Significado y trascendencia de lo religioso entre los romanos
Dentro de la tradición popular de elemento histórico romano se decía sentir un cierto orgullo por ser el pueblo más religioso del mundo conocido, El mismo Cicerón se expresaba en los siguientes términos: religiones id est cultu deorum, multo superiores (Cic. N.D., 2,3.). Si nos comparamos con las demás naciones -dice más adelante- resultamos iguales o inferiores en diversos terrenos, excepto en el de la religión, que significa el culto de los dioses en lo que somos, con mucho, superiores». Constituía, pues, para un romano un motivo de orgullo en el que se le atribuyera ese carácter religioso especial.
El término religio: Significado e interpretaciones.
Antes de dar un sentido real de lo que significa religión para el elemento romano, es preciso explicar las acepciones que el término latino religio pueda tener. Se trata de una una palabra absolutamente latina y por tanto nos podría servir para descubrir importantes aspectos de la religión romana. del término religio no existe en griego un equivalente. Del latín se han derivado todas las lenguas occidentales.
La palabra religio ha entablado discusiones y desacuerdos entre los latinistas. Pero el contexto es por donde en determinadas ocasiones se ha podido delimitar con cierta precisión el sentido exacto de la palabra.
Hay opiniones donde se dice que puede proceder del verbo religare, que significa «ligarse con respecto a los dioses». Otros dicen que procede del elemento intensificador «re» y el verbo legere, cuyo significado es «observar escrupulosamente las normas del culto».
Los romanos, pues, pensaban que existía una interdependencia entre el caelum y terra, una relación entre los dioses y los hombres.
Sin estar seguro de la benevolencia y de la gracia de los dioses, el romano se sentía desamparado. Esta versión se corresponde con el primer sentido etimológico de la palabra religión. Todo eso constituye el fundamento del culto romano con lo que pretendía obtener la pax veniaque deum, o bien alejar la ira deum. Por todo ello el pueblo en general y el hombre en particular pretendía asegurarse en la eficacia del culto, cosa que se corresponde con el segundo significado o etimología del término relegere.
Caracteres intrínsecos de la religión romana.
En primer lugar tenemos que destacar lo que ellos consideraban un factor decisivo: Castitas, o lo que es «pureza».
Varrón, con relación a esta faceta tan especial, dijo: » durante más de ciento setenta años, los romanos honraron a sus dioses sin estatuas; de haberse mantenido, el culto hubiese sido más puro». En contra de esta afirmación se podría objetar que se han hallado en el Lacio, en algunas tumbas de incineración, figurillas pertenecientes al siglo IX a. de n.e. No se sabe si representan a divinidades. como en otros hallazgos más modernos, según ocurre en una tumba de mujer, excavada recientemente en Almuñécar, se puede concluir que se trata de representaciones de figuras humanas tal vez con carácter votivo sin más trascendencia religiosa.
Corroboran la afirmación de Varrón la ausencia de antropomorfismo en la religión romana primitiva, pues hasta el siglo VI a. de n.e. no comenzaron los romanos a construir templos y estatuas, todo por influencia griega y etrusca. La ausencia de la hierogamia en el panteón romano, era un carácter propio de esta religión. Las divinidades eran masculinas o femeninas, pero no formaban pareja. Toda la evolución se debió principalmente a la influencia griega. Otro de los aspectos de esta especial religión estaba marcado por ausencia de los héroes o semidioses, nacidos de los devaneos de alguna divinidad.
Otra de las facetas a considerar como muy relevante, era la funcionalidad. Con relación a los dioses romanos no tenía poéticas leyendas, al contrario que los griegos.
Las divinidades eran conocidas por el pueblo debido a unas funciones determinadas; de esta forma se establecían los diferentes cultos.
Otra de las facetas a destacar era su sometimiento al estado: la religión romana tenían un carácter netamente político. En Roma nada escapaba al control del estado. Se tenían oráculos como los griegos, para que pudieran responder a las peticiones tanto de las realizadas por el pueblo como por el individuo particular.
Los libros sibilinos, de origen greco-etrusco, que eran considerados como procedentes de Cumas, están bajo el control del Senado.
Todas las demás manifestaciones religiosas estaban controladas por los colegios especiales, particularmente por el de los pontífices.
En los inicios de Roma esta religión mantenía un carácter antitético entre lo tradicional y lo aperturista, como el Ianus bifrons, mirando hacia el pasado y hacia el futuro.
El Pontifex Maximus era el mantenedor del tradicionalismo, quien atendía a la ejecución de las ceremonias públicas para el mantenimiento de la pax veniaque deum.
El movimiento aperturista estaba controlado viri sacris faciundis (cuyo número aumentó de dos a quince en tiempos de Sula). Su misión consistía en vigilar la introducción de dioses extranjeros. el hecho de aceptar una divinidad extraña a la tradicional tenía lugar cuando se producían crisis provocadas por calamidades.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA RELIGIÓN ROMANA
La religión romana sufrió diversas vicisitudes desde el nacimiento de roma hasta la instauración del Imperio. Pero se puede decir más aún: la escuela comparativa ha encontrado estrechos parentescos entre ciertos elementos de la religión romana y otros de la religión védica. Esto nos sirve para explicar los orígenes indoeuropeos de determinadas concepciones originarias de los pueblos occidentales pertenecientes a un mismo trono o etnia común,
Restos indoeuropaos de la religión romana:
Ciertos ritos de la religión romana.
Mater Matuta, cuyo significado «diosa de la aurora» llegó a perderse para transformarse en «diosa madre», o «Madre Buena», recibía culto mediante dos extraños ritos el día de las «Matralias», el 11 de Junio. Ello consistía en que las matronas romanas llevaban en brazos y daban de mamar no a sus propios hijos, sino a los de sus hermanas; hacían también que en el templo de Mater Matuta una esclava a la que golpeaban con varas antes de echarla fuera. Es decir, la diosa de la aurora es «una de las figuras femeninas más destacada del Rig Veda, donde aparece amamantando y lamiendo a un niño que unas veces es hijo suyo y de su hermana la noche simultáneamente» y otras es sólo el hijo de su hermana la noche.
Todo parece sugerir que a Roma llegó sólo la forma o rito más lógico: «La Aurora alimentando al hijo de su hermana la noche».
Las matronas romanas conservaron el rito de imitar a la diosa y dejaron perderse el mito.
El mito de expulsar a la esclava puede explicarse mediante un paralelo védico: para que resultara benéfica, la Aurora debe aparecer por un momento y después dejar paso al día. En el mito védico se alaba a Indra por expulsar a la Aurora que es «demasiado lenta».
El mito de Rig Veda se trasluce en el rito romano de la siguiente forma: La esclava representa a la Aurora. Por el mismo procedimiento la escuela comparatista ha logrado esclarecer los ritos de la » Diva Angerona», de la Fortuna Primigenia y de la «Lua Mater», ritos que para los romanos resultaban ininteligibles por encontrarse fuera de su contexto mitológico. Livio dice que Lua formaba parte de la mitología romana y que era habitual que los derrotados que perdían sus armas fueran consagrados a esta divinidad. Pero observando la etimología, según las lenguas clásicas, el verbo luo significa lavar, purificar. En patología médica existe el término «lues» usado como enfermedad destructiva, y se suele dispensar como cepa médica. Cuando aparece la expresión Lua Saturni, según Livio, se relaciona con elementos de fecundidad, simbolizada por la pareja de divinidades. Menciona este autor latino que la diosa recibía como ofrende las armas de los enemigos quemándolas en su honor. Otro hecho similar ocurrió en la batalla contra Perseo, rey de Macedonia que fue derrotado en la batalla de Pidna, a mediados del siglo II a. de n.e. A pesar de todo esto , cuenta que no se dedicaron a tal divinidad ningún santuario o templo, hecho que desde antiguo, los romanos no solían hacer. El fenómeno de edificar templos es una manifestación posterior.
Siguiendo con esta misma interpretación de los hecho rituales votivos, se suele relacionar a Saturno con el ciclo natural de la agricultura. Saturno se vincula etimológicamente con el verbo latino sero/satum, sembrar. De todas formas Lua Mater, su esposa, se seguía considerando como una divinidad extranjera y de procedencia védica.
La existencia de las estructuras jerárquicas tripartitas
La tradición romana guardó el recuerdo de las tres tribus que se suponían haber constiruido la estructura básica de la sociedad original de Roma: los Ramnes, los Tities, y los Luceres.
Los romanos dieron una interpretación étnica para dar una justificación a esta división tripartita. Estas tres facciones representaban a las tribus de Rómulo, a los sabinos y a los etruscos, de cuya mezcla resultó Roma. Pero esta explicación resulta insuficiente.
Esta división tripartita tenía un carácter funcional, como la división social de la India por funciones: brahamanes o sacerdotes, guerreros y agricultores-ganaderos. En Roma los Ramnes eran los compañeros de Rómulo, rey-sacerdote, los Luceres correspondían a los soldados por excelencia (tal vez los etruscos), y los Tities, a los agricultores-ganaderos (tal vez los sabinos).
Esta división funcional se refleja también en la jerarquía de los tres dioses principales de Roma antes de la existencia de la tríada capitolina: Júpiter, Marte, y Quirino.
Según Georges Dumozil, esta tríada sólo puede explicarse recurriendo a la estructura conceptual que lla,a «Ideología de las tres funciones», que se advierte en la mayor parte de las sociedades indoeuropeas. Júpiter, dios de la clase sacerdotal; Marte, dios de la clase de los guerreros, y Quirino, dios de los quirites o encargados de las ocupaciones productivas en tiempos de paz.
