«La belleza jamás podrá arraigar en una sociedad orientada al consumo voraz, en la que el silencio (la materia de que se nutre) es negado por una borrachera de superficialidad»
» Sobre la arquitectura», Rob Krier
Introducción
En palabras del Profesor Manuel Domínguez García, » En nuestra comarca costero-granadina puede existir, y de hecho existe, una identidad común; pero no tendremos una Historia común hasta que todos no tomemos conciencia de que poseemos una identidad. De otra manera existirán historias de Motril, Almuñécar o Jete, por ejemplo, pero nunca una visión global de nuestro proceso histórico». (Revista general Motrileña de Programación de Fiestas, 1983, pág. 31 y ss.).
Vélez Benaudalla se encuentra en este contexto histórico del que forma parte como elemento integrante de la misma desde los albores de la civilización. Los procesos seguidos a través de los factores geográficos y humanos son paralelos a los de cualquier otra comunidad primitiva de la Comarca. Por ello, basándonos en los testimonios arqueológicos, la historia de esta pequeña comunidad queda enmarcada en las líneas maestras de la evolución del contexto geográfico. Se dan fuertes paralelismos entre Vélez Benaudalla, Salobreña y Almuñécar bajo el punto de vista del Bronce. pero en época fenicio-púnica y romana, la costa es homogénea, mientras que el interior es bien diferente.
En época de dominio árabe se da una evolución paralela, ya que el proceso evolutivo de la Historia del Reino Nazarí es convergente en todas las facetas de sus manifestaciones sociales y políticas, así como científicas y culturales. Los testimonios históricos alusivos a estas últimas manifestaciones, vienen dados por el denominador común del espíritu refinado oriental, manifestado a través de los testimonios hoy identificables en el sustrato de la cultura islámica en toda la Comarca granadina a través a través de todo examen de la jardinería y horticultura actuales. Por ello podemos concluir que el rasgo más claro de la identidad musulmana, registrado en esta pequeña comunidad de Vélez Banaudalla, se manifiesta con la presencia inequívoca de este jardín-huerto nazarí.
La ciudad de Vélez Benaudalla y su topónimo
Respecto a la denominación actual de Vélez Benaudalla se han tomado varias acepciones cuya explicación global viene a dar un origen común para todas ellas.
Siguiendo la opinión de Simonet (Descripción del Reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas, sacada de los autores árabes, Madrid, 1.860, pág. 65), el término filológico de Vélez Benaudalla, proviene de » Wadi Beni Abdallah».
Por otro lado, el Profesor Torres Delgado (El antiguo reino nazarí de Granada (1.232-1.240), sitúa a Vélez Banaudalla, en su mapa de la Provincia de Granada, dentro de la Cora de Elvira, denominándola «Vallis ibn ‘Abd-Allah».
Madoz (Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar», t. XV, pág. 640) dice: «…es población árabe, y Benaudalla supone tal vez una contracción de Ben Audalla o Abdalla, recordando el dominio de un señor al que perteneciera.
Elías Terés (sobre el nombre árabe de algunos ríos españoles». R.E.F.M.G., Al-Andalus, vol. XLI, 1.976, fasc. 2, pág. 409), dice que «la voz al-wadi ha sido y es usada en el mundo arabófono con el significado general de » el río», el «valle», y se aplica para denominar cursos de agua grande y de exiguo caudal perenne, así como cauces pluviales o intermitentes, y aún lecho seco y parajes con agua subalvea, o depresiones varias del terreno de grandes o reducidas dimensiones». Más adelante (ibidem, pág. 413) dice: «Esa usual voz hispano-árabe wad, debió penetrar con alguna fuerza en el léxico romance, o por lo menos fue generalmente conocida como voz arábiga que significa «río», aunque es interesante observar que los cristianos, al transcribirla o romancearla, la suelen convertir en «Guada«…
Lafuente Alcántara («Historia de Granada y sus cuatro provincias». 1941, t. 2, pág. 155), nos dice que un franciscano granadino, estudioso de los vocablos hispano-árabes, presenta el vocablo «Ben» con el significado de «hijo de», o «familia«, aplicándose a pueblos en que se establecieron tribus notables, como «Ben-aualla, Ben aocaz, Ben-adalid…pueblos todos del país granadino». Igualmente nos dice que el vocablo «Guad«, que es el más notable, significa «río«. como se dijo antes, que da formas como: Guad-al-Kivir (el río grande), Guadalimar, Guadalfeo…».
Contactando todas estas explicaciones de términos árabes, así como las denominaciones expuestas sobre el nombre de Vélez Benaudalla, se observa poca diferencia en la génesis toponímica de esta denominación. Según toda esta explicación, podríamos proponer la siguiente convergencia con pocas variantes: Vélez Benaudalla, Vallis/Guadi-Beni ibn ´Abdallah, y cuyo significado sería expresamente: Río o valle del hijo de Abdallah«.
Por último, y en cuanto al análisis de estos topónimos de origen arábigo, y en cuanto a su origen común, en los comentarios de Elías Terés, aparece el término «Guadaudalla«,en la voz Guadi/Wadi, acompañado por un sustantivo que indica a Guadaualla como Wadi-abd´Allah, término que significa Río de ‘Abd-Allah, lo que explica la situación e importancia del señorío árabe de la ciudad en aquellos tiempos. Wadi puede tratarse del actual Río Guadalfeo. Hay que decir que tal río tuvo varias acepciones a lo largo de su historia. Así, Madoz (Ibidem, t. IX, pág. 14), en el siglo XVI, dice que se le denominaba «Río de la Sierpe«.
Planimetría y exploración arqueológica.
En este apartado se va a exponer de forma detallada y precisa el análisis de todas las partes que integran este conjunto, compuesto por el jardín-huerto, la casa, y elementos complementarios.
Queda bien claro que el estudio completo está algo lejos de lo que se pretende en este artículo, ya que subyacen interrogantes muy difíciles de subsanar debido a las diversas transformaciones que se han llevado a cabo en este paraje.
El casco urbano se ha desarrollado tradicionalmente en las faldas del monte del Castillo (fig. 1). La trama urbana es la que tipológicamente corresponde a la ciudad medieval árabe: callejuelas estrechas, callejones sin salida, calles siguiendo principalmente las curvas de nivel y buscando la buena orientación.
No es el objetivo de este trabajo desarrollar el estudio sobre la complejidad, evolución y alteraciones producidas a través de su historia, en los elementos más significativos que lo sustentan, si bien, en el plano que se adjunta, se perciben con claridad los elementos más significativos del mismo. Aquí nos detenemos en una exposición gráfica de su situación y, principalmente, en el eje-recorrido, que va desde el Nacimiento (fuente a partir del cual se va a desarrollar el pueblo, y que se aprovecha para hacer molinos de harina. (fig. 13; fot. 2).
El recorrido de la gran acequia tenía como misión llevar y abastecer de agua el jardín, si bien no se olvidaba el uso hortelano, y de esta manera servía de red de abastecimiento a las diversas huertas de la vega.
En un desarrollo futuro del pueblo había que tener presente estas piezas que lo forman, amén del Castillo e Iglesia, siendo el jardín el núcleo en el que se concentran todos los valores paisajísticos de la zona, y por ende la acequia, de belleza y contenido simbólico a lo largo de toda la vega, que permite de esta forma unos puntos de perspectiva, claves para el entendimiento de toda la ciudad.
En primer lugar nos vamos a centrar en la exposición detallada el jardín-huerto, casa y molino. No obstante, conserva la simetría en cuanto a la orientación de cada uno de los niveles que bajan ajustándose a sus alturas correspondientes; por otra parte se especifica en el plano topográfico (fig. 8, fot. 3).
Se entiende como paso ajardinado el nivel terminal del último tramo de escaleras (fot. 9), cuyo trayecto, a derecha e izquierda, comprende toda la dimensión transversal del jardín, siguiendo una línea que, en su mitad, cambia de perspectiva probablemente para evitar la monotonía paisajística y provocar diferentes sensaciones con el cambio de la misma.
