisa.
En la bajada que se encuentra en el punto de cruce entre el final de la calle San Miguel y el comienzo de la calle Antigua, se puede ver toda una serie de escalonamientos en las reutilizaciones, que se han producido de todos los paramentos y estructuras romanas situadas a lo largo de toda ella. Para poder ocupar estos espacios, ha sido necesario construir escalones de acceso, como se ve en la foto 23-i,2.
Si continuamos el descenso por la citada calle, se llega a un espacio cuyas estructuras se encuentran divididas y, a su vez, reforzadas por el mismo sistema de muro de contención o aterrazamiento que el que se ve en K (fig. 17). Las estructuras que se han encontrado dentro del recinto, situadas a derecha de la imagen, son la continuación de las que se han visto en el citado sector, aunque no con la misma función (fot. 24-i).
Sobre el origen de la calle de descenso, hay que decir lo que ya, de forma sistemática, se viene comprobando en todo este espacio: es una calle artificial, y que ha sido rota la continuidad del murallón romano que procede, desde algo más lejos, del sector K.
Ya dentro de este espacio, se puede comprobar, sobre los cortes dados, una serie de estructuras calificables como piletas de salazones, dos de las cuales se pueden ver de frente y dos junto al muro romano del que parecen salir como si se encontraran enterradas por el mismo. En la foto 26-i, se indica la ubicación exacta de cada una.
Por otro lado, se piensa que aquí se ha roto gran cantidad de material romano tanto por los que construyeron el antiguo horno de pan como, después, por los que han realizado el rebaje del terreno. En la foto 26-i, se puede ver, de forma más concreta, la existencia de las piletas de salazones. La maleza crecida sobre este espacio impide ver la unidad del conjunto. Sobre estas estructuras, o piletas, se observa la existencia un gran murallón de hormigón romano que, en estos momentos, alcanza casi los 4 m de altura, con un grosor aproximado de 1,45 m. Como dato de interés se puede comprobar que la técnica seguida en época medieval en el uso de la tierra prensada para los murallones, se puede fundamentar en la que se nos muestra a través de este sector: son auténticos cubos de hormigón romano u opvs caementicivm o caementvm sin piedras en su composición, usados en todo el lienzo de fondo de este espacio. Murallón que fue reutilizado por los modernos como estructura o elemento de fondo del horno de pan. Aún se pueden ver los ladrillos que conformaban su estructura abovedada semiesférica del mismo (fot. 28-i).
Detallando más la imagen, sobre la presentada anteriormente, podemos identificar en 29-i,2, la ubicación de una de las naves que se detallan más en las siguientes fotos (fots. 30-i; 31-i). En la parte izquierda de la primera (fot. 30-i,3), puede verse cómo la pileta se encuentra sobre un espacio excavado en la roca, adentrándose hacia el muro de fondo, pero sin saber si se sitúa en su trazado sobre él, o termina antes.
Por todos los indicios, parece que el muro se ha levantado sobre roca y la pileta ha sido rota por el mismo. Ello nos puede llevar a establecer una prioridad cronológica de un elemento sobre otro. En la perspectiva tomada sobre otro ángulo, se puede observar cómo el espacio existente entre muro y pileta es demasiado corto. Por ello, pensamos que las piletas son anteriores al muro (fot. 32-i,1).
En cuanto a la composición del murallón de contención, se puede indicar que se encuentra montado sobre roca, con un paramento formado por cuatro lienzos de piezas en forma de prisma, construidos con hormigón romano. Encima de él se puede observar una segunda fase con técnica diferente, que se asemeja más al opvs incertvm en su composición interna, lo que nos dice bien claro que su altura era superior a lo que actualmente se puede comprobar. Con relación a su continuidad, es probable que se prolongara hasta enlazar con el murallón medieval de cierre del sector J (fig. 16). Lo que sí queda bien patente es que tal murallón romano sirve de punto de apoyo a todas las estructuras modernas que se encuentran adosadas a él a lo largo de toda la calle y los sectores siguientes, y que los muros de la mayor parte de todas las edificaciones dichas, forman parte de los elementos romanos que aquí han existido. Este tramo es un eslabón más en toda la cadena y sistemas de aterrazamiento del gran sector oeste de la ciudad, situado encima del área eminentemente industrial del Majuelo.
Las piletas de salazones presentan un aparejo de opvs caementicivm en sus muretes, con revoque idéntico a los ya analizados en otros sectores de carácter industrial. Los muretes que dan a la roca son más delgados que los otros.
La secuencia de piletas que se puede ver en 26-i, de izquierda a derecha, dan las siguientes medidas: 1ª: anchura, 2,80 m; 2ª: altura, 1,34 m, anchura, 1,17 m; grosor de los muretes, 0,85 m 3ª: altura, 1,32 m; 4ª: altura, 2,50 m, anchura, 1,62 m, grosor de murete, 0,33 m. La falta de otras medidas se debe a la imposibilidad de poderlas tomar por no haberse realizado excavación alguna.
Siguiendo la línea del murallón, pueden verse dos muros que salen de su aparejo, con un grosor de 1,20 m, situados a una distancia de 3,30 m. Se piensa que formaban parte del sistema de estructuras romanas que se encontraban aquí y que se pueden comparar con el que se ve en la foto 34-i, 5, que forma parte, integrándose, de la estructura interna de la edificación que se encuentra a su lado.
Como nota adicional, es preciso añadir que, sobre este mismo espacio, se ha descubierto, mediante una excavación programada al respecto, toda una serie de piletas de salazones romanas pertenecientes a un sector calificado como los hallados en la zona del Majuelo. Su número ascendía, teniendo en cuenta que no se excavó todo el terreno necesario, a doce piletas de características diferentes a las que aparecen en superficie de este mismo terreno. La noticia se dio manifestando que se trataba de una nueva factoría de salazones de Almuñécar. En realidad, no es más que una parte más de todo el conjunto industrial que conforma Seks.
Conclusiones del Sector i
Lo más destacado de este sector viene marcado por el elevado índice de reutilización de los elementos arquitectónicos romanos en él. Se piensa que estamos ante un sector más, de esta zona de Poniente donde los aterrazamientos por medio de grandes, fuertes y elevados muros, son la nota más destacada.
Al formar parte del citado sistema, se tiene una clara visión, de cuál es su finalidad: los aterrazamientos pretenden el equilibrio del quebrado terreno para hacerlo viable con fines industriales, como se puede concluir a la vista de los hallazgos reiterados de piletas. Ya se ha visto en K toda una manifestación en este sentido, con depósito de agua incluido.
Se han constatado, en la parte superior del sector, compartimentos y restos de muros con la estructura general muy alterada; ignoramos si han existido realmente naves, salvo una que no se ha podido fotografiar por haberse derrumbado y desescombrado, pero que nos da pie para generalizar el fenómeno ya que todos los propietarios de la calle Clavelicos hablan de sus antiguas casas con elementos arquitectónicos de este tipo, sobre los que han levantado sus propias casas.
En cuanto a la parte baja, que ya nos da señales de presencia de elementos industriales, piletas, puede constituir un segundo aterrazamiento, y cuyo muro de contención se ha podido analizar aquí.
Las fuertes pendientes que se ven en las calles no son más que la consecuencia de las roturas practicadas, desde época medieval, sobre los sistemas de muros de contención de terrazas, con el fin de ocupar todos los componentes que se encontraban sobre ellas. Para el romano no había más que la pendiente propia del sistema escalonado al levantar sus estructuras, pero era casi rectilíneo y si existía algo de pendiente, debió ser muy ligera.
El ascenso a esas estructuras se haría en sentido horizontal y no vertical, como pretendieron e hicieron ya los musulmanes.
Las empinadas cuestas actuales tienen su origen en la rotura del sistema romano, para acceder por el medio más corto a todas las áreas, y es precisamente el sector de Poniente el que muestra los aterrazamientos más en paralelo y, por tanto, él ha provocado mayor desnivel en las actuales calles, como bien se puede apreciar.
Resumiendo todo lo expuesto, se puede afirmar que este sector se enmarca dentro de las estructuras que se consideran industriales y destinadas al almacenaje.
En cuanto a la cronología, tan sólo se puede decir que se ven los elementos abandonados y con las superposiciones de los que se construyen encima, pero ignoramos su fecha aproximada, o no disponemos de las técnicas necesarias para poder establecer una cronología evolutiva con un mínimo de coherencia y fiabilidad.
SECTOR J
El estudio de este sector comporta una cierta complicación, no por los materiales en sí, sino porque la conexión de sus estructuras, en parte, con las del Majuelo, es muy directa. Así que contamos, en primer lugar, con los puntos bajos de la zona en cuestión, que no son más que la prolongación de los espacios enterrados de la factoría antedicha.
Nuestro estudio se asienta sobre las estructuras que se encuentran actualmente sobre superficie y que forman parte tanto de las edificaciones modernas como de los elementos situados debajo; por lo que las precauciones en la clasificación de ellas y su interconexión, deben ser ineludibles, dentro de las posibilidades que hay que establecer para cualquier tipo de relación.
Sabemos, por experiencias tenidas años atrás, con motivo de los rebajes de terreno llevados a cabo en la misma línea del Majuelo, pero algo más al Norte, que determinadas unidades de estructuras industriales, fueron destruidas por la máquina excavadora justo donde hoy se encuentran edificaciones modernas en el Callejón de la Najarra. Se trata, pues, de una misma secuencia, y ello nos lleva a concluir, con cierta fuerza, que los elementos industriales propiamente dichos, del Majuelo, abarcaban todo lo que es hoy el área de la calle Nueva y Callejón de la Najarra, extendiéndose hasta el espacio que hoy se conoce como edificio Galiardo (antiguo cine), lugar donde realmente han aparecido los últimos elementos de formas romanas (fots.54-57Y).Efectivamente se ha podido comprobar que, a partir de este límite, aparecen restos de construcciones romanas que tienen todos los indicios de ser los últimos reductos de la factoría, a esta cota de nivel. Hay testimonios de rebaje de terrenos, donde se ha podido comprobar este fenómeno (rebaje del solar del antiguo cine Galiardo (ver fotos adicionales; solar jardín del Dr. Álvarez) y, por último, la profunda zanja llevada a cabo en la construcción del mercado nuevo (sin restos de ninguna clase) que, en cierto modo, nos sorprendió, por la cercanía a la muralla medieval y estructuras romanas). Como resumen de todo esto, reiteramos la estrecha relación existente entre este sector y la factoría del Majuelo.
El recorrido descriptivo comienza en el torreón situado en la esquina noroeste de la factoría del Majuelo. Se trata, pues, de una construcción romana, de fuerte consistencia arquitectónica, ampliada en fase medieval, con el fin de levantar un torreón defensivo, uno de tantos que fueron reutilizados a lo largo de todo el sistema amurallado de la ciudad, en esa época e, incluso, en la moderna (fots. 1J; 2J; 3J).
En el punto 1J, tan sólo se nos indica la situación, como punto de integración en el sistema de estructuras del Majuelo.
En el punto 2J, precisamos algunos datos de interés arquitectónico, como son los restos de construcción, según la técnica romana (2J,1), la superposición del elemento musulmán y moderno encima de las bases romanas (2J,2) y, por último, la continuidad, a través de paramentos modernos con reutilización de los sistemas de muros, que fueron romanos, y que se reutilizaron para el levantamiento de todo el lienzo de muralla periférica de la ciudad medieval moderna.
En el punto 3J se marcan los indicios de continuidad de muro romano, tanto en sentido a izquierda (3J,1), como frontal, casi vertical al Callejón de la Najarra (3J,2). La altura del muro romano aquí, puede alcanzar los 4,50 m, y su grosor, aproximadamente, los 1,45 m. La secuencia de estructuras que se estudia corre paralela a la del Majuelo, hasta tal punto que, muchas de ellas están divididas, participando de ambos espacios. La única diferencia se establece sólo desde el punto de vista técnico, ya que se ha hecho una división de la factoría, estimando que constituyen parte de ella tan sólo las áreas que registran piletas y las construcciones que, anejas a la misma, han ido esporádicamente apareciendo.
Así, en la foto 4J, puede verse cómo toda una cadena de muros o sistema amurallado, se encuentra completamente unido a los elementos industriales que últimamente aparecieron, como integrantes de la factoría. Puede verse en este detalle cómo también la rampa, con canalizaciones interiores y exteriores, queda formando límite físico con la secuencia de muros que se estudia en este sector.
En las estructuras murales, se ven con mayor detalle, sobre la foto 5J donde se marca lo que se considera parte de nuestro estudio y dejamos, por ahora, lo que se piensa ha sido objeto de otro trabajo.
A través de toda la secuencia que se indica, se observa que los muros se subdividen o presentan paramentos con aparejos que parecen no ser toda una continuidad. Y es cierto. La razón se debe a que cada espacio queda demarcado por el ámbito o dimensión que tiene la estructura que se encuentra justo detrás y, por tanto, esa presunta continuidad no tiene razón de ser por el fraccionamiento que reciben cuando los paramentos posteriores son los que determinan los puntos de división de los diferentes espacios con que se corresponden.
Según este criterio, en la fotografía 5J, se pueden precisar cinco espacios que ofrecen, dentro de cierta continuidad de forma externa, un aparejo en modo alguno homogéneo. Y ello se debe a la razón que acabamos de exponer: discontinuidad en la parte posterior, debido a que se corresponde con espacios absolutamente diferentes.
La foto 6J es una prueba de los materiales que se vienen utilizando en toda la secuencia de estructuras industriales o edificios públicos. En este caso se tiene delante un muro perteneciente a un probable alzado de un mercado romano, que da sobre las estructuras industriales de la factoría del Majuelo. En las técnicas de construcción se ve cómo se usa el aparejo de piedra vista, según el procedimiento del opvs incertvm, y el ladrillo, alternando con un espacio muy concreto del alzado de este muro.
En la foto 7J se puede contemplar la escalinata adosada al muro principal del citado foro. A su vez, un canal de desagüe, a la derecha, se introduce en el conjunto general de la factoría para recoger las aguas residuales de la elaboración del pescado. Sobre el centro del muro frontal hay una especie de abertura semitaponada, que daría acceso a un posible sótano o depósito situado justo debajo del suelo de la plataforma del foro. Un muro de opvs quadratvm forma el límite entre el suelo y el posible depósito antes citado. Todo ello nos lleva a concluir que esta parte ha sufrido alteraciones arquitectónicas a través de la historia de la factoría. Es probable que la escalinata pusiera en contacto la factoría de abajo con las zonas más elevadas, también ocupadas por piletas de salazones y depósitos de agua, como se verá más adelante.
Dentro de la consideración general del aspecto que presentan las formas que limitan con el área de este trabajo, es conveniente destacar, aunque tan sólo sea como noticia breve, la presencia de un complejo arquitectónico que antes se ha nombrado: el mercado o foro. En efecto, en la foto 8J mostramos algunos componentes estructurales de su alzado (que no han sido incluidos en la planimetría general ni sectorial). Se indica sobre esta visión parcial el área superior de esta estructura (8J,2) y la secuencia de fondo donde se puede ver el sistema de muros romanos que es objeto de nuestra atención.
En la fotografía 9J, se observa cómo se elevan algunas de las formas, probablemente para constituir paramentos de las estructuras, objeto de nuestro trabajo, pero, como se ha dicho antes, es un poco problemático determinar dónde empieza uno y termina el otro, o viceversa; razón por la que no queremos entrar en materia, en esta perspectiva de edificio público, ya que consideramos que se trata de un elemento integrante de la factoría del Majuelo, como trabajo ya realizado y publicado.
En la foto 10J, se puede ver, con mayor precisión, el área del probable mercado y, sobre todo, el espacio de fondo, donde se quiere hacer resaltar la diferencia de línea en el paramento de los diferentes espacios que se ven aquí. Las líneas divisorias nos las ponen al descubierto las propias viviendas que están reutilizando toda esta secuencia, pero que, insistiendo en lo antes dicho, se piensa que son paramentos que casualmente, para nuestro trabajo, constituyen los muros de fondo de toda esta secuencia, en paralelo, de alineamientos de naves que se encuentran, como se verá más adelante, a la espalda de la zona en cuestión.
La fotografía 11J muestra uno de los posibles sistemas de almacenaje bajo el suelo del foro. No tiene aspecto de ser un depósito de agua por carecer de opvs signinvm impermeabilizante.
La foto 12J refleja la mayor parte de la solería de la plaza o foro, con restos de edificaciones que se levantan en distintos puntos de su trazado, casi todos, puntos del sistema de almacenaje, pero no depósito de agua, como ha quedado reflejado antes. El suelo debió estar enlosado con material de mármol, como se verá en detalles siguientes. El suelo actual muestra las improntas marcadas por la citada solería.
La fotografía 13J nos indica parte de la solería, los muros colindantes de la parte del foro, que ha debido sufrir mayor modificación, ya que su aparejo colinda con otras estructuras romanas que tienen características algo diferentes de las del Majuelo, dando a otra parte de la ciudad moderna, como se verá más adelante.
La fotografía 14J nos muestra ya la solería con improntas, y parte de ella con restos de baldosas de mármol blanco (fot. 14J,3), a la vez que los punto de acceso a los elementos arquitectónicos que se encuentran debajo de este suelo, y parte del alzado que limita con las formas colindantes de la calle Nueva (fot. 14J,1).
La fotografía 15J refleja, en el centro del foro, el alzado de escasa altura, que indica el acceso a los depósitos subterráneos, así como los muros de alzado que delimitaban el conjunto del foro.
La fotografía 16J señala la parte central del foro, donde se ven restos de edificaciones, en forma de muros, muy deterioradas, y con restos de solería de mármol blanco.
Las fotos 17J y 18J muestran principalmente los restos de solería de mármol blanco, donde se puede ver que tiene un tamaño diferente: unas losas son cuadradas y otras rectangulares. Se nota que todo este conjunto ha sido usado como cantera de abastecimiento para construir, con sus preciosos materiales, edificaciones modernas.
La foto 19J señala la entrada en el conjunto de piletas del Majuelo, del canal de recogida de aguas residuales procedentes de los sistemas de salazón que existieron en las zonas superiores del conjunto romano. Se puede ver la diferencia de cubierta que trae dicho canal: hasta llegar al Majuelo viene cubierto con bóveda de medio cañón; mientras que, a partir de este punto, discurre cubierto con simples lajas de piedra, o bien descubierto a través de casi todo su trazado (fot. 20J). Pero, después de unos 25 m, vuelve a ser cubierto con lajas de piedra y bóveda de medio cañón, hasta desaguar en la zona portuaria de la gran factoría, terreno que sigue enterrado después de haber sido excavado en los años ´60 por el Profesor Sotomayor, y que dejó al descubierto los posibles puntos de amarres portuarios de las embarcaciones. Esta valiosa zona arqueológica fue enterrada por decisión del Ayuntamiento de la ciudad en esos momentos, para construir el jardín moderno encima de ella.
Siguiendo la enumeración de todos estos muros indicativos, podemos ver con claridad cómo en la foto que nos muestra la secuencia de paramentos posteriores, se nos distingue dónde empieza una línea de naves, dónde termina y comienza, a su vez, la siguiente. Así, en la foto 21J se diferencian cinco niveles arquitectónicos distintos. Como nota de interés, añadimos, a propósito de esta imagen, una indicación del sistema de construcción de muros o murallas de contención que ya se ha enumerado en otro sector (figs. 17, 19 y 31, como más representativas). Se trata de un escalonamiento producido en la muralla, de forma que, aprovechando la pendiente de la roca, se llega a construir lo que se viene considerando muros de aterrazamiento (fot. 10J,2).
La foto 10J,1 nos muestra una panorámica que abarca parte de la zona del Majuelo y la casi totalidad del sistema de muros alineados que se vienen exponiendo como elementos a estudiar. En 10J,1,3, determinado el espacio del que se viene hablando, intentamos presentar una visión de conjunto de toda la secuencia de muro, encima del Majuelo. Pero esta continuidad no se interrumpe en los puntos que se indican, sino que se continúan a través de las estructuras defensivas del Castillo de San Miguel, donde, en otro lugar, podremos ver la continuidad del sistema que se inicia en nuestro punto de partida.
En la foto 22J, se puede apreciar la presencia del antes citado muro de contención escalonado (fot. 22J,2), las secuencias de paramentos terminales de las naves o espacios situados inmediatamente detrás de los muros que se ven en 22J,1,3; y, por último, lo que se considera, por noticias que se tiene de ella, la Puerta del Alcazaba, de la que nos resta una gran parte de su alzado. Se piensa que el componente externo, que hoy se ve en el aparejo de tal puerta, es medieval, sin dejar de pensar que el núcleo interno pueda ser de origen romano.
En la perspectiva que presentan las fotos 23J y 24J, se puede comprobar el sistema escalonado de las distintas partes de que se compone esta secuencia, corroborando con ello nuestra opinión de que no se trata de un muro unitario, sino más bien de las espaldas de edificaciones situadas detrás de las que hoy se ven. Precisamente ese escalonamiento es provocado porque las diferentes estructuras que tienen detrás lo exigen, a la vez que queda bien delimitado por el aspecto externo que nos ofrecen los paramentos, al corresponderse cada una con una estructura diferente.
A continuación de la citada puerta, nos encontramos con un gran lienzo de muralla, cuya composición interna y externa presentan indicios de ser medievales. Pero la base sobre la que se asienta, debe corresponderse con elementos romanos que, como se ha comprobado desde el Castillo de San Miguel hacia este sentido direccional, hay fuertes muros romanos que ciertamente tenían algo que ver con las posteriores manifestaciones de sistemas de murallas defensivas. Este espacio (fot. 25J) ha sufrido un fuerte deterioro, debido al mal estado de conservación desde tiempos atrás, y una parte de él se ha derrumbado hace unos meses. Sería de gran interés comprobar, con motivo de esa caída, la existencia de un aparejo diferente, por lo menos en su base. Téngase en cuenta que el muro que parte del foso del Castillo de San Miguel en sentido norte, tiene varios espacios en hueco, dando la sensación de que se ha producido derrumbe a causa bien de fallo del terreno, bien a fenómeno de tipo sísmico (en el s. IV d. de C, por estas zonas hubo fuertes terremotos).
Ciertamente es algo incomprensible que se produzca una rotura en un sistema de construcción que tiene una consistencia superior a todas las que posteriormente se han realizado en estas alineaciones defensivas. Sobre los mismos elementos que componen la Puerta del Alcazaba, se puede ver la reutilización de los muros romanos en 26J,4; pero, además, es conveniente anotar que tanto los muros que corren hacia e interior de la citada entrada, como los que se pueden ver a ambos lados, están levantados con material reutilizado, con formas que, presumimos, han sido previamente o cantera de extracción, o simplemente destruidos. Obsérvese el material que se ve sobre el paramento interno de la entrada (fot. 27J,2).
En la línea exterior o fachada del murallón se ha tomado detalle de la base para hacer notar cómo cambia de aspecto en el momento en que se le ha caído el aparejo externo, dejando ver el interior, al que pudimos identificar como romano por su composición (fot. 28J).
El detalle que se presenta para hacer ver que la Puerta del Alcazaba, se encuentra en el punto que ahora analizamos, lo da el paramento interno del corredor, que se nos muestra completamente rectilíneo hasta morir en la misma esquina y saliente de la parte baja de ese acceso (fot. 29J).
El gran lienzo de murallón que se nos conserva muestra, a lo largo de toda su base, una forma diferente a la del aparejo de la parte media y superior. En esta base, pues, se ve la secuencia de toda una cenefa de piedra que en nada se asemeja a la materia superpuesta (fots. 30J y 31J,2). En su parte interna (fot. 32J), queda claro lo que decimos, respecto al aparejo que se ha usado en su construcción: tierra prensada. Pero, como argumento de lo que tratamos de demostrar, en las bases romanas, obsérvese la parte inferior de la foto 32J y se podrá ver la composición del opvs incertvm en todos los puntos indicados.
Se ha venido diciendo que el pasillo corredor, que conduce a la Puerta del Alcazaba antes citada, tiene un aparejo medieval. Pero nos quedan dudas de si realmente lo es, porque hay bastantes indicios de que puede tratarse de una reutilización con ligera modificación del aparejo, fenómeno que se ha visto también en el sector T (fig. 31), donde la apariencia externa nos hace pensar en tal solución. Se cree que aquí ocurre otro tanto, sobre todo por la gran similitud de formas externas que se dan (fots. 33J; 34J), entre lo que aquí se ve y lo que hay constatado como auténtico romano en otros espacios (fig. 32).
Continuando, una vez pasado este pasillo corredor de la Puerta del Alcazaba, se ve ya desde la calle interior (Morería Alta) el murallón de cierre que termina en la puerta citada, y que va a unirse, para cerrar el recinto, a la muralla almenada que parte de la calle Antigua, y se encuadra dentro del sector i (fig. 15). En esta misma perspectiva, se puede ver, sobre los muros de las casas que dan a esta calle, en su punto terminal, secuencias de muros romanos reutilizados como elementos de acceso, o simplemente como momento de arranque de los alzados modernos de las casas (fot. 35J,1). En este punto concreto se tiene atestiguado el murallón de cierre, mejor indicado en 36J. Los muros romanos reutilizados pueden verse en 35J,2,3,4.
Nos situamos de nuevo sobre el espacio posterior del murallón que da sobre el Majuelo, para estudiar las estructuras que hay en la calle interior. Ese espacio, el comprendido entre el murallón del Majuelo y la calle, o muro de calle, está ocupado ahora por una vieja alfarería abandonada, en donde han existido numerosas estructuras romanas, que hoy se encuentran rotas y los materiales reutilizados.
Los muros exteriores de este recinto, probablemente lo sean, como puede verse en los que dejan transparentar el paramento de este espacio cerrado (fot. 37J). Los sillares son bien patentes y parte del muro muestra indicios de piedras que nos dan pie a admitir que la técnica sea de época romana. La razón de esta formación se puede comprobar observando el aparejo que se deja ver a través de la capa de cal que recubre la pared y, sobre todo, en el espacio que a continuación se ve en conjunto (fot. 38J), y en detalle (fot. 39J). Aquí, en esta parte final del muro, se ve con claridad el apunte de aparejo romano en el suelo y se cree que su alzado tiene la misma identidad (fot. 39J,2). Su continuidad (fot. 39J, 1) se atestigua en los muros que se han tenido que romper para abrir un estrecho paso hacia otras dependencias superiores.
En ese pequeño paso interior, que se ha citado, y penetrando en el reducto que comprende, se localiza un área de viviendas modernas de una sola planta, en la que se puede observar que todos los paramentos son de opvs incertvm, recubiertos de cal moderna (fot. 40J, 1,2,3). Este espacio es una prolongación de las estructuras del alfar antes citado en esta misma dirección. Por lo tanto, se piensa que las estructuras murales que aquí se pueden ver y comprobar no son más que supervivencias de todas las series que se han destruido dentro de la citada alfarería, en que algunas formas han quedado ocultas por la tierra y la maleza.
Una vez descritos los espacios superiores de las estructuras que se encuentran tras el murallón de tierra prensada, nos dirigimos a la parte inferior del muro romano que se ha visto encima de todas las dependencias del Majuelo. Justo en el punto 41J, se puede observar lo que, a simple vista, parecen casas modernas normales. Básicamente todos estos espacios edificados que aquí se puede analizar, no son más que antiguos compartimentos romanos con una fuerte reutilización mediante aprovechamiento de muros y fuerte revoque con mortero moderno. Se puede afirmar, sin lugar a dudas, que las secuencias enumeradas en 42J,1,2,3, no son más que parte de toda una cadena de naves enrasadas, como se verá.
Introduciendo otro elemento atribuible a otro sector (fig. 37) por necesidad de completar y dar más coherencia a la entrada a este espacio, del área que describimos, se quiere clarificar, mediante su información, que toda esta placeta se encuentra integrada en una de las estancias destruidas para poder ocupar las formas que se encuentran en todo este recinto.
Así, en la foto 42J,3, se puede comprobar la existencia de muros reutilizados en las viviendas modernas que se encuentran en torno al espacio que nos ocupa. Los puntos indicados en 42J,3, pueden verse de forma contigua en el paramento situado frente al que se ha tomado como referencia. La citada alineación se ve claramente en 43J,1,2,3, de tal manera que se pueden ver naves que conservan su bóveda, y otras que han sido enrasadas, o bien se han caído.
Centrándonos en el punto 43J,3, se observa cómo, tanto en fachada como en interior, se detectan las estructuras murales y puntos de arranques de bóvedas que se vienen enunciando. Así, en 43J,1, se puede identificar el muro romano alineado con la calle actual y que se conecta con las estructuras interiores formando una unidad de naves. En el detalle que se presenta en 45J, fachada del espacio interior antes expuesto, se puede comprobar, aportando un poco más de precisión, la existencia de los puntos de arranque de una bóveda que ha sido destruida y de la que tan sólo nos quedan los muros extremos de la bóveda de nave (fot. 46J,1).
El punto 43J,1 nos señala, formando parte de esta secuencia, la entrada a unos espacios cuyas estructuras internas se relacionan estrechamente con las expuestas en 44J. El interior, situado tras esta puerta, no se ha podido fotografiar, pero conocemos su planimetría y cómo se entronca con el resto del sistema. En el punto 47J,3 se ve la entrada a este espacio, y en los otros elementos (47J,2), la necesidad de utilizar podivm para poder acceder a una nave estrecha transformada en vivienda; mientras que 47J,1, es tan sólo un solar de nave, situado al mismo nivel que los demás de este conjunto. Es probable que el motivo del podivm, que se ve en 48J, se deba a la existencia de estructuras subterráneas situadas bajo esta vivienda, hecho que es probable.
Una vez que se ha entrado por el punto 47J,3, y través de sus compartimentos, que son romanos transformados, pero tan sólo en su reparto, no en su composición, se llega al interior de la vivienda, y entramos en una de las piezas mejor conservadas de naves (fot. 49J). El acceso, como en la casi totalidad de las construcciones, es artificial.
La puerta que hay en 49J2, ha sido abierta a golpe de pico. Se puede ver en esta perspectiva de la nave lo que se nos indica en la fotografía: puerta artificial (49J,2), y la abertura en el punto central de la nave, sobre su bóveda. Por lo demás, los paramentos se encuentran en una situación casi original: un ligero encalamiento del sistema de opvs incertvm en todo el alzado interior, bóveda incluida. Sus medidas son las siguientes: altura, 2,80 m; anchura, 1,80 m; largura, 6,20 m.
En la foto 50J, se nos manifiesta como dato revelador la indicación del punto que se considera entrada del recinto. Dentro de los detalles a perfilar, se han de señalar esos datos que se consideran elementos arquitectónicos de nuestro estudio: la abertura que se observa en el centro de la bóveda de la nave (fot. 51J,1), se interpreta como único medio de acceso a este sistema; pero, además, se tiene que manifestar que, junto a este detalle formal, muy importante, se encuentra otro factor que hasta ahora no ha sido detectado en ningún paramento o nave ni nada similar: un agujero de 5 cm de diámetro, que nos indica el medio de respiración de este recinto. Es un dato de alto valor arqueológico, arquitectónico y funcional.
En el punto 52J, hay un detalle de lo que ha podido constituir el verdadero elemento de entrada a este sistema de nave. Su diámetro es aproximadamente de 0,50 m. Se encuentra taponada con una piedra con agujero en el centro. Su forma es circular. El grosor de la bóveda es de unos 0,55 m (fot. 53J,2).
Comenzando por el primer subsector que, pensamos, tiene muros romanos a sus espaldas, detrás del Majuelo, se presenta, en primer lugar, un pozo cuyo aparejo y composición interna es imposible de mostrar ahora, pero que tiempos atrás pudimos ver que se trataba de una reutilización de un elemento romano destinado al abastecimiento de agua de las estructuras industriales del Majuelo. Su aparejo usa la técnica del opvs incertvm; su diámetro es de 1,45 m, incluido el grosor del murete del brocal. Su forma es circular.
Continuando la descripción, nos encontramos con un pasillo artificial que da acceso a las partes interiores de los espacios romanos que se sitúan detrás de los muros continuados del Majuelo. El paso mide alrededor de 1,60 m. El muro derecho, según se entra, 10,56 m de largura; el de la izquierda, 12,70 m. Tanto al fondo de uno como del otro, se puede comprobar la existencia de unos lugares que no han sido casi alterados, y nos presentan unos paramentos de opvs incertvm bien identificables. Las demás paredes aparecen demasiado revocadas con mortero moderno (fot. 55J).
En la fotografía 56J,1,2, se ve el interior de la nave situada a izquierda del pasillo, según se entra. Pueden identificarse los muros romanos tanto en 56J,1, como 56J,2, con indicación de continuidad hacia partes interiores que no se ha podido fotografiar, pero que se sitúan como componentes de toda una secuencia de elementos arquitectónicos romanos. La altura de este paramento tiene un módulo tradicional: 2,30 m. Justo enfrente de este espacio de supuesta nave enrasada, se puede ver, en el alzado de la calle, otra forma paralela que acabamos de describir, con idéntica composición y altura, dejándose ver incluso el aparejo de opvs incertvm (fot. 57J ,2).
Al igual que se ha dicho para el anterior, este espacio de nave enrasada se continúa en dirección al Majuelo, donde tiene su muro final de cierre, fijado como límite de separación entre ambos sectores. La puerta que se ve al fondo de la imagen que se presenta, nos indica la continuidad hacia las estructuras que finalizan en el Majuelo, situadas a corta distancia.
En ese mismo pasillo artificial que citamos al principio de toda esta secuencia, giramos en ángulo recto y nos encontramos con un espacio destinado a nave, cuyo interior mide 3,90 m de anchura; 2, 60 m de altura, y 5,62 m de fondo. Las paredes, como se puede comprobar, así como el fondo, son de opvs incertvm. Este punto terminal tiene detrás otras formas que no se han podido fotografiar, y que constituyen el final del sistema que linda con el Majuelo (fots. 58J; 59J).
Siguiendo por este intrincado pasillo artificial, nos encontramos en la propia calle, con toda una secuencia de muros de opvs incertvm (fot. 60J), formando los alzados de construcciones que debieron ser parte de la secuencia del Majuelo, como el resto de las edificaciones que encontramos aquí. Las medidas de los muros situados a ambos lados de este pasillo corredor, en el espacio situado frente al habitáculo 59J, son de 4,60 m y 5,45 m. Girando a derecha, el muro mide 3,05 m, y el que sigue, 5,20 m.
El espacio indicado en 61J, señala, en primer lugar, la existencia de un muro que da al pasillo (61J,2) y que constituye un elemento estructural perteneciente a una nave destruida, si se tienen en cuenta los parámetros exigidos para tales formas. El punto 61J,1 marca el espacio que ocupa una de las naves reutilizadas y que se encuentra a la otra parte del área que se estudia. Obsérvese cómo queda enmascarado el muro, mediante la cal moderna, dejando ver las huellas del opvs incertvm. Por último, en la parte donde se cierra completamente este pasillo, se ven casas modernas cuyos paramentos externos se encuentran sobre cimientos romanos, pero en su exterior no hay nada antiguo (fot. 62J).
Situados en el punto extremo de la muralla medieval que hay sobre la factoría del Majuelo, se puede ver uno de los torreones casi completamente destruido por la erosión, el mal uso y el abandono (fot. 63J,2) que, con más detalle, se puede observar en 64J,3.
En la fotografía 65J se ve el límite entre el muro del foro y formas más antiguas de piletas de salazones, que han sido cortadas por la evolución del sistema. También se acusa del abuso de las obras modernas que han interferido en este sector.
Las fotos 66J y 67J muestran de forma parcial el conjunto de parte de lo que fue la mayor zona de factoría de la parte de Poniente. Se observan los distintos sectores que componían su estructura, con muros de separación entre las diferentes unidades y tipos de piletas de salazones.
Las fotos 68J, 69J, 70J y 71J demuestran lo que se viene afirmando: las diferentes tipologías de piletas y el abandono que se viene observando a través de la evolución de la industria. Igualmente se observan algunos desagües que sirven para limpiar piletas.
La fotografía 72J muestra un recinto destinado a la preparación de los productos, tiene un pilar central que hace comprender que tenía cubierta, a dos aguas.
Conclusión del sector J
Los elementos y estructuras que acabamos de exponer aquí, nos llevan a establecer una serie de anotaciones encaminadas a tratar de definir lo que en conjunto, se piensa constituye este sector. Por una parte, se puede ver cómo se relaciona con el complejo industrial del Majuelo, constituyendo una prolongación de las estructuras arquitectónicas en superficie, dentro de lo que se viene considerando parte alta del conjunto arquitectónico.
De todos los elementos vistos, el área que inmediatamente se sitúa a continuación de la factoría, está integrada básicamente por estructuras abovedadas, aunque tan sólo una se conserve entera. Pero, en sus inmediaciones, se puede contemplar cómo se van situando los espacios pertenecientes a otras, que se han caído, o han sido enrasadas para construir modernamente sobre ellas. Aparte de lo que se ha considerado, se ve también la existencia de una serie de muros que han podido formar una cadena de cierre que pone límite a todo el sector del Majuelo. Hoy se encuentra ocupado por viejas alfarerías.
Por todo lo visto, se piensa que este sector se integra en las estructuras del Majuelo como elemento arquitectónico fundamentalmente destinado almacenar los productos que allí se elaboraban, es decir, son formas industriales que se encuentran anejas y reutilizadas modernamente como estancias o viviendas, pero que sus estructuras responden a los antiguos esquemas de naves abovedadas, en su mayor parte, y destinadas a ser utilizadas como almacenes.
SECTOR K
Iniciamos el proceso de análisis de este espacio situando topográficamente las áreas que se van describir. Los límites vienen marcados por las calles Morería Alta, Morería Baja y calle Nueva. Es preciso hacer resaltar que la zona de Poniente, en general, muestra unas características peculiares que le son propias, y ello debido probablemente a que este gran sector se encuentra ligado al núcleo principal de elementos dedicados a la industria de salazones.
Si se observan detenidamente todas las estructuras, el carácter evolutivo se aprecia con más fuerza que en los sectores de la parte alta de la ciudad y zona de Levante. Éstos muestran una situación más permanente, mientras que los de Poniente manifiestan con más evidencia las transformaciones que han sufrido a través del tiempo.
No obstante ello, se hace hincapié en que la zona más baja de este sector en cuestión, se encuentra mucho más fuertemente vinculada a la factoría de salazones del Majuelo, de la que forma parte integrante, en su área alta y cuyas infraestructuras tienden más a ser espacios de almacenaje que elementos industriales, como ocurre en el Majuelo. Por eso hacemos esta breve reflexión antes de iniciar el recorrido descriptivo del mismo.
El primer núcleo que se estudia, elementos de la calle Martínez Rodas, hay que relacionarlo con parte del sector P (fig. 27), ya que, tanto la parte superior como la media, según el desnivel que se observa, 8 m aproximadamente, nos indica que los muros de contención de terrazas se encuentran intercalados formando líneas ligeramente curvas por la configuración del terreno, y que se continúan a través de este primer espacio que nos disponemos a describir.
Así, el primer tramo de fachada que se ve (fot. 1K,1), probablemente tenga algún resto de paramento romano, cosa que no se ha podido confirmar analíticamente. Ello debido a la fuerte transformación que ha sufrido el subsector en general. Pero, dentro de una lógica urbanística, donde las estructuras romanas vienen siendo el soporte de todo lo moderno, qué duda cabe que seguirán constituyendo los paramentos romanos los puntos de soporte de todas las infraestructuras modernas que aquí se pueden observar.
Por otro lado, la dinámica iniciada desde época medieval para hacer de un complejo industrial un medio habitable, ha llevado al continuo proceso de abrir espacios que comuniquen unos sectores con otros, a costa de eliminar parcialmente algunos tramos de estructuras que los modernos consideraron indispensables para dar acceso a todos estos espacios inexplicablemente muy cerrados y sin sentido urbanístico propiamente dicho. Por tal razón, en esta primera calle y hacia la mitad de la misma, se ha producido la rotura intencionada de fuertes muros de contención que se encuentran a ambos lados, tanto en el sector P como en el K (figs. 17 y 27).
El aterrazamiento es un fenómeno común en la zona de Poniente, debido al fuerte desnivel que hay en corto espacio. Fue una necesidad primaria establecer esos contenedores para poder montar tanto los elementos de industrias como estructuras de almacenaje a través de todos los sistemas de escalonamientos de esta gran área. Testigos de tal técnica se conservan con gran claridad en el sector norte, situado entre la calle Antigua (primer tramo de arriba) y la calle Morería Baja (cfr. fig. 25).
Continuamos el proceso descriptivo en la calle Nueva, a lo largo de todo un paramento que se considera como reutilizado, pero muy alterado modernamente, que está ahí y se considera como tal.
En un paso interior de esta manzana (fot. 3K, fig. 17), se observa en 3K,1, la existencia de un muro, recientemente destruido para ganar espacio, cuyas características son las propias del opvs incertvm. Como puede demostrarse, las piedras y argamasa procedentes del derribo aparecen como testigos de tal indicación. Simultáneamente a tal derribo, se produjo un rebaje de terreno en el que aparecieron formas similares a las del Majuelo, con profusión de cerámicas que no pudimos estudiar y catalogar. Pero aquí nos remitimos a las manifestaciones arquitectónicas, que es lo que por ahora prima.
Los muros antes citados continúan en las estructuras de alzados que siguen de pie y se extienden hacia el interior de este espacio hasta constituir el límite de separación entre la calle Morería Baja y este tramo de la calle Nueva.