Este esquema se fue degenerando desde que los latinos se establecieron en la Península Itálica, debido a influencias diversas.
Elementos activos de la religión histórica
Prescindiendo de las reminiscencias indoeuropeas puesta de releve por la escuela comparatista, los elementos más antiguos de la religión romana deben ser los concernientes a la religión familiar y a la religión concerniente a las faenas agrícolas, pues sea cual fuere el origen el pueblo romano, al comienzo de la época histórica, constituía una comunidad de labradores al Sur del Tíber inferior. Antes de la fundación de roma en 753 a. de n.e., debían vivir en pequeños poblados o en granjas dispersas
La religión familiar
El Pater Familias actuaba como sacerdote, es decir, como representante del individuo constituido bajo su autoridad ante las fuerzas numinosas que lo rodeaban. Los Númina eran seres espirituales cuyo favor era preciso alcanzar o conservar mediante determinados ritos. Su número era muy considerable dentro del ámbito familiar. Los más importantes eran: Jano, Vesta, los Penates y el Genius de la familia.
Jano era el espíritu de la puerta. Se le representó con dos rostros (bifrons). Vigilaba las entradas y salidas de la familia y defendía los vanos de la casa.
Su culto, en época posterior, fue asumido por la religión estatal. El templo de Jano se abre en tiempos de guerra para que esté en vigilia continua.
Vesta, el Numen que alimentaba el fuego, la dispensadora del calor, a quien los hombres debían acudir para preparar los alimentos. También ocupaba un lugar importante en la vida religiosa de la familia. Este culto fue también asumido por la religión estatal. El colegio de las vírgenes vestales, jóvenes con su voto de castidad, encargadas de mantener vivo el fuego que ardía en el altar de la ciudad consagrado a Vesta, tiene su origen en las hijas de familia que, en la ausencia de los hombres, vigilaban el fuego del hogar.
Los Penates eran dioses protectores de la despensa (Penus) donde se conservaban las provisiones de la familia. Cuando más tarde los romanos representaron los Numina mediante imágenes, las de los Penates se colocaban sobre la mesa para que presenciaran las comidas de la familia.
El Genius constituía el guardián de cada hombre. De esta divinidad dependía la facultad procreativa del ser humano. El lecho matrimonial se le llamaba lectum genialis. Del Genius dependía igualmente la personalidad del individuo y su propio destino, Para la familia tenía particular importancia el genius del Pater Familias. Era necesario conseguir el favor de esta divinidad, pues de él dependía la existencia y prosperidad familiar.
Cuando el Pater Familias moría, el heredero inhalaba su último aliento, rito que debía significar la creencia en la supervivencia y perpetuidad de la vida de la familia. Además, los romanos daban culto a los que consideraban fundadores de la gens. Solía ser un ser mítico, a veces una divinidad como Venus, considerada fundadora de la Gens Iulia. Siempre se trataba de un ser irrastreable históricamente.
Otro elemento de la religión familiar era el culto a los muertos llamados Manes. El motivo de este culto estaba causado en parte por el miedo a los muertos, pues se pensaba que tenían capacidad de causar daño a los vivos, por lo que era necesario aplacarlos. Se les solía ofrecer flores y alimentos en el día del aniversarios, no de su muerte, sino de su nacimiento, en el mes de febrero se celebraban fiestas públicas en honor de los muertos.
La religión agrícola
Cada Numen estaba relacionado con un determinado lugar o función específica. Pero los agrícolas estaban caracterizados por las siguientes funciones específicas: Robigus; A esta divinidad se dedicaban las fiestas denominadas robigalia Tenía poder sobre el tizón que amenazaba a los trigos. Nodutus: divinidad que tenía el poder de hacer engordar los granos. Volutina: Era la divinidad que tenía como misión rodear a las espigas de las cáscaras protectoras necesarias. Patulona: Divinidad encargada de abrir las espigas.Vernactor: Divinidad asociada a la arada de los rastrojos. Redaractor: divinidad asociada a la segunda arada de los campos. Insitor: Divinidad que colabora protegiendo la siembra. Obarator: Divinidad encargada de proteger la arada que cubría la semilla. Subruncinator: Divinidad que protegía cuando se realizaba la escarda de los frutos sembrados. Mesor: Divinidad que protege cuando se realiza la siega. Convector; Divinidad que protege en la recogida del grano. Conditor: Divinidad que colabora en el almacenamiento del grano. Promitor: Divinidad que colabora y protege su utilización.
Es posible que michas de estas divinidades no sean más que creaciones de los pontífices romanos que se complacían en las descomposición de las labores rurales.
LA IDEOLOGÍA, LA RELIGIÓN Y EL MOMENTO HISTÓRICO
La ideología es el producto de una determinada situación socio-económica. No son elementos que existen separados.Desde que se produce el primer asentamiento estable y permanente de un determinado elemento humano, comienza a aparecer con más fuerza la tendencia la tendencia a idear planteamientos teledirigentes de unas comunidades sobre otras, y de unos intereses en función de otros. Así, cuando se produce la primera acumulación de riqueza en la primera gran revolución social de la Historia, comienzan a bislumbrarse los primeros intentos de predominio de un elementos sobre otro: la acumulación de riqueza produce y multiplica la ambición y nace la guerra. El poblado abierto tiene la necesidad de proteger sus bienes con defensa.
No cabe pues, una disociación entre la realidad viviente y el producto ideológico que de ella nace. No es la Historia la que al hombre, sino a la inversa. No hay, pues, dicotomía entre elemento humano y su entorno. Es la circunstancia del medio quien provoca una determinada ideología llevada a nivel de pensamiento. La pervivencia de las ideas existe en tanto en cuanto pueda satisfacer las necesidades de la realidad socio-económica. Esto se cumplirá cuando el sistema ideológico tenga una flexibilidad y una capacidad de adaptación a los momentos por los que pasa el ser humano social y económico.
Cualquier ideología no tiene identidad propia, sino que procede del propio desarrollo de la vida en que se encuentra el hombre inmerso (C. Marx y F. Engels; La ideología alemana. Barcelona 1970). Incluso todas las manifestaciones que se dan en el individuo tanto en el aspecto religioso como ético y moral son la consecuencia del mismo fenómeno ambiental en que se encuentra inmerso. Vale, pues el enunciado que dice «que no es la conciencia lo que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia (Marx y Engels, ibidem) aunque se produzca un falseamiento entre la influencia ejercida por la realidad social y la influencia de la ideología.
Consecuentemente la definición completa de la Ideología requiere una concreción histórica en una concreta formación social del papel que dicha ideología haya desarrollado.
Althuser plantea sobre la ideología dos aspectos: a) Su existencia real. b) Su misma realidad existencial, es decir, representar la relación imaginaria de los individuos con las condiciones reales de su existencia, condiciones que se verán modificadas por la propia dinámica de los cambios y evolución de las circunstancias socio-económicas. En consecuencia, la Ideología sirve para reproducir de forma material, basada en la imaginación, las relaciones de producción. Podemos decir que la Ideología es un ente con capacidad de recoger el conjunto de que se rodea el elemento humano creándola como base sobre la que se sustenta de forma relativa el funcionamiento de toda la sociedad. Esta base no responde más que a lo que el propio hombre ha creado como sujeto de toda formación socio-económica. El elemento base de toda esta situación es el hombre, quien verá falseada toda su situación por una conciencia social influida por la Ideología
La Ideología, El según Althuser, existe por y para el hombre. Frente a la Ideología existe también la utopía, pero sin provocar un enfrentamiento entre ambas. No se da una oposición entre ellas sino una relación muy directa.
Si se acepta la oposición, tenemos entonces a la Ideología como la base dominadora, y a la utopía, como dominada. Pero en el fondo de la cuestión es la Ideología quien toma de la utopía los elementos necesarios para su adaptación a cada circunstancia de la situación socio.económica del medio real. El francés Althuser expone que la Ideología es la relación imaginaria (mental) de los sujetos con sus relaciones sociales.
Puente Ojea incluye dentro de la Ideología, denominándolo horizonte utópico. De esta manera abre dos vertientes: la primera legitima los principios de la clase dominante confirmando el dominio que desde el punto de vista real tiene la Ideología, base de su sustentación del poder ejercido por la clase dominante; la segunda corresponde a la clase dominada y explica su condición de dependencia subordinándose a la clase dominante a la vez que propone su posible salida de esta situación.
Cualquier movimiento de la Antigüedad Clásica nos puede servir de testimonio; tal ocurre con las escuelas pitagórica, la doctrina platónica sobre el modelo de sociedad para un estado, el estoicismo y epicureísmo y quienes buscan una situación de equilibrio entre la Ideología que nace del medio y el citado horizonte utópico bivalente. El fenómeno esclavista es un hecho que testimonia la irrealidad de todas las utopías que se han venido planteando a través de toda la Historia de la Humanidad: en el Mundo Antiguo tenemos reflejado el hecho en sí, y se abre a través del cristianismo la lucha antiesclavista. Pero la realidad utópica permanece yacente en la sociedad a través de todos los tiempos, ya que, de forma solapada, se ha impuesto la dictadura de las ideas y el fenómeno de la esclavitud reaparece, sin que el elemento humano perciba con claridad que el hecho histórico se repite: sigue existiendo la esclavitud mientras el individuo depende de un medio imprescindible para la vida: una condición socio.económica de la que no puede desligarse si quiere subsistir, ya que su existencia vital depende de ella.
En definitiva, sigue dependiendo la Utopía de la Ideología.
Lo que podríamos llamar contraideologías u horizontes utópicos, tropiezan con la verdad de la situación: son las causas productoras las causantes de volver a la realidad impuesta por la ideología y que es el desarrollo de las fuerzas productivas el que tiene capacidad para sustituir el modelo vigente de sociedad.