Este paseo se encuentra delimitado por un murete de mampostería en casi la mitad de su trayectoria, rematado en ladrillo visto utilizado como elemento decorativo. Se ignora si la segunda parte de la trayectoria tenía el mismo remate, aún siendo esto lo más probable. Se observa igualmente un juego de pilastras a tresbolillo destinadas a pérgolas, lógicamente elemento extraño al jardín árabe, por lo que debe fecharse en época muy posterior. Este elemento decorativo, la pérgola, se utiliza en el primer tercio de la acequia principal cubriéndola, y creando en ambos lados de la misma, dos plataformas utilizadas probablemente como paseos. El tercer tercio de la arteria principal, tiene en su parte derecha, una pérgola, que nace sobre la vertical del molino y en su vertiente izquierda llega hasta el fondo de la finca (fot. 12). Esta misma parte conserva las pilastras de una segunda pérgola situada en esta misma vertiente y cuya línea segunda de pilastras se encuentra extremadamente deteriorada (figs. 4 y 8, fot. 12).
MEMORIA DESCRIPTIVA DE LA CASA-JARDÍN
Los ejércitos islámicos de ocupación de la Península Ibérica (711) llevaban consigo no sólo un ímpetu histórico, en tránsito nómada por el desierto africano, sino también una vasta cultura que habría de florecer en la primera y más importante manifestación en tierras españolas: el Califato Omeya. Cultura que, heredada de sus antepasados, fue portadora de los principios básicos orientales y que, en su periplo por la costa mediterránea, habría de asimilar otros formalismos en las creaciones arquitectónicas y jardineras, de diverso origen, que no fueron obstáculo para que se mantuviese firme la riqueza imaginativa de goces sensoriales, en la Península Ibérica.
En el Reino Nazarí (1.238-1492) se aquietó el ímpetu guerrero. Se produce una sublimación de la sensibilidad hacia las artes. El jardín nazarí habría de crearse necesariamente en espacios reducidos. En sus tiempos no habría lugar al dominio de grandes extensiones. Tenía que aislarse en recintos fortificados. En ello radica la personalidad de su creación. En pequeños ámbitos se produce una concentración de altos valores jardineros que, con manifiesta sensibilidad y maestría, unifican y resumen toda una vasta cultura, su sentido místico y el dominio de los placeres sensoriales. Según Prieto Moreno » el jardín nazarí mantiene vigente la expresivdad de los más excelentes atributos de la jardinería (Icomos: » Les jardins de l´lslam, islamic gardens». Edi. Patrim. de la Alhambra, 1.976, págs. 170 y ss.).
La decoración mural en paramentos exteriores, con módulo reticular y piezas de cerámica vidriada de los palacios orientales inmersos en la naturaleza, se nos presenta en los patios nazaríes, las formas geométricas de azulejería alicatada, como complemento de color en la abstracta composición del patio-jardín y salas inmediatas. La exuberancia de colorido, rojo, azul, oro, en galerías y pabellones de los jardines medievales del siglo XIII, continúa en la decoración geométrica de las yeserías musulmanas interiores. Los pabellones y quioscos umbrosos, el borde de los lagos, se minimizan en el jardín granadino, en cuanto al ámbito del paisaje que los rodea, pero quedan exaltados por sus proporciones y situaciones en el abstractismo arquitectónico.
La utilización de los elementos naturales: el manantial, arroyo, lagos y cascadas en el extremo oriente, se depura y se concreta con singular habilidad en las fuentes, canales y estanques del jardín nazarí. El cielo, agua y vegetación se introducen en los patios, irradiando la luz y jardinería hacia dentro, produciéndose al mismo tiempo la visión, desde el interior, de las fuentes, estanques y vegetación, según ejes de perspectiva que penetran por encima de espacios de diferentes intensidades lumínicas, y terminan en la intimidad contemplativa, en el mar de agua o estanques, en el reflejo de las estrellas del cielo.
Por otra parte cabe señalar que la intimidad del jardín nazarí no es obstáculo para el disfrute del paisaje. La distribución de las estancias formando pabellones agrupados alrededor de los patios, permite, no obstante, una concentración hacia el interior, una continuación de los ejes de perspectiva hacia el exterior para el goce del paisaje inmediato y en la lejanía, produciéndose una simbiosis entre la evasión anímica hacia el horizonte y el ensimismamiento y el quietismo de la vida sedentaria del oasis artificial.
Juegan un papel decisivo el establecimiento de distintos niveles que constituyen la base fundamental para el deslizamiento visual en las perspectivas y dominio de los diferentes tratamientos del agua. El gran eje de composición, propio de vergel oriental, no se mantiene en dimensiones generales, pero sí en cada patio o recinto, supeditado a la visión que se enfila hacia un determinado elemento, fuente, estanque o galería. Este eje, si bien es común a todas las arquitecturas, se hace aquí mucho más acusado por la colaboración de una serie de elementos naturales, tales como la vegetación, luz y color que aparecen obligados a él. Mas, si el orientalismo se advierte en este aspecto de la composición interna de cada patio, el medievalismo se respira en el concepto total de los jardines árabes de Granada. Del mismo modo este jardín se nos presenta sujeto a esa propia índole medieval, adaptándose por medio de sus «paratas» a la constitución accidentada del terreno en contraste con la forma plana de los jardines de Oriente, si bien conservando un refinado sensualismo de raza, una herencia de sensualidad, traída por los antepasados árabes y estimuladas por las descripciones paradisíacas de su religión. Pero siempre se manifiesta con predominio sobre estos caracteres importados, las calidades del terreno, el agua y una psicología propia del país que persistía a lo largo de las transformaciones que durante los siglos posteriores a la reconquista, se produjeron en el escenario granadino.
Fomentan tradicionalmente esta psicología estática y sedentaria. El factor de aislamiento geográfico, producido por las montañas que rodean la vega, y el factor económico de sibisuficiencia, producido por la fertilidad y abundancia de agua de ese mismo terreno, en el cual una pequeña finca proporciona los medios necesarios para cubrir, al menos, las primeras necesidades.
El jardín granadino tiene como principal característica el no poderlo calificar como complemento arquitectónico, puesto que en su constitución se funden, formando una identidad indisoluble, arquitectura, vegetación y paisaje, de tal suerte que su ambiente forma el eje de vida de la casa, penetrando e influyendo en sus íntimos rincones. Cabe señalar unas partes claramente diferenciadas, como son las galerías orientadas al norte, para evitar los vientos fríos de aquel, con miradores y terrazas
Al llegar a la huerta, puede afirmarse que penetramos en la esencia auténtica del jardín granadino, heredada del «Dar» árabe, y en la que se disfruta sabiamente de todos los matices de los sentidos. Sus frescos paseos se centran bordeados de flores, y en las encrucijadas se sitúan glorietas de laurel con enredaderas de jazmines y madreselvas, presididas por una fuente central, junto a la cual culmina el goce de la naturaleza entre el frescor de la vegetación y dominando el paisaje a cubierto de vistas externas en el más delicioso aislamiento. Todo este conjunto se distribuye en poco espacio, con arreglo el módulo humano, en el que radica su valor fundamental. Otro elemento a tener en cuenta es el escalonamiento de las terrazas, que permite un mayor goce espiritual sin interposición de obstáculos, como comentamos anteriormente.
En cualquier jardín el agua es un elemento imprescindible, vitalizador, pero en Granada sobrepasa este valor para convertirse en la esencia misma, viva y dinámica en sus jardines y en su principal medio de expresión estética y cuya mayor virtud estriba en el preciso aprovechamiento que se hace de ella. En el ámbito del jardín granadino, la vegetación se produce, valorando exactamente la función individual del árbol y la planta, sin canon previo, con excepción de los setos recortados que denotan la influencia renacentista de los jardines italianos.
Los grupos de cipreses y otros árboles de gran altura, proporcionan un sentido de verticalidad, dominado las construcciones y los jardines bajos con un máximo de rendimiento predominante de la naturaleza. La individualización del hombre se transfiere a la planta con la que convive. Así, el simple tiesto de claveles, rosas o de enredaderas vulgar, se manifiesta con una fisonomía propia
El concepto de «asimétrico» resalta la individualidad vegetal en cuanto a las proporciones, el color y el pintoresquismo, que se acusa en mayor escala por la conjunción de las especies ornamentales y las utilitarias, apareciendo junto al ciprés, laurel y el magnolio, los cerezos, higueras y nísperos, o junto a los rosales y claveles, pimientos, tomates y fresas, en particular unidad de lo puramente estético con lo práctico. El árbol de fruta y la hortaliza se presentan sobre fondos artísticos de especies decorativas que, unas al servicio de otras, componen la belleza total del huerto, en el árbol y la flor se poetiza con el reflejo trémulo de las fuentes y estanques.