Si se observan los paramentos desde dentro, se ve que se encuentran muy ligeramente revocados, dejando traslucir la forma externa del opvs incertvm (fot. 4K). La presencia del ladrillo es un elemento nuevo (opvs testacevm), en los dos arcos de la entrada a este espacio (fot. 4K,2).
Antes de entrar en este patio, en el mismo umbral y junto al muro maestro de toda la calle, se ha realizado una excavación para reponer tuberías de agua. Aprovechando esta ocasión se ha podido comprobar que, justo debajo del citado muro, ha hecho aparición lo que se viene afirmando a través de nuestro trabajo: la mayor parte de los muros de casas modernas, o son reutilizaciones completas de alzados romanos, o aquellos se montan sobre los romanos constituyendo su verdadero cimiento. Aquí se pueden dar, de forma alterna, tales manifestaciones. Para nosotros constituye una prueba irrefutable de un dato que acaba de mostrársenos en este tramo de calle (fots. 5K, 6K, 7K, 8K). El grosor del muro descubierto permite levantar sobre el mismo todo el paramento de fachada moderna que hoy existe (fots. 6K, 2, 8K, 2). Simultáneamente se ha podido comprobar la existencia de una red de distribución de agua, con arqueta y ramificaciones de canales (fots. 5K; 7K).
Como puede comprobarse, las alteraciones que se han venido realizando a través del tiempo, quedan bien manifiestas en el aspecto moderno que presenta el patio objeto de estudio (fot. 9K). Puede comprobarse, y esto que quede como testimonio argumental de otras manifestaciones de este tipo, cosa que haremos en otros espacios, que nada de similitud hay en el aspecto de 30 años atrás en este patio, y lo que hoy nos encontramos (fots. 3K; 9K). El revestimiento de las paredes evita su identidad. En la fotografía más antigua (fot. 3K), se puede comprobar la técnica del opvs incertvm en los paramentos que entonces eran manifiestos. En el aspecto moderno (fot. 9K), no se ven arco de ladrillo, ni indicadores de alzado romano.
Este patio se continúa hacia el interior, hasta dar acceso a las estructuras que colindan con ambas calles (fot. 10K) y en donde se observa la existencia de estructuras antiguas con revoque moderno y aperturas de accesos artificiales, como nota común a gran número de estancias en toda la ciudad.
Girando hacia la parte superior de este subsector y en la misma calle, se pudo tomar detalle en una demolición practicada para ganar espacio, de la forma interna de uno de los paramentos que se viene admitiendo como antiguos muros romanos. En efecto, aquí se puede ver cómo se ha levantado un muro que ofrece claras señales de reutilizaciones de materiales romanos. Se ve el ladrillo como componente dominante, la piedra pizarrosa y, de forma aleatoria, la toba. El tipo de ladrillo usado es el de mayor grosor, que se verá de nuevo en las naves abovedadas de este mismo sector. El módulo del muro es de 0,60 m (fot. 11K).
Continuando en el análisis de este paramento sobre la calle, nos encontramos con un final supuesto, donde aparecen las piedras de cierto tamaño al pie de muro y en un supuesto paso artificial (fots. 12K; 13K). Aquí se produce una encrucijada con cuatro direcciones, donde ha sido necesario romper para dar acceso a los distintos subsectores. Hay indicios evidentes que nos indican esta apertura (fot. 12K,1,2), notándose la continuidad entre el murete que sobresale de la pared (fot. 12K,2) y los restos que afloran sobre el pie del paramento (fot. 12K,1).
Siguiendo la descripción, tras un giro de 90 grados, pasamos a la calle Morería Baja, que va a ser la que más datos nos va a proporcionar. En primer, lugar se ven los altos podia que han sido necesario levantar para acceso de las casas. Se trata de claras reutilizaciones modernas, como se verá. Puede indicarse que la propia calle es un espacio reconvertido, ya que, cuando se abrió para la instalación de la red de alcantarillado, hubo serias dificultades por los fuertes muros transversales que debieron ser rotos para tales instalaciones (fot. 14K). Más adelante, se aprecia sobre el paramento romano, resto de muro que sobresale de la pared actual y que probablemente formaba cierre en este espacio (fot. 15K,1). En esta parte, donde se ubica el podivm de acceso (fot. 15K,2), se supone la existencia de un sistema que posiblemente sea un espacio de naves enrasadas, como se verá de seguido. Sobre el muro izquierdo (fot. 15K,3) se puede identificar una reutilización de alzado de muro romano que enlazará con la parte interior de la zona de naves, y cuyos datos testigos podrán verse con claridad.
Si continuamos el análisis del paramento en cuestión, sobre la parte izquierda de la calle, se observa la forma antigua de un paramento que se extiende a lo largo de todo este subsector, indicándosenos, a su vez, la altura del mismo de forma espontánea (fot. 16K, 1,2). A lo largo de esta fachada, se puede identificar, después de lo dicho antes, la existencia de naves abovedadas cuya cubierta ha sido en unos casos enrasada, en otros, se les ha colocado un falso techo (fots. 17K; 18K). No se puede decir que el paramento alcance tan sólo la altura que se presenta en 17K,2, sino que puede alzarse hasta mayores proporciones, como puede comprobarse en el análisis del paramento en 19K,1.
La existencia de los podia para acceder a las casas que se encuentran en esta fachada de la calle (fot. 20K), indican que bajo ellas hay una cadena de estructuras que se consideran naves, aunque los techos abovedados se encuentren enrasados. De esta manera se respetan los fondos que pertenecen a otras viviendas y que se encuentran, en parte, bajo el nivel del suelo, sobre la calle en cuestión.
En una apertura artificial de la calle (fot. 21K), nos encontramos con un paramento cuyo aspecto externo acusa un saliente y la técnica del opvs incertvm en estos subsectores. Igualmente, enfrente del mismo, se puede identificar otro paramento de tales características (fot. 22K) y que, además, queda corroborado por la presencia, sobre el suelo, de un muro testigo débilmente destacado. Por tanto esa entrada se puede considerar artificial y probablemente, según los datos últimos de que disponemos, se realizara en época medieval, aunque los depósitos de líquidos que se han descubierto recientemente, utilizando dolivm semienterrados, nos ofrecen una nueva versión sobre la cuestión: es una forma abierta, sin techumbre, pero cercada de sistema de muros. Se demuestra que el terreno se encuentra muy alterado, y con áreas que han sufrido fuertes cambios durante la repoblación cristiana.
Se piensa que no sólo este sector, sino los interiores de las naves, también estuvieron dedicados a este u otro tipo de almacenaje.
Dentro de este complejo hay estructuras que han perdido su finalidad originaria, como son los arcos que se pueden ver al fondo del paramento romano (fot. 24K,1, 2).
De forma coherente es preciso dividir este subsector en dos partes para describirlo: área subterránea y espacio superior. En cuanto a la primera, se puede decir que está compuesta por tres series de naves de las que tan sólo se conservan dos de ellas; mientras que las restantes, o han sido modificadas o destruidas.
La primera serie de naves podría situarse sobre el espacio que marca la entrada a este subsector (fot. 25K,5). La segunda serie se corresponde con la ya existente y que se localiza paralela a la supuesta primera (fot. 26K). Sus medidas son las siguientes: largura, 6,38 m; anchura, 3,40 m; altura, 2,70 m. Esta nave muestra, a su entrada, una alteración de planta sufrida en el tiempo, y razonadamente se piensa en una modificación de época romana posterior (fot. 25K,3), apreciándose usos de ladrillos que no se corresponden con la edilicia estrictamente clásica.
El paramento divisorio de fondo está construido con la técnica del opvs incertvm. La bóveda, algo rebajada, ha sido levantada utilizando el sistema conocido como opvs testacevm, y cuya estructura secundaria está compuesta por dos tipos de ladrillos: uno grueso, de 0,06 m, y otro de 0,035 m. Ambos tienen la misma anchura y largura: 0,28 m x 0,22 m respectivamente. La secuencia de los mismos en el aparejo, es una alternancia de dos gruesos por tres finos. El opvs incertvm de sus paramentos laterales comienza en los cimientos y termina en el punto de arranque de la bóveda.
Casi en el centro de la cubierta, hay una abertura enmarcada por bloques de piedra toba. Se piensa que este es el antiguo medio de acceso. Su medida es de 0,60 m x 0,50 m (fot. 27K). Esta supuesta entrada se encuentra taponada con piedras y técnica, de época. Entrando por su puerta artificial, no presenta una línea homogénea, sino un refuerzo o engrosamiento que, en línea oblicua, se dirige por su parte izquierda, hasta el punto de su fondo, que mide 3,85 m. Justo delante de esta nave hay un espacio que debió estar ocupado por otra, ya que guarda las mismas proporciones y se encontraba comunicada con la segunda por medio de otra puerta de época romana posterior (fots. 38K,1; 39K). Las medidas de la supuesta nave son: 5,40 m de largura, y 2,70 de anchura. A continuación se observa otro espacio, que también debió formar parte de la infraestructura de naves, y que se adentra en la vivienda que actualmente se encuentra frente a la misma, formando parte de esta red o encadenamiento de elementos arquitectónicos. Su longitud es de 2,20 m. La anchura coincide con la anterior (fot. 40K). Su paramento se identifica con la continuidad marcada sobre el actual suelo (fot. 31K,1), en donde se aprecia con toda claridad su secuencia. A su vez, la existencia sobre el suelo de un arco de ladrillo, en línea con el muro, de una anchura de 0,60 m, nos hace suponer que se trata de una estructura que, tiempos atrás, tuvo un nivel real muy por debajo del que se observa ahora. Los restos hallados dentro de ella, nos hace pensar en una reutilización en época medieval como horno o similar, al haberse encontrado en su interior bastante carbón (fot. 48K).
Si nos adentramos por el punto 40K,2, pasamos al otro sistema de naves que, tiempos atrás, mostraban el aspecto que se indica en primer lugar (fot. 33K), y que hoy nos presentan ya lo que realmente eran (fot. 34K). Las medidas de esta nueva nave son: largura, 8,57 m; anchura, 3,90 m; altura, 2,70 m. En el punto de separación lateral de estas dos naves se puede observar la existencia de dos pasos originales, con arco de medio punto alterado. Las luces aproximadas de ambos arcos son de 1,30 m (fots. 35K; 36K). A su vez, frente a esos dos arcos, hay una abertura que muestran uno de sus lados, muro con aparejo correcto, mientras que el otro, aparece roto; lo que nos hace pensar que era una especie de salida al exterior. A causa del ensolado moderno no se puede conocer la altura real de la misma. Su anchura actual es de 0,85 m, y su altura (sin tener en cuenta la parte rota), 0,55 m.
Si se observa con detalle el punto 38K, todo parece indicar que esta nave o bien ha sido más larga de lo que muestra, o bien se ha producido una alteración en el tiempo, como es el añadido que se ve en 38K,1, que, a su vez, presenta una abertura en la bóveda (38K, 2). El hecho de que aparezca tal agujero 38K,3 y, a la vez 38K,1, que es un paso, nos hace pensar que lo del techo es lo más antiguo, coincidiendo en la forma y medidas con la de la otra nave, que era más larga de lo que ahora muestra, ya que este tipo de entrada es el tradicional romano y, por tanto, la nave ha sido acortada, cambiando su sistema de acceso por una puerta que la comunicaba con otra nave situada justo al lado, por el punto 38K y 39K.
La segunda línea de naves se continuaría ocupando el espacio que hay delante, y que mide 7,53 m. La anchura de su muro es de 0,60 m, más el grosor interior de la nave. Este sistema se continuaría a través de las casas modernas actuales hasta por lo menos el final de este subsector. En su parte frontal se pueden observar dos arcos de distinto nivel: el primero, con una altura de 1,45 m; luz de 2,10 m, y fondo de 1,10 m. El segundo tiene una altura de 2,80 m; anchura de 1,10 m, y fondo de 0,45 m. Ambos tienen un paramento de opvs incertvm, rematado en sus bordes con opvs testacevm de 0,28 m de grosor (fots. 42K; 43K; 44K; 45K; 46K). Precisa-mente sobre este punto de detalle, se ve en el suelo la existencia de restos de muros que forman parte del cierre de la nave y que el muro moderno es una reutilización del muro paralelo de los alzados que aquí se han usado (fot. 46K,3). La prueba de que esto ha sido un sistema de almacenaje, queda bien patente en los detalles que aquí se aportan: aparición de almacén con vasijas sobre el suelo semienterradas (fots. 47K; 48K).
Una deducción consecuente con esto, debe ser la admisión de que este recinto era una especie de patio abierto; lo que no quita que tiempos atrás, hubiera sido una nave, como todo parece indicar, si se tiene en consideración el recorte sufrido en su planta por la nave segunda. Lo que no ha dado señales claramente sobre su identidad, es el arco que aparece sobre el suelo, bajo el que ha hecho aparición una estructura que aún no se ha podido definir por falta de una prospección adecuada (fot. 48K,3).
Pasando a la parte superior, es decir, a las estructuras situadas encima de las naves, nos encontramos con varios compartimentos de los que, entre lo más destacado es un depósito de agua que ocupa la parte superior de la tercera serie de naves (fot. 49K).
No se puede pasar por alto la existencia de un gran murallón, situado en la parte posterior de la tercera fase de naves que ocupa todo el fondo del subsector que estamos analizando (fot. 49K,1,2). Testigos de esta obra de ingeniería son los restos de un probable depósito de agua (fots. 50K; 51K). Tal depósito nos ofrece unas medidas que no se pueden precisar bien a causa de las roturas y reutilización que ha sufrido, pero que nos pueden ser lo suficientemente justas para admitirlo como tal.
El punto que da sobre la parte terminal de la tercera serie de naves, mide 4,03 m; su altura aproximada, 6 m; el grosor de los muretes que lo conforman, da los siguientes datos: tramo de mayor grosor: 1 m; tramo intermedio: 0,80 m; tramo más estrecho, 0,60 m. El grosor general que presentan los paramentos está en los 0,60 m.
A partir de este espacio se puede comprobar que las diversas estancias o zonas destinadas naves, marcan las siguientes medidas: 1ª, 2,75 m de largura; 2ª, 4,25 m, y 3ª, 10,75 m. El grosor de los muros de separación de los diversos compartimentos es de 0,60 m. El muro de fondo, que es de aterrazamiento, mide 3,30 m de grosor, en el espacio que se encuentra inmediatamente detrás de los dos arcos ciegos que antes se han analizado (fot. 43K,1,2).
Consecuentemente a todo ello, inducimos que la calle que se encuentra justo detrás de lo que se ha visto, ha sido montada, en parte, sobre este gran muro de contención (fot. 52K,1). Pasado esto, se quiere dejar bien patente que las medidas han sido tomadas con precisión. Así, la capa impermeabilizante del depósito mide 0,35 m, y el estuco, 0,01 m.
La extensión, que se ha podido medir, de forma casi exacta, ha sido la dimensión que nos presenta el muro que divide este sector del que se inicia inmediatamente hacia la parte superior, y que mide, en lo que se ha podido comprobar, 27,45 m de largura; pero no se pierda de vista que hasta el final de este paramento, alcanza los 42 m, aproximadamente (fots. 54K,1; 55K,1).
Si nos situamos sobre la parte superior de la calle, podemos comprobar que el muro se deja ver (fot. 56K) a lo largo de todo el subsector, en su casi totalidad.
Continuando la línea en sentido contrario, se ve igualmente que el aparejo externo de las casas actuales muestran los mismos indicios de la estructura romana externa (fot. 57K). Pero se puede aún precisar más. La fachada que se aprecia en la foto 58K, en su casi totalidad, se corresponde con un paramento íntegramente reutilizado hasta su base. Pero las manifestaciones no sólo quedan ahí, sino que en los alzados de las estructuras que van a aparecer en el punto inmediatamente superior, comienzan a presentar señales claras de muros romanos con la técnica del opvs incertvm (fot. 59K,4). En la parte izquierda se observa igualmente la secuencia del subsector que estamos analizando (fot. 59K,1,2,3).La consecuencia lógica es pensar, a raíz de los datos que presentamos, que la calle se encuentra montada, como ya ha ocurrido en otros lugares, sobre el propio muro romano que, al paso del tiempo y cambio de infraestructura industrial, ha sufrido las más sorprendentes modificaciones en su forma externa.
Una vez llegados al final de este subsector, se puede comprobar realmente que las redes viarias han experimentado grandes alteraciones (fots. 60K; 61K). En el extremo opuesto del subsector más elevado, se observa igualmente la reaparición de las estructuras ocultas de los paramentos que ya se han podido comprobar e identificar en las zonas que se han manifestado con más prolijidad de datos. Por ello se indica aquí el tramo final de este espacio (fots. 62K; 63K; 64K), donde se puede decir que la parte inferior descrita, se corresponde con la secuencia natural de todo el subsector, y que puede perfectamente identificarse con la secuencia de naves encadenadas o sistemas, al menos, similares al que acabamos de describir en la primera parte de este sector.
El punto 64K,2, nos pone de manifiesto que las naves, en la parte más baja del subsector, se continúan. El paramento externo deja sus señales de identidad en los muros que dan a la calle (fot. 64K), y la existencia del mismo tipo de nave en 65K,2, donde, sin lugar a dudas, se puede decir que hay una reutilización idéntica a la ya manifestada en el otro subsector de naves. Precisamente en este espacio, justo en el punto 65K,3, se puede comprobar la existencia, en el aparejo externo, del opvs incertvm y testacevm, formando juego en todo el muro exterior. El paramento que pretendemos mostrar aquí, puede catalogarse e identificarse con el simple análisis de las manifestaciones externas que nos presenta la fotografía 65K,2.
Conclusión del sector K
Tras la exposición de todos estos datos, se tienen que delimitar los espacios que se ha descritos. En primer lugar, la zona baja nos ha puesto de manifiesto que su estructura está más relacionada con las secuencias del Majuelo, del que han aparecido, con motivo de aperturas de zanjas en el suelo, los muros que sujetan los paramentos de las casas modernas, o se prolongan formando parte del alzado de numerosos edificios modernos.
Los tipos de muros, por sus características, se pueden relacionar más con la zona baja que con la alta. Las deformaciones de estructuras son más frecuentes aquí que en la zona superior. Sin embargo, ésta muestra más fuertemente el proceso de cambios en los usos que se han ido dando a las formas encontradas. La zona baja no nos proporciona datos, aunque tan sólo sean de evolución arquitectónica, que puedan llevar a establecer un proceso de cambios a través del tiempo. La zona alta, por el contrario, da claras señales de evolución y cambios dentro de la misma fase romana y, en las reutilizaciones, cambios en época medieval y moderna.
Por otra parte, la zona superior da los siguientes elementos arquitectónicos: depósito de agua, naves abovedadas y muros de contención y aterrazamiento.
No disponemos de testimonios de tipo industrial, pero se pueden fácilmente suponer, ya que el depósito de agua fundamentalmente presupone una aplicación para la salazón. Por tanto, se considera que esta área es parte de la factoría que se supone se extiende por el sector de Poniente, no con la intensidad que se produce en el Majuelo, pero sí, tal vez, de una forma más selectiva, por los escalonados paramentos estructurales que, de forma continuada, se van montando por todas las áreas del complejo general de Seks. En definitiva, se puede afirmar que es una célula más de todo este complejo.
Desde el punto de vista cronológico, el proceso evolutivo se ha detectado con gran fuerza en este sector, habiéndose observado modificaciones en las estructuras arquitectónicas (naves, arcos, módulos de las mismas, abandonos de unas formas y adopción de otras, arcos sin sentido arquitectónicos), lo que explica una clara modificación en la evolución de la historia industrial de esta área del complejo de Seks.
SECTOR L
Para un completo estudio de las distintas partes que componen esta área, se ha dividido el sector L en tres apartados: zona donde se realizó excavación en la planta baja; planta baja, y planta alta, que comprende la parte superior, núcleo de Eras del Castillo. Y, siguiendo este criterio, se estudia y expone un conjunto estructural que forma una de las unidades más extensas y complicadas de este trabajo. Pero antes de comenzar, es imprescindible hacer un breve esquema sobre la zona que se va a detallar.
En primer lugar, se expone el ámbito espacial abarcado por este complejo y, en segundo lugar, como esqueje histórico, quiénes han ocupado esta zona, y qué uso se ha hecho de ella.
Si se analiza la planimetría practicada, puede colegirse que las proporciones no son las que, a simple vista, deduce cualquier visitante de este lugar.
Lo que se conserva de nave es la cuarta parte de lo que fue este complejo. En efecto, se comprueba cómo se expande hacia los laterales a través de los espacios conservados en los interiores de las casas adosadas a la Cueva, en la calle San Joaquín (I).
Por otro lado, en su parte noroeste, se ve que existió otra estructura («cueva») de similares características, pero que se ha derrumbado, quedando sólo los puntos de arranque que se observan en el testero, a izquierda de la entrada principal de la Cueva, según se sale. Además, es estimable que, así como se admite un sector adosado a la misma, en la calle San Joaquín (I), éste se extiende hasta constituir otra unidad paralela, mostrando un aspecto casi rectangular a lo que realmente debió ser el complejo. Todos los indicios apuntan a tal solución como lógicamente posible y arquitectónicamente aceptable.
La inclusión de toda la parte superior, ha dado mayor relieve al estudio unitario aplicado a estos tipos de instalaciones, además de considerarlo lógico, ya que la conexión entre todos estos espacios se presenta como un solo edificio.
Para su estudio se ha procedido estableciendo una serie de niveles, indispensables para hacer coherentes todas las unidades arquitectónicas que aquí se dan, pero no con una planimetría escasa en proporciones, sino amplia, de modo que se refleje en ella la mayor cantidad de datos posibles que se detecten en todo el complejo. Por tal razón se ha dividido este tramado en varios planos: zona de excavaciones planta baja; planta baja propiamente dicha; planta superior, superpuesta a la superior. Complementariamente se hacen secciones de la planta baja y superior, y proyección caballera del alzado de la planta inferior (cfr. figuras 18 a 23).
En cuanto a la reutilización de la Cueva, hay opiniones encontradas y contrapuestas, pero lo único que se recuerda, ya en nuestros días, es la ocupación, por gente muy humilde, de todos cuantos rincones existen aquí, de las modificaciones realizadas en su exterior, y los añadidos practicados. Pero esto no es suficiente para explicar determinados fenómenos comprobados en la fase de excavación, y que se indican en este estudio y exposición de datos.
Zona de excavación de la Cueva, al mismo nivel
Después de las diversas opiniones vertidas sobre la finalidad de estas dependencias, se prescinde de ellas, y se expone lo detectado con un análisis exhaustivo de cuantos detalles y rasgos se han encontrado en una detenida observación de paramentos, bóvedas, canales y agujeros registrados. Pero el primer paso se da en el proceso de excavación de la planta baja de la Cueva, que tuvo lugar a partir de Diciembre de 1981, comenzándose por la entrada noreste.
De forma progresiva y siguiendo un orden puramente local, se avanza dejando al descubierto el suelo de toda la Cueva. Se descubre, en primer lugar, un canal excavado en roca, que llega hasta el muro de entrada. Todo parece indicar que es anterior a la construcción de la propia Cueva, porque hay señales de continuidad junto a él, hasta el punto de ver montado su muro encima, cortándolo. Al avanzar, en la segunda nave lateral, a izquierda según se entra, apareció cerámica muy variada y mezclada sin orden estratigráfico.
Entre los primeros materiales hay fragmentos de estuco, con pinturas blanca, roja y negra, como lo más relevante. En este mismo sentido, pero en el fondo de la tercera nave lateral, apareció un fragmento de plato fenicio de barniz rojo que, probablemente, perteneciera a un resto de ajuar de una tumba fenicia, rota con las nuevas edificaciones romanas, o simplemente, uno de tantos hallazgos fortuitos de cualquier punto de la ciudad.
En la cuarta nave, casi a su inicio, a derecha según se entra, aparecieron restos de un équido (fot. 1L). Esto no es de extrañar, porque uno de los fines de la Cueva, ha sido el servir de depósito de desechos.
Como ya ha quedado expuesto al principio de esta enumeración de datos, los estucos aparecieron en una posición inconcreta, sin estratigrafía definida y, por supuesto, no como elementos componentes del revestimiento del interior de los muros de la Cueva (fot. 2L).
Continuando la exposición de estos rasgos proporcionados por la excavación, aparecen, en otra fosa explorada en el suelo, bastantes escamas de pescado, que no han sido analizadas. Los muros de estructuras anteriores, comienzan a dejarse ver, a la altura de la cuarta nave lateral, abarcando ambas partes y la zona centro (fots. 3L; 4L; 5L; 6L; 7L; 8L; 9L), casi perfilando un cuadrado bajo el nivel actual de la parte que está al descubierto.
En los espacios ocupados por la sexta y séptima naves aparecen las estructuras murales, pero no de forma tan marcada como antes, donde el opvs incertvm es usado en toda regla. Los restos de muros apenas son perceptibles, dejándose ver una capa de yeso que parecía un conato de revestimiento del suelo de la Cueva, pero sin llegar a serlo (fots. 10L; 11L). Son filtraciones provocadas por la humedad a través de las capas de materiales que se han ido depositando en todo la Cueva.
En cuanto a los materiales aparecidos, no han sido muy abundantes, y sin guardar posición estratigráfica. En la excavación de la última parte de la Cueva, la cerámica árabe apareció hasta en el punto más hondo del corte.
La situación de este subsector en época romana se encontraba en el mismo estado en que ha quedado después de la excavación. Cuando se produce la retirada, es posible que se originara algún tipo de depósito, pero no hasta el punto de conseguir equilibrar toda la superficie.
Como los estucos no son del alzado de la Cueva, la aparición de algún elemento numismático y las posiciones de los materiales no seguían un orden estratigráfico, no cabe pensar más que una solución: cuando el elemento humano ocupa las estructuras que se encuentra, las escudriña hasta donde le es posible; pero será la posterior ocupación, a partir del siglo XV, la que produzca el mayor impacto sobre todo el medio. Y es lógico pensar que, si se encuentra un hábitat, en este caso, unas naves con grandes vacíos en forma de fosa, lo normal es que se proceda a su equilibrio mediante el relleno. Para ello traen tierra del sitio más fácil. Esta puede ser la explicación más simple, sin necesidad de recurrir a ambiguas opiniones: si los materiales han aparecido revueltos, no hay duda de que se trata de un relleno artificial, y no de una situación estratigráfica producida con la permanencia de os ocupantes a través del tiempo.
Los vecinos cuentan que, en una de las ocasiones en que se tocó el suelo de la Cueva, aparecieron tinajas grandes que, al levantarlas, produjeron cierto estado de humedad sobre sus casas, cuyas estructuras son anejas a la Cueva, como estancias paralelas tanto tipológica como estructuralmente. Los suelos de la Cueva, que en principio no existieron, como ocurre en las estancias analizadas en la ciudad moderna, fueron removidos en numerosas ocasiones, a causa de fantasiosas leyendas que sobre ella se vertían. Pero el uso más común ha sido el servir de hábitat, largo tiempo, a muchas familias humildes, no medievales.
En el centro de la quinta serie de naves colaterales, hay un paso hacia las dos últimas, que han quedado como aisladas de las que preceden. Tal cierre, comprobado tanto en secciones como en plantas (fig. 20), es de época, o sea, romana; no es una innovación medieval.
A partir de aquí, se explican, en cierto modo, las pertenencias de los componentes arquitectónicos a esta sección de la Cueva; elementos que han quedado marginados de ella por mano de las nuevas generaciones que por aquí han pasado, y que, probablemente, haya sido realizado por la población moderna. Relacionados con esta segunda parte de la Cueva, hay dos sistemas de canalización: uno, similar a un paso hacia las partes superiores (fot. 12L), y otro que ha sido eliminado de la estructura tras la adaptación moderna de la Cueva.
El canal, de sección rectangular, que escasamente cubría el volumen de una tubería de cerámica normal (15 cm de diámetro), se encuentra un poco antes de la salida de Levante de la Cueva, en diagonal al canal grande, de forma que era una derivación secundaria. Está reflejado en la planimetría aneja a la Cueva (fig. 18, 6).
Antes de exponer la estructura y finalidad del canal mayor, se considera indispensable explicar la presencia de dos agujeros sobre dos bóvedas colaterales, precisamente a partir de un estrechamiento del muro antes indicado. A esto se une la presencia de los dos canales, mientras que otro subsector de la Cueva no tiene nada similar. El citado canal servía de espacio abierto para el montaje de sistemas de conducción de tuberías, bien de plomo, bien de cerámica. Su recorrido ha sido inspeccionado, pero con dificultades para superar los tramos de escalonamiento que tiene su trazado, donde hay acumulación de gases estáticos tóxicos.
El segundo canalito es una derivación de él, ya que lo corta en un punto detectado, formando parte de una red de distribución. Se supone que a lo largo del trazado del canal mayor se producen otras derivaciones.
Justo en la calle San Joaquín (I), a la altura de la sexta y séptima nave lateral, y en el espacio considerado conjunto arquitectónico paralelo a la Cueva, se abrió, tiempos atrás, un agujero de ciertas proporciones. En el recorrido se midieron 15 m en sentido noroeste, hasta localizar una fuerte pendiente descendente, con sistema escalonado. Se desconoce el final, pero puede formar parte de la red de distribución y traída de aguas a la zona superior del conjunto. Es probable que el canal, recientemente descubierto cerca de la plaza del Ayuntamiento, tuviera relación con esta red, pero no se conoce la conexión. Las medidas del citado canal son de 1,80 m de profundidad, no igual en todo su trazado, y 0,60 m de anchura. En uno de sus tramos se ve su trazado con sistema de bóveda, como elemento de cubierta; en otro, como el que asciende desde la Cueva, aparece adintelado, con grandes lajas de piedra. En su recorrido se han detectado agujeros rectangulares identificados como puntos de derivación de la red de agua. En el extremo superior, según se sube, y a una altura aproximada a la de las naves, aparece el final de esta conducción, presentando un agujero abocinado, por donde se piensa entraría en contacto con la parte superior. Recientemente, hacia la mitad de calle Real, con motivo de obra nueva, según se desciende a derecha, apareció un canal de conducción de agua, que bajaba de la zona de cueva de Siete Palacios; lo que puede entenderse como final del anteriormente citado sistema de conducción que partía de la calle San Joaquín, junto a la citada Cueva. Téngase en cuenta que un poco más hacia debajo de calle Real, se ha descubierto, y se puede ver, un canal romano de conducción, que podía tener relación con el antes citado e, incluso, ser continuidad del mismo.
Zona aneja a la Cueva
Se inicia el recorrido descriptivo desde la entrada de Poniente de la Cueva. Si se observa con detalle el lienzo que conforma la fachada de este espacio exterior, se ve toda una secuencia, donde se dibuja el acceso a la Cueva (fot. 13L,3), su enlace con el supuesto subsector adosado o contiguo, con varios puntos de referencia (fot. 13L,2,5,7). Dicha entrada está enmarcada por un sistema adintelado, mostrando un reborde de unos 10 cm, y con una franja de 0,70 m, en la parte superior, y 0,50 m en la lateral, continuada en una cenefa de piedra saliente, con 1,60 m de largura y 1,80 m de altura. Este mismo detalle se prolonga a lo largo de toda la nave que sigue en sentido sur, hasta finalizar sobre el muro de cierre de fondo.
El espacio que ocupa esta entrada está rematado en una pequeña bóveda, de la que se conserva algo más de la mitad, apoyada en elementos que constituyen el punto de arranque de las naves que se adentran hacia la derecha, según se mira (13L,5), y en los que forman el punto de continuidad, en sentido vertical al anterior. Por la parte izquierda del detalle 13L,7, se comprueba cómo se prolonga hacia otra dirección la estructura externa de la Cueva, de manera que constituirá un nuevo subsector de esta gran área.
En 13L,6 se indica el emplazamiento de un probable depósito. A raíz de las aportaciones que se obtengan de las prospecciones, se establecerá una razonable hipótesis de su existencia.
Por último, en 13L,1 se detecta la profundidad del supuesto espacio considerado parte del suelo de una cuarta área de naves.
El punto de arranque de la fase de naves, aneja frontalmente a la Cueva, se inicia en 14L,2,5; 15L,1,3; 16L,3; 19L,2; 20L,4; 21L,4; 22L,1.
Un subsector, dentro de este mismo espacio, se puede analizar en 22L,2, 3. Se trata de una nave principal, con dos colaterales, de dimensiones normales, con similar altura a las de la Cueva. La técnica de su cubierta es un encofrado de hormigón, modelado con cimbra, que deja un revoque de cal grasa y arena como elemento de enlucido en todas las bóvedas. Las dos pequeñas naves laterales se cortan con la principal, dando aristas, como en el interior de la Cueva. El suelo carece de pavimento (fot. 22L,2,3). Este fenómeno es una constante en todas las estructuras analizadas.
Una vez visto este espacio abovedado, se continúa con el lienzo de naves derruidas de 27L, donde se comprueba el fenómeno de caída de las bóvedas a consecuencia de las superposiciones modernas descontroladas, y filtraciones de aguas. Este subsector manifiesta las mismas características que la Cueva, con aberturas en la cubierta (fot. 27L,3). Los paramentos tienen una medida muy similar a los de la Cueva: 0,60 m de grosor. Este lienzo de fondo, en el que se ven ligeramente los puntos de los sistemas abovedados y muros de soporte (fots. 28L; 29L; 36L; 37L; 38L; 41L; 42L; 43L; 44L) constituye un elemento arquitectónico que separa lo que es simplemente nave, de una probable cadena de muros contrafuertes.
Este nuevo subsector en ruinas estaba compuesto por una serie de naves, en número de cuatro, que partían en sentido vertical a su paramento de fondo, y que formaban uno de los dos espacios laterales afrontados, prolongándose hasta los límites del borde del murallón contrafuerte, reflejado en planimetría con línea discontinua (cfr. fig. 19).
Tras la perforación practicada sobre el muro de fondo de la primera nave destruida (fots. 28L; 29L,3), con el fin de indagar si permanecían enterradas o cerradas tras los muros de estas formas, se ha comprobado, como dato positivo de tal exploración, que los muros que, en cierta ocasión habían quedado al descubierto a causa de otras anteriores roturas, también intencionadas, tan sólo servían como elementos de apoyo de las naves sobre roca madre de fondo (31L; 32L): estado en que ha quedado esta experiencia, tras su consolidación; 33L; 35L,2: estado en que aparecieron los citados muros, cuyo techo hubo que sujetar para evitar el derrumbe de la parte superior, hoy una plazuela artificial, cuyo suelo original se desconoce, pero se supone. Dentro de una secuencia en la descripción de los puntos donde se inician las naves transversales de este subsector, se ven testigos harto elocuentes. La primera de ellas queda patente en 29L; la segunda, en este sentido direccional, muestra los cimientos y parte del alzado en 36L, donde los puntos 3 y 4 señalan los muros de soporte de las bóvedas y el paramento de fondo de la nave. La técnica constructiva es el opvs incertvm.
La tercera nave se ve en 37L, donde, en los números 4 y 5, se indica el muro de separación de ellas, soporte de la bóveda, y el paramento de fondo de la misma.
En 38L se ven detalles de la parte superior de los restos de su cubierta: 1, paramento de fondo; 2, canal adintelado, probable elemento de encauzamiento de tuberías de agua para el subsector de arriba, de la planta baja y de dependencias anejas que debieron existir, según las derivaciones observadas en su trazado; 3, paramento de arranque de la bóveda.
Con relación a lo apuntado antes sobre los elementos de conducción de agua, hay suficientes datos para admitir que, en la parte inmediatamente superior de este espacio y, sobre esta nave, ha existido un depósito de agua o pileta de salazón (fots. 39L; 40L). Los datos son evidentes: canal probablemente terminal y restos de material de revestimiento e impermeabilizante de tales construcciones: la base muestra parte del pavimento con restos del suelo del depósito (fot. 40L,1): restos adheridos a la piedra; 2, restos del suelo de depósito. El canal, tiene las mismas proporciones que el del interior de la Cueva (hoy tapado, y que está adintelado, como técnica de protección de las tuberías que discurrirían a través de él para abastecer el depósito. Sus medidas son las adecuadas a la capacidad de las tuberías de 15 cm de diámetro.
La cuarta nave transversal se ve en 41L,3, y de modo más simétrico con el conjunto, en 44L. En esta última se detalla: 1, suelo con tierra, casi real; la roca se encuentra a menos de 0,15 m de profundidad; 2, muro de separación de ambas naves, tercera y cuarta; 3, arranque de la bóveda y muro montado sobre ella en la parte superior.
En 43L,1, está el muro terminal de esta última nave del sistema estudiado ahora, y que inmediatamente después se inicia otro paramento, ajeno al sector L.
La mampostería de la zona superior, perteneciente a la infraestructura, marcada en gran parte con línea discontinua, se ve en 44L, donde se observa el momento de arranque de los paramentos de las supuestas naves (fots. 45L,2; 46L,2).
En cuanto a la continuidad de muros base, con estructuras similares a éstas, desde el punto de vista técnico, aunque no morfológico, se comprueba en 47L, en donde además se observa el nacimiento en sentido vertical, de otros muros divisorios, elementos de otras naves que no se muestran con la evidencia de los casos anteriores.
Uno de los aspectos técnicos o funcionales, también apreciado en el interior de la Cueva, es la existencia de mechinales sobre la altura media de los muros de fondo. Lo normal es una situación en los paramentos sobre los que se apoyan las bóvedas (fots. 48L; 49L).
Si se analiza el muro terminal de esta serie de naves, se comprueba en él (50L) la existencia de un cruce de alzados: uno que parte en sentido suroeste, y otro, en noroeste. En el centro se observa la composición del hormigón romano usado para rellenar los grandes huecos. Curiosamente sobre el mismo cruce de muros en cuestión, se ven dos canalizaciones cuya finalidad debe estar relacionada bien con un sistema de ventilación, bien con una red de conducción de agua entubada. Las proporciones son las más adecuadas para la segunda supuesta función. Y como en este punto se pasa ya a un espacio, que escapa a los límites del presente sector, se continúa con el subsector paralelo a la Cueva en planta (fots. 52L,1; 53L).
La periferia queda bien enmarcada por la propia estructura de la prolongación de la misma, en sentido norte. Se sabe que, hasta hace poco, esta calle era muy difícil de acceso. El podivm de 54L,2, es testigo de lo que realmente era tal paso: una base pedregosa, consecuencia de derribos de formas romanas, y de superficie muy irregular. Pero la aspereza no nacía de la naturaleza del terreno, sino de la prolongación de los sistemas de muros y plataformas rotos para crear acceso a las partes adosadas al sistema de naves de la Cueva.
De ella nacen, en sentido norte, una red de muros, cortados para conformar estructuras modernas, que señalen lo que es una fachada reciente, a la vez que intentan hacerlas habitables. Así que el podivm no es más que un testigo modificado y revestido de mortero moderno. Conformando el desnivel, queda como testigo el resto del podivm anterior, prolongado a lo largo de toda la fachada (fot. 55L).
Como se observa, tal podivm se mantiene rectilíneo, pero se piensa que es una secuencia de muros verticales a la fachada, hasta cerrar sobre el murallón, y ése era el obstáculo con que se encontraron los medievales a la hora de abrir la nueva calle. Al observar esta perspectiva, se puede afirmar que la zona centro coincide con una nave divisoria, como en la Cueva, y los muros de las naves afrontadas morirían sobre el gran murallón, que debió tener mayor altura que ahora, lo que es obvio, ya que la calle San Joaquín (I) tiene unos 80 años.
A simple vista, al analizar la parte sureste de la Cueva, se piensa que termina en 56L y 63L. Pero los restos, bien sobre los paramentos que aquí aparecen, bien como estructuras observadas en las construcciones anejas, hacen opinar lo contrario: las edificaciones de la Cueva se prolongan hacia Levante hasta enlazar con la calle Angustias Moderna, extendiéndose en una superficie de más de cuatro módulos de naves. Testigo de ello lo constituyen las conservadas a la salida de Levante (64L), en donde la prolongación de la central, abovedada, es intencionada, y que daría unidad a todas las áreas, hoy convertidas en viviendas modernas.
En las nuevas excavaciones practicadas sobre este lateral del recinto de la Cueva, ha aparecido el interior visto en la fotografía 63L, tras derribar hasta parte de los muros de cierre antiguos. Esto se ve en la fotografía 57L, con el muro lateral de arranque de una bóveda y la prolongación hacia el centro de la calle, de otro muro que cerraría sobre el borde del gran murallón de contención.
En la fotografía 58L se observa un muro de la nave semiderruida, con un ligero retranqueo hacia la mitad de su altura, y en su borde exterior se ve la rotura del muro que se prolongaba hacia esta calle artificial moderna.
La fotografía 59L muestra otras dependencias que han estado enterradas hasta este momento, pero que formaban parte del conjunto de naves que discurrían de forma paralela a la Cueva, en dirección sureste.
Las fotos 60L y 61L muestran estructura similares a las halladas en la excavación de la Cueva, pero que demuestran que son posteriores a lo que hay dentro de ella.
La fotografía 62L da a conocer un sistema de canalización que no ha llegado a excavarse en su totalidad porque se salía del terreno marcado para tal excavación, pero que probablemente conectaba con el viejo canal que la gente siempre ha comentado como elemento que conducía hacia la parte baja de la ciudad en dirección a la calle Real (parte de este canal ha sido recientemente descubierto y taponado en una obra nueva de la citada calle Real).
A la salida de la Cueva, en la puerta de Levante, se observa, en 65L, una secuencia de paramentos que forman parte de la unidad de la misma (fot. 65L,1). La altura alcanzada en este punto llega hasta el paramento superior del conjunto total de este gran sector (fot. 65L,2). Por otra parte, la altura que alcanza la corta red de naves, a derecha de la Cueva, según se sale (fot. 65L,3) y, por último, la indicación de la continuidad del sistema de pasillo central abovedado (65L,4), forman parte del conjunto externo del complejo.