Lógicamente cuando la clase consigue subir al poder y se constituye en clase dominante, lo que era contraideología se convierte en Ideología dominante y entonces hará su aparición un nuevo horizonte utópico que tratará de justificarse ante la nueva realidad y volverán a surgir nuevas posibilidades de deseos de cambio socio-económicos. Esta nueva situación ideológica Puente Ojea la plantea diciendo que el cambio de una ideología dominante en otra, tiene lugar a partir de las contradicciones entre el horizonte utópico y la temática concreta en el seno de la ideología dominante. Ello nos lleva a la conclusión de que es en el horizonte utópico donde se gestan los cambios que van a provocarse en la evolución histórica de los sistemas y donde cada Ideología irá dando paso a otra.
El funcionamiento de toda Ideología se lleva a cabo mediante el Aparato Ideológico del Estado que, según Althuser, es un conjunto de realidades que se presentan de modo inmediato al observador en forma de instituciones diferenciadas y especializadas.
Estos medios estatales significan las relaciones de individuos con las relaciones de producción y de las relaciones que de ella se derivan mediante la deformación que la actuación ideológica provoca. Si la función primaria del Estado es ejercer el poder, es lógico pensar que, además del poder ideológico del Estado existe la puesta en marcha del sistema represivo para evitar en todo medio el que se provoque el nacimiento de nuevos sistemas ideológicos que antes consideramos utópicos. Para ello el Estado cuenta con su propio aparato represivo que le haga mantenerse por el hecho de la lucha que se provoca entre la Ideología y la realidad.
No cabe duda de que el estado tratará por todos los medios aparentemente legales o reales, de dar una apariencia de legalidad a la aplicación de todo su sistema coercitivo o represivo con tal de mantenerse en el poder. En resumen, se puede decir que tanto el aparato ideológico como el Estado en sí, actuarán conjuntamente, si bien entre los aparatos ideológicos y los aparatos represivos o coercitivos, preside lo que llamamos Ideología que justifica la actuación de todos los demás.
El conocimiento sobre la situación de todos los aparatos ideológicos del Estado, implica en conocimiento previo de cómo surge la Ideología: la Ideología tiene su nacimiento en las luchas de clases enfrentadas, cosa que en toda sociedad constituye el motor de la misma.
Si profundizamos en sus objetivos, vemos que se trata de la reproducción de los medios de producción: cada grupo tiene su propia estrategia dentro de este capítulo. La finalidad de la sociedad precapitalista, lo que pretende es la consecución del plusproducto, por lo que la estructura social en castas y estamentos acarrea la confusión de los elementos económicos con los políticos, religiosos y, consecuentemente, se produce un enmascaramiento de la conciencia de clase que causa en las sociedades precapitalistas una intervención menos intensa de los elementos represivos estatales.
Es preciso estudiar las actuaciones y situaciones de los aparatos ideológicos estatales en cada formación humana. En el terreno de la religión será preciso estudiar las situaciones socio-económicas para tratar de comprender sus aparatos ideológicos.
La religión se nos presenta como un conjunto de ritos y códigos de comportamiento moral del elemento humano penetrando en todas las facetas de la vida tanto en la puramente socio-económica como en cualquier manifestación social de la misma.
LA CIUDAD Y EL ESTADO EN EL MUNDO GRIEGO
ENTRADA DEL SISTEMA ROMANO
Al comenzar su aparición en el mundo occidental el fenómeno de ciudad, podemos contar dentro del territorio griego lo que consideramos polis, que, más que ciudades, estados propiamente dichos constituían palacios estados.
No se tienen paralelos en Oriente de esta tendencia social de organización. Cada polis tiene sus propias características: sus sistemas políticos son diferentes…no había más rasgos comunes que el de la lengua e incluso existían ciertas diferencias en ello.
El origen de la polis nace de la unión de aldeas o comunidades para organizarse, cada una a su manera y con sistemas de régimen diferentes. No cabe duda que una organización basada en el linaje o gens constituía la base de extinción de la propia ciudad o estructura social como tal organizada.
Dentro de los diferentes modos de organización podemos contar con estructuras tan opuestas como: monarquía, aristocracia, oligarquía, tiranía y democracia.
En resumen, es una agrupación de personas en régimen de comunidad con independencia propia, bajo una misma ley y con organización política.
Con este sistema de organización, aparecerá la propiedad privada, la economía mercantil y la pérdida paulatina de la consanguinidad gentilicia. Desaparece el parentesco y la polis se presenta como una comunidad de ciudadanos que habitan una ciudad, pueden beneficiarse de las ventajas que ello conlleva y están obligados a cumplir las mismas leyes. No cabe duda que la diferencia entre los ciudadanos era el tener la categoría de tal, porque evidentemente no todos eran iguales, ni la situación era la misma para todos. La figura del meteco en la comunidad ateniense es testimonio de las diferencias existentes en esta organización.
No se puede tener un actividad ciudadana de categoría sin la posesión del carácter ciudadano.
La polis se presenta como una unidad independiente. Cada una tiene sus dioses, su politeia, su estado social y sus recursos. Todo cuanto se produce tiene como trasfondo la polis: todo es político.
Cuando surgen los problemas de luchas entre comunidades, aparecen las ligas, fenómeno que en el fondo de la cuestión no es más que la lucha de la hegemonía de una ciudad sobre otra.
Se daba otro tipo de liga de carácter meramente religioso, pero que en el fondo no llevaba más que la intención antes expuesta.
Otro de los intentos era el crear una ciudad sobre otra ciudad, es decir, la aparición de la megalópolis, pero nunca dentro de lo que se puede considerar un estado en sentido más moderno.
El siglo IV va a ser el punto de partida de grandes cambios en esta organización política. Se hizo necesario acabar con la polis, aunque no todos los estamentos estuvieran de acuerdo. Con esta crisis, la polis deje de ser el elemento base de la comunidad griega. Se pretende crear la Helladópolis, o mejor la cosmópolis. Esto se ve bien claro en los intentos de la monarquía macedónica y en el imperio de Alejandro Magno. La ciudad va a seguir existiendo, pero dentro de otros esquemas y dependientes de otras monarquías llamadas helenísticas.
El sistema helenístico intenta sacar a la ciudad o mundo griego del sistema estancado que suponía la ciudad de corte tradicional.
Los problemas que empiezan a plantearse con el paso de los acontecimientos no tienen más solución que el olvidarse que las ciudades eran autosuficientes y que se necesitaba un cambio en el enfoque social, político y económico que hiciera evolucionar el sistema.
El intento de la conquista del Imperio Persa no es más que un intento que refleja el deseo de salir de los problemas que conlleva tal cambio y evolución.
La imposición del Imperio no suponía la desaparición de la ciudad, sino que la ciudad se negaba a su desaparición como tal. Ni la derrota de Atenas por Macedonia, ni la conquista del Imperio Persa significan más que un intento de solucionar los problemas planteados: las luchas de clases continuarían dentro de los estamentos dominantes.
Tan sólo la llegada de los romanos crea un sistema un tanto más estable en la sociedad griega. Las características ofrecidas por los romanos son algo semejantes a la griegas, pero hay algo nuevo: la organización romana es también una polis, pero ésta se impone sobre las demás añadiendo un nuevo y diferente factor: el Derecho romano. Se trata de un elemento tan relevante como lo es la religión en el mundo medieval. La importancia del derecho en el mundo romano es tan considerable porque ha sabido crear uniones y diferencias entre los habitantes del Imperio. Podemos ver estos fenómenos en la clasificación que paulatinamente se va haciendo de todas las ciudades y regiones que se van conquistando. Hay ciudades aliadas, confederadas, latinas, tributarias, etc., con lo que podemos concluir que la máxima aspiración de una de ellas era el conseguir la mayor categoría posible, hecho que implicaba la posesión de los derechos plenos de ciudadanía romana: ser ciudadano romano.
Roma sigue siendo una ciudad, pero se marchaba a una mayor unión.
Con el tiempo también va a resultar insuficiente el sistema de Roma como cabeza del Imperio. Se trata de una monarquía y de un mayor poder sobre ciudades. Toda ciudad quiere asemejarse a Roma. Se intenta imitar a la gran ciudad en el terreno urbanístico, político, religioso y económico.
Este cambio o evolución no se va a detener. Continúa el proceso hasta la época del Dominado, donde la ciudad va a ir perdiendo ese carácter centralista: se va a pasar del sistema esclavista al feudal; de la sociedad antigua a la sociedad medieval.
Otros de los fenómenos sociales observados es ver cómo todo el poder no se puede concentrar en una sola persona, tanto el político como el religioso. Dentro de esta observación podemos incluir, en primer lugar, las divisiones creadas dentro del Bajo Imperio, en que se puede observar hasta cuatro emperadores.
Dentro del estamento eclesiástico aparece el fenómeno de la jerarquización del poder.
Se da, pues, la desaparición del modelo antiguo para dar paso al medieval.
LA RELIGIÓN ESTATAL
Cunado se produjo la aparición del Estado, hubo cambios externos de la religión. En el momento en que Roma llega a convertirse en una ciudad-estado, y por ende en la capital de un reino, sus prácticas religiosas experimentaron una ampliación desmesurada, pero la finalidad primordial se mantuvo. La religión familiar pretendía asegurar la salud y prosperidad familiar. La religión agrícola buscaba alcanzar la prosperidad de los campos. La religión estatal: la prosperidad del Estado (Salus rei publicae).
en la religión estatal surgirá un sacerdocio del Estado, que desempeñará el mismo papel que el Pater familias de la religión familiar.