La vegetación interior de jardines y huertas rebasa los tejados y tapias, deslindando y encubriendo la arquitectura en fusión tan estricta que llega a ser imposible diferenciar el orden artificial del natural, estableciéndose un carácter de «intenso lirismo» que llega a su apogeo del sentimiento espiritual en las noches de luna llena.
El interés del jardín granadino procede del cuidado directo y personal de su dueño, pudiendo afirmarse que, si se perdiera su sentido de la vida, desaparecerían todos ellos en breve tiempo, ya que los elementos arquitectónicos que los componen son ínfimos en cuanto a su calidad material.
Los elementos arquitectónicos propiamente dichos, que forman parte del jardín granadino, suelen ser de extraordinaria pobreza. Los muros, escaleras, barandales, pérgolas y remates están construidos con ladrillo, mortero de tierra y cal grasa, constituyendo solamente un esqueleto o armazón para el jardín.
En su orden lógico de formación, el pavimento, única parte que no puede cubrirse con formas vegetales, se decora con dibujos de empedrado, alternándose los motivos geométricos con los vegetales, en plena armonía con el ambiente. Los muros, escalinatas, estanque y otras formas arquitectónicas de la casa, se constituyen en forma irregular de esencial adaptación al terreno y supeditada al espíritu del jardín, oponiéndose a toda manifestación formal, para aparecer de vez en cuando, con la nota característica del encalado sobre las macizos.
CASA-JARDÍN DE VÉLEZ BENAUDALLA.
Breves notas históricas
En la última fase del reino nazarí en España se produjo una actitud de aislamiento y huida de la ciudad a lugares más tranquilos, en los que los placeres y dimensiones más profanas fueron posibles, creándose para estos casos verdaderos paraísos terrenales en los que todo era posible
Se llevaba en estos lugares un tipo de vida bohemio. Los problemas quedaban fuera de los muros del jardín, olvidando el paso del tiempo y disfrutando de aquello que sus propiedades ofrecían al goce de los sentidos.
Como es sabido, el Reino de Granada se convirtió en la última posesión árabe en la Península, aunque no supuso el hundimiento final de su cultura, que tras tantos años de fusión e intercambios, estaba totalmente asumida.
Fue en las Alpujarras, al sur de Sierra Nevada y cercano a Vélez Banaudalla donde por más tiempo sobrevivió el Islám y la lengua árabe.
Se sabe que los árabes abandonaron esta ciudad el 17 de Marzo de 1520, cuando el ejército cristiano terminó con los últimos reductos; y hasta entonces permaneció ocupada, siendo uno de los últimos lugares reconquistados.
La existencia del jardín en esta época es, con toda seguridad, un hecho, en un apeo llevado a cabo por Diego de Salcedo, quien afirma: « En dicho día (Enero de 1573) se alindó junto a las casas de la villa a la parte de abajo, hacia los molinos, una huerta serrada y casa de pasatiempo, que pasa por ella la acequia del molino, que dijeron ser de Gerónimo de Salamanca (Archivo Real de la Chancillería de Granada. Apeo LOAISA (1573). Repartimientos de las suertes de moriscos de la—a los nuevos pobladores, 2 vols…Hojas sueltas. C-20 A. nº 266, pp. 16-17), señor de la villa…». (fot. 1).
El documento gráfico más antiguo conservado del jardín y reflejado en el Catastro del Marqués de la Ensenada, está en el Archivo de la real Chancillería de Granada (fig. 1) (Catastro del Marqués de la Ensenada, Archivo de la Real chancillería de Granada, planta 5ª, sec.- historia. cat. 655 microfilm rollo 67).
Así, los elementos fundamentales del jardín, como son: casa, acequia, tapia y molino, ya se encontraron allí tres años después del verdadero final de la época árabe, tal como existen hoy día.
Sobre el año 1815 se reconstruyó el molino y, a la vez, se debió llevar una importante remodelación, aunque lo más probables es que las obras sólo fueran de reconstrucción de lo que existía, especialmente las relacionadas con el cauce del agua y su distribución (fot. 2).
Por otra parte se ve la importancia real que posee este espacio. Como dice James Dickie, «…se puede calificar poco menos que de milagro, en Vélez Banaudalla, cerca de Motril, el que se haya conservado una huerta de época árabe que, a pesar de su índole utilitaria, ofrece un testimonio inapreciable» (Dickie, J. «Notas sobre la jardinería en la España musulmana». Miscelánea de estudios árabes y hebraicos, XIV, XV, 1965-66, pág. 84).
Al igual que Prieto Moreno en su libro «Jardines de Granada«, nos señala: » que a este jardín se le puede considerar como la «expresión más destacada del jardín granadino...» (figs 10 y 11), podemos decir que en él existen y se mantienen los valores característicos que anteriormente hemos señalado (Prieto Moreno, F. Jardines de Granada, 1983, pág. 292 y ss).
Si en el Generalife estas normas aparecen un tanto desdibujadas por la índole regia, así como por las posteriores transformaciones de gusto italiano a que fue sometido, en el jardín de Vélez, en cambio, se conservan todos los caracteres peculiares sin que haya perdido su fuerza en ningún momento, perdurando el primitivo sentido de huerto árabe, magníficamente situada y organizada con un propósito jardinero, como nos lo ha dejado reflejado en unos manuscritos que se conservan en la Escuela de Estudios Árabes de Granada, el geópono almeriense Ibn Luyun, que vivió en la 2ª mitad del s. XIV, en su » Tratado de Agricultura«, y que, según la Dra. Joaquina Eguaras Ibáñez, su traductora, sólo ha llegado hasta nosotros un sólo códice que se titula «Kitab ibda al-malaha wa inha ‘al-rayaha fi usul sina ‘at al-falaha«, es decir: «Libro del principio de la belleza y del extremo de la fertilidad, acerca de las nociones fundamentales del arte de la agricultura, en el que, según Joaquina Eguaras, nos dice lo siguiente: » Sobre lo que se ha de elegir en la disposición de los jardines, sus viviendas y las casas de labor«. En cuanto casas entre jardines es preferible que estén elevadas, tanto a fines de su vigilancia como para su ubicación; y que estén orientadas hacia el mediodía, con la puerta en uno de sus lados, y que sean elevados el algibe y el pozo, o, en vez de pozo, que haya una acequia donde corre el agua bajo la sombra. Y si tiene dos puertas será mejor su protección y mayor el descanso del que la habita. Luego, junto al estanque, plántense arbustos cuyas hojas no caigan y que alegran la vista; y algo más lejos, que se dispongan flores de varias clases, y más allá todavía, árboles perennes. Y por los perímetros, parras, y en el centro del conjunto, entre una suficiencia de parrales; y debajo de parrales colóquense paseos que circunden el jardín para servir de margen. Y entre los árboles frutales inclúyase la vid parecida a una mujer delicada, o árboles maderables como los almeces, porque sus maderas son útiles. Después, arréglese la tierra virgen para sembrar lo que se desea que prospere. que haya en el último plano árboles como la higuera o cualquier otro que no haga daño y todo árbol frutal que crezca grande, plántese en un hoyo, que su erguido desarrollo sirva para abrigar contra el viento del norte y que no impida que el sol llegue (a las planta). En el centro del jardín hágase un templete en que sentarse (fot. 14), y con vistas a todos lados, pero de tal forma que el que entre no pueda oír la conversación que allí se sostiene y donde nadie pueda llegar inadvertido. Que a aquel arrímense rosales (trepadores) y arrayán, así como todas las plantas que adornan el jardín. Y Éste debe ser más largo que ancho para que la vista pueda explayarse en contemplarlo. En la parte baja se construirá un aposento para huéspedes y amigos, añade un palomar y una torreta habitable; no habrás más que pedir. Para proteger la finca se cercará con una tapia (fot. 13). La parte principal tendrá bancos de piedra y un zaguán proporcionado a la capacidad del edificio. Es fundamental para todo lo que se convierta en jardín, la proximidad a la vivienda , porque de esta manera estará bien resguardado. El establo para los animales y los aperos de labranza se deben situar cerca de la entrada del inmueble. Conviene instalar los estables del ganado lanar y vacuno en la parte más baja del edificio, muy cerca y de forma que pueda ser fácilmente vigilada. Deberán estar rodeados de aposentos y soportales para protegerlos del frío y de los vientos impetuosos. Lo fundamental en las arquerías y casas de labranza es que tengan grandes aposentos y uno solo para el estiércol, situado de forma que no produzcan molestias» (Ibn Luyun).
Conceptos básicos.