Tal sistema de naves se ve en 66L, donde se aprecia, en un primer plano, una nave de fondo corto, con paso artificial y, al final, la pared terminal del último tramo de nave. El espacio de calle, que queda delante de la Cueva, en una extensión aproximada de 20 m lineales, formaría parte del conjunto unitario de la misma.
A izquierda, según se sale de la Cueva, se observa cómo se produce la continuidad entre las estructuras de la misma y las construcciones de la calle San Joaquín (I), que es artificial. El espacio 67L,5, corresponde a una nave semidestruida, pero incluida en el sistema de la Cueva.
En la secuencia 68L se indica, con más detalle, cómo se produce la unión de ambas estructuras para hacer ver la continuidad en todos los aspectos.
En la perspectiva 69L se marcar el espacio perteneciente a la estructura de la Cueva, basándolo en el paramento 69L,3, que se continúa, de forma rectilínea, con el muro que sale de la puerta de Levante de la Cueva.
Los espacios libres, a izquierda de la imagen dada, son intencionados para crear el paso de la calle Cueva de Siete Palacios, y enlace con la calle Angustias Moderna.
En 70L, 71L y 72L, se indica el cambio de dirección de las estructuras para facilitar el acceso a la parte superior de la Cueva y demás dependencias del área de arriba. Se piensa que en este espacio, las estructuras romanas giran dirigiéndose en sentido sur, como se aprecia en 70L,3 y en 71L, donde hay un intento, por parte de los ocupantes modernos, de modificar la estructura mural de la calle. Se cree que es un giro normal de la línea interna de las naves que, por imperativos de la configuración del terreno, fuerza a cambiar su sentido, aunque, en el interior de estas parcelas, se mantiene la horizontalidad del suelo (fot. 72L). En este mismo punto indicado, se ha producido una rotura intencionada para abrir paso hacia las Eras. La secuencia de muros rotos se observa en las líneas comprobadas entre un punto y el opuesto (fot. 73L). Se ve la secuencia hacia las partes superiores en 74L, donde la estructura se divide en dos partes: una, que guarda la línea de altura de la base (74L,4,5), y otra, que empieza a seguir un nivel y orientación diferente (74L,3).
Desde el ángulo presentado en 75L, se comprueba que la referencia 75L, 2, se sitúa en un plano inmediatamente inferior a los que se van a encontrar en la plazuela, sita encima de la Cueva, y todas las dependencias situadas en este nivel. Por esta razón los techos antiguos en este subsector han sido alterados por falta de equilibrio en el alzado. Todas las alturas situadas bajo el nivel de bóveda de la Cueva, han sido modificadas, debido a la inclinación de la calle ascendente. Por esta razón, las naves han perdido todas sus bóvedas, al ser adaptadas para vivienda moderna.
El interior de la Cueva, en excavación, presentaba el aspecto mostrado desde la puerta de Levante (fots. 76L; 77L). Desde la de Poniente, se ve una perspectiva general, restaurada y adaptada para museo local.
Estructurada en una secuencia de naves colaterales a una longitudinal central, y con una cubierta abovedada, la Cueva tiene un fondo de 21 m, desde la primera nave hasta la última, sin sumar los elementos de entradas a Levante y Poniente, lo que le da una mayor extensión (cfr. fig. 19). Las bóvedas laterales son de medio cañón y, al cortarse con la central, crean la de aristas, que discurre a lo largo de toda la zona central, hasta el paso de la quinta a la sexta pareja de naves laterales afrontadas, donde sufre un ligero estrechamiento provocado por el engrose de muros de las citadas naves afrontadas. Las aristas, que mueren en las esquinas de todos los muros, experimentan una ligera alteración, modificando la línea de la bóveda de aristas.
Pasado este espacio, se recupera de nuevo la simetría, iniciada al comienzo de la Cueva. La entrada tiene un grosor muy pronunciado; pero, si se considera que el espacio superior contiene otras estructuras similares a las de abajo, cabe pensar que su módulo (2,35 m de grosor), se justifica por el peso que debía soportar (las estructuras de arriba).
Los tabiques de separación de las naves del interior, miden 0,6 m, menos en el paso de la quinta a la sexta, que tiene un grosor de 1,45 m. La anchura de las naves es de 2,75 m. La nave principal mide 2,90 m de anchura, menos en el estrechamiento, donde alcanza 1,85 m. Las cuatro bóvedas que conforman el sector situado frente a la puerta de Poniente, tienen las siguientes luces: 2,75 m, menos la primera, que tiene 2,10 m. Las naves, a izquierda según se sale por la puerta de Poniente, se estructuran en una nave longitudinal, cuya medida es de 2,90 m, y las naves colaterales: 2,75 m, y los muros de separación: 0,60 m. Lo que da una profundidad de 6,80 m. La altura de las bóvedas es de 3,30 m, medida tomada desde una perspectiva antigua, antes de la excavación. Las variaciones tras aquella, pueden verse en los cortes transversales y en las secciones practicadas (fig. 20). El grosor del encofrado de las bóvedas es de 0,55 m, traslosándose en sentido horizontal.
El material utilizado está compuesto por lajas de pizarra en las bóvedas, sillarejo irregular en los muros, y un relleno de mampostería superpuesto a las bóvedas. Los muros presentan la técnica del opvs incertvm. Pero, a partir del punto en que se colocan las cimbras para el montaje de las bóvedas, el material ofrece una forma irregular: aparece un revoque, que no es un enlucido, sino el propio hormigón conformado por las maderas colocadas para el levantamiento de las bóvedas. En la mayor parte de los puntos de intersección entre el arranque de las cubiertas y los muros, se comprueba la división de ambos sistemas (fot. 80L). En ellas se observa el alzado del muro de fondo casi desligado de la bóveda, y el aspecto de los muros de sujeción que cambia en el momento y punto donde se inicia la bóveda.
Otro dato importante a tener en cuenta en este sistema de bóvedas, no como elemento arquitectónico sino como factor funcional muy concreto, es el agujero que aparece en algunos trazados de bóvedas. Así, en cada extremo de la nave central aparece una abertura: en la parte noreste (fot. 82L) y en la sureste (fot. 81L). El primero, situado sobre el paramento frontal, pero orientado de tal forma que impide la entrada de luz. El segundo, abierto sobre la misma bóveda y cubierto con piedras de época. Estas aberturas del centro de las bóvedas, en su mayor parte circulares, aquí presentan formas rectangulares. También resulta revelador que aparezcan tan sólo en la segunda parte de la Cueva, es decir, pasados los muros de mayor grosor, en las dos últimas naves afrontadas (fots. 83L,1; 84L,2; 85L,3). Todas están taponadas con piedras talladas de época. En la mayoría de las estructuras en que se detecta este componente, siempre se concluye que es el único pasaje en donde la nave presenta algo utilizable como acceso.
Pero aquí resulta extraño que haya que interpretarlos como entrada, ya que hay aberturas en superficie, aunque no constituyan elementos de comunicación de estos espacios con el exterior, pues sólo une estas naves entre sí. Por tanto, hay que seguir admitiendo que es un punto de acceso a las naves.
Sobre el espacio perteneciente al subsector situado de forma paralela a la Cueva y con la misma orientación, tan sólo hay una prueba testimonial: una nave idéntica, en tipo y medida, a las de la Cueva. Su propietaria indicó que, en la vivienda limítrofe a la suya, existe otra abovedada, pero semienrasada (fot. 86L).
Al límite sureste de este conjunto, hay detectada, visualmente, otra nave de las mismas características, pero no se permitió fotografiarla.
En resumen, hay que decir que sobre este subsector se tienen suficientes datos como para admitir su realidad. Tal alineamiento, junto a una edificación como la Cueva, no puede tener una explicación más coherente que el considerar a este supuesto subsector como un elemento arquitectónico, parte de un complejo superior, del que se dice que está compuesto por cuatro subsectores o más, de los que los tres primeros presentan pruebas suficientes para ser admitidos como tales.
Zona superior de la Cueva, y formas anejas
Se piensa que toda la explanada superior de la Cueva, y gran parte de lo que hoy conforma el área de Eras del Castillo, presentan unidad arquitectónica. Por ello se ha creído conveniente englobar en la planimetría de todo este espacio la mayor parte de esta zona.
En cuanto a los lugares, que aparecen sin edificaciones, hay que decir que no es más que el resultado de la destrucción paulatina de la mayor parte de las estructuras, tanto en las partes interiores como en las que sirven de pasillos y huecos internos.
La casi totalidad de las edificaciones que se contemplan en este espacio, no son más que reutilizaciones de estancias romanas convertidas en viviendas. También la mayoría de ellas, en su forma interna, tiene los aparejos pertenecientes a toda una red de naves abovedadas que conforman, de manera un tanto irregular, todo este nivel arquitectónico.
También en este subsector se aprecian, delimitados y visibles, dos cuerpos de alzado sobre la parte superior del área de la Cueva. La más alta limita con lo que constituye Eras del Castillo.
Con una descripción detallada, no sólo de las estructuras visibles, se comprueba la presencia de los dos niveles en las dependencias de las actuales viviendas, y también en las propias formas romanas del área central de este subsector.
Se inicia el proceso descriptivo por el punto de entrada, casi encima de la puerta de Levante de la Cueva (fots. 87L; 88L). El primer espacio para analizar es una secuencia de estructuras con bóvedas enrasadas, o recubiertas con chapa de aglomerado de madera.
En 87L,1 se indica la entrada a dos naves interiores que forman los únicos espacios de esta vivienda (fots. 89L; 90L). Tal como ocurre en otros lugares, aquí se aprecia el uso de elementos de revestimiento, que enmascaran toda la nave. Se sabe por los propietarios, que las paredes y la cubierta son elementos de una nave. Las medidas coinciden con las de las construcciones limítrofes. Frente a este paramento (fot. 87L) hay una secuencia paralela, cuyo alzado no es más que la estructura de la base, reutilizada en casi todo el muro de fachada. Téngase en cuenta que tal base es la prolongación de los componentes de la Cueva (fot. 65L,2,3).
El aspecto exterior de su fachada moderna no hace más que reflejar lo que ha sido su antigua forma interna (fot. 91L). Se piensa que el fondo de esta parte, que se corresponde con los espacios de enfrente, no llega más lejos del punto indicado en 65L,2, aunque no se puede confirmar con clara definición. El aparejo externo presenta una forma que se asemeja a los paramentos colindantes. Lo que sí parece estar claro es que el espacio superior, situado justo encima de la primera nave de base (fot. 66L), muestra indicios de aspecto externo igual a los que se vienen viendo como romanos en todas estas dependencias.
En la perspectiva 92L, se ve la superficie situada encima de la zona central de la Cueva, que está debajo. Los puntos derivados señalan las estructuras romanas conservadas en este subsector: a izquierda de la imagen, hay unas estancias con paramentos que, en parte, muestran señales de su antigüedad y, en parte, remozados. Al fondo de la misma, se ve la secuencia de naves alineadas. A derecha del mismo espacio, la continuidad del gran muro romano, que separa la sección de la Cueva desde abajo, y la prolongación de éste hacia el sureste.
En 93L se ve el realce experimentado por el suelo, indicación de que debajo se encuentra el citado muro divisorio. Viendo más cerca el fondo señalado en 92L, se encuentra el paramento externo de dos naves antes citadas, consecutivas. La longitud de este muro alcanza los 10 m. Su altura exterior llega a los 3,15 m, y el interior de la misma, a los 2,60 m. La puerta observada es una perforación artificial.
En 94L,1, se indica un muro, o resto de él, adosado al de la Cueva o nave; y el saliente de encima de la falsa entrada pertenece al alzado de la nave, que corría paralela a esta secuencia. El grosor del muro del alzado es de 0,80 m. En 94L,4, se ve, formando unidad con el resto de estructuras, la continuidad del elemento de separación entre el subsector de la Cueva y el que se encontraba adosado a ella, hoy parte de la calle San Joaquín (I). Su grosor aproximado es de 1,45 m, sobresaliendo del suelo, en este corto espacio, 0,90 m. Se comprueba que la estructura de encima de esta serie de naves, es moderna, pero no se puede estar seguro, aunque las apariencias así lo hacen ver.
En 95L se observa la puerta artificial de una de las naves antes citadas (fot. 95L,2), y un paso artificial, creado mediante la rotura del muro que unía este paramento (fot. 95L,2,4). Tal muro, a izquierda, se apoya sobre la prolongación del alzado que sirve de fondo a toda la secuencia de naves colaterales, situadas a derecha de la Cueva, según se entra desde la puerta de Poniente. Este asentamiento se aprecia mejor, viendo la secuencia desde la perspectiva que presenta 98L,5,6, en donde se ve la continuidad, a partir de la rotura antes mostrada por otro paramento que lo hace continuar hasta enlazar con el murallón romano, que se dirige a Eras del Castillo, y que, como se ha visto en el sector de abajo, al fondo del paramento testigo del segundo subsector, situado al noreste de la Cueva, arranca de esa esquina del supuesto subsector (41L,4,). La nave, hoy visitable (fot. 96L), mide de anchura 2,75 m. El revestimiento es tan fuerte que apenas se puede distinguir el aparejo de que está construida la bóveda.
Una vez atravesado este falso pasillo (fot. 97L; 97L,1), se encuentra otro espacio que tuvo un sentido similar al de una o varias naves (fot. 99L). Los paramentos se comprueban en 98L,1,5 ,7,8, del espacio indicado, y se remarcan en otras zonas más precisas (fot. 100L). El punto de cierre que da a la parte delantera de la zona inferior, zona aneja a la Cueva, sobre la puerta de Poniente de la Cueva, da indicios de arranque de las estructuras, superpuestas en el área situada debajo, trazada de forma teórica en planimetría de este subsector del complejo (cfr. fig. 23). El punto de donde partía la estructura superior, superpuesta a la de abajo, tiene su centro en 101L, en cuya línea se indican los momentos de arranque de los paramentos que conformaron el alzado de este subsector (fot. 101L,3), que se continuaban por 101L,1, para cerrar o formar una secuencia de naves similares a las analizadas en este espacio superior.
Encima de lo que hoy es cubierta de la Cueva, (fots. 101L,1; 102L,2) se comprueba lo siguiente: grueso muro romano que divide diametralmente los subsectores formados por la Cueva y el espacio situado delante, en la puerta de Poniente de la misma, separándolos de las otras dos áreas de naves de la zona baja, formadas por la secuencia adosada a lo largo de la Cueva, calle San Joaquín (I), y el espacio situado delante, en sentido noroeste; es decir, que este muro constituye la espina que separa, en dos partes casi iguales, los cuatro bloques que pudieron componer este complejo (fot. 101L,4).
En la parte superior (101L,1) se ve la réplica de muro que separa las partes homólogas de abajo, aunque con ligero desplazamiento, debido a un nuevo ordenamiento en la distribución y situación de las naves de arriba. No se olvide que se tiene un nuevo punto de apoyo debajo, como se ha comprobado en 107L y 108L.
En descripción de detalles, no se deja pasar el descubrimiento de pavimento impermeabilizante del suelo, en el espacio 101L,3, donde se ve una gruesa capa de opvs signinvm. Se piensa que ésta se continúa hasta relacionarse con las dependencias que antes, en nivel inferior, se han considerado componentes bien de un depósito de agua o pileta de salazones (39L; 40L; 41L).
Situados frente a este espacio descrito, se encuentran dependencias romanas convertidas en habitáculos modernos (fot. 104L). Este falso aspecto de vivienda se clarifica cuando se ve la composición interna de los muros y el momento de arranque de la bóveda en uno de los lados. Por ahora se penetra a través del falso paso (fot. 104L,5), estructura destruida previamente para tal fin, y se adentra en las naves más ocultas de este subsector (fot. 104L,2), situadas bajo el nivel de las que dan a Eras del Castillo, con cuatro metros, aproximadamente, más que éstos. Desde este mismo punto se detecta cómo el paramento divisorio de fondo (fot. 104L,3), en la nave que se tiene delante, se remonta, aproximadamente, dos metros para constituirse en las espaldas de las naves que dan a la citada plaza de Eras del Castillo. A su vez, en esta misma foto (fot. 104L), se ve, en 104L,6, una interrupción del muro usado como punto de apoyo en las viviendas, y que se continúa en 104L,7, indicándose el tramo (fot. 104L, 6) destruido, y apreciándose, encima de la entrada de la nave, los restos del muro roto, así como en sus puntos extremos.
También se da aquí la secuencia de una línea de muro, espalda de las naves que se encuentran a derecha de la imagen (fot. 104L,4), así como el paramento lateral de una nave, antes citada, que presenta una bóveda rota (104L,1). Detalle del muro de fondo de 103L,3, se ve en 105L,3.
Dados estos rasgos de la parte externa de tal espacio de sistemas abovedados, nos adentramos en la nave antes citada (fot 104L,3), para analizar su interior (fots. 106L y 107L). Tiene las mismas características que las antes estudiadas (cfr. fot. 96L). Sus medidas son las siguientes: altura: 2,20 m; anchura: 2,75 m; largura: 4,50 m. La falsa entrada se encuentra flanqueada por un muro que mide de grueso 1,45 m, que se apoya sobre roca madre, ya que, en este espacio, se está fuera de los vanos de la Cueva y partes anejas del mismo nivel. Al fondo de la nave, sobre la bóveda, fuertemente revestida con capas de cal, se aprecia una perforación que pertenece al antiguo acceso que las naves tienen en este sector.
En 108L se ve la cubierta de la misma nave con revestimiento de cemento moderno. Los muros laterales se aprecian en los puntos 108L,1,4, y el de fondo, en 108L,2. Los laterales manifiestan una proyección hacia arriba, constituyendo los paramentos de las edificaciones en alto, a entrambos lados de la nave. Situados en salida de la nave en cuestión, se encuentra un falso pasillo a su derecha, que conducirá hacia una secuencia de nave, de módulo reducido. Justo ante el citado punto, se observa un estrecho pasillo con dos gruesos muros a ambos lados y, al frente, una entrada aparentemente natural, consecuencia de una rotura (fot. 111L,2). Encima de la entrada se ve un muro que sobresale iniciando un paramento (fot. 111L,3) que, desde una perspectiva superior, muestra ser un nuevo alzado montado sobre la estructura de abajo. Su grosor es de 0,90 m; su largura: 2,55 m, y su anchura, 1,10 m (fot. 110L,2 ).
De nuevo en la línea de abajo, se entra por una falsa puerta, y se encuentra una secuencia de naves de escasas proporciones, que giran en ángulo recto casi formado un corto laberinto (fots. 112L; 113L; 114L; 115L). El final de la secuencia es el punto indicado por la última fotografía. La primera de ellas mide 2,20 m de largura; la segunda: 7,20 m, y la tercera 2,20 m. De anchura tienen un mismo módulo: 1,40 m, y las alturas: 1,90 m.
En 116L se ve una perspectiva de conjunto entre las naves 108L, 104L, y la secuencia de las pequeñas, con el muro de arranque, encima de su acceso artificial. Al lado izquierdo, según se entra a la serie de naves antes descritas, se ve la indicada en la parte exterior (fot 107L). Tiene su bóveda rota, comprobándose su punto inicial en uno de los muros de su alzado (fot. 118L,2). Su largura es de 4,95 m; el grosor de su muro interior: 1,45 m, y el exterior: 0,45 m. Tal diferencia se explica porque dentro son muros adosados, mientras que fuera, no. Su anchura es de 3,70 m, incluyendo muros; la anchura real interior es de 2,10 m. Su aparejo es de opvs incertvm. A propósito de esta estancia, conviene decir que algunos de sus paramentos se han restaurado, dando impresión de no ser romanos, si no se tuviera en cuenta el contexto. Los retoques han sido numerosos y frecuentes, hasta el punto de llegar a dudar de la autenticidad de los alzados y estructuras en muchos sitios.
En esta misma parte, pero en uno de sus extremos lindantes con las naves pequeñas (fot. 119L), se observa una abertura (fot. 119L,3) que da entrada a una pequeña nave, conectada con la 107L, que en esta imagen presenta el punto de arranque de la nave con bóveda rota (fot. 120L,3). La citada nave da señales de tener acceso natural, pero las roturas de su parte superior indican que no (fot. 122L,2). Su interior muestra bóveda de medio cañón. Sus medidas aproximadas son: fondo: 1,40 m; anchura: 1,20 m, y altura: 1,90 m. El grosor del muro de entrada es de 0,90 m. En el paramento de fondo presenta una acanaladura vertical de 0,35 m de ancho, por 0,05 m de fondo, en su centro, desde la bóveda al suelo.
Volviendo a la línea de calle, se observa cómo en 123L, se comprueba la correlación entre las diferentes estructuras en este subsector. Así, en 124L,1, se muestra la línea de fachada de una nave reutilizada, adentrada un poco en el espacio libre, modificando sus medidas según el tipo aquí dominante.
En 123L se observa este fenómeno, ya que la anchura de fondo de esta calle es de 3,95 m (fot. 123L,2), y no señalada en 123L,5.
En 123L,3 se ve el paramento de la nave de bóveda rota (fot. 120L). Después hay un falso paso con rotura de paramento para abrir el acceso, apareciendo a continuación los muros de 123L,4, perfectamente alineados.
Se vuelve a la plazuela situada encima de la Cueva, para continuar los detalles, a izquierda de la misma. Así, se pasa de nuevo por el estrecho corte de muro (fot. 123L,4) y aparece el paramento reconstruido de una cadena de naves semidestruidas.
En 124L se presenta, (fot. 124L,3), una secuencia de muro que se cierra en 124L,2, de donde, a su vez, sale, en sentido vertical, otro muro cuya huella tan sólo está indicada. Continúa después hasta cerrarse, por fuera, con estructuras más reutilizadas (124L,1).
En 125L hay una visión de conjunto: 1, área del techo de la Cueva; 2, muro algo alterado en su alzado, continuación del iniciado en 125L,7; 3, puerta artificial de acceso a otras naves; 4, muro añadido a otro del mismo tipo y técnica, que muere en 125L,5, de donde parte un segundo, en ángulo recto, tanto hacia dentro como hacia fuera.
En 126L se comprueban las afirmaciones sobre la distribución de los espacios: 1, punto de arranque, en ángulo recto; 2, muro romano adosado; 3, punto de arranque del muro de la nave. En la perspectiva 127L y 128L se ve la alineación. Si se entra por la antes citada puerta artificial, aparecen dos compartimentos que se corresponden, en medida, con lo visto fuera. Sus módulos son los siguientes, de derecha a izquierda: primera nave: largura: 2,80 m; altura de los muros: 0,90 m y 3,20 m; grosor del muro externo: 0,90 m; interior, 0,80 m. El punto de arranque, en sentido vertical a todo el paramento corrido, mide 1,50 m de altura. La anchura de las tres naves rotas es de 3,40 m; su largura: 3,45 m; y la tercera, más corta, 2,80 m. Dentro de ellas se observa la serie de muros de separación, bastante alterados (129L,2; 130L,1; 131L,2). Este último, que deslinda la segunda de la tercera, tiene doble muro yuxtapuesto.
A través de 129L,2, nos adentramos en una nave, alineada con la 120L, y bien conservada (fot. 132L). Sus medidas son: altura: 2,60 m; anchura: 3,30 m; y largura: 4,80 m.
Toda esta secuencia de naves tiene las siguientes características comunes: coinciden en los módulos de anchura y altura, y en sus características arquitectónicas.
En perspectiva desde la parte alta, se identifican las distintas formas y alineaciones de naves (fot. 133L,2,3,4,5,6, con otras que hay detrás). La nave con bóveda ahora descrita se encuentra en 133L,3.
Perfilados los interiores a los que se ha tenido acceso, se finaliza dando las medidas de otros compartimentos de la plazuela y lo ya descrito a su lado. Tal es 133L,8, que mide de fondo 4,70 m, y de largura: 6,80 m, dividido en dos espacios de naves consecutivas, por un muro romano de 0,90 m de grosor.
Situados en las secuencias de muros, paralelos al alzado de cierre, que sube desde 116L, en sentido suroeste, aparecen tan sólo indicios de estructuras. Así, en 134L se ve: 1, paramento romano con revoque moderno; 2, indicio de arranque de muro romano de cierre; 3, indicación, sobre el suelo, de un resto como testigo; 4, paramentos romanos retocados modernamente que hacen dudar al identificarlos con las formas romanas, por no disponer de fotografías más antiguas.
Los muros situados a espaldas de toda esta secuencia se han tomado, pero enmarcados dentro de otro sector, el M (fig. 24). Se han incluido aquí para explicar el sentido y secuencias indicados en 135L 2,3, y que se relacionan con los muros que se ven (hoy ya no), en 149L. Los puntos siguientes a este encadenamiento los han incluido en el citado sector M, porque, como se ha dicho, lo más coherente hubiera sido planificarlo aquí, pero las limitaciones impuestas por la planimetría, no lo ha permitido.
Vista esta secuencia, en la plazuela Eras del Castillo, se encuentran las estancias más elevadas de todo el conjunto de Seks (fot. 138L), cuya cota, sobre el nivel del mar, da una altura de 44,60 m. Si a esto se suma la altura de los paramentos de las naves en este espacio, se llega a una altura aproximada de 48 m sobre el nivel del mar.
El número de naves reutilizadas actualmente en este espacio de fachadas (fot. 138L,1,2, 3,4), es de cuatro. En los detalles del paramento principal, (fot. 139L) se observa el grosor del muro, de 0,90 m, y el aspecto exterior que deja ver la estructura externa de los muros. El nivel de su altura se sitúa ligeramente por encima de las puertas de las casas.
Al penetrar por la puerta 139L, se contempla la estructura interna de una de las naves reutilizadas en 140L, prolongada hasta situarse encima de la nave ancha del subsector, ubicado inmediatamente detrás (fot. 108L), formando límite natural con ella.
En la siguiente estructura, en la misma plazuela, hay un pasillo reutilizado, pero en mal estado de conservación (fot. 141L), en donde se aprecia, de forma detallada: 1, muro paramento de la nave última de las alineadas en la plazuela; 2, paramento de nave en sentido vertical, respecto a las anteriores; 3, restos de muro romano, aflorando como testigo de una yuxtaposición. En la prolongación horizontal de este nivel, se encuentran otras naves dirigidas en el mismo sentido, pero en nivel inferior. Se supone que los restos estudiados ahora se correspondían con otras naves, al mismo nivel, y cuyos muros de alzado se encuentran ahora sobre las citadas naves.
En la perspectiva 142L se observan los restos de muro sobre el suelo actual (142L, 1,4). Los alzados que se ven en 143L,3,4, son los vestigios de una yuxtaposición, y el paramento 143L,1, una reutilización de materiales anteriores superpuestos a una forma más antigua en la propia evolución de este conjunto.
En fotografía desde un alto, se comprueban yuxtaposiciones de naves montadas en paralelo, pero a distinto nivel (fot. 144L): 4, nave con orientación sureste; 5, nave en paralelo, a nivel superior, con la antes citada. Se comprueba cómo, en la parte más alta oriental de la izquierda, se observa el muro saliente hacia arriba y lógicamente perteneciente a una estructura superior superpuesta, midiendo aproximadamente 0,85 m de altura, y 0,90 m de grosor.
Frente a este murete que destaca, se ve el contrapuesto, situado justo en paralelo (145L,3), cuyo grosor es de 0,90 m, ocupando todo el fondo. Pero es preciso marcar una división en este mismo espacio, que separa en dos esta área superior en 144L,3; 146L,5, dando a entender que de aquí partía un par de muros en paralelo, con unas medidas algo diferentes a las que se registran debajo; pero que no ponen en duda su correlación con los que se encuentran en el nivel superior y en posición paralela. Se comprueba cómo tienen muro medianero en común (fot. 146L,5).
A partir de 146L,3, se detecta otro espacio superior destinado a naves, cuya anchura es de 4,50 m, su altura: 3,05 m, y su muro de cierre: 0,90 m. Los muros laterales son medianeros y, al no poder haber sido medidos, se ignora este dato.
La opinión más aceptable es admitir toda una secuencia que ocuparía la parte superior de esta línea de formas, y que se prolonga hasta el murallón de cierre. Así, en el punto 146L, se observa: 1, muro romano de cierre lateral usado como elemento arquitectónico para toda la secuencia de casas, que reutilizan los paramentos de edificaciones romanas; 2, muro indicando la continuidad que se pretende inducir. Se encuentra a ambos lados del pasillo que los separa y con un muro de 0,90 m de grosor encima; 5, muro medianero perteneciente a una pretendida nave en este espacio superior. Sobre el fondo de 145L, 3, y en nivel inferior, se contempla la fachada que presenta la imagen 147L y 150L. La primera, más antigua y con más datos que ofrecer, no tiene el tapona-miento practicado en la falsa puerta. Se trata de una nave central cuyo fondo mide 6,30 m (fot. 150L). Según se entra, se ve, a derecha, el hueco de dos naves, con una separación de 1,40 m. Su anchura es de 2,10 m, y su altura: 2,20 m. Sobre el centro se observa una abertura en el techo, que se corresponde con la técnica ya conocida en todos estos sistemas de naves: antigua forma de entrada.
Situados en la fachada (fot. 149L), se observa una serie de elementos que informan sobre la continuidad y rotura de estructuras ya desaparecidas: 1, indica el arranque de un muro que partía en sentido vertical a este sistema; 2, detalle de la falsa entrada; 3: corresponde al espacio que se cree es el de las naves abovedadas adláteres, pero que, a su vez, indican el punto de arranque de las estancias consideradas elementos integrantes de un subsector que inicia el espacio superior de este complejo de naves. El momento de arranque, en sentido vertical, se comprueba en 148L,2, que indica una zona algo superior al paramento que se viene considerando sobreelevado con relación al resto de los alzados.
En los puntos 149L y 150L se observa la línea de fachada y el inicio de las partes que indican el comienzo de los paramentos que enlazan con el resto de las edificaciones identificadas en este subsector superior.
En el subsector correspondiente a la Cueva, la excavación practicada, con elementos arquitectónicos en los cimientos, no pertenecientes al alzado estructural de la misma, ha revelado lo siguiente: aparición de muros romanos anteriores al conjunto, en la base de tal edificación; aparición de un estado estratigráfico a consecuencia de un relleno en el tiempo; hallazgos de componentes estructurales que indican la manipulación de pescado dentro del subsector en su suelo; sistemas de conducción de agua por canal en uno de los extremos, con derivaciones menores, (cfr. fig. 19).
En la supuesta estratigrafía, los materiales corresponden a las siguientes etapas de la historia de Seks: cerámica ibérica de los períodos del Bronce Medio y Final; cerámica fenicia de finales del siglo VIII a. de C.; cerámica púnica reciente; cerámica romana común; cerámica medieval musulmana y cerámica reciente. Además, ha aparecido una moneda púnica en materiales de relleno que se extrajeron hace varios años en movimiento de tierra en su interior.
No existe secuencia cronológica en los materiales o estratigrafía, sino sólo la provocada por el relleno practicado por parte de los ocupantes.
Hay que admitir que este espacio ha sido utilizado para fines industriales. La presencia de mechinales en los muros afrontados de las naves laterales de la Cueva, hace pensar que se empotraran en ellos para montar travesaños que sirvieran de colgadero al probable tipo de pescado, que aquí se almacenara, una vez seco, entre otras manifestaciones. El hallazgo de escamas y estructuras de función industrial, los canales y pequeños depósitos, dan argumento para admitirlo.
Sentado lo afirmado en el subsector L anejo a la Cueva, a propósito de las excavaciones, o lo que es igual, su utilización como plataforma en la que se ha elaborado algún tipo de pescado, se confirma que, una vez comprobada la existencia de algunos elementos, testigos de ser un secadero de pescado, por lo menos en una época, este espacio se ha destinado a almacén de productos manufacturados en las áreas industriales, e incluso aquí. Todo indica que se han almacenado grandes tinajas, como hace años se pudo comprobar.
Una vez se expongan las condiciones que se dan en estos recintos cerrados, se verá con más claridad por qué se llega a tal conclusión, aparte de haber encontrado resto de pescado en su interior, como testigos y pruebas de esta afirmación.
Analizando la estructura de este edificio, se muestra lo siguiente: el grosor de los muros externos oscila entre los 0,90 m, y 1,45 m, según los lugares, fenómeno que hace que la temperatura interior experimente ligera oscilación térmica que, consecuentemente, lleva a inferir que se trata de una cámara isoterma con ligeras alteraciones estacionales. No se olvide que las estructuras que faltan, se sitúan tanto en la superficie superior como a los lados, y esto es un factor a tener en cuenta a la hora de concluir lo que se afirma sobre la funcionalidad real de este complejo arquitectónico. En segundo lugar se ha constatado fehacientemente que, al menos, el espacio excavado no ha registrado resto alguno de pavimento romano, como requeriría una estructura así. El único suelo detectado ha sido roca madre, fenómeno común en todas las estructuras vistas y documentadas hasta ahora. En tercer lugar, se ha localizado un sistema de ventilación indirecta a través de unas aberturas situadas en los extremos de la Cueva, de tal forma que evitan toda entrada de luz. Tan sólo se percibe la entrada de aire. En cuarto lugar, se observa la orientación Levante Poniente, que sitúan la ventilación en una marcada posición con respecto a los vientos más comunes en la zona costera.
Si se conjugan tales elementos: temperatura casi constante (cámara isoterma por la propia estructura de la Cueva); ausencia de luz natural (factor que provoca la descomposición de la materia orgánica); ausencia de luz solar (ya que la Cueva se ve al exterior como un edificio hermético y sin acceso); ausencia de pavimento en el suelo, cuyo único elemento es roca madre, para evitar humedad; corriente de aire controlada y estratégicamente montada en los puntos claves del alzado. Todo esto sintetizado en: ausencia total de luz, isotermia, ausencia de humedad, y paso de aire controlado, conjugados estos datos, no pueden dar otro resultado que admitir que son almacenes destinados a la conserva, en una época, o de preparación de pescado, en otra.
El subsector situado encima de la Cueva, constituye el espacio mayor del sector L. Fundamentalmente está formado por series de naves alineadas, con diferentes tipos y medidas. En la mayor parte de ellas se observa el elemento común de la ventilación, con abertura en la bóveda. Las entradas actuales son artificiales, al igual que los suelos, salvo en los lugares donde se ha detectado el elemento impermeabilizador, bien para evitar filtraciones que perjudiquen las estructuras de abajo, bien porque se trate de la existencia de depósitos de salazón o almacenamiento de agua. Así, toda una sección de este subsector muestra un elemento impermeabilizante de opvs signinvm, encima de la parte destruida, ante la puerta de Poniente de la Cueva.
Los testimonios están ahí y son ineludibles. Ello induce a pensar que es una nueva localización de superficie cubierta destinada al almacenamiento y a la preparación de pescado, que da sentido unitario no sólo a la parte de arriba de este sector, sino que, de forma indirecta, ratifica la funcionalidad de los espacios situados debajo, como la Cueva y su entorno. Estructuralmente hay que admitir que existieron espacios superpuestos a los ya descritos, y que constituían un nuevo sector elevado. Las pruebas son evidentes en el área central, fuera de la base que es la Cueva. Los muros de arranque de otras naves más elevadas han sido identificados como paramentos destruidos, pertenecientes a otros de mayor elevación. En resumen, se puede afirmar que esta parte del complejo tiene los siguientes componentes: abastecimiento de agua, depósitos o piletas, y naves abovedadas en todo su espacio. Si se añaden las características descritas para el subsector de abajo, se puede definir como zona industrial de similar funcionalidad.
Conclusiones del sector L
Subsector Cueva
La excavación practicada en esta fase, con elementos arquitectónicos en los cimientos, no pertenecientes al alzado estructural de la Cueva, nos ha puesto de relieve lo siguiente: aparición de muros romanos anteriores a todo el conjunto en el espacio que constituye la base de tal edificación; aparición de un estado estratigráfico algo extraño, como consecuencia de haberse producido un relleno artificial en el tiempo, que ha podido ser muy concreto por las características generales detectadas en el transcurso y análisis de los resultados de la excavación; hallazgos de elementos estructurales que nos indican la existencia de manipulación de pescado dentro del subsector y en su parte profunda o suelo; existencia de sistemas de conducción de agua a través de un canal localizado en uno de los extremos, con diferentes derivaciones menores, (cfr. fig. 19).
Visto que no existe secuencia cronológica en los materiales o estratigrafía propiamente dicha, sino tan sólo la provocada por el relleno que se ha practicado por parte de los ocupantes, se tiene que admitir que este espacio ha sido utilizado para fines industriales. La presencia de mechinales (como ha quedado dicho antes) en los muros afrontados de las naves laterales, nos hace pensar que probablemente se empotraran en ellos para fijar travesaños, que sirvieran de secadero del tipo de pescado, que aquí se almacenara, entre otras manifestaciones. El hallazgo de escamas y estructuras de función industrial, como los canales y pequeños depósitos, nos hacen llegar a estas conclusiones.
Subsector bajo, anejo a la Cueva
Admitido que la gran base de este complejo estaba integrada por cuatro áreas relacionadas entre sí, por lo menos en las dos más elevadas y comunicadas con un paso, como se ha podido comprobar, es tarea ahora explicar cuál era su finalidad.
Analizando la estructura de este edificio, se puede mostrar lo siguiente: el grosor de los muros externos oscila entre los 0,90 m, y 1,45 m, según los lugares, fenómeno que hace que la temperatura interior tenga una ligera oscilación térmica que, consecuentemente, nos lleva a poder establecer que se trata de una gran cámara isoterma con escasas variaciones de temperaturas estacionales.
No se olvide que las estructuras que faltan, se sitúan tanto en la superficie superior como a los lados, y esto es un factor a tener muy en cuenta a la hora de concluir lo que se quiere decir, y en parte ya se ha dicho, sobre la funcionalidad real de este complejo arquitectónico.
En segundo lugar, se ha podido constatar fehacientemente que, al menos, el espacio que se ha excavado, no ha registrado en ningún momento resto alguno de pavimento romano, como requeriría una estructura así. El único suelo que se ha detectado ha sido la roca madre, fenómeno común en todas las estructuras que se han visto y documentado hasta ahora.
En tercer lugar, se ha localizado un sistema de ventilación indirecta a través de unas aberturas, observadas en los extremos de la Cueva, de tal forma situadas que evitan toda entrada de luz. Tan sólo se percibe la entrada de aire.
En cuarto lugar, se puede observar la orientación Levante Poniente, que sitúan la ventilación en una marcada posición con respecto a los vientos más comunes en la zona costera.
Subsector encima de la Cueva
Este subsector constituye el espacio mayor, conservado en todo el sector L. Fundamentalmente está integrado por series de naves alineadas, como se ha podido ver a través de toda la descripción anterior, con diferentes tipos y medidas. En la mayor parte de ellas se observa el elemento común de la ventilación, mediante una abertura en la bóveda. Todas las entradas son artificiales, al igual que los suelos, salvo en los lugares donde se ha detectado el elemento impermeabilizador, bien para evitar filtraciones que perjudiquen las estructuras que se encuentran debajo, bien porque se trate, como todo parece indicar, de la existencia de depósitos destinados a la salazón o al almacenamiento de agua. Téngase en cuenta que se han localizado canales de distribución de agua en algunos puntos, como se ha visto. Casi toda una sección de este subsector parece mostrar un elemento impermeabilizante, como el opvs signinvm, que se ha localizado encima de la parte destruida, delante de la entrada de Poniente de la Cueva. Los testimonios están ahí y son ineludibles. Ello nos induce fundamentalmente a pensar que estamos ante una nueva localización de superficie cubierta, destinada al almacenamiento y a la preparación de pescado, que ciertamente da sentido unitario a la parte superior de la Cueva como, de forma indirecta, a los espacios situados debajo, la Cueva y su entorno. Estructuralmente se tiene que admitir que existieron espacios superpuestos a los ya descritos, y que constituían un nuevo sector elevado. Las pruebas son más que evidentes en el espacio central, fuera del área cuya base es la Cueva. Los muros de arranque de otras naves más elevadas han sido identificados como paramentos destruidos, pertenecientes a otros de mayor elevación.
En resumen, se puede afirmar que esta parte del complejo tiene los siguientes componentes: abastecimiento de agua, depósitos o piletas, y naves abovedadas en todo su espacio. Si le añadimos las características descritas para el subsector de abajo, se puede concluir que constituye otra zona industrial de semejante funcionalidad. En lo concerniente a los tres subsectores que conformaban el área inferior, es preciso decir que se encuadran dentro de la misma denominación y funcionalidad, ya que los testigos que se nos presentan tan sólo son eso, pero de estructuras que han sido rotas y que formaron parte del gran complejo. Por ello se da nuestra última y definitiva calificación a este sector, afirmando que se trata de un área de elaboración de pescado, a la vez que espacios destinados al almacenaje de las manufacturas de Seks.
SECTOR M
El espacio demarcado comprende un sector relacionado con lo que se considera área de gran densidad arqueológica. Así que guarda una relación grande de afinidad estructural con el sector L, considerado el más relevante por su calidad y buen estado de conservación.
Se inicia la descripción desde la cota 33,50 de la calle San Miguel y, de forma fraccionada, nos adentramos en cada uno de los subsectores en que ha sido dividido este espacio, ya que el callejero moderno, con topónimos diferentes en los distintos tramos que abarca, usa indistintamente, de común denominador, el de calle San Joaquín, hasta el punto de que hay necesidad de dividir en cuatro subsectores, con la misma toponimia, el conjunto de ramales de calles que presenta la cartografía tanto antigua como moderna.