Por medio de la liturgia, gracias al conservadurismo, podemos descubrir la evolución de la religión de la ciudad de Roma al compás de la evolución de ella misma.
Entre tanto, en el terreno de los calendarios festivos de la liturgia romana podemos citar:
1) La festividad de las Lupercales, que tenía lugar el 15 de febrero. Consistía e que los sacerdotes (luperci, significa hombres-lobos por el disfraz que llevaban) con tiras de piel de cabrito flagelaban a los transeuntes, especialmente a las mujeres. Se tenía la creencia de que esos golpes las hacían más fecundas.
La marcha de los luperci se realizaba alrededor del Palatino, es decir, en torno a los límites del antiguo oppidum Palatinum que había sido la cuna de la Urbs.
Esta festividad debe ser una de las más antiguas del calendario romano, no sólo por el recorrido, sino también por las costumbre pastoriles correspondientes a épocas pasadas que están implícitas en esa festividad.
2) La fiesta del Septimontium se celebraba el 11 de diciembre. En ellas participaban sólo los que vivían en las montañas. Varrón dice sobre ellas:»ferias non populi sed montanorum modo». Se conoce la lista de los siete montes, que no deben confundirse con las siete colina de la futura ciudad de Roma: Palatinum, Germal, Velia (estos tres se incluirían más tarde en la única denominación de Palatino), Fagutal, Oppiano, Cispio (quedarían más tarde absorbidos en el Esquilino y Celio).
La delimitación topográfica que supone esta fiesta corresponde a una etapa posterior a la de las Lupercales y a un momento intermedio entre las aldeas aisladas y la organización final dela ciudad.
3)Las fiestas de los Argei que se celebraban en dos épocas del año (el 16 y 17 de marzo y el 14 de mayo), consistían en llevar en procesión, llevados por los Argei, 27 muñecos de cañizo a 27 capillas construidas para albergarlos. En mayo los muñecos eran tomados de las capillas (sacraria) y arrojados al Tíber desde el puente Sublicio.
Prescindiendo de la significación de esta ceremonia, que no está clara, es preciso señalar los siguientes datos: el puente Sublicio era el más antiguo de Roma. La procesión, según datos de Varrón, recorría las colinas de Celio, Esquilino, Viminal, Quirinal y Palatino, rodeando al foro que pertenecía ya a la ciudad.
Se aprecia en estas tres fiestas el ensanchamiento progresivo de Roma: la Roma quadrata del Palatino, los siete montículos, y finalmente, la Urbs centrada en torno al foro. En esta etapa última, el foro era el corazón religioso de la ciudad, con el santuario de Vesta y las Vestales.
Pasado el tiempo, sería en el Capitolio donde se construiría el templo más importante de Roma, consagrado a la tríada capitolina. Pero la religión romana realizó esta transformación no por sí mismas, sino debido a influencias etruscas, como consecuencias de las cuales se transformó la tríada primitiva de Júpiter, Marte y Quirino en Júpiter, Juno y Minerva.
Al hundirse la monarquía y desaparecer el sistema de rey-sacerdote, se perdió también el equilibrio social del viejo sistema tripartito. Es verdad que en el plano religioso continuó la figura del rex sacrorum, pero esta figura no ejercía ningún papel en la vida ciudadana.
La república, pues, se caracterizó por los conflictos sociales que, aunque tenían como origen problemas sociales entre patricios y plebeyos, ejercieron influencia en el plano religioso.
Así, los plebeyos consiguieron mediante la lex ogulnia (300 a. de n.e.) que la mitad de los puestos de los colegios estuviesen ocupados por ellos. (Sin embargo, los puestos del rex sacrorum, flamines maiores, salii, siguieron reservados a los patricios).
La construcción del templo de Castor, originariamente dios griego, protector de la caballería, en el s. V a, de n.e., y la construcción de otro templo consagrado a la tríada: Demeter, Dionisos y Ceres (Ceres-Liber-Libera, cuyo culto estaba confiado a la plebs, construcción que se realizó por los mismos años, se debieron, entre otras razones, a una política de mantener satisfechos a las clases sociales.
El que la religión romana se transformase tanto por factores internos, provocados por las tensiones, político-sociales, como por influencias externas, se debía al hecho de ser la religión romana un politeismo abierto.
Las transformaciones más serias, como la introducción de nuevas divinidades, permitidas por un politeismo abierto y romano, sólo tuvieron lugar en circunstancias particulares de gran peligro para el pueblo, sea por guerras, sea por epidemias. Así, la introducción del culto de Apolo, dios griego, cuya invocación más antigua, es la de médico, ocurrió durante una gran epidemia: en los Campos Flaminios se le consagró un santuario para que velase pro valetudine populi. El templo fue edificado en el 431 a. de n. e.
A principios del siglo IV se introdujo el culto a la divinidad etrusca Juno de Veyes. Ello se debió a una promesa del jefe de las tropas romanas en lucha contra los etruscos durante el asedio de Veyes. Se construyó su templo en el Aventino, como divinidad de origen extranjero y distinta a la capitolina. Juno Regina era considerada diosa nacional.
A finales del siglo III a. de n.e. se introdujo el culto a Cibeles, la Magna Mater. Era una divinidad oriental que residía en el monte Ida, país de los antiguos troyanos. En estos momentos estaban los romanos muy angustiados por los resultados iniciales de la Segunda Guerra Púnica. Un oráculo obtenido de los libros sibilinos prometió a los romanos la victoria a condición de que la «madre del monte Ida fuera trasladada a Roma».
en el año 204 a. de n. e. fue instalada Cibeles provisionalmente en el templo de la Victoria. en el 191, se le erigió un templo propio.
Once años antes había sido introducido el culto a Venus Eryx, a quien se construyó un templo sobre el Capitolio. Los romanos recurrieron a Venus durante la Primera Guerra Púnica. El cónsul Lucio Junio no dejó de reconocer a Venus en la Afrodita del monte Eryx, que logró ocupar definitivamente en el año 248 a. de n.e.
Estos dos últimos cultos introducidos por los romanos en las graves circunstancia de las guerras púnica, están relacionadas con la leyenda de Eneas, troyano, hijo de Venus.
La leyenda y las circunstancias peligrosas justificaron estas innovaciones.
4) El culto romano.
Ya desde antiguo se distinguía entre la liturgia nacional (sacra romana) y el rito griego (graecus ritus). La influencia etrusca, no tenida en cuenta en esta división, se manifestaba en el arte de los arúspices.
En el rito griego el oficiante actuaba con la cabeza descubierta, coronada de laurel. En el rito romano el oficiante actuaba con la cabeza cubierta. En el rito griego las plegarias no invitaban a otras divinidades distintas de las que estuviesen siendo objeto de culto. En el rito romano se hacían las plegarias como invocación general a las restantes divinidades.
El rito griego se reservaba para aquellas divinidades que conservaban rasgos de su origen griego, aunque hubiesen sido modificadas por un proceso de romanización. Tal ocurría en el culto de Hércules romano, romanizado por la leyenda. Los sacrificios que se le hacían, se le ofrecían graeco ritu. La influencia griega se manifestó también en la introducción de algunas ceremonias específicas: a) Lectisternia: consistía en rendir culto a las imágenes divinas colocadas sobre lechos ceremoniales. El primer lectisternium se celebró en el 399 a. de n.e. De los lectisternia se deriva el culto de la 1) Suplicatio: que se prescribía en las crisis más graves, después de consultar a los viris sacris faciundis. Era obligatoria para todos los ciudadanos, hombres y mujeres, quienes debían acudir a todos los templos para suplicar a los dioses que los librara de la angustia. 2) Juegos seculares: También pertenecientes al rito griego. Su objeto era conseguir una lustración general, en casos excepcionales. Fueron instituidos en el año 249 a. de n. e., con las prescripciones de que se celebraban cada 100 años.
Ante determinados sucesos los decenviros consultaron los libros sibilinos y determinaron que durante tres noches se celebrasen los juegos tarentinos en el Campo de Marte, en honor al Dios Pater y Proserpina, así como un sacrificio de víctima de pelaje negro.
Más tarde, augusto introdujo importantes modificaciones en estos juegos.
El rito romano.
Las celebraciones litúrgicas unas eran de carácter regular (feriae) y otras excepcionales (feriae imperativae) con intención expiatoria.
El término feriae quizá indique «dedicación exclusiva en honor de los dioses». prescindiéndose de ocupaciones profanas. El sacerdote más importante de la ciudad, el Flamen Dialis, debía permanecer quotidie feriatus.
Las festividades regulares, normales, pertenecían a dos categorías: las establecidas en días fijos (feriae estativae), y las que tenían fechas móviles (feriae conceptivae).
Entre las móviles estaban especialmente las festividades agrarias, cuya celbración dependía de las variaciones estacionales. Pero el mes era fijo. Así, los sementivae podían caer en distintos días de enero. Las fiestas de los campos celebradas por los fratres arvales, ocurrían en días variables de mayo.
La fiestas fijas figuraban en letras capitales en los calendarios. Las feriae más antiguas se destacan en los calendarios por el mayor tamaño de las letras capitales.
Aunque la tradición ha guardado memoria del año Romuleano, que empezaba en marzo, los calendarios consideraban enero como primer mes.
Durante el mes de enero se celebraban tres ceremonias públicas: 1) El Agonium, día 9 de enero, ofrecida a Jano por rex sacrorum (El mes de enero estaba consagrado a Jano). 2) Las carmentalia, día 11 y 15, es decir, antes y después de las Idus, dedicada a Carmentis o Carmenta, divinidad tutelar del Carmen como elemento de la liturgia.