Antes de pasar a analizar los distintos elementos esenciales del jardín, conviene recordar tres de su conceptos básicos:
a) Es siempre un espacio cerrado a ojos ajenos, y su disfrute sólo se efectúa por el dueño, su familia y sus amigos (hortvs conclvsvs).
b) El interés del jardín está en el centro.
c) La visión del jardín debe ser oblicuo.
Como se ha podido comprobar, hay una gran identificación entre lo que nos dice el autor árabe y lo que podemos ver en el jardín en cuestión, según los planos que se adjuntan del mismo. Contribuye, por otra parte, a esta ejemplaridad, el magnífico emplazamiento real (tal como dice Ibn Luyun), situado en una meseta limitada por un tajo sobre el río Guadalfeo, a todo lo largo del extremo oeste, abriéndose a grandes panorámicas estético-visuales, a su vez que le ofrece una defensa aparentemente inaccesible, excepto por unas escalinatas que van adaptándose al terreno excavando sus peldaños en la roca (foto 15) hasta llegar al río. Todo ello, junto con la benignidad del clima mediterráneo, que favorece el desarrollo de una vegetación exuberante, basada en las especies más frecuentes en Granada, a las que se añaden otras de tipo más tropical.
Finca de recreo pero también explotación agrícola, consta de los elementos más oportunos para cumplir con las necesidades utilitarias, al mismo tiempo que contribuye al disfrute de los sentidos. Se describen, a continuación, de una forma más precisa los dos elementos que se podrían señalar como componentes del citado espacio arquitectónico: la casa propiamente dicha y el jardín-huerto. Tanto uno como otro no están plenamente diferenciados en cuanto a su delimitación espacial a causa de la frondosa arboleda que se yuxtapone entre ellos.
CASA.
Se trata de un edificio de tipo palaciego (figs. 3 y 4), cuya estructura responde claramente a la típica organización de vivienda en torno al patio. Estructura musulmana con claros antecedentes en el urbanismo romano que, por lo demás, es algo generalizado en todo el ámbito mediterráneo.
Es de notar, en primer lugar, su emplazamiento con relación al norte geográfico (fig. 4), provocando de este modo el rechazo de los vientos procedentes de ese sentido, que son fríos. En segundo lugar, hacemos notar en los planos que se adjuntan, las sucesivas ampliaciones y reformas que ha ido sufriendo el edificio; las últimas con escrúpulo poco cohartado. Resulta importante señalar la doble altura al norte, de tal manera que, en verano, se utiliza la planta baja, y en invierno, la alta, debido a la altura seguida por el sol a lo largo de su elíptica.
Una vez que se ha detallado en la descripción anterior, la técnica constructiva del edificio y las hipótesis de su desarrollo histórico, sólo queda reflejar la estructura formal y las respectivas connotaciones que se deducen de tales hipótesis.
Destaquemos, en primer lugar, el emplazamiento de la misma respecto al norte geográfico, evitándose con ello los fríos y vientos del norte. Por otro lado, en el testero sur, la casa resulta abierta hasta una altura que, en sus orígenes, según vestigios de ruinas, provocaba una más fuerte entrada de sol a lo largo de todo el día, La única parte que se ha ido manteniendo, en el transcurso del tiempo, de lo que se podría llamar propiamente arquitectura formal, es el patio interior. Pero antes de comenzar a analizar este punto, señalaremos, como nota a tener en cuenta, la fachada y sus huecos. Ésta deja un resquicio, en su diseño, al exterior. Cosa que resulta un tanto extraña en casa árabe. Hay que hacer notar que dentro de los cánones de la arquitectura árabe, el edificio no se debe exaltar hacia el exterior. El antedicho resquicio queda reflejado ante los ejes de simetría verticales, ya que la puerta de la izquierda, más pequeña, no coordina con la ventana exterior de la derecha. Con ello nos da a entender que el diseño de la actual fachada (fig. 12) prefirió el sentido práctico de las estancias interiores a lo puramente estético. La fachada exterior no presenta ninguna complejidad de formas, excepto lo ya señalado.
El zaguán (fig.7) se enmarca dentro de la tradición hispano-romana, utilizándose en él, como elemento decorativo de tipo geométrico, los guijarros monocromos de tono oscuro para el dibujo, y como elemento divisorio, los de tono claro y de forma redondeada. Esta tradición hispano-romana, como reflejo más generalizado, se encuentra en el mosaico tradicional de la casa romana, y más concretamente en la villa. La diferencia fundamental entre ambos sistemas estriba en el material utilizado en el pavimento: el romano usa la tesela (de fabricación artificial), y el hispano-árabe, el guijarro (elemento natural), amén de que la policromía del romano es el elemento diferenciador más relevante. La parte más cuidada a lo largo del tiempo, por ser la más formal, ha sido el patio (fig. 4, tradición del complvvivm) de la casa romana, si bien, al implantarse el criterio italiano, provocó que su acceso fuera directo desde el exterior, a través del zaguán, y no como sucedería en sus orígenes (puerta izquierda de acceso); y es evidente, ante la actitud filosófica musulmana, de no dejarse ver desde el exterior, excepto por aquellos que fueran deseables. El patio aún mantiene la base fundamental, y posiblemente primaria, de pavimentos de guijos. En su galería alta muestra detalles de su antigua estructura (fots. 5 y 6).
La fuente central (fots. 4 y 16) geométricamente bien definida, provoca una quieta placidez de murmullo y contemplación, propia de la modalidad árabe, aun cuando es utilizada para las oraciones intermitentes de sus moradores.
Todo el conjunto tuvo una remodelación importante alrededor de 1.815, como se aprecia en una placa conmemorativa en la fachada del molino (fot. 1). Los testeros del patio fueron tratados, en una composición bien estudiada para la época, de indudables trazas renacentistas, aun cuando volvía a usar la cerámica vidriada de color verde, con un diseño claramente árabe, como remates de decoración.
Una vez atravesado el recibidor o zaguán, totalmente simétrico, con empedrado de guijos, se llega a lo que anteriormente hemos considerado como único elemento de arquitectura formal: el patio (fig. 10) que es concebido como un elemento cuya función principal es la de ser centro de distribución para casa y testeros. Hoy sólo pueden verse tres de ellos, porque el situado en la parte izquierda, según se entra, está destruido. Tenía la mismas características que el que daba paso al jardín, según dibujo de Agnes van der Brondeler (Prieto Moreno, F. » Jardines de Granada«, pág. 302). La doble galería que se observa en el testero de la derecha, orientado al sur, dando las espaldas al norte frío, señala una de las notas más características de estas construcciones, provocando de esta manera la utilización de la planta más baja en verano, y de la más alta en invierno, en consonancia con la altura del sol sobre el horizonte. La fuente central, geométricamente bien definida (figs. 10 y 20), nos hacer detenernos ante la exuberante frondosidad que aparece sobresaliendo por el testero frontal.
ANTE-JARDÍN
Espacio importante que hace de nexo entre lo formal de la misma casa y el jardín (fig. 5; fot, 1). Éste sirve de diálogo entre arquitectura y naturaleza, recogiendo el concepto de tal tipo de jardines y, además, hace de elemento de unión y paso obligado desde su intimidad hacia el disfrute de unas vistas ejemplares que van a ir sucediéndose a partir de él, y por todo el jardín-huerto. No se contradice la interioridad del mundo musulmán con el placer y disfrute de vistas desde su interior al exterior. Este espacio conformado por una gama de especies vegetales, como acacias, palmeras, pascueros, celindos y una adelfa gigante que ocupa su centro, y que provoca un complemento y paralelismo a la arquitectura llevada a lo puramente jardinero, con el cobijo de la adelfa, manteniendo la frescura veraniega, y por otro lado la acacia que, por ser de hoja caduca, hace traspasar el sol en los mases fríos, mejorando así ese criterio bioclimático, hoy día tan ansiosamente buscado.