En cuanto a la evolución de este sector, como componente urbano de la ciudad, la calle San Joaquín comprendió tan sólo un espacio situado entre la actual puerta de Poniente de la Cueva y su unión con la calle Antigua. En este primer aspecto de la calle San Joaquín se precisa indicar que su prolongación hasta la entrada este de la citada Cueva, tuvo lugar con la apertura de paso, realizado rompiendo material, usado de plataforma equilibradora del terreno. Según los vecinos, para ocupar las naves (cuevas), donde ellos han levantado sus casas, tuvieron que allanar el suelo que linda con la Cueva y el murallón de contención que hay debajo (cfr. fig. 19).
Posteriormente y en sentido oeste, de forma artificial, dos nuevos ramales de calle desembocan en las antes citadas; una, que comunica San Joaquín con Eras del Castillo (mediante la rotura de muros romanos y murallón medieval; (cfr. fig. 24), y otro ramal, que, partiendo verticalmente y en sentido sur, se bifurca en dos nuevos pasos, ambos sin salidas, o ciegos.
Ello indica que tanto uno como otro han sido abiertos artificialmente, para ocupar y habitar las estructuras de antaño, cerradas e incomunicadas entre sí.
En lo que concierne a determinadas calles de este sector, es necesario aclarar que una de ellas constituye el primer ejemplo que aquí se estudia como especial. De hecho son varias las que muestran esta característica tan peculiar. Así, la calle Antigua (fot. 1M,1) ha sido levantada desmontando la muralla almenada, que parte de las cercanías del Castillo, y se dirige en sentido sur-norte. Sobre ella se ha montado el primer tramo de dicha calle, partiendo del punto cero de la calle San Miguel, en sentido norte. La estabilidad de la calle, sin fisuras ni movimientos de base, a pesar de los drenajes practicados, los alcantarillados modernos son bien elocuentes por sí mismos.
En 1M, testigo claro, se observa cómo el murallón queda debajo con sólo comprobar la anchura de la calle y el grosor del murallón.
Pasando a la descripción, se inicia la secuencia desde la calle San Miguel y en el punto donde comienza la Antigua. Si se sigue la línea de fachada, se observa una secuencia de reutilizaciones de muros romanos no en alzado sino en base, y esto en algunos tramos, porque en otros (fot. 1M,1) se ve que el aparejo de un determinado recinto está levantado utilizando materiales romanos originarios (fot. 4M).
Las construcciones realizadas en este primer tramo se han llevado a término obligadas por la secuencia curvilínea de la muralla de contención, sobre la que descansa parte de la calle y la totalidad de las casas de la parte izquierda de la misma, según se desciende o se va hacia el Norte. Pero la estructura romana queda manifiesta en las secuencias de viviendas sitas a derecha del mismo sentido (fots. 2M; 3M). Hacia la mitad de este tramo de secuencias de formas, se produce una interrupción por necesidad de abrir paso al exterior, por donde el acceso resultaba más fácil, y comunicaba unas áreas que habían quedado encerradas por su forma y situación.
En 4M se observa un espacio de nave, transformada en cobertizo, como paso hacia otras estructuras bajo el nivel de las correspondientes a otro sector. El intento de convertir estos receptáculos en elementos de vivienda es el principal motivo que ha provocado las transformaciones que hoy se ven en numerosos lugares. El que presenta 4M es un ejemplo de ello.
Como se viene detallando, a mitad de la calle, se produce un quiebro en la secuencia de los muros domésticos normales, para dar paso hacia una secuencia de naves que habían quedado aisladas por la dificultad de comunicarlas al exterior. De ahí, la abertura de este espacio, que muestran 5M y 7M. En esta última se comprueba la existencia de restos en el suelo, que han pertenecido a materiales romanos de enrase para equilibrio del terreno, de opvs caementicivm (fot. 7M,1,2,3).
Al fondo de tal área está la entrada artificial a dos de las naves. Entrando, a derecha se ve otra puerta artificial para facilitar la comunicación y ventilación de las naves que se siguen ordenadamente en la calle. En el interior de esta secuencia, se contemplan otras naves con dimensiones idénticas, midiendo la altura (punto de enrase de la bóveda), 2,60 m, aproximadamente; su anchura. 2,50 m. Los muros tienen un grosor de 0,90 m (fots. 8M; 9M; 10M). Se supone que la altura, a partir del enrase de las bóvedas, alcanzaría los 3,20 m
Toda esta secuencia se continúa a través de una línea casi paralela a la calle. Las tres naves indicadas son testigo de todo el conjunto. El resto de la calle lo integran las casas modernas, pero que son el aprovechamiento de los espacios ocupados por las antiguas naves que se iban sucediendo, en tres líneas en batería. Si se observa con detalle esta primera parte, se concluye que las estructuras, desde la calle San Miguel, en sentido sur-norte, forman grupo de naves de características comunes. Todas han sido naves afectadas por la nueva aplicación utilitaria; todas tienen, o han tenido, bóveda de medio cañón (sólo tres la conservan, aunque cubiertas con falso techo), y las demás han sido enrasadas para elevar sobre ellas otras habitaciones, pero siempre montando lo nuevo sobre los muros laterales de las bóvedas, punto fuerte de apoyo. En proporciones hay poca oscilación de unas a otras, con casi la misma longitud (entre 5 y 6 m) y la misma altura, 2,30 m, aproximadamente. El grosor de los muros varía entre los 0,80 m y 0,90 m. La anchura de los habitáculos es aproximadamente de 2,50 m en las supuestas naves, aunque se toman como referencia los seis compartimentos analizados y medidos.
Continuando la calle Antigua hacia el Norte (fot. 12M), se llega a una plazuela (fot. 13M), donde se aprecian, en el suelo, (fot. 13M,1,2) los vestigios del muro maestro, que conformaba el fondo de la secuencia de naves. Esta plazuela es artificial, ya que, como se aprecia en imagen, se veían bastantes más indicios de muros sobre el suelo, que constituían la secuencia de los muros de las naves expuestas.
Al comienzo del subsector San Joaquín (II), hay, sobre fachada, restos de muros romanos encalados, y que son la base de nueva secuencia en sentido norte-sur (fot. 14M). Esta alineación se sitúa a espaldas de la secuencia antes expuesta, descrita ahora desde el lado opuesto. Se ven, en primer lugar, los muros que conforman este nuevo espacio de naves, al que se entra por un lugar, hoy calle, que estuvo cerrado. Por tanto es un acceso artificial hacia otros compartimentos (fots. 15M; 16M; 17M; 18M). En estos testimonios urbanos se comprueban, sobre el suelo, los indicios de los muros rotos para penetrar en los recintos que informan estas edificaciones (fots.19M; 20M), donde son visibles los restos y reutilizaciones de los paramentos de las estructuras romanas preexistentes. Ampliando la fotografía 20M, se puede observar cómo salen del muro, a nivel del suelo, restos de una pileta de salazones, o de un posible depósito, con su revestimiento de opvs signinvm (fot. 57M).
En 22M, aparte de ser un paso artificial, se presenta una bifurcación que ha hecho dividir esta área en dos subsectores: III y IV. Y, como se comprueba en detalles, los restos afloran tanto sobre los que se podría considerar paramentos modernos, como en los que, aún en menores proporciones, son residuos testimoniales directos de muros romanos (fot. 22M ,3). A la entrada de este subsector, antes de la bifurcación, se ve, en el interior de una vivienda, la secuencia de las naves reutilizadas con diferentes fines. En este detalle se ve el muro de fondo que limita con el subsector San Joaquín (II), el muro que le precede e identificable por estar débilmente encalado (fot. 23M,1), y los muros transversales que cortan en vertical a los antes citados.
En 24M se indica el punto de arranque de una secuencia de naves fuertemente modificadas, pero, en su aspecto externo, dejan indicios patentes de la reutilización de los paramentos, como sistema básico de aprovechamiento para nuevas viviendas.
Penetrando en el subsector IV de esta calle, aparecen los muros exteriores de las construcciones romanas, con huellas de sus aparejos, constituyendo, a derecha e izquierda, dos secuencias paralelas. Uno de ellos (fots. 24M; 27M) es limítrofe con las cadenas de naves de la calle Antigua; otro, con el subsector II (fot. 28M). Como se aprecia, las proporciones de altura, anchura y muro, están dentro de las coordenadas comprobadas en la casi totalidad de este sector: altura media, entre 3 m y 3,30 m; grosor de muros, entre 0,60 m y 0,90 m. La altura de los espacios interiores oscila entre 2,50 m y 4 m, con ligera variación.
El subsector III, en sus inicios, (fot. 29M) muestra un paso artificial, y los restos de muros de estructuras destruidas y derruidas por el abandono. En algún momento se utiliza como murete de acceso para aquellos compartimentos difíciles de acceder por la naturaleza del edificio y la dificultad del suelo. De aquí los típicos altos escalones que se contemplan en gran número de construcciones romanas reutilizadas. En este subsector III, según se sube, a izquierda, dentro de una de las viviendas actuales, se ha podido tomar el dato de la fotografía 30M, en la que se da una reutilización idéntica a la ya descrita 23M, que es una nave enrasada con doble muro (uno con abertura artificial), de los que el del fondo limita con la calle del subsector II. Tiene el mismo aparejo y casi las mismas medidas, guardando una estrecha relación con el anterior, ya que forma parte de la citada secuencia de naves enrasadas. Sobre la primera rotura en fachada del muro, se observan, en el interior de una casa, los restos de una bóveda en su punto de arranque. La parte alta es obra moderna, para escalera (fot. 31M,3). El fondo de ésta es muro viejo, muy retocado en el tiempo.
Continuando hacia el subsector IV, aparece una forma de acceso algo irregular, lo que evidencia reutilización del modo más fácil, por los nuevos ocupantes, en estos espacios, de toda una serie de alzados romanos. Así, en 30M, los paramentos de todos los muros de las actuales viviendas son romanos reutilizados, rompiendo incluso los peraltes de enrase que se hacían para equilibrar el terreno. El paso hacia otro compartimento (fot. 32M,3), se hace mediante la rotura de muros antiguos, hecho que se comprueba en 33M,2. Una vez en esta área, se observa el arranque de otros muros romanos, rotos para hacer accesibles los compartimentos que hoy se ven en 34M,1,3.
Sobre 33M,3, el espacio que aparenta ser un suelo normal, no es más que la parte superior de un sistema abovedado, debajo de este lugar.
Por otro lado, el área central de 34M, se entiende como un posible corredor o espacio muerto, hecho comprobado en otros sectores, como el F (fig. 12). Vista desde otro ángulo, en esta misma área cerrada, se observa el muro interrumpido en su parte derecha y frontal (fot. 35M,1,2), a la vez que dicha estructura se cierra, porque se corresponde con el paralelo del sector F (fig. 12).
Las medidas de esta especie de planimetría troncocónica, aproximadamente son: de entrada: 0,50 m; muros: 0,50 m, a ambos lados, y fondo: 0,60 m. La altura oscila entre los 0,60 m y 0,50 m. El muro que debió ser de cierre, a la entrada, mide 1 m de largura y 0,60 m de altura. Su grosor es de 1,10 m aproximadamente, y constituye un muro soporte de todo el espacio que se encuentra bajo este nivel. A derecha, según se entra, hay una puerta de acceso a una posible nave, cuyas medidas oscilan entre los 3,50 m de fondo, los 2,50 m de anchura, y los 2,40 m de altura. Se piensa que es una de las naves existentes en este tramo de casas modernas, que son reutilizaciones de todo el sistema. En cuanto a su estructura y composición, se comprueba el aspecto de su alzado, con opvs incertvm y enlucido moderno, en algunos tramos. Puede ser una nave abovedada, cuya cubierta ha sido destruida y enrasada con bovedilla moderna, a fin construir sobre ella. Pero no se pierda de vista que el alzado de este sector es romano hasta una altura superior a los 8 m; por lo que, en este subsector, la reutilización se practica casi totalmente en lo que es estructura de continente de todas estas casas modernas (fot. 36M).
Continuando hacia adelante en este rincón, se ve, al fondo, un espacio triangular, cuyos paramentos son romanos, con una altura aproximada de 5 m. Los tres muros son de estructura romana. Los vanos de la parte frontal son modernos, a la vez que la parte superior del frontal (fots. 37M; 38M).
Siguiendo el sentido del subsector III, en su parte izquierda se ven sobre el suelo, restos de muros rotos que debieron continuar hasta cerrar en la fachada de enfrente (fot. 39M,1), aunque lo debió hacer con el punto de 39M,3. El interior de la casa, tiene muros maestros romanos, con fuerte revestimiento moderno. Debajo de ello se encuentra lo que se suponía era una nave enrasada, hecho comprobado.
La foto 39M,1 indica que todo cuanto precede en fachadas domésticas es reutillización normal, comprobable en 40M, y otro acceso artificial con muros revestidos y con estructura romana, como se ha indicado en 39M,1. En ella se aprecia, sobre el suelo la necesidad de haber tenido que rebajar el terreno a fin de hacerlo accesible.
41M muestra una alineación casi simétrica que ha podido ser un antiguo espacio destinado a nave.
42M indica un punto de arranque de cierre de estructura (fot. 42M,2), pero, a su vez, el inicio, o fin, de una secuencia de muros que configuran otra cadena de naves romanas transformadas en viviendas.
Continuando hacia el término de este subsector III, hay otro recinto cerrado o pasillo ciego (fots. 44M y 45M). En él se ve, a izquierda, una vivienda moderna construida reutilizando muros romanos y revestidos con argamasa y enlucido modernos (fot. 44M,1).
Siguiendo esta misma línea, aparece el arranque directo del muro romano (fots. 46M,1; 47M). Se trata, en efecto, de una apertura, pero se ignoran sus medidas reales, ya que se llega a confundir lo nuevo y lo modernamente roto, porque ha sido usado como habitación de desahogo. En su parte superior tiene piedra toba en forma de dintel. La citada entrada mide aproximadamente 0,85 m de anchura y, de altura. 0,50 m, según se observa, porque la llegada hasta el suelo viene marcada por rotura, y esto induce a posible error. Su altura, desde el suelo actual, es de 1,90 m, pero con la reserva de que se trate de un tragaluz o respiradero antes que de una puerta. El mu-ro, que aflora al exterior antes de llegar a esta altura, mide 1,70 m. El fondo, también romano, que se continúa, formando muro de contención del torreón, situado encima de la nave, mide 1,10 m. La altura aproximada de estos paramentos es de 8 m, con cornisa de ladrillo de triple hilada escalonada, a 4,50 m (fots. 41M; 42M,1). La nave, a la que se entra por esta supuesta puerta, está partida por un muro central. Mide aproximadamente 1,20 m de anchura (fots. 48M; 49M). Su profundidad es de unos 10 m; su altura, 3,20 m. Puede pensarse que este muro, que divide la nave en dos partes supuestamente simétricas, no es otro que el que se ve pasar como fachada exterior (fot. 45M,2), con lo que se concluye que la cronología de la nave es anterior al citado muro. Algo antes de llegar al fondo, hay dos pasos arqueados que no se han podido detallar, pero se ven en 49M,2. Desde fuera, estos paramentos confirman la tesis de haber sido la base del antes citado torreón. En su parte superior, por la que se une al sector F, hay muros levantados con piedra toba. En su parte baja tan sólo se califica como uno de los pasillos ciegos, vistos en otros sectores (fots. 45M y 50M). En la terraza de la casa colindante a la nave partida, los muros de enfrente e izquierdo son romanos y prolongación de los que se encuentran debajo, que son los que forman tanto la nave como la propia casa (fot. 51M). Desde este mismo punto elevado se ha tomado una perspectiva del subsector II para formar una idea del alineamiento de las estructuras, así como la lógica seguida para trazar calle moderna (fots. 52M y 53M). Partiendo desde este mismo lugar, pero a nivel de suelo, se tiene, a derecha, el acceso artificial de llegada a Eras del Castillo (sector superior de L; fig. 22). Si se observa con detenimiento, la pared izquierda, según se baja, se utilizan, con bastante frecuencia, accesos a las casas bastante peraltados. Su explicación es simple: usos de materiales romanos para equilibrar desniveles, aunque las naves, al menos las que hay localizadas, tienen como suelo roca madre. La actitud general ante la rotura de muros romanos de base, es levantar altos escalones, porque, debido a que las naves pueden encontrarse, y de hecho así están, bajo el nivel de la calle abierta, se ven forzados a tener que ensolar sus casas, y por ello colocan debajo materiales de relleno, lo que implica realzar el antiguo suelo de roca madre por lo menos 0,50 m y, en consecuencia, romper menos muro romano a la entrada y base. Este fenómeno es tan usual que, en determinadas zonas de la ciudad, por la fuerte pendiente existente, se haya llegado a levantar hasta más de dos metros de altura el podio de acceso a las casas, a nivel de calle.
En otros sectores como éste, se ve que la altura se debe a que debajo hay otra estructura, a la que hay que respetar (fots. 54M y 55M). Las explicaciones deben darse en cada sector, y según el contexto arqueológico de cada uno.
Así, continuando la descripción, se observa que esta calle en cuestión, muestra dos lienzos de muro externo romanos, conservados como testigos de una secuencia (fots. 54M, 55M). Todos los interiores conservan restos de las antiguas naves, pero con información para poderlos exponer y plasmar en la planimetría sectorial. La parte superior de la calle antes citada, tiene un acceso a Eras del Castillo mediante la rotura del murallón romano medieval allí aún existente.
En 57M se muestra una perspectiva general de la calle, con un estrangulamiento casi a la mitad de su trazado. Nótese la fuerte pendiente entre el punto inicial, abajo, y su final, arriba. Gran parte de los paramentos de las casas de la izquierda, son romanos; pero hay momentos en que se duda sobre su autenticidad, como ocurre en el punto en que se encuentran restos de una pileta o depósito, saliendo por la base de un muro catalogado como romano (fot. 57M). La postura más razonable es pensar que son superposiciones de estructuras en el tiempo, tal como ocurre en la Cueva y el propio Majuelo (cfr. sector anejo a la Cueva, fig. 19).
Analizando la función de estos muros sobre la calle moderna (fots. 54M; 55M; 56M), se piensa que se trata de una secuencia de naves destruidas para dar paso a todo este complejo ocupado. A su vez, esta acción podía haber sido realizada en dos fases: una desde arriba hacia abajo, hasta el primer estrechamiento de la calle (fot. 53M,3); el segundo, derribando muro preexistente en dicho cierre vial. El acceso artificial más evidente lo constituye la rotura del muro romano medieval que actualmente comunica Eras del Castillo con el subsector II.
La conclusión gira en torno a admitir que, a lo largo de esta vía ha sido destruido un encadenamiento de naves, a distintos niveles, y cuyos muros testigos son, en parte, los que hoy afloran junto a otros también romanos, pero integrantes de otras naves o estructuras romanas (fots. 55M, 56M).
En el punto donde se estrecha la calle, hay una pequeña nave en el interior de uno de los compartimentos (fot. 61M). Al fondo se aprecia el hormigón romano de un muro con revestimiento posterior, de época medieval y, un poco más arriba, como se indica en 58M,1, detalle tomado en 1.972, se contempla un lienzo de paramento romano que forma parte del conjunto de naves, que se extendían a lo largo de este subsector II. Adosado a él hay una secuencia de casas de una sola planta, consecuencia lógica de una normal reutilización hecha en los primeros tiempos de la repoblación cristiana.
Es obligado decir en este momento que, tras consultar antiguas fotografías de la ciudad, la mayoría de las viviendas de aquella época, en el área superior, muestran que las estructuras son de una sola planta. Ello da pie admitir que lo que se hizo entonces, fue la directa ocupación de los sectores de naves que sólo disponían de una planta (fot. 58M,2). Los tres puntos que se marcan sobre detalle, comprenden una gran área, donde se comprueba lo que se está afirmando: las viviendas son de una sola altura.
De nuevo en la pequeña nave del subsector II, junto al gran murallón romano medieval (fot. 61M), se toman sus medidas: altura, 1,10 m; anchura. 1,20 m; largura, 2 m, aproximadamente.
En el subsector I hay, dentro de paramentos romanos, una nave enrasada y, además, en línea con toda la secuencia del tercer núcleo abovedado de la Cueva (fot. 62M). El muro de fondo es continuación de lo que en planos se ha interrumpido, pero que esta es su continuidad, y que va a enlazar con la secuencia expuesta a lo largo de la parte que abarca la calle Antigua en este sector M. El resto de las casas de la misma alineación no han podido ser estudiadas por no autorizarlo sus propietarios; por esto, aparte de lo modificadas que están en sus respectivos interiores, los muros maestros al exterior, manifiestan su reutilización moderna con el típico revestimiento de cal. Detrás del murallón romano medieval se han practicado excavaciones de urgencia y han sido localizados muros romanos alineados con los que forman los cimientos de las casas modernas de Eras del Castillo (fots. 63M; 64M, y fig. 24). En ellas se contempla una secuencia de lo que se cree fue parte de los cimientos de las estructuras que existieron en el punto más alto del conjunto romano, que puede llegar a alcanzar la cota 48, es decir, sobre los alzados de los muros hasta ahora conservados, cuya cota real alcanza los 48 m. Uno de los muros (fot. 65M,1) muestra la base de sustentación del punto de apoyo del gozne de algún elemento de puerta o similar. Los muros detectados confirman la opinión de que son base de elementos arquitectónicos de elevada altura, ya que tienen un grosor superior al normal, 1,20 m. Todos los indicios inducen a pensar que son elementos de edificaciones anteriores a las que se vienen normalmente describiendo. Su técnica de construcción presenta una composición algo diferente a la típicamente considerada como romana. No tiene la consistencia interna del mortero romano ni una apariencia externa como el resto de las construcciones hasta ahora analizadas. Su aparejo es irregular, y no muestra las características del opvs incertvm. Es diferente, pero encaja en los módulos que en otros lugares se han detectado como formas de construcción débiles. Tal fenómeno se ha visto también en el sector L de dentro de la Cueva.
El antes citado paso entre Eras del Castillo y el subsector II, se efectúa en los límites de los sectores M y F (fots. 67M,4; 68M,3 y 69M, 2). El murallón romano medieval muestra al exterior un lienzo que mide aproximadamente 6,30 m de largura; 4,50 m de altura, y 1,80 m de grosor.
En 68M,2 se indica la existencia de un lienzo de estructura romana que aflora hasta una altura de casi 5 m, y una anchura de 0,80 m, prolongándose hasta la edificación del límite oeste de la derruida área, así orientada, del subsector de la Cueva. Esta yuxtaposición de técnicas diferentes ha provocado un fenómeno curioso: cómo las culturas posteriores a la romana reutilizaron las preexistentes, y éstas eran más consistentes; y, con el paso del tiempo y la erosión, las modernas se han ido desmoronando, dejando ver las que se encuentran detrás o más antiguas; en este caso lo han sido las romanas, tal como ha podido ocurrir en este sector de la ciudad. Lo más significativo, encontrado en el estudio y descripción de este sector, aparte de unas características arquitectónicas similares a las de los sectores L y F, y otros que se detallarán más adelante, ha sido la elevada altura que han manifestado sus alzados, mostrando tantas profundidades como en el subsector IV (fots. 37M y 38M), y las elevaciones en sus niveles, incluso más altos (fots. 44M; 45M y 50M). Por otro lado tan sólo se han podido encontrar dos naves con bóvedas y no completas (fots. 48M; 49M y 61M). El enrase es lo más usual en las modificaciones. No obstante, se considera que tres de ellas conservan aún su bóveda, aunque se encuentran tras un falso techo moderno (fots. 9M; 10M y 11M). Los restos de elementos que pertenezcan a otro tipo de estructura son escasos. Tan sólo se han localizado indicios de piletas o depósitos (fot. 57M). Todo ello induce a concluir que esta área ha sido destinada a almacenaje, aunque el hecho de que aparezca una pileta indique que es el testigo de un posible punto industrial.
Las deformaciones modernas impiden admitir con más evidencia por qué razón han desaparecido elementos arquitectónicos existentes en las mismas calles actuales, que podían servir de elementos inductivos, para aceptar, con cierto margen de realidad, todo cuanto se expone. El material, que se muestra en 57M, hoy ya no se puede ver, más que en fotografía.
En definitiva, lo que aquí se ha detectado está destinado a almacenes y algún indicio, a estructura industrial. Por ello se consideran elementos definibles dentro de lo que se viene considerando factoría o zona industrial de salazón.
Conclusión del sector M
Lo más significativo que se ha encontrado en el estudio y descripción de este sector, aparte de unas características arquitectónicas, similares a las de los sectores L y F, y otros que se detallarán más adelante, ha sido la elevada altura que han manifestado sus alzados, mostrando tantas profundidades como en el subsector IV (fots. 37M y 38M), y las elevaciones en sus niveles, incluso más altos (fots. 44M; 45M y 50M).
Por otro lado, tan sólo se han podido encontrar dos naves con bóvedas, y no precisamente completas (fots. 48M; 49M y 61M).
El enrase es lo más usual en las modificaciones. No obstante podemos considerar que tres de ellas conservan aún su bóveda aunque se encuentran tras un falso techo moderno (fots. 9M; 10M y 11M). Los restos de elementos, que pertenezcan a otro tipo de estructura, son muy escasos. Tan sólo se han localizado indicios de piletas o depósitos (fot. 57M).
Todo ello nos induce a pensar que esta área mantiene una finalidad arquitectónica destinada al almacenaje, aunque el hecho de que aparezca una pileta pueda indicarnos que es el testigo de un posible punto industrial.
Las deformaciones modernas nos impiden concluir con más nitidez por qué razón han terminado por desaparecer elementos arquitectónicos existentes en las mismas calles actuales, que podían servirnos de elementos inductivos, para poder afirmar, con cierto margen de realidad, todo cuanto decimos. El material, que se muestra en la foto 55M, hoy ya no se puede ver más que en fotografía. En definitiva, lo que aquí se ha podido detectar lo forman edificios fundamentalmente destinados a almacenes, y algunos indicios de estructura industrial. Por ello, se consideran elementos definibles dentro de lo que se viene considerando factoría o zona industrial de salazón.
SECTOR N
El sector N constituye una de las áreas que registran en su estructura y morfología una de las mayores complejidades, debido a factores geológicos del terreno. Se observa que en su trazado se dan varios desniveles con diferente intensidad. En este espacio no se ha localizado elemento abovedado, aunque muchos paramentos internos lo han tenido. Lo más relevante que se indica en este sector se resume en las siguientes manifestaciones arquitectónicas:
a) Fuertes y ligeras pendientes.
b) Muros romanos en interiores y en los supuestos exteriores de las calles.
c) Murallones contrafuertes para sistemas de aterrazamientos.
f) Reutilizaciones de paramentos romanos en la mayoría de los muros analizados exteriormente, y en algunos interiores.
Antes de iniciar la descripción general, hay que decir que este sector constituye uno de los complejos urbanos que más problemas ha creado a la hora de reutilizar, con la nueva cultura, toda la herencia de formas antiguas. En algunos espacios la pendiente ha condicionado el estilo y forma de la reutilización. Se nota que la operación transformación, o puesta en uso de la mayor parte de las estructuras romanas, ha sido un proceso largo a través del período medieval, para fijar unas rasantes medio aceptables, con el fin de hacer viables unos trazados antiguos de difícil acceso.
El primer apartado de este capítulo comprende la descripción y análisis de sus pendientes. En el primer tramo del trabajo se nota que tal pendiente aparece con un desnivel de 2,50 m aproximadamente, entre acceso y curva de fondo (fot. 1N). A continuación se incrementa ese desnivel hasta alcanzar los 3,50 m. Durante un tramo aproximado de 15 m se mantiene este nivel (fot. 4N), que empieza a descender hasta conseguir casi el punto cero, comparado con el momento inicial (fot. 1N). Pero tal desnivel se efectúa en suave descenso (fot. 5N).
A partir de ese punto, con cruce de calle, se inicia otra pendiente con una rampa no muy pronunciada (fot. 14N), que culmina en otro cruce (fot. 18N), con un desnivel aproximado de 1,80 m, y prolongado hasta buscar el punto cero (fot. 19N).
Entre 8N y 21N, en corto espacio, hay una pronunciada pendiente que alcanza los 2,50 m en 15 m lineales. Pero la más pronunciada de todas se encuentra en 20N, donde, en un tramo de 20 m, se llega a un desnivel de casi 6 m. Esta área es de las más desniveladas a consecuencia de los fuertes cortes en las pendientes.
26N, inicio del desnivel antes citado, es decir 6 m sobre el punto más bajo del sector, comienza con un área que se nivelaba al terreno natural mediante una terraza que superaba los dos metros sobre roca madre (fots. 27N; 28N), en donde se aprecia apertura de calle artificial, con rotura de la plataforma equilibradora (fots. 30N; 31N; 32N; 33N; 34N) que posteriormente, se continúa con un sistema de murallón contrafuerte, conforme se va abriendo la nueva pendiente (fot. 35N)
La estrecha calle que se aprecia en las fotos antes enumeradas, es artificial, ya que se ve cómo ha sido destruida la plataforma para abrir un estrecho paso, y la misma citada plataforma ha seguido siendo utilizada para acceder a áreas, cuyo fondo está ocupado por ese mismo material. La pendiente, desde la plataforma, se eleva hasta superar los 2,50 m sobre el punto anterior, y continúa haciéndolo hasta llegar, en la calle Antigua, en sus inicios, a más de 6 m, ya que esta calle está hecha sobre el murallón romano medieval. Este desnivel se ve en 45N y 46N, que ha sido motivo del levantamiento del murallón contrafuerte romano (fots. 43N y 44N) para fortalecer y contener la masa arquitectónica superior. Está integrada por el sector M. Pero se cree que la función de este muro es proteger la parte baja, añadiéndose, además, la plataforma de hormigón romano, que constituye la base de sustentación de los paramentos apoyados sobre los citados elementos arquitectónicos.
En 47N se inicia contacto con la calle Antigua, que es de las más pendientes en su trazado. Muestra indicios de línea artificial mediante rotura de estructuras, que se indican a ambos lados de la calle, a lo largo del espacio aquí visto. El desnivel puede alcanzar los 3,50 m (fots. 47N y 48N).
En 54N se inicia un muro de contención, como se aprecia en 54N,2, en el que usan escalones de más de 2 m, para crear acceso a las estructuras inferiores, que finalizan en la línea que aquí se inicia. No se ha podido analizar el interior de estos paramentos por encontrarse, en su mayoría, cerrados desde hace tiempo.
En resumen, se puede decir que la arquitectura moderna tiene que ceñirse a los condicionantes que encabezan el inicio de tal descripción, y el segundo apartado comprende el sistema de alzados utilizados.
En relación a los alzados en cuestión, registrados en este sector, se concluye que, en elevado porcentaje, las fachadas modernas, así como los muros maestros interiores, responden a un sentido práctico en el uso de la herencia del pasado. El casco urbano actual puede considerarse en una relación 10/1, sistema doméstico que ha reutilizado las infraestructuras romanas. En el núcleo superior, o a partir de la cota 15, la reutilización puede llegar al 100 %, atestiguado documentalmente.
Haciendo un recorrido similar al anterior, se ve que en 1N, los paramentos de esta calle usan las estructuras del alzado romano, pero reforzándolas con elementos modernos, como es el revestimiento con ladrillo. El grosor de los muros exteriores gira en torno a los 0,80 m y 0,90 m. Los espacios interdomésticos tienen medidas que, en unos casos, equivalen a la anchura de la nave normal (2,50 m), a veces doble.
En 2N,1, se ve un muro romano exterior que cerraba en 2N,2. De la misma manera, esta calle ha sido abierta artificialmente, ya que sigue conservando sus módulos habituales.
En 3N,1, hay muros romanos externos, con un nivel interior superior al de la calle.
En 4N,1, se ven paramentos exteriores con gruesos muros, entre 0,80 m y 0,90 m, en toda la calle. El espacio indicado en 5N, muestra un visible ejemplo de fachada exterior, con reutilización de paramentos romanos de los que parten hacia el interior de las casas modernas, una secuencia, hasta apoyarse en el murallón romano medieval, su punto de apoyo en las espaldas.
En 6N se observa, al fondo (fot. 6N,1), parte del gran lienzo del murallón (que da sobre la calle Morería Alta) relacionado con la contextura de los paramentos de 5N. En 6N, 2, se observa uno de los muros paralelos al murallón que contiene, en sus interespacios, muchos muros divisorios en este subsector.
La continuidad de este sistema de muros divisorios se observa ya dentro de las casas modernas que los han reutilizado.
7N,1,2,3, presenta un ejemplo de lo antes dicho: tres sistemas de muros que discurren en paralelo al murallón de la calle Morería Alta (fot. 6N,1).
El espacio 8N,1, señala ejemplo de paramento exterior en el que, además de aflorar en algunos lienzos el aparejo romano, indica el grosor tipo que tienen los muros (8N,2).
En 9N,1,2,4, se ven muros interiores reutilizados, con revestimiento externo y encalamiento.
En 10N,1, paramentos divisorios laterales.
En 10N,2, muro de fondo, de grosor aproximado a los 0,90 m, que discurre paralelo al citado en 6N,1.
En 10N,3, muro divisorio, de grosor similar, con abertura artificial que permite el acceso a las dependencias interiores.
En 11N,1, paramentos romanos con revestimiento moderno.
En 12N,2, muro roto para dar paso a 12N,3, que, a su vez, es el tope paralelo a esta secuencia de alzados de muros interiores.
En 14N se ve con evidencia cómo arranca el muro romano de plataforma de opvs caementicivm, y que se continúa a lo largo del paramento de la calle, salvando un paso artificial.
En 15N,1,2, se ven detalles del paramento y plataforma de hormigón.
El espacio 17N presenta casi toda la secuencia citada en 15N,1,2, mostrando los muros su grosor habitual en estas formas. 0,80 m y 0,90 m.
El espacio 18N indica continuidad del citado muro de fachada hasta el final de esta calle, límite del sector.
El 19N,1, es un tramo que ha sufrido pocas modificaciones modernas, y 19N,2, confirma el uso de plataforma interior.
El muro indicado en la pendiente 20N, probablemente se haya levantado guardando las distancias de los interespacios, porque en el sector siguiente hay indicios de continuidad de esta estructura.
En 21N se señalan estancias modernas con reutilización de formas romanas. Se observa el escalonamiento provocado por la rotura de los sistemas de aterrazamiento.
En 27N,3,4, se fija la dirección que siguen los muros romanos montados sobre plataforma de opvs caementicivm.
En 28N,1, se recogen los paramentos romanos sobre plataforma de hormigón.
31N,1, marca la continuidad del anterior, con indicios de los paramentos exteriores, aflorando el opvs incertvm en algunos subsectores.
32N,3, señala, además, un escalonamiento superior para acceder a los habitáculos interiores.
En 35N,1, se recoge la serie murada de paramentos de este subsector, que muere en la primera parte de la pendiente de la calle Antigua.
Los paramentos del punto opuesto, 35N,3, se han montado aprovechando el muro contra-fuerte en este espacio (35N,2).
En 36N,1, se recoge un lienzo de paramento que finaliza en 35N,2.
En 39N,1, se indica la continuación del murallón contrafuerte superior, base y soporte de gran parte de la calle Antigua.
39N,2, inicia nuevos paramentos de habitáculos modernos que guardan distancias próximas a lo que se viene admitiendo como medida tipo, módulo de nave.
En 40N se ve testigo del murallón almenado, del que es continuación.
43N,1, es un paramento que parte del murallón con fuerte pendiente, hacia poniente, y que se va equilibrando por medio del aterrazamiento (fot. 43N,2), que se va dando de forma escalonada hasta llegar a la cota 7 aproximadamente.
En 46N se da prueba del sistema de escalonamiento de los paramentos hasta la citada cota.
47N,1, marca el final del muro contrafuerte, usado en toda la calle precedente como paramento de la casa moderna.
En 47N,2,3,4, se muestra una secuencia de muros divisorios de alzado romano, rotos para abrir la calle Antigua en este tramo.
En 48N,2, se indica el uso del mismo paramento hasta un cruce que cerraría todo este subsector, al final de la secuencia.
En 50N,1,2,3, se indica la reutilización de formas romanas, de las que una es nave enrasada, conservándose el arco, rebajado, marcado sobre su fachada (fot. 51N,1). El módulo de los muros es el normalmente usado: 0,80 m y 0,90 m.
En 52N,1,2,3, se marca el final del paramento que conforma la fachada de esta secuencia de habitáculos modernos, cerrándose en un ligero muro conservado (fot. 54N,1), produciéndose de inmediato el cambio de altura en los paramentos siguientes, por el inicio de un espacio con otras características estructurales (fot. 54N,2,3).
Los murallones contrafuertes de este sector, que se utilizan en el levantamiento arquitectónico del mismo, son dos. El primero sirve de soporte a la calle Antigua, en su primer tramo, a entrada de la calle San Miguel (fots. 40N; 43N; 44N), cuyo grosor es de 2,10 m, siendo el de más resistencia, ya que sirve para contener la parte superior, formada por el sector M, y como punto de apoyo para el subsector que se encuentra debajo de él.
El segundo muro de contención es de menor grosor, pero está levantado, en algún subsector, sobre plataforma de opvs caementicivm, de grandes dimensiones (fots. 6N; 7N; 27N; 28N; 29N; 30N; 31N; 32N; 33N; 34N; 35N; 36N; 37N; 38N), constituyendo la base de arranque que da consistencia a las estructuras romanas situadas debajo. Tan sólo 6N,1, 7N,1 y 36N,3, marcan con alguna precisión el trazado y la profundidad de este elemento de contención.
La dirección de esta línea de soporte seguiría en sentido sur-norte, para cerrar, a la altura del Palacete del Corregidor, el anillo de muralla que se extendía hasta el subsector sur del área del sector T. Por tanto, en 39N se ha producido un corte de esa muralla para facilitar la continuidad de la calle Antigua.
Por otra parte, y muy cerca de este punto, está el murallón que viene desde las cercanías del foso del Castillo. Su secuencia conforma la base de soporte de la construcción tanto antigua como medieval y moderna (fots. 40N; 42N,1, 43N,3; 44N,2). Es lógico que esta muralla se cerrara uniéndose a la que soporta la masa de la Cueva, provocando otra rotura en la calle Antigua, o tal vez con las antes citadas en 39N.
Los habitáculos sitos en este interespacio, se encuentran en posiciones con plantas bastante violentadas, porque el desnivel entre las dos líneas de muralla y la distancia entre las mismas, son fuertes. La diferencia alcanza casi 12 m, en una distancia que llega a tener una longitud entre los 12 y 20 m.
En 4N y 46N se constata el fuerte desnivel y la corta distancia. Debido a ello, los paramentos de las edificaciones romanas más consistentes han dejado fuerte huella de reutilización a lo largo de la calle Morería Alta (primer subsector), donde se observa, sobre la misma, que su línea es inventada modernamente, ya que se ha realizado rompiendo parte de las plataformas de enrase para equilibrio del terreno. Las fachadas actuales han sido construidas reutilizando los paramentos romanos. Sólo en los interiores se comprueba, y no en todos los casos, la existencia de muros que no responden a una arquitectura moderna, sino a la reutilización de materiales precedentes.
A partir de 47N, se encuentra una serie escalonada de espacios cuyas medidas longitudinales, teniendo en cuenta la distribución interna de todo el sector N, se corresponde simétricamente con el resto que precede, y basándose en los alineamientos de los sectores anejos. Por tanto, forman una red de divisiones bien proporcionadas, y que han podido constituir un área de naves similar al de la zona alta o casquete superior de la ciudad (fot. 48N,2).
La existencia de plataforma de opvs caementicivm, o el enrase del suelo sin el citado hormigón, se ven en 49N, donde el gran escalón, de varios peldaños, acusa este fenómeno.
Siguiendo esta misma línea, se encuentra una fachada, con una antigua forma arqueada de su aspecto exterior, y que puede formar parte de una nave (fots. 50N; 51N,1).
Toda la secuencia, hasta 52N,3, constituye un área cuyas medidas son homogéneas y equidistantes, dando pie a una interpretación similar a la calle: toda esta secuencia muestra señales de la existencia de un sistema de naves en todo el espacio indicado en la planimetría. Los paramentos conservados son identificables (fot. 52N,1,2). El final de este subsector acaba en el murete inferior del paramento indicado en 52N, con una división bien marcada entre ambos espacios. Los habitáculos domésticos, observables en todo el trazado, guardan proporciones cercanas a las de las naves de la zona superior. Por ello se han indicado en planimetría, con línea discontinua, los espacios que coinciden con las formas antes señaladas (fot. 53N,1). En 54N se ve la división, tal vez artificial, entre dos subsectores.
En 54N,2,3, se marca un nuevo nivel en la reutilización de los paramentos, con una cota indicadora del inicio de un espacio destinado a habitáculo moderno, pero donde las muestras exteriores son de estructura romana bastante retocadas, con enlucido y encalado actuales.
Como conclusión, después de esta descripción, se puede indicar que las formas arquitectónicas de este sector N, muestran estructuras básicas de construcciones romanas.
Conclusiones del sector N
1) Relleno de espacios con fuerte pendiente, para equilibrar desniveles naturales del terreno.
2) Construcción de muros de contención gruesos, para facilitar los posteriores aterrazamientos, donde se van emplazando las diferentes estructuras y formas romanas.
3) Aperturas de calles modernas (desde época medieval), con la modificación del cuadro arquitectónico antiguo, que es preciso reconstruir, analizando no los edificios modernos, sino en conjunto.