El mes de febrero estaba dedicado a las purificaciones de vivos y muertos (Etimológicamente la tradición antigua mantiene que el término februare era sinónimo de lustrare o purgare. el 15 se celebraban las Lupercalia o purificación del fundamento de la antigua Roma. El 17, las Quirinalia, en la que se celebraba el rito purificativo de tostar el grano destinado a los vivos. el día 21, las Feralia, con las que se terminaban los días destinados a los muertos (dies parentales). El día 24, el Refugium, o purificación de la institución real. El día 27, las Equinaria, o purificación de las tribus mediante unas carreras de carros.
Al correr de los meses, las festividades se suceden según las necesidades de la ciudad y las exigencias de la estación. Así como las campañas militares solían iniciarse en marzo y se les daba término en octubre normalmente, debido a esto, muchas festividades de marzo tienen el carácter de ritos inaugurales de la estación militar, mientras que en octubre se celebran ceremonias que aluden a la clausura.
El ritmo de la naturaleza explica otras celebraciones. Así, la mayor parte de los ritos relacionados con el desarrollo de la vegetación tienen lugar en abril, mientras que los relacionados con la maduración y conservación de los frutos, ocurren respectivamente en agosto y diciembre.
El culto consistía en plegarias acompañadas de un sacrificio. Sin plegarias, el sacrificio es inútil (Plinio el Viejo, Naturalis Historia, 28, 10). Estos dos elementos constituyen la base de la liturgia romana. La oración se hacía con la cabeza cubierta y vuelto el rostro hacia el Este al mismo tiempo que se estaba tocando el altar o la estatua de la divinidad. El sacerdote hacía las fórmulas de las oraciones para no equivocarse y el fiel repetía cuidadosamente.
La oración se terminaba mediante la adoratio, que consistía en enviar un beso con la mano (oscula facere), o mediante la supplicatio, que consistía en una prosternación.
Los sacrificios podían ser cruentos o incruentos. Los cruentos consistían en ofrendas que podían ser sencillas (las primicias, libaciones de vino, tortas sacrificales) o copiosas (Epulum Iovis).
Las cruentas implicaban la muerte de animales. La elección de la víctima estaba sometida también a prescripciones legales. Según la divinidad de que se tratara había que elegir animales adultos (hostiae maiores), de leche, (lactantes), machos (mares) o hembras (feminae).
Estos animales antes de ser debidamente definitivamente elegidos debían ser examinados (probatio) para asegurarse de su estado de salud, su hermosa apariencia, y de ciertos detalles accidentales que debieran tener, según las prescripciones.
La víctima elegida era coronada con bandas (ínfulas) y tiras de lienzo (vittae) y luego era llevada ante el altar. Se la consagraba mediante la inmolatio, rito que consistía en derramar sobre la cabeza de la víctima harina sagrada (mola salsa) y vino. Además, el sacrificador pasaba la hoja del cuchillo todo a lo largo del espinazo del animal: desde la cabeza a la cola (inmolavitque mola vino cultroque). Mediante este rito la víctima era separada del mundo profano. La muerte del animal corría a cargo, en época clásica, de los ayudantes de los sacerdotes (ministri o victimarii o popae).
A continuación se examinaban los órganos internos (exta) para determinar si la divinidad acepta o no, el sacrificio, o dicho de otro modo, si se da una litatio. En el sacrificio romano, los órganos internos (exta) y la sangre se conservaban para los dioses, mientras que la carne (viscerae) se destinaba a usos profanos. (Se suponía que la vida residía en las exta y en la sangre, y que a los dioses sólo podía interesarles la vida).
Entre los griegos, sin embargo,tanto la carne como los órganos internos se repartían entre los dioses y los oferentes. Se consideraban exta la vesicula biliar (fel), el hígado (iecur), el corazón (cor), las asaduras (pulmo). Lucano menciona también la membrana del peritoneo (omentum). Según Plinio el Viejo, el corazón no se consideró exta antes del 274 a. de n.e.
En principio, el examen de los exta (inspicere exta) era un acto sencillo; si aparecía en buenas condiciones, se suponía que la divinidad estaba conforme. Entonces el oficiante los cocía en un caldero (aula) o, a veces, los asaba en un espetón (veru) para ofrecerlos (exta porricere, dare o reddere) a la divinidad.
Generalmente, antes de cocer o asar los exta eran rociadas de harina sagrada y se les añadían otras porciones tomadas de diferentes partes del animal. Exta y magmenta, después de de cocidas o asados, se cortaban (pro sexta) antes de ofrecerlas a la divinidad.
El examen de los exta se contaminó muy pronto con las doctrina etruscas del arte adivinatorio. De tal modo que los arúspices consultaban los exta (consulere) para hacer predicciones, se basaban en los supuestos de que los exta, y especialmente el hígado, eran un microcosmos en relación simpática con el Universo. El hígado tenía una parte que se refería al consultante (Pars familiaris).
Los sacrificios tenían la finalidad de obtener la aprobación de los dioses, sobre todo si se tenía la conciencia de haber perdido la pacem veniamque deum. Según esto, los sacrificios podían ser votivos cuando simplemente se trataba de asegurarse el favor de los dioses y, expiatorios, cuando se trataba de establecer la paz de los dioses. (Para un romano una calamidad o un desastre era síntoma de la ira deum). El votum era una solemne promesa hecha a los dioses en virtud de la cual un magistrado se entregaba en prenda a los dioses a cuenta del Estado, hasta que se cumpliera lo prometido (votum solvere).
Los votos podían convertirse en tradicionales y podían ser debido solamente a circunstancias excepcionales, como el ver sacrum ofrecido después del desastre de Trasimeno (El ver sacrum consistía en un sacrificio de todas las crías de ganado de cerda, ovino, caprino y bovino nacidas durante la primavera.
El votum podía ser incondicional o condicionado. En el siglo I los votos incondicionados, como el hecho por Augusto en los Juegos Seculares, eran poco frecuentes. Predominaba el voto condicionado o contractual (dabo cum dederis). La corriente contractual que tanto distinguíó a la piedad romana parece que su origen es de época del rey Numa.
Los sacerdotes
En época monárquica el rey era el jefe supremo de la religión estatal, siendo asistido por los sacerdotes. En época republicana se desdoblaron las funciones políticas y religiosas. Su finalidad era evitar la tendencia a volver al restablecimiento de un poder absoluto, siendo encomendada la suprema potestad religiosa a un sacerdote con el título de rex sacrorum o rex secrificulus quien debía renunciar a cualquier ejercicio de magistratura civil. Al final de este período el rex sacrorum es simplemente el sacerdote de Jano y el jefe de la religión nacional es el Pontifex Maximus.
En época imperial el jefe de la religión nacional sigue siendo Pontifex Maximus, cargo que los emperadores procuran se le conceda.
Los sacerdotes que al principio tan sólo se reclutaban entre los patricios,estaban organizados en colegios, excepto los flámines. El reclutamiento se realizaba por cooptatio. Solamente las vestales hacían votos de castidad.
Los flamines
Cada uno de ellos está dedicado al servicio de una divinidad. Se dividían en flamines maiores y flamines minores. Los flámines mayores eran el flamen dialis, flamen martialis y el flamen quirinalis, dedicados al culto de Júpiter, Marte, y Quirino respectivamente.
El oficio de flamen dialis, que fue abandonado en los últimos tiempos de la República, fue restablecido nuevamente por Augusto.
El flamen dialis no debía realizar ningún trabajo ni permanecer fuera de su casa ninguna noche; pertenecía al Senado, tenía un lictor y usaba silla curul.
Los pontifices
El numero de pontífices fue primitivamente de tres, cuatro o cinco. Eran los encargados de del cuidado y conservación del puente sagrado llamado Sublicius, de cuya función recibieron el nombre lo pontífices. Además, los pontífices estaban encargados de las prácticas religiosas públicas y privadas. El más importante de ellos, el Pontifex Maximus, que con el tiempo llegó a convertirse en la máxima autoridad religiosa de los romanos, era el que redactaba en calendario, señalaba los días fastos (laborables) y nefastos (festivos). El pontifex maximus controlaba el índice de los dioses indigetes, indigitamenta, en el cual estaban registrados los dioses propiamente romanos. Este índice solía ser revisado y aumentado de cuando en cuando.
Las Vestales
Su número osciló entre las cuatro, seis y siete, según los tiempos. La que dirigía el grupo se llamada gran vestal. Estaban encargadas del culto a la diosa Vesta. Las vestales eran patricias; no debían tener defectos físicos, tenía que tener voto de castidad y estar dedicada al culto de la diosa durante treinta años: los diez primeros para instruirse; los diez siguientes, para ejercer el cargo, y los diez últimos para enseñar a las nuevas vestales. Vivían todas en una casa llamada Atrium Vestae.
Los Salios
Su número era de doce. Estaban encargados del culto a Marte. en el mes de marzo realizaban una danza sagrada, de carácter militar, llamada saltatio que era acompañada de un canto rítmico.
Los Feciales
Su número era de veinte. Tenían encomendada como función las relaciones internacionales. Intervenían en el proceso de la declaración de guerra. Éstos debían comprobar previamente que los culpables eran los enemigos. Igualmente intervenían en la función foedera. El sacerdote fecial a quien se encomendaban las negociaciones, recibía el nombre de pater patratus.
Los Lupercales
Eran dose y pertenecía a las familias patricias de los Quintilios y e los Fabios.
En las Lupercalias recorrían las calles de Roma y daban golpes con tiras de piel de cabrito a cuantos quisieran tener hijos. Era éste un rito mágico con el que pretendían suscitar la fecundidad. Celebraban también otros ritos mágicos para proteger al ganado contra el peligro de los lobos.