JARDÍN-HUERTO
El análisis de las partes que integran esta unidad, muestra la unión entre el ante-jardín y el jardín-huerto (figs. 5, 6 y 10; fots. 8 y 11), hecho a través de una escalera que aún hoy mantiene sus primitivos peldaños de ladrillo, dispuestos a sardinel por su soga, reflejados en los planos adjuntos. Ante todo hay que señalar que en su momento se realizaron exploraciones superficiales y cortes estratigráficos con los que no se ha podido establecer nada claro para las cerámicas vidriadas aparecidas enterradas) fig. 29; fots. 23, 24), ni en las superficiales, sino que todo el material se encontraba revuelto. Este material era de uso doméstico. La mayor parte de ellas tienen correlatos con las de Almuñécar, Salobreña, Motril y los Guájares. Las tuberías (fot. 19) se pueden fechar a finales del s. XV. Pero este elemento de conducción no es un medio originario puro, sino que ya existen precedentes romanos en otras localidades de la comarca, somo los de la factoría de salazones y derivaciones del acueducto romano de Almuñécar. Aquí, y sirviendo de pauta histórica, se indica que el riego, por escurrimiento o rebosamiento hay que darle un 6 % de pendiente, criterio que recoge el geópono Luyun, al recomendar que la pendiente del agua en todo lugar ha de tener la proporción 1/15 de su longitud.
TINAJAS
Las encontradas en este recinto se corresponden con las más comunes utilizadas para almacenamiento de líquidos y grano (fot. 4). en la bodega de la casa se ve su uso como despensa, aisladas del suelo y paredes para evitar la humedad que causa deterioro a lo almacenado. Como contrapartida apareció, instalada de forma ingeniosa, una tinaja de decantación en el jardín intermedio (fot. 16), partir de la cual el agua se desliza limpia para la casa. Este tipo de tinaja vidriada, y posiblemente tapada para evitar objetos nocivos, no es estrictamente árabe, sino tomada de la tradición romana.
AZULEJERÍA
Ibn Said, ya en 1240, se refiere a la obra de tierra vidriada fabricada en Al-Andalus como a-zala’ iyi’, aplicada a las solerías de las casas. En Al-Andalus se empleó el blanco, verde, azul cobalto, amarillo y un tono purpúreo como excepción.
El origen del alicatado es persa, ya que se conocen revestimientos arquitectónicos como el de Kutubiyya, del s. XII, en Marrackech, llegado a su máxima expresión en el período nazarí, en que ya se conocen del s. XIII, en la casa real de la Alhambra. Es un logro muy atractivo el que aparezcan estos elementos totalmente manufacturados, con unas proporciones constantes de 20 x 20 cm, constituidos por una pasta de arcilla cocida formando un pastel de base a pincel, con temática floral (fot. 24; figs. 5 y 20) exclusivamente, usándose como elemento decorativo en el jardín. La hoja que se dibuja junto con las flores, tiene rasgos de ser la composición del jazmín. El tono del engobe es blanco, resultando las ramitas de color verde y violeta, al igual que las hojas a las que se les añade ocre. Las flores están trazadas con color azul cobalto claro, con algunas líneas en cobalto oscuro. Es un azulejo liso, con cronología de los siglos XIV y XVI, si bien no es un elemento determinante desde el punto de vista cronológico, por el fenómeno de conservación de lo tradicional.
EL AGUA
Es la organizadora, en su más profunda acepción, de todo este tipo de jardines. El elemento arterial de alimentación está constituido por la acequia que atraviesa diametralmente el conjunto (figs. 5 y 6). Se distinguen tres objetivos básicos para su utilización, dándole según su cometido, un calificativo distinto.
- Agua para uso doméstico.
- Agua para uso ornamental.
- Aguas para uso hortofrutícola.
* Uso Doméstico
Lógicamente la característica fundamental para este uso debe ser su mayor grado de higiene, y esto se consigue por medio de unas canalizaciones de atarjeas cerradas en sus lados, para evitar así cualquier rezume de agua, y dentro se trama una canalización de tubos vidriados, enlazados con un sistema de enchufe y cordón. Se piensa que tal canalización puede ser originaria, aunque hubo una sustitución de la fuente (pilar), que actualmente existe en el ante-jardín (figs. 5 y 6) por una fuente o pila de época árabe. Ahora bien, el trazado histórico desde el exterior es difícil de averiguar a causa de su deterioro, si bien hay que señalar una entrada de agua de este tipo por la parte norte, abasteciendo así originariamente al jardín, de agua aséptica.
* Uso ornamental
Todo parte de la acequia principal, desde donde se producen tres puntos de toma. El primero se encuentra a la altura de la alberca (fig. 6), cuya alimentación se inicia en su nivel bajo, bordeando el nivel perimetral, la alberca (fig. 10) y dirigiéndose a la fuente situada en la llamada Glorieta de los laureles (fot. 20; fig. 17). El desagüe de esta fuente podía ser utilizado para regadío, o dejarlo perder por el tajo. El segundo, toma del agua, con un paso intermedio protegido por rejilla a la altura de la escalera principal de acceso al jardín a través de una tinaja de decantación (fot. 16) de cierta magnitud, de tal manera que de aquí sale el agua con la menor cantidad posible de elementos saturadores, para la fuente del patio de la casa. El desagüe se destina igualmente a regadío, y desaparece tras pasar el molino. El tercero toma el agua de la misma parte, dirigiéndose en primer lugar a unos pocicos vidriados (fots. 17 y 18), con sus respectivas rejillas de salida, y situadas en el punto más alto de la cascada, para asegurar con ello un equilibrio de presión hidrostática que permita la llegada a los surtidores y fuentes, con su debida presión.
* Uso de riego
Se observan cuatro puntos de salida de agua para riego a lo largo de la trayectoria de la acequia, todos con su correspondiente presa. La primera se utiliza para regar el bancal noreste y alimentar la alberca en su parte simétrica (fig. 5). Subsidiariamente la alberca riega todo el sector próximo a ella, y todos los bancales por debajo de la misma, comprendiendo casi la totalidad de las partes del jardín, en las dos vertientes de la acequia. El segundo punto está dotado de una arqueta que distribuye el agua a todo el sector que se encuentra en el primer tercio de la acequia y, subsidiariamente, a todos los niveles inferiores (fot. 7). El tercero está destinado a abastecer de agua los pocillos que alimenta las fuentes y surtidores (fots. 7, 19 y 23; figs. 14 y 15), al igual que la fuente del patio de la casa. El cuarto punto se encuentra al inicio del último tercio de la acequia, regando todo el sector sureste por su propio desnivel. Hay que señalar que estos sistemas desarrollados desde el punto de vista de ingeniería, deben tener sus resonancias en el mundo sasánida, donde llevan agua a través del desierto con túneles subterráneos.
* Fuentes
La tipología general de las distintas fuentes que decoran el jardín no responden a un modelo originario exclusivamente, ya que se pueden ver algunas innovaciones renacentistas en algunas de ellas, utilizando paralelamente modelos adicionales de decoración en su entorno arquitectónico, como son los azulejos de pintura azulada de tradición árabe (fots. 23 y 24; figs. 5 y 20).
En cuanto a su situación, se piensa que ocupan su lugar originario, ya que entre sí guardan escrupulosamente unas distancias reguladoras y equidistantes, manteniendo de este modo un concepto único en su creación, al igual que procediendo, de una forma casi matemática, de la partición del espacio de un modo abstracto.
En cuanto al número (figs. 4 y 8 y 16 a 20), es necesario aclarar que faltan unas cuantas, desde el levantamiento que Prieto Moreno hizo en los años 50, y el que se levantó en 1985. Se ve que el transcurso del tiempo no ha sido muy bueno para el conjunto, y esto se clarifica en la exploración arqueológica reflejada en el plano adjunto, viéndose de este modo la red de distribución de agua para este fin y pudiéndose extrapolar sus situaciones respectivas en función de los trozos de canalización aparecidos, que dan una idea clara de su antigua conducción. Por otra parte hay que señalar que la mayoría de ellas nos han llegado probablemente en su estado primitivo. Casi todas están dispuestas sobresaliendo un poco del suelo, y que el árabe no concibe, como se sabe, las fuentes de altura. Es de señalar el diseño geométrico de las mismas por su exquisita complejidad en sus lóbulos radiales, creando con un pequeño salto de agua, el ritmo y movimiento de las olas del mar.