4) Presencia de muros testigos en fachadas actuales del sector, que acusan la existencia de paramentos de esquemas de naves romanas, como las de los sectores E, F, D, etc., pero cuyos módulos coinciden con las medidas que se ven en esta vertiente de la ciudad, y atestiguado en el sector K (fig. 17).
Resumiendo y sintetizando tales factores, se puede admitir que estos espacios forman parte, en estilo, medidas y técnicas, de la idea generalizada del conjunto hasta ahora estudiado, es decir, que son naves de almacenaje muy retocadas, en la mayor parte de los casos, pero sin indicios de depósitos de agua, ni de salazón. Su existencia es inducida, pero, por ahora, no demostrable, ya que no se dispone, en este sector, de elementos que lo atestigüen claramente. Se usa como argumento ad hoc la presencia, en los mismos niveles y, muy cerca de este sector, de piletas de salazón y depósito de aguas (Sector K).
SECTOR O
Este sector constituye una de las piezas que muestra un fuerte índice en alteraciones de estructuras, que se ven alineadas, según los gruesos muros de contención, o plataformas, que se extienden a lo largo de todos los niveles detectados en la zona de Poniente.
Sin un criterio de división definitivo, sobre la base de unas premisas correctamente argumentadas, la distribución por sectores nos lleva, a veces, a contemplar áreas que participan de características mixtas, en lo que a organización y distribución de elementos arquitectónicos se refiere.
Una vez hecha esta observación, se inicia el recorrido descriptivo del sector a partir del antiguo cuartel de la guardia civil, situado al comienzo de la calle Morería Alta.
Efectivamente, los paramentos que se observan tienen componentes estructurales romanos. Los muros exteriores, únicos que se han podido analizar, dan señales de la existencia de opvs incertvm en algunos de los alzados (fots.1-O; 2-O). En la segunda de ellas (fot. 2-O) se puede observar, al haberse desprendido el revoque moderno, la aparición del opvs incertvm tras él.
Siguiendo el recorrido descriptivo por la calle Morería Alta I, se puede observar, sobre la base de los paramentos (fot. 3-O) la existencia de muros, cuyo pie tiene un fuerte desnivel con relación a los espacios interiores. En el punto 3-O,2 se ven los indicios externos del aparejo romano retocado y deteriorado. En el punto 3-O,1, se observa igualmente un aparejo antiguo bajo el mismo revoque. Por último, en 3-O,3 se puede señalar que había un cierre en la estructura mural antigua y que, por tanto, el paso que se ve, es artificial. El suelo ha tenido una plataforma de relleno que procede de un nivel superior, provocado por la diferencia de altura en el terreno.
Continuando la descripción del paramento, se ve en 4-O, una secuencia alineada en la que apenas surgen diferencias de nivel y de altura en el espacio base, o estructura considerada modelo de nave, e igual en la alineación de los paramentos en toda la secuencia.
Al fondo de 4-O, se advierte una variación provocada por el cambio de orientación de la base, según el terreno donde se asienta. Obsérvese la continuidad del aparejo, y un factor muy importante: a pesar de la pendiente del suelo, no se aprecia, ni una ligera fisura en el alzado. Este fenómeno se explica porque se reutilizan materiales estructurales romanos a través de todo el sector. Otro detalle a considerar es la estrechez de la calle que, como se ha dicho, probablemente tenga la misma explicación que en la parte superior del sector K (fig. 17), en donde se ha detectado que gran parte de la calle está montada sobre muro de aterrazamiento. Como detalle de la estructura interna se indica el punto 5-O, donde se puede ver la composición de aparejo en el muro exterior, sobre el suelo. El ligero estrechamiento, que se observa en esta calle, probablemente se debe a un nuevo cierre en la estructura que aquí se contempla (fot. 6-O).Al llegar al punto central de la curva que muestra el trazado general de esta calle, se produce una nueva abertura artificial de la misma, en ángulo recto, y con una fuerte pendiente, como se verá más adelante (fot. 7-O) que, incluso, provoca un cambio en la organización de los paramentos, de tal forma que la estructura da claras señales de una alteración en la distribución de los componentes arquitectónicos de esta calle, en el punto 7-O,1. Hay, en efecto, un probable cierre, o mejor, paso artificial a partir del punto 8-O,2, que formaría unidad con las estructuras romanas situadas justo enfrente. La calle continúa con un ligero ascenso en su base, que llega a proporcionar la información de que, bajo el paramento indicado en 8-O,1, hay un fuerte rebaje y, en consecuencia, un muro contrafuerte de aterrazamiento, que es continuación del ya estudiado en K. Efectivamente los espacio modulares atribuibles a naves, bajo el nivel de la calle, se dejan ver con cierta claridad (fots. 9-O,2,3; 10-O,1,2,3; 12-O,1,2,3; 13-O,1,2). Además de estas evidencias, es preciso anotar la comprobación de que el paramento superior está levantado de opvs incertvm (fots. 9-O,1; 11-O,1,2; 13-O,2). El factor altura sigue manteniéndose tanto en las estructuras que se encuentran bajo el nivel de la calle (fots. 9-O,1,2,3; 12-O,3), como en las que se ven en superficie (fot. 14-O,1,2), en las que se ha podido tomar detalle del interior de uno de los espacios que tienen su alzado bajo el citado nivel (fot.14-O,3), y que se refleja en un detalle tomado desde la misma puerta, indicada en la foto anterior. Su interior muestra unos muros con un grosor que entra dentro de los módulos romanos más frecuentes (0,90 m). Hay muro en vertical a la línea maestra de calle (fot. 15-O,1), elemento transversal de cierre, que marca los espacios tradicionales, dentro de los parámetros que exigen las naves detectadas en la zona de Poniente, como es ésta (fot. 15O,3).El grosor de los paramentos se observa en el punto 15-O,2. A continuación se indica el resto del alzado que, se supone, no termina al final de la calle, sino que continúa a través de los muros de la secuencia de estructuras que entran dentro del sector K (fots. 16-O; 17-O).
Situados de nuevo en el punto 7-O,2, donde se encuentra una de las roturas intencionadas, para poder comunicar la plataforma superior con la de abajo (fot. 19-O). En el punto central se observan componentes, o restos de piedras, que sobresalen del paramento, testimoniando con ello la existencia de un muro roto para abrir paso en ese tramo de calle. Los paramentos de la misma, tienen indicios del opvs incertvm, que se deja ver a través del revoque moderno, sobre todo en la parte derecha de la imagen, según se sube (fot. 19-O). Visto desde arriba, se pueden comprobar, sobre el muro derecho, los indicios de su viejo origen romano (fot. 20-O).
Por otro lado, se detecta cómo los espacios intermedios que marcan los límites de cada vivienda, coinciden, en origen, con los destinados a naves (fot. 21-O).Hacia el centro de esta bajada se puede comprobar la existencia de restos de muro que cerraban este paso en ese tramo (fot. 22-O).Tanto a un lado como a otro, pueden verse las huellas evidentes de la existencia de un muro de cierre. En una foto de detalle, se precisa con toda claridad el aparejo interno del tal supuesto muro de cierre (fot. 23-O).
Salidos a la calle Morería Baja, nos encontramos en una encrucijada con accesos, algunos completamente artificiales, y la alineación de las estructuras (fots. 24O; 25-O), donde la distancia entre las distintas puertas de las casas nos va indicando las dimensiones de las antiguas estructuras reutilizadas.
Pasando por el punto 24-O,1, se llega a un espacio marcado por la fuerte presencia de estructuras romanas muy modificadas, pero que conservan las alineaciones de muros de su antigua distribución, camufladas bajo las alteraciones o adiciones modernas (fot. 26-O). Entrando en este espacio cerrado, encontramos un muro romano a izquierda, con el aparejo muy deteriorado, una entrada provocada por la rotura del muro de cierre y, al fondo, uno de los muros maestros, que proceden de las formas que describimos al principio de este sector.
En la foto 27-O, se puede observar, según se entra, a izquierda, un muro romano muy retocado, pero que deja ver la estructura de piedra en varios puntos de su alzado; a derecha, un muro romano muy alterado y revestido con argamasa moderna y, al fondo, cerrando estas estructuras, todo un paramento con señales de su antigua construcción. Téngase en cuenta que tal muro de fondo se encuentra alineado con el punto 23-O, del que ya se ha comprobado su identidad. Ese muro queda indicado en el punto 29-O,4 que divide diametralmente la secuencia de edificios que se estudia en este sector. En el punto 30-O, se puede ver el momento de cierre, mediante una calle que desciende, término de este sector, señalándose, a su vez, la continuidad de los alineamientos, cuyas estructuras se montan apoyadas, en todos los casos, por sistemas de muros de contención, que son destinados a sujetar las plataformas de aterrazamiento.
A lo largo de la calle Orobia, en uno de sus interiores más abandonados, se ha podido comprobar la existencia de dos alineamientos de muros romanos, de los que tan sólo se ha podido tomar detalle (fot. 30-O) de uno interior, con aparejo considerado como romano, y de otro externo (30-O,3), con revestimiento moderno más reciente, pero todos tienen los indicios de pertenecer a formas romanas.
Los techos, como se puede observar, están enrasados al estilo que nos es común en la mayoría de los casos que se ha ya registrado (fot. 30-O,2). Los paramentos de cierre son los que nos dan mayores pruebas de su antigüedad no sólo por su grosor (0,80 m), sino por las piedras que se traslucen a través de su revoque moderno. Este detalle se aprecia un poco más en un rasgo tomado sobre este mismo espacio (fot. 32-O,3), donde las proporciones de las piedras se hacen patentes. Al fondo de la misma foto (fot. 32-O,1), puede verse igualmente el muro que antes se ha indicado como supuesto límite de estas estructuras. Obsérvese, porque esto es muy indicativo de lo que estamos afirmando, que el techo, que aquí está construido de una forma muy peculiar, no ha sido planificado previamente, sino que está yuxtapuesto, clavando el maderamen sobre la pared, lo que nos hace pensar en una reutilización de estancias antiguas, porque, si fueran modernas, tal techo formaría cuerpo con los paramentos del alzado, y no sería un añadido, como ahora lo es, y que se puede comprobar. Este curioso dato ha sido también observado en la entrada de Levante de la Cueva, donde una nave ha sido enrasada, sin romperla, mediante un maderamen añadido.
Conclusión del sector O
Dentro del estudio general de la zona de Poniente, donde queda enmarcado este sector, se ha podido comprobar que las líneas arquitectónicas de las edificaciones que se han descrito, en términos generales, entran dentro de la tipología más usual. Téngase en cuenta que los elementos con que nos hemos encontrado a través de todo su recorrido, considerando que no ha sido posible poder penetrar en las edificaciones que debían ser analizadas en su estructura interna, tan sólo se limitan a lo siguiente: muros que forman parte de los sistemas de aterrazamiento en las grandes líneas de toda la zona de poniente, y que se relacionan estrechamente con los otros sectores de los que forman parte; algunos espacios interiores, que se han podido identificar como romanos, pero sin poder analizar si su finalidad era similar a los que ya se han comprobado en otros sectores y, por último, espacios cerrados que guardan las mismas proporciones que se ha considerado comunes a los tipos de naves halladas en esta área.
En resumen, se puede concluir afirmando que las estructuras, aunque no con suficientes datos estudiadas, pero basándonos en las secuencias de los aterrazamientos, elemento patente en toda la gran área de Poniente, responden a los mismos esquemas industriales ya estudiados en sectores como el K (fig. 17).
SECTOR P
Este sector se encuentra en un nivel muy próximo al de la factoría de salazones del Majuelo, coincidiendo en gran parte con el mismo, sobre todo en la zona inferior, directamente ligada a la factoría y considerada como prolongación de la misma.
El espacio situado en la parte más baja, abarca el tramo entre la Puerta de Vélez y la antigua Ermita de la calle Nueva, con un nivel similar al resto de la citada factoría, por lo que se piensa que la mayor parte de esta área, está levantada sobre la misma, reutilizando, como se verá, gran número de paramentos romanos tanto en los niveles altos como en los bajos, aunque este subsector disponía, como elementos arquitectónicos, tanto de conjuntos industriales, como de almacenaje. Por ello, distinguimos los siguientes subsectores:
1) Zona inferior, cuyo destino muestra indicios de haber estado dedicada a la manufactura de salazones.
2) Zona superior, cuya finalidad da señales de haber estado destinada no sólo a la manufactura sino también al almacenaje, como en otros sectores del área de Poniente.
En cuanto a la distribución de áreas destinadas a uno u otro fin, hay que notar cómo se planteó la estructura del terreno para conseguir un esquema correcto en el montaje de las infraestructuras aquí proyectadas y realizadas.
Por ello, y siguiendo un orden descriptivo y topológico, iniciamos el recorrido arqueológico desde la denominada Puerta de Vélez, hasta la calle Vélez (fot. 1P).
Los paramentos de ambos lados dan señales de su emplazamiento sobre las estructuras murales situadas debajo (muros de parte de la factoría, enterrados), o bien usándose estos citados paramentos en alturas superiores conservadas y recubiertas con mortero moderno, como se verá en muchos espacios de calles actuales.
Penetrando por el punto 1P,1, al fondo de este callejón ciego, obsérvense, sobre el paramento derecho, fuertes muros romanos débilmente revestidos de argamasa moderna, pero que, no por ello, las piedras del opvs incertvm dejan de aflorar (fots. 2P,3,4; 3P,1,2). Encima del alzado romano se observa una superposición de muro relativamente reciente (2P,1, y fuerte revestimiento moderno que impide ver el aparejo externo romano (2P,2). Este detalle externo es indicativo de toda una antigua línea mural, que reflejamos en la planimetría por sectores (cfr. figs. 5 y 27).
Es claro que en 3P,1,2 se ha producido una rotura intencionada de la secuencia mural, con el fin de poder acceder a las dependencias interiores, que eran bastante inaccesibles. El muro, como se observa en 4P,1, cerraba con el otro paramento de la izquierda y continuaba formando parte del alzado interior de división de la manzana de casas de 1P,2 (hoy se encuentra muy alterado y sólo se conservan los cimientos).
En 4P,3 se observa otra interrupción intencionada que probablemente ocuparía el hueco de la calle para constituir una dependencia, como se verá en los interiores que se indica en 4P,4, marcando un acceso artificial a toda una cadena de estructuras con dependencias de diferentes épocas y finalidades. El pavimento de la calle ha sido revestido recientemente con empedrado y hormigón. En las dependencias internas de 4P,4 no se ha detectado pavimento, sino tan sólo las estructuras murales y las dependencias industriales, como los restos de piletas.
Por el punto 5P,2, con paramento romano a lo largo de toda la callejuela, penetramos en toda una secuencia recientemente descubierta, y que corrobora la opinión generalizada sobre las estructuras en terrazas de todo el complejo industrial de Seks.
Las secuencias de paramentos de estructura romana se encuentran alineadas formando áreas rectangulares. La superposición de formas industriales es frecuente. Se puede observar cómo un murete de pileta sale por debajo de un muro romano supuestamente posterior.
El estado de conservación de los restos es algo defectuoso en la superficie exterior de los paramentos. Así, en la zona interior, más profunda de este subsector, se puede contemplar los muros con su revestimiento moderno y algunos espacios reconstruidos (fot. 6P, 1,2,3).
En 6P,2, se puede ver cómo un muro romano posterior, está superpuesto a otro, que presenta una estructura de hormigón similar al usado en los depósitos de agua o piletas de salazón.
En el siguiente espacio alineado, se puede ver igualmente el muro romano revestido y retocado con materiales modernos: muretes romanos de ladrillo (opvs latericivm) y revesti-miento con mortero moderno (fot. 7P).
En línea con lo anterior, nos encontramos la secuencia formada por un grueso murallón, probablemente destinado a muro de contención (fots. 8P; 9P; 10P y fig. 27). Se puede inducir, por la secuencia a lo largo de toda la zona interna de este subsector, que su prolongación llega, por lo menos, hasta la calle Santa Isabel, y tal vez, se extendiera hasta enlazar con muros homólogos de la calle Nueva.
Es bien patente que la composición de este tipo de paramento no es muy corriente en la ciudad, por lo menos en lo que se lleva investigado. Por el momento, no disponemos de otra prueba similar. Las piedras usadas en el aparejo externo llegan a alcanzar más de 0,60 m de largura. En cuanto a su altura, todo parece indicar que los muros romanos de este subsector alcanzan la parte superior de la casa moderna, habiendo sido reutilizados, como se verá más adelante.
En los puntos 10P,1,2, se puede observar un murete de opvs caementicivm saliendo del murallón de piedra pizarrosa, y sobre el que se ha levantado una estructura mural romana. Se piensa que la parte inferior corresponde a una serie de piletas o depósitos de agua por tener revestimiento de opvs signinvm. Pasado este tramo, vuelve a aparecer el murallón a espaldas de otros compartimentos de este mismo espacio interior (fot. 12P,4) que continúa hacia la izquierda de la foto presentada, viéndose en 13P,2.
Los siguientes compartimentos se encuentran divididos por muros de ladrillo grueso que muestran revestimiento moderno (fot. 12P,1,6; 13P,1,4). En algunos momentos se ve el muro romano en estos paramentos, como puede comprobarse en 13P,3. A continuación del espacio descrito antes, vemos otro compartimento dividido por muros transversales romanos, en el que se vuelve a mostrar, de forma algo encubierta, el aparejo externo del gran murallón (fot. 14P,2).En esta misma secuencia se detecta una serie de alzados romanos levantados con ladrillo (opvs testacevm), en cuya técnica constructiva se puede observar el uso alterno de distintos grosores en los mismos, procedimiento usado en otras áreas (cfr. fig. 17). En algunos paramentos el ladrillo aparece homogéneo (fot. 15P,2); en otros, alternado (fot. 16P). El revestimiento moderno es muy frecuente, aunque deja muchos espacios, testigos de la forma antigua (fot. 17P).
Como ya ha quedado dicho, los paramentos han sido usados hasta alturas superiores a los 9 m, como puede comprobarse en 18P; 19P,1,2; 20P,1,2. Constituyen el armazón de esta gran casa que, tiempos atrás sirvió de cuartel militar. Estos muros muestran al exterior, aunque algo retocadas, las piedras del opvs incertvm con que fueron construidos. Las dimensiones registradas alcanzan hasta los 20 m de largo y 9 m de alto; pero se ignora la verdadera dimensión, ya que continuaban por otras viviendas anejas a este subsector.
La foto 20P nos da una idea de la extensión del muro maestro que se detecta, y que es la continuidad del que se ha visto en fotos anteriores, pero paralelo al del aparejo de las piedras grandes (fot. 10P,2).
Continuando la secuencia vial, se ve en 21P la parte externa de la descrita en párrafos anteriores; es decir, que los muros de estas casas se encuentran reutilizando todo un paramento, paralelo al que discurre por dentro. Estas fachadas antiguas han sido muy alteradas. Veinte años atrás podían verse, a través de la cal, las piedras de los paramentos tipo opvs incertvm.
Superada la anterior vía, a través de un paso artificial, nos adentramos en un patio ciego, en el que se aprecia la estructura romana oculta tras el mortero moderno (fot. 22P,1.2).
A través del paramento 22P,2, pasamos a un espacio interior en donde se puede contemplar diferencia de altura en el suelo, debiéndose construir escalones para poder pasar de un tramo a otro. Es probable que constituyeran recintos de naves abovedadas, pero no tenemos indicios. Se observan los muros con el grosor habitual en todo este sector, alcanzando los 0,90 m (fot. 23P,1), y los enrasamientos que se han detectado en otros espacios similares a éstos (fot. 24P,1).
En la foto 24P,2 se observa un lienzo de muro cuya estructura ha sido horadada, dejando ver el opvs testacevm tras el revoque moderno.
Continuando la descripción vial, partimos del punto anterior y nos encontramos con el tramo 25P, en donde se puede ver otro fenómeno de paso artificial.
El tramo 25P,2 constituye una secuencia de muro de gran grosor, que ha sido revestido con argamasa moderna.
En 25P,1 se produce una abertura artificial más evidente que la que confirmamos en la calle. Se trata de un pasillo que da acceso a unas viviendas modernas reutilizando todos los paramentos, al igual que se aprecia en los anteriores dejados atrás, pero con la diferencia de que aquí han sido fuertemente retocados y encalados. El grosor del tramo 26P,1 es de 0,90 m, y las bases de los muros interiores dejan claras señales de la reutilización (fot. 26P,2,3).
Situados de nuevo en la calle Santa Isabel, se observa cómo se produce un fuerte giro en la alineación de la misma, lo que coincide exactamente con la anchura normal de los espacios que se viene analizando. Por ello se piensa que ha sido roto el sistema, con el fin de intercomunicar las diversas zonas que aquí se encuentran, condicionadas por la orografía propia del suelo urbano antiguo. Este hecho es mucho más palpable en las áreas superiores del conjunto arquitectónico (fig. 12).
Así, pues, en 27P,1,2,3, hay tres tramos consecutivos, que son los puntos de enlace de las secuencias que se ha descrito en 18P, 19P y 20P. Los módulos de anchura y los muros que las dividen se corresponden en medidas con los anteriores. Así, en 28P,1 se observa un paramento que tiene una altura aproximada de 5 m, dejando ver indicios de opvs incertvm.
En 28P,2 se detecta uno de los muros divisorios de las edificaciones colindantes que antes se han descrito.
En 29P,2 se puede observar el otro paramento de similares características.
En 31P,3, hay otro paso de los que llamamos artificiales, por ser causados por la destrucción de estructuras romanas.
En recientes obras de albañilería se pudo comprobar, en la apertura de cimientos, la presencia de materiales romanos como base de todas estas edificaciones.
En 31P,1 hay otro alzado que, en su base, acusa la presencia de opvs incertvm en el aparejo. En esta fotografía retrospectiva del mismo tramo, hecha desde otro ángulo, se puede observar lo antes dicho: 32P,1, paso artificial hacia la calle superior; 32P,2, podivm artificial para acceder a los espacios de la izquierda; 32P,3, paramento antiguo con huecos probablemente destinados a naves. En el exterior se detecta el revestimiento moderno de los alzados romanos.
En la foto 34P, se tiene un ejemplo más de la existencia de paramentos romanos. El punto 34P,1 se corresponde, en paralelo, con el 29P,2, formando el espacio que hoy ocupa la casa que se ve. Debajo de toda la secuencia que se puede contemplar en esta calle, se encuentran los gruesos muros, que se han venido estudiando desde el comienzo de este sector (fots. 5P a 20P).
Continuando la línea 32P,1, paso artificial, nos encontramos con la calle y fachada indicada en 35P,4. En primer lugar es necesario comentar el estado del pavimento de la misma, en donde se aprecia de inmediato la presencia de suelo rocoso, con un ligero revoque moderno de hormigón.
La línea 35P,4 enlaza con la que conectaremos en el sector K, en la que se tiene evidenciada la cimentación y parte del alzado, con reutilización de muro romano en todo el trayecto (fots. 49K; 54K; fig.17). Probablemente en el interior de toda esta secuencia, prolongación de todo el sector K, las dependencias antiguas romanas hayan sido reutilizadas y transformadas, como en otros muchos parajes de este gran sector de Poniente (cfr. fig. 16).
En el espacio 35P,1, no hace mucho tiempo, se han realizado obras de remodelación, y han sido destruidos algunos de los muros interiores, ya que en los escombros se han detectado los componentes base del opvs incertvm. Esto se ha localizado en la parte final del paramento 36P que, como se ve, hasta ha cambiado el aspecto de la calle, con un nuevo revestimiento de piedra y cemento.
En la calle Martínez Rodas, justo en el punto 37P,2, se indica la existencia de un subsector que ha sido dividido de forma artificial, quedando encubierto por el aspecto rectilíneo que nos muestra el trazado de la calle. En el punto 37P,2 debe efectuarse la unión de un gran muro de contención, similar a los ya descritos en otros apartados de esta demarcación urbana. La línea 37P,1 es moderna, y sólo encubre los paramentos que se encuentran en sus interiores, a lo largo de todo este trazado de viviendas modernas. La diferencia de nivel entre la parte superior del punto 37P y el bajo, es de 9 m aproximadamente.
Casi enfrente de la anterior pendiente, nos encontramos con el punto 38P, 2, que ocupa el espacio de una antigua Ermita, que ha sido convertida en vivienda moderna. Sus cimientos nos van a confirmar, una vez más, el hecho de que la estructura superior de las casas se monta sobre muros romanos situados exactamente debajo, constituyendo aquí los verdaderos cimientos de toda una manzana de casas. Incluso los paramentos exteriores han sido transformados con revoque moderno, dándoles aspecto de construcción de nueva planta.
En el sector K, en la parte que se corresponde con ese mismo nivel, se puede comprobar que esa táctica se cumple a la perfección (fots. 5K a 8K; fig. 17).
En 39P se puede ver la existencia del muro, formando parte de los cimientos de la casa, pero no en la correspondiente a la Ermita, sino a la situada enfrente. En 40P se observa mejor la composición del alzado de opvs incertvm.
En la foto 41P se ve el nivel de la calle y el muro romano debajo.
En la 42P, en perspectiva, se ve la línea del alzado actual de la Ermita y, en 43P,2, la precisa situación del muro romano debajo y su alineación justa. El punto que se nos indica en 43P marca, de forma precisa, el tramo que ocupa el muro romano observado, y que se alinea con la señalización dada en 38P,3, de tal forma que constituye un muro de cierre del pasillo, establecido entre la ermita y la casa de enfrente; por lo que se piensa que tal paso es artificial.
Como todo el espacio de la calle Nueva se encuentra al mismo nivel aproximadamente que la factoría de salazones del Majuelo, se puede afirmar como tesis, que la estructura moderna, que se presenta en la panorámica 44P, se encuentra montada sobre las formas arquitectónicas similares a las de la factoría de salazones, siendo la alineación de la calle la que ha trazado las formas existentes bajo la misma, o lo que es igual, las edificaciones superficiales muestran, tal vez, las líneas maestras de las formas existentes debajo. Como prueba de ello nos remitimos a los descubrimientos hechos a raíz de las reposiciones de alcantarillado, cuya operación ha dejado al descubierto muros romanos en todos los puntos donde se ha perforado verticalmente. En el punto 44P,1, nos introducimos en los patios interiores de esta alineación, y nos encontramos con los muros maestros de todos los edificios que empiezan a descolgarse del nivel marcado por el Majuelo. Así, el primer patio (fot. 45P) nos muestra parte de un paramento que discurre paralelo a otro interior y al de la calle. En este mismo sentido y pasando al interior, encontramos en 46P un muro de fuerte grosor, pero que discurre en sentido vertical hacia la calle, probablemente formando un muro divisorio de los compartimentos que aquí hayan existido antes de la reutilización. Este mismo muro va a morir, remontándose, en otro superior, del que ya se ha dado noticia antes (fot. 37P,2).
El punto 47P, en consonancia con los niveles antes descritos, nos indica los siguientes datos: 47P,1, muro de fondo paralelo a las calles superior e inferior, grueso y de fuerte contención, probablemente destinado a contrafuerte, para separar los grandes desniveles; el punto 46P,2 nos señala el cierre del muro procedente de la parte inferior de este recinto (45P); y el punto 46P,3, muro romano con fuerte revestimiento de argamasa moderna y encalado. Aparte, obsérvese la escalinata, ya que es testigo del gran desnivel que se produce, por la forma del terreno, en todo el subsector. El segundo patio inspeccionado se encuentra muy próximo al anterior y casi en la misma línea. Sus muros maestros son los mismos, aunque las reutilizaciones diferentes.
En 47P se pueden observar los restos, sobre las paredes, de muro antiguo que ha sido abierto artificialmente para dar acceso a la zona interior. En 47P,2 se detecta que el pavimento del suelo es muy rudimentario. Si nos adentramos más, nos encontramos con uno de los típicos pasillos ciegos, donde se puede ver, en 49P,1, muro de fondo, no en línea con el que se ha indicado en 47P,1, sino con el 45P. Su grosor puede inducirse de la función que se piensa tiene: muro de contención.
El punto 49P,2 nos muestra en su interior un compartimento con muros romanos que se han podido fotografiar.
En el punto 50P se puede contemplar, en un espacio contiguo a 49P,1, la existencia del aparejo romano, tipo opvs incertvm, algo deformado por el deterioro que haya sufrido con el paso del tiempo.
Existen algunos patios en los que podríamos haber dado más argumentos de tipo estructural, pero no se nos ha facilitado el acceso, ni la fotografía. Por ello retornamos a la línea de calle, y se indica que el paramento, presentado por la misma en 50P,1, se encuentra montado sobre muro romano, y parte del alzado, en su espacio interior, es una reutilización.
En la línea 51P,2 aparece una secuencia bastante deteriorada. En su interior se puede observar la existencia de paramento romano bien definido, como los que se indican en 52P,1, que es un muro alineado con el de la calle e interior.
El punto 52P,2 nos da una reutilización de una columna romana, algo alterada. El 52P,3, señala muro con paramento de opvs testacevm. Su base, según se puede observar en 54P,1, es de piedra; su alzado muestra indicios de haber sido estructura arqueada. Su alineación es paralela a las calles anterior y posterior.
Saliendo a la calzada del callejón del Silencio, hay otro paramento vial con reutilización de estructura romana, prolongación de la forma que se encuentra al fondo de la imagen (comienzo de la factoría de salazones del Majuelo).
Los puntos 56P y 57P nos muestran edificaciones de alzado moderno, sobre el emplazamiento de las estructuras de la factoría citada. Por lo que se piensa que, en su mayor parte, no son más que el aprovechamiento de las formas romanas conservadas, por ser edificaciones con alzados, superiores a los que hoy se ven en la parte excavada de la factoría.
En sentido paralelo al anterior, pero en posición más avanzada hacia la Puerta de Vélez, nos encontramos con una secuencia de restos de muralla, que han sido reutilizados modernamente por levantar, a espaldas de la misma, toda una secuencia de casas modernas que, con toda seguridad, tienen en su base las líneas de edificaciones romanas. Así, en el punto 58P, comenzamos a observar parte de muralla romano medieval sobre la que se monta el alzado moderno.
El punto 59P indica otro tramo de la misma, al igual que en 60P.
En el 61P se señala: paramento de ladrillo con revestimiento moderno (fot. 61P,1) y un arco de medio punto semienterrado, que ha podido ser uno de los tradicionales pasos entre murallas, pero queda la duda (fot. 61P,2). Esta estructura no es de sorprender en absoluto, ya que se encuentra muy cerca de la llamada Puerta de Vélez, y sabemos que las construcciones de este tipo de acceso podían usar tanto la piedra como el ladrillo.
La fotografía 62P muestra una estructura de obra romana que indica ser el final de las estructuras que se extienden desde el Majuelo hasta este espacio. A partir de este lugar, en las siguientes excavaciones, que se han practicado con motivo de nuevas construcciones, no ha aparecido ningún resto de material, ni moderno ni antiguo; todo era limo del arrastre del río.
Conclusión del sector P
Los elementos arquitectónicos aquí analizados marcan cierta diferencia con el resto de los sectores ya vistos.
Lo más relevante ha sido el sistema de murallones de contención, o sistema usado para el aterrazamiento de los espacios con fuertes desniveles. Se ve, con cierto detalle, que las estructuras, en general, se repiten, pero hay, sin embargo, un subsector que aporta algo nuevo: la secuencia, relativa, de una cronología. Ello ha quedado patente en el murallón de contención formado con gruesas piedras sin tallar; y por otro lado, fenómeno poco común en todos los sectores que se han analizado. Pero, insistimos, la superposición de tres diferentes estructuras y tipos constructivos nos han llevado a establecer una clara diferencia de época de construcción, a la vez que su distinta finalidad. Ello ha quedado bien clarificado.
Por ahora, esto no se ha podido distinguir con toda certeza en ningún sector, salvo la propia factoría del Majuelo. Por otro lado, ha sido también el sector que ha dado las pruebas evidentes de que la mayor parte de todos los paramentos del área de Poniente se encuentran o bien reutilizando paramentos desde la propia superficie, o bien sus cimientos son la continuación de su alzado superior. Como tercer dato, los muros de aterrazamiento son las líneas maestras que dividen los amplios sectores de una zona que ha sido, en líneas generales, fuertemente alterada por las reutilizaciones modernas. Pero, en resumidas cuentas, los elementos arquitectónicos son los mismos, en general, que se vienen registrando en el casco urbano: muros de contención para aterrazamientos, piletas o restos de las mismas, indicios de depósitos de agua y espacios destinados al almacenaje, en la forma común de naves abovedadas, aunque en este sector se encuentren enrasadas y con elementos modernos superpuestos.
SECTOR Q
Constituye uno de los espacios urbanos actuales en el que se ha detectado escaso número de datos arqueológicos sobre las posibles estructuras romanas que tratamos de identificar.
Iniciamos el análisis descriptivo a partir de la entrada de la Puerta de Vélez. Por un lado nos presenta la secuencia del sistema de muralla procedente del sector Y, que se cierra en el punto 1Q,3. Como nota adicional, se puede decir que, en este preciso punto, se tiene el final de los elementos estructurales pertenecientes a la factoría de salazones del Majuelo, cuyo límite precisamente se ha detectado a izquierda de la imagen que ofrecemos en 1Q. Detallando un poco más la información que se debe dar al respecto, sobre todo en lo referente a elementos romanos en este sector, hay que decir que son realmente escasos, aunque se piensa que se debe a las fuertes modificaciones que ha introducido el urbanismo moderno en estas áreas.
El marco que constituyó la entrada de la ciudad medieval, por la zona de Poniente, se indica en el punto 2Q, señalando el espacio donde debió existir una entrada, ya que se trata del punto donde se tiene detectada la muralla de circunvalación de la ciudad, y las dos calles que parten de él tienen como topónimo precisamente tal nombre. Se piensa que en la parte frontal de la imagen que ofrecemos, en el interior de las casas modernas, deben existir conexiones de estructuras relacionadas con el sector P (fig. 27), ya que los grandes muros detectados en el inicio de este sector, por la calle Vélez, tienen su continuidad por la parte superior de estas viviendas, formando un muro de contención, pero que no se han podido tomar datos debido a las fuertes alteraciones internas de todas estas casas.
En la imagen que se muestra en 3Q, se tienen los restos de muros romanos recientemente aparecidos, donde se puede ver el alzado de ellos, de forma que constituyen un emparedado que pudo ser un pasillo interior de esta forma de muralla. Su profundidad no es muy marcada, y su separación aproximada es de 1,30 m. Como se observa, este tipo de muralla ha sido destruido con motivo del rebaje de una nueva vivienda. No se ha respetado la estructura antigua y ha quedado en muy mal estado por las reducidas proporciones que le han dejado.
En la fotografía 4Q se muestra con mayor detalle el muro izquierdo de la doble muralla.
La imagen 5Q muestra el fondo, que se formaba al final de esta calle, en dirección a la zona de los muros aparecidos en el solar del desaparecido cine Galiardo. El escaso material y lo maltrecho que ha quedado, no nos han podido mostrar, de forma clara, la secuencia final de este tramo de la muralla romana.
La fotografía 6Q es una imagen de este tramo final, donde aparecen unos restos que indican una secuencia lateral hacia izquierda y derecha, pero que no se ha excavado para poderlo comprobar con precisión.
La imagen 7Q, en el punto 7Q,3, nos marca aproximadamente la zona donde se podría haber encontrado la puerta occidental romana del conjunto antiguo, o la posteriormente llamada Puerta de Vélez. El espacio 7Q,1 indica, casi con precisión, el muro de las casas modernas montado sobre el viejo muro romano.
Por el punto que se indica en 8Q,3, pasamos a una calle cuya originalidad desconocemos, pero que es una de las que comienzan a dar cierta información sobre los niveles usados en su planteamiento urbano: las zonas bajas comienzan a aparecer, tal como se puede observar en los puntos que se indican al respecto (fot. 8Q,2). Los paramentos situados a la izquierda de la imagen son de los que han sufrido también fuertes alteraciones, que se verán en otro sector. En la parte superior de la imagen anterior, y girando a izquierda, podemos observar algunos datos de interés, dentro de la escasez que caracteriza a este sector. Así, se observan en 10Q unos paramentos antiguos, que son probables reutilizaciones romanas conectadas con las estructuras situadas al final de la parte izquierda de esta calle.
El remozamiento de las fachadas en algunos alzados de las casas evita la identificación, como ocurre en 11Q, donde se piensa que, en el punto 11Q,2, se ha creado un paso artificial, si se observan las alineaciones de las fachadas.
En el punto 11Q,1, se puede ver la existencia de paramentos interiores con formas antiguas, pero, en los que, además, habría que comprobar, con la experimentación directa, la existencia de aparejo romano. Tal como se indica en el punto 11Q,1, se puede observar, en el interior de la estancia, que está bajo el nivel de la calle, la existencia de un aparejo antiguo en los muros interiores y que son precisamente de tierra prensada.
El punto 12Q,2 deja señales para ver que se trata de un paramento con aparejo romano, algo revestido de revoque moderno. Pero, el hecho de que se produzcan bufados en las paredes, en este tipo de construcciones, se debe fundamentalmente a la existencia de un aparejo muy resistente detrás que, por no tener la suficiente porosidad, provoca la caída de los materiales con que se revoca.
A lo largo de la calle Orobia no se ha detectado indicio alguno digno de comentario, aunque se ha intentado penetrar en los interiores abiertos, para tratar de seguir las líneas que se consideran deben existir como elementos dirigentes y constitutivos de todas las secuencias que se encuentran dentro de estos sectores.
En el tramo de la calle Antigua, que entra en el esquema del sector, hay que señalar que, a media calle, sobre el punto 13Q,2 y frente a él, se encuentra una nave abovedada bien conservada, que nos hace suponer que, a través de toda la secuencia alineada, como se ha dicho, debe haber existido una prolongación de este tipo de construcción. Si medimos los espacios, efectivamente coinciden.
Sobre el punto 13Q,1 ha existido una ermita, citada ya en la introducción de este trabajo, y en la que pudieron comprobar no sólo la existencia de dos niveles sobre el suelo, sino también la aparición de abundante material cerámico muy variado, pero básicamente romano. Justo por encima de este viejo subsector, hay una casa cuyas medidas de fachada coinciden con los tipos que se viene registrando para naves, y de los que se pueden ver algunos bajo el nivel del suelo, a lo largo de este tramo de calle.
Conclusión del sector Q
La única parte de este sector que nos ha presentado, con más claridad, algún dato preciso sobre la existencia de elementos romanos, ha sido precisamente el tramo central de la calle Antigua, donde se han detectado los espacios y estructuras internas que se corresponden con los módulos generales de las naves, de las que se tiene un ejemplo, aunque situado enfrente de esta fachada; pero no se olvide que el paso de la calle Antigua es también artificial, dados los componentes que se han localizado sobre la misma. También es de notar la aparición reciente de restos de la antigua muralla romana al fondo de la calle Vélez, como se ha demostrado con las fotos aportadas.
En resumen, se puede afirmar que los datos son muy escasos y poco coherentes para poder establecer un criterio funcional unitario, aunque tengamos algunos vestigios como pruebas sobre la identidad antigua de este sector, cosa que se debe dejar como hipótesis lógica de trabajo.
SECTOR R
El estudio de este sector es un tanto complejo por lo heterogéneo de los trazados urbanos que comprende. Tengamos en cuenta que se comienza el trabajo en el inicio de la calle Antigua, y a través de todo el espacio o manzana urbana situada a su izquierda, hasta llegar a la calle Carmen Baja, en su primera parte, y se continúa por la zona alta de la calle San Joaquín, hasta enlazar de nuevo con el punto de partida o calle Antigua.
En este sector se dan múltiples manifestaciones de estructuras. Nos encontramos con algún habitáculo, tipo nave, indicios de otras que han sido transformadas o reutilizadas enrasándolas, grandes muros divisorios o elementos de contención, como se verán, pero ningún resto de pileta de salazón, aunque sí toda una infraestructura de conducción de agua por medio de un sistema de nave, de escasas proporciones, pero lo suficientemente grande como para que discurra por ella toda una red de tuberías del tipo que fueren.
Hasta ahora, en este mismo sistema de conducción se ha detectado una derivación con dos tuberías de cerámica que parten en dirección suroeste, y que constituyen el único testigo donde se han podido encontrar manifestaciones de entubamiento para la canalización del agua.
Como es natural, y participando de todo el esquema que regula la utilización general de todas las áreas de la ciudad, desde el punto de vista moderno, no romano, la estructura básica del sistema de aterrazamiento se mantiene, indicada en la serie de muros contrafuertes que iremos describiendo en sus correspondientes contextos, y analizando los cortes que provocará la reestructuración que va a sufrir todo este conjunto, desde la llegada del elemento musulmán, fenómeno que no cesará ni en nuestros días.
Una vez hecho este preámbulo, iniciamos el recorrido de las estructuras, según el orden indicado.
Al inicio de la calle Antigua, a unos 20 m de su comienzo, encontramos una estancia en la que aparecen las estructuras romanas (fot. 1R), a izquierda de la cuesta, según se sube. El aparejo se deja ver apenas se descarna la pared. Todo este espacio está compuesto por una nave con elementos adicionales, como derivaciones o indicadores de que hay continuidad de los componentes básicos.
Los aparejos se dejan ver con cierta facilidad (fot. 2R). Encima de estas estructuras se observa la construcción, ya moderna, a base de ladrillo. El muro se eleva hasta los 3,20 m en su exterior. La parte de entrada se sitúa en el extremo interno de la estancia. Se trata, como casi siempre, de una puerta artificial (fot. 3R,1). Pero, como se ha dicho antes, el paramento se prolonga exteriormente algo más de lo que constituye la propia nave (fot. 4R).