El dios Lupercus, a quien servían, se identificó más tarde con el dios griego Pan,
Los Arvales
Su número era de doce y estaban encargados del culto a Ceres.
Los Intérpretes de los Libros Sibilinos
En principio fueron dos (duoviri sacris faciundis); más tarde se aumentó a diez. Sula amplió este colegio a quince miembros.
Su función era interpretar los Libros Sibilinos adquiridos por Tarquinio el Soberbio y procedentes de la sibila de Cumas. Mediante los libros trataban de ver la voluntad de los dioses en los acontecimientos religiosos y decretaban lo que era necesario hacer para proteger a Roma del castigo de los dioses que se anunciaban mediante los prodigia.
Los Arúspices
Eran sacerdotes de inferior categoría. Les estaba encomendada la función de analizar las entrañas de la víctimas ofrecidas en sacrificio y a través de ellas hacer predicciones.
Los Augures
No eran sacerdotes sino expertos oficiales que estaban encargados de la interpretación de los signos celestes.
Al principio, la pertenencia a estos colegios era un derecho reservado a los patricios. Hasta el años 367 a. de n.e. no fueron admitidos los plebeyos en el colegio de los viris sacris faciundis, dereco que consiguieron gracias a la Lex Licinia. En el acceso al colegio de los pontífices y augures no fue permitido a los plebeyos hasta el año 300 a. de n.e., año en que se promulgó la Lex Ogulnia.
El culto al Emperador
Los precedentes que nos ha legado la Historia sobre este fenómeno proceden de Oriente. A partir de Alejandro Magno deificado por el sumo sacerdote del dios Amón en Egipto, se introdujo en el mundo griego el culto a los déspotas. En Roma fue Augusto quien comenzó a fomentar la veneración y no rechazó el título de divus que le tributaban los poetas. Difundió las leyendas que lo entroncaban con Venus. Presentaba a Apolo como su especial protector y a Marte Ultor como el vengador de César.
En Roma no autorizó su veneración directa, pero sí admitía veneración especial a su genius como si fuera el genius de la ciudad.
La utilización que el Estado hace de la religión, en el fondo no se manifiesta, sino un aparato más de la instrumentación del poder.
El culto estatal (James, E.O.) era una continuación de la religión de la granja y del campo.
Tanto el culto estatal como el imperial constituyeron la forma como se organizó el Estado Romano desde Augusto. Es evidente, como se ha dicho antes que la influencia oriental tuvo una actuación decisiva, hasta tal punto que la monarquía militar que inauguró el Imperio, tuvo en este sistema de culto un reforzamiento ideológico claro dentro del cometido político. No hay que descartar las influencias que determinadas prácticas locales tuvieron en la extensión del culto imperial.
El culto imperial no implica sólo el culto al emperador, sino también la multiplicación de diversas formas existentes y su implantación en todo lo político-institucional integrado en el Imperio. Así nos encontramos que todo este fenómeno político-religioso se va a extender a todos los territorios del imperio.
En el fondo Augusto pretendía, a la vez que ganaba sus posiciones en este terreno de la política religioso-social, apoyándose en el resurgir de toda la tradición religiosa de la época republicana, reformar las tendencias del mundo oriental para vincular todo los religioso al jefe político militar que significaba el emperador.
El culto al emperador llega a concentrar en su persona las cuatro virtudes cardinales: Virtus, Clementia, Uistitia et Pietas. Este fenómeno comienza a manifestarse como propiedades inherentes a la figura del emperador; pero esto no significó un proceso rápido, sino que se fue realizando de forma progresiva.
Todo esto se ha podido constatar con la existencia de templos dedicados al emperador en distintas localidades del Imperio, pero cuyas manifestaciones comienzan a tener un carácter colectivo.
Otras de estas manifestaciones podemos observarlas en la identificación que a través del tiempo se va haciendo de las distintas divinidades del panteón romano con determinados emperadores, hecho que conllevó un reforzamiento del carácter universal y,en consecuencia, un apoyo absoluto en su función de jefe del Imperio.
El fenómeno de la divinización del emperador no fue un proceso rápido.
Dentro de la gran multiplicidad de cultos y de dioses, el culto imperial fue un gran resorte de unión tanto para la propia Roma como para Italia y las provincias, de tal forma que constituyó el símbolo de la unión y del sentido de imperio entre todos los habitantes de tan extenso territorio.
En todo ello hay que destacar necesariamente el protagonismo que Augusto dio a su genius, que llega a tener un carácter universal. Este culto, de origen privado, llega a convertirse en culto al emperador viviente.
Todo este proceso fue tal que el lento proceso, alimentado por la estrecha vinculación entre la divinidad y el emperador, acabaría en el hecho de divinizarlo en vida.
INFLUECIAS ETRUSCAS
Las influencias externas que más transformaciones operaron sobre la religión romana fueron las provenientes de los etruscos y de los griegos.
Los etruscos fueron los que enseñaron a los romanos a erigir estatuas a los dioses. La primera estatua de Júpiter hecha en terracota y colocada en el Capitolio, fue obra de un escultor etrusco, Vulca de Veyes (Plinio, H.N. 35,157).
Al asumir los dioses forma humana mediante las estatuas, se pensó en seguida en una morada para ellos. De esta manera el lugar sagrado (fanum), que muchas veces consistía en un bosque sagrado o lucus, adoptó la forma de un santuario o aedes que solía erigirse en el lugar consagrado a la divinidad.
Fueron también los etruscos los que enseñaron a los romanos a construir los templos. A ellos se debió la construcción del templo del Capitolio, consagrado a la triada capitolina: Júpiter, Juno y Minerva, mediante la cual se sustituyó la antigua tríada: Júpiter, Quirino y Marte.
Esta transformación de la tríada se explica por la importancia que tenía la mujer en Etruria. Importancia social superior a la que tenían en las sociedades indoeuropeas.Estas innovaciones debieron realizarse durante el período en que los etruscos gobernaron Roma, al final de la Monarquía.
De los etruscos aprendieron también los romanos el arte de los arúspices. Relacionado con estas innovaciones se encuentra la introducción de Juno de Veyes en el siglo IV a. de n.e.
CONSTACTOS CON LA MITOLOGÍA GRIEGA
Los romanos fueron adoptando de forma progresiva el culto a divinidades griegas: Apolo, Venus de Eryx. Pero la influencia griega fue mucho más honda.
La religión primitiva romana era eminentemente práctica: los romanos no se ocuparon ni de elaborar una cosmogonía, ni una mitología, ni una teología. Esta laguna teórica la llenaron los romanos apropiándose de los mitos griegos al realizar una labor de identificación entre sus divinidades nacionales y la de los griegos. Este proceso asimilatorio comenzó en el siglo VI por mediación de los etruscos y se acentuó durante la República al estrecharse progresivamente los lazos culturales directos entre latinos y griegos. La base que sirvió a los romanos de apoyo para realizar esta asimilación no fue arbitraria, ya que romanos y griegos tuvieron un pasado común indoeuropeo, como queda manifiesto por el nombre de Júpiter con las variantes onomásticas de Zeus Pater y Dius Pitar de los indúes.
Divinidades griegas y romanas:
LA TIERRA Y EL CUELO (Urano)
12 TITANES, de los cuales
CRONOS Y RHEA
(Saturno) Cibeles)
AFRODITA HESTIA POSEIDÓN HADES DEMETER ZEUS HERA Venus Vesta Neptuno Plutón Ceres Júpiter Juno
ATENEA APOLO ARTEMIS HERMES DIONYSOS ARES HEPHAISTOS
Miner Apol. Diana Merc. Baco Marte Vulcano
A lo largo del tiempo que corre entre el siglo VI a. de n.e. y el siglo III a. de n.e., se creó el Olimpo greco-romano, como resultado del proceso de identificación de las divinidades romanas con las griegas. Este Olimpo contenía las doce principales divinidades. De todas ellas sólo Apolo fue en Roma una divinidad enteramente nueva.
La influencia griega no sólo se limitó al campo de la mitología, sino que también alcanzó a la liturgia, según se ha visto al tratar de los ritos.
OTROS CULTO ORIENTALES
Los aparatos ideológicos del Estado se fundamentaban en dos elementos base: la ciudad y la familia. Este fenómeno bipartito dejaba fuera cualquier elemento que no quedara encuadrado dentro de esta estructura oficial. Así, los extranjeros no gozaban de la ciudadanía romana y, por tanto, quedaban excluidos.
En el caso de las comunidades tribales, como se dijo al principio de este trabajo, se intenta que los jefes de las tribus detenten el título de princeps familiae.
En otros casos se intentará dar a las divinidades sincretizadas el carácter de augusteas o bien se asocian al numen del Emperador. Como ejemplo de este fenómeno tenemos el caso de la diosa Nemesis. Para aceptarla se la liga al culto imperial (Testimonio de este divinidad tenemos recogido en las inscripciones de la Ermita de san Sebastíán en Adra).
De todos modos, la introducción de todas estas divinidades suponían un trastorno interno en el funcionamiento del aparato ideológico estatal y religioso que podía perjudicar la finalidad rectora de toda una tradición de comunidad religiosa y política.
La victoria cartaginesa de Trasimeno supuso la caída de una serie de valores de tal forma que el desencanto se apoderó de la mentalidad religiosas imperante.
El caso de las Bacanales puede traerse a colación en el sentido de que suponían un nuevo carisma frente a una sociedad en crisis.
Después de la victoria romana de Flaminio intentó introducir nuevas formas religiosas que no tuvieran aceptación por parte del Estado.
Pero frente a la irreversible situación expansiva de Roma en todo el Mediterráneo, tanto oriental como occidental, se produce también el irreversible fenómeno de la adopción de nuevos ritos y divinidades.