* Muro Perimetral
Dos conceptos de jardín diametralmente opuestos: el oriental (procedente de climas secos -oasis-), y el occidental o centroeuropeo (de climas húmedos). El segundo pretende la eliminación del árbol, buscando el sol y dejando como fondo de perspectivas los macizos de vegetación (jardín inglés), y el primero que enmarca y se protege del clima árido del exterior dejándose entrever, como si de una perla se tratara, su espacio interno. Aquí es donde aparece el muro como concepto básico de este tipo de jardines (fot. 13). Rodea el conjunto en su totalidad, excepto en la parte que da al tajo, por ser éste, de hecho, un elemento protector natural. El jardín está rodeado por un muro de tapial (fig. 8, fot. 13) que se corresponde con la tradición árabe, con sus dimensiones de 0.6 m de espesor y 3.5 m de altura media en casi todo su recorrido, excepto en la zona que da al tajo. Y corresponde a la tradición árabe. Se encuentra encabezado por una doble vertiente de mortero de cal y arena, apoya sobre ladrillo que resalta de su paramento, evitando así la incrustación de las aguas de lluvia, protegiéndolo. El paramento, a su vez, está tratado con el mismo mortero y con final encalado, sirviendo éste, como se sabe, de película impermeable a la humedad.
*Acequia y Pérgola
La pérgola es un elemento importante que no sólo acompaña a la columna vertebral del jardín (la acequia, figs 5, 12, 15), sino que, además, potencia la estructura espacial del conjunto, dándole a éste una riqueza de perspectivas interiores (fot. 12; figs. 11 y 12) calificándose en orden a los espacios que atraviesa. De este modo, en su parte norte es una simple pérgola, y en su parte sur, se desdobla en dos, escoltando con más suntuosidad el agua que corre por la acequia. Concepto unidireccional, complicado por el zizagueo visual, provocando una inquietante movilidad, haciéndose de esta manera más penetrada por el el jardín que la rodea.
Formada por pilastras pintadas a tresbolillo en rojo y azul, colores que aún hoy aparecen, y sirviendo, a su vez, para apoyo de plantas trepadoras, tanto ornamentales olorosas, como de fruto, cubriéndola en todo su recorrido, como decía Ibn Luyun (parras, celindos, varicas de San José, y mundos, que se suceden en alternancia). Esto provocaría una relación de reflejos de los rayos del sol tamizados por cubrimiento vegetal al paso por la misma.
Respecto a la acequia (figs. 5, 6 y 10), aquí sólo se señala su gran superficie de aforo en relación con la cantidad de agua que por allí venía. Su traza y aforo es, sin lugar a dudas, la primitiva. Su construcción es de mortero con cal grasa.
*Pavimentos y Tratamientos del suelo
Como ya se ha dicho anteriormente, el pavimento del patio formalizador de la casa, debió ser de guijarros lavados de río en sus dos colores (blancos y negros), dispuestos formando algún tipo de dibujo geométrico, probablemente cuadrados (fig. 4). Por otra parte, la escalera que hace de eje transversal, aún mantiene en un trayecto, la posible forma originaria (fot. 9; figs 7 y 11), hecha de ladrillo cocido de arcilla, dispuestos a sardinel embebido en el terreno por su soga, de tal forma que los interespacios se cubren con baldosas cerámicas cuadradas. Sin embargo es probable (y así aparece otro tramo), que se utilizara la piedra caliza porosa (fots. 9 y 15), que es común en los alrededores, como base para su replanteo, aunque su tratamiento exterior fuera más rico en colorido, utilizando con probabilidad una alternancia de losas cuadradas de arcilla, y azulejos. A lo largo del paseo anterior, se ve un tratamiento lateral, de borde con ladrillo de arcilla, y que probablemente su firme fuera esencialmente de tierra. Los tratamientos del resto del jardín, no siendo de paso, debieron ser ante la mentalidad musulmana, un simple tapiz vegetal en el cual la flor nacida por doquier, tuviera la potencia individual que le pertenece, y no como hacen los italianos cuando agrupan éstos por macizos, ocultando así su poder evocador como algo unitario. El árabe era partidario de tapices florales, y no de agrupamientos renacentistas.
Por otra parte, y esto sí nos ha llegado de diversas maneras, en el centro debió haber un pabellón cubierto, que estaría en la parte alta de la escalera (fots. 8 y 9), donde se consiguen las mejores perspectivas, según aconseja Ibn Luyun.
Por otra parte, nada más bajar las escaleras, aparece todavía un pavimento de azulejos, siendo éste un punto importante conceptualmente en el entorno, dominando de nuevo los puntos cardinales de interés, que estarían rodeado de arrayanes (esto se refleja también en el plano de Prieto Moreno). Por supuesto la gran característica de este tipo de jardines, es que cumpla la misión fundamental de huerta, y como tal, la mayor parte de suelo se cultiva, tanto de árboles frutales como de hortalizas, lo cual lleva implícito un claro tratamiento de su firme. En definitiva, los tratamientos del suelo se consiguen con ladrillos de arcilla cocida, dispuestos en formas geométricas en la casa, y el mismo ladrillo se utiliza potenciando el perímetro del paseo que circunda el jardín en sus partes bajas y bordeándolo completamente. Igualmente aparece el guijarro en sus dos formas naturales (blanco y negro), utilizados en los lugares formalmente más interesantes (patio, fig. 4). Por último la tierra vegetal se encuentra apisonada en los paseos y de forma natural para el uso agrícola. Sin embargo, ya se ha comentado que la fuente, apenas se baja por la escalera flanqueada por cipreses (fots. 9 y 23), aparece potenciada por azulejos lisos, pitados con motivos florales (fot. 24).
*Flora
En este plano apenas se recogen algunas de las plantas que existen actualmente, si bien se tiene constancia de la existencia de otros tipos de árboles, como la morera y el júpiter (recogidos y citados por Prieto Moreno, fig. 10). Por otra parte, especies vegetales de menor porte, como la violeta, jazmín, rosales, yedras, acantos, bajo los cipreses (fot. 8, cipreses que bordean escalera del jardín), se encuentran en notable deterioro. No obstante, y a través de lo expuesto en capítulos precedentes respecto a cultivos de este tipo de jardines, hay una gran variedad, si bien convendría hacer un estudio paleobotánico que, comparado con la especies más comunes, permitiera deducir con más claridad, posibles actuaciones (figs. 6 a 11).
Los planos muestran que el prototipo de jardín árabe, antes indicado por Ibn Luyun, se cumple en líneas generales en el de Vélez, pero sufriendo notables modificaciones, pero más que esto, han sido las reiteradas negligencias de los distintos propietarios por los que este jardín ha ido pasando en el curso de la historia, amén de su plena dedicación postrera en uso exclusivo de carácter agrícola. Por tanto, este jardín destaca más por su asimetría y pintoresquismo que por los elementos formales ya descritos. De todos estos elementos, el que más como recomienda Ibn Luyun.
La acequia discurre por la parte más alta a lo largo de la espina dorsal del recinto, de tal forma que aquí el declive del terreno, por ambos lados del canal, facilita el riego. El eje transversal, fuertemente desplazado del centro, conecta la vivienda con el jardín mediante una escalera de trazo irregular y un puente sobre la acequia (fot. 11; figs. 4, 5 y 8) llevándonos hasta un paseo limitado por cipreses en su costado septentrional, que determina el eje de los servicios del huerto. A lo largo de este paseo vemos un bello ambiente desde la glorieta de los laureles hasta la doble pérgola final, hoy casi destruida (fot. 12). No obstante y a pesar del mal trato que reciben, algunos rincones conservan su antigua belleza, como ocurre en la glorieta de los laureles con su fuente semidestruida (fot. 20).
Paralela en la situación del estanque, que aparece escoltado por tres cipreses, probablemente originarios, al que le falta uno para establecer una perfecta simetría (fot. 7) arranca un eje oblicuo que determina la disposición de la zona decorativa del jardín, hasta que, al prolongarse, se une al eje principal en el intermedio de éste.
El agua, como se dijo, parte de un eje fundamental, formado por la acequia de libre traza, adaptándose al terreno que atraviesa, y de la que fluye por diversos ramales mediante un ingenioso artificio de atarjeas y distribución de riegos, hace alimentar a los estanques, fuentes, surtidores y cascadas (elemento característico y con profundo valor de exaltación en el jardín).
Desde la llegada al jardín, el agua, por la arteria principal, es escoltada por una pérgola, formada ésta con pilares de tresbolillo (ver plano general del jardín, fig. 4) pintados alternativamente de rojo claro y azul, con enredaderas que la encubrían (hoy sólo se mantiene alguna parra trepadora en algún pilar que otro), en prácticamente en todo su recorrido. Las plantas que se sembraron y que nos han llagado por datos orales, eran celindos, varicas de san José y mundos junto con las parras que se componían alternativamente. En la mitad de su recorrido el agua se despeña provocando una cascada que es donde se expresa su más alto esplendor. Desde aquí, por medio de un sistema de canalizaciones, el agua llega hasta los recintos limitados y glorietas para el disfrute personal íntimo. En este mismo punto nos encontramos con el molino (fot. 2), con una fuerza estremecedora por su individualidad respecto al resto de la edificación. Aparece nuevamente, junto a la llamada arteria principal, a todo lo largo de su terminal recorrido, una doble pérgola con los pilares a tresbolillos, con una singular personalidad, de la que hoy sólo podemos ver algunos de sus pilarotes levantados.