Los puntos extremos de ésta se pueden observar en las fotos 6R y 7R. Al fondo de este último detalle se puede ver una especie de poyete y dos sobremuros, que se utilizan como elementos de refuerzo en los puntos levantados sobre el citado poyo, dejando un espacio del muro de fondo de la nave al descubierto (fot. 8R).
Tal como se ha indicado antes, aquí se dan otros componentes, como puede verse en la fotografía 9R, donde comprobamos la existencia de un muro romano levantado según la técnica del opvs testacevm. Ignoramos si esta estructura se alterna con el opvs incertvm, que es el dominante en los paramentos de esta nave. Las medidas de ella, que se encuentra situada de forma perpendicular a la calle, según la práctica del aterrazamiento, son las siguientes: anchura, 2,80 m; altura, 2,30 m; largura, 10 m, y grosor del muro, 0,90 m.
Una vez superada la cuesta en su primer cruce o encrucijada, a izquierda, nos encontramos la calle Escamado, en donde se puede contemplar la existencia de un edificio del siglo XVII y en cuyo interior se han hecho catas de urgencia para analizar el substrato arqueológico, detectándose cerámicas de variadas culturas (fot. 10R). En el fondo de su alzado general, se han localizado muros romanos, y uno de los considerados como de aterrazamiento, con restos de un torreón, que reflejamos en planimetría, siendo reutilizado por los repobladores como fosa séptica y que, con motivo del remozamiento del edificio, ha sido destruido hasta hacerlo totalmente desaparecer.
Frente a esta edificación, se tienen unas estructuras que fueron dependencias auxiliares del citado Palacete. Tales dependencias se levantaron sobre formas preexistentes, que se encuentran relacionadas con la nave antes vista (fot. 11R) y que están en línea con ella. La utilización de podivm de acceso a estas viviendas está justificada por no tener relación estructural su paramento con los componentes de la calle Escamado. Es, efectivamente, un alzado cuya base radica en los componentes estructurales que se hallan debajo, y dando sobre la Plaza del Ayuntamiento. Es preciso añadir aquí el nuevo descubrimiento de una nave abovedada situada detrás y encima de las conducciones de agua, que se han localizado sobre la citada Plaza. En efecto, el muro que da sujeción a toda la calle Escamado, pertenece a una serie de naves de cierta consideración, que ha existido a lo largo de ella, y de la que forma parte el hallazgo recientemente localizado.
Así que esta es la razón que justifica todo el paramento de la citada calle. Por tanto, no existía acceso a las alturas que pudieran crearse sobre esa base de naves, por lo que hubo necesidad de respetar su forma, de manera que los modernos continuaron manteniendo su existencia para una función muy similar, por no decir idéntica, a la de los criptopórticos romanos: sujetar y ser almacén de la moderna casa sobre la gran nave levantada en su parte inferior. Las fotografías de detalle se aportarán en un elenco aparte. Actualmente la bóveda se encuentra revestida con materiales modernos, pero las fotos de detalle demostrarán su antigua composición interna, muy similar a la del sector K.
La parte externa o calle Escamado muestra indicios de que el paramento es romano (fots. 12R; 13R).
Una vez vista esta parte, situados de nuevo sobre la Cuesta del Castillo y, en su primera encrucijada, según se sube, a izquierda, encontramos un espacio cerrado formado por unas estructuras, de las que tan sólo se puede disponer de un análisis de los elementos que componen su fachada. Así, en la foto 14R se puede ver una secuencia, debidamente caracterizada, de paramentos que muestran claras señales de una fuerte reutilización.
En la foto 15R se ven los restos de muros adosados y, en algunos momentos, el uso de un pequeño realce, en el suelo, para poder acceder a las viviendas. En una foto de detalle del alzado, se observa cómo se deja ver el aparejo al exterior (fot. 16R).En toda la secuencia del alzado, que se considera más caracterizado, se pueden observar todos los componentes que entran dentro de los esquemas tradicionales en este análisis (fots. 17R; 18R; 19R), perfilándose, de forma reiterada, el dibujo de los tipos comunes en estas construcciones.
Para dar un poco de consistencia a uno de los paramentos de este espacio, se ve cómo se ha conservado un tramo del alzado descendente, con el fin de sujetar el empuje de todo el lienzo de muro ascendente (fots. 20R; 21R). El grosor de tal resto de muro es de 1,40 m. A lo largo de él se observan continuamente, según se desciende, los restos de piedras que atestiguan la presencia de muros romanos.
Los continuos podia se han levantado en esta calle para poder aprovechar los emplazamientos de los sistemas de naves que, en vez de situarse de forma que sigan la pendiente, lo hacen en sentido horizontal, según se establece en los sistemas de aterrazamiento: se levantan o excavan pequeñas superficies, o bien se rellena el terreno con un muro soporte, antes de colocar una nave u otro elemento de construcción siguiendo la pendiente, lo que sería todo un desatino arquitectónico: es mejor dar terreno al terreno que quitárselo, ya que esto conlleva una deformación del mismo que, con el paso del tiempo, se vuelve contra la construcción sobre él levantada.
Por tal razón se cree que en tal cuesta, que se ve en la foto 21R, hay un total de siete formas artificiales de escalonamiento del terreno, con el fin de situar bien, de forma coherente y ordenada, todos los sistemas arquitectónicos que se pretenden levantar sobre la roca de Seks.
En la foto 22R se pueden contemplar detalles tanto de una manifestación como de otra, es decir, existencia de muros de aterrazamiento en los interiores de las casas, como paramentos destinados a naves, a lo largo de toda la Cuesta (fots. 23R; 24R). Sobre la misma Cuesta y en su parte izquierda, se observa un nuevo espacio similar al que se ha visto un poco más abajo. Se trata de un tramo con casi las mismas características. Todos los paramentos que se observan, tanto a un lado como a otro y el del fondo (fot. 25R), son romanos, aunque se muestran algo retocados.
En el punto 25R,6, se tiene comprobada la existencia de un espacio de nave reutilizada, en cuyas paredes se observa el aparejo común a todas las estructuras, además del enrasamiento de la bóveda mediante un falso techo de madera que la encubre.
Seguimos hacia arriba y se ve una nueva secuencia de muros que, en parte, son romanos y, en parte, cierres modernos que se alinean para dar homogeneidad a todo el conjunto. Así, en el punto 28R vuelve a producirse una fuerte pendiente, que es salvada mediante la construcción de un muro corto, pero fuerte, aprovechando uno de los tramos de aterrazamiento proveniente de la calle, que en la imagen se ve de frente. Una vez sobre esa calle, aparecen de nuevo las formas que nos atestiguan la presencia de sistemas de naves, que siguen el mismo sentido de la calle, es decir, el horizontal, no el vertical.
En la foto 29R, se muestra el acceso cuya estructura interna se nos presenta al contrario de lo que es normal: la nave o espacio que de ella queda, se sitúa vertical sobre el paramento de fondo. El aparejo de los muros puede ser identificado con cierta claridad, sobre todo al pie de muro (fot. 30R). Al lado de este espacio se ha podido descubrir otro en el que, además, se puede ver la utilización de revoque como elemento impermeabilizante, sobre una estructura de opvs incertvm (fot. 31R).
Como prueba de la existencia de un muro contrafuerte al fondo de estas dos estructuras, podemos ver, encima de los dos citados espacios, cómo se eleva un muro detrás, que tiene todos los indicios de ser romano, con la función clara de serlo y estar destinado a sujetar todas las estructuras que se montan detrás (fot. 32R,1).
Se continúa por esta calle, que se considera artificial, como todas las que se van a ver (fots. 33R; 34R).
A lo largo de sus paramentos se pueden ver las reutilizaciones y los revestimientos en el punto 34R,2. En el extremo más cercano de la imagen se puede ver un espacio interior de una casa, en el que se dibujan perfectamente los paramentos romanos, tanto de cierre como de fondo (fot. 35R,1,3). Las alturas de estos paramentos se sitúan dentro de los módulos normales en todo este tipo de edificaciones.
El ensanche, que se puede ver en la imagen 36R, es totalmente artificial. En él se observa una serie de irregularidades motivadas por elementos romanos reutilizados dentro de la lógica de un aprovechamiento racional, en lo que las estructuras existentes permiten. Así, en 36R,1, se puede ver una de las calles que se han abierto con el único fin de hacer paso hacia las dependencias que se encuentran en ese subsector.
Desde otro ángulo se ve la misma perspectiva (fot. 37R), en la que se tiene (37R,2) entrada a un pasillo cerrado, (37R,3), existencia de un sótano, que fue un espacio probablemente destinado a nave. Así, en la fotografía 38R se presenta el tramo antes indicado como pasillo artificial cerrado, para dar entrada a las dependencias romanas que hay en su interior, a ambos lados de los paramentos que se pueden observar (fot. 38R). Los muros que se ven son romanos, y hacia la mitad de este tramo, se produce un corte motivado por el cambio en la dirección de las estructuras murales, dando a entender que la línea de elementos paralelos se rompe. Los escalones que se observan probablemente coinciden con los cortes producidos sobre los paramentos que atravesaban la calle. El muro de fondo casi deslinda una plataforma superior que se verá a continuación. Tal muro es romano. Sobre la parte izquierda se ve el uso de escalera por haber rellenado el espacio interior de una nave, cuyo suelo no tenía pavimento (fot. 39R). Sobre la misma calle se ven los restos de paramentos con piedras bien indicadas en su aparejo (fot. 40R).
Una vez salidos de esta cerrada área, situados de nuevo sobre la calle, se ven alineaciones de muros viejos con su paramento reutilizado (fot. 41R), y cómo se nota el corte producido en una estructura que debería cerrarse con todo su volumen en la fachada de enfrente (fot. 42R), al igual que los pasos artificiales que se indica en 42R,1,2. En el paramento del primer plano, que se destaca sobre el resto, se puede ver el aparejo de opvs incertvm.
En las fotos 43R y 44R se observa una casi perfecta alineación, en cuyas paredes exteriores se puede ver el aparejo en algunos puntos.
Situados en una calle, o mejor, paso cerrado casi paralelo al anterior en su primera parte, donde se encuentran las naves enrasadas, se observan los restos de la probable muralla, que se halla bajo la estructura de la Cueva de Siete Palacios. Por el punto que precede o calle artificial sobre la Cuesta del Castillo, el murallón fue roto para poder acceder a la parte superior. Pero este fue hecho para poder pasar a las dependencias que se encuentran en el interior de los espacios que se continúan.
En la foto 45R se tiene el citado paso, en el que tanto a derecha como a izquierda, en las estructuras que se ven aún en pie, se observan los indicios de los paramentos con aparejo romano. El tramo que se ve un poco realzado sobre el suelo, probablemente sea el punto bajo que se conserva de la muralla que pasaba por aquí. Es de interés ver cómo, a lo largo de todo este pasillo, no hay resquicio que muestre una huella de aparejo romano. Penetrando por esta extraña calle, se ven los restos antedichos en todos los paramentos, y cómo han sido rotos para poder hacer accesibles estas dependencias, hasta el punto de que nos es casi imposible recomponer la antigua forma que todo esto tenía (fot. 46R). Sobre la parte izquierda se ven restos de los paramentos, que han sufrido fuertes modificaciones en su aspecto externo, pero dentro conservan su aparejo romano, como se puede ver en 47R,1,2, que, con más detalle, precisamos en la foto 48R, donde se ve el hormigón romano y el opvs incertvm, muy deteriorado, encima de él. Y observando con detalle en el muro de enfrente, vamos a ver la extraña forma que ofrece el aparejo exterior. Probablemente se trata de un estrechamiento artificial de los muros para poder facilitar, como ya se ha dicho, el paso (fot. 49R). En este mismo espacio se tiene ocasión de comprobar que, sobre el suelo, se observan señales claras de haber destruido dos muros, uno de cierre y otro, adosado al 49R,2,3. Ahora bien, las señales más evidentes de una rotura de paramento por motivo de espacio, se perfilan en 50R, donde la piedra de aparejo que se deja ver, es muy desigual, mostrando indicios de la composición interna del muro (fot. 50R,2).
De la misma manera puede indicarse, sobre el suelo, el volumen de estructura mural que ha sido destruida, y que da muestras de haber sido un muro adosado, que cerraba todo este espacio que ahora se ve abierto.
En la foto 51R, se muestra la base de muro, que da señales de que haya podido sufrir el mismo fenómeno de disminución de su volumen. Al llegar al fondo de este pasillo ciego, encontramos los muros de cierre romanos, que pueden constituir el espacio muerto que se viene observando a lo largo de muchas estructuras de secuencias de naves (fot. 52R).
De nuevo sobre el final de la Cuesta del Castillo, se observan algunos detalles sobre el paramento del muro que da a la calle, en el que se pueden ver los restos de paramento indicados sobre la misma pared, aparentemente moderna (fots. 53R; 54R; 55R); manifestación de un aparejo de opvs incertvm, por la aparición de la piedra sobre la superficie, con una ligera capa de cal sobre otra de revoque moderno que se ha desprendido. Al fondo de la imagen (fot. 54R,1) se puede ver el alzado de un elemento perteneciente a la estructura de los sectores L y M respectivamente, ya que es el lugar en que ambos sectores se encuentran. Al girar, en la subida de la Cuesta, se puede ver toda la secuencia que es apoyada por los muros maestros, marcados detrás de todo el paramento posterior. Los indicios de naves en esta parte, se señalan a lo largo de él (fot. 56R). Así, todas las estructuras que se observan bajo el nivel de la calle, tienen algo que ver con esto (fot. 57R,3). En fotos retrospectivas, se han mostrado ya, a propósito del sector M, los restos de los muros que han sido rotos en épocas pasadas, y que nos marcaban con claridad sus propios indicios, así como los puntos de enlace con el resto de los componentes. Se produce un nuevo giro, marcado por la línea moderna de calle, y encontramos toda una secuencia de muros de paramento romano remozado, en parte, y modificado según las necesidades de la propia calle e, incluso, dependencias interiores de los mismos, en las que se ven las secuencias internas de los muros romanos y su alineación (fots. 58R; 59R; 60R). En algunos momentos se pueden ver, como en otros, los indicios de la técnica romana sobre el paramento de la calle. Obsérvese, en este caso, la foto 60R. En el interior del edificio, que se encuentra a continuación del que se ha mostrado en 59R, al ver sus estructuras internas, se ha podido comprobar cómo se enlazan los muros que se ven sobre la calle, con los que se encuentran en el interior (fots. 61R; 62R; 63R). Todos ellos siguen la forma que se ha marcado sobre la planimetría de este lugar. Son muros de piedra vista, algo retocados por el remozamiento moderno, pero que guardan las características generales de lo que son.
Una vez situados sobre la Plaza del Ayuntamiento, nos encontramos con un edificio de finales del siglo XIX y comienzos del XX, en cuyo patio interior se va a tener ocasión de ver la estructura de una conducción de agua a través de una pequeña nave que, según su trazado, irá asumiendo derivaciones de otros sistemas, a lo largo de su recorrido (fot. 64R). Una vez situados en el patio interior, según se entra, a izquierda y a la altura del centro, por una pequeña puerta situada casi debajo de las escaleras de la casa, se puede ver una secuencia de escalones, considerados medievales, que tan sólo han servido para interrumpir el recorrido de este sistema de conducción. Estamos convencidos de que este pasillo ha servido en alguna ocasión como elemento de la propia casa para caso de posible emergencia o función por nosotros imprevista; y no hay duda de que ha sido alterado en su sistema de comunicación con otros sectores. Es posible que aquí existiera un depósito de agua, porque se ha detectado elemento impermeabilizante sobre el punto 65R,2, pero esto no obvia el que haya una justificación para que se encuentre cerrado en uno de los puntos que se considera como área de prolongación, sobre todo si se tiene en cuenta el descubrimiento reciente de naves romanas, con unas proporciones mayores a las hasta ahora halladas en todo el conjunto, aunque se encuentran retocadas.
A lo largo de esta escalinata, descendemos y pasamos a la estructura interior (fot. 66R), formada por una nave de 0,75 m de altura y 0,60 m de anchura; siendo su longitud imprevisible, aunque se considera que su extensión se aproxima tan sólo a la distancia que guarda con el depósito terminal, situado sobre el emplazamiento actual de la Iglesia parroquial.
Una vez en el interior de esta entrada, se puede observar su composición, con un sistema de encofrado de ladrillo sobre muro romano de opvs incertvm en su parte inferior (fot. 67R). El revoque, que se observa sobre los ladrillos, responde al sistema de encofrado que se ha usado, de forma que el cemento utilizado se ha salido fuera del espacio de los mismos, hasta dar la sensación de que sea un añadido posterior. No es así, sino que tal revoque o, mejor, el caementvm utilizado en el encofrado revoca dando esa sensación de recubrimiento. Este mismo fenómeno es observable también en el encofrado de los sistemas de naves en general. El opvs incertvm y el opvs caementicivm se mezclan a través del tiempo, ya que se observa que, en algunos tramos, se diferencian, y en otros, se superponen; por lo que no podemos hablar claramente sobre una técnica latericia pura, o incertvm puro. Por ello estamos convencidos de que este sistema de conducción ha sufrido cambios en su aparejo desde su más remoto trazado hasta su fase de abandono (fot. 68R).
En esta foto (68R), y más concretamente sobre lo indicado en 68R,2, se observa una abertura que da paso a una derivación de las que se ha podido localizar.
Se piensa que, en todo el trazado, del que se tiene información por personas, que tiempos atrás, intentaron llegar hasta el final del mismo, pero que no lo consiguieron, deben existir más derivaciones que intercomuniquen un sistema de distribución, al que se da un mayor relieve del que, a simple vista, se le puede atribuir.
A partir del citado punto 68R,2, hay que decir que esta derivación, de medidas 0,50 m de altura por 0,35 m de anchura, confirma la opinión de que todo el sistema responde a una canalización llevada a cabo por medio de tuberías, en este caso de cerámica, tal como se puede comprobar directamente en 69R,5. En este tramo de conducción, interrumpido como se puede observar, se ha llevado a cabo un revestimiento posterior, realizado con ladrillo de 0,06 m de grosor. La cubierta es adintelada en todo el trazado que se ha podido ver, pero nos queda la certeza de que este sistema ha sido retocado en época pasada, y que ha tenido unas medidas más amplias que las que se ven en esta imagen, y que su estrechamiento se debe a ese posterior revestimiento de ladrillo visto. Probablemente la cubierta fuera de medio punto, pero ha podido ser también modificada. Si se observa con detalle la parte izquierda, según se entra, se puede ver cómo detrás del ladrillo, usado como elemento de revestimiento, hay un aparejo de piedra.
En cuanto a la tubería de cerámica, de 0,15 m de diámetro, aparece cubierta con una capa de hormigón y ladrillo. Todo parece indicar que por este espacio discurría una doble fila de tuberías de este tipo.
Si continuamos hacia el centro de la Plaza del Ayuntamiento, nos encontramos, en toda la alineación de la tubería, con un tramo de casi 20 m de largo, hasta el punto en que el nuevo sistema de alcantarillado lo cortó. En este espacio se ve la utilización del ladrillo como componente dominante en muretes laterales y cubierta abovedada (fot. 70R).
Conclusión del sector R
Si se tienen en cuenta los elementos que nos hemos encontrado en todas las secuencias halladas, los podemos resumir en: dos naves realmente conservadas; cinco como elementos reutilizados con enrase de sus respectivas bóvedas; paramentos probablemente correspondientes a otras naves muy alteradas y, por último, toda una serie de muros de aterrazamiento que, en algunos sectores, son auténticas murallas de contención. Del único sistema, del que no se ha hallado resto, ha sido de depósito de agua, aunque sí de trazados de conducción, ni de piletas de salazón. Por todo ello, nos inclinamos a pensar, sin descartar ninguna futura posibilidad estructural y funcional de parte del sector, que el destino primordial del mismo, a la vista de los resultados de materiales analizados, y teniendo gran reserva sobre los espacios descritos muy superficialmente, es fundamentalmente haber servido como área de almacenaje; pero esto, como se ha dicho, a la espera de que en algún momento aparezcan otros componentes estructurales que amplíen el abanico de posibilidades, ya que sabemos que, a corta distancia de este sector, y sin desviarse mucho de la cota, han sido detectadas piletas de salazón.
SECTOR T
Se podría decir que este extenso sector se compone de dos centros algo diferentes y muy transformados.
Se inicia en un subsector que nace en un antiguo solar destinado a ingenio azucarero, de cuya área y subsuelo se ha recibido información por parte de sus antiguos propietarios.
Así, cuando tuvo lugar la apertura de cimientos en dicho centro, apareció cantidad de cerámica que, lógicamente, no pudieron identificar, siendo sepultadas de nuevo con el movimiento de escombros.
Dados los conocimientos de los propietarios, con el paso del tiempo, y por deseos de investigación histórica sobre la ciudad, se pudo facilitar información detallada de lo que apareció sobre aquel lugar.
Se ha descrito un horno de cerámica que, por información, se identifica con un alfar romano. Simultáneamente aparecieron secuencias de muros, cuando se llegó a la profundidad de terreno normal para tales hallazgos.
En una zona próxima se pudo ver la secuencia de sistemas de muros procedentes de todos los puntos de esta área, pero no se estableció interrelación porque habría sido preciso levantar todo el espacio que comprendía el subsector. Pero los sistemas de muros estaban ahí, aunque bajo los cimientos de las actuales casas modernas.
Este mismo dato y sistema de composición estructural o, por lo menos formal, se ha repetido sobre el solar que ocupó el antiguo cine Pasapoga, donde se pudo comprobar la existencia de otro horno de cerámica, en un entorno arqueológico complejo por las secuencias y alineaciones de sistemas de muros. Desgraciadamente se estropearon los negativos donde se tenía información de los muros y área industrial, aunque se facilitó documentación fotográfica sobre el hallazgo de varios dolia romanos, de los que hay información.
Cambiando de lugar, y como contrapunto de lo que se acaba de citar de forma inconcreta y sin datos fidedignos y documentados, se va hacia la parte noreste, debajo del muro de contención del aterrazamiento, que tiene lugar bajo los alzados del sistema arquitectónico de la Cueva, para recorrer, desde allí, un espacio que, por los datos que se tienen, parece haber sido asentamiento de una de las partes más antiguas en montajes industriales de salazones. Aparecen piletas de salazones en el rebaje realizado para la construcción de una casa de nueva planta. Se destruye un complejo de cinco piletas de salazones (por lo menos), proporcionando una de ellas, un tesorillo de denarios de plata, del que se ha establecido una cronología aproximada, que se aportará como argumento y elemento de datación a la hora de fechar las estructuras romanas, al menos de esta parte del sector. Las estructuras medievales se ven en la reposición de algunos lienzos del muro de contención de la Cueva, con la construcción, junto a él, de un torreón medieval que formaba parte del sistema defensivo de la ciudad en esas fechas.
Poco hicieron los medievales para montar sus sistemas defensivos. Apenas si se limitó al levantamiento de una cadena de torreones a través de los círculos casi concéntricos que trazó la ingeniería romana en esta roca, núcleo de Seks.
Lo cierto es que se han localizado los torreones junto a los muros romanos fuertes en este sector, en el J (fig. 16), R (fig. 29), F (fig. 12), D (fig. 10), P (fig. 27) e Y (fig. 35).
Se inicia, pues, el recorrido descriptivo desde la zona más baja del sector. En el rellano, bajo la calle Alta del Mar (fig. 31 y 1T, 2T), donde se detectaron muros romanos en la nueva construcción, realizada sobre la misma, se comprobó que los muros de la calle, en las casas antiguas, estaban montados sobre los de abajo, y esto, aparte de las numerosas ramificaciones que partían con regularidad de estas estructuras. No se permitió fotografiar, pero las medidas y sentido de los sistemas sí se pudieron tomar, levantando planimetría. Se continúa través de una escalera, resto de muro de contención que se prolonga hasta enlazar con los de la Fabriquilla (fot. 3T). Este mismo muro, bastante grueso, sujeta los paramentos situados en los niveles superiores que aquí se muestran (fot. 4T). Girando a izquierda en esta calle (Carmen Baja), se encuentra el típico fenómeno de los realces para acceder a las dependencias (fot. 5T y 6T), hecho que no se justifica si no es por la artificialidad de estas estructuras, que nunca fueron pensadas para acceso, por esta calle, a las dependencias que se indican. Es decir, se trata de edificaciones, cuyas estructuras encuentran su entrada por la calle Alta del Mar, y no por aquí. Lógicamente es un sistema que ha estado sujeto por el murallón, indicado en la parte baja (fot. 3T), que se prolonga a través de la cuesta, enlazando con un tramo del sector S (fig. 30; 11S).
El hecho de que, en este corto trayecto, se den peraltes, que se ven en 6T, se justifica porque, en este espacio, la construcción ha sobresalido por encima de la calle, hasta el punto de que nunca se ha considerado posible salida hacia otra vía por este estrecho y complicado paso. Esto ocurre cuando no existe calle efectiva y, de ahí, la posterior necesidad de construir elementos de acceso por medio de podios y escaleras. La fachada siguiente, considerada parte integrante del paramento antiguo, ha sido destruida y no ha quedado espacio para testificar elemento arquitectónico. Por ello se indica sólo un muro moderno que, en testimonio de su antigua forma, han dejado los actuales vecinos (fot. 7T). En ese mismo punto se ha comprobado el paso artificial (fot. 7T,1), y que el paramento de la derecha, de gran interés, ha sido confirmado elemento arquitectónico romano gracias al derribo producido hace pocos meses, dejando al descubierto los muros maestros de todo este espacio, ya explicado en el sector S (fot. 7T,3). El único indicio que resta, y que enlaza con este sector, es el muro retocado (fot. 7T,2), que se prolonga, como se indica en planimetría, hasta alcanzar las estructuras superiores junto al murallón de cierre, sito bajo la Cueva.
En 8T se muestra, en panorámica, el murallón de cierre romano que comprende los sectores: D, zona aneja de L, T y U (figs. 10; 19; 31 y 32, respectivamente). El aspecto de interés en este momento, viene dado por este sector. Los puntos indicados en 8T,1,2,3, forman el murallón de cierre y contención, sito al SE del sector U, murallón romano medieval del sector T, y murallón de cierre que abarca el sector T, el U y zona aneja de L. El murallón romano medieval llama la atención, viéndose dos instantáneas de diferentes épocas (fot. 9T y 10T), para indicar, una vez más, el fenómeno transformador de estructuras antiguas, que constituyen la mayor dificultad para encontrar indicios que aúnen esquemas, considerados indispensables para dar unidad y sentido a este conjunto unitario.
Por ello se pretende considerar que las referencias, no atestiguadas con pruebas tangibles, merecen tenerse en cuenta, aunque tan sólo posean un valor testimonial; pero es la prueba de tradición, conseguida de personas de cierta garantía informativa y cultural. Así, se observan (hoy ocultos y en parte destruido) los tramos del murallón.
En 11T,1 se señala el murallón romano en la parte superior. Su anclaje con el murallón divisorio (fot. 11T,2) se efectúa en el punto de arriba, formando cierre en el sistema de murallas de época medieval.
Como se aprecia en 12T, el desnivel es de 12 m, aproximadamente. Las técnicas de construcción son las propias de cada fase, romana en base, medieval a partir de la mitad del alzado. Se piensa que este murallón fue un medio de sujeción de plataforma, con función similar a otros registrados en el conjunto. Téngase en cuenta que la configuración topográfica es accidentada en este punto, y para el montaje llevado a cabo en el sector de la Cueva, era necesaria, dada la mole arquitectónica que el edificio suponía a las pretensiones romanas.
En 13T se observa la diversidad de aparejos utilizados en el alzado, abarcando desde, el romano en base (fot. 13T,3) y medieval musulmán (fot. 13T,2), al moderno en la parte superior. Tal fenómeno estructural se aprecia en el trazado de esta muralla (fot. 14T). Es evidente que su reutilización ha sido fuerte, lo que ha provocado deterioro en el trazado de su alzado.
En la parte del solar, donde se levantó el ingenio de azúcar, y concretamente en el punto en que se practicó el rebaje para la construcción de la chimenea, fue donde apareció el horno de cerámica romano y el depósito de desechos de cerámica.
Dejado este subsector, se continúa bajo el área del complejo de la Cueva (fot. 15T), donde aparece de nuevo el murallón de contención del sistema de terraza superior. Sobre él, y adosados a su paramento, se observa lo siguiente: encalamientos y revoques modernos de las viviendas apoyadas sobre él (fot. 16T); muros empotrados para dividir los espacios que se utilizan en época romana, y que muestran al exterior el opvs incertvm (fot. 16T,2; 17T,2; 18T,1,2,3). Las estructuras murales forman cuadrículas que designan espacios destinados probablemente a naves, aunque otros dan señales de ser parte integrante de subsectores de piletas de salazón.
Junto a un torreón medieval adosado al murallón, y en el espacio rebajado para levantar viviendas modernas, aparecieron las antes mencionadas piletas (fot. 19T), y los denarios que darían la cronología aproximada de tales elementos: el año 46 a. de C. De aquí se extrae una conclusión: si la cronología llega al citado año, y el tesorillo fue ocultado dentro de la pileta, y en su parte honda, ello se traduce en admitir que tal elemento industrial estaba abandonado en esas fechas, lo que induce a pensar que su construcción es anterior a la mitad del siglo I a. de C. Esta es la primera conclusión parcial, pero, desde ahora se plantea ya el sistema de abastecimiento de agua a la factoría en sus inicios, y con ello, la cronología del acueducto romano. A continuación aparece el torreón adosado al murallón (fots. 19T y 20T) y un detalle del mismo. Si en época medieval ya sufrió modificaciones, en estas fechas le ocurre otro tanto, y se ve revestido con hormigón moderno, con hierro en su aparejo (fot. 19T,2). Se piensa que dicho torreón, tuvo mayor elevación de la que hoy se contempla. Éste continúa a lo largo de la fachada y es interrumpido en 21T,2, donde hay dos cortes artificiales: uno del murallón, y otro, en la parte superior de la Cuesta del Castillo (fot. 21T,2,3). Se piensa que la pendiente es el resultado de un equilibrio entre los diversos aterrazamientos de esta zona. La cuesta, en principio, debía ser una secuencia de altos peldaños.
Desde este murallón hay unas secuencias de paramentos romanos, cuyo acceso tiene lugar mediante la utilización de un muro adicional romano, usado para los podios (fot. 22T,2). Igualmente el paramento romano se prolonga hacia la parte superior de la pendiente, de tal manera que ha sido necesario el uso de escalones adicionales para entrar en estos espacios (fot. 23T,2). Los aterrazamientos y el uso de dos niveles en este subsector, se observan en la recta que ha debido construirse mediante relleno (o en su caso, vaciado) de los espacios inferiores (fot. 24T y 25T).
Superada esta línea, se entra en dirección sureste, mostrando un paramento moderno, antes romano, y ahora, por necesidad de espacio, ha sido casi derruido. En algunos tramos se conserva la forma antigua, con revoque moderno (fot. 27T,2).
El paso hacia un nivel algo inferior, se realiza mediante la rotura de la secuencia estructural indicada en 27T,2, cuyos muros están alineados, e incluso sobre el suelo (fot. 27T,1) se observa un testigo de esa unión.
Los siguientes paramentos muestran (fot. 28T,2) señales de formas romanas, ya en parte reseñadas antes (fot. 17T; 18T), y que se traslucen tras el revoque moderno, en algunos casos débiles y finos (fot. 29T).
Niveles diferentes se aprecian en 30T, donde ha sido necesario superar, con escalones, más de un metro de desnivel.
Siguiendo la línea de fachada, se ve cómo se han producido aperturas de calles rompiendo los paramentos (fot. 31T,2), y se puede indicar que se produce un cambio de formas en la alineación de las edificaciones que aquí han existido tiempos atrás (fot. 31T,1).
En la siguiente línea mostrada, se comprueba sobre el terreno cómo se ha producido una ininterrumpida fragmentación de las formas de este recinto, hasta casi llegar al límite del murallón, al fondo de este subsector (fot. 32T). Los distintos cortes se observan sobre el suelo, donde los restos de muros son palpables (fot. 33T; 34T; 44T; 45T). Se piensa que los diferentes compartimentos, que aquí se pueden comprobar, se encuentran alineados en posición casi paralela al con-junto situado a izquierda de la imagen. También los paramentos de la derecha, unos tienen revoque moderno, y otros, antiguo; tras los cuales se ve la composición de la forma interna del alzado (fot. 33T,3). Casi al final de esta secuencia escalonada de formas destruidas, se observa un podivm algo pronunciado, para facilitar el acceso y equilibrio de entrada de las viviendas, en esta línea final (fot. 34T,2). Los paramentos del fondo dan muestras de reutilización de estructuras murales de época romana (fot. 35T,1,2). Un pasillo entre las líneas de casas, que se cortan en ángulo recto, permite ver el murallón de atrás de estas formas y descritas en varios sectores (fot. 36T; 37T). La elevación, que el citado murallón alcanza en esta parte del sector, es aproximadamente de 16 m, de fuerte desnivel con respecto al punto más bajo de esta área.
Continuamos la descripción de estos espacios, y se observa cómo se adentran los citados muros rotos en las construcciones anejas al área abierta (fot. 38T). Se comprueba en 39T, donde se ve un lienzo lateral cortado por otro frontal, en mal estado de conservación, tras reutilización descuidada. En uno de sus muros interiores se perfila la composición de su estructura, muy deteriorada y con componentes de restauración modernos (fot. 40T).
En 41T se observa un ventanuco que da a una estancia inferior con desnivel, que se encuadra dentro de los elementos considerados romanos, pero de los peor conservados. En el interior de este mismo espacio hay una secuencia de habitáculos cuyos muros, en mal estado, dejan ver una estructura antigua, algo dudosa entre lo romano y lo medieval; pero tal deterioro se ha visto también en la cima del sector L de la Cueva, o L de la zona superior, donde la técnica degeneró fuertemente (fot. 42T).
En el siguiente compartimento hay un muro lateral, donde se ve el aparejo camuflado por el revoque moderno, adosado al talud de piedra, que originariamente se perforara al construir esta secuencia de edificaciones (fot. 43T).
Fuera de estos espacios internos y sobre la calle, se ven restos alineados de estructuras, rotas para transitar a través de esta intrincada falsa calle. Hay restos de paramento, que salen del suelo como testigos de su antigua realidad (fot. 44T; 45T). Al final de ellos se ve cómo la estructura se cerraba en ángulo recto hasta llegar al murallón, en la parte posterior, indicada en 45T. Otra (fot. 46T), presenta el testigo de ese cierre y la forma expresa de un paramento de estructura romana con aparejo, dejando ver el opvs incertvm al exterior (fot. 46T,2).
Enfrente de este muro hay otro similar, pero rebajado para convertirlo en contrafuerte y que, por debajo, se le identifica por su estructura interna (fot. 47T,1). A continuación se ve un espacio hueco que acusa la presencia de muro romano rebajado y persistiendo en el aparejo de toda la fachada, según 47T,1,2. Es evidente que aquí se ha producido entrelazamiento de muros y líneas que multiplican las formas posibles dadas en este lugar, porque, lo que sí hay, es una autenticidad de estructuras romanas. Algunos de los muros ofrecen formas de tipo opvs testacevm (fot. 51T,5).
En 53T se marca la línea final de lo que aquí ha existido de formas romanas. A partir de este punto, todo ha sido, hasta hace unos años, un solar inhóspito, cubierto de matorral, en rampa y talud, y con pocas posibilidades de hallar estructuras romanas sobre él, aunque esto nunca ha sido óbice para que se levantara, donde casi era imposible e impensable para los modernos. Ejemplo hay en la vertiente de Poniente del Castillo, con construcciones sobre el talud e, incluso, con muros de contención escalonados para sujetar sus estructuras en fuerte pendiente.
En otros momentos aún, llegan a cubrir huecos, existentes en las paredes de piedra, cortadas a pico por su propia naturaleza, con el fin de hacer de ellas un paramento artificial, utilizable como componente de una de las dependencias de la factoría de salazones. Hay documentación fotográfica de este fenómeno.
En 54T se comprueba cómo este sector limita con parte del U. En 55T hay determinados muros, a ambos lados de este paso artificial, que comunican y establecen el límite entre los citados sectores. En la foto de cierre, dentro de este subsector, se observan detalles de usos de elementos arquitectónicos, conservados hasta hoy (fot. 56T,1,3): opvs incertvm y testacevm.
Por último, se cierra este sector con una imagen en que apenas si se aprecia algún elemento arquitectónico romano (fot. 57T); pero que, bajo la forma aparente de esta cuesta, se encuentran prolongaciones de zonas de naves no exploradas aún, y que son continuidad del subsector expuesto en la figura 33. Es toda una secuencia de naves aún conservadas, que se adentran bajo los edificios modernos y que llegan a morir junto al muro final, paralelo al murallón de contención. Testigos de estas formas quedan en los peraltes de la calle Carmen Baja, recogidos en 4T y 5T, cuya explicación está basada en ser parte de un muro que superaba la altura de lo que hoy se ha convertido en calle (que no lo fue), sobrepasando el nivel, ahora comprobable. Sobre este sistema de naves, hoy partidas por el alcantarillado y cimentación de casas modernas, en realidad no sucede tal, sino que esos muros domésticos son el resultado del aprovechamiento de un nuevo muro que cierra en la parte superior de la calle, hoy apreciado en el sector S (fig. 30).
Conclusión del sector T
Los grandes subsectores presentados ofrecen dos ángulos, tanto estructurales como funcionales, algo diferentes. Pero, antes de llegar a alguna conclusión, es preciso aclarar que, tanto un subsector como otro, han sufrido profundas transformaciones, hasta el punto de no poder identificar más que restos de muros, ya reutilizados, ya en cimientos.
El subsector de la zona denominada como la “Fabriquilla”, ha registrado elementos industriales destinados a la fabricación de envases; la parte superior, o entorno del torreón medieval, conserva mayor número de elementos, y es del que se puede establecer algún tipo de cronología, al menos de las piletas donde aparecieron los denarios de plata. No se puede fijar norma generalizada de que esta parte del sector T sea íntegramente industrial, pero los problemas planteados por el análisis de los actuales interiores domésticos evitan establecer un criterio uniforme para toda esta área. No obstante, cabe pensar que constituyendo todo este subsector una línea casi continua a lo largo de este murallón, se podía entender como parte integrante de un emplazamiento de salazones.
Por los denarios se puede afirmar que, si tal tesorillo fue ocultado en un elemento industrial, se debe a que éste se encontraba ya abandonado, lugar idóneo para el ocultamiento. Siendo esto así, este espacio industrial cayó en desuso hacia la mitad del siglo I a. de C. Por tanto, tales estructuras deben considerarse, si no contemporáneas, al menos anteriores al resto de las formas arquitectónicas que aquí se ven.
SECTOR U
Teniendo en cuenta las líneas generales que siguen las edificaciones romanas en este sector, éstas se encuadran dentro de espacios que no son más que prolongaciones, en unos, terminales, en otros adicionales, del espectro arquitectónico de Levante.
Si se observa el plano general de la planta (fig. 32), se ve, en primer lugar, que, en la puerta de Levante de la Cueva, se detectan indicios de continuidad de las naves de las citadas estructuras en sentido este. Ello se confirma con la aparición de resto de bóveda perteneciente al complejo de la Cueva, a causa de un derribo reciente. Tal fenómeno se aprecia a lo largo del descenso de la calle Cueva de Siete Palacios, hasta el murallón de aterrazamiento, bajo el nivel de las escuelas, con un corte casi vertical, de más de 12 m de altura.
En resumen, se puede decir que este sector queda enmarcado por la Cueva, parte noroeste, y por el murallón romano medieval, en el Sureste. El espacio comprendido entre estos dos extremos, registra en su interior dos pasos artificiales, accesos para la ocupación moderna de las antiguas formas romanas que aquí se encuentran.
Las características generales de altura, grosor de muros y espacios interiores son las dominantes en el contexto urbano de los elementos próximos. Se puede decir que estas áreas se ensamblan a las de los sectores D y E (figs. 10 y 11).
La calle Cueva de Siete Palacios es acceso artificial para comunicar los cuatro pasos que unen estos sectores, siendo esta vía la salida de escape hacia la Cuesta del Carmen y parte baja de la ciudad.
Se inicia la descripción por el muro de contención (fot. 1U), prolongación del mismo que se encuentra bajo la zona ocupada por el sector superior de L (fig. 19), que colinda con el sector T (15T y 16T). Este murallón muere en lo alto de la Cuesta del Carmen, uniéndose a otro sistema de muralla que continúa bordeando la ciudad al filo de la cornisa de roca, extendida hasta el Castillo (fig. 10). La forma de este muro de contención es aterraplenada, con una composición similar a la vista en el subsector P (fig. 27; fots. 8P; 9P; 10P), a base de grandes piedras, con revestimiento moderno, y cuya técnica es el opvs incertvm. Sobre una base vertical, levantada a partir de roca madre, se alza con una altura de 1,20 m aproximadamente. A continuación, en un espacio de 4,50 m, se adosa sobre roca, con una inclinación de casi 30 grados sobre la vertical, y acaba con una superposición de tipo medieval, o romano muy retocado (fot. 2U). En 3U se comprueba su extensión longitudinal y altura, y sus diferentes partes.
Llegado al supuesto punto más bajo de la muralla, se produce rotura intencionada de la misma, para dar paso a la calle Cueva de Siete Palacios, girando a derecha. El primer tramo de esta calle apoya su carga sobre el murallón (fot. 4U) que, desde otra perspectiva (fot. 5U), demuestra lo antes expuesto. Las imágenes 6U, 7U, 8U, ofrecen una idea aproximada de las dimensiones en grosor, según altura, de tal muro.