La aparición del Círculo de los Escipiones tendrá parte decisiva en estas adquisiciones. Frene a ello el estado tendrá parte decisiva en estas adquisiciones. Frente a ello, El Estado trata de resolver el problema mediante el sistema de los sincretismos religiosos, siendo Augusto quien consigue una plena unidad religiosa y política. Se ha dicho que el Ara Pacis ha sido la mejor representación de la ideología religiosa imperante.
Pero los problemas no estaban resueltos en este terreno. El primero de ellos es la vinculación de los actos religiosos a determinadas clases sociales, sobre todo a aquel elemento social que estaba ligado a la comunidad bien por la civitas bien por pertenecer a una gens o familia.
El segundo problema es la falta de contenido ético capaz de satisfacer a los diferentes estamentos de la sociedad romana en todo el Imperio. En último término tenemos el encuentro que se produce con otras nacientes religiones, como la cristiana de carácter universal, o la judía, con carácter nacionalista.
Esta brecha o falta de contenido trató de resolverse desde la época de los Severos mediante una profundización de la divinización imperial, ya que se pretendía convertir y dar al imperio un carácter totalitario, a tono con la ideología oriental .
La búsqueda de la unidad religiosa a través del Sol será un proyecto religioso ideado por Aureliano, dándose el mismo el nombre de deus et dominus.
Esta especulación no podía tener éxito porque adolecía de falta de penetración en las diferentes capas sociales que se encuentran a su vez con el impacto de unas religiones mistéricas con más contenido religioso que las estatales.
No obstante los cultos mistéricos en los sus elementos mistéricos y orgiásticos jugaban un amplio papel encontrarán su limitación en los imperativos impuestos por las pequeñas zonas en que se desarrollan, añadiéndose a esto lo complejo de sus ritos no haciéndolos asequibles a las masas sino tan solo a los iniciados. Pero a la vista de los hechos y el problema que constituía el acceso a la mayoría de estos ritos, éstos se irán simplificando de forma que adquieran un carácter más generalizado. Este fenómeno se manifiesta con los cultos de Isis, Attis y Mitra.
En un principio estos cultos no significaban una oposición frente a los aparatos del Estado, sino que más bien sirvieron para aglutinar a todas aquellas masas que, por no pertenecer a familias, gens o poseer la civitas, se encontraban fuera de la religión estatal.
Todo esto abocó, debido a causas socio-económicas principalmente, en un cambio ideológico que se irá infiltrando paulatinamente en el Imperio.
Por todo ello el culto al emperador comienza a perder fuerza ante las innovaciones que se adaptaban mejor a las nuevas circunstancias temporales. Como veremos más adelante, será el cristianismo quien tendrá un papel decisivo en la evolución social y, sobre todo, en el terreno estrictamente religioso, creando un nuevo orden de cosas hasta desembocar en nuevas formas de gobierno y cambios radicales en la ideología estatal.
El culto de Isis
El culto de Isis tenía como base el mito de Osiris que simbolizaba poéticamente las condiciones especiales que tiene la vegetación en Egipto. He aquí una de las versiones del mito: Geb y Nat tuvieron dos hijos llamados Osiris y Set, y dos hijas llamadas Isis y Neftis. Isis era esposa de Osiris, mientras que Neftis atendía a Set. Osiris gobernaba el mundo como un monarca bondadoso, pero Set adoptó frente a él una actitud hostil y logró asesinarlo a pesar de la protección de Isis, engañándolo para que se dejara encerrar en un sarcófago. Luego Set con sus ayudantes lo arrojaron al Nilo. Isis abatida por la tristeza sin embargo no descansó hasta encontrar a su esposo muerto. En unión con Neftis pronunció una lamentación con virtudes mágicas sobre el cadáver. Esto y las atenciones prodigadas al cuerpo mutilado por Anubis, y las dos hermanas, lograron devolverlo a la vida,
Entre tanto Isis concibió a su hijo Horus del difunto Osiris. Set logró de nuevo apoderarse de Osiris y lo descuartizó en catorce trozos, que Isis enterró conforme los iba encontrando.
Horus fue guardado en la región pantanosa del Delta y cuando alcanzó la edad viril, Isis lo llevó ante los dioses. Se celebró un juicio en el que Tot defendió a Osiris y Horus. Set fue condenado. Horus fue reconocido heredero y Osiris no regresó a la tierra, sino que fue nombrado señor del mundo inferior y juez supremo de los muertos. Osiris, pues, representa al rey bondadoso. Isis a la amante esposa. Neftis, a la hermana fiel. Horus al hijo vengador de la injusticia. Set, al hermano envidioso. Anubis y Tot, a los amigos que socorren en el desamparo.
Además, la dramatización del dolor y de la resurrección inspiró al pueblo la esperanza de una vida bienaventurada más allá de la tumba.
Según algunos egiptólogos la forma mistérica del culto de Isis y Osiris, tuvo lugar en una época avanzada, cuando entraron en contacto con el mundo griego, en época helenística.
El misterio del culto consistía en una interpretación más profunda del mito y en una serie de ceremonias que se iban recibiendo gradualmente y que se mantenían secretas para los no iniciados.
En los misterios de Isis había tres grados. Los grados segundo y tercero nos son desconocidos. El grado primero aparece insinuado en la Metamorfosis de Apuleyo. Parece ser que consistía en la anticipación del viaje al trasmundo, sugerida por medios sugestivos-hipnóticos.
De las excavaciones del Iseum de Pompeya, se deduce que este culto se introduce allí en el siglo II a. de n.e. El Senado tomó enérgicas medidas para que el culto no fuera introducido en Roma.
Particularmente Augusto y Tiberio que estuvieron empeñados en la revitalización del culto oficial y tradicional de Roma, se mostraron hostiles para con los devotos de Isis, a quienes, por otra parte, consideraban partidarios de Cleopatra.
A partir de Calígula, el culto de Isis empezó a florecer en todo el imperio. En el Campo de Marte se edificaron un Iseum y un Terapeum.
Durante el reinado de Caracalla se construyó otro Iseum en el Quirinal.
Junto con el culto de Isis se introdujo el culto a Serapis,divinidad promovida por Ptolomeo I Soter, elaborado basándose en Osiris y en el buey Apis.
El culto a Cibeles y Attis
Este culto fue introducido en Roma en el año 204 a. de n.e., por disposición oficial del Senado, previa consulta a los Libros Sibilinos durante la grave crisis de la Segunda Guerra Púnica.
Mito de Cibeles: Una enorme roca dominando Agdo, en Frigia, adoptó la forma de una gran Madre. Dormida, Zeus quiso hacerle el amor, pero a diosa se resistió luchando con Zeus, quien le dejó caer el semen durante la lucha.
De la roca nació un monstruo bisexual. Los dioses trataron de domesticarlo. Líber o Baco mezcló vino en el agua de la fuente en la que el monstruo llamado Addistis solía beber. Cuando éste, como consecuencia del vino, cayó en un profundo sueño, Baco le ató sus partes viriles a un árbol. al despertarse, el monstruo se arrancó las partes viriles de cuya sangre brotó un granado o ul almendro, que fructificó a su debido tiempo. Nana, hija del río Sangario, comió de sus frutos y quedó embarazada. Cuidada por Cibeles, dio a luz al niño Attis. su abuelo lo expuso pero fue criado por una cabra. El niño se hizo mayor y fue pastor.
Cibeles, la madre de los dioses, se enamoró de él, y lo hizo su favorito con la condición de que únicamente aceptara sus favores. Pero Attis se dejó seducir por una ninfa, por lo que Cibeles se vengó volviéndolo loco. Bajo el efecto de la locura, Attis se emasculó bajo un árbol, a las orillas del río Gallo. De su sangre brotó una fuente de cuatro bocas.
Según unas fuentes, Attis se transformó en pino, según otras, murió. Pero la diosa sintió compasión y pidió a Jípiter que lo resucitara.
Según una tradición, no revivió por completo; sólo movía su dedo meñique y crecían sus cabellos.
Según otra versión, Attis dormía durante el invierno y se despertaba durante el verano.
Evidentemente este tipo se encuentra relacionado relacionado con los ciclos de la naturaleza.
Las fiestas en honor de Cibeles y Attis se celebraban del 15 al 18 de marzo. durante esos días se iban reviviendo las diversas partes del mito.
En abril se celebraban los juegos megalenses en honor de Cibeles solamente ya que el día 24 de abril era el aniversario de la introducción del culto en Roma el año -204.
Las fiestas de Attis, en los lugares más alejados del santuario terminaron por adoptar la forma mistérica de ritos de iniciación.
Una de los formas más impresionantes del culto a Cibeles y Attis era el taurobolio, a veces llamado también criobolio.
En Roma se celebraba todavía por lo menos entre el -295 y el 390 de n. e. Consistía en que el sumo sacerdote, revestidos de los ornamentos sagrados era metido en un hoyo tapado con una especie de parrilla de madera sobre la que se colocaba el toro sacrificado, cuya sangre al desparramarse, caía sobre el sacerdote. Éste sale después con un aspecto horrible y se manifiesta al pueblo que lo adora.
Quizá esta ceremonia expresaba una purificación espiritual.
El culto de Mitra
El mito. Después de la creación del mundo, Saturno o Cronos entregó sus poderes a Júpiter, identificado con el dios iranio Ahura Mazda. Este dios de la luz que representaba la vida y el bien, tiene entablado un combate eterno con el poder de las tinieblas que representa el mal y la muerte. Mitra es el fiel auxiliar de Ahura Mazda. Había nacido de una roca, símbolo de la bóveda celeste, provisto de arco, aljaba y puñal.