Otro elemento a destacar es el camino que conduce al fondo del tajo (fots. 9 y 15) que, con una exaltación de los sentidos, provocado por la maraña de yedras, higueras y zarzales, conducen hasta la zona considerada inaccesible desde el río Guadalfeo (figs. 6 y 7). Este camino está formado por peldaños labrados sobre la misma roca y conduce a un mirador de bella perspectiva paisajística sobre el valle del río antes citado. Las grutas merecen una especial atención por su alto valor estético por sus estalactitas y estalagmitas.
Esto en cuento a la forma descriptiva del jardín. Todo ello encerrado en muros que impiden a su dueño ser visto y molestado desde fuera, tanto por las miradas como por los ruidos.
En cuanto a las variedades vegetales, se nos presentan con la doble distinción que el término jardín-huerto sugiere. Por un lado las especies ornamentales-aromáticas y, por otro, las propias de un huerto. Ambas variedades hacen del jardín un conjunto completo en una feliz compenetración donde cada uno suplementa al otro.
MOLINO.-
Como elemento base para el abastecimiento normal de una casa de cierta clase social elevada, el molino es un componente casi indispensable para satisfacer las necesidades de rango de una familia dentro de una tradición burguesa. Puede tener finalidad doméstica, sin desatender la posible explotación de servicio a la comunidad, por lo que el molino se construye, y constituye en una pieza de trabajo y medio de hacer patrimonio.
Se observan tres entradas de agua que mueven sendos engranajes para la molienda. Su finalidad era probablemente el grano, por las características del acabado exterior.
Su forma es bastante común (figs. 5, 6 13; fots. 2 y 3) como se puede observar en su plante rectangular; pero lo más característico del mismo es su acabado exterior, muy significativo. Su fachada es de mampostería de piedra del lugar, con posterior encalamiento, con esquinas rematadas en falsa sillería junto a las jambas de las ventanas. Pintada en color ocre amarillo que se deslinda de la cal, con franjas de color rojo. Respecto a esa falsa sillería, señalaremos la expuesta en los ojos de salida de los cárcamos del molino, que cambian su color en rojo con las franjas de separación en blanco, excepto las dovelas del arco, que aparecen de color ocre, denotando una clara diferencia. La techumbre, bien acabada con teja árabe vidriada en las limatesas y caballete, y teja árabe sin vidriar en los cuatro paños de partición de las aguas. El alero es de pico de gorrión, formado con ladrillo de arcilla cocida. Se supone que este elemento arquitectónico fue en su día una mezquita, pero no hay argumentos para afirmar o negar tal interpretación. Otro elemento a resaltar es la puerta que aparecía con ventanita cuadrada remarcada en los planos adjuntos (Fig. 9).
LA FLORA EN EL JARDÍN ISLÁMICO
Antes de analizar los distintos elementos del jardín, conviene recordar tres de sus aspectos básicos, como ha quedado anteriormente dicho:
a) Es un espacio cerrado a ojos ajenos y su disfrute sólo lo efectúa el dueño, su familia y amigos.
b) El interés del jardín está en su centro.
c) La visión del jardín debe ser en oblicuo.
Los elementos esenciales del jardín son los siguientes: la persona humana que lo manda construir para gozar de él. El agua. El espacio arquitectónico en el que se desarrolla. El elemento vegetal. Los elementos plásticos sensoriales. La apertura al paisaje. Es preciso notar que existen dos concepciones de jardín: la corámica y la propiamente meridional. La primera adopta la forma de vergel con numerosos árboles que dan sombra por todos los lados y donde nace y corre el agua por todas partes. Esta concepción corámica la encontramos en la Escalera del Agua del Generalife, con su bóveda de laureles, pasamanos y canalillo central de la escalera como claros arroyos. La concepción meridional de jardín, donde el sol y la luz son factores primordiales, es la que posee los seis elementos esenciales anteriormente enumerados. El Corám abunda en descripciones del Paraíso en la forma de vergel sombreado donde el agua mana por todas partes. No podemos entender ni el jardín musulmán ni la actitud del musulmán frente a su jardín sin darnos cuenta de que el jardín terrestre se considera un reflejo, o más bien una anticipación del Paraíso. El jardín es un símbolo de la vida y un vergel proyectado de tal manera que se conforme con este arquetipo.
Constituye un microcosmos del mundo. El término «firdawn» significa a la vez jardín y mausoleo, indicando que el jardín frecuentemente servía como lugar de enterramiento donde el dueño, no satisfecho con los goces que aquel le había proporcionado mientras vivió, quería seguir disfrutándolo después de muerto donde simbólicamente ya había entrado en la Gloria. La costumbre de tener sepultura en el jardín responde a una implicada reciprocidad entre tierra y cielo mediante la cual se eleva a sobrenatural la realidad de una manera plástica. Las variedades más frecuentes en el jardín islámico son las siguientes: as: mirto (arrayán), que por ser perenne, sería el que se emplearía para abrigar la alberca contra la evaporación. Yasimin: jazmín blanco cultivado, cuyo papel en la jardinería árabe, fue recubrir paredes lisas. El zayyan: jazmín amarillo silvestre. El bahar: narciso blanco, amarillo y verde. Banafsay: violeta, flor predilecta de Almanzor, muy frecuente el jardín de Vélez Benaudalla. Jiri Nammam: alhelí encarnado. Jiri Asfar: alhelí amarillo. Hariys asfar: junquillo oloroso. Sawsam: azucena. Jurram: lirio azul. Naylufar: nenúfar. Naw al-lewz: flor del almendro. Uqwvam: margarita, manzanilla. Saquir: amapola, anémona roja. Nawr al-baqilla: flor de haba. Nawr al-galiba: flor de hiedra. Nawr al-Rummam: flor de granado cultivado. Yullanar: granado silvestre. Otras plantas pueden verse en estos jardines, y que son las siguientes: albahaca, alhucena, azahar, clavel, mejorana, adelfa, limonero, laurel, vid, palma, peral, cerezo, morera, algarrobo, bananero, sauce, níspero, membrillo, manzano, higuera, mandrágora, acanto, alcocaz…
ALGUNAS REFLEXIONES Y PRINCIPIOS BÁSICOS PARA LA CONSERVACIÓN DE ESTE TIPO DE JARDINES.
El papel del arquitecto restaurador es actualmente muy criticado, no sin razón, en gran cantidad de actuaciones, bien por causas burocráticas y de control respecto a las leyes y gestión clara de las mismas, bien porque todos creen tener algo que decir ante cualquier intervención, estimando objetivamente su actitud ante la actuación genial.
En primer lugar existen gran confusión entre diferentes conceptos ante el problema de una actuación, y que no por ello dejan de ser obligatorios tanto sus conocimientos y clarificación, como su decisión previa antes de intervenir (recuperar, rehabilitar, reutilizar, reestructurar, conservar, consolidar, restaurar, restituir, reformar). Pues bien, atendiendo a todo ello, vale la pena actuar, no ya de una manera intuitiva y aparentemente genial, sino utilizando algún método científico (teoría, método, praxis) para diagnosticar y clasificar el proceso de cualquier elemento. Todo ello va a depender tanto del grado de interés histórico como cultural del elemento considerado, para prever distintos grados de protección hacia el mismo, con una filosofía no ya tanto respetuosa con la historia hasta un grado sublime, sino más bien como consecuencia de ella, valorando igualmente las proyecciones de un futuro, y con ello se presentarían distintos grados de protección, desde el integral al puramente ambiental.
Por otro lado y recogiendo lo recomendado por la Carta de Atenas en su artículo 8º, es preciso ya considerar que «cualquier intervención sobre la obra, o junto a una obra, debe realizarse de tal manera y con tales técnicas y materiales que pueda dar la seguridad de que, en el futuro, sean posibles nuevas intervenciones de salvaguarda o restauración», llevando en todo el proceso de intervención un diario del antes, durante y después de la intervención, amén de una buena documentación tanto de análisis arquitectónico como histórico, arqueológico y cuanto proceda. El concepto básico es la conservación, respetando los llamados añadidos y evitando en todo caso intervenciones innovadoras y de reconstrucción. Salvaguardar los elementos constructivos. Antes de derribar algo, procurar enderezarlo o mantenerlo.