Comenzando la descripción desde el punto opuesto del sector, salida este de la Cueva, aparece un esquema que sigue, en parte, las líneas arquitectónicas de la citada Cueva. Por lo pronto se comprueba una especie de pasillo abovedado que parte desde la Cueva, y que ha sido punto de unión de los diferentes compartimentos, también abovedados, que se observan a ambos lados de ese eje central (fot. 9U). A izquierda (fot. 9U,5) se ve que es un paso, abierto de forma artificial, como indican los indicios de rotura, en el suelo, de uno de los paramentos (fot. 9U,4), que ha debido ser espacio ocupado por naves. La parte central de este corredor cubierto, seguiría la línea marcada en 9U,1 siendo todo un corredor de comunicación entre áreas diferentes. En la parte derecha se ve muro romano, paramento del que partía la bóveda que hoy falta, pero que deja testigos sobre la citada pared (fot. 9U,8). Este corredor llegaría a enlazar con las secuencias de la calle Angustias Moderna (fig. 11). En este punto se iniciaría una nueva alineación de naves que discurrirían paralelas, tal como se puede ver en las figuras 10 y 11. Por tanto, el verdadero inicio de este sector, en su parte noreste, comienza desde la misma Cueva, escalonándose progresivamente, según desciende, de forma natural, el nivel del suelo, hasta llegar al muro de contención de la parte acantilada (fot. 1U).
El punto de partida en este subsector noreste, se inicia en 9U,3,4,7, marcándose respectivamente la anchura del paramento, su altura e indicios de su continuidad hacia la Cueva. En 10U,1 se comprueba un paramento romano levantado con opvs incertvm, que se deja ver a través de la cal moderna. El punto de enlace con el sector L se observa en 10U,2.
La secuencia hacia abajo se ve en 12U,3,5, donde los muros conservan sus antiguas medidas, comprobadas en los alineamientos de la Cueva o edificaciones anejas a ella.
El 12U,4 indica cómo se desciende de nivel y que el piso de suelo ha sido alterado para hacerlo transitable. La altura de 12U,5 es prueba de la conservación de los niveles correspondientes a las naves, que ya aquí han sido enrasadas, conservándose sólo los paramentos interiores y exteriores.
En el espacio 13U se testimonia la perfecta alineación en esta serie de estructuras romanas (fot. 13U,1). La altura de tales edificaciones se mantiene constante en todos estos sectores, eliminados los añadidos modernos perfectamente identificables. Dichas alturas oscilan entre los 2,30 m y los 2,90 m. Como dato interesante, los cubicvla modernos suelen respetar las medidas de sus elementos reutilizados, sobre todo por la dificultad que les suele suponer la alteración de tales edificaciones.
El espacio indicado en 13U,3, sirve de guía para identificar la anchura destinada a un paso central, hoy destruido. El alineamiento prosigue marcando la dirección en los niveles que actúan de condicionantes de las estructuras, según se desciende (fot. 14U).
Al iniciarse el descenso de nivel del suelo, todo indica que los espacios encontrados a continuación, se alinean con las estructuras de los sectores D y E. En efecto, las paredes exteriores se encuentran más retocadas, aunque ello no implica reutilización de muros romanos divisorios de estas áreas de naves. En la panorámica 15U se observa el esquema de divisiones producidas en la bajada del nivel, adaptándose al terreno en sus distintos planos. El aspecto exterior da señales de reutilización de paramentos romanos. Pero no deja de ser menos curiosa la observación de los alineamientos de los sectores D y E, rotos para abrir calle moderna, y que se prolongan hacia tres subsectores que se van a comentar.
El primer tramo a analizar se encuentra tan destruido que no ha sido posible más que la identificación del muro medianero con el segundo subsector. La construcción de unas escuelas y la falta de prospección a raíz de su reciente derribo, ha privado de conocer la auténtica situación de las secuencias de muros de este espacio, de similares características estructurales a los dos siguientes. Por ello se pasa al inmediato superior, en el que se ve un paso interior, con las mismas medidas que los anteriores, en lo que se considera nave enrasada modernamente (fot. 16U).
Los espacios contemplados en 16U,1 tienen unas medidas muy similares; sus muros, el mismo grosor. 0,60 m; menos los de fondo, que alcanzan los 0,90 m.
En el espacio 16U,3 hay una secuencia paralela a la anterior, con las mismas características de medidas y divisiones interiores. Conforme se penetra en este pasillo interior, se observa que la altura de las estancias laterales es homogénea y casi simétrica con el conjunto. Se ve, al fondo del mismo, un muro romano, el mismo que cierra por delante el murallón contrafuerte (17U,2). Este muro aflora 1 m aproximadamente, sobre el nivel del suelo, se continúa hasta enlazar con el cierre de las escuelas y, en sentido contrario, con el muro de contención, situado bajo la Cueva (cfr. fig. 31). Se observa, más adelante, cómo aparecen nuevos tramos de este murallón dentro de los paramentos de las viviendas.
Se inicia la descripción desde el fondo hacia la salida de este pasillo, viendo con más detalle el muro que sobresale, abierto de forma artificial. Tras él hay una vivienda cuyo fondo se posa sobre el murallón contrafuerte, que cierra la cadena de aterrazamiento de todo este sector.
En 19U,1 se ve el acceso a una de las habitaciones que conforman este primer tramo. El muro de fondo (19U,3) está sobremontado por otro, que forma escalón y cierra este espacio.
Dentro del primer recinto con paramentos romanos de tipo común en esta área, se ve cómo se prolonga hacia el interior del mismo el muro, visto antes en 19U,3, de tal manera que no sólo se registra su presencia sino también su altura, que viene a coincidir con la que se indica en el pasillo exterior. Al fondo de este habitáculo se aprecia un muro romano con revestimiento de revoque moderno. El tramo colindante registra otro recinto de similares proporciones. En su fondo se observa paramento de opvs incertvm revocado con cal ya estratificada (fot. 21U). En el suelo hay, al igual que en el resto de las demás dependencias, ausencia de pavimento. Lo que se ve es una capa de cemento moderno sobre roca.
En 23U se registra un espacio del mismo recinto anterior, con fuerte encalamiento de muros, cuyo grosor alcanza tan sólo 0,50 m. En la misma línea de la estancia anterior se ve otra de similares proporciones y estructuras: suelo de cemento moderno sobre roca.
En 24U,1,2, hay clara diferencia de grosor en los paramentos colaterales. Su revestimiento es moderno. En 25U,1,2, se detecta un sistema de construcción igual al antes citado, perteneciente a la misma estancia. Su cubierta es un enrasamiento moderno. Puede tratarse, como en otros muchos compartimentos, de sistemas enrasados de redes de naves abovedadas.
En tercer lugar, se muestra otra estancia adaptada igualmente para vivienda, con paramentos de opvs incertvm y revoques de cal moderna. La cubierta ha sufrido el mismo fenómeno de las estancias anteriores. Los módulos son muy similares en todas ellas (fot. 25U). En la serie de enfrente, tan sólo se han tomado noticias de algunos de los componentes arquitectónicos. Así, en 27U se comprueba una estancia de las mismas características que las antes citadas, tanto en proporciones como en materiales y medidas, aunque la que aquí se muestra se compone de dos, previamente unidas y separadas por un ligero tabique.
En 28U se indica la segunda habitación aneja. En el fondo (fot. 28U,2) se ve que el pie de muro muestra al exterior piedras de su estructura interna. La última de estas estancias es la que ha proporcionado, dentro de esta alineación de naves, las pruebas tangibles de la estructura mural (opvs incertvm), con revoque moderno muy alterado y el opvs testacevm (fot. 29U,2) formando muro divisorio en sentido vertical al romano de fondo. El tipo de ladrillo pertenece al grueso, usado en la zona de Poniente (fig. 17). Esta última prueba es la que marca la pauta para definir lo que, en principio, se proponía como hipotético; pero, cuanto más abandonado se encuentra un espacio, más señales de su antigüedad presenta.
El tercer pasillo cerrado se encuentra detrás del subsector norte del segundo, de tal manera que sus viviendas se asientan sobre las de abajo. Esto se indica en 31U,2, cuyo paramento, en planta superior, muestra igualmente las características del opvs incertvm en todo su trazado hasta el fondo del pasillo. Sus espacios y medidas son muy similares a los de abajo.
En 32U,1 se ve con cierta claridad, que las paredes actuales acusan, debido a la débil capa de revoque, el uso del citado opvs incertvm. La anchura del pasillo es similar al anterior (fot. 33U). El grosor de los muros se comprueba en 35U,2, donde se aprecia, aparte de haber sido previamente medido, un grosor de 0,60 m.
En 36U hay un estrecho paso artificial, de acceso a sectores cerrados antes de su reutilización; por lo que hubo necesidad de abrir paso mediante la rotura de estructuras romanas. Al mismo tiempo hay material de relleno sobre el suelo, como en otros sectores de Poniente (cfr. fig. 25). Igualmente se aprecia, en el segundo rincón de este subsector, una serie de escalones que atestiguan el hormigón romano para aterrazamiento de espacios con huecos o fuertes desniveles. Téngase en cuenta que la parte posterior del fondo de 37U,2, está sujeta por el murallón romano que procede del sector T, a la altura de la Cueva. Ello conlleva un relleno de refuerzo para salvar el desnivel que hay inmediatamente detrás de estas estructuras (fot. 38U).
En el frontal de 39U, hay una secuencia de formas procedentes de reutilizaciones romanas, apoyadas en el murallón de contención, con un pequeño paralelo arquitectónico en el subsector de abajo (18U, 3). El resto de las estructuras tienen su acceso por la calle Cueva de Siete Palacios.
Es importante resaltar que los espacios de difícil acceso, en el tercer subsector, (fots. 36U; 37U) eran inaccesibles por la propia estructura de sus piezas arquitectónicas, componentes de los mismos. Ello ha provocado la rotura de estructuras antiguas, con el fin de usar los compartimentos de este sector. Ello confirma también la opinión tan reiterada de que los pasos, accesos y entradas en la casi totalidad de este complejo arquitectónico, han sido el resultado de una necesidad humana, forzada a romper los esquemas romanos para transformar lo que fue construido, con un objetivo muy concreto, en algo que los nuevos ocupantes adecúan a sus necesidades: convertir en hábitat lo que tan sólo era una infraestructura industrial y comercial.
Topográficamente considerado este sector, se considera que su orientación es contrapuesta a la vertiente que mira al Majuelo.
Como ha quedado reflejado en los preliminares, ha sido dividida la ciudad moderna en varios sectores que condicionan el tipo de elemento, utilizable según la orientación. Al filo de esta observación, se ve sobre el terreno que los elementos comunes de este espacio de Levante manifiestan, en las prospecciones practicadas hasta el momento, unas características arquitectónicas más uniformes y constantes. Esto puede también comprobarse en los sectores C, D, E, U (figs. 9; 10; 11; 32, respectivamente).
De todo ello se concluye que las manifestaciones estructurales en el sentido expuesto, se decantan en los siguientes aspectos formales: muro de contención para construir el aterrazamiento de este sector, cuyo extremo noreste se apoya sobre muro grueso, levantado para sujetar un talud, casi vertical; los tipos de naves, limítrofes con la Cueva, guardan cierta relación de proporcionalidad con el extremo levantino de la misma, aunque el cambio se inicia al comienzo del desnivel observado en la pendiente de la calle Cueva de Siete Palacios, y es a partir de este punto, cruce con la calle Angustias Moderna, donde se inicia el cambio de línea y tipología de las formas que los encadenamientos de naves manifiestan en el sector de Levante grandes alineaciones con secuencias paralelas. Tan sólo se registran muros divisorios de aterrazamientos y naves, aunque enrasadas, encadenadas, situadas en planos con diferentes niveles, pero en alineaciones paralelas.
Como nota adicional, se indica que, en fechas relativamente modernas, esta estructura romana se encontraba cerrada y abandonada. Tras su ocupación se necesitó romper la estructura interna de este espacio, siguiendo los alineamientos romanos para acceder a las tres series de naves de abajo, y al interior del tercero y, desde él, a las partes superiores, inaccesibles por arriba, pues la apertura de entrada, por este lado del sector, era costosa y difícil.
Conclusión del sector U
Topográficamente considerado, este sector se puede concluir como que su orientación es contrapuesta a la vertiente que mira al Majuelo. Como ha quedado reflejado en los puntos de vista preliminares, ha sido dividida la ciudad moderna en varios grandes sectores que condicionan el tipo de elemento que debe utilizarse según la orientación.
Al filo de esta observación, se ve sobre el terreno, que los elementos comunes de todo este espacio de Levante manifiestan en las prospecciones practicadas hasta el momento, unas características arquitectónicas más uniformes y constantes.
Esto puede también comprobarse en los sectores C, D, E, U (figs. 9; 10; 11; 32, respectivamente).
De todo ello, concluimos que las manifestaciones estructurales en el sentido expuesto, se decantan en las siguientes estructuras formales: muro de contención para construir el aterrazamiento de todo este sector, cuyo extremo noreste se apoya sobre muro grueso, que se levanta para sujetar todo un talud, casi vertical; los tipos de naves, en la zona limítrofe con la Cueva, guardan cierta relación de proporcionalidad con el extremo levantino de la misma, aunque el cambio se inicia al comienzo del fuerte desnivel que se observa en la pendiente de la calle Cueva de Siete Palacios y es precisamente a partir de este punto, cruce con la calle Angustias Moderna, donde se inicia el cambio de línea y tipología de las formas que los encadenamientos de naves manifiestan en todo el sector de Levante: grandes alineaciones con secuencias paralelas. Tan sólo se registran muros divisorios de aterrazamientos y naves; aunque enrasadas, encadenadas, situadas en planos con diferentes niveles, aunque en alineaciones paralelas.
Como nota adicional, se puede indicar que, en fechas relativamente modernas, toda esta estructura romana se encontraba cerrada y abandonada. Tras su ocupación hubo necesidad de romper literalmente la forma interna de este espacio, siguiendo tan sólo los alineamientos romanos, tanto para acceder a las tres seriaciones de naves de abajo, como por dentro del tercero y, desde él, acceder a las partes superiores que quedaban inaccesibles por la parte de arriba, ya que la apertura de entrada, por esta parte del sector, era más costosa y difícil.
Concluimos afirmando que este método de ocupación será una constante en todo el casquete superior de la ciudad moderna, donde aún se manifestará con mucha más evidencia.
SECTOR V
Los elementos estructurales descubiertos en el espacio de este sector son muy variados y complejos. Comprende desde un estudio puramente casi sedimentario o estratigrafiado, con situaciones intermedias, hasta un sistema de almacenaje.
A pesar de la dispersión que se da en este espacio en sus diversos componentes, el enriquecimiento es considerable por la aportación de datos hasta ahora desconocidos en todo el ámbito de excavaciones y sondeos realizados.
Distinguimos tres grandes subsectores, cada uno con su propia identidad, aunque, entre dos de ellos, hay algún factor estructural que se repite.
En los elementos formales detectados como almacenes, hay algunas novedades en cuanto a su forma y reutilizaciones.
En resumen se puede decir que este sector presenta casi todos los elementos que conforman el complejo industrial.
Iniciamos el recorrido descriptivo por el viejo edificio en que se ubica la farmacia de la Plaza del Ayuntamiento (fots. 1V; 2V). Relacionado con este edificio, se tiene otro espacio donde se han realizado rebajes de terreno, con hallazgo de gran cantidad de cerámica (fot. 3V). Incluso algunos restos de muros de las actuales viviendas, más concretamente de un horno de pan, pueden considerarse como reutilizaciones, pero falta realizar una prueba.
Situándonos de nuevo sobre el punto 1V, se ve una panorámica de las catas practicadas en este subsector. Se observan, casi en posición rectilínea, los cortes realizados. Son catas de 2 m x 2 m, en las que han aparecido elementos arquitectónicos, gran cantidad de material de relleno y unos pequeños hogares, con una distribución muy irregular.
Pero es necesario aclarar un punto fundamental en esta pequeña excavación. Se ha venido comprobando, a través de los lugares en donde se han llevado a cabo derribos, que la mayoría de los puntos observados, sus alzados posan sobre bases anteriores. Esto se ha dado en todos los casos detectados y estudiados, cuya base o cimentación primitiva es romana, e incluso gran parte de los paramentos derribados constituían elementos de los alzados de estas casas, consideradas como modernas, pero que, en origen, no lo eran. Aquí ocurre algo similar: con el derribo de los paramentos de este solar no se ha tocado en los puntos fundamentales por mantener los paramentos antiguos externos, con lo que se ha podido averiguar si se apoyaban sobre antigua base romana.
Si se tiene en cuenta que el material detectado en las cuatro catas es de escasa solidez e inestable, no nos queda otro camino para poder explicar la sujeción de unos paramentos tan pesados y que no han sufrido deterioro ni con el derribo de los muros interiores, ni a consecuencia de haberlos dejado prácticamente sin punto de apoyo, más que con el de su propia base e incluso practicando las catas junto a sus cimientos; ello puede explicarse, pues, por otro fenómeno: deben tener un soporte que no se ha podido comprobar, bajo el paramento que se tiene a la vista, y que debe tener una gran consistencia, ya que, de lo contrario, no se habrían mantenido de pie, tal como ha ocurrido. A ello se suma un fenómeno algo particular, pero que puede tener relación con esto: el suelo de la calle comenzó a resentirse poco tiempo después de realizar las catas, pero los muros maestros permanecieron inmóviles.
Nuestra primera conclusión, a posteriori, sobre este espacio arqueológico, es admitir que debajo de este solar, en puntos que fueron previamente comprobados por los constructores antiguos de estas casas, deben existir elementos más resistentes, porque, a fortiori, no puede explicarse su permanencia en pie con una base de puro aglomerado de barro y restos de cerámicas mezcladas con piedras pequeñas.
En el primer corte (fots. 5V; 6V), se observan los materiales que se han ido descubriendo progresivamente y que se ven, además, en uno de los lados, la existencia de restos de muros cuya identidad no ha sido estudiada, pero que guardan relación con otros elementos más, que no se han tenido en cuenta a la hora de estudiar el contexto arquitectónico de los cuatro cortes practicados.
Uno de los muros que se han detectado, pero que no se ha tenido en cuenta en el proceso de la excavación, es el que se puede ver en la imagen 7V,3, cuyo alzado se dirige hacia el muro del paramento principal de este subsector y que probablemente forme parte de una estructura arquitectónica destruida en su alzado.
Aparte de este elemento, que es tan importante en tales consideraciones arquitectónicas, se puede observar la presencia de unos componentes industriales, o al menos así lo parecen, formados por una cadena de estructuras circulares de escasa magnitud, construidos con piedra y argamasa, con revoque en su pared interna.
En 7V se puede ver respectivamente sobre el punto 7V,1, uno de tales elementos que parece relacionarse con el resto. Su estado de conservación es malo, mientras que el situado junto a él (7V,2), se conserva bastante mejor y, además, muestra revoque en su parte interna. Sus diámetros oscilan entre los 0,60 y 0,50 m. Los muros testigos debieron eliminarse para poder dar mayor unidad a la forma y manera de relacionarse todos estos elementos.
En la foto 9V, se pueden ver tres de los cuatro elementos que componen esta secuencia de estructuras. En 9V,1, se tiene una de ellas, pero en muy mal estado estructural. En 9V,2 hay uno en buen estado de conservación, pero con un aparejo formado tan sólo de piedras, y cuyo diámetro apenas alcanza los 0,30 m. Los otros componentes difieren de este, en tamaño.
Con relación a su interpretación, se puede afirmar que todo parece señalar estructuras de carácter industrial, y cuya finalidad se relacionaría con el proceso de fabricación del garum, constituyendo una serie de hogares (que tienen paralelos en el Majuelo y en calle Real) industriales. Pero también podrían tener una función secundaria, como parte de formas domésticas. Téngase en cuenta que, inmediatamente más abajo de donde se encuentran estos hogares, hay restos de piletas de salazón e indicios de las mismas. Es claro que se precisan más datos para dar una interpretación fidedigna, pero, por ahora, es lo único que se puede decir, como lo más aproximado.
Continuando hacia la parte inferior de la calle Real (fot. 12V, nos encontramos con otra excavación de emergencia (fot. 13V), en la que se han encontrado los elementos que, con cierta avidez, deseábamos ver en la que se ha descrito antes. Es razonable que aquí se hayan hecho presentes esos elementos arquitectónicos, por encontrarse a un nivel casi cuatro metros por debajo al visto en la Plaza del Ayuntamiento.
Con diferencia cronológica se realizaron realmente dos grandes cortes en este solar, aunque quienes practicaron la excavación lo hayan considerado tres. Si se observa la panorámica se puede comprobar, en efecto, que lo que se ve son dos cortes con las mismas dimensiones, aunque se practicaran en distintos momentos. Las proporciones en que se llevaron a cabo dichos cortes han sido de 4 x 4 m. En la primera, la más irregular, situada a pie de la calle Real, con un desnivel de casi 2,50 m, presenta, desde el punto de vista estructural, un muro que cruza diagonalmente el corte. Es de piedra, con aparejo algo débil y muy mal conservado. Su grosor oscila entre los 0,60 m y los 0,70 m. Su aspecto externo es pobre, y parece haber sido levantado para ser cimiento, y no parte del alzado, como se puede observar en la imagen. La profundidad que se puede ver no responde a su punto de arranque, sino que se ha llevado a cabo, se supone, con intención de buscar estructuras más profundas, tal vez tratado de hallar lo que todavía no se ha localizado en ningún punto de la ciudad: elementos arquitectónicos fenicios.
Insistimos en este punto porque realmente se ha profundizado tanto que se ha llegado más lejos de los 4,70 m. Se piensa que, una vez localizado el fondo de una secuencia de muros, lo que de inmediato se nos presenta es la tierra; la excavación en estos niveles ha finalizado; conociéndose, como bien se sabe, que las estructuras en esta ciudad finalizan apenas se llega a la tierra. Lo único que se ha podido encontrar en lo excavado, y no es poco, son secuencias de muros romanos y, una vez hallado el punto final de éstos, debajo no hay nada, máxime si no se han tenido en cuenta las cotas a que se trabaja.
El segundo corte está formado por cuatro dependencias, de las que tres solamente han sido perforadas hasta una profundidad peligrosa, por sus características de falta de resistencia en el terreno. No obstante, procedemos a interpretar las estructuras que se dan y que son de sumo interés para la arquitectura que aquí se ha detectado y a la que se le ha dado escasa importancia. En la imagen 14V, se puede observar la existencia de cuatro compartimentos separados por la propia ordenación de sus muros que se levantaban en este subsector. En el primero de ellos (fot. 15V) se puede diferenciar perfectamente la secuencia de elementos arquitectónicos que se han superpuesto, en unos espacios, y se han relacionado, en otros. Así, en 15V,5 podemos ver un muro romano alineado con el 15V,4, de menor grosor, ambos cerrados por el 15V,1, de características similares al 15V,5. Pero lo más relevante de este punto, desde la secuencia evolutiva, es la superposición de elementos murales, ya que nos indica el proceso de adiciones que se han dado en esta zona. Obsérvese a este respecto los puntos 15V,2,3, en los que se puede ver con toda claridad la existencia de muros superpuestos de forma escalonada que no sólo se localizan en este corte sino que se extienden a otros vecinos. Esto se interpreta como un dato a considerar para, por lo menos, establecer algunos puntos de referencia a la hora de explicar la evolución arquitectónica en Seks.
En el corte 16V, se observa algunas notas comunes con el anterior, como puede ser la superposición continuada de los muros romanos que se encuentran debajo de los que se ven en superficie, y que nos suponen una antigua forma estructural con una configuración diferente a la que se ve. Las medidas de los muros, tanto de abajo como superiores, siguen los módulos del corte anterior. Si este corte se hubiera podido continuar, probablemente se nos hubiera cerrado formando otro espacio rectangular, como el anterior, porque la continuidad de los muros de abajo y superficiales es evidente (fot. 16V,1,3).
Justo al lado del corte indicado en 15V se tiene una estructura casi rectangular, en la que se detectan elementos que nos hacen pensar en una pileta de salazón, que ha sido reutilizada posteriormente para otro fin.
Los elementos que se pueden considerar modernos en esta forma, se observan claramente en la imagen que de ella se presenta en 14V, donde se aprecian componentes ajenos a las piletas de salazones: el uso de baldosas de cerámica, que nos hacen pensar en una reutilización medieval. Pero, por otro lado, se detectan recubrimientos de paredes con estucos usados generalmente en los revoques impermeabilizantes (fot. 17V,3,5), además del suelo, en los muretes por su parte interna.
El corte cuarto nos muestra muros reutilizados, y otros bajo la estructura de superficie (fot. 18V). No obstante se observa un aparejo de piedra vista que no nos da señales de un paramento romano clásico, sino más bien de época medieval o, mejor aún, muro de cimentación donde el aparejo externo no se cuida como se hace con el alzado.
Las fotos 19V y 20V nos muestran la parte más honda de este subsector, pero llegando a niveles de profundidad que no han sido necesarios, ya que lo que se pretendía localizar eran formas romanas y púnicas y, lógicamente, una vez alcanzado el límite de la cimentación, sólo se encuentra tierra.
Lo normal es que aparezcan superpuestas o reutilizadas, pero no con espacios superestructurales de más de un metro de tierra de potencia, lo que no es normal. Sabemos perfectamente que entre púnicos y romanos no medió espacio de tiempo, sino que, a lo más, se reutilizarían los medios de que dispusieron los fenicios en este lugar.
En la imagen que se presenta en 20V se puede observar este fenómeno de búsqueda de estructuras que no aparecen. En la imagen 21V podemos ver una secuencia de formas romanas superpuestas, con una profundidad que llega casi a los 2 metros.
Continuando nuestro trabajo de localización de elementos arquitectónicos, desde el espacio superior a la excavación anterior o calle Real, nos situamos ante dos salidas o espacios que consideramos de vital importancia por las aportaciones que nos han dado en este estudio. Así, en el punto 23V,1, se puede observar un edificio moderno que ha sido levantado sobre restos romanos que pudimos ver directamente en su fase de rebaje de terreno, que no pasó del metro y medio aproximadamente, y en el que aparecieron las secuencias de muros romanos de una forma similar a la que acabamos de mostrar, pero no se nos permitió fotografiar.
Curiosamente, además de los materiales a los que aludimos, aparecieron numerosos restos humanos cuya apariencia primera nos daba a entender que pertenecían a una época relativamente reciente, probablemente de época napoleónica en esta ciudad. Lo más llamativo de este rebaje de terreno es la forma en que pudimos comprobar el rescate de numerosas piezas cerámicas. Fue un tanto sorprendente, porque en este casi metro y medio de potencia de tierra, como se ha indicado antes, espacio removido, los restos cerámicos hallados fueron muy variados. Pudimos comprobar directamente cómo aparecía la cerámica púnica casi sobre la propia superficie y, además, revuelta con otros elementos romanos, árabes y modernos.
Pero, lo que de pleno nos atañe en esta cuestión, es el ordenamiento de los muros que pudimos ver y, calculado con la ayuda de la distancia de colocación de las zapatas de los pilares, pudimos levantar una esquemática planimetría de todo el subsector, en el que incluimos el hallazgo interesante de un dolivm, que había sido durante mucho tiempo utilizado como fosa séptica de una de las viviendas. El citado dolivm permanece enterrado en el mismo lugar donde fue hallado por ser imposible su levantamiento, debido a que se encuentra fijo al suelo con opvs caementicivm. Ello se ha indicado debidamente en la planimetría que entonces pudimos levantar.
Pero, a nuestro entender, lo que más nos interesa de este subsector es la probable relación estructural que pueda tener con los elementos que se ha localizado en un espacio, a no más de 30 m de éste, y que, dentro de lo que se va a explicar en 23V,2, forma una zona con características especiales. Así, en el citado punto se han tenido pruebas evidentes, pero siempre dentro de las limitaciones que nos imponen los propietarios de las obras, de que todo este complejo era un área de naves de almacenaje, que se encuentra bajo la calle que se indica, y que, en parte, se ha fotografiado, casi de una forma un tanto pirata, para dar, al menos, una prueba de lo que estamos afirmando.
Precisamente en la línea que se indica en 23V,2, hace unos 20 años, una de las casas que dan a la calle Alta del Mar, al comienzo de la cuesta, algo pendiente, vimos cómo tuvieron que introducir una fuerte inyección de hormigón moderno, porque las casas situadas encima de unas supuestas naves, habían ejercido demasiada presión sobre las estructuras abovedadas que hay debajo, lo que estaba provocando grandes fisuras en sus paramentos y armazón interior. Pero, como se dijo antes, no se puede desligar ningún dato de los que se vienen exponiendo, ya que se cree que todos forman parte de una unidad estructural.
En la foto que se presenta, como punto donde tuvo lugar el resentimiento de los citados cimientos modernos, hay que señalar que se encuentra a un nivel casi metro y medio superior al que se va a exponer a continuación. Pero es conveniente indicar que el hundimiento de fachada que se produjo, tuvo lugar en el punto casi más elevado que señalamos en 24V, y que, muy probablemente, las naves que se van a exponer enseguida, se prolongan en su estructura alineada, por toda la calle, en sentido transversal.
En la foto 25V, se quiere señalar, de forma gráfica, la distancia a que se encuentran las dos partes, que se consideran muy relacionadas entre sí. Los paramentos, que hoy se ven como modernos, no lo son; y algunos dejan ver aún las huellas de su antigua estructura. En el punto 25V,1 se marca el comienzo de las estructuras abovedadas que se encuentran en su interior. En 25V,2, el lugar donde han aparecido numerosas formas de muros romanos, cerámica, cadáveres y dolivm, antes citados.
Para aportar algún dato algo más concreto que la simple cita, en la foto 26V se muestran indicios de lo que se viene considerando estructuras antiguas, probablemente romanas, reutilizadas, que conforman el aspecto de esta parte baja de la ciudad.
En 26V,1 se tienen unas alineaciones muy remozadas, que no responden a un esquema urbano, como se ha señalado ya en varias ocasiones.
En 26V,2, se ven muros que nos dan claros indicios sobre su antigüedad por la forma que nos ofrece el aparejo externo. En 25V,3 aparece un espacio donde se señalizó el rebaje de terreno y hallazgos de estructuras y cerámicas variadas.
En el punto 27V se observa el interior de una casa, donde el aparejo aparece reutilizado y formando parte de un sistema de estructuras romanas, que se continúan en ambos sentidos de la calle Baja del Mar. Sobre la forma del muro antiguo se ha levantado el moderno, como se puede observar a los lados de la chimenea de fondo. En uno de los laterales ha quedado al descubierto el muro antiguo donde se ve el opvs incertum (fot. 28V).
Justo en el punto 29V, se ve el acceso al sistema de naves romanas, localizadas hace unos 35 años, en que se nos permitió fotografiarlas, aunque los medios de que disponíamos no eran lo suficientemente buenos como para poder presentar detalles más precisos sobre este encadenamiento de naves y sus peculiaridades, así como de sus alteraciones con el tiempo y los usos que de ellas se han hecho.
En la foto 30V, se indica el espacio de vía que recorre toda la secuencia que se va a exponer. Estamos convencidos, aunque no disponemos de pruebas fidedignas, de que la indicada en esta imagen es artificial, como las demás del conjunto general; y las estructuras que se encuentran a su lado, han dado claras muestras de poseer espacios y características que coinciden con las que se van a ver a continuación.
Como argumento a fortiori, es preciso indicar que estamos en la parte donde se enconraban las lógicas infraestructuras portuarias y las dependencias anejas que conllevan lo que tal zona requiere. Estos argumentos se pueden examinar con más precisión en los capítulos introductorios del presente trabajo.
Una vez pasados los umbrales de la casa que se indica en 29V, nos encontramos con un patio cuya estructura no pudimos fotografiar, pero que se está formando parte de este amplio complejo de naves. En uno de los laterales del citado patio, orientado en sentido sur, podemos observar la primera imagen de una nave abovedada, de medio punto, con muro divisorio artificial y un agujero circular en el centro de la misma. La técnica constructiva es el opvs latericivm, usado ya en otros espacios, como los del sector K, en sus respectivas naves. Se observa además, una especie de revoque que, más que antiguo, parece moderno, y a lo sumo, medieval. Las dimensiones de esta estancia, aproximadamente son: 3,20 m de altura; 2,40 m de anchura, y 2 m de fondo o largura. El agujero central que se observa tiene un diámetro de 0,40 m aproximadamente. El grosor de la bóveda es de algo más de 0,90 m.
Aparte de lo que aquí acabamos de describir, es preciso indicar que la profundidad de tal nave es mayor de lo que se ha dado; sólo que en la fotografía no pudimos tomar, está todo lo que queríamos hacer; pero este sistema se prolonga hasta casi dar con la estructura de la calle Cerrajeros, a la que, en teoría, se cree formaba parte del complejo de naves de todo este espacio.
En cuanto a la interpretación de todo este primer subsector, dentro de este espacio romano, es conveniente indicar que el citado patio no es más que el punto de arranque de varias alineaciones de naves de todo este sistema, siendo la primera bóveda, en que se presenta, una de las dos direcciones que se indican en este conjunto de construcciones abovedadas. Es conveniente hacer un poco de memoria del pasado, y decir que se realizaron, tiempos atrás, modificaciones en el citado patio, siendo muy difícil romper las estructuras que aquí había. Era preciso, para los intereses de los propietarios, modificar parte del alzado, formado por otro sistema abovedado, igualmente construido de ladrillo y opvs caementicivm, o lo que es lo mismo, opvs latericivm, alternando con testacevm. Tal punto de arranque de elementos alterados, sigue una línea en sentido contrario al que nos muestra la imagen 31V.
Una vez pasada esta bóveda o nave, nos situamos dentro de otra, alineada con la anterior, y desde la que hicimos la foto cuya imagen presentamos en 33V. La nave, desde la que se filmó tal foto, es igualmente abovedada, pero no de ladrillo, sino de piedra, con un ligero revoque. Su altura es de 2,70 m aproximadamente; su fondo, de 3 m, y su anchura, de 2,60 m. El paso de una nave a otra, dentro de esta secuencia, se hace mediante una abertura artificial formada por una entrada de arco de herradura. Realmente se trata de la rotura de un paramento de cierre romano, sobre el que se ha construido tal arco de herradura, como paso a las otras dependencias. Es muy probable que este sector fuera considerado parte o núcleo de una mezquita musulmana que se nos describe en este subsector en los Libros de Asentamientos, aunque no se nos diga que fuera de nueva planta, sino sólo una mezquita, sin precisar más detalles. Curiosamente esta entrada y la situación general de la secuencia de naves reutilizadas que se van a mostrar a continuación, se encuentran situadas hacia Oriente. Esto no nos puede llevar a ninguna conclusión precipitada, pero no sería de extrañar que tales dependencias hubieran sido reutilizadas por el elemento árabe como oratorio.
El tipo de ladrillo utilizado en el aparejo del arco de herradura es muy diferente, en tamaño, a los usados en la bóveda de la nave romana antes vista (fot. 33V). En la foto de frente se puede observar mejor la forma del citado arco. A su vez, contemplamos el aspecto de una nave situada inmediatamente detrás del citado arco (fot. 34V). En la primera de ella se puede ver una abertura en la cubierta o bóveda. Su altura es similar a la anterior, pero el aparejo es de piedra con revoque, como bien se puede observar. En foto de detalle, se puede comprobar lo antes dicho sobre la cubierta, pero, además, hay que decir que el tragaluz, o antigua forma de acceso romana, tiene cubierta de vidrio. Por ello se piensa que, en fase árabe, estas dependencias se han utilizado con fines muy distintos para los que fueron construidos en un principio.
Una vez pasada esta nave, cuyas medidas aproximadas son 2,30 m de altura, 2,70 m de anchura, y 3,50 m de fondo, a continuación de ellas, mostrada en la foto 34V, nos encontramos con otra en la que se tiene que hacer las siguientes puntualizaciones: tiene igualmente una abertura en la bóveda, con lucernaria de vidrio; tal bóveda es algo rebajada, y las esquinas han sido algo redondeadas, como si se les hubiera añadido pechinas, con el fin de hacerlas bóvedas semiesféricas. El paso para la siguiente ha debido ser hecho en época musulmana, porque se observa igualmente la utilización del ladrillo con un ligero arquito sobre las jambas, del mismo material. Las medidas de esta nave son idénticas a la precedente, aunque las modificaciones que se han practicado sobre ella, alteran, de alguna manera, la realidad que nos hemos encontrado.
Una vez pasada tal nave, a través de la puerta artificial, se puede ver que el sistema cambia de dirección. En esta nueva nave se puede observar, y entonces lo comprobamos, que la bóveda ha sido cubierta con un techo de madera, con el antiguo aparejo, detrás. Las características son casi las mismas; sólo se cambia de sentido (fot. 35V).
Cuando sobrepasamos esa nave, que no se ha podido registrar en fotografía, nos encontramos con otra sucesiva, de la que sólo se ha tomado lo que se observa en la foto 36V, pero que, realmente, se trata de otra nave abovedada, no testimoniada, aunque la imagen que se presenta lo revela. En tal imagen, de nuevo volvemos encontrarnos con un acceso artificial, pero probablemente realizado por los musulmanes. El grosor del muro es de 0,80 m, pero no se observa detalle de ladrillo, sino piedra.
Pasada esta falsa puerta, nos situamos dentro de otra nave abovedada, semejante a la anterior en todo, tanto en materiales como en proporciones. Tiene igualmente el tragaluz, o lucernaria, con vidrio en el centro de la bóveda pero, tanto ésta como la precedente, no tienen la especie de pechinas que las convierten en hemisféricas.
Al fondo e izquierda de la imagen 36V, nos encontramos con una nueva secuencia de naves que cambian de nuevo su sentido. La forma que se presenta en 37V, muestra, al fondo, un muro romano de cierre que, a su vez, tiene un paso a izquierda para iniciar un nuevo recorrido de naves. Pero la puerta artificial que se muestra aquí sí tiene señales claras de haber sido abierta en época musulmana, al menos en su parte derecha, porque la izquierda guarda su aparejo romano íntegro.
Inmediatamente después del paso anterior, se puede comprobar la existencia de una nave, que no se recoge en la imagen, pero que precede a la puerta artificial que se puede contemplar.
Una vez pasada la puerta que se ve en 38V, se tiene una serie encadenada de pequeñas naves, cuyos accesos son recientes y practicados por los actuales propietarios. Las características arquitectónicas de todas estas naves terminales son las mismas que se vienen viendo a través de todo el subsector. Se utilizan los materiales comunes al conjunto de la mayoría de las edificaciones del complejo industrial, y los módulos son muy similares entre sí.
Cuando se llega hasta el supuesto final de toda esta secuencia, que no es tal, porque se ha podido comprobar la existencia de más elementos abovedados, nunca se ha podido demostrar su punto terminal, porque siempre se ha quedado frente a un muro que no se ha podido romper. Un dato a tener en cuenta es el hecho de que el suelo ha sido rellenado, no se sabe en qué época, pero ello ha sido la causa de que los que han intentado avanzar, no lo pudiesen hacer. Se supone, por las medidas referenciales tomadas desde dentro, que estas edificaciones pasan por debajo de la actual calle Alta del Mar, en su fuerte pendiente.
No cabe duda de que la casa que se resintió en esta misma pequeña pero pronunciada cuesta, se encuentra justo encima de un sistema abovedado, ya que es la única causa que puede explicar el que sus paramentos exteriores e interiores comenzaran a resentirse y a hundirse. Probablemente varias naves se encuentran hoy rellenas con una fuerte carga de hormigón moderno.
Conclusión del sector V
Dentro de un análisis general del amplio espectro que define este sector, se puede perfectamente considerar a las dos primeras zonas estudiadas como áreas destinadas claramente a la industria. Si se observan los elementos arquitectónicos hallados en ellas, la primera nos presenta una serie de hogares que pudieron tener estrecha relación con la preparación del garum; elemento que se vuelve a registrar igualmente en la segunda zona de excavación de la calle Real, donde, además, hay estructuras de piletas.
Por otra parte, también la factoría del Majuelo tiene estructuras similares a las que se han observado aquí, tanto en la calle Real como en la Plaza de la Constitución (cfr. Almuñécar, Arqueología e Historia II, pág. 189, II, 2).
Vistas estas características, se quiere concluir que lo que se tiene ante nosotros, en las dos primeras etapas, son formas eminentemente industriales muy reutilizadas.
En cuanto a la zona final o secuencia de naves, se ha de decir que estamos ante un nuevo sistema de construcciones destinadas al almacenaje, supuestamente más ricas en formas que las del Majuelo, por ser la zona portuaria más amplia de todo el complejo y, lo más importante, la cercanía al sector portuario de la gran ensenada de Levante, mucho más amplia que la del Majuelo, que la convierte en el lugar más idóneo y apropiado para poseer dependencias destinadas al almacenaje de los productos dispuestos para la exportación.
Aunque sea de forma negativa, hay que considerar que todas las excavaciones llevadas a cabo en el interior de lo que es hoy ciudad moderna que, según nuestros cálculos, han sido ya seis, no se ha descubierto nada relacionado con estructura doméstica. De forma aislada, en algunos compartimentos, la Cueva ha registrado estuco romano pintado, relacionado directamente con este fenómeno. Tal estuco ha sido un producto del relleno artificial que se ha practicado sobre los vanos del citado criptopórtico. Ni siquiera la casa descubierta en el Castillo de San Miguel ha dado nada, hecho un tanto contradictorio, porque, al menos, se sabe que son dependencias destinadas a habitación.