La hazaña más famosa de Mitra fue el sacrificio del toro. Primeramente el dios cazó al toro que pastaba tranquilamente en las praderas. Después de mucho luchar y de dominar a la bestia, la llevó triunfalmente sobre sus hombros a una gruta, en la que sacrificó al toro contra su voluntad por orden del dios supremo. De la sangre del animal agonizante brotó una nueva vegetación en forma de espiga de trigo. Mitra concluyo un acuerdo con el dios Sol, quien, al parecer, le había dado la orden de parte de Júpiter. (Ahura Mazda) de matar al toro. en un banquete sagrado ambos comen la carne del toro y beben su sangre.
Al final de su vida terrena, Mitra asciende al cielo junto con el Sol en una carroza.
Doctrina y culto
Solo del mitraismo, entre los cultos mistéricos orientales, se conoce la doctrina.
El dios era concebido como el defensor de la justicia y guía victorioso.
El nuevo Mystes o iniciado nacía al culto de un niño desnudo después de haber superado numerosas pruebas. Tenían un rito de purificación con perdón e los pecados. Los grados de iniciación eran siete: los tres primeros eran diversos grados de los aspirantes; a partir del cuarto se formaba parte como miembro de pleno derecho. Los iniciados del grado más alto son los representantes del dios en la tierra.
Celebraron procesiones, en algunas de las cuales participaba el toro que había de ser sacrificado, no sólo para ofrecerlo al dios sino también para recordar sus gloriosas hazañas. Después se celebraba un banquete sagrado. Debe tenerse en cuenta que la sangre y carne del toro se consideraba como semilla de la eternidad. A veces, en lugar de la carne y sangre del toro, comían como sustituto pan y vino. Este culto no admitía a las mujeres entre sus adeptos.
Introducción en Roma
Plutarco nos informa de que los romanos establecieron contacto con el mitraísmo por medio de los piratas cilicios, asentados en Italia después de su derrota a manos de Pompeyo el Grande.
En el siglo I a. de n. e. no fue admitido oficialmente por el Senado, por lo que no pudo entrar en Roma. Fue favorecido por los sucesores de Augusto y Tiberio. Nerón lo fomentó. en el siglo II de n. e. La imagen de Mitra aparece en todas las provincias del Imperio, cuyo culto fue divulgado principalmente por los soldados y los comerciantes. durante este mismo siglo llegó a penetrar en el palacio imperial del Palatino.
EL CRISTIANISMO
El cristianismo entró poco después de su nacimiento en contacto con el mundo romano. San Pedro y san Pablo ejercieron una amplia labor de difusión del cristianismo en el mismo corazón de Roma. Este nuevo movimiento religioso aportaba importante novedades que lo distinguía de la religión romana. a) El concepto de sobrenaturalidad: el romao no creía que la fuerza numinosa fuera de orden distinto al natural. Esto explica que pudieran aceptar un cierto parentesco natural de algunos hombres con la divinidad. b) El espiritualismo cristiano restaba importancia a la letra de las leyes, mientras que la religión romana era altamente formalista. c) El cristianismo presentaba un carácter universal, mientras que la religión romana, a pesar de su aperturismo, no tenía más aspiraciones que las del imperio romano. d) El cristianismo tenía una fundamentación histórica, mientras que la religión romana, bao la influencia griega, adoptó una fundamentación mítica. e) La religión romana no consideraba el individuo, sino a la colectividad, por lo que ni desarrolló la mística ni la ética individual; mientras que en el cristianismo, el individuo reviste una particular importancia. f) A los romanos les faltaba igualmente el concepto de la inmortalidad. Más exacto, tenían fe en cierta inmortalidad de ultratumba, pero se trataba de una inmortalidad familiar. La inmortalidad personal se fue abriendo camino en el último siglo dela República, pero se la considera privilegio de los grandes personajes. El cristianismo aportará el mensaje de inmortalidad individual. g) Al politeísmo romano opuso el cristianismo el más estricto monoteísmo.
La lucha entre ambas religiones se prolongó durante cinco siglos. El golpe definitivo fue asestado a la religión romana por Teodosio, quien ordenó la clausura de los templos, prohibió los sacrificios públicos así como los cultos domésticos en honor de los lares (manes), penates y los genios.
Sin embargo la religión romana no desapareció sin dejar huella e el cristianismo. He aquí una serie de vestigios romanos en la religión cristiana: 1) El obispo de Roma adoptó el título e Pontifex Maximus. 2) El cristianismo adoptó gran cantidad de términos de la religión romana: religio, pietas, sanctus, sacramentum etc. 3) El cristianismo asumió algunas festividades romanas:los Lupercalias influyeron en la fiesta de la purificación de la Virgen; los Ambarvalia, en las rogativas por los campos, etc. 4) El culto a los muertos adoptó rasgos de las costumbres romanas; empleo de flores y otros detalles. 5) la estructura de las plegarias.
Dentro de todo este cambio profundo que produce la religión cristiana en la estructura socio-política del imperio romano, conviene hacer además unas cuantas precisiones. y matizaciones en lo que concierne a otros movimientos ideológicos que intentaron ser la alternativa dentro de lo que se puede considerar como aparatos ideológicos del Estado romano.
Puede observarse una gradual decadencia del sistema esclavista que corre paralela a la paulatina pérdida de poder real del pater familias en la sociedad romana.Tanto esta debilidad familiar como la falta de contenidos éticos de los ritos romanos van a producir una decadencia de la ciudad que pretendía seguir siendo el eje central de la estructura del Imperio.
En otro terreno de cosas, el cambio que se produce en el sistema de producción provoca la hegemonía del campo sobre la civitas.
Tanto la crisis de la familia como la civitas y los cambios en los sistemas de producción van a incidir de forma directa y decisiva sobre la propia influencia del Emperador o poder imperial.
Ante esta nueva situación de cosas. el Estado necesita buscar las respectivas alternativas tanto en lo que a aparatos ideológico se refiere como a los instrumentos religiosos que lo coadyuvan.
Si la familia se desmorona y los lazos religiosos que la unían ya no surtían los efectos previstos en favor de una estabilidad ciudadana que, a su vez, incidía de forma directa en el control de todo el sistema socio-político, era necesario una transformación gradual que sirviera para la representación y reproducción de las nuevas formas socio-económicas que estaban surgiendo que, en definitiva, permitirían la continuidad del proceso histórico. En este terreno las cosas, es necesario considerar que el movimiento filosófico dirigido por Séneca se iba a encarrilar hacia el fortalecimiento del sistema vigente, como alternativa de continuidad.
Si tenemos en cuenta el carácter universal que inspiraba la filosofía estoica, ésta llega a considerarse como perfectamente entroncada, dentro de la cosmópolis, con la concepción universal del Imperio.
Si tenemos en cuenta que el estoicismo que protagoniza en estos momentos Séneca, defiende las tres unidades-base que se encontraban en crisis: familia, civitas e Imperio, la nueva concepción venía a salvar de momento la situación.
Para Séneca, la familia es un Estado en miniatura. A tal punto llegó el sentido práctico de la nueva doctrina que, en época de los Antoninos, se convierte en la religión oficial del Imperio.
El Emperador era un orbis terrarum, y Roma la civitas por excelencia a la que hay que imitar. Esto se unía al supuesto de que todos los individuos practicaban los normas predicadas por Séneca.
El estoicismo estaba desprovisto de expresión y por tanto su capacidad quedó limitada. Tan sólo sirvió para cumplimentar el culto oficial y a determinadas capas de la sociedad: no tenía un carácter universal.
Era necesario un sistema que recogiera un carácter universal y un contenido ético-moral.
El culto al Emperador tenía un carácter universal que tropezaba con los cultos provinciales y, aunque intentó sincretizarlos, fracasó en muchos de sus intentos.
A pesar de los intentos de simbiosis, el estoicismo no pudo llegar más que a determinados niveles de individuos, por lo que la mayoría de los elementos humanos de la plebe romana quedaba fuera de estos esquemas religiosos. En el terreno de los esclavos tampoco surtió el efecto más mínimo, ya que se vieron inclinados a buscar unas creencias más acordes con su propio estado social. Cuando en el colonato llegan a confundirse los ciudadanos libres y los esclavos, la situación se complica aún más.
El Edicto de Caracalla proclamando a todos los individuos del Imperio ciudadanos romanos, tampoco resolvió la situación. Si los aparatos ideológicos del Estado no corrían paralelos a los religiosos, no se podía consolidar esta nueva situación.
En estas formas aparece el cristianismo como método de salvación de todos los males. Los intentos de ligar a la familia en su sentido primitivo, fracasaba precisamente por la falta de un contenido ético-moral. El estoicismo presenta una búsqueda de libertad interior, simplicidad de corazón, ayuda mutua, misericordia, etc., como rasgos más destacados.
Pero frente a la religión oficial, el pueblo busca sus propios dioses asequibles a su forma de vida y necesidades humanas y éticas.
De esta forma se llega a la extinción de un sistema oficial que no supo mantener sus aparatos ideológicos por falta de adecuación a la realidad que se necesitaba.
La alta sociedad había pedido su influencia en las masas, en el terreno religioso y filosófico dado que tanto el estoicismo como el neoplatonismo van a protagonizar unos sistemas no accesibles a la mayoría de la población.
En este estado de cosas se presenta el cristianismo aportando lo que en aquellos momentos de la historia necesitaba: una religión de carácter universal y una doctrina de pleno sentido ético-moral. Esta fue la clave de su triunfo como se ha visto en la anterior exposición de sus sistemas frente a todos los que por entonces se conocían en todo el Imperio.
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