Así se pueden recoger algunos principios básicos como:
Puentes.- Para su buena conservación conviene descalcificar el agua, eliminando así las incrustaciones calcáreas y las periódicas y dañinas limpiezas de éstas, y en el caso que nos ocupa es fundamental este hecho a causa de la gran calcificación del agua de la zona.
*Piedras.- La pátina ha de ser conservada por varias razones, aún siendo posible eliminar detritus, polvo y excrementos con cepillo vegetales blandos, o chorro de aire a baja presión. No se utilizarán materiales que rasguen la superficie pétrea.
Se pueden considerar principios básicos para su buen curso:
*que la integración de los elementos originales en otros nuevos sean siempre fácilmente detectable. aunque pueda confundirse a una determinada distancia, debe garantizar la diferencia con su entorno más cercano.
*que la materia de la que se compone la obra de arte sea sólo insustituible, en cuanto conforma parte sustancial de su figuratividad, es decir, siempre que sea aspecto y no estructura.
*que en la intervención se procure que quede abierta la posibilidad cierta y fácil de intervenciones futuras.
Por todo los visto y por necesidad de poner unos niveles de protección a los distintos elementos que componen el complejo, se van a señalar, con criterio general, los más importantes, no siendo óbice para olvidar que una actuación lleve implícita una complejidad que radica en el estudio exhaustivo de la obra, tanto en su contexto socio-cultural e histórico del que parte, como en su composición interna que le confieren sus características. Ahora bien, ya se vio que su contextualización en torno al pueblo es fundamental, y por ello, no se olvidará la acequia y su origen (nacimiento); y todo ello conforma una unidad enmarcada en el entorno:
a) Protección integral de grado 1; b) Protección integral, grado 2: c) Global; d) Ambiental.
a) Son aquellos elementos que han de mantenerse igual, y su reconstrucción será idéntica a la original, aún manteniendo ciertos criterios de orden temporal de actuación con los materiales. El añadido de obra nueva debe asemejarse lo más fielmente a su estado primitivo. Entre ellos se destacan: pérgolas, fuentes, alberca, acequia, patio central de la vivienda, muros perimetrales, muros de bancaletas, ecalera de ladrillo, disposición de árboles (no se omitirá, excepto que sea muy reciente y entorpezca el contexto general y tipológico del jardín).
b) Aquellos elementos, espacios y ambientes que, aún sabiendo como eran y tratarse de idéntico modo, no hay datos suficientes para su total reconstrucción. Tales elementos se dejarán en las partes claramente originarias en su totalidad, y con el resto de procurará ser lo más neutral en la actuación, valorando los conceptos de figura y fondo. Su uso y espacialidad debe ser el mismo que el originario sin perder de vista el concepto total y tipológico del jardín-huerto: pavimentos de paseo y bordes del mismo, pavimento de escalera, plantas enredaderas en pérgola, bancos de reposo en el jardín-huerto, zona de huerta y de jardín ornamental propiamente dicho.
c) Aquellos elementos y espacios que pueden ser cambiados y mejorados en su uso, completando y mejorando su lectura histórica, y no perdiendo el concepto originario: casa, molino.
d) Aquellos elementos mejorables para colaborar en su función de enriquecimiento del conjunto y en el entendimiento de éste en su interior y exterior, permitiendo un tratamiento distinto al actual previamente expuesto y comprometido en su totalidad con los conceptos y clases de esta tipología de jardines: árboles frutales ornamentales (poda de parte de los mismos), tratamiento de las huertas, acequia que circunda el pueblo (paseo), el nacimiento, mirador a media altura del tajo.
CONCLUSIONES
Los jardines se pueden ver como estructuras o como «documentos notables sobre el carácter de la vida de aquellos que lo han creado a su estilo… Muéstrame tu jardín y te digo quien eres». Así alude G. Marçais a la realidad del jardín, señalando que éste «refleja las tendencias políticas de un estado o las modas de una sociedad».
El jardín musulmán es una expresión del espacio-tiempo escatológico, y un hecho humano elaborado por la nostalgia (antes) y la esperanza (después). Los jardines se pueden ver como estructuras o documentos notables sobre el carácter de la vida de aquellos que lo han creado a su estilo.
Para finalizar, sería interesante indicar que este trabajo, aunque incompleto, no pretende ser más que un salto obligado en esta escala de valores absurda, y así, bajo esta perspectiva, poder devolver la revelación a su sitio accesible y someter la trascendencia a las leyes de nuestra conciencia.
SECUENCIAS FOTOGRÁFICAS
SECUENCIAS FOTOGRÁFICAS
Foto 2.-
CONJUNTO FOTOGRÁFICO TRAS LA TRANSFORMACIÓN MODERNA DEL JARDÍN, DONDE LO PROPIO DE HUERTO PRÁCTICAMENTE HA DESAPARECIDO Y NOS ENCONTRAMOS CON UNA VERSIÓN MODERNA DEL JARDÍN MUSULMÁN.
Molino retocado. Huerto desaparecido. Flora antigua y moderna.
Casa principal del Huerto-Jardín transformándola. A su derecha, pilar antiguo sin restaurar.
Muro perimetral de la parte superior, tajo y la flora conservada hasta 1985.
Castillo de Vélez Benaudalla. Restaurado.
Iglesia de Vélez Benaudalla.
Calle modernizada de la ciudad de Vélez Benaudalla.
Albercón y bajada del canal de agua del Jardín-huerto.
Tajo del Jardín-huerto, con estalactitas en las oquedades de su caída.
El tajo sobre el río Guadalfeo. Estalactitas y estalagmitas en su caída por lo calcáreo del terreno.
Flora antigua sobre el terreno de caída del tajo del Jardín-huerto.
Muro perimetral sobre el tajo del Jardín-Huerto.
Transformación moderna del jardín, con pérgolas modernas y enlosado moderno. El jardín y huerto antiguos prácticamente han desaparecido.
Cascada procedente de la gran alberca del Jardín-huerto.
Fuente modernizada, que conserva sólo la parte central de la misma.
En estas fotos se observa la flora moderna mezclada con la antigu
a.
Paseo moderno con cascada que se precipita desde la alberca y parte, desde el molino.
Las piedras del molino emplazadas en su lugar de origen.
Detalle central de la piedra de molino.
En esta foto se observan los ojos del molino y el paso del agua a la gran acequia.
La acequia central discurriendo entre las pérgolas modernas. Las antiguas desaparecieron. Estas nuevas son imitación de la única que perssistió hasta los tiempos modernos.
Aquí se comprueba la pervivencia de la flora antigua junto con la moderna. Pero el huerto ha desaparecido por completo.
Las fuentes que vemos son:
Esta fuente, que podemos ver sobe la misma calle de la ciudad, junto al jardín, es un invento, aunque es muy bonita. En los restos arqueológicos que se hallaron sobre el huerto-jardín, no apareció nada similar; ni los surtidores. Sólo es una imitación de otros jardines de Granada. Y repito, es muy bonito, pero no tiene nada que ver con las fuentes del jardín. Lo recomendado por la Carta de Atenas, en su artículo 8º, apenas de puede reflejar en el análisis del conjunto y las partes de este jardín.
Con relación a estas piezas, que fueron perfectamente localizadas después de la exploración inicial, quisiéramos saber dónde se encuentran, porque no la hemos observado ni en la visita practicada, ni en las actuaciones de puesta al día de este gran huerto-jardín. Ni bancos de piedra, ni escalera principal, ni fachada de la casa, ni elementos de decantación y depuración del agua y su distribución por el huerto-jardín… Pocas cosas hemos podido identificar similares a los hallados en la exploración y levantamiento de nuevos planos semejantes a los que llevó a cabo D. Francisco Prieto Moreno años atrás.
En resumen podemos decir que ha quedado un jardín muy bonito y hermoso; pero que casi nada tiene que ver con el que esta ciudad heredó de la cultura islámica. Bien claro nos lo expresó. G. Marçais….» dime cómo es tu jardín y te diré quien eres«.
No se puede negar el gran esfuerzo que se ha hecho para levantar este nuevo jardín, y digo jardín, porque el huerto ha desaparecido, y la casa primitiva no se ve por ningún rincón.
Granada, 5 de Octubre de 2019.
BIBLIOGRAFÍA