Tampoco se tienen noticias de posibles mosaicos, salvo en una villa fuera de la actual ciudad.
Todo esto sumado, resulta un tanto chocante, porque, si ha existido una ciudad romana, como se ha venido predicando con tanto énfasis, nosotros nos seguimos preguntando lo más elemental. Y lo más elemental es el hábitat, aunque sea muy rudimentario.
No se ha descubierto indicio secundario que acuse la presencia de elemento arquitectónico perteneciente a hábitat. Se cree que se ha avanzado bastante en la investigación que se ha llevado a cabo a lo largo de muchos años, y aún no disponemos de dato fiable en este sentido y, por tanto, nos mantenemos en la postura definitoria adoptada tras la gran cantidad de material que lo corrobora. No disponemos, pues, a la hora de abordar una definición unitaria del conjunto, más que de elementos destinados a la industria y dependencias auxiliares. Sólo de tipo privado se tiene el testimonio de la casa en el interior del Castillo, y aún así, pobre y de casi nula información sobre lo que podría haber constituido un prototipo de hábitat doméstico romano en Seks.
Salvo que haya que admitir una nueva posibilidad: que las casas aquí sean diferentes al resto de las habituales en otras ciudades costeras romanas o romanizadas. Pero se piensa que la solución no va por ahí, sino en admitir, con espíritu crítico, que las estructuras o formas de que disponemos, reflejan más el esquema de un complejo industrial que un trazado urbano clásico, como el que se puede ver en Baelo Claudia o cualquier otro lugar costero de mediana categoría urbanística.
SECTOR X
El ámbito que comprende este sector tiene como marco general su situación eminentemente marítima, ya que se encuentra precisamente en las cercanías de lo que se viene llamando, desde antiguo, Puerta del Mar. Abarca parte del paseo del Altillo, la zona de la Plaza de la Rosa y parte de la Avenida de Andalucía.
Si se observa una panorámica de la playa de Levante, donde hoy se encuentra el Paseo del Altillo, desde la situación rocosa del Paseo de Prieto Moreno, tiempos atrás, se puede saber por qué se denomina Paseo del Altillo a este espacio de ciudad moderna. En efecto, para evitar las inundaciones periódicas provocadas por el mar en todos los tiempos, al parecer, en época moderna se procedió a crear una barrera artificial que frenara la entrada de agua en momentos de temporal.
En la fotografía que se presenta, de las más antiguas conservadas, se puede ver cómo se ha montado un dique de tierra para evitar que las aguas del mar penetraran en el interior de la parte más baja de la ciudad. Pero se piensa que, en épocas anteriores, los antiguos utilizarían algunos medios para evitar este mismo fenómeno natural (fots. 1X; 2X). Probablemente se levantaran murallas escalonadas, u otros sistemas defensivos, aparte de poder haber utilizado el mismo plan. Pero no se olvide que era un peligro continuo mantener una protección solamente con este tipo de defensa, ya que se hacía más fácil la posibilidad de recibir ataques marinos con estos medios disuasorios. Ha existido un sistema de murallas de altura realmente considerable en este perfil de costa, que frenaría el paso del agua a la ciudad y, además, se utilizaría como medio disuasorio ante cualquier ataque de carácter bélico. Así, en la foto 4X se muestra un paramento que no nos atrevemos a calificar como puramente medieval, sino que, en parte, da señales de que originariamente podría ser romano.
La primera parte del mismo, al que se le ha quitado la barbacana, muestra un aparejo interno más robusto y resistente de lo que un muro medieval puede presentar. Su recorrido se extiende a lo largo de toda la manzana de casas, a uno y otro lado del lugar donde se ha detectado este lienzo de muralla.
En cuanto a la parte que da a la playa, además de tener sus correspondientes almenas, se observa que forma un sistema escalonado de alzado, en el levantamiento de toda la línea que marca su trazado, lo que se interpreta tanto como una defensa contra el mar, como contra cualquier eventualidad bélica (fot. 5X).
A partir del punto 3X, arrancaba el sistema de puerta de entrada a la ciudad por este sector de la misma. Justo en el punto central de la imagen que se presenta, había uno de los compartimentos, que se conservaban hasta hace poco, sobre el sistema de acceso a la ciudad. Aquí se encontraba la llamada Puerta del Mar, cuyos elementos y componentes arquitectónicos han sido eliminados y quedado bajo los cimientos de las casas colindantes. Según la tradición, tal puerta estaba formada por un arco central y dos laterales de descarga, y un paso en zig zag, hacia la playa.
El nivel que se puede establecer para la actual playa difiere poco del que se detecta hoy en la Plaza de la Rosa, lugar donde se han descubierto numerosas estructuras romanas bajo el suelo, en solar del antiguo cine Pasapoga (fots. 6X; 7X).
Sobre la planimetría general y parcial, se han marcado las áreas donde aparecieron alineaciones de muros, probablemente pertenecientes a instalaciones industriales portuarias y de otro tipo. En el punto 8X, donde se puede ver uno de los huecos abiertos para los anclajes de las zapatas del edificio que se levantó allí y en sus extremos, se observan dos sistemas de muros alineados en paralelo, con una profundidad aproximada de 2,50 m. Cuando esta operación se practicaba, ya se habían extraído dos vasijas, tipo dolivm, sin asas, de las mismas características de las que podemos contemplar en 9X, situada sobre otro de los huecos abiertos para zapatas y encajada junto a muros romanos que se cortaban en ángulo recto. Sobre el punto 10X, al fondo de la imagen, se encuentra el edificio que se ha levantado sobre el solar. Además de los dolia y muros romanos, se pudo ver parte de un horno de cerámica, casi sobre el centro del solar. Pero, volviendo al punto de línea que nos interesa en la parte que se señala en la toma fotográfica, se indican con flechas los lugares exactos donde se ha descubierto un espigón de puerto (fot. 10X,1), y restos de otros sobre el solar que ocupa el edificio que marca indicación dada. Tras el estudio realizado sobre el antiguo dibujo de la costa de Almuñécar, no se olvide que la línea que se ha trazado pasa por estas inmediaciones y, por tanto, es obvio pensar que estamos en un área donde deben existir formas portuarias y murosdiques de contención. La prueba de esta afirmación se puede demostrar mediante la aportación de un descubrimiento realizado años atrás, con motivo del rebaje practicado para un nuevo edificio (fots. 11X; 12X). El material de este espigón es el opvs caementicivm realizado directamente sobre el agua, según las técnicas de construcciones portuarias usadas por los ingenieros romanos. La dureza es tal que ni las máquinas de aire comprimido pudieron perforarla, montándose el alzado posterior, en parte, encima de esta plataforma antigua.
En un espacio situado a continuación de las fotos 4X y 5X, aparecen los restos de muros romanos, de piedra toba, bajo los cimientos del antiguo cine Coliseo (fots. 13X y 14X), que formarían parte del sistema de murallas que circundaban la factoría. Es posible que este sistema fuera retocado por las culturas posteriores, musulmana y cristiana. Se cree que estos muros se prolongarían en sentido hacia la Cuesta del Carmen, donde vuelven a aparecer de nuevo; pero nada impide pensar que se continuaran hasta cerrar en las rocas del comienzo de la avenida de Prieto Moreno.
Conclusión del sector X
Los elementos que se nos han presentado en este pequeño sector, casi todos se relacionan con el estacionamiento portuario. El sistema de muralla probablemente tuviera origen romano, reutilizado por las generaciones étnicas posteriores. Es comprensible que si los medievales previeron la penetración arrolladora del agua del mar, y construyeron lo que acabamos de ver en fotos anteriores, por la misma razón los romanos no habrían quedado en mejores situaciones ante tales eventos naturales. Por ello inducimos que debió existir un sistema de defensa contra las avalanchas del mar, y que éste debió seguir siendo utilizado por los medievales y modernos.
A finales del siglos pasado, para comunicar la playa moderna con el interior de la ciudad, fueron rotas las murallas para crear acceso y como consecuencia de ello, hubo necesidad de hacer un terraplén de cierta altura y anchura, con el fin de, por lo menos, aminorar el efecto de los fuertes temporales, que, según se ha podido comprobar directamente, ni siquiera el sistema de terraplén era suficiente para sujetar el fuerte oleaje en determinadas ocasiones.
En resumen, se tiene que decir que los datos proporcionados por este sector tienen un carácter marcadamente industrial y portuario, y que sus componentes se encuentran relacionados más que con formas de producción directa, con las propias de un estacionamiento portuario, es decir, servicios y dependencias auxiliares propias de tal montaje comercial.
SECTOR Y
Se ha abordado el estudio de este gran sector abarcando un espacio mayor de lo que se considera usual en este trabajo. La razón se debe fundamentalmente a la escasez de datos arqueológicos que nos presenta.
Los elementos de estructura arquitectónica se pueden agrupar en los siguientes tipos: murallón de circunvalación de la ciudad medieval; restos de depósitos de agua y torre de descarga, ubicados en las cercanías del área que ocupa la actual Iglesia Parroquial y unos edificios cercanos a ella; restos de muros romanos situados en las faldas de la pequeña colina que ocupa la Iglesia; restos de sistemas, unos pertenecientes a los limítrofes de la factoría del Majuelo, otros, a estructuras romanas sin identificar, en la zona norte de la ciudad; y, por último, una canalízación subterránea que presumimos es la arteria principal del sistema de sifón que conducía el agua, por medio de tuberías, desde el pie de la torre de descarga del depósito hasta el punto más elevado de la ciudad: Eras del Castillo.
Iniciamos el recorrido descriptivo comenzando por el murallón de circunvalación, en el que nos cabe la posibilidad de admitir que parte de su alzado, puede pertenecer, como elementos reutilizados, a las estructuras de la factoría de salazones que se encuentran enterradas, a cierta profundidad, a lo largo de todo este subsector y contando con los elementos aflorados junto al Paseo del Altillo. De esta situación se tiene el testimonio de los resistentes muros aparecidos con motivo del rebaje de terreno, efectuado para sentar las zapatas de toda la construcción moderna que aquí se ha realizado recientemente.
En la foto 1Y, se puede observar todo un lienzo de murallón, cuyo aparejo se ve muy alterado en su aspecto externo. En algunos tramos de su alzado se deja ver la huella del sistema romano de opvs incertvm. Su altura se corresponde con lo habitual dentro de los planes defensivos medievales, llegando a alcanzar los 8 m en algunos tramos (fot. 2Y). En el interior de la finca que cierra este murallón existe una nave que, partiendo desde ahí, llega hasta el recinto ocupado por la antigua cárcel. Recientemente se ha comprobado la existencia de dicha nave al realizarse el rebaje de suelo tanto en la construcción del nuevo Ayuntamiento, como en el derribo de una casa cercana y en línea. En las zanjas se vio perfectamente la rotura de dicha conducción, que se dirigía a la finca antes citada. Se piensa que se trata de un sistema de llevada de agua entubada a través de las canalizaciones, que se están haciendo patente como una red arterial por toda la ciudad.
La cercanía con el otro sistema de canalización abovedada hace pensar en su relación con otros más (cfr. fots. 66R a 70R).
e piensa que se produciría un encuentro de canales en el centro de la vaguada, que entonces configuraba la actual Plaza del Ayuntamiento, y más concretamente, en el interior del viejo edificio del antiguo Ayuntamiento, sito en el mismo lugar. Desde aquí, por la citada vía subterránea, se llegaba a la susodicha finca, cercada por el murallón. Se piensa que, a su vez, otra línea debía partir en dirección a la Iglesia, como a simple vista es obligado admitir, centro de distribución y canalización principal de todo el complejo de Seks.
Una vez hecha esta pequeña aclaración sobre el citado elemento de conducción de agua, añadimos que en este espacio y a lo largo de él, ha debido existir toda una secuencia de edificaciones pertenecientes tanto a las infraestructuras industriales de la factoría, como a las portuarias.
Los edificios públicos han dejado su testimonio en la existencia de restos encontrados en algunos de los rebajes practicados. Así, se tiene, como prueba testimonial, un capitel corintio, de 0,60 m de altura, que pudo formar parte de un posible templo o foro en este subsector del complejo industrial.
Observando con más detalle el terreno situado detrás de estos murallones, nos encontramos con una serie de estructuras romanas que, hasta ahora, habían permanecido sin descubrir ni identificar. Esta zona marca el comienzo de sistemas de muros romanos enterrados y que forman parte actualmente de la cimentación de las nuevas viviendas. Detrás del muro de contención mostrado en la fotografía 3Y, aparece un sistema de canalización de agua, probablemente destinado a abastecer los recintos romanos de todo este lienzo, que abarca la totalidad de la avenida de Andalucía hasta las cercanías de la playa.
Ya en la fotografía 4Y, sobre un muro romano de contención que sujeta la calle Derrumbadero, puede observarse un agujero no artificial, sino antiguo y deformado, por donde se deja ver el canal de conducción de aguas que hasta la Huerta de los Müller llegaba.
La fotografía 5Y deja ver el interior del canal, con paredes recubiertas de estuco muy deteriorado, y una cubierta formada por lajas de piedra del propio terreno pizarroso. Al fondo de este tramo de canal se ve el paso del conducto que, al parecer, discurre por toda la zona o bajo la calle que pasa por encima. Este es sólo un ramal del canal que se adentra en la citada huerta.
La fotografía 6Y muestra con más detalle la situación en que se encuentra esta conducción de agua.
Con el movimiento de tierra que se ha llevado a cabo para la modernización de este recinto, han hecho su aparición numerosos fragmentos de tuberías de cerámica (fot. 7Y), bastante resistentes, y que servirían para la distribución del agua por toda esta zona.
Como no se ha practicado ninguna excavación en este sector de la ciudad, no se puede decir que se trate de otra parte de la factoría. Pero sí se tiene testimonios de los obreros que trabajaron en estos parajes cuando se construyeron las nuevas viviendas: aparecieron numerosos sistemas de muros de una dureza tal que no pudieron romperlos con los medios de que disponían, optaron por montar los cimientos sobre los muros romanos que le resultaban más seguros para los alzados.
Dentro de la línea de defensa que se viene describiendo, se puede indicar una marca de continuidad del sistema en la foto 8Y, donde se aprecia la existencia de fuerte muro a media escalera, que conecta con el anteriormente descrito.
En 9Y hay que decir que toda esta alineación de casas modernas se apoya sobre la secuencia indicada en 8Y, a cuyas espaldas se encuentra toda esta serie.
Subiendo por un estrecho paso, situado a mitad de la calle que vemos en 9Y, nos encontramos con estructuras de ladrillo, cuya identidad nos resulta difícil de explicar y relacionar con las romanas, pensando, por ello, que son modernas, ya que, al parecer, pertenecen a una antigua industria local relativamente moderna (fots. 10Y; 11Y; 12Y). Precisamente hacia la mitad del paramento moderno, que se ve en 11Y, en la parte de sus cimientos, fue donde se pudo apreciar la existencia del canal de conducción de agua, antes citado.
No hay duda de que los espacios que se ven han estado ocupados por formas romanas, pero que han sido tan alteradas que apenas se puede identificar nada, o tan sólo se conserva lo que queda bajo los muros modernos.
Siguiendo la callejuela anterior, pasamos a la calle María de Molina, en donde sí aparecen al exterior restos de paramentos romanos sobre los muros de las casas modernas. Es lo que se puede apreciar en 13Y,1,2; 14Y,1,2,3. Se ha observado con detalle y se pueden identificar como restos de muros usados para el alzado moderno de estas viviendas.
A partir del punto 15Y, llamado Cuesta del Derrumbadero, nos encontramos con toda una secuencia, que aquí señalamos con una flecha, como elemento romano que conforma el paramento de un subsector que la tradición popular consideró siempre como un albercón.
El alto muro, que se ve en 16Y, conserva el grosor de la estructura interna del aparejo romano.
Por deterioro del revestimiento moderno, que se ha desprendido en parte, ha quedado al descubierto el aparejo externo de un muro de estructura y técnica romanas, como bien se puede observar en 17Y y 18Y, donde se distingue perfectamente la capa moderna caída y las piedras que conforman el aparejo de opvs incertvm en su interior.
Siguiendo un proceso de analogía morfológica, concluimos que todo este lienzo de muro tiene unidad, y se integra dentro de una estructura romana que desconocemos, pero que la tradición popular lo identifica como paramento perteneciente al albercón citado. Téngase en cuenta que el supuesto depósito de agua, que ubicamos sobre el solar de la Iglesia parroquial, se encuentra a escasos metros, en paralelo, de tal albercón.
Al final de este largo lienzo de muro romano, nos encontramos con otras estructuras que muestran señales de ser reutilizaciones (fot. 19Y,1,2), con el uso de podivm para poder acceder a los espacios que superan el nivel de la calle, y restos de muro sobre aparente pared moderna.
El uso de escalones grandes o podia es una práctica habitual en todo el casquete superior de la ciudad actual.
Justo enfrente de la estructura que acabamos de ver, se observa, en 20Y,1, un paso artificial, por donde se piensa que había un cierre, debido al paso del murallón de la zona norte y que pronto tendremos ocasión de ver y analizar. En el punto 20Y,2, dentro de la casa moderna y dando hacia el murallón, que se ha visto al principio de este capítulo (fots. 1Y; 2Y), hay un torreón medieval que forma parte de los elementos defensivos de la ciudad medieval. Sus características son similares al estudiado en el sector T.
En línea con la trayectoria del acueducto en su entrada a la ciudad, situados frente a lo que fue Puerta de Granada (fot. 21Y), con un fuerte desnivel, ya que entre el punto más bajo, cota 11,70, y el más alto, cota 25,55, no hay más de 40 m lineales. Tales estructuras que aquí se ve, no han podido ser analizadas en sus interiores. Tan sólo nos remitimos a indicar lo que significa para este estudio el trazado de esta calle: fuerte desnivel que debe superar el acueducto para llevar el agua a su destino: el depósito terminal, situado donde ya se ha indicado: solar de la Iglesia Parroquial y zonas anejas.
Si situados en la parte noroeste de este sector, se puede ver la línea que seguía el murallón en este tramo.
En las construcciones modernas, con motivo de los rebajes de cimentación, han aparecido formas romanas, al desmontar estructuras modernas apoyadas sobre él, o semienterrado y derruido (fots. 22Y; 23Y).
Las imágenes que se presenta corresponden a los descubrimientos hechos sobre la calle Angustias Vieja.
Con motivo del rebaje de terreno practicado para la construcción de la Casa de la Cultura, en la parte superior de esta colina norte, sobre la cota 25,50 aproximadamente, ha aparecido parte de la secuencia de este murallón, cuyo grosor alcanza los 1,40 m. Junto a él, pero sin relación directa, se ha descubierto también una especie de podivm o pilar grueso de opvs caementicivm, que nada tiene que ver con la muralla en cuestión, pero sí con la conducción del tramo final del acueducto, a su entrada en el complejo, formando parte del sistema de canalización por el que discurriría toda una red entubada, según los cánones del sifón (fots. 24Y; 25Y; 26Y).
En línea con el punto 22Y, y siguiendo hacia el Oeste, nos encontramos con casas modernas cuyo aparejo, tanto interior como exterior, nos presenta restos de la muralla de circunvalación de la ciudad medieval y moderna.
Así, desde la propia Avenida de Cala (fot. 27Y), pueden verse unos paramentos externos de casas, cuyos interiores muestran vestigios evidentes de su antigua función (fot. 28Y). El grosor es de 1,20 m.
Continuando la línea anterior, se ven otros alzados que le suceden, pero que apenas conservan vestigios de su estructura. Prácticamente han desaparecido (fot. 29Y).
Si nos adentramos por el punto medio de las fachadas que se indican en 29Y, a escasos metros, en un solar rebajado, nos encontramos de nuevo con vestigios de muros modernos apoyados en clara base romana (fot. 30Y), cuya profundidad no alcanza más del metro y medio (fots. 31Y; 32Y).
La técnica romana puede verse, aunque algo deteriorada, por ser cimientos de estructuras, y no paramentos superiores. En el punto 32Y observamos, además del opvs incertvm, el opvs caementicivm, que parece constituir la fuerte base de un elemento antiguo de tipo aún no identificado.
Seguimos la línea de muralla de circunvalación y hallamos un tramo que, hasta hace pocos años, conservaba el mejor testigo de toda esta secuencia (fot. 33Y). Se podía ver el aparejo. Era parte del muro externo de una típica taberna llamada El «Jarapo», continuando por la carpintería de Justo, elemento colindante y coetáneo.
Se produce al final del último tramo, que acabamos de describir, un fuerte giro a derecha, según se avanza en ese sentido, y se ve toda una secuencia de casas, cuyas bases y cimientos están montados sobre la muralla previamente arrasada hasta casi el suelo (fot. 34Y). El uso de los podia se justifica precisamente por encontrarse, a causa de la muralla, por debajo del nivel de la calle Vélez, situada justo detrás. Toda esta secuencia de muralla termina en la denominada Puerta de Vélez, que se encontraba al final del último tramo que acabamos de analizar.
Cambiando de escenario arqueológico, iniciamos la descripción del área del depósito terminal del acueducto, en el interior de la ciudad y sobre la colina en que se encontraba emplazado, para analizar los restos que nos han quedado del mismo. La vertiente norte de la Iglesia (fot. 37Y) nos muestra una panorámica con vestigios atribuibles tanto a la torre de descarga como a los componentes de base que conforman el depósito de agua situado en la base de la misma Iglesia. Es muy difícil precisar el grosor de los muros, pero teniendo en cuenta que coinciden con lo que es el alzado de la Iglesia, que sitúa sus muros sobre la estructura base del depósito romano, se cree que puede llegar a alcanzar algo más de los 1,45 m, aunque en la parte que da a la calle no podemos precisarlo debido a que se encuentra muy alterado. Pero fijándonos bien en esta vertiente y en el muro de base en concreto, se ha llegado a pensar que lo que se ve no son restos de muros exactamente sino parte de una plataforma de equilibrio del terreno, dada la fuerte pendiente que se puede ver en la misma calle, a la que lógicamente se considera artificial.
En el análisis de los tramos que se conservan en esta vertiente norte, se puede observar que, en líneas generales, el alzado de la Iglesia casi coincide con los muros romanos de base, pero como se ha dicho, el aparejo externo aparece sin línea de continuidad, con lo que se piensa que, o bien como se ha dicho, ha sido rota una plataforma de equilibrio del terreno, o bien los muros han sido ajustados a las necesidades de los paramentos del alzado general de la Iglesia. En esta parte norte estaba situada la torre de descarga. Tal vez por ello, aquí fuera más razonable admitir que existiera la citada plataforma de equilibrio, ya que debía soportar el mayor peso de la masa de agua que debía contener y retener para hacer funcionar el sistema de sifón establecido entre este punto y el situado en la parte más alta del complejo romano, sobre Eras del Castillo.
Obsérvese cómo en 38Y,1, la línea de calle rota, está más adentro que los puntos de apoyo de los pilares contrafuertes del alzado de la Iglesia (fot. 38Y,2). Se piensa, como conclusión de tal pequeño subsector, que el aparejo que se ve y sobre el que se apoya la estructura de la Iglesia, ha tenido unas proporciones superiores a las que se ven y que probablemente están formando parte de los cimientos del ábside de la citada edificación.
Por todos los indicios, según examinamos la línea de fachada, ello parece indicarnos que el canal con las entubaciones, procedente del acueducto, tenía que discurrir por niveles superiores a los que se ven.
Los detalles de mayor envergadura de los cimientos que se suponen aquí, se tienen bien patentes en las fotos 39Y y 40Y, donde se observa la rotura de las estructuras murales o base de las edificaciones hídricas que aquí han existido. De forma más detallada aún, se pueden ver fotos de precisión, en que se observa la rotura, comprobada por la irregularidad del aparejo, analizable a simple vista (fots. 40Y; 42Y).
En la vertiente de Poniente del mismo edificio, se encuentra hoy la secuencia de estructuras de formas romanas en toda la base de cimentación, con una clara reutilización de los muros bases romanos o plataforma de equilibrio, como se ha indicado antes en la vertiente norte (fots. 43Y; 44Y; 45Y).
Con toda certeza esta línea de restos de muros en la base de la Iglesia se prolonga hasta el espacio ocupado por el atrio de la misma, en donde se observa su continuidad (fots. 46Y; 47Y; 48Y).
La bajada, del atrio hacia la calle, que sale del mismo, a izquierda, muestra claras señales de que se han abierto a golpe de pico, como se comprueba en la foto 49Y. Los muros del citado atrio se montan sobre las viejas estructuras romanas. Pero también insistimos aquí en la posibilidad de que todo cuanto aflora en superficie sea igualmente resto de una plataforma de equilibrio del terreno, ya que no se ha podido demostrar la existencia de ningún resto de paramento con aparejo externo homogéneo. Tan sólo se pudo, con motivo de la reposición de la actual solería de la Iglesia, ver en el interior de la misma cómo se montaban los paramento modernos sobre los muros romanos existentes debajo, pero la rapidez con que se llevó la ejecución de las obras, no nos permitió poder tomar fotografías de tales detalles, aparte de la negación de una excavación sobre el solar interno.
La vertiente este del mismo edificio tenía al descubierto algunos muros sobre el suelo, que han quedado sepultados bajo la nueva capa de enlosado que se le ha puesto modernamente. Las características modulares de la Iglesia, después de las observaciones hechas, nos llevan a concluir que tanto su anchura como largura, se aproximan, a nuestro entender, a las medidas reales, que tuvieron depósito de agua y torre de descarga conjuntamente.
Si recordamos la descripción que de estas construcciones nos hicieron los cronistas de época, se puede deducir que los materiales de este edificio han reutilizado tanto la piedra de sillería o toba, como lo que de alzado levantaran, cuando se ideó la construcción de la nueva iglesia.
Alejándonos un poco en dirección suroeste, nos encontramos con un espacio doméstico, con bastantes restos de elementos arquitectónicos romanos en su interior. Por ello se piensa que ha formado parte de estructura romana, pero ignoramos de qué tipo, dado el escaso aparejo exterior analizable.
La tradición cuenta que este complejo, de cierta consideración, fue, tiempos atrás, una especie de palacete con jardín musulmán (fot. 50Y). Lo cierto es que conserva la flora de casi todos los elementos que suelen componer la ornamentación, en cuanto a plantas aromáticas se refiere.
Por nuestra parte, se cree que se trata de formas romanas cuyo espacio ha sido usado para morada de las antiguas autoridades que por aquí han pasado. Bien es sabido que el Castillo de San Miguel era una fortaleza militar, no una residencia, por lo que nos inclinamos por esta última estimación.
Lindando con los muros del antes citado jardín, nos encontramos con unas estructuras donde la tradición nos cuenta que, siglos atrás, se había instalado una comunidad religiosa. En lo relativo al aparejo externo de esta edificación, todo parece indicar que ha sufrido una fuerte modificación exterior, quedando la parte interna con estructuras que, según cuentan, disponían de sótanos similares a las naves que se ha localizado en lugares cercanos a éste.
Su distribución interna gira en torno a un patio central porticado, del que hoy se puede ver algún elemento. Es posible que dispusiera de naves, pero, hasta el momento, no se ha detectado nada en esa línea arquitectónica (fots. 51Y; 52Y).
Como elementos adicionales a este sector, se cree necesario incluir aquí algunos restos de estructuras romanas recientemente descubiertas, a propósito de rebajes de terreno. El primero de ellos se halla situado casi en el término del área de la factoría, o ámbito que comprende, en su totalidad, la factoría del Majuelo (fot. 53Y). A izquierda de esta imagen se tiene el espacio que entra dentro de las proporciones de la factoría, cuya parte terminal no ha sido tocada aún. A derecha, se han detectado estructuras límites de la citada factoría. De esto último se tiene el testimonio de un muro de cierre que nos indica claramente que estamos ante el límite norte de la factoría de Poniente (fots. 54Y; 55Y). Se trata de una forma con entrantes a ambos lados, indicando su continuidad en sentido sur. Su aparejo es de piedra, según la técnica del opvs incertvm. Sus medidas son: largura, 4,50 m; fondo, 1,10 m aproximadamente; grosor, 0,60 m. Se ha profundizado junto a él para observar su cimentación, hasta 1,40 m (fots. 56Y; 57Y).
En la zona noroeste de la ciudad, a 20 m de la línea de muralla medieval, se ha podido detectar, en un rebaje, la existencia de una secuencia de muro romano (fot. 58Y). Se trata de una estructura de características similares a las antes vistas, pero bastante más deterioradas, debido a las construcciones que ha debido soportar encima (fot. 59Y).
Todo parece indicar que pertenece a una antigua construcción romana desvinculada, por lo que parece, del conjunto urbano que se viene considerando unitario, pero que, a su vez, se integra en otra que se ha detectado en ese sector de la ciudad y que actualmente se encuentra en su totalidad bajo las nuevas construcciones, prolongándose en sentido oeste. Las medidas que se han podido tomar son: largura, 3,50 m; altura, 1,30 m.
Se piensa que su continuidad en sentido norte es clara, por otros indicios que se han podido captar, aunque no con la fotografía (fots. 60Y; 61Y).
La zona recientemente descubierta en los aledaños del acueducto a la entrada de la ciudad, ha dado como resultado el descubrimiento de la mayor parte de este tramo de arcos del mismo, a la vez que un complejo de estructuras que conforman unas termas romanas. Se podría haber recuperado la totalidad de este tramo, pero la apresurada excavación del acueducto permitió que cuatro de sus arcos se derrumbaran y se perdieran, porque sus restos rotos fueron tirados como escombros en vez de haber intentado su reimplantación y restauración, tal como se hizo en los Arcos de Torrecuevas, tiempos atrás. La fotografía 62Y nos muestra el tramo más extenso a la entrada de la ciudad. En uno de sus extremos se ve el arco partido. En la fotografía 63Y se ven los puntos de arranque de los arcos perdidos entre los dos tramos del puente del acueducto. A su derecha se dejan ver los restos de las termas que, a continuación se detallarán.
La fotografía 64Y muestra la parte central de hypocavstvm de las termas, así como los muros de las estructuras que conforman este complejo. Recientemente esta parte ha sido mejor excavada y han dejado al descubierto de formas más patente los arcos del hypocavstvm.
En la fotografía 65Y se ven, en la parte central de la imagen, la bóveda del apodyterivm o vestuario. A izquierda, los puntos de arranque de los arcos rotos del hypocavstvm; y a la derecha, los muros que circundan las formas de las pilas de baños.
La imagen 66Y muestra el interior del apodyterivm, con bóveda de medio cañón, y mechinales sobre el muro de fondo, y poyetes a ambos lados. También se observa, al fondo, una pequeña puerta arqueada, que podría dar paso a otra dependencia, hoy no descubierta.
En la imagen 67Y se ve una puerta de entrada que no parece natural, sino más bien abierta con posterioridad a la ejecución de esta obra.
La imagen 68Y muestra una estructura de probable pila situada a un nivel superior al del apodyterivm. Puede verse la técnica del opvs signinvm como elemento impermeabilizante, y los muros bastante enrasados, así como un agujero que puede ser una entrada-salida de las aguas termales.
En la fotografía 69Y se ve una pila, revestida de estuco impermeabilizante, una canal de desagüe en el centro, trazado diagonalmente, y escalones laterales, así como la puerta de acceso.
La imagen 70Y muestra una de las pilas, revestida de estuco y de forma semicircular. Los muros laterales, con sólo sus puntos de arranque, podían haber servido para formar los puntos de apoyo de la techumbre.
La fotografía 71Y destaca por indicarnos la forma de la pila, sus escalones para bajar al agua y el revestimiento con citado estuco. En la fotografía 72Y se muestra el detalle de los escalones de acceso al fondo de la pila.
La imagen 73Y muestra otra pila, con el mismo revestimiento de estuco y dos escalones que ocupan todo un lado de la pila.
La fotografía 74Y señala espacios que, probablemente, pertenecieran a otras dependencias de los baños, como biblioteca u otras.
La imagen 75Y muestra el canal de abastecimiento de agua que, con toda probabilidad, procediera del mismo acueducto, ya que se encuentra justo a su lado.
La fotografía 76Y indica un lugar de las termas donde pudo estar la dependencia de la biblioteca. Muestra en una de sus laterales un escalón que podía servir de asiento.
Las fotos 77Y y 78Y muestran espacios sin definir por el mal estado de conservación y los pocos datos que nos ofrecen para su identificación. No cabe duda que eran dependencias anejas y complementarias de las termas.
Conclusión del sector Y
En el análisis de este amplio y a la vez disperso sector, hay que decir que los componentes estructurales, con que nos hemos encontrado, hacen pensar en un planteamiento algo complejo.
Se han visto los siguientes elementos: restos de estructuras de salazones, tanto en la zona de Levante como en la terminal de Poniente o Majuelo; amplias edificaciones destinadas a depósitos de agua o conducciones de la misma (subsector de la Iglesia y edificio a ella adjunto); sistema de muralla periférica de la ciudad, con varios tramos de la misma conservados, bastantes reutilizados; sistemas de distribución de agua en diferentes puntos del sector; restos de edificaciones romanas sin definición concreta; y, por último, espacios modernos que han sido y son consecuencia de reutilizaciones de formas romanas muy retocadas, tanto en época musulmana como moderna.
Desde el punto de vista funcional y estructural, la conclusión más clara que se puede extraer de todos estos datos es que la colina, sobre la que hoy se asienta la actual Iglesia, constituye el centro de atracción del estudio de este sector ya que su casi totalidad está ocupada por formas relacionadas, en su casi totalidad, con depósitos de abastecimiento de agua a no sólo la industria de salazón del complejo, sino a todo el amplio sistema que ello genera, es decir, se atiende a la salazón en todos sus aspectos, las industrias de cerámica, que han dado muestras de haber existido, servicios públicos más imprescindibles, como los comerciales y de hospedaje, que debieron existir, como estructuras de utilidad obligada, en un centro comercial de tal entidad, dado el gran perímetro portuario que aquí se ha registrado, comprendiendo zonas tan amplias como la del Majuelo y ensenada de Levante.
Desde este elevado punto, cota 25,55 en base, sobre el nivel del mar, y algo más de 50, desde el punto más elevado de la torre de descarga, por medio del sistema de sifón, debió existir una tupida red de distribución de agua, de forma que las áreas más altas de la zona industrial fueran atendidas con tal red, y desde allí, a todas las zonas situadas bajo su nivel de influencia, excepto las factorías de abajo, que tienen su propia red de abastecimiento mediante canalización procedente del depósito. Por esta razón, el complejo de alimentación o conjunto de depósitos y torre de descarga desempeñaban funciones similares pero con diferente procedimiento: la torre de descarga llenaba los depósitos situados bajo su nivel, de forma casi directa y, a la vez, gracias a la presión que en ella se generaba, con sifones llenos de tuberías, elevaba el agua hasta los lugares más altos del complejo, haciéndola llegar hasta el depósito situado sobre el Peñón del Santo, pasando por canales intermedios, que se han podido comprobar a lo largo de toda la descripción sectorial practicada.
Como elementos también a tener en cuenta, destacamos la zona de Levante, que contiene bajo sus tierras y edificios toda una red de elementos industriales propios de un complicado sistema, como el de una factoría.
Antes de llegar al depósito terminal, situado donde hoy se encuentra el templo parroquial de la Encarnación, han aparecido importantes restos de unas termas, casi en el punto medio de este tramo de acueducto romano; pero que, con casi toda certeza, se encuentran más relacionados con un emplazamiento situado en el barrio de San Sebastián, donde se tienen datos suficientes como para demostrar que allí se encontraba una importante villa romana, por la cantidad de materiales de calidad que han ido apareciendo en el transcurso de los años modernos.
SECTOR Z
Este pequeño sector podría considerarse como un subsector adicional al J, ya que contiene elementos comunes con él y con el K. Las estructuras son muy similares y las reutilizaciones siguen la misma pauta que en los espacios anejos.
De esta forma, en la panorámica tomada en la placeta de la foto 1Z, se puede ver cómo el paramento de la izquierda o alzado general de las casas situadas en la misma dirección, se encuentran superpuestas a toda una base formada por un muro romano bien comprobado. Dicho muro debió alinearse hasta cerrar, al fondo de la imagen, con las estructuras romanas que lindan con el Majuelo, área situada detrás del paramento y espacios inferiores de fondo.
Al llegar al muro de la estructura que se ve cerrando esta placeta (fot. 1Z), justo a izquierda, nos encontramos con un pasillo al que consideramos artificial, como a simple vista se puede deducir, y que se compone de muros romanos a ambos lados, con formas romanas en sus bases, según se puede comprobar en la imagen que se presenta (fot. 2Z). Su anchura es de 1,10 m, y comunica la placeta con las formas internas, antiguos espacios ocupados por naves abovedadas, sobre todo a derecha, según se sube.
Los paramentos parecen formar parte de una antigua estructura destinada a almacenes, aunque la presencia de canales subterráneos, cuyo fin sería o bien abastecer de agua a estas zonas, o bien servir de sistemas de evacuación de aguas residuales, que desembocarían en alguna de las cloacas del Majuelo, nos hacen pensar en una doble misión, cosa que se ha presentado también en la zona de la Cueva.
La situación de los muros y los indicios que se nos muestran parecen demostrarnos que estas estructuras formaban compartimentos independientes, como bien se puede observar en 3Z,1,5, donde el muro romano, con una altura que supera los 4 m, parece constituir una división del área de este sector. Frente a él (fot. 3Z,2) se tiene un compartimento con todos los indicios de nave enrasada, y con las medidas modulares que en el sector J se han descrito y estudiado.
A su vez, bajo el nivel del suelo, se ha detectado la presencia de otros compartimentos, con una probable finalidad similar (fot. 3Z,6), y cuyos muros están construidos con el sistema del opvs incertvm, como el resto de las piezas que aquí se están viendo. Los paramentos, tanto a un lado como a otro del pasillo, mantienen la misma técnica constructiva y las mismas proporciones.
Al final de tal paso artificial, se observa cómo en algunos puntos se dejan ver restos de muros romanos que han tenido probablemente otra función, que ignoramos (fot. 4Z,2). En su parte derecha se observa un paramento levantado con piedra toba y un espacio que ha debido ser una nave (fot. 4Z,4,6) por las medidas que presenta. La anchura del pasillo disminuye (fot. 4Z,5), y al fondo se observan: un paso artificial (fot. 4Z,3) que rompe el muro romano (fot. 4Z,2), que se ha abierto con el fin exclusivo de hacer pasar las aguas de lluvia procedentes de las calles San Crescencio y Clavelicos, en sus dos tramos.
A izquierda del pasillo (fot. 4Z,1) se tiene un sistema canalizado, original, pero reutilizado hoy también para recoger las aguas de lluvia procedentes de los niveles antes citados (fot. 5Z). En él se puede comprobar que sus muros son originarios; tan sólo han sido retocados encalándolos, y discurren paralelos bajo otras estructuras también romanas. Su base es roca madre con un ligero revoque de cemento moderno. Sus medidas: 0,80 m x 0,60 m. Su cubierta ha sido remozada mediante un sistema de bovedillas en todo su trazado, probablemente sustituyendo una antigua cubierta de medio punto o adintelada. Situándonos de nuevo en el tramo inicial, se puede comprobar, dirigiéndonos hacia la cuesta ascendente, la existencia de la reutilización en los paramentos de las casas que nos encontramos (fot. 6Z 1,3). A su vez, se vuelve a utilizar el escalón debido a que en los interiores de estas casas no ha existido pavimento. Por ello, al proceder a su colocación, ha sido necesario rellenar previamente todo el espacio interior hasta nivelar su solería interna con el escalón artificial que se ha colocado en la puerta (fot. 6Z,2). Si nos situamos tras los puntos indicados en 4Z,3 y 5Z, nos encontramos de nuevo con las estructuras romanas reutilizadas que, en su trazado, provienen: unas del sector K (fot. 7Z) y otras, del sector J (fot. 8Z).
En la primera de ellas se puede comprobar la existencia de muros alineados, que son la prolongación del muro contrafuerte visto y estudiado en K (fot. 7Z,1), un paramento romano de fondo (7Z,2) que se relaciona con los elementos arquitectónicos del sector J y Z simultáneamente, ya que se interrelacionan, y hay dependencias reutilizadas que se conectan más con las estructuras romanas del sector J, en la calle San Crescencio, que con las del sector Z, propiamente. Pasando por un pequeño corredor, nos encontramos con una serie de muros, cuyas características y medidas nos hacen pensar en que son elementos estructurales pertenecientes a naves romanas muy alteradas, incluso en sus alzados (fot. 8Z,1,2). Pero las indicaciones sobre la continuidad en los paramentos son evidentes.
Conclusión del sector Z
Se piensa que, tal como se ha indicado al inicio de esta descripción, este pequeño sector se enmarca estructuralmente dentro del esquema general del sector J. Por tanto, las funciones que se ha aplicado a tal espacio son válidas, al establecer un paralelismo formal entre ellos.
Sin embargo, se aporta un nuevo dato no detectado ni en el sector K, ni en el J. Es el sistema de eliminación de aguas residuales, con naves cubiertas.
Pero, en definitiva, aquí se tiene toda una secuencia de estructuras arquitectónicas cuya finalidad primordial es la función almacén.
[1] Nota del autor: Se tienen noticias de otros autores, relativas a una excavación practicada por Antonio Fontán, antiguo Gobernador Civil de Granada, quien en los años 40, llevó a cabo esta tarea sobre el citado Peñón. No se ha localizado documentación al respecto.
Fin de la primera parte de la Tesis.
Dr. Antonio Ruiz Fernández